›«Estudios»‹
Omnisciente
— ¡Te dije que era mala idea pedirle una revancha, Bambi! — gritó Sirius divertido.
— ¡Y yo te he dicho que tus consejos nunca ayudan, Pulgoso! — exclamó el castaño, mientras que volaba lo más rápido que podía hacia los postes.
Remus y Peter rieron a carcajada limpia. James se había distraído en el momento en que le gritó a su amigo. Por lo que sacando provecho de tal distracción, pasando tan rápido como una bala, la pelinegra había quitado la quaffle de sus manos, provocando que perdiera el equilibrio.
— ¡Deberías dejar de distraerte tanto, Mister Ego! — le recomendó sonriente, mientras que lanzaba la quaffle, siendo detenida por Frank.
— Deja de decir cosas que ya sé, sabelotodo — masculló en voz baja, antes de recuperar la estabilidad y tomar nuevamente vuelo en dirección de su amigo para apoyarlo.
— ¿Me recuerdas cuantos puntos van teniendo? — pidió Sirius a Remus.
— Yo no soy quien lleva los puntos, Sirius — comentó el castaño — Recuerda que estoy manteniendo los aros flotando — señaló estos mismos.
Los merodeadores en compañía de Frank y Adha, estaban a las afueras de Hogwarts. El líder del primer grupo había tenido la idea de pedirle a la fémina una revancha, sin poder resistirse, Frank se había unido a tal petición, con la condición de que no hubiera ningún castigo, no quería tentar a su suerte nuevamente. Adhara terminó aceptando, realmente no tenía nada que hacer, el dúo de cazadores habían aparecido cuando, junto a su pareja, se encontraban recostados en el árbol de siempre mientras que leía alguno de los libros que había sacado de la biblioteca. Así que Sirius solo tuvo que asentir para ella aceptara.
— 60 - 80 — habló Peter — Adha sigue en delantera aún siendo dos contra uno.
— Es mi chica ¿Qué podríamos esperar? — musitó para sí mismo, sonriendo orgulloso.
— Que James te escuché decir eso — farfulló Remus divertido, alzando su mirada hacia el pequeño partido que tenían sus amigos.
— ¡Vamos chicos! ¡Están haciendo esto demasiado fácil! — fastidió en el momento en que anotó otro tanto que causó un grito de apoyo de su estrella.
— ¡Chucho, controla a tu novia! — pidió el miope — ¡Y deja de celebrar sus puntos! ¡Soy tu mejor amigo casi hermano! ¡Es traición lo que haces! — reprochó.
— Y ella es su pareja James, ya déjalo estar — Frank señaló divertido al notar como su amigo entraba en su modo encaprichado.
— Lo que dice Frankie, no es mi culpa que Tomatito no esté aquí — se burló Adha.
— ¿Frankie? ¿No que era Frankenstein? — cuestionó divertido ante el nuevo apodo.
— Aún no me decido, eso es lo que pasa — se encogió de hombros.
— ¡Frank! ¡Deja de confraternizar con el enemigo! — se quejó James, al ver como conversaba con la pelinegra y no buscaba la manera en quitarle la quaffle que tenía en manos.
— Auch, me dueles Mister Ego, justo aquí — se quejó señalando donde está su corazón.
— Ambos sabemos que no es cierto, Sabelotodo. Y respecto a Lily Flor, estoy seguro que ella vendría si le pidiera hacerlo — se cruzó de brazos.
— ¿Completamente seguro? — alzó una ceja Adha, retándolo.
— ¡Conozco esa mirada! ¡La hiciste antes de la apuesta! — Frank señaló asustado — James, no — advirtió, notando como este portaba la misma mirada retadora.
— James, sí — aceptó, hablando en tercera persona — Y como somos un dueto, si caigo, caerás conmigo.
— Es la última vez que te acompaño en tus locuras — señaló resignado.
— ¡Todos sabemos que eso no es cierto, Frank! — gritó Sirius.
— ¡Llevo repitiendo eso todos los años y mírame! — siguió Remus.
— ¡Solo recuerden que Remus y yo también existimos! — señaló Peter.
— Que comience la apuesta, entonces — sonrió la pelinegra, teniendo una idea de qué podrían hacer.
°•°(...)°•°
Alice
— ¡Marlene! ¿Dónde te habías metido? — cuestioné sonriente.
— En la biblioteca — respondió ella con un encogimiento de hombros — ¿Por qué? ¿Sucedió algo? — preguntó al notar la mirada cómplice que tuve con Lily.
— Estábamos diciendo con Lily para ir a nuestro lugar — respondí como si le estuviera contando un secreto.
— ¿Nuestro lugar? — preguntó confusa.
— Ya sabes, el que encontramos y decoramos — explicó Lils.
— Oh, claro — asintió ella — Sí, creo que estaría bien, pero tengo que dejar un par de libros — mencionó señalando los que traía en manos.
— ¿Nuevas Aventuras? ¿De qué trata? — Mar aferró el libro hacia su cuerpo en un intento de que Lils no leyera, fruncí mi ceño — ¿Rubia? — murmuró la pelirroja extrañada por su accionar.
— Marlene ¿Está todo...? — bien, quise decir, pero el llamado de un miope nos hizo sobresaltar.
— ¡Lily Flor! ¡Lily, Lily! — gritó acercándose a ella.
— ¿James? ¿Qué sucede, cariño? — cuestionó mi amiga preocupada, más el miope solo la tomó en brazos y la subió a la escoba que tenía en manos.
Junto a mi querida rubia reímos por el grito de sorpresa que Lils dio. Vimos con sonrisas en nuestro rostro cómo era llevada por el Potter hacía solo Merlín sabe donde. Pero la sorpresa no terminó allí, porque otro león, al cual conocía muy bien, apareció con escoba en mano por el mismo camino que James había vendio.
— ¡Alice preciosa! — llamó Frank y, sin explicaciones, imitó la acción de James conmigo.
— ¡Frank no! ¡Espera tengo que hablar con Marlene! — dí un grito, extendiendo la última sílaba del nombre de mi amiga, por la rapidez en la que había salido volando.
Me aferré a él, sintiendo como su pecho vibraba por la risa que soltaba.
— ¡Las veo en nuestro lugar! — escuché el grito de Marlene a lo lejos, no pude responderla, porque para ese momento ya me encontraba demasiado lejos.
— Mas te vale que sea importante mi presencia hacia donde sea que estamos yendo — amenace a mi pareja, su dulce y nerviosa risa invadió mis oídos.
— Tu no te preocupes preciosa, te divertirás — respondió, sonreí por el apodo y me dejé llevar por él.
°•°(...)°•°
Omnisciente
La clase de transformaciones para los alumnos de séptimo año habían iniciado. La profesora McGonagall estaba explicando a sus alumnos leones y águilas la teoría que necesitan para hacer el encantamiento convocador de aves. Si bien había tenido su explicación el anterior año, nunca era malo un recordatorio para evitar ciertas complicaciones o accidentes. No obstante, su explicación se vio interrumpida cuando notó algo inusual en una de sus estudiantes.
La joven leona de cabello rubio estaba demasiado concentrada en su lectura, lo hubiera dejado pasar, ya que a simple vista se trataba de uno de los libros de su curso. Hasta que se dio cuenta que este mismo era demasiado delgado para ser el que decía ser. Su ceño se frunció y se dirigió hacia la estudiante, que tan concentrada estaba como para no darse cuenta que la Jefa de su casa había dejado de explicar y posicionado frente a ella.
— Señorita McKinnon — la nombrada se sobresaltó — ¿Podría hacer una demostración del encantamiento Avis?
— Por supuesto, Profesora McGonagall — respondió con la duda en su voz — ¡Avis! — exclamó pero con un movimiento erróneo.
Del objeto mágico solo salieron chispas y algunas plumas. Maldijo por lo bajo cuando escuchó los susurros de sus compañeros de clase. ¿Era necesario que repitieran que no lo había hecho bien? ¡Ya sabía eso!
— Parece ser que no prestó atención a la explicación, de ser así, podría haber recordado el correcto movimiento que tuvo que haber empleado — señaló.
— Lo lamento, Profesora McGonagall, estaba concentrada repasando otros hechizos — se escudo, señalando el libro que traía en manos.
— Sí, lo noté. Sin embargo ¿Ha hecho usted algún encantamiento de encogimiento al libro? Porque recuerdo claramente que este tenía más hojas de lo que aparenta — los murmullos aumentaron, Marlene sabía que no podría ocultarlo más — ¡Revelio!
Ante la vista de los alumnos, y de la Jefa de los Leones, el libro fue cambiando hasta convertirse en uno de color morado con detalles negros alrededor de toda la cubierta. McGonagall no se demoró y tomó en manos este, analizándolo. En un principio, el título se le hizo familiar. Solo fue necesario leer su contenido, para saber de cuál se trataba y para que su semblante cambiara.
— Tendrá un castigo esta semana. Después de clases visitará mi oficina para coordinar el día — ordenó seria — Y el libro quedará decomisado, espero que así ya no se distraiga más en clase — la rubia quiso oponerse pero se abstuvo.
No era el libro más importante, pensaba. Después de la escena, la profesora siguió explicando y Marlene no tuvo más opción que prestar atención a su clase, sacó su libreta haciendo anotaciones y pensando en la reacción de la mayor. En una situación normal, McGonagall solo le había decomisado el libro, sin castigo alguno. Se centró en ella y en las postura tensa que mantenía. Algo se le estaba escapando.
— ¿Avis? ¿En serio? — escuchó el susurro de su amiga, sacándola de sus pensamientos.
— No fastidies Alice — pidió, intentando concentrarse en su profesora.
— Qué malhumorada — comentó, ganándose un empujón de la rubia.
°•°(...)°•°
Remus
Con James y Peter nos encontrábamos jugando al snap explosivo, mientras que conversábamos sobre dónde podría haberse metido Sirius, o como James le había apodado, el chucho pródigo.
Había desaparecido todo este fin de semana, ya era domingo por la noche y no habíamos tenido ni una sola señal del pelinegro. No lo encontrábamos por el mapa merodeador, por lo que asumimos que probablemente estaba con Adhara. Aunque esta suposición fue desechada inmediatamente cuando la vimos paseando con quejicus. Quisimos acercarnos a ella para preguntarle si tenía conocimiento de donde se encontraba, pero parecía ser que siempre que íbamos a acercarnos ella desaparecía o Snape llegaba para llevarla hacia Merlín sabe donde.
La puerta de la habitación se abrió, dándonos una clara visión de la persona por la que habíamos estado preocupados. Con rápidos movimientos de los tres, el ambiente de la habitación había cambiado. Como muchas otras veces, ahora teníamos en nuestras manos una taza de café, del cual tomábamos en un intento de conservar la calma, o al menos, yo lo hacía con esa intención.
— ¿Y tú dónde estabas? — cuestioné cuando que terminé de tomar la bebida.
— Eso mismo chucho, te desapareciste por dos días — señaló James, dejando levitando la taza que traía en manos.
— Y ni siquiera nos avisaste — siguió Peter, examinandolo en busca de algún indicio que pudiera resolver sus dudas.
— Te buscamos por el mapa merodeador, pero adivina — solté con ironía, esperando que uno de los chicos continuaran
— ¡No estabas! — soltó en un grito James — Pensamos que era porque estabas con la sabelotodo.
— ¡Pero a ella la vimos y no estaba contigo! — gritó esta vez Peter.
— Y cada vez que nos acercabamos, ella se alejaba o se iba con Quejicus — le comenté, examinando su reacción, él solo rodó sus ojos, lo que era buena señal, estaba celoso por eso.
O eso creía.
— Así que desembucha chucho — ordenó el miope — ¿Donde estabas?
Lo seguimos examinando hasta que caímos en que el interrogado intentaba hablar pero la cinta que tenía en su boca no se lo permitía. Con una señal, le indiqué al miope que lo hiciera. Él fue el encargado de sacar la cinta de golpe, provocando una maldición del pelinegro por la rudeza de Cornamenta.
— Para empezar ¿Por qué siempre soy yo el interrogado? — se queja en una pregunta.
¿Y encima lo pregunta? Este Chucho...
— Porque eres quien nos oculta cosas la mayor parte del tiempo — señala el rubio, asentí dándole la razón para luego continuar.
— Y todo empezó con la llegada de Adha, creo que al pasar tanto tiempo con ella se te pega lo misterioso — informé.
— Ja Ja Ja, que gracioso Lunático — rodó los ojos el amarrado — Y si quieren saber donde estaba, preguntenle a ella y sus tontos planes.
Oh no... esto es malo, Sirius nunca diría eso sobre los planes de Adhara.
— Espera... ¿Estás molesto con la sabelotodo? — pregunta James con sorpresa, confirmando que no era el único en darme cuenta de tal situación.
— ¿Tú que crees? — cuestiona seco — No es como si fuéramos la pareja perfecta. ¿Saben?
Compartimos miradas preocupadas para luego sacar nuestras varitas y apuntar a quien decía ser nuestro pelinegro. Me acerqué hacia a él para poder analizarlo, en busca de algún embrujo o cualquier cosa que me indicara que ese de ahí no era Sirius. O algún indicio de que estaba bajo algún hechizo que lo hiciera expresarse de esa forma, ignorando por completo las quejas de este mismo.
— No hay nada — dije alejándome de él, los chicos asintieron comprendiendo la situación.
— ¿Quién eres y qué has hecho con nuestro Sirius? — pregunta James, amenazandolo con su varita.
Y tomando el papel de policía malo, igual que siempre.
— ¿En serio chicos? Como si nunca me hubiese molestado con ustedes — dijo ignorando la mirada de James y observándonos a mí y al rubio.
— ¡Es completamente distinto! ¡Sirius y la sabelotodo nunca han peleado! ¡Y Sirius siempre nos dice que no soportaría estar molesto con ella! — la exaltación de James era muy notoria, suspiré para acercarme a él y poder alejarlo de ese pelinegro.
— Dejen de hablar como si no fuera yo — masculló — ¿Quién más sería, sino?
— Un impostor — respondió James cruzado de brazos.
— ¿Y si vamos a preguntarle a Adha? Ella puede descifrar si es él o no — doy mi idea.
Y de paso podríamos conocer porque la pareja había peleado.
— O podemos ver el mapa del merodeador — Peter dice, acercándome al baúl de James para sacar dicho objeto.
Me golpeé mentalmente por no haber pensado en eso, para después acercarme al rubio que ya estaba por pronunciar las palabras.
— Juro solemnemente que mis intenciones no son buenas — murmuró señalando con su varita el viejo pergamino.
James se acercó a nosotros. El pergamino empezaba a llenarse de los trazos que habíamos escrito en su momento. Reconocí de inmediato las partes en las que había escrito, al igual como la de James y Peter. Debía de reconocer que a pesar de ser un mapa hecho por los cuatro, la gran mayoría de los escritos se atribuían a la elegante letra que el pelinegro poseía a pesar de su comportamiento rebelde. Por más que lo negara, sabíamos que la elegancia de la familia Black estaba más presente en él de lo que él mismo pensaba. Era por eso, que estuvimos de acuerdo en que lo ideal para, que el pergamino mantuviera un formato elegante y de esta forma poder entender claramente lo que decía, era que Sirius lo escribiera.
Encontramos nuestros propios nombres en el mapa, por lo que dejé de lado mis pensamientos, leyendo el nombre de la persona que estaba amarrada.
— ¿Ahora ya me pueden desatar? — con un movimiento de varita, liberé al que estaba amarrado — Gracias Lunático — asentí, mientras que empezaba a pensar las razones por la cual se podía haber enojado con la sabelotodo y cuál sería la relación con su desaparición.
— ¿Por qué estás molesto con la sabelotodo? — pregunté preocupado, no quería que volvieran los viejos tiempos en que ambos pelinegros se hacían bromas o discutían cada vez que podían.
Creo que ninguno de los presentes en esta habitación lo soportaría de nuevo, eran demasiados hostigantes, en especial Sirius, que decía que la odiaba cuando se la pasaba hablando de ella las veinticuatro horas del día.
— ¿No será que ella está molesta contigo? — pregunta esta vez Pet, ganándose una mala mirada del pelinegro. El rubio levantó las manos en un intento de parecer inocente.
— Ya lo dije, fue uno de sus tontos planes — respondió dejando que una pequeña sonrisa saliera en sus rostros.
¿Es que acaso ya cedió a la locura hereditaria de su familia? Me pregunté completamente confundido. Por las caras de James y Peter, supe que lo más probable era que ellos también se estaban preguntando lo mismo.
— Para ser un tonto plan parece ser que salió como quería — señalé, en un intento de tantear para ver si recibo la respuestas a nuestras dudas. El asentimiento de Sirius me permitió crear más conjeturas.
— Sus planes no fallan, pero eso no le quita lo tonto que fué — rodó los ojos — Para resumirlo, fue la razón por la que quedé atrapado en una habitación por dos días.
— ¿Atrapado? ¿Te encerró en una habitación? ¿Solo? — cuestioné curioso, necesitaba más datos para una propuesta decente sobre el porqué de su molestia con nuestra única amiga serpiente.
— No solo, pero la compañía al principio no era la mejor — comentó mientras se sentaba en su cama — Bien, ustedes ya no tienen más preguntas por lo que descansaré — avisó, acostándose de inmediato en su cama.
— ¿Cómo que no tenemos más preguntas? ¡Obviamente tenemos más dudas, chucho pulgoso! — informó James, yo negué de inmediato, así no tendríamos respuesta alguna de canuto.
— James, no te hará caso — le dije al ver al pelinegro ya echado y acurrucado en su cama.
— No te librarás mañana de nuestras preguntas, perro pulgoso y traicionero — masculló con voz amenazante.
Compartí con colagusano unas miradas divertidas antes de desaparecer la silla y las cuerdas que habíamos utilizado para el interrogatorio. Al no tener nada más que hablar y al saber que Sirius ya había aparecido, decidimos dirigirnos a nuestras respectivas camas para descansar.
— Que descansen chicos — deseó Peter.
— Buenas noches Colagusano — James respondió — Sueña con la luna, Rems.
— Y tú con los cuernos, Cornamenta — el aludido se quejó, unas pequeñas risas salieron de todos.
Solté un bostezo antes de acomodarme mejor en mi cama. Las dudas sobre porque Sirius se hubiera molestado con Adha aparecieron. ¿Sería esa la razón por la cual la pelinegra nos evitaba? ¿Para no terminar contándonos que había encerrado a Sirius en quien sabe donde con quien sabe quien? Había mencionado que la compañía al principio no fue buena, por lo que supongo que debía de ser algún conocido con el que tenía algún desacuerdo, pero por el cansancio que sentía no me venía el nombre de alguna persona que sea amigo en común de los pelinegros a excepción de nosotros.
Otro bostezo me hizo saber que ya no podría seguir con mis divagaciones y que tendría que esperar hasta el día siguiente a que mi cerebro estuviera del todo activo para seguir con mi análisis. Cerré los ojos y me dejé invadir por la oscuridad, cayendo de inmediato dormido.
°•°(...)°•°
Lily
Caminábamos por uno de los largos pasajes que había en el castillo, ya habíamos terminado nuestra última clase por el día de hoy, lo único malo era que el salón de esta se encontraba en una de las alas más lejanas a nuestra sala común. Alice y Marlene se encontraban discutiendo sobre cuál sería el mejor color para un vestido. Rodé los ojos divertida ante su plática, era obvio que el tema había salido porque, al encontrarnos en nuestro último año, tendríamos nuestra graduación y después la habitual fiesta de celebración que el colegio organizaba, sin embargo, para eso aún faltaban alrededor de seis meses.
Nos detuvimos en uno de los pasajes para seguir conversando sobre el tema y descansar de la larga caminata. La rubia había tomado asiento cerca de una ventana, donde veía de reojo de vez en cuando, llegado el momento me incluí en la conversación, debatiendo con ALice sobre porque no considero que ir en tacones a una fiesta es lo más cómodo, si bien te hacía ver más alta y a su vez, te daba más estilo, cuando se trataban de fiestas donde sabías que terminarías bailando, buscabas siempre lo mejor para tus pies ¿Cierto? Si bien era correcto que iría en tacones al menos, para la ceremonia, no dudaría en cambiar de calzado cuando me dolieran los pies. Estuvimos tan concentrada en nuestro debate que nos sobresaltamos cuando Marlene soltó una exclamación.
— ¡Cierto! Mi castigo con McGonagall — ambas la miramos — Lo siento chicas yo...
— No te preocupes Marlene, pero ¿No era el viernes? — pregunté confundida.
— ¿Eh? No, no — negó de inmediato causando que sus rizos rubios se movieran de un lado a otro— Dijo jueves.
— Entonces suerte Mar, nos vemos después — le deseó Alice, asentí concordando con ella.
— Gracias chicas — dijo para tomar camino en dirección a la oficina de la Profesora McGonagall.
Con Alice observamos como la rubia cabellera de nuestra amiga terminaba por desaparecer al doblar en una esquina. Retomamos la conversación que teníamos antes de la interrupción de la rubia, reímos por algún que otro chiste interno que decíamos. Mire con interés lo que sucedía detrás de mi amiga. Ella se percató de mi distracción por lo que volteó para ver que es lo que me tenía tan entretenida.
De un cuadro del cual no tenía conocimiento que podría abrirse, salieron cuatro personas que conocíamos muy bien. Estos parecían estar demasiado concentrados en no ser notados y en salir del pasadizo con sigilo. Le día una mirada a Alice, para confirmar si es que estaba pensando lo mismo que yo. La castaña me miró y al mismo tiempo asentimos. Sonriendo cómplices, nos acercamos con sigilo hacia ellos, no notaron nuestro acercamiento debido a que estaban de espaldas.
— Parece ser que nos libramos nuevamente chicos — exclamó tranquilo James.
— ¡Potter, Black, Lupin, Pettigrew! — gritamos imitando la voz de nuestra jefa de casa, la reacción de los merodeadores fue inmediata, arrancandonos risas a ambas.
Todos ellos habían soltado un grito, para nada afeminado, a la vez que saltaban sobre si mismos. Además, que Sirius estaba cargando a Peter.
— ¡Pelirroja! ¡Así no se juega! — regañó Black, yo solo pude reír más.
— No lo esperaba de ti, Alice — negó Remus aparentando estar decepcionado.
— Oh vamos chicos, fue divertido — señalé intentando contener las risas.
— Y deben de admitirlo ¿No que son bromistas? — cuestionó Alice con burla.
— ¿James? ¿Estás bien? — preguntó Peter, todos giramos a ver al nombrado de inmediato.
Parecía ser que estaba paralizado, manteniendo una mueca de susto que me hizo querer reír nuevamente. Tantie entre el bolso que traía con mi mano para ver si es que mi cámara mágica se encontraba por allí, así podría tomarle una foto, pero todo fue en vano cuando James pareció reaccionar y se acercó a mí, levantándome en el proceso que me daba un abrazo con vueltas incluidas que me sacaron risas a pesar de mi confusión por su reacción.
— Ya se volvió completamente loco — escuché el comentario de Sirius.
— ¡Sabía que tenías tu lado humorístico escondido Lily Flor! — exclamó alegre, reí ante eso.
¿Tanta emoción por una broma? El castaño me bajo para mirarme intensamente, acarició mi mejilla, sacandome una sonrisa. Unió nuestros labios, sorprendiéndome por que aún no estaba del todo acostumbrada a tal muestra de afecto, pero eso no evitó que no le correspondiera.
— Iugh, comenzaron de melosos — escuché el quejido de Sirius.
— Ni que tú no lo fueras con Adha — Remus habló.
— Tapale los ojos al inocente de Pet — ordenó el pelinegro ignorando lo dicho por su amigo.
— ¿Qué? ¡Esto es injusto! ¡Los he visto a ti y a Dhara haciendo lo mismo varias veces! — se quejó el rubio.
Sonreí por instinto cuando el beso culminó, mis ojos conectaron con la dulce mirada que James me dirigía, el también sonrió antes de dejarme otro pequeño beso. Se separaró de mi con una dulce sonrisa para juntarse con sus amigos y fastidiar al pelinegro.
— Si que te tiene pérdida ¿No? — comentó Alice burlándose de mí.
— Como si tú no lo estuvieras por Frank — respondí, ella me sacó la lengua y yo correspondí el gesto.
Reímos nuevamente y nos acercamos al grupo de bromistas para integrarnos a la conversación que tenían, enterándonos de que el pelinegro se encontraba molesto con nuestra amiga por algo que no quería admitir y que esa era la razón por la cual se había convertido en el objetivo de bromas de los chicos. Con Alice no pudimos evitar unirnos a sus bromas con la intención de ver si es que nos desvelaba algo de información sobre el porqué de tal resentimiento con la pelinegra.
Pensaba, que si Sirius se abstenía de decir algo, Adhara terminaría por contarmelo. Puesto que, por lo que Sirius había comentado, no era tan grave lo sucedido entre ellos. Solo estaba con ese resentimiento para fastidiarla, así que sería facil sacarle información a la pelinegra en el momento en que empezara a quejarse de lo caprichoso que su pareja se comportaba por momentos. Igual como lo había hecho otras veces cuando nos juntabamos para conversar sobre temas completamente aleatorios. Nuestra relación y confianza se había vuelto más profunda desde la charla que tuvimos después de Historia de la magia.
Sonreí, porque tenía a grandes amigos que me rodeaban y porque siempre era bueno estar feliz ante momentos oscuros como estos. Esa era una de las razones por las cuales adoraba tanto a James y a los chicos, siempre lograban sacarle lo bueno a cualquier situación, y aunque había empezado a llover causando que nos empapáramos al completo, los juegos bajo la lluvia no se hicieron esperar al igual que una reprimenda de la Profesora McGonagall, quien nos llevó de inmediato a su oficina para darnos chocolate, teniendo de fondo la voz de nuestra jefa de casa, recriminándonos que éramos demasiado grandes como para tener el conocimiento de que podríamos agarrar un resfriado por nuestros juegos de niños.
Tomé un poco del chocolate caliente, aferrandome a la manta que compartía con James, sonriendo por los intentos de coqueteo que tanto Peter como Sirius le dedicaban a la mayor para que se relajara.
Había sido un gran día.
°•°(...)°•°
Omnisciente
Los merodeadores se encontraban bromeando, como era usual, a la par que tomaban desayuno. Las risas entre ellos eran cosa de todos los días, pronto las leonas que habían comenzado a integrarse a su grupo junto con su fiel amigo también hicieron acto de aparición, uniéndose a la conversación y disfrutando del ameno desayuno que tenían. Todos ellos estuvieron tan bien hasta que unos firmes y fuertes pasos empezaron a resonar por todo el comedor. Interesados por descubrir quién era el poseedor de aquel caminar, giraron en dirección a la puerta del gran comedor.
Todos a excepción del ojigris, quien conocía perfectamente la dramática entrada que estaba dando su chica con la cual seguía resentido. Oh, claro que sí sabía la razón por la cual esas pisadas sonaban con fuerza y por qué es que la serpiente traía esa seria mirada que asustaba a más de uno, no era necesario voltear a verla para saberlo. Además, que no quería hacerlo, sabía perfectamente que si la veía, caería de inmediato y no podría seguir fastidiándola con ese fingido resentimiento que decía tener.
— ¡Hey sabelotodo! ¿Por qué ese humor de perros? — cuestionó divertido el miope, bromeando con ese chiste interno que los merodeadores tenían, pero no obtuvo el resultado que quería, porque la pelinegra solo rodó los ojos para acercarse hacia el Black — Maleducada — murmuró el Potter para sí, había pasado completamente de él.
La pelinegra le importó poco quien se encontraba sentada al lado del pelinegro, por lo que solo se apoyó en la mesa causando un ruido por el brusco choque de sus palmas con la madera. Aún así, el pelinegro siguió tomando su desayuno como si no estuviera recibiendo la seria mirada de la serpiente.
— Escúchame bien Orion — ordenó en un agresivo murmullo — Si quieres seguir resentido conmigo ¡Bien! Yo no tengo ningun maldito problema con eso — le informó ruda.
Para este momento, el comedor estaba sumido en un silencio debido a la curiosidad que le provocaba descubrir qué es lo que había sucedido con la pareja y enterarse después de unos cuantos días por qué los pelinegros parecían haberse distanciado y, a pesar que la serpiente siguiera juntándose con los leones, no parecía tener interacción alguna con el que era su pareja.
— Pero al menos, ten algo de decencia y avisa cuando no irás a nuestro lugar — el pelinegro no dijo nada, solo levantó su taza y bebió de esta, la pelinegra tuvo ganas de bufar pero se contuvo.
Claro que se había dado cuenta de que los genes Black eran más poderosos de lo que creía y que el idiota de su novio había decidido que era divertido el fastidiarla al ignorarla por completo, podía soportar que estuviera resentido con ella por la molestia de no haberle contado su plan, pero no soportaría que pasara de ella completamente por diversión, por la jodida diversión.
— Porque sabes, es difícil adivinar cuándo puedo llevarlo o no — se acercó a su oído para murmurar lo siguiente — Ya no eres el único que conoce ese lugar, Star — la serpiente se alejó de su oído con una sonrisa en su rostro. Había conseguido lo que quería, lo supo cuando notó como la muy notoria mandíbula de su novio se endurecía.
Y con la misma satisfacción que había sentido por la reacción de su chico, se irguió con delicadeza, delineando con su mano la mandíbula del ojigris para que la relajara y no se hiciera daño, quería provocarlo pero jamás dejaría que se lastimara. Mantuvo las mismas pisadas firmes con las que había ingresado, y con esa característica elegancia que había aprendido tras varias lecciones en Beauxbatons, comenzó a caminar entre el pasadizo que las mesas formaban.
Sintió las miradas confundidas de los demás, pero no le importó. Los susurros y charlas empezaron, el comedor se sumió en un debate sobre qué había sucedido mientras que no dejaban de mirar el caminar de la serpiente. Las apuestas de la misma forma iniciaron, algunos pensando que habían terminado, otros que habían tenido alguna discusión entre ellos. Más a pesar de lo que especulaban, no tenían la más mínima idea de que Adhara sabía cómo manejar al idiota resentido que era su estúpido chico en situaciones como esta. No sabían que ella lo conocía demasiado bien, como para tener un claro motivo por el cual la sonrisa de satisfacción no se borró de su rostro y, sobre por qué mentalmente, comenzó a contar.
Cuando llegó al número tres, la de ojos cafés sintió como una de sus manos fue agarrada para luego ser jalada. El rápido movimiento hizo que sus manos chocaran con el firme pecho del contrario, una mano la tomó del mentón y bruscamente sus labios fueron tomados por el león. Luchó por un momento, haciéndolo sufrir al no corresponderle, pero cuando este tomó su cintura para acercarla más, se dejó llevar por el beso brusco e intenso que solo le daba cuando estaba demasiado celoso. Le mordió el labio, sin delicadeza alguna, cuando se separaron, causando que el de ojos como la plata dejara escapar un gruñido con su apodo en él.
— Oh no, nada de Star, Estrella — le ordenó susurrando, como aún se encontraban juntos, sus labios rozaron — ¿Crees que puedes ignorarme solo por diversión sin consecuencia alguna? — Adhara alzó sus brazos, enredando sus dedos en uno de los mechones de la larga cabellera de su chico, jugando con ella por un momento — Ahora verás lo divertido que es el que te ignoren — le susurró dejándole un beso lento, separándose abruptamente cuando sintió como Sirius empezaba a dejarse llevar.
Retomó su caminata, con tal elegancia que hizo sonreír a Sirius mientras negaba divertido, se lo merecía y no lo podía negar. Los del gran comedor solo pudieron observar con completa confusión la escena sin saber qué es lo que habían hablado la pareja de pelinegros y qué es lo que había sucedido en relación a la pareja que esos dos formaban. Sintiéndose aún más perdidos cuando el pelinegro regresó a su mesa junto a sus amigos, no siguiendo a la pelinegra como usualmente lo hacía.
— Ustedes son demasiados raros que ni intentaré comprender qué sucedió — exclamó James cuando vió a su amigo del alma sentarse frente a él — Solo asumiré que arreglaron las cosas como si fueran una pareja común y corriente— el ojigris rió a carcajada limpia por el comentario de su amigo.
— ¿Estamos seguros de que las pulgas no le están quitando demasiada sangre? — le susurró Peter a Remus.
— Según Adha, había terminado de despulgarlo hace algunas semanas — le respondió el castaño.
— Pues creo que nuevamente se ha visto contagiado, el pobre ya no tiene sangre que le llegue al cerebro — el licántropo asintió ante lo dicho por el rubio.
— Ustedes dos, dejen de secretearse — ordenó el miope señalando a sus dos amigos — Es de mala educación y lo saben.
— Lo que digas Mamá — respondieron los dos con un aburrido canturreo causando risas de los oyentes de la conversación.
— Volviendo al tema — Frank habló, mirando fijamente al ojigris — ¿Ya está? ¿Todo solucionado?
— Se podría decir que sí — respondió el pelinegro, encogiéndose de hombros.
— ¿Se podría decir? — cuestionó confundida Lily — Nunca comprendere su relación — comentó, recordando con claridad cómo su amiga también había comentado algo similar una vez.
— Y eso es lo idóneo — la sonrisa que el Black solo muestra cuando se trata de la serpiente pintó nuevamente su rostro — Solo nosotros nos complementamos.
Los chicos comenzaron a fastidiarlo por lo extremadamente cursi que había se había escuchado, mientras que dos de las tres chicas, solo podían pensar divertidas en que el amor le había chocado fuertemente al ex-mujeriego, quien ya no se comportaba para nada como el "alma libre" que decía ser. Él había comprendido que en realidad, su alma siempre había permanecido a una sola persona, que nunca quedó prendada por alguien más porque ya tenía dueña. No le importó las bromas de sus amigos, aunque aparentaba que sí, porque la verdad era, que no se arrepentía de nada de lo que decía o de lo que sentía por su estrella, por quien había provocado que se olvidara de los demás astros y sólo se concentrará en ese cuerpo celeste, o verde, pensó con diversión, que le brindaba tanta energía, la cual nunca se desgastaba por más lejos que se encontrara.
°•°(...)°•°
James
— Dumby nuevamente — le comenté a mi pelirroja — Dice que nos quiere ver después de clase — le expliqué entregando la carta que había llegado por vía lechuza.
— Es en el mismo horario de nuestra reunión con los chicos — señaló cuando terminó de leer.
— Y por cosas como esas es que ser Premio Anual nunca estuvo en mis prioridades — señaló divertido mi amigo del alma.
— Ni que lo hubieses logrado — lo fastidié, el se limitó a remedarme — Infantil.
— Uy, perdóneme señor seriedad — levantó sus manos aparentando ser inocente.
— ¿Desde cuando tan burlón? — pregunté al notarlo con una chispa única.
— Recuerda que ya soluciono las cosas con Dhara — comentó Pet divertido.
— ¿Lo solucionaron? Porque hasta donde sé, desde hace dos días, la sabelotodo sigue ignorándolo cuando viene con nosotros — señalé con diversión.
— Eso no es cierto — frunció el ceño Sirius.
— Lo que digas Canuto — sonreí instintivamente — Hablando de la reina de roma.
— Y de todo el mundo, Mister Ego — respondió ella con gracia, guiñandome un ojo antes de tomar asiento al lado de Remus — ¿Qué tal las clases chicos? — nos preguntó.
— Aburridas — soltó con sinceridad colagusano — ¿Podrás ir a la reunión de repaso? — preguntó.
— No lo creo Pet — negó ella — Pero tienes a Remus — pasó un brazo por detrás del nombrado — ¿Qué no puede hacer el increible lunático?
— Explicar con claridad — respondió Peter sin dudarlo.
— ¡Y ni siquiera lo dudo! — exclamé, ganándome una mala mirada del castaño.
No sé cómo es que la pelinegra pudo conservar la seriedad, porque yo no pude contener la carcajada ante el directo comentario del rubio.
— Eso fue rudo Pet ¿Dónde quedó ese pequeño y adorable rubio que se sonrojaba cada vez que lo abrazaba? — lo fastidió, el nombrado miró hacia otro lado más eso no detuvo que pudiera observar cómo sus mejillas tomaban color — Allí está — señaló divertida.
— Ya no soy tan pequeño, Dhara — se defendió el rubio.
— Lo que digas, Pet.
— ¡Lo digo en serio! — se quejó y esta vez la sabelotodo no pudo evitar reírse.
— ¿Y tú sabelotodo? ¿Qué tal las clases? — pregunté curioso.
— Nada fuera de lo normal — se encogió de hombros — Aunque en clase de defensa un chico de Hufflepuff terminó yendo a la enfermería — nos informó.
— ¿Por un hechizo mal lanzado? — preguntó Sirius.
— No fue nada grave en realidad, pero me hicieron llevarlo, por lo que me perdí la clase cuando Poppy me pidió que le ayudara con una chica que estaba vomitando babosas para atender a los demás — la pelinegra ni siquiera miró al pelinegro.
Reí y no fui el único, los chicos también rieron causando que Sirius se cruzara de brazos con su ceño fruncido. Oh sí, para nada Sirius está siendo completamente ignorado por su pareja.
— ¿Qué? ¿Por qué se ríen? — preguntó con divertida confusión, ella lo sabía pero fingía, conocía esa mirada divertida.
— ¿Es que no lo sabes todo, Adha? — Frank hizo aparición con esa pregunta — Hola chicos — nos saludó.
— Bien jugado Frankenstein, bien jugado — el nombrado dio una leve reverencia.
— ¿Frankenstein? ¿Ese apodo es el que queda? — la cuestionada asintió.
— No se me viene otro a la mente, así que momentáneamente creo que sí — explicó — Tomatito — la pelirroja volteó a verla.
— Dime Adha — pidió.
— ¿Aún lo sigues pensando? — la pelirroja asintió — ¿Necesitas más libros?
— No, creo que ya lo estoy comprendiendo — responde ella — Aunque tenemos que discutir sobre un tema. ¿En serio no puedes reunirte con nosotros? — la pelinegra suspiró negando.
— ¿Y porqué tal negación? — preguntó Remus.
— ¿O por quien? — pregunté esta vez yo, antes de que pudiera hablar.
Tenía mucha curiosidad sobre cuál sería su respuesta, en especial por la seria pero cómplice mirada que me había dirigido.
— Tengo planes — respondió — Y no puedo cancelarlos.
— ¿Y qué tipo de planes? — curioseo.
— ¡James! No seas impertinente — me regañó Lily Flor.
— No te preocupes Lils, sé la razón por la que pregunta — tranquilizó la pelinegra — Y son planes entre serpientes — respondió ella, ocultando su sonrisa por medio de una taza.
Reconocía esa sonrisa, era de aquellas de satisfacción cuando conseguía algo. Miré de reojo a mi mejor amigo, notando cómo es que estaba con un semblante molesto, la pelinegra sí que sabía provocarlo. Este estuvo a punto de hablar, cuando se escuchó un grito que tenía el nombre de nuestra amiga serpiente, todos volteamos encontrando al menor de los Blacks llamándola.
— Me necesitan chicos, nos vemos — se despidió de manera rápida, para salir caminando a paso ligero del gran comedor en dirección a Regulus.
— Así que... todo solucionado ¿Eh Sirius? — me burlé de él.
— Púdrete Cornamenta — gruñó antes de pararse e irse del gran comedor.
— ¡Pero mira tú que mal genio! — me burlé — ¡Suerte intentando que te haga caso, chucho! — le deseé, el pelinegro solo me sacó el dedo del medio.
Reí sin disimulo.
— Esos dos son todo un caso — admitió Frank divertido.
— Dejemos de señalar lo obvio — pedí con la misma emoción que mi amigo.
— ¿Apostamos? — preguntó Peter — Digo que se arreglan — solté una exclamación de sorpresa.
— ¿Tanta fe le tienes a Sirius? — cuestionó Remus.
— Le tengo fe a su intensidad — responde el rubio — Adhara podrá tener toda la fuerza de voluntad que quieras, pero nadie es tan fuerte como para soportar a un Sirius intenso.
— No me arriesgaré de nuevo, estoy con Peter— Frank chocó puños con el mencionado, para luego mirarnos y sonreírnos.
— Traidor — señalé a Frank con fingido dolor — Ya no eres mi favorito — me crucé de brazos.
— ¿Qué manía tienen con hacer apuestas? — preguntó mi pelirroja, quien al parecer había estado pendiente a nuestra conversación por más que aparentaba haber estado leyendo.
— Es por simple diversión — respondió Remus.
— Y por la satisfacción de que tuviste la razón — completó Frank.
— Si es así, estoy junto a Peter y Frank — solté un quejido de dolor.
— ¡Pe-Pero Lily! — reclamé indignado.
— Lo siento cariño, pero lo que dice Peter es cierto — aclaró pasando su mano por mi mejilla, sonreí ante tal caricia.
— Dominado — Frank dijo tosiendo.
— ¡El burro hablando de orejas! — se burló Remus.
— Eso no es cierto — negó Frank de inmediato.
— ¡Frank! ¡Cariño! — Alice vino corriendo hacia nosotros — ¡Ven, ven, ven, tengo que mostrarte algo! — pidió emocionada.
— Preciosa... — quiso decir algo pero al mirarla suspiró y se dejó llevar por ella.
— ¡Para nada dominado, Frankie! — grité, él sacó el dedo de medio antes de concentrarse en su pareja al completo.
Reí junto a los chicos. La conversación varió cada cierta cantidad de minutos por la variedad de subtemas que salían de otros subtemas. No paramos hasta que la hora libre que teníamos después del almuerzo culminó y tuvimos que caminar todos juntos hacia nuestra próxima clase. Nos encontramos en el camino a la pareja de castaños pero no encontramos ni siquiera un pelo del pelinegro. No quería perder la apuesta, por más que sentía que lo haría por que el chucho ni se apareció en la clase, así que me mantuve escéptico ante el hecho y me concentré en la clase.
Solo distrayendome por momentos ante lo linda que mi Lily Flor se veía al estar tan concentrada.
— ¿Quieres un balde para la baba, James? — preguntó Remus, sacándome de mi ensoñación y provocando que me caiga.
El salón se inundó de risas pero en la única que me pude concentrar fue en el de la pelirroja, quien después de haber reído se acercó para ayudarme y luego volvió a su sitio.
— Ni una palabra de esto, Lunático — ordené, teniendo de fondo la voz del profesor que pedía que nos calmemos.
— Lo que digas, James — respondió burlón, una vez que su risa terminó.
°•°(...)°•°
Omnisciente
— No eres nadie como para darme órdenes de cómo manejar mi poder ¡No eres nadie Albus! — escucharon el grito — ¿Recuerdas cuantas veces tuve...? ¿A cuantas personas he...? — el tono de voz subía y bajaba, por lo que no podían escuchar con claridad.
Sin embargo, el dolor era tan intenso que parecía traspasar las puertas, provocando una opresión en el pecho de los premios anuales. Ellos se encontraban a las afueras de la oficina del Director, habían sido convocados por este mismo, para tratar ciertos temas estudiantiles, como lo era el reporte o comportamiento de los prefectos. No obstante, al llegar se habían dado cuenta que las personas dentro de la oficina se encontraban en una acalorada discusión, una la cual no querían escuchar pero las paredes esta vez parecían de papel porque hasta las respiraciones de los debatientes se escuchaban.
— Necesitas relajarte, no es bueno para usted el someterse a tanta presión — suave, como siempre, la voz de Dumbledore resonó.
— Recuérdeme porque estoy con esta presión.
— Ambos sabemos que lo que le estoy pidiendo, es necesario, con su...
— ¡Basta! — el director calló — Es suficiente por hoy. Y sí Albus, me he dado cuenta de su intención.
— Joven...— los brillos verdes de los polvos flú se notaron tras las puertas. Con un suspiro, el mayor señaló esta — Lily, James, pasen, por favor — pidió amablemente.
Los mencionados se quedaron estáticos por unos segundos, intentado digerir lo que habían escuchado. Lily dio un ligero apretón a la mano que sostenía del miope, en un intento de encontrar apoyo, James le devolvió el apretón, comprendiendo la intención. Juntos entraron a tomar asiento frente al director de su colegio.
Físicamente estaban prestando atención a lo que Dumbledore les decía y a lo que ellos mismos hablaban. Mentalmente, sentían que habían activado alguna clase de modo automático porque las palabras que decían ni siquiera eran procesadas, solo salían y en lo que ellos sintieron que fueron segundos, la reunión acabó. Salieron y encaminaron a su sala común sin hablar, solo pensando en lo que habían oído.
Lily dudaba, la voz que habían escuchado no podía ser de la única amistad que tenía en la casa de las serpientes, de ser así, esta habría salido de la oficina del director en vez de haberse ido por polvos Flu. ¿Por qué una estudiante de Hogwarts saldría del castillo?
James no estaba del todo seguro. Conocía muy bien la voz de su amiga como para confundirla, sin embargo, no tendría sentido alguno. La pelinegra nunca le gritaría a Dumbledore. Tuvo que haber sido alguna otra persona que tuviera un tono de voz parecido al de ella, pensaba.
Las dudas empezaron a invadirlos. No tenían motivos suficientes pero igual estas aparecieron. Lo que habían escuchado no era una conversación normal, el dolor que sintieron por la voz entrecortada de quien discutía no era normal. Se preocuparon, porque si lo que pensaban llegara a ser cierto, su amiga ocultaba un profundo dolor del cual no tenían conocimiento.
Nunca la habían visto llorar. Ellos jamás habían visto que derramara alguna lágrima por los sucesos del año anterior, simplemente dieron por asegurado que lo había superado al notarla con el mismo ánimo de siempre. Y aunque quisieran atribuir la discusión al tema de la castaña, repararon en de que no se mencionó a una pérdida como tal en la discusión.
Repararon en que se habló de un poder.
Dejaron de lado sus pensamientos en el momento en que llegaron a su sala común. Decidieron que después tendrían tiempo para hablar entre ellos sobre lo escuchado. Habían acordado con sus amigos el hacer una reunión en la habitación de los merodeadores. Querían tener un momento de repaso de los estudios. Pero todos sabían que terminarían jugando o contando rumores que, como siempre, rondaban por todo el castillo.
Ninguno de ellos se esperaba la información que la rubia había recopilado.
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7 486 palabras
Explicación de la demora: Trabajos Finales.
Además, escribir dos capítulos al mismo tiempo porque estos están muy relacionados es más costoso de lo que pensé xD
Y sí, van a tener dos capítulos esta semana porque, siento de que de esta forma comprenden mejor ciertos sucesos.
Y porque esta semana que viene es la última de mi ciclo, por ende, vienen evaluaciones xd.
Recuerden protegerse ante el covid, que son personas maravillosas y que en todos sus trabajos les irá super hiper mega increíble. Tomen awita y cuídense porfa <3
Los quiere y ama
Una Slytherin,
no tan Slytherin.
Psdt: ¿Quieren el siguiente capítulo hoy o mañana?
Si los fantasmitas votan al menos en este capítulo,
lo publico de una ;)
Psdt2: ¿Alguien que quiera que le dedique el cap?
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