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›«Día del Nombre»‹

Remus Lupin

Intentó número uno.

El plan es el siguiente, probaré en acercarme cuando se encuentre sola y pareciera calmada.

El primer paso sería apreciar y anotar cómo reacciona ante mi acercamiento. Si notó que se tensa o frunce el ceño cómo cuando algo que le fastidia se hace presente, simplemente daré la vuelta y me alejaré sin decir "a". No deseaba empeorar las cosas y por ende era mejor aceptar que aún no estaba lista para aceptar tener una charla conmigo.

Suspiré nervioso. El único que me acompañaba en estos momentos era Peter, con quién me había juntado más después del problema con Adha. Había estado allí soportando mis cambios de humores y haciendo caso omiso a lo mal que lo trataba. Me disculpé por ello, está claro, pero aún siendo perdonado, sentía molestia conmigo mismo y, sobretodo, con mí licantropía por el daño que causé.

Peter me dió un pequeño golpe que me hizo salir de mis divagaciones. Noté entonces que el hermano de Sirius ya había abandonado la biblioteca y la pelinegra serpiente se encontraba sola en la mesa leyendo su libro. Por lo que supe que era hora de comenzar con el primero de muchos planes que de seguro tenía que formar.

Mí mente no quería dejar de creer que la pequeña posibilidad, de una de miles, sobre que ella podría perdonarme a la primera. Por más que mí razón le dijera que era indudablemente imposible esa acción de Adha.

Cada paso que daba acercándome a ella sostenía con muchas más fuerza de la necesaria el libro que tenía entre mis manos. Si quería mostrarme tranquilo estaba fallando enormemente en mí misión. Aún así, pude seguir avanzando y mí tan inoportuno nerviosismo no me hizo dar paso atrás como en otras situaciones se había dado.

Tan solo faltaban unos cuantos pasos para poder llegar a la mesa y sentarme, al menos, frente de ella.

Había sido advertido de que Adhara parecía poseer un radar de quién se acerca a ella por Sirius. James se había burlado de ello al escucharlo y por ende me pareció no tan importante el hecho de tomarlo en cuenta como uno de los factores que podría afectar mí plan.

Adhara alzó su mirada del libro donde estaba leyendo de manera cauta. Ladeó la cabeza y después dirigió su vista hacia donde estaba. Quedé parado al poder conectar miradas con ella después de una semana aproximada. No hice nada, ni un solo movimiento porque su mirada directa me tenía petrificado.

Me maldecía internamente, Sirius era su pareja y la conocía más que todos. Era obvio que tenía que hacerle caso después de haberme dicho que no me ayudaría pero dándome esa única advertencia cuando había terminado de decir mí primer plan.

Ella solo rodó los ojos y volvió a su lectura.

Me dí media vuelta y volví dónde Peter quien solo me miraba con fingida sorpresa.

— ¿No salió como esperabas? — exclamó con "sorpresa".

— Calla — ordené.

Bueno, el primer plan siempre falla ¿Cierto? No es como si debiera preocuparme tanto.

Ahora tenía que esperar al menos unos dos días para poder proseguir con el plan dos.

Si solo ha necesitado mirarme para luego mostrar esa actitud de: sigo molesta, vete y no fastidies. Significa que en verdad me he metido en un grave asunto.

Ahora sí comprendo cómo es que se sentían James, Sirius y... y Paula, después de haber arruinado las cosas con Adha por mencionar o decir algún prejuicio en contra de la casa de Salazar Slytherin.

La tensión que uno sentía al no saber que reacción esperar de Adha. La culpa y remordimiento que sientes por el simple hecho de hacerla sentir mal. Y el temor de perder lo que sería una gran amistad como la de ella, era intenso. Todas las emociones mencionadas eran como un tumulto que parecían querer acabar con uno mismo.

Eran momentos como estos en donde de verdad caías en cuenta de que ese amigo con el que te has peleado en serio es necesario y vital para ti. Porque ha estado en demasiados momentos y siempre apoyándote, para que después de un erróneo intercambio de palabras y todo colapsara.

No tenía conocimiento si es que ella también sentía lo mismo, pero estaba seguro que la gran mayoría de nosotros si lo hacíamos cuando nos distanciábamos.

Más esto nos llevaba a que debía de intentar y planear con más ganas el siguiente acto que haré para poder, siquiera, acercarme a ella y poder ofrecerle mis disculpas.

Porque ese era el fin de cada plan, al menos no trabarme al hablar y poder pronuncias todas las palabras de arrepentimiento que sentía. No tenía motivos para justificar lo mal que la traté y comprendo completamente que Adhara actuará de tal forma en esta situación.

Tenía todo su derecho y lo respetaba.

°•°(...)°•°

Intentó número dos.

Si bien en la biblioteca no tuve la suficiente valentía para poder acercarme a ella, quiero suponer que al estar en un espacio más abierto y con un ambiente más ruidoso que el silencioso de la biblioteca, podría no sentirme tan intimidado por su presencia.

Es por ello que ahora me encontraba, junto con todos los chicos, en las afueras de Hogwarts. Estábamos en aquel árbol que siempre elegíamos para sentarnos y disfrutar un momento de los tiempos libres que nos quedaban. Mayormente era yo el que repasaba a la par los chicos me hacían preguntas o yo a ellos sobre los temas.

Pero está no sería la cuestión por hoy. Cerca del lago negro se encontraba Adha junto con sus dos amigos serpientes.

Teníamos casi dos horas libres para nuestra siguiente clase, por lo que si la suerte estaba de mí lado, el menor de los tres se iría dentro de un rato al tener su siguiente clase. Lo único que me preocupaba un poco sería que Quejicus se quedará con ella en todo momento y no tuviera chance de poder acercarme.

Godric Gryffindor sin duda parecía desear que demostrará la valentía que como digno integrante de su casa debía poseer, ya que a los 20 minutos de que sea nuestra próxima clase, la serpiente abandonó a Adha y está se quedó sentada admirando el lago negro.

Los chicos me dieron unos golpes en los hombros para darme suerte, pedí a Sirius por algún concejo o algo que me pudiera servir pero el se negó.

— Te quise ayudar la vez pasada, no me hiciste caso – se excusó – Mucho más no puedo decir.

Tenía la necesidad de debatirle aquella respuesta, pero el tiempo no estaba del todo a mí favor así que lo deje por el momento y me encaminé hacia donde la pelinegra se encontraba.

Igual que pasó en la biblioteca, a los pocos pasos de poder llegar a ella conecto miradas conmigo. Paré mí caminar por un instante, forcé a mí cuerpo a dar el siguiente paso, más mí cuerpo cayó  estrepitosamente al suelo.

Odie mí ridícula torpeza. Alcé mí vista, aún estando en el suelo, para buscarla con la mirada, pero solo pude ver su espalda. Se estaba yendo de dónde se encontraba.

Escuché de fondo las carcajadas de mis amigos, estaban lejos pero eran tan escándalos que se podía oír sus risas desde donde me encontraba.

Dejé caer mí cara al césped y pensé en lo tonto que me estaba comportando por solo tener su mirada puesta en mí.

¿Es que a caso era un nuevo truco? ¿Adha se las había ingeniado para hechizarme de alguna forma y e no poder soportar su mirada? ¿O tan solo era algo mío el que no pudiera siquiera dar un paso bien?

Antes de poder ingeniar mí siguiente plan supongo que tendré que investigar exactamente los factores que habían fallado en los dos primeros intentos. Capaz y de esta forma podría encontrar una para solución a esta problemática que se había formado.

Ahora comprendía el no querer ayudarme de Sirius. Sospeché desde un principio que debía de existir alguna fórmula o un conjunto de patrones que deba de cumplir para que Adha pueda tomar mí disculpa como una sincera.

Y Sirius de seguro era conocedor de ese patrón, lo más probable es que él también haya tenido que pasar por lo y por eso evitaba el decirme al menos un pequeño y corto concejo sobre que hacer ya que, como viene de él, lo soltaría todo de golpe.

Solo me quedaría recapitular qué es lo que habían hecho los demás cuando Adha se molestaba con ellos y en qué se diferenciaban a cuando yo lo intenté.

°•°(...)°•°

Intentó número Tres

El primer mes en Hogwarts ya había terminado hace ya unas semanas. Nos encontrábamos finalizando la primera semana de Octubre y aún no podía descifrar del todo la fórmula con la que debería de disculparme.

Si bien había recapitulado ciertos factores, sentía que algo más me faltaba para que este sea el último intento. Así podríamos volver a la misma rutina de siempre. Dónde tendríamos a Adha ciertas horas o días junto a nosotros y luego se iría para pasarla con sus serpientes amigos. Era obvio que todo el grupo la extrañaba, sobre todo por los comentarios y charlas que siempre teníamos. Las burlas también estaban incluidas en lo que añoramos y las bromas ni que decir.

Bufé mientras que borraba lo que escribí en la pizarra y revisé de nuevo todas las anotaciones que había hecho.

Hace ya mucho tiempo habíamos comprado y buscado materiales como pizarras, chinches, plumones y equis cosas para poder tenerlo en la habitación y explicarle a lo chicos algunos temas que no comprendía, poder armar una buena broma o poner horarios sobre los próximos exámenes que se nos acercaban. Eran materiales de mucha ayuda para momentos como estos.

— Deja de mirar la pizarra como si de la nada aparecería escrita una respuesta, Lunático — exclamó Sirius.

— Solo estoy repasando por si algo se me ha escapado — murmuré en respuesta.

— Lo has revisado cientos de veces y hasta puedo decir que lo sabes de memoria — Sirius se acercó a mí lado — Escucha, es bueno que quieras encontrar algún sentido lógico a cómo reacciona Adha, pero no todo siempre se trata de lógica.

— ¿No que no ibas ayudarme?

— La verdad es que no, pero el verte frente a esa pizarra como un maníaco todos los días ya está asustando a los demás

— No es cierto — desvíe mí mirada hacia él.

— Puede que lo sea, pero no te has dado cuenta por estar pensando día y noche en alguna lógica del problema — no podía negar que eso explicaría el porqué de que Peter haya dejado de ayudarme.

Tal vez, solo tal vez, me había puesto algo intenso con el tema.

— Ilumíname entonces, Sirius — le dije, tentando a la suerte.

— Solo quiere que seas tú. Nada de planes, nada de lógica, nada del Remus paranoico — enumeró — Quiere que seas el Remus sereno y comprensivo. Solo que sigas tus conocimientos intuitivos y no los científicos o empíricos.

— ¿Cuánto te tomó aprender lo que ella te dijo? — cuestioné de golpe.

— ¡Hey! ¡Por estas cosas es que no te ayudo! — se ofendió.

— ¿Y bien? — quise saber la verdad.

— Te podría decir que tres días — asentí satisfecho — Pero sería mentira, no soy tan tonto como ustedes piensan.

— Gracias — dije después de un momento.

— Cuando quieras Lunático, solo arreglalo antes de que termine el mes.

— Lo haré, confía en mí.

— Eso siempre, Lunático.

°•°(...)°•°

Omnisciente

La segunda semana del octavo mes había dado comienzo, y entre las conversaciones del gran comedor se hablaban de lo que harían para el día de brujas.

Todos los presentes se encontraban en la hora del almuerzo, el ambiente como siempre era ameno. Los miembros y charlas eran casi inentendibles al haber tantas que pudieran confundirte si no prestadas tu completa atención en una en concreto.

Los pequeños de Slytherin se encontraban entretenidos en la gran historia que una alumna de séptimo año les narraba. Se había vuelta una tradición que les contara alguna historia utilizando algún que otro truco para volverlo más interesante con la única finalidad de que se olvidarán de las malas miradas o malos tratos que les daban.

El hecho de verlos reír o el quedarse con la boca abierta aún teniendo comida dentro, también podría incluirse en la lista de las finalidades. El mero hechos de verlos prestando mucha atención que se olvidaban de seguir comiendo, la hacía sentirse feliz.

Sus dos amigos se podrían burlar y fastidiarla con que lo que le encantaba era sentirse importante. No lo negaba, ese sentimiento la hacía sentirse agusto consigo misma. Sin embargo, se equivocaban al pensar que solo ello le hacia bien.

Al termino de la historia, un silencio entre los niños se hizo presente, para que de ahí las exclamaciones sobre lo fascinante que fue o los aplausos de broma que le daban comenzarán. La chica río y agradeció cada uno de los halagos, luego les recordó que tenían que terminar de comer y que después tenían que dirigirse a su próxima clase, por lo que tenía que dejarlos.

Los niños no objetaron, agradecían enormemente que ella les diera algo de su tiempo y respetaban que tenía sus propios asuntos que atender.

— No sé preocupe Señorita Jones — dijo uno de los niños — Me parece que ese castaño la está esperando desde mediados de la historia.

— ¡Eso mismo! ¿Quién es él, señorita Jones? — cuestionó otro pequeño.

— ¿Castaño? — preguntó confundida la pelinegra.

— Sip, está detrás de usted. Se quedó escuchándola al igual que nosotros toda la historia — respondió una de las niñas.

— Pero si es solo un León fastidioso solo hagámoslo saber, Señorita Jones  — habló el que más estima parecía tenerle.

— No, no, no se preocupen chicos — se abstuvo a decirle mis pequeños — Creo saber de quien se trata.

— ¡Oiga! ¡Gryffindor! — el mismo niño llamó al castaño, quien solo lo miró dándole a entender que lo escuchaba — ¡No intente nada raro con ella! ¡O ya verás! — amenazó.

— No te preocupes. No vengo con esa intención — la pelinegra confirmó sus sospechas de quién era al escucharlo.

— Igual, mantendremos un ojo vigilado hacía usted.

— ¡Eso mismo! ¡Cuidadito, eh! ¡Cuidadito!

— Chicos... — Advirtió la pelinegra, estos le dieron una mirada rápida para luego señalar sus ojos y después al castaño para luego seguir con su almuerzo.

La pelinegra al notar que ya lo harían o dirían algo más se dió la vuelta encontrándose con Remus. Su postura media encorvada y sus manos en sus bolsillos le dió a conocer que lo más probable Sirius ya había hablado con él. Su pareja le había mencionado de que no soportaba el solo poder verla por la tarde y que tendría una charla con quién se encontraba frente a ella para poder, después de un mes, juntarse por las tardes.

— ¿Podemos hablar? — cuestionó él apenas conectaron miradas.

Adhara sonrió internamente al notar que ya no tenía miedo o huía de ella como las otras veces.

— Ya lo estamos haciendo –— contestó, tenía que hacerle sufrir un poquito. Se cruzó de brazos y esperó. Tenía curiosidad sobre qué haría.

— Yo... — negó con la cabeza olvidándose del discurso planeado que tenía, la observó de nuevo y suspiró — Pido encarecidamente tu perdón. Fui más que un estólido y un completo pazguato.

Adha no dijo nada, solo espero a que continuara.

— Discúlpame también por como reaccione en estas últimas semanas. Quería acercarme y hablar contigo pero tenía miedo — se sinceró — No exactamente de ti, miedo de mí mismo.

» Tenía miedo de lo que podía causar. Tenía miedo de que ese ridículo instinto y mañas que tengo por mí pequeño problema. Por ello mismo pensaba que este arruinaría aún más las cosas — bajó la cabeza pensando en este mismo — Siento que haya proyectado mi propio miedo en tí, y ponerte en esta situación. Mi subconsciente junto con este problema no es una buena combinación que digamos, y aunque lo quieran negar, de verdad te extrañaron.

— ¿Y tu? — el castaño volvió a conectar miradas — ¿También lo hiciste?

— Es más que obvia la respuesta, ¿No? — contestó divertido.

— Aún así, me gustaría escuchar lo que tiene que decir un completo estólido y pazguato — emitió esa sonrisa que tanto había añorado.

— Este completo estólido y pazguato te extraño, como no tienes una idea.

— Lo sé, no tenías que decirlo. Pero gracias.

Remus soltó una carcajada para luego acercarse y abrazarla. Adha no tuvo más remedio que responder a la muestra de afecto. Remus apreció el mero hecho de que al ser más alto que ella pudiera, literalmente, apoyar su mentón encima de su cabeza. Al menos, así Sirius  no reclamaría a modo de broma el que la haya abrazado como él lo hacía. Quedaron así por unos segundos, hasta que ambos escucharon una pequeña tos fingida detrás suyo.

— Demasiado juntos, tres metros por favor — exclamó el niño mientras que alejaba a Adhara de su amigo.

— ¿Si sabe que tienes novio, cierto? — cuestionó Remus al ver como la chica solo despeinaba al niño.

— Claro que lo saben, es por ello que hacen esto — Adha dejo de prestarle atención al pequeño — Sirius prometió dulces a cambio de que me protegieran.

— Eso no es cierto — dijo el niño.

— Y también les dijo que lo negarán si yo lo mencionaba — comentó divertida.

— Tampoco es verdadero ese hecho — siguió el de once.

— Pero sabes que siempre me entero de las cosas — mencionó.

— Y eso nadie lo puede negar — aceptó el pequeño Slytherin.

Ambas serpientes compartieron una pequeña conversación que culminó con la promesa de que Adha no diría nada a su chico mientras que él regresara a su sitio en la mesa del gran comedor y dejara de interrumpir su conversación con su amigo. El niño asintió y le dió un abrazo, al Adha estar agachada y de espaldas no pudo ver la morisqueta que el pequeño le hizo al león, quien solo negó divertido.

La pelinegra volteó de nuevo hacia su amigo y le hizo una seña para ir a otro lugar a caminar y charlar como lo hacían a veces. El castaño no se pudo negar, por lo que juntos se concentraron en formar una charla interesante sobre qué habían estado haciendo en los primeros días de clase y que noticias se habían perdido. Remus no tardó en sacar el luz el tema de los premios anuales y lo sorprendido que estaba por quien había elegido Dumbledore ese año.

— Sincerandonos, creía que tu serías la escogida — comentó — Y que tal vez Snape también lo fuera.

— En un principio iba a ser yo — Adha le contó — Pero no funciono para ello, mi tiempo como prefecta me dió a entender que no sirvo para cumplir con las reglas.

— Pero fuiste una de las mejores prefectas.

— Que uno haga bien algo no significa que le apasione. La verdad es que, llegamos a un trato con Dumby sobre cómo podría hacerme convencer de ser prefecta, si lo era no sería premio anual.

— Pero aún no sabías los resultados.

— Dumby dijo lo mismo, tenía en ese entonces y, tengo ahora, la suficiente confianza en mi misma como para saber que iba a lograr las notas que deseaba. 

— Entonces ¿Dumby aceptó el trato?

— Claro que lo hizo, y al fin de año le tuve que recordarle sobre este.

— Y te dió la razón de tus suposiciones.

— Exactamente, Rems.

— ¿Y cómo explicas lo de James? Eso si no lo esperaba.

— Yo tenía una leve sospecha, en especial porque me había pedido ayuda en alguno que otro trabajo. Sin embargo, puedo decir que es merito propio de él, se esforzó y lo logró.

— Y pareciera ser que no es lo único que ha alcanzado.

— ¿Tu tambien lo has notado? ¡Sabía que no era la única que sospechaba sobre Jily!

— ¿Jily? 

— James y Lily, dah.

— Siento no ser tan creativo como tú, señorita obvia.

— Lo sé, no hay de qué disculparse. Nadie puede ser igual que yo.

— ¡Adhara!

La mencionada río. Ambos chicos disfrutaron del recorrido hasta que el tiempo les venció y ambos tuvieron que ir a paso rápido hacia sus respectivas clases. Más ninguno perdió la sonrisa que tenían en sus rostros desde que se habían amistado. A ambos le alegraba el hecho de haber recuperado su amistad y no tenían problema en manifestarlo. Al unirse con su grupo de amigos respectivamente, estos notaron un ánimo más alegre de lo normal. Las preguntas no se hicieron esperar y, como era lógico, respondieron sin filtro alguno con la verdad. Los merodeadores entonces festejaron y Sirius le dijo que ahora sí, podía perdonarlo completamente, más que no hiciera algo parecido porque allí sí que no habría otra oportunidad. Por otro lado, Severus se alegró por el hecho de que ya no tendría que soportarla a todas horas y de que, al menos, tendría un descanso cuando ella se fuera con los leones.

Adhara le dió un empujón que le hizo tirar un ingrediente de más a la poción que estaba creando. De esta empezó a salir muchas burbujas y por precaución, la pelinegra los cubrió con un hechizo, pero luego de unos minutos, esta empezó a tomar el color que habían deseado. Suspiraron aliviados y actuaron de lo más normal cuando su profesor y Jefe de casa se acercó, quien parecía impresionado por la perfección y buen camino que tenía la pócima. El par de amigos solo agradecieron y actuaron como si todo hubiese sido perfectamente planeado. 

Cuando Sancho Panza se retiró  y estuvo lo suficientemente lejos como para no estar en su radar visual, Severus fulminó con la mirada a la pelinegra, quien solo le sonrió inocentemente. El chico tomó, entonces, su libro y apuntó lo que había descubierto, Adhara al notar su acción, le quitó el libro y, con su delicada letra, agregó un poco de contexto a como lo había descubierto. Además de agregarle una pequeña firma de su apodo que había creado solo para imitar a su amigo con su firma de príncipe mestizo, el cual sin duda era un apodo digno de elegancia como le decía. Severus la dejó hacerlo, al fin y al cabo varias veces había hecho lo mismo, en especial cuando él tenía las manos llenas de sustancias raras y no quería manchar su libro, así que como fiel compañera que era Adha en sus investigaciones, le ayudaba con escribir algunos detalles que él no podía.

°•°(...)°•°

— ¿Sabes qué día es mañana? — preguntó Sirius a su pareja.

— ¿Un sábado? — respondió confundida — ¿Por qué lo preguntas, cariño?

— El número Adha — dijo él.

— 3 y supongo que mes no necesitas ¿Cierto? — cuestionó.

— Si se que estamos Noviembre — rodó los ojos el pelinegro para luego tirarse en el cesped.

Las semanas habían pasado, hace ya tan solo pocos día todos habían disfrutado de un gran banquete de celebración por Hallowen y los Merodeadores, sorprendiendo a todos, habían vuelto con sus bromas. Aquel día festivo varios alumnos se llevaron grandes sustos por arañas de goma que caían en sus hombros, con momias que salían de las paredes o de cuadros fantasmas falsos que te traspasaban. Los gritos y exclamaciones de sustos seguidos por risas fueron de lo mejor y más divertido que había sucedido en ese año.

Mas ahora, la pareja de pelinegros se encontraba a las afueras de Hogwarts, en la colina que estaba cerca de la cabaña de Hagrid, descansando y relajándose en el tiempo libre que tenían ese momento. Adhara observó divertida como el pelinegro a su lado refunfuñaba internamente, lo sabía por la manera en que arrancaba césped con sus manos y murmuraba cosas sin sentido.

No era tonta, sabía exactamente que día era mañana, no por nada había estado haciendo una gran variedad de pedidos y favores a sus amigos de Hogwarts para que en la visita anterior a Hogsmeade, pudieran comprar lo que necesitaría para el día de su chico. De esta forma, podría pasarla junto a él y no levantaría sospecha aguna.

Dejó de lado su libro, acción que solo hacia en momentos importantes o por Sirius. Por más que le divertía el verlo así, no le agradaba del todo su semblante airado, que si bien se veía atractivo, se sentía mala persona el dejarlo de tal forma a vísperas de su cumpleaños.

Estiró su brazo y jaló un mechón de la larga cabellera de su pareja, este se quejó, más después se acomodó en el regazo de su chica como está quería. Ante las caricias que le dedicó se dejó relajarse, no tenía porqué preocuparse tanto, al fin y al cabo ella siempre se acordaba de las fechas.

— Star... — murmuró

— Dime estrella — mencionó mientras seguía jugando con su cabello.

— ¿Recuerdas a mí tío Alphard? — cuestionó mientras se daba la vuelta para verla.

— Si claro, es uno los pocos de los que hablas con algo de cariño — ella respondió.

— Sí, bueno. El año pasado falleció — mencionó tranquilo — Y como era su sobrino favorito, me dejó una herencia.

— ¿A qué viene esa mención, Estrella? — cuestionó ella.

— Estuve buscando un departamento para, ya sabes, poder mudarme y no molestar tanto a los Potter — Adha iba a comentar sobre que él no era molestia alguna, más calló al ver que iba a seguir hablando — Podrías ya no regresar al orfanato y venir conmigo — mencionó.

Adhara instintivamente sonrió ante la idea, vivir junto a Sirius sería todo un reto y a la vez una fantasía. Ya se imaginaba como podría redecorar la casa y los millones de debates que tendría con el pelinegros sobre qué color pintar algún cuarto o qué cuadros poner en las paredes. Sin duda alguna amaría el irse a mudar y vivir con Sirius.

— ¿Qué me espera en ese departamento? – cuestionó.

— Para empezar, es rústica y moderna a la vez.

— ¿Como las que me gustan?

— Eso mismo.

— ¿Habitaciones?

— Dos, una principal que es la más grande y la segunda es la mitad de la primera.

— ¿Cocina, sala, comedor?

— La cocina es amplia y con una isla que se utiliza de comedor. La sala es amplia y con muebles muy cómodos.

— ¿Qué más?

— Un balcón cerca a la sala, donde hay una gran vista de Inglaterra.

— ¿Algo en especial?

— Un pelinegros viene incluido.

— Eso me interesa.

— Es muy atento y caballeroso. Siempre saca una sonrisa y es extremadamente guapo.

— Se escucha alguien aburrido.

— Y se encuentra a tu entera disposición.

— ¿Completamente? ¿Sin restricciones ni nada?

— Sin restricciones ni nada.

— Creo entonces que aceptaría ir a ese departamento, siempre y cuando esté este pelinegros que me cuentas esperándome.

— No dudes que lo hará.

Adha dejó de jugar con el cabello de Sirius para quitar uno de estos de su frente y pasar su mano por su mejilla acariciándolo. La mano de Sirius se posicionó encima de su mano y el mencionado se apegó más en un intento de que la muestra de afecto no acabará. Cerró sus ojos disfrutando de la caricia y no se dió cuenta que su chica se acercó a él para robarle un pico.

Abrió los ojos algo molesto por no haber obtenido un buen beso, por lo que tomo del mentón a su chica para besarla de una manera correcta. La víctima de aquel gesto soltó un jadeo por la sorpresa pero no demora en seguirle. Sirius de a poco dejó de estar echado para sentarse y poder proseguir con el beso. Al separarse juntaron sus frentes. Con una sonrisa y alegres, compartieron pequeños pero significativos besos, pero no los volvieron más intensos, seguían estando a las afueras de Hogwarts y a vista de cualquier persona, por lo que no podrían arriesgarse.

Al terminar aquellas muestras de afecto, Adha se sentó frente a Sirius, este se lo había pedido para poder devolverle el favor y jugar con su cabello, aunque sabía perfectamente que el verdadero motivo era que quería practicar las trenzas que de vez en cuando me hacía. A la par, empezaron a hablar sobre como podrían decorar el apartamento y, según Sirius, podrían visitarlo en época de navidad o en semana santa para asegurarse de algunos detalles para que cuando terminara su último año en Hogwarts pudieran solo recoger sus cosas y mudarse.

En todo momento la emoción y felicidad de ambos estuvo presente. Decidieron disfrutar de ello e intentar memorizar todo lo que el contrario comentaba sobre el departamento para tenerlo en cuenta y no olvidarlo a la hora que fueran a remodelar o decorar algunas cosas.

Se olvidó de todo y se permitió vivir su juventud al planear su futura vivienda con su pareja, haciendo caso omiso a sus promesas y obligaciones. Tan solo, ansiaba el poder hacer lo que deseaba, sin temor a fallar.

°•°(...)°•°

Sirius había estado pensando en toda la noche antes de su cumpleaños si de verdad su pareja y amigos estaban preparándole algo secreto. En su pelinegra no había notado que hiciera algo con respecto a su día, pareciera ser que de verdad se le había pasado. Por otra parte, sus amigos si que sabían que mañana cumplía un año más, ya que las bromas que le hicieron o los comentarios y peleas sobre quién le daría el mejor regalo no se hicieron esperar.

Decidió que lo mejor sería descansar antes de que por sus pensamientos y divagaciones no pudiera reponer las energías necesarias que necesitaría para su décimo séptimo cumpleaños. Ya tan solo faltaba horas para que oficialmente fuer mayor de edad y eso lo hacía entrar en un estado ansioso pero a la vez nervioso.

No sabía si estaba listo para llegar a ser mayor de edad pero a la vez sentía que había estado preparándose todos estos años justo para este momento. Cerró los ojos y se acomodó mejor en su cama, abrazando una almohada en un intento de poder engañar a su cerebro sobre que esta era Adha. Se había acostumbrado demasiado a dormir abrazado a ella que ahora no podía dormir sin abrasar algo.

De a poco, el cansancio le fue invadiendo y se dejó llevar por sus sueños. No recordaba muchos de ellos, tan solo pequeñas escenas como el que sus amigos habían sido castigados por Minnie por haberla acariciado en su forma animaga h que para escalar de sus garras todos habían revelado sus formas animagas también.

No descubrió si es que se habían librado de aquel castigo o no, cuando unas voces empezaron a resonar y a levantarlo. Al ir teniendo más conciencia de lo que sucedía a su alrededor, pudo comprender que escuchaba a sus amigos hacer uso del típico cántico que se utilizaba en estás ocasiones, el feliz cumpleaños.

Gruñó un poco pero el hechos de haberlo sacado en su sueño. Pero cuando cayó en cuenta de la torta que Remus parecía sostener y de los globos o tubos de confeti que Peter y James sostenía, sonrió alegre. Cuánto sus tres amigos terminaron de cantar, él soplo las dos velas que formaban el número 17, pidiendo, como era la tradición, un deseo que esperaba y se cumpliera.

Peter y James aplaudieron, mientras que Remus con su varita empezaba a a repartir el pequeño pastel y poder consumirlo como desayuno. No salieron de su habitación en toda la mañana, se quedaron conversando y recordando momentos pasados junto al cumpleañero. Disfrutaron de ese tiempo en el que pudieron ser ellos cuatro solamente y en el que cada uno de ellos podía ser quien en verdad era son temor o sin culpa.

Cuando la hora del almuerzo ya estaba por llegar, el grupo de Merodeador decidió que era momento de salir de la habitación y que Sirius pudiera ir y recibir los saludos de sus fans. Además, de lo más probable era que la pelinegra lo ambas buscando. Sirius comentó que creía que se había olvidado de aquella fecha lo que hizo que tres grandes carcajadas se presentaran en la habitación.

— ¿Estamos hablando de la misma sabelotodo, cierto? — cuestionó James divertido.

— Claro que sí, pero no ha mencionado nada, ni siquiera ayer.

— Sirius, solo sal de la habitación y anda a la sala común — le ordenó Remus.

— ¿Eh? ¿Qué ha sucedido?

— Creo que sería mejor que pudieras verlo con tus propios ojos.

— ¿Qué hay en la sala común? Espero y no sea ninguna broma.

— Solo calla y anda ya.

— ¡Lo que dice Pet, chucho! No es bueno hacer esperar a alguien de esa forma.

Sirius salió del cuarto al terminar de escuchar lo que su amigo le había comentado. A penas bajas las escaleras notó cómo en estas estaban enredadas serpentinas y en las paredes flores hechas de globos. Al llegar a la sala común no pudo reconocerla. Todos los muebles que normalmente estaban allí ya no se encontraban, en su lugar solo había una gran habitación vacía. El suelo parecía ser de esos de cuadrado que, si era lo que imaginaba, se prendían y apagaban. En las esquinas superior a de los techos y en el medio de este habían esas maquinitas de luces led. Volando y alzándose por el techo, varias cámaras se hallaban, una de ellas le tomó una foto de la expresión de sorpresa que tenía al observar como ocupando una esquina completa, se encontraba un bar con, a simple vista, varios tragos mágicos y muggles.

— ¿Qué tal? ¿Te gusta? — escuchó una voz a su lado.

Sirius admiro a su chica, traía uno de los polos que le había robado cuando se encontraban en la casa de James, su cabello recogido en una coleta, unos pantalones holgados y unos zapatillas que a la vista parecían cómodas. Por el color rojo de su cara y algunas mechones que se pegaban a su rostro comprendió que había hecho un esfuerzo para lograr todo lo que había estado observando.

— No es cómo si tuvieras que decir algo cariño — murmuró divertida al ver qué no salía de su sorpresa.

El pelinegros la abrazo, olvidándose de que ella realmente se encontraba sudada y pareciera que no quería recibir calor de un cuerpo contrario puesto ya sentía el suficiente por el esfuerzo hecho. La alzó y le dió vueltas, escuchando su risa y sus peticiones que la bajarán.

— 3 de noviembre — Ella habló una vez que la dejó en el suelo — ¿Cómo me voy a olvidar de tu décimo séptimo día del nombre? — cuestionó irónica.

— Eres la mejor — exclamó aún sosteniéndose de la cintura.

— Mi chico está cumpliendo la mayoría de edad ¿Sabes lo que significa?

— ¿Que vamos a tirar la sala común por la ventana?

— Además de ello,  que te puedo denunciar por ser menor — soltó sería.

— Sí, no creo que lo hagas.

— ¿Por qué lo dices? ¿A caso vas a amenazarme aún siendo mayor de edad y yo una simple menor?

— No es necesario ello, tu sabes más que bien que pasaría si lo hicieras.

— Creo que me gustaría que me lo recordarás.

La diversión era más que notable en su tono de voz y las ganas de hacer lo que ellos comprendidas eran más que intensas. Pero al igual que siempre, una tos se hizo presente y eso hizo que los dos dirigieran sus miradas al dueño de aquella interrupción.

— ¿Podrían al menos un día dejarse de comer con la mirada?

— Que lo tuyo con Lily no lo quieran hacer público no es nuestro problema — respondieron al unísono.

— ¡Shhhhh! ¡Que los van a oír! — reclamó el miope.

Los dos pelinegros soltaron un par de carcajadas y siguieron molestando al único hijo de los Potter hasta que los demás bajaron. Compartieron almuerzo y salieron a visitar a Hagrid, quien recibió con un gran abrazo y un queque un poco quemado a Sirius. Después de ello se dirigieron al gran comedor para poder cenar y Adhara tuvo que separarse de ellos para poder ir y cambiarse lo que llevaba puesto por algo más adecuado a la gran fiesta que se venía.

No habría nadie que pudiera detener el gran desastre que se avecinaba en la sala común de los leones.

°•°(...)°•°

Todos los leones desde quinto hasta séptimo año ya se encontraban celebrando en el momento en que Adhara apareció. Estaba orgullosa de sí misma al poder hacer cumplido con todas las expectativas que tenía en preparar la sala de los Leones para la fiesta de su chico. Cómo había planeado, los platos de los bocaditos que un día precio había pedido a los elfos domésticos se encontraban levitando y acercándose a las personas que parecían desear uno. La barra parecía estar repleta y el León que le había dicho que tenía experiencia en ser un barman parecía estar cumpliendo con éxito su misión al darse cuenta de la gran cantidad de Gryffindors que se encontraban pidiendo algún trago. Lo único que le había dejado en claro era que a los únicos que podía darles tragos con alcohol era a los de séptimo año y solo aquellos pocos de sexto que parecían tener experiencia con los tragos. A los de quinto le había pedido encarecidamente que les diera tragos fantasía sin decirle que no tenían alcohol, para que no les reclamarán nada.

La dama gorda no había presentado objeción alguna en dejarla entrar, al fin y al cabo había tenido conversaciones con ella entre clases para convencerla de que tan solo quería celebrar a lo grande con su pareja y de que la consideraba un cuadro que conocía lo que los jóvenes eran capaces de hacer por amor. El hablarle de aquello forma, admirar y halagar sus cánticos habían sido suficiente para que ella le diera libre acceso un día antes y propio día del cumpleaños para poder preparar todo.

Pero había una cosa exacta de la cual se había olvidado y era en aquellas miradas que recibía de alguno que otro Slytherin. Su pequeño amigo Peter ya le había mencionado que aquello podría suceder, aunque le habría prometido que buscaría la manera en que no llegara a pasar a más de solo miradas y murmullos. Al principio pensó que su amigo estaba exagerando y que solo serían unos quince o cuente dentro de cientos de estudiantes que harían lo que Pet le había mencionado.

Tuvo que apuntar mentalmente el que tenía que disculparse con él por haber dudado de su palabra. Ella tan solo quería festejar a lo grande con su pareja sin privarle de que lo disfrutará con sus amigos de curso y casa. Pero parecía ser que no era bien bienvenida a la propia fiesta que ella había organizado.

Aún así, la sonrisa y seguridad con la que entró a la sala no flaqueo en ningún momento, y por más fastidiosas fueran el sentirse observada, se acercó hacía dónde se encontraba el lugar apartado, o el VIP si se puede llamar así, donde se encontrarían el cumpleañero y los más allegados a él.

El pelinegro, quien parecía estar disfrutando a lo grande aquella fiesta, se emocionó al ver a su pareja acercarse hacía él. No evitó el admirar lo hermosa que se veía. Su cabello completamente lacio y suelto, junto con uno de esos conjuntos que tan bien le quedaban y de los colores que más acertaba a su tono de piel, que por más que el lo negara, el verde junto con el negro siempre hacían relucir aún más lo bella que era su Star.

— ¡Y lo perdimos de nuevo! — James exclamó fuerte, la música se encontraba en un tono tan alto que debían de alzar la voz para que se llegarán a escuchar.

— No podemos culparlo — señaló Frank — Tu pareja siempre acaparará toda tu atención — mencionó mientras que miraba con cariño a Alice.

— ¡Otro soldado caído! — exclamó divertido James.

— Creo haber visto a Lily en el bar ¿Remus le comentaste que podía integrarse en este sitio con nosotros? — cuestionó Peter.

— ¡Sabía que me olvidaba de algo! Aún así, creo que después vendrá hacía aquí.

— ¿¡Cómo que no le avisaron a Lily!? — James exclamó preocupado para luego dirigirse rápidamente hacía el bar.

— ¿Si saben que Adhara la invitó hace una semana, cierto? — Alice preguntó divertida.

— Sí, pero él no — contestó Remus de la misma forma.

— ¡Y ahora sí que hemos perdido un soldado! — Peter exclamó, ganándose las carcajadas de los demás.

Adhara llego sonriente hacia ellos, Sirius no espero ni un solo segundos y la acercó hacía él para dejarle un beso en su mejilla y murmurar un pequeño gracias. La pelinegra sonrió y le devolvió el beso para después acercarse a los demás y saludarlos. Al término de esto pregunto porque James había salido corriendo gritando Lily, ganándose carcajadas de los presentes.

Las conversaciones siguieron hasta que un James algo enojado junto con una Lily divertida llegaron. El miope empezó a reclamarle a sus dos amigos por la mentira que habían hecho mientras que Lily se acercaba al cumpleañero y, tomándolo desprevenido, le entregaba un pequeño presente. Sirius se mostró agradecido ante ello y no evito en darle un pequeño abrazo para demostrar el afecto fraternal que le tenía.

Después de la unión de Lily al grupo, las conversaciones siguieron por tan solo unos segundos, antes de que han de las canciones favoritas de todos los presentes resonara por la sala común. Al instante todos se unieron junto a los demás leones y crearon una ronda para disfrutar de la canción juntos.

Cabe aclarar que después de unas cinco canciones, la ronda había sido deformada cuando las parejas se concentraron en bailar más entre ellos, dejando a los pobres Remus y Peter conversando en el lugar apartado que tenían. Más eso no duro mucho, ya que tanto Lily como Adha se acercaron hacia ellos para arrastrarlos a la pista y bailar, al menos, unas dos canciones mientras que las parejas de las chicas se divertían entre ellos haciendo su rara pero entretenida competencia de pasos.

Al poco tiempo, el cuarteto se canso por lo que decidieron ir hacia el bar para pedir algunas bebidas y descansar antes de proseguir con el festejo. Adhara pidió con su característica sonrisa una de sus bebidas favoritas, más pareciera ser que no la habían escuchado, pues aún no le habían entregado nada a pesar que a sus amigos ya lo habían hecho. Rodó los ojos en un momento y con unos cuantos movimientos pudo prepararse ella misma el trago que quería y juntarse con los demás.

No les quiso mencionar nada y solo se excusó con que la bebida que tenía era tediosa de preparar pero una delicia al consumirlo. El día era de Sirius y solo de este, no tendría porque arruinarlo con las tonterías que unos leones hacían por el mero hecho de ser una serpiente.

A los minutos, el dúo faltante apareció. Adha le ofreció de su bebida a Sirius, quien aceptó al instante, debido a la sed que poseía después de la tremenda competencia que había tenido con su hermano del alma.

Repusieron energías hablando brevemente y tomando, para después sumergirse de nuevo en la pista y hacerse algún espacio para seguir festejando por Sirius.

Aún así, las miradas de disgusto o despectivas que Adhara sentía eran demasiadas como para ignorarlas. Y por más que aparenta que no le hacían caso, cada vez que daba la vuelta por algún paso o que se encontraba en medio de la redondela de sus amigos bailando, se sentía vigilada y aquello le empezaba a estresar. Por lo que dandole un beso a su pareja y excusándose con que iría a por una bebida, se retiró de la pista con el deseo de dejar de sentirse tan observada.

Al poco tiempo, Remus llegó a su lado, atrapándola preparando su propio trago. Ella quiso disimular su acción preguntándole si le apetecía probar uno de las magníficas bebidas que ella preparaba, el castaño solo acepto sin querer preguntar que era lo que le sucedía.

Adhara dió media vuelta y empezó a preparar, Remus observó a su alrededor, encontrándose con algunas miradas despectivas que lo hicieron preguntarse qué había hecho y después volvió su vista hacia Adha, notando como el Gryffindors Barman parecía murmurar algo que dejo a Adha estática. Notó la misma mirada que ella ponía en momentos donde tenía que defenderse sobre sí misma y como su boca se movía respondiendo al león, este le mantuvo la mirada antes de tomar con fuerza una de las botellas que Adha había utilizado para después irse a preparar el trago que le pedían.

Frunció su ceño al comprender entonces que sucedía pero no comento nada porque conocía el motivó por el cual la propia pelinegra no había comentado nada al respecto. Si Sirius se entera de ello, era suficiente con lo poco que estaba tomado, como para armar una escena por lo que estaban haciendo a su chica.

Y nadie quería que una escena similar como el del idiota de Ravenclaw sucediera en la fiesta.

Remus sonrió e hizo como si nada pasará mientras recibía el trago de Adha y lo tomaba. No había duda alguna de que la primera tenía experiencia en ello y lo confirmaba por el sabor tan agradable que sentía. Se encargó entonces de hacerle compañía en todo momento y de mantenerla en constante conversación para que se olvidara de lo que estaba sintiendo.

Pero las miradas cada vez eran más fuertes y Adha se empezaba a sentir mareada, aunque eso podría ser por los tragos que había estado ingiriendo, después de tantas fiestas en las que habían estado, Remus sabía que no era por ello al conocer su tolerancia al alcohol.

Propuso entonces que dejaran el bar y volvieran a lugar apartado que tenían para poder conversar más cómoda y sin sentirse tan aprisionados, pero el verdadero motivo era más que obvio.

La abuela del castaño siempre le había hablado del mal del ojo y de las fuertes miradas que algunas personas tenían. Había escuchado, en su niñez, varias historias sobre como animales recién nacidos morían por el simple hecho de estar a la vista de aquellos con intensos ojos. Nunca había creído en ello, pero no podía negar la sensación incómoda que había sentido en ese pequeño momento donde las miradas que Adha estaba recibiendo recayeron sobre él.

No supo cuánto tiempo había pasado, pero sus amigos aparecieron y se sentaron en aquellos sillones que el lugar especial poseía. Un muy alegre Sirius se sentó al lado de la única serpiente entre tantos leones, y le rodeó con su brazo mientras que se enfrascaban en una pequeña conversación.

Los demás se enfocaron en crear una plática para recuperar energías y dejar que la pareja pudiera hablar en su propia privacidad. Alice había preguntado en algún momento el porqué su rubia amiga no se encontraba entre ellos, la mirada regañadora de Lily no tardó en aparecer. Breve y directa fue la respuesta que el pequeño de los Merodeadores le había dado.

— Ni a Sirius ni a ninguno de nosotros nos parecía correcto el invitarla después de lo sucedido en el tren.

— ¿No habían arreglado ese asunto?

— ¿Remus y Adha? Sí.

— ¿Entonces?

— ¿Acaso has visto a Marlene con una actitud arrepentida después todo lo que hizo y causo ese día? — atacó de golpe, ignorando el intento de colleja que Remus había hecho, el silencio de Alice fue suficiente para hacerle comprender que había dado en el clavo — Eso creí.

Por más que Remus se disculpó por lo directo que Pet había sido, ya lo dicho estaba hecho. Y Alice no era tan tonta como para notar que hasta el propio castaño sentía algo de molestia hacia su amiga.

No podía culparlos, pero la necesidad que sentía al querer limpiar el nombre su amiga era lo suficiente como para intentar buscarle alguna excusa o rebatir lo dicho. Un simple apretón de manos y una negación de parte de su pareja diciéndole que no era momento fue lo suficiente para que se mantuviera callada y el tema no volvería a salir de nuevo.

— Vamonos a otro lado — Sirius le pidió, de la nada, a Adha.

— ¿Quieres decir indirectamente que la fiesta está aburrida? ¿Si recuerdas que yo la organicé, no? — cuestionó algo ofendida.

— Esta es una de las mejores fiestas que he podido tener — aseguró con una sonrisa — Pero lo malo es la actitud de las personas.

— ¿De qué hablas cariño? — cuestionó ella preocupada. ¿Alguien se había atrevido a decirle algo a su chico en pleno cumpleaños?

— Deja de tratar de ocultarlo, Adha — le advirtió él. Adha supo que no ganaba nada ocultando lo que él ya se había dado cuenta.

— Es tu día Sirius, aquí lo importante eres tu — debatió ella.

— ¿Cómo puedo disfrutarlo al completo, si nisiquiera puedo besarte sin sentir esas jodidas miradas en mí?  — Adha quiso hablar pero la cortó — Y no te atrevas a decir que tan solo no debo de besarte, eso sería como si me castigaras en mí propio cumpleaños.

— ¿Y qué propones? ¿Irnos y dejar la fiesta sin el cumpleañero?

— No suena nada mal, de hecho.

— ¿Y a quien le cantarán cuando sea la hora?

— Podemos adelantar eso.

— ¿Los típicos saludos que dan después?

— Eso sí que podríamos saltearnos.

— ¿Y qué haríamos después de escaparnos?

— No creo que sea necesario responder a eso, Star.

— Y ahora por ello tengo curiosidad, Estrella.

— No puedo darte muchos detalles, te obligaría a escaparnos justo ahora sí fuera así.

— ¿Ni un solo avance?

Sirius respondió a la pregunta abrazándola y escondiéndose en el cuello de Adha. A la vista de sus amigos, Sirius había decidido esconderse en el lugar dónde tanta manía tenía por estar. Solo era un inocente y simple abrazo. Pero los húmedos besos que el pelinegro dejaba contradecía la parte de inocente.

Al salir del escondite observó con una sonrisa el sonrojo de su chica y unió sus labios. Se unieron entonces a la conversación mientras que tenían las manos entrelazadas y jugaban con la del contrario, ansiosos porque llegará el momento en que podrían irse.

°•°(...)°•°

— ¿Y Sirius? — cuestionó James al no verlo.

— ¿Y Adha? — cuestionó Remus al no verla.

Hace un par de canciones habían hecho un stop antes de que fueran las doce de la madrugada para cantarle el respectivo feliz cumpleaños a su amigo pelinegro. Después de ello habían repartido la gran torta que estaba decorada con lo que aprecia ser formas de chocolates causadas por una manga pastelera. Después de ello los bailes habían vuelto a comenzar y la pareja de los pelinegros se decidieron por ir y seguir festejando de la gran fiesta. El par de amigos se dieron una mirada confundida para después caer en cuenta de lo que sucedía.

— Se fueron hace unos segundos — Peter respondió divertido.

— ¿El Chucho se escapó de su propia fiesta? — James soltó una risa divertida — Si que la sabelotodo lo tiene muy mal.

— ¿Qué esperabas de ese dúo? — Remus siguió — Juntarse todas las noches, son todas las noches sin ninguna excepción para ellos.

— ¡Pero es su cumpleaños! — James alegó – El año pasado, por más que parecieran tontear, no se escaparon.

— ¿Han escuchado lo que decían de Adha? ¿Las miradas que le daban? — Peter preguntó mientras tomaba de su bebida — ¿O el cómo el mismo barman la ignoraba?

— Sí pero ¡Es su cumpleaños! Pensaba que se quedaría un rato más — siguió hablando James.

— Y Adha es su pareja, vela por su comodidad así como ella el de él — Peter rebatió.

— Peter tiene razón James, a leguas se notaba lo mal que la estaban tratando y lo incómoda que se sentía — Remus suspiró – Por ello es que estuve con ella cuando no paraba con Sirius.

— Creo que están exagerando un poquito — los dos amigos viraron los ojos al escucharlo, un James tomado era demasiado terco como para hacerlo entrar en razón – Pero supongo que tienen razón.

— ¿Nunca han sentido curiosidad de a dónde van? — Peter mencionó ganándose la mirada de sus amigos.

— ¿Torre de astronomía? Lo mencionó Sirius antes de que revelarán lo suyo.

— ¿Y si por ello cambiaron de lugar?

— Uh, podría ser. Pero ¿Qué otro lugar podría ser?

— ¿Uno de los salones abandonados? ¿O de aquellos que no utilizan?

— Esto me huele a apuesta — el miope se acomodó los lentes — ¿Qué dicen?

— ¿Y como ganaríamos la apuesta?

— Por el mapa Rems, creí que no estabas tan tomado.

— Digo lo mismo para ti, James.

— ¿10 galeones a quien adivina el lugar?

— ¡Pido la torre de astronomía! — James gritó antes de irse por el mapa del Merodeador.

— Uno de los salones desocupados ¿Tu Pet?

— Algún lugar oculto por Adha — se encogió de hombros — Pareciera que viviera por ocultar cosas.

— ¿Tu también has notado ese pasatiempo?

— ¡Claro! En especial cuando me mostró el librero con sus libros favoritos que escondió en la propia biblioteca de Hogwarts. ¿Quien hace eso?

— Solo Adha – Remus sonrió.

Era claro que, el único en darse cuenta de la rubia que había escuchado toda la conversación que tuvieron, fue el pequeño del grupo. Pero no le dió importancia, esperaba que con lo que había oído respecto a la relación de los pelinegros, esa rubia teñida se rindiera y dejara de esparcir rumores sobre su amiga.

Peter sabía completamente todo lo que ella hacía, no solo porque era demasiado atento a lo que los demás decían, sino que era el número uno en conocer los rumores y chismes que siempre rondan en Hogwarts. Por lo que, había notado la amenazante aura que ella desprendía cuando alguien mencionaba a su querida amiga o cuando la mencionada aparecía.

Marlene McKinnon no le caía bien, desde que la conoció por su manera de tratarlo, como si fuera alguien sin mera importancia. Y ahora, ese mal gusto, que le hacía sentir cuando la veía, aumentaba por los tóxicos celos y envidia excesiva que tenían a Dhara.

Podían hablar pestes sobre él o sobre alguno de los chicos, aunque el se había encargado que estos nunca llegarán a ellos. Pero el que las calumnias hacía Dhara este año aumentarán, era algo que no dejaría pasar, aún más si conocía a la culpable de ello.

Por otro lado, la rubia fastidiada salió de la sala común, en un intento de poder enterarse hacia donde se iba todas las noches aquella pareja.

No había comprendido del todo la charla del grupo denominado como Merodeadores, pero no sé quedaría a escuchar la respuesta después de haber notado la firme mirada que el menos importante del grupo le había dado.

Al salir, lo único que pudo notar con la poca iluminación que la noche brindaba, es que las escaleras estaban cambiando y un par de siluetas parecían soltar pequeñas risas por ello. Los cuadros a su alrededor, en vez de parecer enojados por la interrupción de su sueño, parecían divertidos por lo que presenciaban.

Pero a ella no le hacía gracia alguna. Se acercó hasta el barandal de dónde estaba, no fue una buena opción para su, ya tan roto, corazón. Al pie de una escalera, importandoles poco que está se moviera, la pareja de pelinegros compartía un beso.

No era la primera vez que veía ese accionar en ellos. Esa relación estaba llena de demostraciones románticas a tope, pero sintió que esta demostración era la más dolorosa que pudo presenciar.

La manera tan delicada en que Sirius acariciaba la mejilla de su contraria. El simple roce de narices que tenían después de haberse separado. El mero hecho que pareciera que todo el castillo conspiraba en que la escena a la vista de los demás fuera utópica.

La destrozó.

No supo si era por la bebida que ya había ingerido que las lágrimas que tanto tiempo había retenido salieron. ¿Es que acaso no podía tener algo como eso? Hace tan solo cinco años, tenía la completa atención del pelinegros, compartían charlas y bromas entre ellos.

¿Y ahora? ¿Qué estaba mal con ella como para que la dejara de un momento a otro?

No lo soportaba y tampoco comprendía, solo quería volver a esos tiempos o tener una explicación sobre el alejarse de Sirius. Más sabría que era muy poco probable que pasara, no habían sido nada más que un tonteo y no tenía porqué darle explicaciones, por más que lo necesitará.

Era por ello que sentía la necesidad de encontrar un fallo o error en esa serpiente, así sabría que no había nada malo o aburrido en ella y, capaz, fuera por esa cosa que él la había dejado.

Entró a su sala común sin querer divagar más, agarró el primer vaso que encontró en la barra que habían creado y lo tomó de golpe. Solo por ese día, se dejaría caer en el no tan sano alcohol. Y si Merlín fuera piadoso con ella, no recordaría nada relacionado con esos pelinegros al día siguiente.

Tan solo, quería dejar de sentir la dolorosa presión en su pecho.

°•°(...)°•°

Gracias a los hechizos que habían puesto en la sala común, el bullicio de la fiesta no se podía escuchar desde las afueras, lo que permitía que nadie se enterara del desmadre que se estaba creando en la sala común de los rebeldes leones.

Aún así, sin necesitar música alguna, la pareja bailaba en el mismo lugar que se reunían cada vez que podían. El león de la relación sostenía la mano de su chica mientras que otra se encontraba en su cintura, la serpiente de la relación tenía su mano libre en el hombro de su pareja. Mirándose a los ojos y moviéndose al compás de su propia melodía. Sirius de vez en cuando tarareaba alguna canción, Adhara lo escuchaba atentamente y se unía cuando lo veía conveniente. Ambos se encontraban perdidos admirando al otro, sus pupilas dilatadas y sus ojos transmitiendo todo el cariño que sentían.

Sirius la soltó por un momento para darle una vuelta, ambos rieron, y cuando volvieron a la misma posición, tal cual conectados estaban, uno rodeó la cintura mientras que la otra el cuello. Sonrieron al sentirse más cerca de lo que estaban antes y la tentación de juntar sus labios aumento. Pero ambos querían seducir al otro y ean lo demasiado orgullosos como para caer en el juego del contrario, por lo que tan solo rozaron sus narices, compartiendo el beso esquimal que tanto les fascinaba. Adhara entonces sacó sus brazos de su cuello y rodeó también la cintura del contrario, para que sin comodidad alguna pudiera apoyarse en el pecho de su pareja. 

Sirius dejó un beso en la coronilla de este y siguieron moviéndose de un lado a otro en la sinfonía que tan solo ellos escuchaban.

No se consideraban músicos, pero ambos compartían la idea de que si lo fueran, las melódicas melodías que crearían serían de las más armoniosas y llenas de intensas emociones que pudieran existir.

Porque tan solo eran ellos, su sinfonía y su amor.

°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°°•°•°•°•°•°

9737 palabras

¡Feliz décimo séptimo día del nombre, Sirius bebé! (aunque no sea tu cumpleaños hoy)

¿Pero saben de quien sí fue? ¡De esta chica! uwur

Entonces para festejar, les vengo con este capítulo!

Un día tarde, pero digamos que estuve muy ocupada entre clases, ya inicie la universidad, y saludos xd

¡Hasta que por fin! Remus y Adha ya arreglaron sus cosas.

Así que esperemos que el año pueda seguir en paz jeje.

Duda que tengo respecto al capítulo ¿Cómo ven la relación de Sirius y Adha? ¿Creen que está bien? ¿O es demasiado utópico?

¡De todo corazón, espero que les haya gustado el cap! 

Y por si tienen curiosidad:
Mí tía, que cría animales, me contó que vió como uno de sus pollitos daba vueltas sobre si mismo y después moría solo porque una señora lo había estado mirando.

Así que el mal de ojo o mirada intensa se podía definir como una mirada que está llena de negatividad o malos deseos :p

En fin.

Porfa, cuidense mucho y tomen awita. Respeten las medidas de prevención ante el Covid y protejanse ¿Vale?

¡Los quiere y ama!

Una Slytherin,
no tan Sltyherin.


















Psdt: Respecto al especial, aquí un adelanto ;)


Sí Merlín me lo permite, será publicada el día de mañana. Sip, será un libro extra👀✨ ¡Así que atentos! Que espero verlos rondando por allí ;)



Actualización
 El especial ya está publicado.
¿Quisieran ir y leer su nueva aventura?

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