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›«Decisiones»‹

Omnisciente

— Muy bien muchachos, por el día de hoy hemos concluido con las transformaciones de objetos. En la siguiente clase veremos sus destranformaciones y pasaremos a la siguiente fase — la profesora McGonagall señaló.

Los estudiantes a coro murmuraron afirmaciones dando a entender que estaban de acuerdo.

— Antes de que se retiren, recordarles que, si van a optar por la opción de quedarse en Hogwarts por las fiestas, deberán de ir y comunicárselo a sus respectivos Jefes de casa para agregarlos a la lista — la profesora sonrió al ver las sonrisas de sus alumnos al pensar que al finalizar la semana ya entrarían en el descanso navideño — Y que quede claro, los estudiantes que no se han enlistados tendrán que regresar a su hogar. Así que tienen hasta este sábado para decidir dónde la pasarán — Todos los presentes asintieron sin más y comenzaron a retirarse no sin antes despedirse de su profesora.

— ¡Hasta luego Minnie! — un sonriente James se despidió.

— ¡Potter! ¿Cuántas veces le tengo que decir que...?

— ¡Nos vemos, Minnie! Por cierto, igual que todos los días luce magnífica — Sirius alagó para salir rápido del aula.

— ¡Joven Black! ¿Que hemos dicho sobre...?

— Bonito día, Profesora Minnie — Peter murmuró divertido — Y concuerdo con Sirius, se ve sorprendente el día de hoy — guiñó un ojo e imitando a sus amigos salió rápido del aula.

— ¡Peter Pettigrew! ¿Acaso no van a comprender que...?

— Esplendorosa clase Minnie, muchas gracias por ello — Remus comentó para dar una pequeña reverencia y salir rápido del aula en dirección a sus amigos que ya se encontraban riendo en la esquina del pasillo esperándolo.

— ¡Joven Lupin! ¿Es que ya...? — la Profesora paró de golpe su regañó, los pocos estudiantes que aún se encontraban en clase notaron como su ceño seguía fruncido, como si esperara alguna interrupción más.

Su cara se afligió por un momento al notar que no había otro león integrante del grupo de los Merodeadores que seguiría los comentarios anteriores. Los alumnos que quedaban en al aula se dieron cuenta que era momento de dejar a su maestra, así que con más empeño recogieron sus cosas para despedirse de su profesora y retirarse del aula, sintiendo que la mayor necesitaba un tiempo consigo misma.

Al notar que no había nadie más con ella soltó el suspiro que tanto había retenido. Se retiró los lentes y se pasó sus dedos por el puente de su nariz, en un intento de poder tranquilizarse.

Le alegraba el hecho de que los Merodeadores parecían encontrarse en mejor ánimo que a principios del año. Los recuerdos de aquella batalla siempre iban a traerle una pena que con el tiempo disminuiría pero que ahora le seguía afectando.

Sin embargo, el notorio cambio que el joven Lupin había tenido le había tomado por sorpresa. Nunca iba a admitirlo delante de ellos, pero les tenía un gran aprecio a ese grupo de chicos, por más bromas y comentarios que parecieran tener el fin de fastidiarla, poseían un don especial que les facilitaba entrar en el corazón de la gente.

Esperaba entonces que después de aquel fatídico suceso, aquel grupo no tuviera que pasar por situaciones similares. Deseaba y ansiaba que no perdieran aquella felicidad y carisma que tanto los identificaba. Que cumplieran sus sueños de ser aurores y que se sientan satisfechos con la vida que tengan.

Minerva McGonagall les deseaba una tranquilidad y alegría inmensa, eran jóvenes y tenían mucho por vivir. Les sobraba el tiempo, y por experiencia, sabía que ellos tomarían las mejores decisiones para disfrutar de su vida. Esperaba, ansiosa, el día en que se enterara de los exitosos que se volvieron y de lo muy felices que eran, para sentir el mismo orgullo que sentía ahora, tan solo por mirarlos fuertes y decididos a superar el primer eslabón que les dificulta la subida.

McGonagall pensaba que faltaba poco tiempo para que aquel día llegará, sin saber que para ello, se necesitaría un trasmo más largo.

Uno muy largo.

°•°(...)°•°

— ¿No vas a ir con nosotros dónde Cissy? — cuestionó Regulus indignado — ¡Se te avisó desde que empezó el mes!

— Y yo tengo una invitación desde principios de Noviembre — contestó la pelinegra

— ¿Quién es capaz de invitarte con un mes de anticipación a una reunión navideña? ¡No tiene sentido! — siguió objetando.

— Lo siento Reg — murmuró, mientras que conectaba miradas con su amigo — Puede que vaya después de Navidad o antes, pero no podré pasar las fiestas con ustedes.

— Nunca has pasado fiestas con nosotros — se cruzó de brazos molesto.

Adhara se sintió mal de inmediato. Su amigo tenía razón, nunca había pasado navidades con su grupo de amigos de Slytherin por pasarla con los leones. Sin embargo, recordaba que cientos de veces ella también les había pedido que se quedarán en el castillo para que la pasarán juntos, como con Sev lo hacían.

— Renacuajo... — intentó seguir hablando.

— No — le cortó — Comprendo perfectamente que tienes más amigos, pero no comparto tu opinión con respecto a que no pases con nosotros las fiestas, por más que siempre hemos estado pidiéndolo.

Adhara quiso decirle algo más, intentar convencerlo de que sí iría, pero no podía faltar a un acuerdo que ya tenía programado desde hace tiempo. Pero no pudo ni hablar al ver cómo su pelinegro amigo se alejaba a paso rápido. Para el pequeño Black la conversación, o discusión, ya había culminado. No tenía sentido el ir y seguir insistiendo a su pelinegra amiga con una elección que ella ya había tomado.

Ella había decidido y lo único que le quedaba era mostrar su clara molestia ante tal acto.

Adhara tuvo la intención de ir y sacar a su pequeño renacuajo de la frustración por la que de seguro estaba pasando. Estuvo a punto de dar un paso, cuando algo la hizo sentirse incómoda. Volteo hacia la pared donde había un cuadro de una casa. Ladeó la cabeza inspeccionandolo por un instante, pero, hizo de lado sus instintos para ir y alcanzar a su pelinegro amigo antes de que se le perdiera. Cuando un par de manos la jalaron, haciéndole atravesar el cuadro y arrastrándola por un pasadizo en completa oscuridad.

Con su mano libre sacó su varita y lanzó un hechizo de defensa. La persona chocó contra la pared, dejando salir un quejido que la serpiente reconoció al instante, pronunció un Lumus en un murmullo y se quedó analizando a la persona frente a ella para asegurarse de no haberle hecho daño alguno, ignorando por completo la sonrisa traviesa que poseía.

— Pude hacerte daño — mencionó.

— Es la primera vez que te sorprendo — exclamó divertido —déjame disfrutarlo.

Adhara negó divertida para luego dejar de lado su postura defensiva y apoyarse en el pecho del contrario. Este no perdió el tiempo y pasó sus brazos alrededor de la pelinegra abrazándola, dejándole un beso en la coronilla de su cabeza. Ella sonrió. Aún estando apoyada en él, se dejó inundar por el olor característico que poseía, aquel que la tranquilizaba.

— ¿Qué pasó con mi Hermano? — cuestionó con voz baja.

— Ya sabes la respuesta — le contestó ella, no queriendo hablar de ello.

— Encaprichado por donde pasarás Navidad ¿No? — mencionó con algo de duda, la pelinegra asintió sin animo alguno.

Sirius rodó los ojos a sabiendas que su chica se sentía mal por el hecho de no poder cumplirle el capricho a su pequeño hermano. Se aferró más a ella y con una mano hizo que lo mirara, acarició su mejilla con cuidado, admirandola en el proceso.

— Star, sabes que Reg solo se enoja por momentos, a mi pesar, él nunca podría estar demasiado molesto contigo  — Adha en ningún momento apartó su mirar de aquellos ojos plateados que la observaban con gran intensidad.

Asntió a las palabras de su chico y le dió un beso en su barbilla.

 Sirius supo que era su manera de agradecer, pero no era suficiente para él. Por lo que, aprovechando que su mano seguía en su mejilla, la acercó más e inició un profundo y dulce beso. Adhara divertida le siguió el beso. Al separarse la fémina le mordió su labio inferior, ignorando el pequeño reclamo que su estrella dió por tal acción. Le sonrió inocentemente después de tal accion, su pareja le sonrió de la misma forma para volver a unir sus labios.

Siguieron así, fastidiandose y mordiendo al otro por pequeños momentos, ninguno quería dejar alguna marca visible en el otro. Estos se podrían convertir en material para que sus amigos se burlaran del otro. Ya había sucedido una vez y, si bien en un principio fue divertido, la broma terminó por convertirse en algo bochornoso que ninguno de los dos querían pasar de nuevo.

Estaban tan concentrados en el otro que se olvidaron al completo de las actividades que tenían por hacer, incluyendo las reuniones con sus amigos  y hasta las clases que les tocaba en ese mismo instante. Tan solo disfrutaron del contrario en ese oscuro pasadizo, adorando, como siempre, aquellos pequeños e inesperados encuentros que tenían entre clases.

Después de unos largos minutos, que la pareja los sintió como segundos, la intensidad de sus besos disminuyeron a tal punto de solo compartir breves picos. Culminaron con un último largo y dulce beso para juntar sus frentes, de esta forma podrían permitirse el poder recuperar la estabilidad de sus respiraciones. Sus miradas conectaron de nuevo, ambos sintieron la necesidad de volver a iniciar aquella sesión de besos.

Ninguno lo hizo, porque sabían que si seguían de esa manera, desearían el poder hacer mucho más que simples besos, y no era accesible en ese instante, demasiado temprano como para llegar a esa parte, pensaron.

Se sonrieron mutuamente cuando las respiraciones de ambos volvieron a su normalidad. Tomados de la mano empezaron su camino hacia el final del pasadizo. No tenían por qué hablar, ambos sabían a ciencia cierta que irían a encontrarse con sus amigos para convencerlos de saltearse las últimas dos clases y disfrutar de aquella bonita tarde. Y de paso, visitar a Hagrid, a quien tenían olvidado.

Tantas veces habían pasado por la misma situación, que ya ambos tenían pleno conocimiento sobre lo que se haría después, era como un pacto silencioso. Ninguno lo había mencionado pero desde siempre se cumplía. No es como si hablarlo fuera necesario, porque al fin de cuentas, ambos se podían leer como si fueran cuentos de bebé, sencillos y fáciles de entender.

°•°(...)°•°

Hagrid soltó una carcajada ante los comentarios que el grupo de amigos soltaba. La última vez que lo habían visitado había sido ya hace meses. No mentía en decir que los había añorado pero, el semigigante tenía conocimiento sobre el porqué de su desaparición.

No habían sido dulces meses para ellos ni para ninguno.

Por eso mismo es que ni siquiera preguntó el motivo de su visita o el sí deberían de estar en clases, simplemente  los dejó pasar mostrando su alegría de verlos después de tiempos. Cuando los saludos terminaron, se enfrascaron en las tan entretenidas conversaciones sobre las nuevas y antiguas aventuras que los Merodeadores habían afrontado. 

Hagrid admiró con cariño a esos chicos, a cuatro de ellos los había conocido en sus primeros años en Hogwarts mientras que a la pelinegra la había conocido recién a mediados de cuarto año. Aunque siempre supo de ella por las tantas historias que el grupo de bromistas le contaban cuando los visitaban en esos tiempos.

A lo que iba, es que los había conocido desde pequeños y ahora podía ver una madurez mayor presente en ellos. De manera física, claro está, lo que hacía que su gran corazón se encogiera a saber que tan solo era cuestión de tiempo para que salieran de Hogwarts y vivieran propiamente lo que era el mundo, pasando desde lo más bueno de él hasta la profundas crueldades que podría cometer.

No obstante, el semigigante no dudaba que ellos enfrentarían todos y cada uno de los obstáculos que la vida tenía preparada para ellos, y saldrían victoriosos, a tal punto que se volverían a reunir para escuchar las nuevas y más complicadas aventuras por las que pasaron.

— Y así fue como terminamos en el despacho de Minnie, si bien encontró algunos hechos para culparnos, no pudo corroborarlo con nuestra coartada que teníamos preparada — sonrió orgulloso James, dando por finalizado la redacción de una de las tantas bromas que habían hecho y como se habían salvado del castigo que al hacer esta implicaba.

— Por lo que nunca olvides, que si coartadas necesitas, Adha es quien te las brinda — mencionó Peter, como si estuviera dando alguna promoción sobre algún producto. 

Todos soltaron carcajadas nuevamente, Adha negó sonriente mientras chocaba puños con el rubio. Una vez calmados, Hagrid volvió a ofrecerles un pedazo del queque que había preparado. Todos allí aceptaron con gusto. Adha se encargó de sacar a relucir sus conocimientos sobre los animales fantásticos, causando que Hagrid se emocionara y dedicara toda su atención en la pelinegra. Y también, que ignorara el como Sirius se encargaba de sacar una bolsa negra de la cartera de su chica. De manera rápida, los merodeadores metieron los duros pedazos que habían sido ofrecidos para que luego, el pelinegro volviera a hacer un nudo a la bolsa y dejarla nuevamente dentro de la cartera de Adha.

Todos allí adoraban a Hagrid, por ello evitaban el mencionar delante de él lo duro que eran los bocadillos que este les preparaba. Habían pensado en múltiples maneras de decirle su pequeño problema gastronómico de una manera sencilla sin que lo llegara a avergonzar, pero siempre se arrepentían de todo lo planeado cuando veían lo emocionado que se encontraba a la hora de recibir visitas, y nadie de los presentes querían ser la causa de que el tan agradable y feliz humor que el semigigante poseía, se convirtiera en uno avergonzado, cómo posiblemente reaccionaría.

No obstante, debían de admitir que había mejorado en ciertas recetas, en especial porque Adhara de vez en cuando lo visitaba momentos antes de que el se pusiera a cocinar. De esta forma tenía la oportunidad de comentarle sobre aquellas recetas secretas que ella utilizaba al preparar ciertos postres. Recetas que al final Hagrid se las pedía y la pelinegra con gusto accedía a pasarlas por escrito además de ayudarle a prepararla cuando él gustara.

Esos momentos que pasaron ambos cocinando juntos, fue razón para que Adha se enterara que Hagrid poseía un buen sazón, siempre y cuando, tuviera las instrucciones necesarias para la preparación.

— ¿En verdad crees que puedas conseguirme la edición especial con la firma de Scamander? — Hagrid cuestionó con un brillo singular en sus ojos, parecía tan emocionado que a Adha le recordó por un momento a sus pequeñas serpientes cuando escuchaban alguna parte de la historia que los fascinaba. Ella asintió con una sonrisa que Sirius pudo identificar como la maternal que solo en momentos especiales aparecía.

Lo siguiente que sintió Adha fue como su cuerpo era separado al suelo mientras unos brazos gigantes le rodeaba y apretaba. No era lo suficiente fuerte como para que la aplastara ni lo débil como para que cayera, era lo justo para sentir el cariño que Hagrid le brindaba. Como pudo, intentó rodear el cuerpo inmenso de Hagrid con sus brazos, fallando obviamente en el intento.

Sirius se preocupó al ver la escena. Conocía  Hagrid desde pequeño y él jamás haría algo para herir a alguien, lo sabía perfectamente. Sin embargo, sus sentimientos eran tan grandes y fuertes como lo era su cuerpo, por lo que tenía un pequeño temor por lo que los fuertes brazos del semigigante pudiera hacerle, sin tener la intención claro está, al cuerpecito de su chica.

Pudo respirar tranquilo una vez que observó como el abrazo culminaba y su chica era dejada en el suelo. La examinó por unos cuantos minutos, asegurándose que no tuviera algún malestar. Lo único que raro que encontró, fue su gran sonrisa y el brillo que deslumbraba cada vez que se emocionaba. Sintió un golpe detrás de su cabeza, separó su mirada de la escena protagonizada por el semigigante y su chica, para buscar al culpable de aquel golpe, encontrándose con la divertida y traviesa mirada de su amigo miope.

— ¿Perdido en Adharalandia, otra vez? — se burló, sus otros dos amigos que se encontraban cerca de ellos rieron al escucharlo. Sirius rodó los ojos y bufó, no es como si fuera únicamente su culpa. Los ignoró y se acercó a su chica, quien lo recibió con una sonrisa que fue correspondida por él al instante.

— Y yo que pensaba que le devolvería el golpe a James — Remus murmuró divertido.

— Te dije que iría con Adha, me debes cinco galeones Rems — cobró Peter divertido.

— ¿En serio Lunático? Sabes que lo perdemos cuando se trata de Adha — exclamó James.

— Se me había olvidado por un momento — se encogió de hombros el aludido.

Los tres dejaron por concluido el tema y se acercaron a sus amigos para integrarse a la conversación que tenían con el semigigante. Quien les estaba contando que justo ese día tendría que encargarse de entrar al bosque y escoger los mejores árboles para la decoración que tendría el gran comedor por las festividades navideñas. Los presentes se ofrecieron de inmediato a acompañarlo, pero por más que a Hagrid le había fascinado la idea, no podía seguir consintiendo el hecho de que faltaran a más clases, porque no tenía duda alguna que eso estaban haciendo. Los merodeadores se quejaron de inmediato, pero nada pudo cambiar la decisión que Hagrid.

— Vamos chicos, saben que me puedo llevar problemas si los llevo — refutó Hagrid, los chicos asintieron, sabían que el semigigante tenía razón.

— ¿Y qué planes para Navidad tienes, Hagrid? — cambió el tema Adhara, quien se había concentrado en darle caricias a Fang cuando los merodeadores intentaban convencer al mayor.

— Lo de siempre, Adha. Ayudar en las decoraciones del gran comedor y pasar las comidas allí en ese día — respondió con una sonrisa — ¿Y ustedes chicos? ¿Se quedarán? — cuestionó.

La pareja presente compartió miradas, si bien ya tenían sus planes, no se lo habían revelado a sus amigos, no querían burlas o reclamos por aquella decisión, como sabían que harían. Por otro lado, los tres merodeadores restantes no supieron qué responder, no habían hablado de eso, ni siquiera lo habían pensado. Los recuerdos de la anterior navidad inundaron sus mentes, y el rostro de Remus se congestionó al recordar los participantes de aquella reunión que tuvieron en la sala común de Gryffindor, mejor dicho, al recordarla.

— Aún no hemos decidido — intervino Peter al ver como ninguno iba a responder al estar sumidos en los recuerdos — Pero creo que es lo más probable — admite el desde su punto de vista.

Hagrid notó el cambio de ambiente, la nostalgia había hecho acto de aparición, por lo que cambió el tema de manera rápida, en un intento de salir de aquella pequeña tensión que se había formado de repente. Los chicos notaron la reacción de Hagrid y su nerviosismo por haberse equivocado, así que sacaron a relucir de nuevo su personalidad bromista y dejar de lado aquel tema hasta que se reunieran después para conversar sobre el tema.

Aprovecharon lo que quedaba de la charla para prometer a Hagrid que vendrían a visitarlo más seguido y que, si decidían por quedarse, se asegurarían de invitarlo a sus planes. Este gustoso aceptó la invitación y observó con una sonrisa como aquel grupo de chicos se iban de su cabaña en dirección al castillo para regresar a las clases que les tocaba, o eso creía él.

Fang se acercó, mordiendo la tela de su pantalón, dando a entender que ya quería adentrarse al bosque prohibido, para así disfrutar del recorrer a la par que Hagrid buscaba lo necesario para la decoración que les había mencionado a los chicos.

Hagrid le dió una caricia en su cabeza, Fang comprendió la acción e inició su aventura adentrándose al bosque mientras que el semigigante lo seguía.

°•°(...)°•°

El tan esperado viernes ya había llegado. Todos los alumnos de Hogwarts estaban más que satisfechos con que el descanso navideña esté por iniciar. Incluso, para el bien de los de años mayores, las clases extras de duelo de los sábados habían sido suspendidos por esta festividad. No negaban que les divertía y disfrutaban de aquellas clases, lo único malo era el hecho que se quedaban sin la tarde de su preciado sábado. 

En estos momentos, nuestro grupo de Leones se encontraban caminando en dirección hacia su sala común. Estaban tan ensimismados en la conversación, que no se dieron cuenta que la escalera por la que andaban subiendo había cambiado de dirección y los había llevado a un piso diferente al que se dirigían.

Todos se observaron confundidos al no comprender en donde se encontraban, cuando cayeron en cuenta de lo sucedido, rieron y tomaron otro camino para llegar a su principal destino. En el transcurso del recorrido, el tema de conversación que cierto merodeador quería evitar por los recuerdos, salió a relucir.  

— ¿Ya se enlistaron? — cuestionó la rubia emocionada — Esta será nuestra última Navidad en Hogwarts — murmuró con nostalgia. 

— No parece que hayan pasado ya siete años — Frank comentó, todos los presentes concordaron con él.

— ¿Recuerdan cuando llegamos a Hogwarts? — preguntó con añoro Alice.

— ¿Cómo olvidarlo? Fue el mismo momento en donde conocimos al calamar gigante — respondió divertido James, todos los presentes rieron al recordar aquello, al finalizar las carcajadas soltaron un suspiro colectivo.

— ¿Y bien? ¿Qué planes tenemos para Navidad? — insistió emocionada la rubia.

— La verdad es que no lo había pensado — Lily respondió — Entre tantas actividades ni he podido ir con la Profesora McGonagall para decirle que me voy a quedar.

— Eso es lo de menos, mañana podríamos ir y acompañarte — Marlene exclamó.

— Me apunto, yo tampoco he ido — Alice dijo.

— Ni yo — admitió James.

— Creo que la pregunta sería ¿Quién se ha enlistado ya? — Peter murmuró por la bajo, más todos lo escucharon.

— ¿Cómo que quien? Es más que obvio que... — la rubia se detuvo a analizar las expresiones de sus compañeros — ¿Solo yo? ¿En serio? — frunció el ceño al darse cuenta de algo — ¿Acaso ya tienen planeado algo y no me avisaron?

— ¡Pero qué cosa dices, Rubia! — Alice exclamó indignada — Nadie ha planeado nada —aclaró.

— ¿Y entonces? ¿No planean quedarse en Hogwart? ¡La pasamos muy bien el año anterior todos juntos en la sala común! — la emoción de la rubia desapareció al caer en cuenta de algo — Oh... es por eso... — murmuró para sí misma.

El grupo de leones, inconscientemente, asintieron al mismo tiempo. Ninguno había decidido el quedarse por los tantos recuerdos que el castillo guardaba tras sus paredes, en especial los que habían sido creados en estos tiempos de tan especial y significativa celebración.

Quien faltaba en el grupo siempre había adorado las navidades y era quien llevaba el ánimo navideño a todas partes desde que el mes de diciembre comenzaba. Ahora ya estaban casi por iniciar la semana de descanso navideño y ninguno había tenido ni una sola pizca de ese ánimo que estaban acostumbrados a sentir desde su primer año.

— Entonces... ¿Qué planes tienen? — cuestionó la rubia, en un intento de poder salvar la conversación. Peter rodó los ojos antes de responder.

— No lo sabemos, McKinnon — dijo cortante, la rubia chasqueó la lengua con algo de fastidio ante la respuesta que obtuvo.

El silencio y la tensión que parecían no tener la intención de desaparecer se vieron interrumpidos por los pasos y risas de una pareja que, para desagrado de la rubia, todos allí reconocían muy bien.

Saliendo del lado izquierdo de un pasadizo frente a ellos, el grupo de leones pudieron observar a ambos pelinegros acercándose a donde estaban. Se veían tan relajados y animados, que el amargo ambiente que se había formado pareció quedar en el olvido.

La única que pareció caer en cuenta que ellos se encontraban allí presentes admirando la escena, fue la serpiente, puesto que el mayor de los Black estaba comentando quién sabe qué en el oído de la chica mientras esta los saludaba. Adha le dió un codazo a su pareja para que se percatar de su presencia.

— ¡Hey! ¿Se reunieron sin nosotros? — cuestionó indignado Sirius.

— Eso es una total falta de respeto a nuestra amistad — siguió la broma Adha.

— Y ni qué decir de la confianza — la pareja compartió una mirada para después reírse un poco, deteniéndose de golpe al notar que nadie reía junto a ellos.

— ¿Qué sucede? — cuestionó Adha preocupada, inspeccionando a todos con la mirada — ¿De qué hablaron esta vez? 

— ¿Cómo es que...? — intentó cuestionar Longbottom. Aturdido era la palabra que lo definía, no comprendía cómo la serpiente había atinado a la primera.

— Es la sabelotodo, ¿Acaso lo olvidas? — James le cortó divertido — Sobre navidad, dulce navidad — canturreó irónico.

Ambos pelinegros se dieron una mirada de nuevo, mirada que no pasó desapercibida por el rubio observador del grupo. Pero lo dejó de lado, después podría preguntarle a Adha sobre ello. Esta, por otro lado, comprendió el porqué del ambiente y esa angustiante mirada que Remus tenía.

— Ninguno quiere pasarla aquí ¿No es así? — dijo lo que todos pensaban pero no eran capaces de hablar.

— Eso es... — Marlene iba a rebatir, pero al ver las caras de sus amigos, lo entendió — cierto — soltó un suspiro. Oh, cómo hubiese deseado ser ella quien descubriera ello.

— ¿Tienen algo pensado? — preguntó la pelinegra a los demás.

— Mis padres siempre pueden recibirnos — murmuró James.

— Ni siquiera le hemos avisado con anticipación — negó Lily la idea.

Adhara miró los rostros decaídos de todos y entonces miró a su chico, este al notar su intención negó, pero la pelinegra parecía haber tomado una desición.

— Podrían venir... — comenzó Adha, capturando la atención de todos.

— Star, no — le cortó Sirius, amaba a su chica pero, ellos ya habían llegado a un acuerdo.

— No seas egoísta Estrella — rodó los ojos la pelinegra.

— Iba a ser nuestra... — no termino la frase, pero Adha lo comprendió y sonrió con ternura.

— Tendremos más ¿Está bien? — le dijo mientras que acariciaba su mejilla, el pelinegro se dejó llevar por tal acción cerrando los ojos y dando un beso a la mano de su chica, Adha sonrió ante el acto.

— ¿Hola? Seguimos presentes, tórtolos — James interrumpió la escena, la rubia internamente se lo agradeció mientras que los pelinegros le maldecían por lo bajo.

— Pueden venir al departamento de Sirius — dijo sin más, sorprendiendo a todos.

— Nuestro departamento, cariño — corrigió él, mientras que pasaba un brazo alrededor de sus hombros y conectaban miradas.

— ¿Su departamento? — murmuró sorprendido Remus.

— ¿Sorpresa? — los dos contestaron emocionados y nerviosos a la par que movían sus manos, los presentes tan solo no podían procesarlo. ¿Así de serio iban?

— Lo compre antes de comienzo de año — aclaró Sirius después de unos segundos de silencio.

— Teníamos planeado ir en estas vacaciones para revisarlo  y decorarlo — siguió Adha — Pero viendo que no quieren pasar las fiestas en Hogwarts...

— Es un departamento chico, pero podremos acomodarnos — avisó Sirius.

— ¿Están seguros? No quisiéramos importunar — Alice habló saliendo de su sorpresa.

— No te preocupes Alice, sería divertido el tenerlos allí, no podría sobrevivir sola con Sirius por una semana entera — la aludida sonrió ante aquella broma.

— No podrías sobrevivir sin mi, querrás decir — Sirius contradijo de manera coqueta, Adha sonrió a sabiendas que ese hecho podría ser cierto.

— ¿No seriamos demasiados? — preguntó Peter, un departamento, según sus conocimientos, era normalmente para solo dos o cuatro personas.

—No hay nada que la magia no pueda solucionar — la pelinegra le guiñó un ojo.

— Sigues siendo menor Adha — señaló Remus, al ver que los pelinegros de verdad iban en serio.

— Pero Sirius no — respondió — Mientras le indique los movimientos correctos y las palabras que tiene que decir, no será difícil darle un par de modificaciones para que todos entremos — se encogió de hombros

— Aún así, no creo que deberíamos — Lily negó, por lo que escuchaba esta era la primera vez que ambos iban a ir a ver el departamento, sentía que aquel momento debía de ser solo de la pareja, y ellos allí presentes no parecían ser parte de la ecuación.

— Tomatito, no tenemos problema alguno — le sonrió mientras que dejaba un pequeño pellizco en Sirius para que dijera algo más.

— Pelirroja — Sirius habló comprendiendo lo que su chica quería — No seríamos tan malos como para dejarlos a la deriva ¿Por quien nos tomas? 

— Lo único — Adha volvió a tomar el rumbo de la conversación — Es que si se nos llega a preguntar, tendremos que decir que iremos a nuestras casas o a alguna de un adulto mayor.

— Yo soy el adulto mayor — Sirius alzó la mano.

— Como digas, anciano — se burló ella.

— ¡Star! — se quejó, los demás rieron ante ello.

— No podremos decir que iremos por nuestra propia cuenta a un departamento — ignoró la morisqueta que Sirius hacía — Minnie no nos dejaría marchar de ser así.

— ¿Y por qué no lo haría? — preguntó Marlene, Adha sonrió tensa.

— Por los tiempos McKinnon, por eso — le respondió de manera cordial.

Peter sonrió, le hacía sentir bien el hecho de que no era el único que no se sentía tan cómodo con la presencia de aquella rubia y por ello la llamaba por su apellido. No culpaba a Dhara por tratarla de aquella forma, él ni siquiera le dirigiría la palabra si de estar en su posición se tratara.

— ¿Es en serio que tienen un departamento? — James habló por primera vez, ambos pelinegros asintieron — ¡Y recién nos lo cuentan! ¡Con esa manía de esconder todo, tendrán un hijo y nos enteraremos cuando sea su primer año en Hogwarts! — exclamó indignado.

— De hecho... — Sirius habló, todos allí aguantaron la respiración al escucharlo.

— Sorpresa — exclamaron los dos de nuevo, como lo habían hecho hace unos instantes.

— ¿Es-Estás...? — Remus señaló a Adha y luego a su barriga. Esta solo sonrió de lado mientras posaba su mano donde el castaño había señalado, seguido de la mano de Sirius, que sonrió como tonto.

Todos palidecieron al instante. ¿Era por eso que Sirius había comprado un departamento? ¿Por lo que andaban más cariñosos que antes? ¿Por lo que parecían tener una chispa mayor a la de antes? Todas sus dudas se desvanecieron y resolvieron al escuchar las carcajadas de Adhara.

Simplemente no pudo aguantar más con aquella broma, la caras de todos eran demasiado graciosas, era notorio que no la conocían del todo. Sirius le siguió y ambos entraron en un ataque de risa tan intensa, que de a poco, empezaba  a faltarles la respiración.

— Oh por Merlín ¡SIRIUS ORION BLACK! — regañó James, más el nombrado solo pudo seguir riendo.

— ¡ADHARA CASIOPEA MÍA JONE SMITH! ¡Con esto no se bromea! — regañó Lily, pero al igual que su pareja, la mencionada solo podía seguir riendo.

Los demás de a poco salieron de su mini shock  para que, al igual que Potter y Evans, empezaran a regañar, gritar y quejarse de la broma que esa pareja les había hecho. ¿Cómo es que se habían atrevido a bromear con aquel tema? Pero en especial ¿Cómo es que podían coordinar de manera tan rápida? No, simplemente no les iban a perdonar aquella escena tan rápidamente. Realmente les había tomado de imprevisto y por poco iban a comenzar a regañarlos por ir tan acelerados como para hacer ese tipo de cosas teniendo en cuenta que la pelinegra seguía siendo menor.

Finalmente, ambos pelinegros pudieron calmarse. Conectaron miradas nuevamente, teniendo una breve conversación a través de ellos. Con un guiño de parte del pelinegros, ambos se pararon y saliron corriendo al mismo tiempo, con la intención de huir de sus queridos amigos, quienes los empezaron a  perseguir para poder seguir regañandolos por tal susto que les habían dado. 

Más todos allí sabían que al final del día, no tenían mucho porqué reclamarles. Aquella pareja los habían invitado a lo que debería de ser un momento único para ellos solo para no se quedaran sin lugar donde pasar las navidades, solo para no dejarlos abandonados. Por lo que por más que quisieran, sabían al completo que les debían una grande, una demasiado grande.

°•°(...)°•°

La Profesora McGonagall se encontraba revisando la lista de los estudiantes que se quedarían, tenía que contabilizarlos para poder saber cómo tendrían que arreglar la mesa para las comidas en estás festividades.

Se encontraba notablemente sorprendida al ver qué la gran mayoría del alumnado se iba a quedar. Esperaba que no fuera por alguna fiesta secreta que los Merodeadores llevarían a cabo y que nadie se lo quería perder. Aunque de ser esa la razón, no impediría tal celebración, siempre y cuando la sala común no termine siendo un desastre sin arreglar.

Frunció su ceño al recordar que en ningún momento había visto los nombres de aquellos chicos en su lista. Tampoco recordaba haber visto a sus compañeros cercanos en ella, no tampoco el de cierta pelirroja. La única que pertenecía aquel grupo de leones y que se había enlistados había sido la señorita McKinnon.

Intentó hacer memoria, capaz si le hubiesen mencionado que se quedarían pero ella no tendría el papel en manos y no los habría apuntado, pero ningún recuerdo se le vino a la mente. Una confusión le invadió ¿Se habrían olvidado de enlistarse? ¿No se quedarían a pesar de haberlo hecho en todas las navidades anteriores?

Unos golpes en la puerta de su oficina la hicieron salir de sus pensamientos. Con un simple y elegante movimiento de su varita abrió la puerta para dejar entrar a la persona que se hallaba detrás de esta.

— Señorita McKinnon — saludó cortésmente.

— Buenos días, Profesora McGonagall — respondió ella.

— Dígame ¿A qué se debe su visita? — cuestionó observándola.

Lucia nerviosa, no era una característica común de parte de la rubia, por lo que supuso que de seguro había venido para pedir algún permiso o a preguntar sobre algo del curso.

— Lo sucedido es que, mis padres me escribieron una carta comentándome que les gustaría que pasará las navidades con ellos — la Profesora frunció su ceño al escucharla — Me preguntaba si podía cambiar de decisión en lo que respecta a quedarme en Hogwarts — culminó.

Minerva la observó fijamente, no sabía exactamente porqué tenía el presentimiento que la rubia no estaba siendo completamente sincera con sus deseos. Su vista se paseó hasta aquel envase de galletas que poseía, más se pegó mentalmente ante aquella idea. Solo debía de utilizarlo en cuestiones de intensa importancia, no porque tenía dudas sobre la veracidad de las palabras de su alumna.

Tomo aire, en un intento de que las palabras vinieran hacía ella, y habló.

— Lamento decirle Señorita McKinnon, que a menos que alguno de sus padres mandé una carta hacía mí persona explicando sus deseos; tendrá que quedarse en Hogwarts por las vacaciones — informó, observándola fijamente.

— Pero mañana sale el tren, no hay forma en que si les envié una carta explicándole lo que me ha dicho, llegue a tiempo su respuesta — se veía alterada, tal parecía que el ir con su familia en navidad le era muy importante.

— Lo siento Señorita McKinnon, pero así son las reglas — exclamó en un intento de calmarla — Usted tomó su desición y, lamentablemente, no puede cambiarlo.

Después de esas palabras se produjo un silencio, la rubia parecía estar en un debate consigo misma. Si ella no podría ir, entonces ¿Que le quedaría? A parte de los aquel grupo que tenía como amigos, tan solo tenía ciertos conocidos, pero nada comparado con los chicos.

Se preguntaba ¿Era mejor retirarse y darse por vencida? No tenía nada que hacer en el departamento de... Bufó internamente, simplemente no podía comprender el porqué de las cosas. No comprendia el porqué el mundo giraba constantemente en hacerle daño a ella, en hacerle comprender que lo único que recibiría si seguía de tal forma era un corazón roto.

Pero, si le decía a la profesora McGonagall sobre lo que tenían planeado... Si tan solo lo hacía, ellos no tendrían opción, se quedarían porque por más que lo negara la Jefa dela Casa de los Leones les tenía un gran aprecio, por lo que evitaría que se fueran a un lugar donde podrían ser víctimas de algún atentado.

— ¿Señorita McKinnon? — Minerva la sacó de sus pensamientos — ¿Hay otra asunto que quisiera comentarme? — cuestionó analizandola.

La rubia lo pensó, tan rápido que hasta sintió un dolor de cabeza. No podría hacerlo y no sabía que sucedía con ella, pero eran sus amigos de quienes hablaba, quería su felicidad y seguridad ante todo.

— No Profesora McGonagall, eso era todo — respondió — Gracias por recibirme.

— No hay de qué agradecer, Señorita McKinnon — la rubia asintió con una sonrisa.

— Con su permiso, Profesora — los mencionada movió su mano en gesto de que podía retirarse.

La puerta se cerró, la Profesora McGonagall había quedado sola en su oficina de nuevo. No había pasado desapaercibido el momento en que la rubia tenía una discusión consigo misma, supo que algo le carcomia la mente. Se retiróas gafas y pasó sus dedos por el puente de su nariz, precionando un poco al final de este para intentar relajarse. Debía de dejar de lado las suposiciones y cuestiones que se inventaba, no debía de existir ningún trasfondo en la conversación que había tenido con su alumna.

Siguió con el papeleo que tenía pendiente, dejaría de lado sus divagaciones sobre las acciones que los Merodeadores y sus íntimos amigos harían en esta semana de vacaciones. Ha de haber una razón por la cual no se enlistaron y, SA baiendas que aquel grupo parecía haberse unido mucho más después de la tragedia, no tenía duda en que todos habían llegado a algún acuerdo sobre dónde pasarla.

Ya la gran mayoría iban a convertirse en mayores de edad, no eran los mismos niños que habían llegado hace siete años, ahora habían crecido y experimentado más que cualquier otro alumno de su edad, por los que confiaría en ellos y no dudaría que se cuidarían.

Solo espera que los problemas no los buscaran, merecían tener una semana tranquila después de todo.

°•°(...)°•°

— ¿Departamento? — cuestionó sorprendido.

— Así es, internamente también reaccione con la misma sorpresa que tienes ahora — admitió Adhara.

Se encontraban en la habitación de la mencionada, Severus ya había terminado con arreglar sus maletas por lo que ahora hacía compañía a la pelinegra mientras que charlaban de lo que harían en las vacaciones.

Lamentablemente, ambos no tomarían el mismo camino después del viaje en tren. Severus, acompañado de Regulus, se dirigiría a la Mansion de los Malfoy para poder pasarla junto con sus amigos.

Por otro lado, teníamos los planes de Adhara, los cuales ya habían sido previamente mencionados.

— Por ello tenías planes con un mes de anticipación — murmuró, Adhara asintió mientras que doblaba un par de ropa.

— Así es — acepto ella — Pero no podía mencionarlo de golpe a Regulus, sabes que no hubiese reaccionado de buena manera.

— Ambos lo conocemos, solo habría reaccionado de manera distante por no conseguir lo que quiere — la fémina presente soltó un suspiro al escuchar a su confidente.

— Sabía que consentirlo demasiado no eran tan buena opción que digamos — comentó divertida.

— Tu eras la que siempre le complacia sus caprichos, yo intentaba convencerte de que no lo hicieras — se defendió siguiendo la broma.

— Y voy a concederle este capricho de igual forma — murmuró ella.

— Es tu pequeño renacuajo, has hecho y seguirás haciendo mucho por él — reconoció Severus.

— Sí, lo malo es que se ha arruinado los planes de encontrar un lugar y que Reg viniera a vivir con nosotros — sacó a relucir el tema que anteriormente habían tratado.

— Yo creo que aún puedes acogerlo en tu departamento — exclamó el pelinegro, encogiéndose de hombros.

— ¿Y soportar las peleas de los Hermanos Black? — cuestionó ella — Ni de broma, tengo suficiente con cada uno por separado como para aguantar a ambos — las serpientes rieron al pensar en aquello.

— Discutirían tantas veces en quien tiene tu atención o a quién le das más importancia — señaló él.

— Ni lo dudes, también estarían pendientes en lo que hago para ver quién me puede ayudar más — agregó ella.

— Sí, creo que lo mejor sería que se quede conmigo.

— Hablamos como padres divorciados viendo con quién irá su hijo.

— Eso es lo que somos ¿O a caso olvidaste que nos abandonaste por un perro?

— Oh Severus, pensé que ya habíamos solucionado esto.

— Sigo estando dolido, Adhara.

Las miradas de ambos se juntaron, sonrieron con cariño antes de emitir pequeñas risas. La relación amistosa que tenían ambos era una de las más importantes que poseían y de las más especiales que llegarían a tener. La valoraban demasiado como para saber que defendería a puño y varita al contrario, además, que los apoyarían en cada paso o plan que tuvieran.

— Me reuniré con ustedes el 25 o 26 — exclamó ella — No se me hará tan difícil convencer a Sirius, el único problema serían los demás chicos.

— No te lo niego, esos leones no te lo dejarán fácil, en especial McKinnon si es que McGonagall le permite ir — señaló.

— Lo sé. Y no quiero sonar caprichosa, pero de verdad espero que McGonagall no permita un cambio — admitió avergonzada, no le deseaba el mal a nadie, pero ya no podía soportar a esa rubia, por más que sus principios lo quisiera.

— Lo comprendo Adha, McKinnon no ha sido muy agradable contigo que digamos — le mencionó el pocionista al notar que su amiga tenía un debate consigo misma con respecto a su comportamiento con esa rubia — Me sorprende que le sigas dirigiendo la palabra después de todo.

— Es amiga de los leones, parte de su grupo antes que yo — comentó — No puedo obligarlos a que la excluyan por el trato que recibo de ella. Eso depende...

— De ellos mismos, sí, lo has mencionado incontables veces — rodó los ojos — Sabes que no soy fan de tu grupo felino — Adha río ante el apodo de sus amigos leones — pero puedo decir que la única razón por la que McKinnon sigue formando parte de, es por esa amiga castaña.

— Alice, sí — coincidió Adha — Tanto ella como McKinnon son mejores amigas, lo que me sorprende de este hecho, es que hasta Lily parece haberse separado más de ellas.

— Les tenía aprecio, demasiado podría decirse — Sverus recordó cuando Lily le hablaba de ellas — Pero así su vez, tenían ciertas contradicciones, lo más probable es que eso la haya hecho alejarse.

— Puede ser — Adhara cerró su baúl y se sacudió sus manos satisfecha por haber terminado de arreglar sus cosas — ¡Por fin! — exclamó antes de lanzarse de golpe en su cama.

Severus sonrió ante la acción de su amiga y procedió a imitarla. Ambos quedaron en un silencio hasta que Adha con ayuda de su magia trajo un par de libros para poder decidir cuál sería su próxima lectura. Los libros empezaron a levitar por encima de ellos mientras que descartaban o conversaban sobre si era el elegido o no.

Estuvieron así hasta que los estómagos de ambos le reclamaron por alimento, dejaron los libros en el librero propio que Adha tenía en su habitación para dirigirse al Gran Comedor y poder disfrutar del banquete.

Adhara aquel día había decidió el pasarla con su amigo serpiente, los leones tendrían una semana entera de su presencia para ellos, así que no habría dado motivo alguno como para que le reclamaran por tal accion. Ya tan solo faltaban ciertas horas para ir a conocer el departamento que su pareja había comprado. No podía evitar el sentirse emocionada ante la idea de conocer el que podría ser su futuro hogar.

Solo deseaba que las cosas salieran bien y que nadie lo arruinara.


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7223 palabras

¿Sabían que se tenía planeado que este capítulo sea más largo? 

No obstante, he estado llena de tantos trabajos grupales por la universidad, que me decidí por separarlo en dos capítulos para así no dejarlos sin actualización por tanto tiempo.

Con respecto al especial, este en un principio iba a tratar de como ustedes iban a viajar entre multiversos y yo, como la creadora, iba a guiarlos por todos ellos. Sin embargo, tuve que cambiarlo a simplemente one-shoots de  universos alternos del fanfic por que no me iba alcanzar el tiempo suficiente para llevar a cabo la idea :c

Además que no se guardaron como tres one-shoots, por ende los he perdido. Pido perdón ante la demora de estos, estoy haciendo lo posible por reescribirlos.

En fin, ¡Espero y les haya gustado el capitulo!

Diganme ¿Qué opinan de la broma que nuestra querida pareja montaron?

Jsjsjs quisiera saber sus opiniones, saben que sus comentarios hacen de mis días, mejores <3

¡De todo corazón espero que esten bien!

Cuidense mucho, cumplan con las medidas de prevención ante el covid que cada gobierno ha implementado y no se olviden de tomar awita, porfa.

Mucha suerte para la realización de todos sus trabajos y, si al igual que yo ya van a empezar parciales, les deseo éxitos, verán que les irá genial✨

Los quiere y ama,

Una Slytherin,
no tan Slytherin.

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