›«Cambios y Problemas»‹
Remus
— Sigo sin poder creer que de un día para otro me están pidiendo esto – los examiné con la mirada una vez más – ¿Qué es lo que me e perdido? – questioné.
Ellos se encogieron de hombros y siguieron con su trabajo.
Sí, ambos estaban haciendo la tarea. Haciéndola, no copiándola, algo muy sorprendente a decir verdad, además de que ambos no habían flirteado con las demás chicas cuando les seguí a rastras por petición de ellos.
— Rems ¿Qué estás haciendo? – Paula había entrado a la biblioteca seguida por Adha, quien me saludó con la mano.
— Ayudando a estos dos con sus tareas – le respondí mientras que me acercaba para abrazarla.
— No puedo soportar lo cursis que son – Adha blanqueó los ojos, ambos nos reímos – De todas maneras ¿Como es eso que están haciendo tareas? Pensé que las copeaban – me encogí de hombros.
— Auch, eso duelo Lunático – Sirius y Janes se acercaron a nosotros.
— Les duele porque es verdad y lo saben – tomé la información que habían escrito y se las entregué – Están bien – murmuré sin creerlo, ellos chocaron sus manos.
Dirigí mi mirada a las chicas, Adhara en algún momento se había alejado a leer junto a Regulus, quién recién me había percatado de su presencia, mientras que mi querida Paula estaba observando a los chicos con orgullo.
¿Qué es lo que me e perdido?
— Cariño...
— Lo siento amor – me acarició mi mejilla – no puedo decirlo – me dio un pequeño pico – pero sí que ellos dos están yendo por un buen camino – junto con ella observé a James y Sirius, ambos seguían hablando y conversando mientras que escribían y tomaban anotaciones, me sorprendía que no se confundieron a la hora de escribir, pero parece como si años atrás también habían echo sus tareas.
Lo que sea que haya pasado, al parecer los está haciendo cambiar.
— ¿Te parece dar una vuelta por el castillo? – pregunté.
— Me encantaría – sonrió, pase un brazo por detrás de su espalda y caminé hacia la salida de la biblioteca.
Era momento de pasar tiempo con mi querida novia.
Sonaba hermoso cuando se escuchaba así.
Hoy iba a disfrutar todo el día con Paula, al fin de cuentas, por las lunas no tenía tiempo, a pesar que ella me acompañará algunas veces, y siempre se escabullaba de Poppy para poder darme mimos mientras me voy recuperando.
No pude encontrar a nadie mejor que ella.
•°∆(...)∆°•
— ¡REMUS JON LUPIN! ¡VEN EN ESTE INSTANTE!
— ¡DEJAME EN PAZ, ADHA!
— ¡NO SEAS IDIOTA Y ESCUCHAME!
— ¡NO TENGO TIEMPO PARA ESTAR SOPORTANDOTE! ¡DEMASIADO TENGO CON...! – me toqué mi mejilla asombrado.
Sentí como, de seguro, se ponía rojo. Una rabia se apoderó de mí y miré a Adhara, quien también estaba roja, pero de la ira.
— Me vas a escuchar si no quieres terminar muerto Lupín – no estaba bromeando, lo notaba en su mirada.
— No tengo nada que hablar contigo, Jones – le contesté, sin dejarla de mirar –Buscate a otra persona a la cual hartar con tus actos de salvadora – farfullé, antes de darme la vuelta y seguir mi camino hacia la sala común de Gryffindor.
— Idiota cobarde – me insultó, la ignoré y seguí mi camino.
¿Como habíamos terminado en esto?
Oh claro, con la absurda pelea que tuve con Paula.
¿De verdad es necesario especificar sobre que había pasado?
Porque si fuera así, lo redactaría como si hubiese pasado hace algunos minutos.
Por que así fue.
›»Algunos minutos antes«‹
— ¿No crees que deberías...?
— Porfavor, cambiemos de tema y solo pasemos tiempo juntos – ella solo bufó para asentir.
Estaba molesta conmigo, se notaba en la manera en que fruncía su ceño y como de vez en cuando arrugaba su nariz. La abrazo por la espalda, posicionando mis brazos alrededor de su cintura.
— Cariño... No te enojes – inahle su perfume, me recordaba demasiado a la poción que el profesor preparaba cuando visité su oficina a pedido de él.
— Es que... Es injusto, James, Sirius y Peter si te pueden acompañar – empezó de nuevo, no pude dejar escapar un suspiro de cansancio – Y yo que, también me he esforzado, no puede ir a ayudarte – se zafó de mis brazos – ¿Por qué Rems? – se pasó una mano por su bellos cabellos castaños.
Lentamente peine lo que se había desordenado, ella no quitaba su vista de mí, pero yo solo me concentraba en ordenar su cabello, intentando de esa manera tranquilizarla.
No era la primera vez que me lo reclamaba, ni sería la última, a pesar de que había accedido a que, después de las luna llena, fuera a la enfermería a acompañarme, ella seguía insistiendo en ir junto a los chicos a la casa de los gritos.
Por nada en el mundo dejaría que eso pasará, no por temor de lo que pueda pasarle, si no, por temor a lo que pueda pensar de mí después de verme en mi forma de licántropo.
No quería que después de acompañarme en una sola luna, ella se alejara.
No lo soportaría, no soportaría perderla.
— Pequeña – murmuré aquel apodo que a ella le molestaba pero a mí me daba ternura, sonreí inconcientemente cuando en su rostro se formó un puchero.
— Solo quiero hacerte compañía Remus, me duele verte tan mal después de las lunas, que me siento impotente. Ya puedo controlar mi forma animago, no sé porque no quiere aquel haga esto – en todo momento tenía su vista baja.
Dudaba si lo que estaba haciendo era bueno o malo. Luego una parte de mi mente decía “Eres un monstruo ¿Quieres que termine de asustarse, para asi dejarte?” y comprendía lo que debía hacer.
— Cariño, no puede dejarte hacerlo. Saldrías lastimada y no lo soportaría – además que me abandonarías, pensé – No lo harás y se acabó el tema, no quiero hablar de ello – alcé su rostro, más ella negó mi tacto y se alejó.
— ¿En serio Remus? ¿Lastimada? – notaba la molestia en su voz – ¿A caso crees que soy débil? ¿Es eso? – negué.
— Cariño, no es eso.
— No Remus, si es eso – negó con la cabeza – ¿Entonces como explicarías que los chicos si te pueden acompañar y yo no? – forzó sus puños y creí observar como sus nudillos se ponían blancos.
— Castaña...
— Es que es algo ilógico, ¿Por qué ellos sí y yo no?
— Paula...
— No Remus, respóndeme ¿Por qué? ¿A caso crees que no puedo defenderme? ¡¿O que soy débil por ser mujer?! ¡¿Por ser del sexo débil?! ¡Dime Remus! ¡¿Porqué?!
— ¡CALLA! – grité, estaba harto de esta situación – Paula haz silencio – ordené cuando noté que iba a protestar, sabía que en cualquier momento ella estallaría en llanto, siempre que las emociones la dominan, en especial la ira, se le hacía díficil tragarse ese nudo en la garganta.
Y no era la única.
— Solo haz silencio – repetí – No puedo continuar con esto, no cuando te comportas así – negué frustrado.
— Oh claro, ¿Ahora te haces el afectado, no? – sabía que las emociones la dominaban, pero eso no evitaba que me estaba haciendo daño.
— Paula, hablo en serio – ella se negó a oírme y siguió hablando, mientras yo trataba de calmarme.
Mal momento para que mañana sea Luna llena.
Oía como hablaba de lo impotente y ridícula que se sentía cuando, en todas las lunas, miraba que los chicos salían de la sala común y ella no podía ni seguirlos. Me reprochaba por no dejarla ir.
Me estaba molestando, ella no sabía con que intención evitaba que lo hiciera, y no es que se lo vaya a decir, sería estúpido de mi parte, ella aprovecharía eso e intentaría convencerme.
— ¡... Eres un...! – se calló en el instante en que sintió mi mirada.
— ¿Un qué? – la observé dolido.
Nunca. Nunca habíamos peleado hasta este nivel, me dolía saber que de verdad un sentimiento como la ira estaba arruinando todo esto.
Cómo lo había arruinado.
— Yo... – quedó sin palabras, negué con la cabeza.
— No soportaré esto – di media vuelta y me fuí.
— ¡Remus! ¡Remus ven acá!
— ¡No! Paula no, no voy a discutir contigo cuando estás toda alterada. No lo haré, y si quieres seguir así, esto – nos señalé a ambos – no va a continuar – declaré.
En ese momento no sabía el dolor que nos estaba causando.
— ¿Qué quieres...? – sus ojos me miraban cristalizados, estaba a punto de olvidar todo lo que había sucedido y abrazarla mientras le daba mimos para que se sintiera mejor.
Pero no podía.
— Lo que has entendido – reafirme, sin esperar respuesta alguna di media vuelta y me fuí.
En pocos minutos Adhara se había enterado de todo y me había ido a buscar como una fiera.
Lo que nos lleva al presente.
›»En la sala Común de Gryffindor«‹
Me tiré en mi cama resoplando, hace tiempo que no me sentía como si fuera una persona inútil y sin importancia.
Que tonto fuí al pensar que de verdad valía la pena ser yo mismo y olvidarme de que soy un licántropo, cuando esta parte de mi solo hace que mi vida empeore cada vez más y más.
¿En qué momento todo se había deteriorado?
En un momento me encontraba pasando el mejor día de mi vida y al siguiente estaba apunto de ser tragado por el dolor que siente mi corazón.
¿Cómo la vida de una persona puede significar tanto para mi alma? ¿Cómo puede que ella haga de mi día el mejor o el peor con un simple chasquido? ¿Cómo...?
Las lágrimas hicieron acto de presencia, sacándome de mis pensamientos, el nudo en mi garganta apareció y no pude ignorar los pinchazos en mi corazón.
¿Por qué todo salía mal?
Me quedé tumbado en mi cama, viendo el techo mientras sentía como as lágrimas rodaban por mis mejilla hasta caer en mis almohadas.
Las personas dicen que los hombres no deben llorar, que al ser masculinos nos está prohibido mostrar estos sentimientos “debiles".
Se equivocan. Todos somos humanos, si todos podemos sonreír cuando estamos felices ¿Por qué no podemos llorar cuando nos sentimos tristes?
Llorar te limpia el alma, o así es como lo siento, y más aún cuando lo único que sientes es que todo lo haces mal y no tienes nada porque vivir.
Y de nuevo nos equivocamos, no podemos quedarnos en el suelo cuando nos caemos, hay que seguir y caminar adelante. Si no ¿Cómo viviríamos?
Dejé que las emociones salgan, no iba a reprimieron ni tampoco a ocultarlas, debía dejarlas salir.
En algún momento una calma algo inusual llegó a mí, sentí como de a poco mis ojos se cerraban.
Dejé llevarme por el cansancio, cuando despertara,estaría más tranquilo y podría buscar una solución calmado.
La oscuridad se postró ante mí para después ser reemplazada por una linda melena castaña y unos ojos con brillo sin igual.
Sonriendo caí en los brazos de aquella castaña, aunque no fueran la que quería de verdad.
°•∆(...)∆•°
Regulus
— ¿Has visto a Adhara? – asentí ante la respuesta de Severus.
— Es mejor que la dejes, está junto con la leona, y puedo asegurarte que no está de buen humor – se sentó a mi lado.
— Lo sé, todos hablan sobre el golpe que le a dado a Lupín – detecte la pequeña alegría que tenía en su voz – No sé qué habrá hecho, pero se lo merecía – me encogí de hombros.
— Lovegood y Lupín han peleado – le informé, el me miró atento – por ello es que Adhara está con ese humor – rodé los ojos.
A pesar que sea mi amiga, sigo sin comprender porque el deseo de tener y proteger sus amistades con los Gryffindors. En especial con el idiota de mi hermano.
— ¿Y tú? – sus ojos me examinaron, se que estaba buscando, algún indicio sobre lo que había ocurrido hace semanas.
— Ya lo e aceptado – sonaba derrotado, mi Madre no estaría conforme con ello, pero ella no estaba acá y no debía comportarme como me ordenaba – me ilusioné aún sabiendo que no funcionaría desde un principio – miré a otro lado, no podía soportar la mirada penetrante de Severus, era de esas que te hacían sentir como si él leyera tu mente.
— Por lo menos tienes su amistad – asentí, era algo que me lo recordaba todos los días – Ya verás que encontraras a alguien más – repetí mi acción.
— ¿Y tú? ¿Aún sigues como perro falde.. ? – me callé, no quería tentar mis suerte y morir hoy.
— Sí – me respondió.
— Deberías seguir tus propios concejos, Severus – comenté.
— Olvidaba lo pesado que eras.
— Los timos no me dejan recordartelo a diario.
— Gracias a ellos – le di un pequeño empujón y sonreímos un poco.
La sala común estaba llena, por ello no nos comportamos como cuando estamos con Adha, principios que uno nunca olvida ni deja de lado.
Después de media hora de charlas, nos dirigimos hacia el gran comedor, ambos estábamos hambrientos.
Me preguntaba si Adhara se demoraría demasiado en arreglar el problema de esos leones como para no venir a comer. Espero que no, no quería perder la apuesta contra Lucius.
A los pocos segundos, ambas gemelas Slytherin bajaron de la habitación de mi amiga, se notaba que ambas ha estaban tranquilas, por lo que, con una sonrisa tímida, las saludé, ellas salieron no sin antes guiarme un ojo.
— Sí, creo que Lucius me debe unos cuantos calefones – sonreí, Severus negó con la Cabeza.
— Sigo sin entender su facturación de apostar por todo – me encogí de hombros.
— Es divertido, además, si aciertas constantemente, ganas un montón – asintió a mis palabras, pero seguí inmerso en su lectura.
Suspiré y empecé a terminar mis tareas, lo más probable es que antes de la cena pueda tener libre y aprovechar para buscar a la pelinegra y pasar más tiempo con ella.
Ya no faltaba tanto para que este año acabe, y eso significaba quedar como el perfecto hijo que Madre quiere y que Sirius aborrece.
•°∆(...)∆°•
Omnisciente
Los días habían pasado, las cosas entre el Licántropo y la Castaña aún no se habían solucionado, por lo tanto, no era de sorprenderse que el pobre de Remus se llevará algunas que otras bromas por parte de Adha.
Por otro lado, todos en el colegio de magia y hechicería se habían dado cuenta de los pequeños cambios de los mujeriegos merodeadores.
Ninguno de los dos se paboneaban o conquistaban a las chicas como normalmente lo hacían, la larga cola de conquistas se sentían extrañas al no notar los guiños o sonrisas galantes que siempre les ofrecían.
Los mencionados Merodeadores notaron aquel peculiar cabello Pelinegro con algunas mechas de color verde, días antes Adhara había decidido tener un cambio, se aburría de haber mantenido la misma apariencia por mucho tiempo, por lo que decidió mantenerlo corto y despeinado pero con estilo. Los chicos que sentían una gran atracción hacia ella, confirmaron que nada le quedaba mal a aquella bella alumna.
James al notar como Sirius la observaba embobado, no como antes, si no, que ahora no intentaba ocultar el sentimiento hacia ella, le dió un pequeño empujón y se despidió para dirigirse hacia la cabellera castaña que había notado.
El de sonrisa inmensa camino rápidamente hacia su pelinegra y apoyo todo su peso sobre ella, tomándola por sorpresa y haciéndola tambalear por un rato.
— ¡Star! – gritó emocionado, con unas pequeñas risas por los insultos en murmullos de su amiga.
— Oh claro Estrella, puedes usarme como si fuera un bastón, está claro que no pesas.
— Muchas gracias por tu comprensión, Adha – le siguió el juego, de un momento el pelinegro cayó al suelo después de que la Slytherin diera un paso rápido hacia un lado.
Esta vez fue el turno de Adha de reír, Sirius admiró si bella sonrisa antes de tirarla al suelo, llevándola junto a él, está vez se quejó por el golpe pero siguieron riendo. Ambos empezaron a rodar y hacerse cosquillas, olvidándose que estaban en medio de un pasillo y que todos los estaban observando.
— ¡Sirius! ¡Ya! – gritó entre risas, el ojigris la ignoró y siguió con su ataque.
— No – la miró directamente a los ojos, deteniéndose por un momento y dejándo que respire un poco – Pararé hasta que admites que me amas en secreto – le guiño un ojo y, sin escuchar las protestas de su serpiente amiga, siguió con las cosquillas.
— ¡Ya! ¡Lo diré! ¡Pa... – unac carcajada la interrumpió – Ra...!
Sirius sonrió satisfecho y la ayudo a pararse.
— Sirius Orión Black – comenzó a recitar como si de un gran secreto se tratase.
— Tercero, no lo olvides – ambos se sonrieron.
— Sirius Orión Black Tercero, yo Adhara Casiopea Mía Jone Smith tengo que decirte que en secreto – tomó una profunda bocanada de aire como si de verdad estuviera nerviosa.
— Hey, nada de nervios, confía en mí – le regaló “la sonrisa black”, ella actuó como si se sintiera aún más avergonzada, pero por dentro ambos se morían de risa.
— Yo – prosiguió – La verdad, es que secretamente Te quiero...
— Adhara, sé que te a costado mucho pero... – sin embargo, se vió interrumpido, Adhara no había terminado de hablar.
— ¡Calla! Que es difícil – se cruzó de brazos con una sonrisa burlona en su rostro – Te quiero – Sirius asintió sabiendo eso – pero como un amigo – Sirius ladeó la cabeza y al reaccionar se llevó una mano al pecho como el DramaQueen que era.
— ¡Traidora! ¿Te has puesto que pensaran los niños si se enteran de ellos? – ambos se aguantaban las risas, querían seguir bromeando antes de explotar.
— ¿Que niños? ¡A la justas tenemos un perro! – contestó Adha, Sirius la vió con la boca abierta indignado.
— ¡¿Y qué hay de Jamy II?! ¿¡Y de Adhariusín?! ¿¡O de Remla!? – cuestionó.
— ¿Adhariusín? – Adhara no pudo dejar escapar una carcajada –Quedatelos, yo me voy con el perro – giró su mirada.
— Si quieres al perro tendrás que quererme a mi también – sonrió victorioso.
Pasaron tres segundos observándose a los ojos antes de reírse sin parar de nuevo.
¿Como era posible que fueran tan maduros en algunas ocasiones y en otras peleaban por todo? Solo ellos tenían esa quimica y confianza entre ellos.
Sirius pasó su brazo por la cintura de Adha y empezaron a caminar, cualquiera diría que eran parejas, más todo Hogwarts sabía que entre ellos jamás admitirán aquel cariño que se tienen hasta que perdieran el miedo de perderse aún sin ser nada.
— ¿Cómo va Paula? – preguntó Sirius.
— ¿Acabamos de separarnos y me preguntas eso? – se sintió “ofendida”.
— Nah, solo quería confirmar que eres una ex-esposa celosa – le dió un muy baboso beso en la mejilla, la pelinegra no pudo evitar quejarse y reír.
— Hablando en serio – ella lo miró como si fuera una noticia de primera, él solo negó con una sonrisa y prosiguió – Creo que tendremos que encerrarlos como la otra vez para que arreglen las cosas – Adha blanqueó los ojos, harta de la terquedad de ambos castaños, pero asintió.
— ¿Quién diría que en el fondo, muy en el fondo, muy pero muy pero muy en el...?
— Sí, sí, ya entendí – hizo un puchero que Adha no pudo evitar pensar en lo tierno y lindo que se veía.
— A lo que me refiero, es que no Evia este lado tuyo desde la infancia – sonrió melancólica, Sirius no sacó su mirada de ella – De cierta manera, extrañaba estos momentos – se acurrucó a él, igual que como cuando eran niños.
Sirius beso su cabeza, y sonrió, Adhara comprendió ese gesto, el también extrañaba eso.
Juntos caminaron hacia donde sus piernas los dirigieran, en ningún momento dejaron de estar juntos o hicieron caso a las miradas asesinas o envidiosas que les dirigían, en ese momento solo ellos dos eran los que importaban.
— Sabía que iban a terminar juntos – el miope asintió – Gracias por avisarme James – este se encogió de hombros.
— Gracias a tí el Pulgoso está cambiando – sonrió orgulloso –Pero... Sí pudiera pedirte un solo favor... – el suspiró de Paula evitó que continuará.
— Dame solo un poco de tiempo y hablaré con él, no puedo si aún me siga doliendo.
— Solo para asegurarme, espero que sepas que él también está dolido – Paula agachó su cabeza, James la abrazo protectoramente.
Desde primer Año, Paula había sido como una pequeña hermana para James y Sirius, pero en especial para el primero, siempre la había protegido y cuidado en cualquier momento, por lo que le preocupaba que no mejorará y , por concecuencia, Remus también.
— Ambos son el uno para el otro, pequeñaja, tan tercos y molestos por igual – le sacó una sonrisa a la castaña – pero a pesar de lo tercos y fastidiosos que se pueden volver, ambos se quieren un montón y eso debería de ser lo suficiente para solucionar esos problemas – le acarició una mejilla – Solo piensa en como la van a pasar si ninguno de los dos hablan – ella asintió.
Ambos se encaminaron hacia el Gran comedor, faltaba poco para la cena y ambos estaban hambrientos.
— ¿Vamos al gran comedor? – preguntó al notar la hora que era, se habían distraído tanto que no se dieron cuenta en el momento en que llegaron a uno de las torres más altas del castillo.
— Mejor a las cocinas – se sentía algo cansada como para soportar el bullicio de la gente, además de que se sentía cómoda utilizando a Sirius como un sofá.
— Como la damisela ordené – sonrió con ternura al notar como lentamente el cansancio le ganaba, sin si quiera preguntarle la subió a su espalda para que descansará un poco – ¿Por qué tan cansada, Adhara? – preguntó mientras se dirigía hacia el lugar de los Elfos.
— Últimamente tengo sueños raros – admitió, no tenía porque mentirle a su mejor amigo de la infancia – además que el estado visitando constantemente a Dumby – él asintió comprendiendo.
— Deberías descansar más – una cansada Adhara intentó dejarle un pequeño beso en la mejilla, en forma de agradecer que se preocupara por ella.
Sin embargo nada salió como lo planeado.
Y para evitar que Adhara cayera por haberse resbalado de la espalda de Sirius, ambos quedaron con sus cuerpos pegados y con sus ojos conectados.
La plata derretida y el bello color de las ramas se conectaron por un momento, sintiendo como de apoyo ambos se combinaban y caían rendido por el otro.
Al estar a pocos centímetros de juntar sus labios, apareció.
Pevees empezó a fastidiar lista ambos tuvieron que amenazarlo con el barón sanguinario antes de que diera algo.
Adhara se sentía más despierta que nunca, y con un sin fin de emciones dentro de ella.
“Esto no podía estar pasando”. Pensaba aturdida.
Sirius se encontraba feliz porque notó que en ningún momento ella se quería separar, más bien parecía sentirse a gusto con él.
“Esto no podía estar pasando”. En su mente festejo.
Y normalmente eso pasa, dos personas que aunque pueden estar super conectadas no siempre interpretaran y sentiran lo mismo una misma situación, los distintos se atraen.
Es por eso que no buscamos a un igual, si no a un complemento. Y esos pelinegros se complementaban más de los ellos crían. Solo teníamos que esperar a que se llegarán a enterar.
°|°|°|°|°|°|°|°|°|°|°|°|°
¡Wuuu! Capítulos terminado ;3
¿Les gustó el momento Adharius? Que conste que no soy muy buena escribiendo en lo que a Romanticismi se refiere, desventajas de ni haber tenido una relación donde poder inspirarte.
Siento la demora y los problemas, pero las tareas me ajetrean y hago lo posible para tener tiempo para ustedes.
Ahora cuéntenme...
¿Que opinan sobre los problemas en Remlandia?
Jejejejeje de verdad que me gusta el bardo xD
Agradecería de todo corazón que comenten, me alegran el día con solo ver opiniónes y reacciones suyas😘✨
¡LAS AMODORO!
♠Ale
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro