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›«Amor y Amistad»‹

Omnisciente

— Muy bien, muchas gracias por su exposición señorita Lovegood – comentó el Profesor – Bien, antes de pasar al siguiente estudiante ¿Alguno de los presentes tiene alguna duda? – ninguno de los presentes habló, por lo que el profesor asintió y con una seña le indicó a Paula que volviera a su sitio.

Las clases de Historia ya no parecían ser clases como tal, la tarea que había dejado el profesor con un tiempo promedio para que los interesados puedan recaudar la información suficiente para dar sus puntos de vistas y teorías había despertado el interés de todo estudiante, por ello en cada clase el profesor sorteaba y sacaba de manera aleatoria a alguno de los jóvenes que habían desarrollado aquella investigación. Paula, quien había sido ayudada por Adhara, había dado una muy elaborada exposición en donde el tema principal era el desmentir las teorías sobre que lo único real de la leyenda tratada con anterioridad aclarando que lo único real era la existencia de las cinco brujas y la pelea que entre estas habían dado. 

— ¿Qué tal? — preguntó Paula entusiasmada sentándose junto a su querido castaño.

— Lo hiciste espléndido Cariño — respondió el mientras la tomaba de la mano y le daba una caricia.

— Li hicisti isplindidi ciriñi — repitió el único hijo de los Potters mientras rodaba los ojos, sinceramente ese día había estado irritado, puesto que como Paula se había sentado con Remus, Sirius había ido a hacerle compañía a Adha antes de que algún otro serpiente lo haga por lo que James tenía que sentarse con Pet, aunque no se quejaba del todo puesto que era su amigo, o por lo menos no lo hacía en voz alta.

— Muy bien, buena preparación e investigación señorita Lovegood — señaló el profesor mientras que hacía unos cuantos apuntes — ¿Alguien más que quisiera salir el día de hoy? — cuestionó mientras paseaba su mirada por toda la clase.

— Deberías de salir ya, tienes todo listo  — Alice le murmuró a su compañera de asiento.

—No creo, hay ciertas cosas que aún no conozco — la rubia le contestó.

— Siempre dices lo mismo y al final nunca sales.

— Por que no está preparada la presentación.

— Si tu no sales yo haré que lo hagas.

— Alice, no.

— Alice, sí.

Ambas muchachas se quedaron retando con la mirada hasta que una de ellas levantó la mano interrumpiendo con la explicación del profesor.

— ¿Sí, señorita? — preguntó el Profesor.

— Mi compañera Marlene McKinnon está lista para dar su exposición, profesor — exclamó ella sin importarle que su rubia amiga le estuviera maldiciendo de mil y un maneras mientras la fulminaba con la mirada.

— ¿Esta lista, Señorita McKinnon? — cuestionó el profesor con una ceja alzada, Marlene notó como varios pares de ojos se posaban en ella, en especial la del ojigris que tanto le gustaba.

— Yo... — dudó por un momento pero después de compartir una mirada con quien era su mayor confidente mostró seguridad al decir lo siguiente — Sí Profesor, estoy lista — sonrió.

— Muy bien, entonces adelante, hora usted es la profesora en estos momentos — exclamó mientras se dirigía a su escritorio para poder tomar asiento, sacó su libreta junto a su pluma y parecía estar atento y listo para tomar apuntes.

— Bien — Marlene murmuró mientras se paraba al frente de todos, aún sintiendo la miradas sobre ella, hechizó las tizas, quienes empezaron a escribir de manera rápida y con una letra muy elegante lo que necesitaría para la presentación  — Yo esta vez les hablaré sobre porqué creo que la leyenda es cierta — la reacción de los presentes solo fue de curiosidad absoluta, los que habían salido a presentar su exposición del proyecto en su mayoría habían dicho acontecimientos que negaban la credibilidad de la leyenda y los pocos que habían dicho que era real no tenían muchos hechos sólidos por lo que simplemente quedaban descartados. 

— Interesantes, prosiga por favor — el Profesor indicó notando como por los murmullos de sus estudiantes la rubia había parado, ella le agradeció por lo bajo por el haber dado silencio con los murmullos que la empezaban a poner más nerviosa de lo que se sentía por dentro.

— Bien, al principio de hecho iba a exponer sobre hechos que negaban la existencia de "la solución según ellas", por lo que busqué el cuento que nuestra compañera comentó para empezar de ahí — indicó mientras que con la tiza rodeaba un nombre en la pizarra —  Virginia Pardo, como nos mencionaron, es una de las pocas muggles que recordaba alguno sucesos de la época oscura. En el mundo de los muggles, estas historias se volvieron tan famosas que Virginia se volvió una escritora conocida, la cual después de haberse casado y tuvo una hija.

El profesor escuchaba algo aburrido aquella introducción ¿Por qué tantos alumnos habían demostrado interés en los muggles? No es como si tuvieran las mismas capacidades o inteligencia que los magos, pero no diría nada de ello, no quería escandalizar a ninguno de sus alumnos con los pensamientos que tenía sobre aquellos no seres mágicos, no quería crear una imagen peor a la que ya tenían de él por culpa de la molesta pelinegra.

— Sé que ha muchos no les parecerá interesante o con gran valor esto, pero si nos remontamos unos 21 años después del nacimiento de la hija de Virginia Pardo, es donde sucede lo interesante — esta vez escribió otro nombre conocido por los chicos — Anne Stark, una de las brujas nacidas de muggles más importantes, se decía que había nacido con unos dones innatos en la creación de pociones al igual que con una inteligencia y memoria de tal magnitud que se volvió una de las más importantes brujas en temas de política. 

"Si bien su vida desde que se enteró que era bruja es lo que más nos enseñan, en lo que nos vamos a enfocar es en su vida en el mundo muggle, ella comenta que su madre siempre tuvo una gran amistad con la hija de una escritora famosa que vivió en su vecindario, más nunca dijo el nombre —  entonces con una de las tizas encerró el nombre la nacida de muggles y de la muggle en círculos y los unió — Virginia Pardo era la madre de la mejor amiga de la madre de Anne Stark. Se preguntarán ¿Qué tiene de  importancia aquel suceso? Anne Stark no es la única que apoyó la no discriminación hacia los nacidos de muggle, Anne siempre tuvo de acompañante a Rosephine Blake, aunque a esta nunca le dieron la misma atención que a Anne

"¿Y qué podemos sacar de Rosephine? A su hija Marie Mess, que como bien mencionaron fue una creadora muy conocida de hechizos y contrahechizos. Y como estos casos, existen muchos más, en donde podríamos relacionar a brujas como Nerida Vulchanova, Edessa Sakndenberg, Laverne de Montmorency, Evangeline Boissieu, entre muchas otras.

"Y sí, podríamos decir que esta coincidencia es meramente por talento heredado, pero he ahí lo raro. Ninguna de estas brujas se relacionan por genética, sino, por la relación que tienen sus madres con una de ellas. Y todo esta relación entre estas grandes magas nació desde que la hija de Virginia Pardo junto con la madre de Anne Stark tuvieron una relación tan estrecha que la la hija de Virginia era la madrina de Anne.

"Y sí, como bien lo deben de haber predecido, la solucion segun ellas, la solución de la cual las cinco grandes habían ido a buscar o crear, son estas magas. Y si bien esto puede sonar como una teoría conspiración, puedo dar un dato que relaciona a estas cinco grandes magas con la historiadora Virginia Pardo. 

"En una de sus tantas historias, ella nos narra como es que dió hospedaje a cinco chicas que se notaban perdidas. Por ese entonces, para alejarse de los múltiples asesinatos que se daban a los muggles por la época oscura, la familia Pardo había decidido mandar a su hija a una cabaña que tenían a las afueras de su pueblo, visitándola cada tres veces por semana para asegurarse que esté bien, más nunca se dieron cuenta que su hija, Virginia, había decidio dar hospedaje a cinco mejores para nada comunes. La historia como tal nos narra como es que cada una de estas mujeres tenían una capacidad especial que las distinguía. Virginia las cuidó por varios días, o eso cree, porque su memoria se ve afectada desde ese momento.

"Teniendo esto en cuenta, creo que podríamos decir que las cinco grandes en su búsqueda se encontraron con la joven Virginia, quien sabe que paso exactamente en esos días o tal vez meses que pasaron con ella, y quien sabe porque decidieron borrarle la memoria a aquella muggle. Pero lo que sí sabemos,  es que al parecer esa pequeña interacción fue suficiente para que este extraña coincidencia de magas talentosas y las hijas de sus mejores amigas sean igual o más talentosas.

"Por lo que creo que, la solución según ellas fueron estas brujas que han estado apareciendo en nuestro mundo con una diferencia de unos 20 o 30 años. Lamentablemente, no pude encontrar mayor información sobre las últimas brujas talentosas que se pueden unir a la lista de esta rara coincidencia, pero no me quepa la duda de que por algún lado, en algún lugar, tal vez esa próxima bruja esté por allí y quién sabe, se convierte en la próxima solución.

Alice le brindó una gran sonrisa a su rubia amiga, ella misma había sido testigo de todas aquellas amanecidas que había estado teniendo para encontrar pistas o hechos que confirmen la teoría que había presentado. Por otro lado, los alumos de secto año que se encontraban en aquella habitación se habían perdido en sus pensamientos desde que soltó datos y nombres  y la relación entre estos, si bien les llamó la atención al principio, tantas vueltas les había mareado y aburrido, por lo que ni siquiera tomaban relevancia a la información dada.

Por otro lado, el profesor se veía interesado en los nombres puestos en la pizarra, si bien había oído de estas brujas, nunca les había prestado tanta atención, por más que en su misma carrera las mencionaban como las poseedoras de una gran memoria a algunas de ellas que eran historiadoras. Más lo único que no paraba de pensar, era que cierta alumna también las había mencionado antes. Recordó entonces aquellas palabras que había compartido en uno de los bares mágicos con un raro señor que sabía que en próximas semanas sería profesor de Hogwarts.

— Muchas gracias por esta exposición, Señorita McKinnon. Ha estado interesante — la rubia sonrió orgullosa por el halago, al parecer sus esfuerzos si habían tenido frutos — más me temo que esta llena de teorías que si bien pueden ser ciertas, a la vez pueden ser falsas, pero eso no le quita que note el esfuerzo que ha hecho al buscar tanta información para validar su teoría — a pesar de que su sonrisa había decaído un poco, igual se sintió complacida por las palabras que el Profesor Gallaher le había dado, por con lo que con un entusiasmo para nada propio de ella volvió a su lugar.

•°•(...)•°•

Una explosión se escuchó dentro de uno de los salones vacíos de Hogwarts, seguidas por una carcajada femenina que muchos conocían. Dentro de este salón tres serpientes se encontraban, ellos habían pedido permiso al Jefe de su casa para que les prestara el lugar y ciertos instrumentos e ingredientes para practicar e investigar ciertas pociones por las cuales sentían curiosidad. Pero sobre todo, querían experimentar con algunas propiedades de algunos ingredientes para ver qué sucedía si los juntaban de cierta u otra forma.

— ¡Te dije que tenías que darle solo tres vueltas a la derecha y una a la izquierda Regulus!

— ¡Pues disculparme por haber oído diez vueltas a la derecha y una a la izquierda, no es como si pudiera escucharte perfectamente por las canciones que Adha está cantando!

— ¡Hey! ¡A mi no me metan en esto! ¡Yo estoy tranquila experimentando por mi parte! ¡Ustedes son los que han hecho explotar la poción con su contenido manchandonos a todos!

— ¡Pues sería de mucha ayuda que te lucieras con uno de tus tantos hechizos para este problema!

— ¡Que siempre sepa un hechizo para todo no significa que siempre lo tenga!

— ¡Ni siquiera tiene lógica lo que has dicho Adha!

— ¡Al igual que tus argumentos, Renacuajo!

— ¡Que yo no soy un maldito Renacuajo! ¡Te saco una cabeza!

— ¡Eso es lo que tu crees!

— ¡Hablamos de nada de metamorfomagia en lo que respecta a la altura Adha!

— ¡He crecido que es otra cosa!

Severus solo podía negar con la cabeza mientras que con ciertos movimientos de su varita se encargaba de limpiar parte del lugar y a él mismo, escuchando de fondo las discusiones sin sentido pero divertidas que sus dos amigos estaban creando.

— Niños debían de ser — murmuró por lo bajo.

— ¡Y tu un amargado! — gritaron los dos provocando que el pelinegro se sobresaltara porque no pensó que lo iban a escuchar.

Los tres se quedaron mirando por un largo tiempo, para luego reírse sin razón alguna, simplemente porque lo querían hacer. Al calmarse Adhara utilizó uno de sus hechizos para limpiarse y de paso también quitarle toda esa sustancia a Reg, quien se burló de ella porque sí era verdad que tenía algún encantamiento para todo.

— Así que la boda de Cissy será a penas termine Hogwarts — los dos chicos asintieron — Oh, de verdad me hubiese gustado estar presente en el momento en que lo anunciaron en frente a todos las familia  — se lamentó la pelinegra.

— Eso te pasa por negar la invitación de pasar las vacaciones navideñas en la manción de los Malfoy — Regulus señaló — Todo para pasarla con el estúpido de mi hermano y sus amigos — Adhara bufó mientras que escuchaba el regaño.

— ¿Lo superaras algún día Reg? — cuestionó y el menor de los Blacks negó.

— Habíamos podido pasar las fiestas todos juntos como se planeó, además de conocer al futuro esposo de Bella y... — se calló al notar como sus dos amigos lo veían con una ceja alzada y se dió cuenta que otra vez su lado caprichoso estaba saliendo — Lo siento, es solo que habíamos planeado ello y lo tuviste que cancelar de un momento a otro — explicó su molestia.

— Reg, en un principio ni siquiera me habían consultado y cuando lo hicieron ya con Paula habíamos creado ciertos planes.

— Pero aún así, hubiese sido mejor tenerte allí.

Adhara notó como es que su menor amigo pasaba su mano por uno de los antebrazos y suspiró sabiendo el porqué de aquella acción, por lo que con cuidado de no alterarlo, posó su mano en el mismo lugar que él tenía la suya y murmuró  unas cuantas palabras en latín para parar aquel picor que de seguro sentía.

— Gracias — murmuró, Severus al notar que el ambiente estaba volviéndose algo tenso decidió comentar sobre las últimas clases que habían tenido con la Profesora McGonagall y como ella junto a todos los profesores estaban un poco demasiado intensos con el tema de los exámenes y pruebas que habrían.

En un momento de la conversación se dieron cuenta de que ya era algo tarde, por lo que empezaron a organizar y dejar las cosas que habían utilizado en el lugar donde lo encontraron para luego dirigirse a su sala común a cambiarse aquellas prendas que aún tenían olores de algunos ingredientes o sustancias que les habían caído cuando preparaban las pociones. Quedaron en que en cuanto terminaran de asearse, bajarian de las habitaciones para de esta forma al estar todos juntos se dirigirian al gran comedor para cenar algo antes de que Sev y Adha comenzarán con su guardia de aquel día.

— Regulus es todo un princeso — comentó la pelinegra.

— ¿Lo dices por su cabello? — preguntó el pocionista.

— Y por la manera en que se esfuerza en cuidarlo.

— En eso tienes razón.

— ¿Y tu Sev?

— ¿Yo?

— ¿Cuando me dejaras hacerte un peinado distinto?

— Estoy bien así como estoy, Adha.

— No puedo negarte que te sienta, pero si lo desordenamos o cortamos un poco...

— Ya tuvimos esta conversación, no dejaré que hagas de las tuyas con mi cabello.

— Pero te quedaría genial, si tan solo...

— Adha — advirtió el pelinegro.

—  Está bien, está bien, nada de cambios a tu cabello,  ya entendí.

— Hay veces en las que no sé porque...

— ¿Por qué me quieres tanto? Es que simplemente soy mágnifica.

— E inigualable, completamente.

— El sarcasmo es la sinceridad del alma Sev, así que gracias.

— Lo que tu creas Adha.

— Aún así, sigo pensando que deberías de hacerte algo nuevo a tu cabello — el pelinegro soltó un suspiro, sabía que su amiga no iba a dejar de insistir con aquel tema.

— Llegué ¿Vamos? — preguntó Regulus al llegar hacia ellos — ¿De qué hablaban?

— Reg, ¿Crees que Sev debería de tener un nuevo corte de cabello? — Adhara pregunto ignorando la pregunta que el recién llegado había dicho.

— No le hagas caso, Regulus — el pelinegro rodó los ojos 

— Shh, yo estoy hablando con él   — lo calló Adha.

— ¿Saben? Tengo hambre — el menor de los Black cambió la conversación — Vamos al gran comedor antes de que los de primero se acaben tu postre favorito.

— ¡No mi torta de chocolate con fresas que tiene manjar en el centro! — ambos chicos fueron jalados por su amiga para dirigirse rápidamente al gran comedor a evitar que se acabaran el postre favorito que los elfos preparaban para Adha.

— ¿Tenías que mencionar la torta? — preguntó con una ceja alzada Severus mientras que caminaba rápido por la insistencia de Adha.

— Era eso o que nos quedáramos en la sala común hasta que te convenciera de hacer algo a tu pelo — Regulus habló, mientras que al igual que Severus apresuraban el paso.

— Tienes razón — cedió el pocionista.

— Lo sé — contestó con la arrogante sonrisa marca Black.

— Apurense abuelitas — comentó Adhara, ellos solo negaron divertidos para intentar seguirles el paso a Adha.

Llegaron en un tiempo record al Gran Comedor, juntos se dirigieron y se sentaron al lugar que siempre ocupaban, aproximadamente por el centro de la mesa, donde a su lado derecho tenían a los pequeños de primer año, siendo prefectos debían de estar cerca de ellos, además, de esta forma evitaban que ciertos compañeros se acercaran a hablar sobre temas de los cuales no querían participar. 

Los tres comenzaron a cenar sin más demora, conversando de por medio entre cada bocado y riendo por algún u otro comentario que la única fémina del trío comentaba. Al poco tiempo se les unió Cissy, quien se disculpó por la demora ya que tenía ciertos pendientes, Adha comentó que le faltaba vivir algo más la vida, en especial, cuando después que terminara ese séptimo año en Hogwarts estaría celebrando su boda. La rubia simplemente negó diciendo que aquellas acciones que Adha consideraba divertidas no eran para ella, pero conocemos a nuestra pelinegra y es obvio que aquella respuesta no le fue del total agrado, por lo que como la perseverante e insistente persona que era, le prometió a la futura señora Malfoy que encontraría algo que la hiciera disfrutar de la vida antes de que su vida como esposa comenzara o se dejaría de llamar Adhara Cassiopea Mía Jone Smith.

Dejando aquel tema de lado, tanto Cissy como Adha empezaron a molestar al pequeño Regulus con temas sobre relaciones románticas o interacciones con el sexo opuesto, donde también se unió Severus, comentando que nunca lo había visto hablar con otra chica que no sean sus primas, Adha o alguna niña de primer curso que andaba perdida. En ese momento Cissy comentó lo que todas las féminas hablaban, relató repitiendo las exactas palabras en las que varias chicas del grado de Regulus murmuraban sobre él, que su aura de misterio además de su fino y bien formado rostro lo hacían ver como un muy buen hombre. Adha no dudó en unirse en aquellos comentarios, diciendo que había oído a varias chicas que decían que el solo recibir una mirada del pelinegro era suficiente para... palabras no adecuadas para los oídos del Renacuajo. Como imaginaran, todos allí entendieron a lo que la pelinegra metamorfomaga comentaba por lo que las risas no faltaron al notar como el susodicho se sonrojaba hasta las orejas.

— ¿Alguien otra vez de mal humor? — el miope se burló de su amigo.

— No molestes a Sirius, James — ordenó el que parecía la madre del grupo.

— ¡Vamos Remus! No me digas que a ti no te dan ganas de molestarlo con tremenda cara de perro rabioso que tiene — exclamó el castaña mientras que señalaba la cara de su amigo.

— Es cierto que tiene esa cara de perro rabioso pero si sigues molestando despues no vayas a llorar porque ese perro rabioso te llegó a morder — ironizó el licántropo.

— Estoy aquí ¿Recuerdan? — rodó los ojos el perro rabioso.

— Lo sabemos Sirius, pero creíamos que estabas más concentrado en fulminar con tu mirada a tu hermano que el escucharnos — Peter habló por primera vez, ganándose exclamaciones de sorpresa de parte de los castaños.

— Yo no estoy fulminando con la mirada a mi hermano — soltó molesto mientras que quitaba su mirada de su hermano y veía a sus amigos, quienes tenebrosamente tenían la misma expresión de "ajá, y nosotros somos Merlín".

— Lo que digas chucho. A todo esto ¿Y Paula? — preguntó interesado James al no ver a su amiga de cariñosa con lunático.

— Decidió ir a cenar con su hermano, dijo algo de que sentía que debía de pasar más tiempo con él — contestó la pareja de la mencionada.

— Cosas de hermanos que no comprenderé — comentó por lo bajo — Pero supongo que tenemos a alguien aquí presente que nos puede explicar sobre eso — sus ojos brillaron y parecía que estos delataban claramente las intenciones con las que había dado aquel comentario — No es así ¿Sirius? — el ojigris rodó los ojos.

— Púdrete James — soltó él.

— Pero que agresivo, sin duda tengo que decirle a Adha a que después te dé un sermón por tal actitud.

— No es lo único que nos daremos.

— Oh, claro que... ¡Sirius!

Los Merodeadores a excepción de James soltaron una enorme carcajada al notar la expresión de asco y sorpresa que el primogénito de los Potter había dado. Después de una larga explicación sobre lo asqueroso que había sido el tener imágenes mentales sobre solo Merlín sabe lo que aquel par de pelinegros hacían de parte de James y de cómo por eso había perdido el apetito, los conocidos como Merodeadores, satisfechos tres de ellos de lo que habían cenado decidieron regresar a su sala común, mientras el restante sólo podía quejarse del banquete que se había perdido por culpa de Sirius.

— ¿Necesitas hoy día también el mapa merodeador junto a la capa Sirius? 

— No, Adha tiene guardia hoy día.

— ¿Y ese milagro que no irás a acompañarla?

— No es como si no pudiera no estar con ella por mucho tiempo.

— En realidad, eso es lo que demuestras.

— ¿Hoy día es el día de fastidiar a Sirius?

— Yo diría que el día de traumar a James, pero lo tuyo tiene mayores fundamentos.

— Los mejores amigos del mundo, no hay duda.

— Lo sabemos Sirius, ahora, cierren la boca y dejen dormir.

— Parece que el lobito no está de humor.

— Creo que le ha llegado esos días especiales del mes.

— Toda la razón Pet, de seguro se encuentra en esos días.

— ¡Dejen de hablar de mi condición como si estuvieran hablando del periodo!

— ¡Pero así es más divertido!

— ¡Jodanse!

— ¡Que lobo más lisuriento el que tenemos aquí!

— Vayanse a la misma mandrágora

— ¡Paula se enterara de esto! 

Un gruñido seguido de unas cuantas carcajadas fue lo último que se escuchó en aquella habitación, puesto que justos momentos después de haberse calmado, cada uno se encerró en su propia mente para dejarse llevar por aquellas ideas que por las noches siempre nos atormentan para de a poco ir viajando a aquel lugar especial donde todo lo imposible parece ser alcanzable y lo inalcanzable parece ser posible ¿O era al revés? No es de importancia, porque el hecho está, en que  cada uno viajó al mundo que por decreto les pertenecía y en donde podrían ser quienes ellos quisieran. Descansando en el proceso que hacían las actividades más geniales en sus sueños.

•°•(...)•°•

El tiempo cumplió su función y pasó en un pestañeo, sorprendiendo a gran parte de los estudiantes al caer en cuenta que el día del amor y la amistad ya había llegado.

A dónde quieras que vayas veías a parejas entregándose obsequios o simplemente demostrando su tierno y dulce amor. Por otro lado, podrías ver a los pequeños compartiendo dulces con sus mejores amigos o burlándose de lo tontos que se veían los mayores sin saber que algún día ellos serían protagonistas de las escenas que les causaba risa.

Los elfos se habían lucido este año y el color que resaltaba en la comida era el rosa y rojo por los diferentes dulces que habían preparado con la temática de la festividad de hoy. Los chicos que se habían olvidado de la fecha habían aprovechado aquello para coger ciertos dulces y ponerlos en una caja para regalárselo a sus novias como si hubieran tenido preparado aquella sorpresa desde ya hace un tiempo. Aunque tampoco las chicas pudieron librarse del olvido de la festividad, por lo que agradecían que dos chicas nunca se les pasaba por alto esta festividad y siempre tenían preparado aquellos kit de emergencia que vendían para las olvidadizas. Las gemelas Slyffindor siempre aprovechaban la situación para su beneficio y si bien el dinero no era parte de sus preocupaciones, nunca hacía mal el buscar la manera de aumentar su capital ayudando a aquellas desesperadas muchachas.

— Y este de aquí está 10 galeones ¿Cuál desearás? – preguntó con una sonrisa la Castaña.

— Me llevo el de 5 galeones – la chica indicó.

— Muy bien, aquí está el presente – le entregó con una sonrisa – Esperamos su compra el próximo año – guiñó un ojo.

— Lo más probable es que así sea, por más que siempre apunto la fecha se me pasa – la compradora comentó.

— Es por eso que aquí están sus salvadoras – la pelinegra Slytherin apareció – Muchas Gracia por la compra.

— A ustedes más bien ¡Feliz San Valentin, Chicas! – se despidió la Tejones.

— ¡Feliz San Valentín, Isabella! – exclamaron las dos al mismo tiempo.

— ¿Qué tal van los ingresos? – preguntó Paula a su gemela.

— Nada mal ¿Aún nos quedan los de 20 galeones o ya se acabaron? Sabes que Carla siempre viene a buscar de esos – indicó Adhara.

— Son los que se acaban primero, pero sí, llegué a guardar uno – la castaña le pasó la caja de regalo mediana.

— Muy bien, entonces solo nos faltan los de cinco y quince ¿No?

— Y algunos de diez, este año no los han comprado mucho.

— Mmm, mañana coordinamos entonces mejor cual será los presentes del próximo año.

— ¿Y si mejor nos preocupamos el próximo año?

— Sabes que para ese entonces nos habremos olvidado de lo que vendimos hoy, no seas una vaga Pau.

— Bien – alargó la e la castaña – Pero solo si comemos pastel de lúcuma con chocolate.

— ¿Junto con tartaleta de fresa?

— Si que me conoces bien.

— Por algo soy tu gemela.

Ambas sonrieron y siguieron con su trabajo. El sol y el hambre les indicó que ya era hora del almuerzo, por lo que terminando de despachar a un par de chicas de quinto, tanto la castaña como la pelinegra empezaron a guardar todas las cosas que habían puesto en aquella habitación, además, de quitarle esos encantamientos que habían conjurado para que ningún profesor o varón se interese en pasar por aquel pasillo. Si bien no era considerado prohibido el vender cosas dentro de Hogwarts, tenían que mantener la confidencialidad de que sus clientes no habían comprado algo a último momento, es por eso mismo que siempre tenían una clientela regular, puesto que todos los presentes eran distintos y pareciera como si de verdad se hubieran esforzado en buscarlo desde hace semanas.

— ¿Entonces al final si tendrán su salida? – preguntó curiosa la pelinegra.

— Sorprendentemente sí – contestó la castaña – Desde el atentado en Hogsmeade Lily parece estar más interesada en James, por lo que cuando esté le propuso tener una pequeña salido hoy día ella accedió.

— Me alegro por esos dos, ya era hora de que la pelirroja reaccionara – comentó mientras doblaba la manta dónde habían puesto su mercadería.

— Lo dices porque no soportas al James depresivo de las madrugadas ¿Cierto?

— Lo dices como si tú fueras capaz de soportarlo.

— Touche. De entre las dos, eras la que más podía controlarlo.

— Míster Ego es un idiota sentimental pero también es un idiota con buenas intenciones.

— Tienes razón. ¿Y tú? ¿Qué planes tienes con el chucho?

— Ya sabes, ponerle la correa e ir a dar una vuelta ¿Y tu con tu lobo?

— Esperar a que llegue la noche y que no aúlle a la luna.

— Te comprendo, hay veces en las que Sirius también llega aullar, tiene un complejo de lobo.

— Y Remus uno de perro, creo que el tuyo le ha contagiado las pulgas porque no para de morder su cola.

— Nah, eso es porque por fin pudo atraparlo.

— ¿Entonces no le puedo poner ese collar antipulgas?

— Nop.

— Oh, hasta ya se lo había comprado y todo.

— Puedes regalármelo si quieres, Sirius ya va rompiendo cinco de esos collares, dice que le incomoda.

— Te lo vendo.

— ¿Dos galeones?

— Me parece bien un buen precio.

Terminaron de guardar las cosas y salieron en dirección al gran comedor, teniendo conversaciones parecidas como la anterior, hasta que cada una se sentó al lado de su pareja en la mesa de los leones.

— Feliz día, Cariño – saludó el licántropo mientras le daba un pequeño beso a su chica.

— Feliz día, Rems – devolvió el saludo después de separarse del beso.

Por otro lado, Sirius simplemente pasó un brazo por la cintura de Adhara para luego acercarla a él y darle un beso en la coronilla.

— Feliz día, Star – susurró en su oído.

— Feliz dia, Estrella – correspondió ella mientras le daba un beso en su mejilla rozando sus labios para tentarlo.

— Oh sí, Feliz día de la amistad querido Peter – ironizó James.

— Feliz día de la Amistad James – le siguió Peter.

— No te quejes, que después tienes tu cita con al Peli-Peli – Sirius habló.

— Y hasta donde sé, creo que hay una chica de Hufflepuff que esperes que la invites, Pet – le guiñó un ojo Adha al mencionado.

Remus y Paula solo fueron espectadores de cómo la pareja de pelinegros fastidia a los dos solteros de aquel grupo mientras que estos intentaban devolverle las bromas. Rieron por las ocurrencias de sus amigos mientras que por lo bajo hablaban de los planes que tenían, como bien había mencionado Paula a su gemela, ella junto con su Rems habían planeado tener una salida nocturna, lo más probable es que fueran a Hogsmeade por uno de los pasadizos secretos para luego irse dónde las tres escobas para tener una amena cena. Lo que Paula no sabía era que Rems había hablado con Rosmerta para que pudiera decorar la azotea del local y de esta forma cenar bajo la luz de la luna y las estrellas, agradeciendo a Merlín porque hace una semana había sido luna llena.

Por otro lado, después de las bromas mutuas, James les comentó que tenía planeado hacer un picnic en el campo de Quidditch junto a la Pelirroja, si bien varios habían tenido esa idea, el primogénito de los Potter había reservado la cancha desde hace una semana con permiso de la Jefa de su casa con la excusa de que supuestamente iban a tener una práctica aquel día.

— James, es obvio que la Profesora Mcgonagall sabe que no habrá práctica hoy – señaló Remus.

— No lo creo, parecía convencida de que hoy haríamos una práctica – James se negó a aceptar lo obvio.

— O eso es lo que te hizo creer – Peter señaló.

— Oh vamos chicos ¿Por qué Minnie me dejaría reservar la cancha si no fuera solo por una práctica? – cuestionó al aire pensando que nadie respondería

— Porque aunque lo niegue, ella también espera que tu y la pelirroja salgan de una vez – la pelinegra habló.

— ¿Y porqué Minnie quería eso?

— Son seis años de soportar la tensión entre ustedes ¿Crees que ella no se aburre de ello? – la castaña habló esta vez.

— Yo sigo creyendo que simplemente cayó en mis engaños – se despeinó el pelo con una sonrisa arrogante.

— Con ustedes Míster Ego, damas y caballeros – señaló Adha haciendo reír a los demás.

Siguieron conversando sobre temas variados y sobre los planes que tenían para ese día. A los minutos, el grupo de amigas de Paula se acercó para hacerles compañía, Lily tímidamente se sentó al lado de James, mientras que Alice se sentó al costado de Remus junto con Frank y Marlene junto a Peter. Tuvieron un almuerzo ameno, no lo puedo negar, por un momento habían dejado todas esas tensiones o problemas que ciertas personas tenían con otras y habían disfrutado de aquel lindo momento.

La única serpiente del grupo se tuvo que despedir de ellos, indicando que debía de ir a su mesa para hacerle compañía a sus amigos recién llegados. Ninguno objeto nada como era costumbre en ellos, lo más probable sea por qué sabían que ellos también debían de tener un momento con la pelinegra en este día de la Amistad.

O por la mirada que Adha les dirigió antes de pararse.

Sea la razón, la pelinegra los dejó, más el ambiente divertido creado por las constantes broma su conversaciones entre ellos no los abandonó, por lo que siguieron juntos hasta después de haber terminado de comer. Pasado los minutos la primera pareja en dejar la mesa de Gryffindor fue sorprendentemente la de Alice y Frank, quienes se despidieron diciendo que tenían una cita pendiente desde hace mucho tiempo.

— ¡No olviden que nadie sabe de qué casa es sin el Sombrero Seleccionador!

— ¡No cambien maderas como lo hacen las Mandrágoras!

— ¡Están grandes como para saber que él Hipogrifo no trae a los bebés! ¡Así que con cuidado!

Alice no pudo evitar sonrojarse por los comentarios de sus amigos, por otro lado Frank solo podía reírse a la vez que despeinaba a los líderes de los Merodeadores en un vano intento de que se callaran. Unos minutos después que los mencionados se calmaran, James decidió que era momento para que junto a su pelirroja fueran al patio de Quidditch dónde se realizaría el picnic que había planeado, la pelirroja accedió y ambos fueron los siguientes en salir del gran comedor.

En la mesa solo quedaba Sirius, Peter y la ya tan conocida pareja de Remus y Paula, quienes tenían su cita por la noche, así que simplemente aprovecharon para conversar sobre equis temas y comer algunos postres más. Al cabo de una media hora Sirius se despidió, diciendo que iría a buscar a su chica, Peter indicó que iría a la habitación, y por último, nuestra pareja de Castaños se decidió por ir hacia las afueras de Hogwarts para que recostarse bajo la sombra de un árbol mientras que Remus leía en voz alta el libro Muggle que habían comenzado para de esta forma esperar juntos a que sea la hora para ir a su cita.

• ° • (...) • ° •

— Solo espero que no me estes llevando directo a una sombra, James.

— ¿En serio crees que sería capaz de hacer eso en nuestra primera cita?

— En realidad...

— No, mejor no respondas.

Ambos compartieron una suave y sincera risa. Nuestra pelirroja Evans estaba vendada para que no viera hacia donde se dirigían mientras que el castaño Potter le tomaba de la mano y un poco de la cintura para poder guiarla, aunque tenía muchas dudas si era adecuado poner su mano alrededor de la  cintura de Lily puesto que no quería incomodarla.

Lily se percató que de a poco iban saliendo del castillo, los pasos y murmullos de los estudiantes se habían acabado desde hace tiempo, estaba segura que James la estaba llevando a algún lugar al aire libre, puesto que en ningún momento habían subido las escaleras y de sentía un cambio de aire mientras más pasos daba.

James sonrió y, rezandole a Merlín para que la sorpresa sea del agrado de la pelirroja, le quitó la corbata que había utilizado para vendarla. Lily pestañeó por unos momentos para poder acostumbrarse de nuevo a ver, cuando notó que el lugar en donde se encontraban era en medio del campo de Quidditch y frente suyo se encontraba una de esas típicas mantas rojas que utilizaban los gryffindor tendido en el césped, encima de este una canasta con solo Godric sabe que dulces.

— James esto es... — más no pudo hablar cuando al voltear a ver al castaño, encontrarse con un ramo de flores en vez que con la cara de James.

— ¿Demasiado cursi? — cuestionó con duda, la pelirroja solo sonrió mientras cogía el ramo de flores para luego observar al chico que siempre le había negado las salidas hasta ese momento.

— Es perfecto — terminó ella su oración causando un suspiro de alivio del castaño, quien se recompuso rápidamente para hacer amego a la tan buena educación que le habían dado.

— Pues de ser así ¿Quisiera usted acompañar a este joven a una muy linda tarde de picnic, señorita? — preguntó mientras extendía su mano.

— Sería todo un placer, Joven James — accedió ella.

Soltaron una risilla por lo tonto que de seguro se veían para luego sentarse en la manta, no sin antes dejar en un buen lugar del césped las flores para que no se estropearan, y comenzaron a sacar lo que James había preparado para comer aquel día.

Parecía que aquella canasta no tenía fondo, lo más probable es que de verdad no lo tenía, puesto que James no paraba de sacar y sacar varios platillos que curiosamente eran los favoritos de Lily. La mencionada no podía evitar sonreír al darse cuenta que de verdad James parecía muy entusiasmado por la salida que tenían.

James, quien en un principio no podía más con sus nervios, dejó de lado todo los temas que había practicado con los chicos para entablar una conversación con Lily cuando se dió cuenta que la charla salía de lo más natural entre ellos y que podían hablar de absolutamente todo sin ninguna restricción. Adhara si que tenía razón, no tuvo que haber perdido tanto tiempo en esas prácticas donde Sirius y James se hacían pasar por Lily para ayudarlo con los nervios.

— ¿Y es por eso que se enojó?

— ¡Sí! ¿Puedes creerlo? 

— En realidad, se me hace ver a Remus así.

— Es porque no lo conoces tan bien como nosotros, Pelirroja.

— ¿Estás seguro de ello?

— Obviamente, es uno de mis mejores amigos, conozco absolutamente todo de él.

— ¿Al igual que Black?

— Claro.

— ¿Entonces tú sí sabías de su relación con Adha?

— Por supuesto que... — James se quedó mudo y observó como Lily tomaba un poco del jugo de calabaza con una sonrisa — Esa si que fue buena,  me quito el sombrero por vos.

— No tienes sombrero James — señaló ella divertida.

— ¿Cómo que no? — sacó su varita e invocó una — ¿Y esto qué es? — las risas de la pelirroja causadas por el sombrero de vaquero que había invocado James no se hicieron esperar — ¿O se me ve mejor este? — preguntó mientras daba un par de toques a lo que traía puesto para convertirlo en uno de esos gorros de navidad.

James siguió cambiando sus gorros hasta que no se le ocurrieron más ideas, además, que quedó deslumbrado por la belleza que Lily emitía cuando se reía que simplemente no pudo evitar el quedar embobado al verla. 

— ¿Tengo algo?  — preguntó al notar la mirada intensa de su cita.

— Solo una muy hermosa y bella risa — respondió el sin pensarlo — Perdón yo... — reaccionó mientras se empezaba a sonrojar.

— No, no — Lily lo cortó — Esta bien, gra-gracias — murmuró con un sonrojo.

Ambos se quedaron sosteniendo tímidamente la mirada del otro, Lily pudo notar de nuevo aquel brillo en sus ojos mientras que James por primera vez notaba algo más que desagrado. James carraspeó, a sabiendas que no podía poner en otra situación más incomoda, por lo que se abstuvo de comentar lo hermoso que se veía su sonrojo que le hacía juego a sus brillantes ojos verdes y le preguntó acerca de sus aficiones.

Lily le comentó cada anécdota que recordaba, siendo completamente escuchada por James. El castaño pudo notar que la pelirroja nunca acababa de terminar una historia en concreto, sino, que se desviaba de historia a historia, más aún así solo la escuchaba y comentaba en ciertos casos, puesto que nada es más encantador para él que el poder tener ese hermoso momento, por fin su pelirroja se había sentido en confianza como para demostrar cómo es, y no cabía duda que se había enamorado una vez más.

•°•(...)•°•

— Y esta de aquí es su mesa — Rosmerta les sonrió a los dos — Qué disfruten su velada chicos.

— Muchas Gracias, Ross — la castaña agradeció.

— Oh, no es nada querida. Agradecele a tu buen acompañante, estuvo presente en todo momento para ayudarme con esta — la mayor se acercó a para murmurarle — no lo pierdas — le guiñó un ojo.

— No lo haré — Paula aseguró asintiendo.

— ¡No olviden cerrar las puerta cuando salgan! — indicó antes de desaparecer del tejado.

Paula sonrió, no existía persona más amorosa y amable que Rosmerta, habían formado una muy buena amistad con ella, a pesar de las edades, la confianza y el cariño mutuo estaba presente y eso todos los chicos lo valoraban, no a nadie le dejabas a su libre uso el tejado de tu local y lugar donde vives.

— ¿Te gusta cariño? — le preguntó el licántropo, después de haberla ayudado con su silla.

— Me encanta — sonrió mientras observaba el lugar.

El tejado estaba completamente iluminado por la luna, la cual no se encontraba llena, en ese momento se encontraban ambos sentados en la mesa del medio, que estaba tapada con un blanco mantel. Las velas flotaban alrededor, igual como las de hogwarts, aunque estas se trataban de aquellas rojas redondas que le daban un toque más romántico. Se escuchaba por lo bajo una dulce melodía donde el piano, el violín  y alguno que otro instrumento clásico más creaban. Era una de aquellas citas elegantes románticas a la que toda chica está acostumbrada de ver en las películas, por lo que Paula no podía sentirse más afortunada de tener a tan bella persona a su lado. 

Por otro lado, Remus solo podía disfrutar de la agradable cena que junto a su chica estaba teniendo, en pocos meses estaban por cumplir tres años y nuestro amado licántropo puede admitir que tuvo la mejor compañera en ese tiempo. La amaba, claramente lo hacía. Le encantaba el verla jugar y emocionarse cuando metía algún tanto, le encantaba escucharla hablar sobre sus delirios y locuras, le encantaba aquellas noches en las cuales lo único que ambos necesitaban era estar en los brazos del otro y sentirse queridos. Ella era sin duda una de las personas más importantes, era su apoyo y su compañera, su fiel escuchante y su más apreciado tesoro.

Las únicas testigos de su conversación fueron las estrellas, la luna se había centrado únicamente en que el brillo del amor que desprendían no opacara el suyo, por lo que les diré lo que estos seres de luz que están más lejos de lo que uno puede pensar escucharon. Ellas dijeron que el único momento en que sus ojos dejaron de ver al otro fue cuando debían de asegurarse que en su cubierto habían agarrado algo de la cena preparada. 

También dijeron que nunca habían presenciado un amor tan tierno como ellos, o por lo menos en ese momento, que se sentían únicas por ser escogidas como espectadoras de tal adorable baile que tuvieron, puesto que la mayoría de parejas preferían hacerlo bajo la luna. 

Comentaron que se sintieron especiales cuando fueron mencionadas por la castaña, ya que alegó que el cariño que le profesaba a su pareja era de la misma cantidad que eran ellas, siendo la primera vez que oían tales palabras provenir de una mujer.

Contaron que bajo su brillo, compartieron besos y abrazos, que en  un momento temieron porque se sentaron al filo del tejado, más se tranquilizaron al percatarse que ambos eran lo demasiados sobreprotectores como para tener la varita en mano por si algo sucediese.

Que en esa misma posición, Paula se apoyó en el hombro de Remus y juntos empezaron a hablar de lo que creían que era la vida, la muerte, el amor, la tristeza. En simples palabras, tocaron aquellos temas que solo con personas de extrema confianza puedes ser libre de hablar.

— Tal vez esto no sea un para siempre — dijo Paula, en relación al tema que hablaban: El futuro.

— Tal vez — coincidió Remus, sabía que todo podía cambiar, la vida y, en especial, el destino era tan impredecible que uno solo tenía que aprender a lidiar con él — Pero no por eso debemos de preocuparnos.

— Solo debemos de vivir y aprovechar — murmuró lo que muchas veces escuchaba decir a su gemela.

— Porque si estoy aquí y ahora contigo, es por elección — Remus le dio un beso en la coronilla para luego dejar otro en la mano de su chica que tenía agarrada.

— ¿Y si en algún momento...? — Paula no terminó de hablar, no quería invocar malas vibras, más su chico la conocía tan bien que sabía porqué lo decía

— ¿Nuestros caminos se separaran? No te preocupes por ello cariño, no nos pasará nada.

— ¿Y si algo sucede? No estamos en los mejores tiempos...

— Paula Valentina Lovegood Carrillo — Remus la tomó de la barbilla para conectar sus miradas — Si algo pasara, no me  arrepentiría de nada — su mano pasó a la mejilla de su pareja, dejando una leve caricia — Te amo cada día, sin mañana y sin ayer — la castaña sonrió con los ojos algo cristalizados — Y todo momento lo atesoraré. Pero no te preocupes por el futuro, por algo aún no vivimos en él — le sonrió con ternura.

— Te amo Remus — declaró.

Después de aquella conversación hubo muchas más, pero ninguna tan profunda como la anterior, y es que el confesar tus temores sobre el futuro siempre será lo más difícil que uno pueda admitir, más cuando encuentras a la persona correcta, ella te ayudará a ganarle a este miedo y hacerle frente. Las personas más valientes no son las que no tienen miedo, sino, las que enfrentan estos, y aquella linda pareja de castaños además del amor se daban valor, se ayudaban mutuamente a enfrentar los miedos del otro, no habría momento en donde el otro no tenga nadie a su lado porque constantemente tenían al otro a su lado.

Ante todo eran compañeros de vida, nada ni nadie podría contra ello.

• ° • (...) • ° •

— Lily y James tuvieron su cita en el campo de Quidditch; Remus y Paula de seguro se encuentran aún en la azotea de las tres escobas — el pelinegro comentó.

— ¿A qué viene eso? —  cuestionó divertida

— A que eres la única que se arriesga en escalar el castillo solo para llegar a tu lugar secreto y pasar la noche allí — Sirius habló mientras se aseguraba que pisaba en un lugar completamente  fiable.

— ¿Es a caso eso una queja? — cuestionó ofendida.

—  Claro que no cariño —  respondió con sarcasmo.

— Me alegra oír eso, porque tu sabías completamente en lo que te metías cuando quisiste tener una relación conmigo —  puntualizó  Adha —  ¿O no es cierto que eres la personas que más me conoces en todo el mundo?  —  se burló ella.

—  Oh claro, burlate de mí después de haberme obligado a salir desde la ventana de astronomía para trepar la torre y luego llevarme por encima del castillo al sitio especial —  teniendo de fondo la carcajada de su chica rodó los ojos.

—  Oh querido, lo dices como si no te estuvieras divirtiendo ¿O es que tenías en mente una de esas típicas veladas románticas que todos tienen en san valentín? 

—  No voy a decir nada porque me siento ofendido.

—  No mientas Sirius, ambos sabemos que no eres capaz de mentir y por eso no admites que tengo razón.

—  ¿Yo también tengo corazón, sabes? Yo pensaba llevarte en un paseo por escoba por todo hogwarts y luego proponerte ir hacia donde la luna nos dirija, aunque en verdad te llevaría a un bosque donde podríamos hacernos ver estrellas.

Adhara, quien se encontraba encima de una columna delgada volteó para observarlo con incredulidad. Sirius admiró como su chica tenía el cabello completamente alborotado por el aire y cómo a pesar de ello podía decir que ninguna veela superaría su belleza.

—Si no conociera las verdaderas intenciones detrás de aquellas palabras, podría haber admitido que es lo más romántico que me han dicho — Sirius no evito reír.

— A estado buena ¿No?

— Apurate chucho, ya falta poco para llegar.

— Te recuerdo que tu patronus es una linda y adorable perrita, así que no me ofendes, ambos somos chuchos.

— Gracias por el cumplido, más la diferencia está en que yo no tengo pulgas.

— ¡Hey! ¡Yo ya no las tengo!

— Pero las tuvistes  y a pesar de ello te negabas a ponerte el collar.

— Me veía ridículo.

— Correción, te veías guapisimo.

— No me pondré otra vez ese collar Dhara.

— ¿Ni siquiera lo harías por mi?

— Haría todo por y para tí.

— ¡Sirius! ¡Ya deja las dobles intenciones!

— ¡Eres tú la que lo interpreta de esa manera!

— ¡Pulgoso pervertido!

— ¡TU pulgoso pervertido!

Las carcajadas resonaron, más por la altura en la que se encontraban nadie dentro del castillo pudo oírlo. Sirius siguió con agilidad a su pelinegra, haciendo algunos comentarios de por medio, pero confiando plenamente en que no lo llevaría por un mal camino como para caerse.

— Y ahora tienes que saltar – anunció ella.

— No hay nada abajo cariño – frunció el ceño.

— Solo confía – le guiñó un ojo mientras se tiraba de espaldas.

El pelinegro se apresuró a intentar agarrarla más lo único que vió fue como, en vez de caer, simplemente desapareció. Se regañó mentalmente al acordarse que su querida novia tenía delirios por esconder cada cosa que encontraba con múltiples hechizos, por lo que solo dió un paso para de esta forma caer.

— Y decías que venir hasta acá no valía la pena – la pelinegra mencionó divertido sal observar como a su chico se le iluminaba la cara al ver el lugar – Te conozco completamente cariño, sabía que te encantaría – comentó mientras apoyaba su mentón en el hombro del contrario

— Eres toda una arrogante – dijo mientras seguía observando aquella sala, que tenía una estética especial, por así decirlo, era la réplica exacta de la sala de reuniones que ambos pelinegros habían dibujado cuando eran niños.

— TU arrogante – se puso delante de él mientras se colgaba de su cuello.

— Estás en lo cierto – admitió él para luego darle un casto beso.

Sirius sonrió antes de cargarla y que su chica enredara sus piernas en su torso. La llevo hasta uno de los sofás que habían en el lugar para luego dejarla allí. Las admiro por un rato, para luego echarse encima de ella.

— Sirius pesas – se quejó ella divertida.

— Pero si nunca te quejas en otros momentos... – murmuró mientras se escondía en su cuello – ¡Hey! ¡No jales mí cabello! – se quejó al sentir el tirón que le había dado.

— Pero si nunca te quejas en otros momentos – repitió ella son una sonrisa.

Sirius solo sonrió para luego acomodarse junto a ella y abrazarla estando frente a frente.

— No utilices mis palabras en mi contra, cariño — advirtió él.

— ¿Por qué no debería? Recuerda todo lo tuyo es mío, en especial tu — comentó mientras quitaba algunos de los largos cabellos que su chico poseía ya que le tapaban la cara.

— Creo que me debería cortar el cabello — mencionó él.

— Te verías guapo, no lo puedo negar pero, sabes que siempre te preferire con el cabello largo.

— Pero es un fastidio — bufó él — No sé cómo ustedes pueden tenerlo tan largo.

— Para algo se crearon los moños y trenzas — le sonrió mientras que  le robaba un beso.

— No dejaré que me hagas trenzas raras en mi cabello — negó él.

— Cruel — respondió ella — Pero puedes trenzarlo tu, no por nada aprendiste a trenzar mi cabello de pequeños — se encogió de hombros.

— Nunca me salían bien, recuerdalo.

— No te salían bien porque le agregabas florcitas y no sé qué tanto.

— Vale, entiendo el punto.

— Además, si no quieres trenzas, podrías comprarte vinchas.

— No, paso. Recuerda que la vez que me puse una se enredó con mi cabello y me quitó varios mechones.

—Quejica, solo fueron unos cuantos pelitos.

— ¿Me estás diciendo quejica? ¿A mí?

— Y sordo también, al parecer cariño.

Adha rió al ver como Sirius empezaba a comportarse como un niñito resentido, por lo que se acercó a él para darle algo de amor, mas como todo niño engreído este solo volteó su cara sin querer recibirle nada, haciendo que la risa de la pelinegra resonara más.

— Oh vamos, que estamos en San Valentín — se quejó ella  — No puedes estar así por un comentario.

— ¿Me estas retando? 

— No, pero si insistes, me podría ir de aquí y hacer compañía a... — más no pudo terminar porque Sirius la abrazó con fuerza antes de siquiera poder hacer el amago de pararse.

— Tu te quedas aquí — demandó él en un murmullo.

Ambos sintieron como la piel de la pelinegra se erizaba, Sirius se había aprovechado de nuevo de la debilidad de Adha habiendo murmurado en el cuello de esta, una risa ronca resonó en la habitación, no cabía duda que el pelinegro amaba fastidiar a su chica en todo momento, en especial cuando se trataba de su lugar favorito, el cual no era un lugar como tal, sino, que era ese espacio entre el hombro y la cabeza de su chica, específicamente el cuello de esta, lugar donde podía sentir el aroma de su chica, donde podía fastidiarla con tan solo respirar cerca de allí, donde podía dejar besos y sobre todo, donde se podía sentir completo y en paz.

Sirius amaba estar allí, es por eso que Adha nunca se quejaba, por más que le fastidiara, no podía negar que también amaba esos pequeños besos o murmullos que daba, pero sobre todo, amaba que en cualquier momento y en cualquier lugar él se escondí allí, sin importarle que alguien más los viera o que comentaran sobre eso.

Ambos se sentían completos con el otro, ambos podía ser quienes quisieran sin vergüenza alguna, porque sabían que tenían el total consentimiento y apoyo de otro, y que llegado el caso se defenderían con uñas y garras. Ellos se protegían, se cuidaban, se querían se amaban, no necesitaban de citas super bien organizadas porque al fin y al cabo lo único que necesitaban era al otro.

Si bien se daban de vez en cuando detalles bonitos, como la saga de libros que Sirius le regaló ese día a Adha o la casaca de cuero y las entradas de aquella banda que Adha le compró a Sirius, estos tenían el mismo e igual valor que las pequeñas notas que se compartían en clase o los momentos en donde simplemente estaban allí ellos dos abrazados y compartiendo momentos.

No había necesidad de palabras,  no había necesidad de nada a menos que sea la compañía del otro. Y eso es lo que más les gustaba de su relación , lo único importante era el otro y no nada material ni siquier los comentarios o personas. Si bien Sirius se había comportado celoso y protector por culpa del estúpido águila, era porque sabía la incomodidad que Adha sentían cuando estas situaciones pasaban y sobre todo porque hacía que el alegre humor de su chica decayera y se transformara en impotencia y rabia. Sirius nunca iba a permitir que su pelinegra se vea afectada por otros, por ello la actitud que tomó en esa situación.

— Podríamos quedarnos aquí por un día entero — Sirius exclamó.

— ¿Qué hay de los chicos? Se preguntaran donde estamos — ella  comentó.

— Sabrán que estamos juntos  y no harán nada.

— Y aún así, se preocuparon por no vernos ni siquiera en el mapa.

— Nah, sospecharan que utilizastes uno de tus trucos de nuevo.

— ¿La comida? 

— Los elfos nos adoran, no habría problemas. Además, hay otras cosas que podemos comer.

— ¡Sirius! ¡no! — gritó al sentir como el mencionado le mordía— ¡Joder, duele!

— Vamos nena, no es momento de gritar eso — dijo para luego volverla a morder

— ¡Sirius Orion Black Tercero, Basta! 

— Está bien, está bien — acepto él.

— Un día de estos me dejaras una marca y quiero saber como explicaremos eso.

— Siempre puedes utilizar tu metamorfomagia, cariño.

—  Oh, no lo digo por mi, si tu me dejas alguna marca recuerda que yo tambien lo puedo hacer — Adha se acerco lentamente al cuello de su pelinegro — Y creo que sería buena idea que todos vean que ya tienes a alguien que te satisface — rozó sus labios por la piel de Sirius más no los juntó aún.

— Adhara... — advirtió — Ni te atrevas a ... ¡Oye, eso duele! ¡No tan fuerte, joder! — expresó al sentir como la pelinegra también lo estaba mordiendo.

— Eso es para otro momento, cariño.

— ¡Adhara Cassiopea Mía Jones Smith!

— ¡Sirius Orion Black Tercero!

— ¡Está vez te pasate!

— ¡TU comenzaste!

— ¡Dejá de gritarme!

— ¡Tu me estas gritando!

— ¡Deja de morderme!

— ¡Tu me mordiste primero!

— ¡Deja de echarme la culpa!

— ¡Deja de comenzar tus oraciones con deja!

— ¡Adhara!

— ¡Sirius!

— Eres molesta.

— Y tu un cargoso.

— Idiota.

— Imbécil.

— No me digas imbecil.

— Eres un imbécil.

— ¿Así? Entonces este imbecil te va a enseñar las consecuencias de haberme mordido.

— ¿Y debería de temer?

— Oh, claro que sí.

— Mmmm, yo creo qe no.

— ¿Otra vez retandome?

— Creo que ya debes de saber la respuesta, mi amor.

— Sí, claro que lo sé.

Sonrieron y sin más comenzaron a besarse. Ellos se habían sentado a la hora que habían comenzado aquella discusión, por lo que Sirius la atrajo hacía él de tal forma que Adha quedara a horcajadas, sintiendo como de apoco ambos entraban a una situación más elevada. No era la primera vez que pasaban por ello, de hecho, su relación comenzó con una escena familiar, por lo que simplemente dejaron de preocuparse por todo y divertirse. 

Adha abrió la camisa de su pareja sin importarle que rompiera los botones, mientras que Sirius repetía su acción, ambos quedaron sin la parte superior de su ropa, el deseo de sentirse el uno al otro era cada vez mayor, por lo que los roces entre sus sexos también aumentaron.

Sonrieron cada vez más, las ropa terminó por desaparecer más la satisfacción y excitación nunca abandonaron su cuerpo, de apoco llegaron a aquella cúspide, donde todos los sentimientos se encontraban revueltos y lo que más predominaba era la satisfacción y el amor.

Porque ellos se deseaban carnalmente, y a la par, se amaban con su alma.

Y no había mejor satisfacción que encontrar a aquel que es tu todo. Siendo este sentimiento solo superado por el momento en que uno se entera que el otro también lo considera su todo.

Porque el amor y el deseo es importante, pero la reciprocidad de estos sentimientos lo es aún más.

•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•°•

10532 palabras

¿Ya vieron que llegamos a los 104K de leídas?

Quedé 👁️👄👁️

Nunca pensé que este fanfic recibiría tal apoyo de ustedes, no saben lo feliz que me hacen sentir.

Los amo y quiero como no tienen una idea, son el motivo por el que esta historia sigue siendo escrita.

Gracias a todos los que han acompañado esta historia desde el inicio.

Gracias a todas aquellos nuevos lectores que han llegado.

Gracias por sus votos y comentarios.

No saben lo feliz que me hace el ver todas aquellas interacciones que hacen con la historia.

Espero que hayan disfrutado de este maratón, aunque me haya demorado en publicar este capítulo xd.

Juro que intentaré publicar lo más rápido posible, pero por favor, tenganme paciencia, ando en el último trimestre y si quiero mantener mi puesto para poder entrar con algo de beca a la universidad me debo de esforzar :3

Recuerden que no existe imposibles, que todo se logra, que solo deben de aceptarse, quererse y confiar en vosotros, de esta forma serán más que felices y lograran todo.

Como dicen: Si alguien más lo hizo, entonces yo también puedo hacerlo. Si aún nadie lo  ha hecho, entonces yo seré el primero.

Repitiendo:

Los ama y quiere

Una Slytherin,
no tan Slytherin





Posdata:
Siento lo kk que
debe de haber estado las
citas de Jily y Remla, comprendan
que la que más inspiración me da es la de Adharius porque, a comparación
de las otras, está es más
juguetona y muy
apasionada.

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