24: Un cuento de dos monstruos y un chico desgraciado
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Idearon un plan. Volverían a Morte Actum. Si no podían encontrar una grieta, abrirían una. Volverían, pero no lo harían con las manos vacías. No encontraron a su Alma Gemela, y seguramente no la encontrarían jamás, pero eso no sería un problema. Si el universo no estaba dispuesto a darles lo que querían, ellos estaban más que preparados para arrancárselo de las manos.
Kim Taehyung fue el blanco perfecto. Ya no mantenía comunicación con sus padres y vivía con su hermana mayor. Había dejado la universidad y apenas tenía conocidos, mucho menos amigos. El problema de Taehyung eran sus novios, pero eso tampoco era una desventaja tan grande. Significaba que a Taehyung le atraían los chicos, lo cual era un punto a favor de ellos. Además, sus novios habían destruido a Taehyung. No tenía ni un ápice de confianza en sí mismo, así que sería fácil jugar con él. Meterse en su cabeza (literalmente). Llenar sus pensamientos con oscuridad y, finalmente, llevárselo a Morte Actum.
Al decidir por completo que sería Taehyung, empezaron a espiarlo. A seguirlo, a memorizar su rutina. La forma en la que Taehyung actuaba, cómo se vestía, cómo caminaba. Las cosas que escribía y terminaba tirando a la basura.
Si un ser vivo está tan vulnerable, un demonio puede entrar en su cabeza y hacer lo que le plazca. Solo para probarlo, Jungkook decidió intentarlo una vez que Taehyung estaba dormido. Las cosas no salieron como él esperaba, su oscuridad contaminó los sueños de Taehyung y los transformó en pesadillas horripilantes. Pero había sido tan divertido, había sido tan estimulante perseguir a Taehyung, abrazarlo y lamer su piel, que Jungkook no pudo parar de invadir sus sueños.
El seifuku había sido una añadidura personal, solo por diversión.
Jungkook lo había decidido. El plan era suyo y de Yoongi, así que, una vez lo llevaran a Morte Actum, Taehyung sería de ambos. Pero Jungkook no quería eso. Jungkook quería a Taehyung para sí solo. Taehyung era suyo, no estaba dispuesto a compartir algo tan preciado.
Así que le sugirió algo a Yoongi. No se lo llevarían sin más, armarían todo un espectáculo. Harían creer a Taehyung que todo era un sueño, y luego lo harían escoger. Jungkook o Yoongi. El chico que Taehyung escogiera sería el ganador, y el premio sería el mismo Taehyung.
Yoongi aceptó, sin saber que Jungkook se metería en la cabeza de Taehyung a tal punto que el pobre iluso se obsesionaría con él. Jungkook manipularía los pensamientos de Taehyung para que solo pudiera pensar en él. Jugaría con la situación a su antojo para que ese juego macabro con Yoongi se inclinara a su favor.
Tenían el plan, y Yoongi se las había arreglado para abrir una grieta a Morte Actum en un callejón de la ciudad, ahora solo necesitaban la excusa perfecta para llevarse a Taehyung (al alma de Taehyung. Su cuerpo... sería bastante inútil en Morte Actum).
Y esa excusa, la última parte que necesitaban para completar su plan, apareció una tarde lluviosa, en el cumpleaños del único amigo del desgraciado de Kim Taehyung. Park Jimin rasgó la envoltura del regalo, encontrándose con la caja de un CD. Lo inspeccionó, mirando al chico que le dio el regalo con ceño fruncido.
—¿Y esto? No conozco este juego.
—Pensé que te haría bien jugar otro tipo de juegos —señaló el chico de hoyuelos—. No te preocupes, aún hay sangre y muerte y eso, como te gusta.
—¿Es un juego de romance?¿Y la protagonista es una chica?
—No es fácil encontrar otomes con chicos protagonistas, ¿sabes? Valora el esfuerzo.
Taehyung se asomó discretamente, interesado en el juego. Jungkook también lo hizo, y la solución a todos sus problemas apareció con un título pixeleado de letras ensangrentadas: Blood Rain.
—¿Quiénes son estos chicos? Parecen sacados de un anime genérico —dijo Jimin con desagrado. Una chica salió de la multitud corriendo hacia él, señalando a las siluetas de la portada del CD.
—El chico de cabello rosa es Haruto, es como un niño pequeño, pero en realidad oculta un pasado algo... oscuro. El de cabello azul se llama Harua, es un narcisista, no lo recomiendo. Y el de cabello verde y anteojos es Maki —Hyejin suspiró, mirando a Jimin con ojos de ensueño—. Es mi favorito.
—¿Sabes? Dicen que las personas que juegan esa cosa terminan en el hospital. Namjoon te acaba de regalar una maldición en forma de CD —dijo un chico pelinegro, codeando a Jimin con diversión. Jimin puso los ojos en blanco.
—¿De verdad crees esas cosas, Sunghoon?
—No, solo te estoy advirtiendo.
—Taehyung, ¿quieres probarlo conmigo esta noche?
—A-Ah, no hace falta —Taehyung se negó con una sonrisa apenada—. No me gustan ese tipo de juegos.
Pero Jungkook vio los ojos encendidos de Taehyung cuando se acercó. Sabía bien que, en el fondo, Taehyung guardaba una morbosa curiosidad por lo que se escondía detrás del CD. Taehyung jugaría Blood Rain si se presentaba la oportunidad, no había duda. Y Jungkook aprovecharía esa oportunidad a como diera lugar.
Mientras Jungkook seguía con sus ojos clavados en Taehyung, Yoongi empezó a espiar a Park Jimin. No precisamente a él, sino lo que sucedía en la pantalla de su computador cuando jugaba Blood Rain. Tomaba nota de los escenarios, las personalidades de cada personaje, lo que sucedía en el juego. Y, mucho más importante, a meterse en la cabeza de Jimin. Hacerle creer que lo que veía era diferente, a confundir y a cambiar los nombres en su pantalla.
Y empezaron a replicarlo a escala real en Morte Actum.
Descubrieron que, mucho después de que ellos abandonaron el lugar, las almas perdidas que eran exiliadas de los edificios encontraron una forma de no convertirse en bestias. La transformación se debía a la oscuridad que consumía sus cuerpos, y esa oscuridad se acumulaba solamente en las zonas del bosque en las que habían árboles. Los campos abiertos eran una zona segura, en la que las almas perdidas podían construir sus hogares y vivir una vida pacífica.
Jungkook y Yoongi aprovecharon eso. Volvieron a Morte Actum, no como ese par de ángeles inocentes, sino como dos demonios, poderosos e intimidantes, que secuestraron almas perdidas y las obligaron a trabajar para ellos. Su chico más fiel fue Kim Seokjin, un aldeano que incluso les había entregado el territorio en el que se encontraba su cabaña para que ese par de desquiciados construyeran su edificio endemoniado: Una escuela exactamente igual a la del videojuego de Park Jimin.
Esta confianza ciega en Seokjin, que lo había dado todo por ellos, hizo que lo escogieran como el tercer integrante para completar el papel que faltaba. ¿Maki, Harua y Haruto? No, para Jimin y Taehyung ellos serían Yoongi, Seokjin y Jungkook.
Lo único que faltaba era llevar a Taehyung.
El día había llegado. Por la mañana, después de que despertara de otra pesadilla con Jungkook, Yoongi envenenó el desayuno de Taehyung usando frutos de Morte Actum (extremadamente peligrosos para los humanos vivos). Hasta que la sustancia hiciera efecto, tendrían el tiempo suficiente para que Jimin, siendo controlado como una marioneta por ellos, hiciera que Taehyung jugara Blood Rain. Y, en el momento exacto en el que el veneno cumpliera su función y Taehyung muriera, su alma terminaría irremediablemente en Morte Actum.
Pero Jungkook y Yoongi serían más rápidos que la Salvadora. En lugar de despertar en uno de esos edificios llenos de almas y ángeles, Taehyung despertaría en un salón de clases, el que habían construido justo para él. Todos cumplirían su papel a la perfección, y Taehyung no sospecharía nada. En el momento dado, lo pondrían a escoger entre ellos tres.
Seokjin no era una opción, le habían dado la orden de actuar de la manera más insoportable posible para que Taehyung ni siquiera lo considerara (si llegaba a escogerlo y su plan se arruinaba, pondrían a dormir a Taehyung y exterminarían a Seokjin, volviendo a intentar todo desde cero).
Lo único que quedaba era descubrir si escogería a Yoongi o a Jungkook.
Aunque Jungkook sabía bien la respuesta a esa pregunta.
¿Quién pensaría que su plan no saldría como esperaban? No contaban con que Seokjin los traicionaría. Además, Taehyung era una marioneta, pero no era un imbécil. Se daría cuenta de que algo andaba mal, querría averiguar la verdad en algún momento, pero ya sería demasiado tarde.
Taehyung estaba muerto también.
Todos ahí lo estaban.
Era muy tarde...
¿Cierto?
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¡Nos leemos luego!
— Noduru.
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