22: Un cuento de dos niños pt. 2
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—¿Purgatorio? —Jungkook frunció el ceño. La cabeza le dolía y toda esa situación era difícil de creer— Entonces, ¿estamos en este limbo para purificar nuestras almas? ¿Y luego qué? —se rió con sorna. Parecía un mal sueño— ¿Reencarnar?
—Se supone que tendríamos que hacerlo. Todas las almas que se quedan en este lugar están destinadas a reencarnar después de un proceso de purificación.
Jungkook miró al chico por unos segundos, entrecerrando los ojos.
—¿Por qué dices que se supone? ¿Acaso nosotros no... ?
—No, Jeon Jungkook. Somos niños, morimos antes de lo que estaba planeado. No vamos a reencarnar.
El silencio consumió la habitación por un momento. Jungkook bajó la mirada hasta sus manos. Se arremangó la camisa blanca y se observó las muñecas. No había rastros de ningún moretón o cicatriz. Su piel era limpia y pulcra como la de una muñeca de porcelana.
—¿Cómo sabes mi nombre?
—Todos hablan de ti. No es muy común que niños lleguen a este lugar, así que la noticia corre por todos lados.
—¿También eres un niño?
—Tengo tu edad —respondió, sonriendo.
Jungkook se aclaró la garganta.
—¿Qué van a hacer con nosotros?
—Van a convertirnos en ángeles.
A Jungkook se le escapó una carcajada.
—¿Ángeles? ¿Con alas y eso?
Se quedó callado al ver que su broma no le causaba ninguna gracia a Yoongi.
—Vi un par allá afuera. Sí tienen alas. Escuché que son quienes ayudan a las almas a viajar al Plano Terrenal para terminar con sus pendientes y así reencarnar con normalidad.
—Entonces... los ángeles no reencarnan.
—Los ángeles están atrapados aquí para siempre.
—No quiero ser un ángel —dijo Jungkook con seguridad, apretando los puños. Yoongi sonrió sutilmente—. Quiero vivir, hay demasiadas cosas que no hice cuando estaba vivo... Que no pude hacer... Quiero vivir. También tenemos pendientes, ¿por qué no podemos viajar al Plano Terrenal?
—Ya te lo dije, porque somos niños.
—¡Esa no es una buena razón!
—Tenemos demasiados pendientes, Jungkook. Un viaje al Plano Terrenal no solucionará nada.
—Entonces volvamos y quedémonos ahí. Es mejor que estar aquí para siempre.
—Seríamos fantasmas, Jungkook. Nadie nos vería, nadie nos podría tocar. ¿De verdad quieres eso?
Jungkook quería recuperar su vida. No su vida antes de morir, no quería volver a ser ese saco de boxeo que no servía para nada más aparte de ser golpeado. Jungkook quería una segunda oportunidad, una oportunidad para hacer todo lo que no pudo hacer.
—¿No existe ninguna otra forma?
—No lo sé. Te dije lo que escuché en los pasillos, aún no sé mucho sobre este lugar —el chico se miró las manos y una pequeña sonrisa curvó sus labios—. Tenemos tiempo para averiguarlo. La ceremonia de conversión es a fin de mes.
—¿Cuánto tiempo falta?
—Unas tres semanas.
Jungkook miró al chico a los ojos.
—¿Quién eres?
—Mi nombre es Min Yoongi.
—¿Cuándo llegaste aquí?
—Hace dos semanas. Aunque no sé bien cuánto tiempo pasa desde que mueres hasta que traen tu alma a este lugar... —sonrió infantilmente—. Tal vez morí mucho antes que eso.
—Eres muy joven, ¿tuviste un... —el recuerdo golpeó la memoria de Jungkook, las luces cegadoras y el claxon del camión retumbando en su cabeza— accidente o algo así?
Yoongi no respondió por unos segundos, y luego se rió con tristeza.
—Mis padres tenían deudas que tardarían más de cien años en pagar. Iban a rendirse, pero no querían que mis hermanos o yo heredáramos las deudas. Así que decidieron que lo más conveniente era que todos nos rindiéramos.
Jungkook lo observó por un momento.
—¿Qué significa eso?
—Suicidio, Jungkook. Toda mi familia se quitó la vida —la seriedad con la que respondió le heló la sangre a Jungkook. Yoongi apartó la mirada—. Si hubiera sabido que esto pasaría, habría intentado escapar... Pero ahora es muy tarde para arrepentirse. ¿Qué hay de ti?
—Un accidente automovilístico. Me arrolló un camión.
—Mi muerte es mucho más original.
—¿Es una competencia?
—No —Yoongi le extendió su mano—, ¿tienes hambre?
—¿Las almas pueden comer? —preguntó, tomando la mano de Yoongi, quien le dio un pequeño apretón. Jungkook sintió un escalofrío recorrer toda su espalda; Yoongi estaba frío como un cadáver.
—Este lugar funciona diferente. Aquí, es como si siguiéramos vivos. Podemos comer, podemos tocarnos entre nosotros y tocar cosas. Pero creo que ya notaste que no es lo mismo —Jungkook miró sus manos, ¿Yoongi también sentía su mano helada?
Mientras caminaban por los pasillos en dirección al comedor, Yoongi le explicó a Jungkook lo que había entendido de ese lugar. Morte Actum era el sitio por el que pasaban las almas antes de reencarnar. Habían cientos de edificios como ese allá afuera, rodeados de un frondoso bosque en el que estaba prohibido entrar. Algunas almas no pasaban más de uno o dos días antes de ser admitidas a su siguiente vida. Otras se quedaban en esa residencia, reflexionando sobre su vida para descubrir cuál era el pendiente que no les permitía avanzar.
Presentaban este posible pendiente como una propuesta a la líder del lugar, una ángel a la que todos llamaban Salvadora. Si ella lo aprobaba, un ángel acompañaba al alma en su viaje al Plano Terrenal para completar ese pendiente. Las almas no podían interactuar demasiado con los vivos en el Plano Terrenal, pero si eran cosas pequeñas, como entregar un regalo o visitar un lugar por última vez, eran fáciles de cumplir. Si el alma no avanzaba después de regresar a Morte Actum, tenía otra oportunidad para reflexionar y encontrar otro posible pendiente.
Al viajar, tanto el ángel como el alma eran invisibles para todos los demás.
Si el alma permanecía más de quince días en Morte Actum sin avanzar a la siguiente vida, sería desterrada al bosque.
Nadie sabía qué es lo que pasaba en el bosque, pero lo que estaba claro era que las almas que ponían un pie sobre el bosque nunca regresaban.
Jungkook y Yoongi tenían un plan, que habían armado minuciosamente hasta el día de la ceremonia. Esperarían a ser convertidos en ángeles y luego escaparían del edificio. Las almas no sobrevivían al bosque, pero quizás los ángeles sí. Robarían un par de libros de la biblioteca y aprenderían por su cuenta a viajar entre Morte Actum y el Plano Terrenal. No necesitaban de las clases que la Salvadora impartía a los ángeles principiantes, ellos lo harían a su manera.
Habían escuchado en el comedor que, al volver al Plano Terrenal, había una persona (viva) que podía ver y tocar a almas y ángeles: su Alma Gemela. Era fácil saber si habías encontrado a la tuya. Si un humano, en lugar de pasar de largo, hacía contacto visual contigo o lucía sorprendido al verte, definitivamente era tu Alma Gemela. Además, podías confirmarlo acercándote e intentando tocarlo.
Si realmente eran almas gemelas, no importaría que uno no tuviera un cuerpo físico y el otro sí. Su conexión sería tan estrecha que podrían tocarse.
Jungkook y Yoongi querían encontrar a sus Almas Gemelas, querían volver a sentirse vivos por un segundo.
Así que, una semana después de la ceremonia, cuando ya habían recibido las clases básicas de cómo controlar sus alas y volar, Jungkook se escabulló al despacho de la Salvadora y robó las llaves de su habitación y la de Yoongi. Por la noche, cuando los ángeles dejaban de patrullar los dormitorios y todos estaban dormidos, salió a escondidas de su cuarto y corrió al dormitorio de Yoongi para abrirle la puerta. Esa misma tarde antes de escapar, Yoongi ya había llenado un bolso con la mayor cantidad de libros de la biblioteca. La seguridad no era tan buena, así que salir no fue tan complicado como creyeron. La razón era obvia: ¿quién entraría, por cuenta propia, al bosque? ¿Quién en su sano juicio lo haría, teniendo techo y protección en aquel edificio?
Ese par de jóvenes ingenuos, por supuesto.
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¡Nos leemos luego!
— Noduru.
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