20: Mentiras descubiertas y verdades tambaleantes
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Las piernas de Seokjin, largas y esbeltas como todas las partes de su cuerpo, estaban cruzadas, una sobre otra. Sostenía los sobres que había traído, que parecían ser más de cinco, sobre su regazo. Estaba sentado sobre una de las sillas de madera, que había volteado para mirar a Taehyung, que seguía sentado en el suelo. Se inclinó hacia adelante y apoyó su rostro en la palma de su mano, sonriendo.
—¿Cómo estás, Taehyung? ¿Qué tal te está tratando la noche? —preguntó con tono tranquilo. Había encendido las luces del salón y le puso seguro a la puerta. (Jungkook había dicho que la puerta del club no tenía seguro. Jungkook mintió). Taehyung seguía respirando agitadamente y el sudor hacía que el cabello se le pegara en la frente, pero la presencia de Seokjin parecía un rayo de luz entre todo el absurdo de la situación— Yo he tenido mejores noches, para ser sincero...
—¿Qué es eso? —preguntó, su voz saliendo más temblorosa de lo que le habría gustado. Señaló los sobres en el regazo de Seokjin, cuya sonrisa se volvió más grande.
—Voy a mostrártelo, Taehyung. No te apresures. Solo necesito... —movió la cabeza de lado a lado, mirando el techo con gesto pensativo— confirmar unas cosas antes.
—¿Qué cosas? —volvió a cuestionar Taehyung. Su voz no solo había sonado nerviosa, sino que agresiva y desesperada. Tragó saliva. En cualquier momento se lanzaría sobre Seokjin y le arrebataría lo que buscaba.
—Quiero que respondas unas preguntas, Taehyung. Necesito saber que estás listo para saber la verdad —descruzó las piernas y se sentó erguido sobre la silla, ordenando los sobres y mirando por encima de ellos a Taehyung—. ¿Vas a responder con sinceridad lo que te preguntaré, Taehyung?
—Sí...
—¿Lo prometes?
Taehyung se quedó callado, la voz de Jungkook haciendo eco en su cabeza y retumbando contra sus oídos. Promételo.
No había roto la promesa de Jungkook. No había salido del salón.
Esto, esto que estaba por hacer con Seokjin, ¿no sería como romper la promesa?
—Lo prometo —dijo con seguridad, mirando a Seokjin a los ojos.
La sonrisa de Seokjin desbordaba satisfacción. Ladeo un poco la cabeza y dejó los sobres sobre la mesa, apoyando los codos sobre las rodillas.
—Dime, Taehyung... ¿Crees que esto —extendió las manos— es un juego? —Taehyung no respondió. Se encogió y miró sus propios pies. Seokjin rió un poco— Déjame ser un poco más claro, ¿crees que este lugar está, literalmente, sacado de un videojuego? ¿Crees que por arte de magia entraste a este lugar?
Taehyung lo pensó por unos segundos.
—No —respondió, poco convencido.
—Bien, ¿crees que Jungkook y Yoongi son lo que dicen ser?
Esta pregunta le costó un poco más. Podía responder con toda seguridad que Yoongi no lo era, pero admitir en voz alta que Jungkook probablemente le ocultaba más cosas de las que aparentaba era complicado. Quería seguir viviendo en esa tonta ilusión en la que todo lo que importaba eran él mismo y Jungkook. Quería sostener su mano, volver a estar cerca de él, quería acariciar su cabello y besarlo. Quería hacer todo eso aún siendo consciente de que Jungkook probablemente era un monstruo en realidad.
Pero quería saber qué clase de monstruo se ocultaba detrás de Jungkook, y para eso necesitaba la ayuda de Seokjin.
Carraspeó.
—No —terminó por decir, y Seokjin se inclinó hacia adelante, extendiendo su mano y acariciando el cabello de Taehyung como si se tratara de un perrito. Taehyung se quedó helado.
—Muy bien, Kim Taehyung. Una última pregunta —levantó su dedo índice en el aire. La sonrisa pronto se desvaneció de su rostro, su mirada tornándose oscura en un instante—: ¿Quieres saber la verdad?
Era lo único que quería, lo que lo había estado carcomiendo desde el segundo uno. Desde el momento en el que se desmayó sobre la computadora en su habitación, cuando cayó por ese abismo oscuro, cuando despertó frente a Jeon Jungkook en este extraño mundo. Las sensaciones que Jungkook provocaba en él habían nublado esa sed de verdad por un segundo, pero en el fondo Taehyung siempre quiso entender qué mierda estaba sucediendo con él.
—Sí, es lo que más quiero.
—Está bien, estamos listos entonces —Seokjin se dejó caer sobre el respaldar de la silla y miró hacia arriba, soltando un poco de aire—. Creo que lo mejor sería sacarme la peor parte de encima. Un buen golpe hará que el resto de cosas no parezcan tan malas. Es como —movió sus manos— lanzarte un balde de agua fría.
—Concéntrate —pidió Taehyung, abrazando sus propias piernas. Seokjin rió y se pasó las manos por el cabello. Tomó una gran bocanada de aire.
—Sí, lo siento. Taehyung —lo vio directamente a los ojos, recomponiéndose en un segundo, completamente serio.
Cualquier rastro de diversión que hubiera existido en los ojos de Seokjin desapareció. Taehyung se preparó mentalmente; algo grande estaba por venir. No podía ser tan malo. No tenía realmente ninguna idea de lo que Seokjin estaba por decir, pero continuó convenciéndose de que no sería tan malo. Jungkook era un monstruo, Yoongi también. ¿Seokjin también lo sería?
No estaba preparado para lo que estaba por venir. Nadie estaría preparado para lo que estaba por venir. Al propio Seokjin le costó pronunciar las palabras.
—Taehyung —pronunció su nombre con severidad, llamando por completo su atención. Taehyung cerró los ojos. No podía ser tan...
¿Podía ser peor de lo que imaginaba?
—¿S-Sí?
—Jungkook y Yoongi —abrió los ojos de par en par, tan inclinado hacia adelante que en cualquier momento caería de la silla— están muertos.
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¡Nos leemos luego!
— Noduru.
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