19: Piel con piel, corazón con sangre y manos enredadas
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Estar encerrado en un espacio pequeño con Jungkook hizo que Taehyung descubriera el calor que podía desprender un cuerpo humano, la velocidad con la que la sangre podía subir a sus mejillas y qué tan desagradable era sudar con un uniforme escolar. Su corazón no se había calmado ni por un segundo en la última hora. Cada suceso lo aporreaba sin piedad, cada descubrimiento peor que el anterior, cada situación más desesperante que todas las que había vivido esa noche.
Tener el cuerpo pegado al de Jungkook era, sin duda, la más desesperante de todas.
Podía sentir todo, de pies a cabeza. El chico de sonrisa torpe estaba detrás de él, respirándole en la oreja, con los brazos sosteniéndose de las paredes del armario para estabilizarse. El cabello de Jungkook le hacía cosquillas en la nuca. El rostro de Taehyung ardía, y todo su cuerpo quemaba al entrar en contacto con el de Jungkook. Se estaba derritiendo.
Y la sensación era extrañamente familiar.
No quería voltearse, porque entonces podrían perder el equilibrio y la caída alertaría al asesino que, ya desde hace unos dos minutos, había entrado al salón del club y se encontraba merodeando, sospechosamente evitando acercarse al armario. Taehyung podía ver todo desde una pequeña abertura en la puerta: El zorro daba vueltas alrededor de la mesa, ojeaba los archivos y se acercaba a la ventana.
Pero no parecía dispuesto a buscar en el armario, aún si este era el lugar más obvio en el que una víctima se escondería.
Al mismo tiempo, lo que más deseaba Taehyung era ver la expresión que Jungkook tenía en ese momento, ¿estaría tan acalorado como él? ¿Taehyung produciría en Jungkook los mismos efectos que Jungkook producía en él?
Quería acercarse más, aunque parecía imposible. En ese pequeño compartimiento, básicamente se habían vuelto uno solo. Incluso cuando existía el espacio suficiente para que se separaran un poco, para que pudieran respirar sin que sus alientos se mezclaran, Jungkook se había mantenido lo más cerca de Taehyung en todo momento, acorralándolo contra una de las paredes de madera.
Después de esperar por un rato, El zorro por fin decidió salir del cuarto, confirmando su ausencia al cerrar la puerta. Taehyung soltó un suspiro aliviado, extendiendo la mano para abrir la puerta, pero Jungkook se acercó más, dejándose caer sobre él y aplastándolo contra la pared, evitando que alcanzara la puerta. La mente de Taehyung se quedó en blanco. Su corazón errático dejó de latir de repente para volverse un pedazo de carne inerte que se negaba a responder. Su cuerpo se volvió de piedra, sus extremidades se entumecieron. Jungkook estaba sobre él.
—Espera —susurró Jungkook, con sus labios pegados al oído de Taehyung. Su aliento era cálido y parecía tener la respiración entrecortada—. Solo un poco más, ¿sí?
Taehyung no respondió. No porque no quisiera, sino que más bien ninguna parte de su cuerpo parecía dispuesta a hacerle caso. Su garganta estaba seca, su mirada perdida y su cuerpo tan duro como la piedra. Incluso mover la cabeza de abajo hacia arriba unos dos centímetros como asentimiento (a esa distancia, Jungkook distinguiría cualquier movimiento, incluso diminuto) parecía imposible.
Jungkook tomó el silencio como un sí.
Los minutos siguientes se sintieron eternos. Como un sueño bizarro del que Taehyung despertaría completamente sudado y con un fiebre tal alta que se volvería a desmayar.
E, ingenuamente, no quería que ese sueño terminara.
—¡Taehyung! ¡Jungkook! —alguien abrió la puerta y entró al salón gritando sus nombres.
Jungkook gruñó, alejándose de Taehyung y abriendo la puerta. Una vez fuera del armario, Taehyung sintió que sus pulmones se llenaban otra vez y que una ráfaga de viento frío golpeaba su rostro. La ventana estaba abierta. De seguro había sido El zorro. Taehyung levantó disimuladamente la mirada: Todo lo que había allí afuera eran árboles. Kilómetros y kilómetros de bosque frondoso. Qué... extraño, es lo único que alcanzó a pensar, antes de regresar su atención al recién llegado.
—Los estaba buscando por todos lados, imbéciles —dijo Yoongi, claramente irritado. Se acomodó los lentes y frunció el entrecejo—. ¿Dónde estaban? Terminé hace siglos con los baños y Seokjin no aparece por ningún lado. Los chicos del grupo de estudio también están por irse, tenemos que apresurarnos si queremos salir de aquí.
—¿Encontraste algo? —preguntó Jungkook. El chico inocente y de sonrisa despreocupada desapareciendo. Se cruzó de brazos. Su tono era frío y su rostro, inexpresivo. La mirada de Yoongi también se volvió severa.
—No —respondió, sin más. Taehyung no sabía qué pensar de ese intercambio silencioso de miradas asesinas. El silencio se prolongó un poco más, hasta que Yoongi terminó por carraspear —. Jungkook, sal un momento. Quiero hablar contigo de algo.
—¿Es importante?
Yoongi miró a Taehyung por un momento fugaz, volteándose en cuestión de segundos en dirección a la puerta.
—Es importante. Cállate y ven conmigo.
Jungkook puso los ojos en blanco. Yoongi salió del salón, dejando la puerta abierta para que el otro lo siguiera. Taehyung no hizo nada, ¿tenía que hacer algo? Al parecer, era un asunto que lo involucraba, pero uno en el que no tenía derecho a participar u opinar. Así que lo mejor era quedarse ahí y esperar a que los otros arreglaran sus diferencias. Si era algo que debía saber, estaba seguro de que Jungkook se lo contaría.
Si, por el otro lado, era algo que no debía saber...
No debía ser importante.
O eso prefería pensar.
—Taehyung —dijo Jungkook, sonriéndole apenado y poniendo una mano sobre su hombro—, volveré enseguida. Quédate aquí, ¿sí? Vendré a buscarte cuando termine con Yoongi.
—Está bien.
—Quédate aquí.
Taehyung tragó saliva.
—Sí.
—Promételo.
Así que en definitiva era una conversación que no tenía que escuchar, o que más bien Jungkook no quería que escuche. Estaba bien, todos tenían secretos. Si Jungkook quería ocultarle cosas a Taehyung estaba en todo su derecho. Pero, ¿por qué este secreto, que parecía ser uno enorme, le causaba tanta curiosidad a Taehyung? Recordó el incidente con Seokjin en la tarde, la pelea que tuvo con Jungkook debido a este archivo peculiar dentro del archivador que, casualmente, estaba detrás de él. Si Jungkook lo dejaba solo en el salón del club, podría echarle un vistazo a ese archivo.
Podría encontrar la verdad detrás de Blood Rain. La verdad detrás de Jungkook.
La verdad de por qué se sentía tan irracionalmente atraído hacia él.
La forma de salir de ahí.
O, aún más tentadora, la forma de quedarse con Jungkook para siempre.
Su vida afuera de Blood Rain (su vida real) era aburrida. Rutinaria, vacía. Los únicos que valían la pena eran Jimin y su hermana mayor. Pensar en ellos de repente envió una ola de tristeza a su pecho. Taehyung tragó saliva.
—Lo prometo, Jungkook.
Jungkook no lucía convencido, su sonrisa parecía empezar a titubear, pero terminó por asentir y darle una palmada a Taehyung en el hombro antes de salir de la habitación tras Yoongi. Taehyung esperó, sin moverse ni un centímetro, y contó en su cabeza hasta veinte. Se acercó con pasos cuidadosos a la puerta y se asomó con cuidado: El pasillo de clubes parecía completamente vacío. Al confirmar que esos dos se habían alejado lo suficiente, cerró la puerta y se acercó al archivador. Recordaba a Jin dando saltos por el salón, soltando todo ese discurso que, hace un momento, parecía no tener ningún sentido. Lo recordaba sacando ese sobre en específico mientras almorzaba con Jungkook, la forma en la que Jungkook se alarmó ante la posibilidad de que Taehyung revisara el contenido del sobre.
Taehyung se mordisqueo el labio inferior mientras daba paso tras paso en dirección al archivador, mirando a ambos lados como si alguien lo vigilara, como si Jungkook fuera a salir del armario en cualquier momento para encontrarlo haciendo tal estupidez. ¿Qué haría Jungkook si lo encontraba? Se abalanzaría sobre Taehyung como lo hizo con Seokjin, le arrebataría el sobre y lo tiraría por la ventana.
Jungkook no estaba aquí.
Taehyung podía hacer lo que sea, revisar cualquier archivo. No había nadie ahí.
Era el club paranormal, ¿algún fantasma estaría observando, siendo testigo de su crimen?
Sus dedos temblorosos flotaron encima de los sobres de manila, tan ansiosos como asustados. Los agarró con cuidado, abriendo uno por uno los sobres y revisando minuciosamente su contenido. En su mayoría eran documentos sobre supersticiones. Aliens y teorías conspirativas, seguramente escritas por Yoongi y temas que habían tratado anteriormente en el club. Se encontró otra vez con el archivo de El zorro, y las fotografías de los asesinatos volvieron a helarle la sangre, obligándolo a mirar hacia otro lado.
Al terminar, su corazón dio un vuelco. Volvió a revisar todos los archivos, un poco más descuidado esta segunda vez, sin encontrar ni uno que mencione a Jungkook. Se rió por lo bajo, empezando a reírse más y más alto. Tiró todos los sobres sobre la mesa del club y volvió a revisarlos, vertiendo su contenido sin orden y mezclando todas las hojas. No podía ser en serio. Alguien había sacado el sobre de Junngkook.
Soltó una última carcajada frustrada y arrojó todos los papeles de un manotazo. Lo documentos sobre gatos negros y extraterrestres salieron volando, las fotos sangrientas destellando frente a sus ojos en un festival de confetti. Taehyung no podía dejar de reír. Se dejó caer en el suelo, junto al archivador, y abrazó su propio cuerpo. Sus ojos ardían y era cuestión de tiempo para que empezara a llorar.
Era ridículo. Toda esta situación...
Empezaba a ser demasiado para él.
El viento que se colaba por la ventana caía justo sobre él y hacía volar un par de papeles más. Escondió su rostro entre sus piernas. Solo tenía que esperar a que Jungkook volviera. Jungkook le explicaría las cosas. ¿Por qué buscar respuestas a escondidas si podía preguntarle directamente?
Porque Jungkook no respondería sus preguntas.
Nadie respondería sus preguntas. Ni Jungkook, ni Yoongi, ni Lisa. Quizás podría buscar el salón en el que los chicos de esa clase estaban estudiando... si es que ellos en verdad existían.
Respuestas... respuestas... ¿Quién... ?
Había una sola persona que tenía las respuestas que Taehyung buscaba y que parecía dispuesta a responder sus preguntas, una por una. Solo había una persona que no parecía consumida por este lugar sacado de un videojuego. El chico que le dio el discurso extraño sobre qué es real y que no, ese que intentó mostrarle el archivo en primer lugar.
Seokjin.
Como si lo hubiera llamado al pensar en él, alguien abrió la puerta. Taehyung levantó la mirada, encontrándose con esa sonrisa ladina y el lunar bajo el ojo derecho. Seokjin jadeaba, como si hubiera corrido por un largo tiempo antes de llegar ahí. Sostenía algo en la mano derecha. Los ojos de Taehyung se iluminaron al ver qué era: Un par de sobres.
—Taehyung —dijo en un jadeo, sonriendo y bajando la mirada. Se detuvo un rato, recuperando el aliento, y entró en la habitación. Cerró la puerta, riendo al ver el desastre de hojas que era ahora el salón del club. Sus ojos volvieron a Taehyung—, te estaba buscando.
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• • •
¿Por fin conoceremos la verdad?
¡Nos leemos luego!
— Noduru.
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