16: Decisiones mortales y Decepciones inquebrantables
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Antes de que Taehyung pudiera formular pregunta alguna, Jungkook le dio un apretón en la mano y los tres lo arrastraron hacia las escaleras. Las subieron en un silencio sepulcral. Seokjin iba notoriamente más adelantado que el resto, dando la impresión de estar andando por su propia cuenta. Mientras tanto, Jungkook y Yoongi intercambiaban miradas y se dirigían gestos incomprensibles, como discutiendo sin voz. Taehyung no hacía nada más que dejarse llevar. Había llegado al punto en el que no contaba con la capacidad mental como para siquiera intentar descifrar lo que pasaba.
No era un sueño, definitivamente no lo era. Las palabras de Seokjin y lo recientemente sucedido con Lisa daban vueltas en su cabeza, enredándose en un rompecabezas que parecía carecer de la pieza clave para ser armado. Cuando llegaron al fin de las escaleras, el camino se dividía en tres: Dos pasillos igual de oscuros que el anterior, uno a la derecha y otro a la izquierda, con numerosas puertas esparcidas por las paredes; por otro lado, tenían frente a ellos más escaleras que parecían conducir a lo desconocido. Seokjin se paró frente a ellos, extendiendo ambos brazos como presentando el panorama.
—Bien, creo que ha llegado el momento de dividirnos en equipos —anunció, con esa mirada siniestra clavada en Taehyung—. Yo puedo ir al segundo piso, conozco a algunos chicos de la clase 3-B que podrían ayudarnos. Yoongi revisará los baños —señaló hacia arriba, y Yoongi se cruzó de brazos, asintiendo con la cabeza—, dicen por ahí que han encontrado cadáveres en el cubículo más alejado. Y, por último, Jungkook revisará el pasillo de los maestros y los clubes—se acercó un poco y miró hacia los lados, como a punto de contar un secreto —. Dicen que la maestra Zhou suele dejar su puerta abierta y que guarda archivos interesantes en su escritorio.
Taehyung esperó a que le asignaran un lugar. Evidentemente no quería deambular por esa escuela solo, aún menos teniendo en claro que no se encontraba en un sueño y que había un asesino suelto por ahí, pero ya podría quejarse después de escuchar qué zona le tocaría cubrir. Miró a Jungkook tras unos segundos de no recibir nada, pero éste se limitaba a mirar a Seokjin con el entrecejo fruncido. Jin, mientras tanto, observaba a Taehyung con expresión incrédula, como si él también esperara a que algo más pasara.
—Oh, ¡oh! ¡Cierto! —exclamó Seokjin de repente, riendo falsamente y dándose palmaditas en la frente a sí mismo— ¡Taehyung! Qué divertido, lo olvidé por completo... ¿Qué haremos con el pobre de Taehyung? Es demasiado frágil como para dejarlo ir solo por ahí... ¿Deberíamos emparejarte con alguien? Esto es emocionante, sumamente intrigante, ¿a quién elegirá Taehyung para seguir esta travesía?
Jungkook le soltó la mano. Taehyung pudo sentir que tenía la palma sudada, y pensar que podría tratarse del sudor de Jungkook le causó un satisfactorio revoltijo en el estómago. Yoongi también se alejó un poco, parándose a la derecha de Seokjin. Jungkook no tardó en hacer lo mismo, posicionándose en el lado izquierdo, de forma que los tres lucieran como postres exhibidos en el mostrador de una pastelería.
Taehyung se mordió el labio inferior, con una fuerza que le sacó un poco de sangre. Se la tragó con el nerviosismo recorriéndole la garganta y continuó mirando inquieto a los chicos frente a él. Sabía de sobra lo que estaba sucediendo, estaba consciente de que había llegado el momento que marcaría por completo su destino: Tenía que escoger.
Los tres chicos, tal y como robots programados, le extendieron su mano al mismo tiempo. Taehyung se sintió como en un baile propio de la realeza, teniendo a tres príncipes que lo pretendían pidiéndole que los acompañara en una pieza de baile.
Solo que esta vez no tendría que bailar, tendría que escapar de un asesino en una escuela que parecía más ficticia que real.
Su mano vaciló un poco. Tenía la opción clara en su cabeza, tanto que casi podía escuchar la voz de Jimin gritándole en el oído que escogiera a Jungkook. Tampoco tenía que pensarlo tanto, la decisión había estado tomada desde el primer momento, pero le hacía ilusión meterle algo de dramatismo a la situación. Seokjin lo miraba como si tuviera completamente en claro que no lo escogería a él, pero tampoco le importara para nada. Yoongi, en cambio, desparramaba esperanza a través de esos gruesos lentes, y lucía a punto de lanzarse encima de Taehyung y agarrar su mano él mismo.
Jungkook...
Jungkook desbordaba seguridad. Él lo tenía tan claro como Taehyung, Jungkook ya tenía la medalla de oro colgando del cuello. No necesitaba ninguna confirmación, no tenía la menor duda de que la verdadera alma gemela de Taehyung era él.
Se tomaron de las manos, y la sensación que ambos sintieron en sus pechos fue similar a una ráfaga de electricidad que los recorría de pies a cabeza. Estaban firmando un contrato con el destino, afirmando aquello que ya sabían desde el momento en el que se miraron por primera vez. Enlazaron sus dedos y fue como si el mundo a su alrededor desapareciera, como si el suelo se rompiera y ellos quedaran flotando en el aire. Taehyung imaginó un listón invisible que unía sus manos, Jungkook se sintió más vivo que nunca.
Era el momento que ambos habían esperado por tanto tiempo...
No solo estaban sellando su destino.
Estaban rompiendo el corazón de Yoongi en mil pedazos.
Taehyung salió del trance al escuchar la risa ronca y dolida de Yoongi, quien se quitó los lentes y se frotó los ojos con la manga de la camisa. Seokjin dejó de extender su mano para colocarla en su cintura y empezar a reírse con tono altanero. Jungkook seguía demasiado embriagado por la sensación como para prestarle atención a algo más que no fuera Taehyung.
—¡Bien! Taehyung escogió. Está decidido —Seokjin juntó sus manos, mirando a todos y luego mirando a ambos lados. Le dio una palmada amistosa a Yoongi, casi empujándolo hacia las escaleras. Yoongi no dijo nada más, y empezó a arrastrarse hacia ese lugar como un cadáver andante. Seokjin le sonrió a Taehyung, aunque no había ningún rastro de buenas intenciones en esa sonrisa—. De todos modos, se necesitan dos personas para revisar dos pasillos, ¿cierto? Suerte, muchachos —se giró para desaparecer dentro de su lugar designado, pero se detuvo tras dar un solo paso. Miró a Taehyung de reojo y le sonrió, una sonrisa que lució sincera por primera vez desde que se conocieron—. No mueras, Taehyung. Es demasiado pronto, dura un poco más, ¿sí?
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¡Nos leemos luego! ♡
— Noduru.
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