13: La condena de la marioneta andante
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Mientras Taehyung dormitaba en el piso de un salón de clases desconocido, se preguntó si recordaría ese sueño cuando despertara. La pregunta no tardó en cambiar, ¿siquiera era un sueño? Estaba durando demasiado para seguir tratándose de una ensoñación, pero eso a Taehyung no le molestaba. Le confundía, claro, pero lo estaba disfrutando. Su estómago se retorcía, ansioso por comida, por lo que Taehyung supuso que se acercaba la hora del almuerzo. ¿Cuánto tiempo habían pasado en el salón del club?
Yoongi seguía sentado, con un libro de bolsillo en la mano y los ojos hundidos dentro de las páginas. Taehyung, en algún momento, se acercó lo suficiente como para ver qué tenía tan concentrado al chico de anteojos: The Silence of the Lambs de Thomas Harris. Seokjin seguía rebuscando entre los sobres de manila que se acumulaban en la repisa, más centrado en encontrar algo con lo que entretenerse que en descubrir información que les fuera de ayuda. Solamente tenían las fotografías, el resto de carpetas estaban llenas de investigaciones sin sentido sobre fantasmas y monstruos, propiedad de Yoongi.
En cuanto a Jungkook, el chico había abandonado el salón en busca de alimentos, con la torpe excusa de que también vigilaría si alguien se acercaba al salón. Aún así, no tenía mucha importancia que algún guardia o maestro los encontrase, puesto que Yoongi dijo que varios estudiantes de segundo año se quedarían esa noche en un grupo de estudio, por lo que sería fácil librarse de un castigo si los encontraban. Taehyung seguía convencido de que todo aquello carecía de sentido, ¿por qué les permitirían a los alumnos estudiar por la noche si había un asesino suelto por ahí? Seokjin había dicho que quizás el colegio estaba más involucrado en el asunto de lo que parecía, como si la verdadera identidad del El zorro fuera la de alguno de los maestros, o la del mismo director del colegio, pero esa era una teoría demasiado rebuscada.
Cuando estaba a punto de rendirse ante el sueño, se despertó de golpe al escuchar como Yoongi se levantaba del asiento, dejando el libro sobre la mesa y caminando hasta la puerta. Se detuvo un momento, volteándose hacia Taehyung.
—Iré a buscar a Jungkook, está tardando demasiado —sonrió un poco. Era la primera vez que Taehyung lo veía sonreír de verdad—. ¿Quieres que te traiga algo?
—Creo que la tienda de la escuela sigue abierta. Agradecería mucho un sándwich de pollo —dijo Jin, dejando a un lado los sobres y dedicándole a Yoongi una sonrisa burlona.
—Le preguntaba a Taehyung. No a ti, imbécil.
Seokjin rió, regresando su atención completa a los sobres. Taehyung abrió la boca, dispuesto a contestar, sorprendiéndose de lo seca que estaba su garganta. Tragó una gran cantidad de su propia saliva, tosiendo un poco, e intentó devolverle la sonrisa a Yoongi.
—Tengo un poco de sed.
Yoongi movió la cabeza y salió del salón. Taehyung cada vez se sentía más solo. Lo había percibido desde que se separó de Jungkook hace poco más de treinta minutos: aquel desolador vacío que se asentaba en su interior, como si fuera una cáscara sin relevancia, como si algo le faltara. Esa pieza faltante le rozaba los dedos cada vez que se acercaba a Jungkook. Inclusive Yoongi le transmitía cierta familiaridad cuando lo miraba, pero el caso de Seokjin era inquietante y distinto. Aquel muchacho le contagiaba tal incomodidad que podía sentir en los vellos de su piel su carencia de humanidad, como un cuerpo sin alma que se esforzaba por sonar como un humano más. Como un actor que se ha integrado a tal punto con su personaje que es difícil distinguirlo, pero Taehyung podía advertir que Seokjin ocultaba algo más bajo la sonrisa blanquecina y el lunar bajo el ojo, algo siniestro.
—¿A quién elegirás, Taehyung? —preguntó Seokjin, sin mirarlo. Taehyung se quedó en silencio, buscando con ojos desencajados algo en la habitación, algo que le permitiera escapar de la pregunta— Puedes ser sincero conmigo, muchacho. Sé que no me escogerás a mí, está claro, pero me carcome la curiosidad —sonrió de oreja a oreja, aquella mueca perturbadora asfixiaba a Taehyung— Soy un fanático del espectáculo, como sabrás, así que espero que elijas con cuidado.
—No sé de lo que hablas.
—Una mala elección podría costarte la vida, ¿sabes? Yo sé mucho de eso, de lo que pasa por la cabeza podrida de esos dos —con uno de los sobres, señaló la puerta, refiriéndose a Jungkook y Yoongi—. Ni siquiera he convivido tanto tiempo con ellos, pero unos pocos días han sido suficiente para saber lo retorcidas que son sus mentes.
Taehyung esperó. Esperó y esperó, rogando que sus impulsos no lo controlaran, pero la lengua comenzaba a picarle. La removió en su boca, intentando tragarse las palabras, pero tenía que admitir que estaba interesado en lo que Seokjin podría llegar a decirle. ¿No había pasado tanto tiempo con ellos? ¿Qué significaba eso? Mentes retorcidas... Claramente se encontraba intrigado.
—¿Qué hay de ti? Tengo el presentimiento de que eres el más retorcido entre los tres —espetó, sin medir la brusquedad en su tono.
Eso hizo reír a Seokjin, y Taehyung no supo si eso era bueno o malo. La mirada de Seokjin brilló, tomando cierto sobre y pasando los dedos sobre la superficie, tanteando el borde superior mientras miraba a Taehyung de reojo. Había algo en ese sobre, Taehyung lo sabía, y Seokjin también. La tensión lo abrazaba por la espalda, incitándolo a arrebatarle el sobre de un salto, pero consiguió controlarse, deseoso de que el mismo Seokjin se lo entregara.
—¿Cómo es que aún no te das cuenta? Solo estás esperando a que ellos te lo digan, ¿verdad? ¿O eres tan ingenuo que aún no lo sabes? —Seokjin jugueteaba con el papel, probando la paciencia de Taehyung, probando su deseo de conocer la verdad— Quizás yo soy el ingenuo...
—¿De qué diablos estás hablando?
Escondiendo el sobre detrás de su cuerpo, Seokjin empezó a pasear por el salón, balanceándose con diversión y dando vueltas mientras soltaba risas dolorosas. Taehyung se limitó a observarlo, sus cejas juntándose cada vez más. Jin se subió en la mesa dando saltos sobre las sillas, y Taehyung casi pudo imaginárselo como el bufón de una corte, o un trapecista desquiciado en algún circo. Estaba seguro de que Seokjin había perdido la cabeza, pero, teniendo en cuenta la situación en la que estaba, no le hubiera sorprendido que él mismo la hubiera perdido mucho antes.
—¿Aún crees que esto es un sueño, Taehyung? —dijo Jin, cuando finalmente se detuvo. Tenía los ojos tan abiertos que Taehyung creyó que se saldrían de su rostro en cualquier momento— Oh, no es real, joven iluso. Casi nada en este lugar lo es —su sonrisa se tornó sombría mientras se inclinaba un poco hacia adelante, moviendo el sobre frente a Taehyung, tentándolo. Cuando Taehyung no pudo más, se levantó y, en un instante, intentó agarrar el sobre de un salto, pero Seokjin lo alzó hasta que quedara fuera de su alcance—. Pero, te aseguro, que esto tampoco es un sueño.
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Bastante sospechoso, ¿no? ;)
¡Nos leemos luego! ♡
— Noduru.
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