09: Terrible bonhomía
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Se sintió demasiado pesado, como si ese no fuera su cuerpo. Al mismo tiempo, creyó ser tan liviano como una pluma, flotando en el aire con delicadeza, pero no tardó en darse cuenta de que estaba cayendo al vacío con fuerza, como si fuera tan pesado como un auto. No podía abrir los ojos, o tal vez los tenía abiertos, pero no podía ver nada por la oscuridad en la que estaba. Taehyung no se sentía como sí mismo en ese momento. ¿En dónde estaba? ¿Qué estaba sucediendo? Por dentro, el pánico de estar descendiendo sin un final aparente le exprimía los pulmones. Quería gritar, lo deseaba tanto, pero no podía. Era como si su cuerpo hubiera perdido toda conexión con su alma. Empezó a dejarse llevar, rendido ante las fuerzas de la desesperación absoluta, y la curiosidad se pudo sentir en sus labios.
¿A dónde lo llevaría esa caída interminable?
A una muerte segura, tal vez, o probablemente despertaría en su cama, débilmente arropado, con el edredón en el suelo y la respiración aterrada, aliviado al saber que solo era una pesadilla. No le hubiera sorprendido que el chico del seifuku apareciera súbitamente, incluso hubiera parecido reconfortante.
Minutos pasaron, ¿horas, quizás? La mente de Taehyung era un completo caos, pero pasado un tiempo, escuchó algo. Una voz, o varias voces. Una risa. Un suave susurro que se acercó a su oído con cuidado, que lo acarició, lo besó, y murmuró su nombre con una dulzura que Taehyung saboreó, encantado, sometiéndose en poco tiempo a, quien sea, fuera dueño de aquella voz. Una vez más, el mareo amenazó con aparecer, golpeando su cabeza y su cuerpo con rudeza, pero a Taehyung no le importó. Ya no se sentía enfermo, se sentía abrumado después de escuchar una voz tan melodiosa y placentera. Anhelaba volver a escucharla.
—Taehyung —susurró otra vez el extraño, tan cerca que pudo sentir que se lo decía en el oído—. Taehyung, despierta. Tienes que despertar, Tae. Hazlo.
Las palabras eran una caricia en el corazón de Taehyung, que latía con una rapidez insana debido a la situación exasperante, pero que empezó a detenerse ante la presencia de tal sonido deleitoso. Podía resultar que el desconocido lo esperaba al final del túnel, y lo atraparía cuando Taehyung llegara. Realmente esperaba que fuera así.
—Taehyung —sintió un singular cosquilleo en la nariz. Pudo percibir un pequeño tacto en las mejillas, como si alguien estuviera tocándolo— ¡Taehyung!
Abrió los ojos, tan rápido y asustado, inhalando con una fuerza descomunal. Entonces notó que los había tenido cerrados todo ese tiempo, mas no se encontraba en su habitación, y estaba bastante seguro de que no estaba muerto. Las voces llegaron con claridad esta vez. Eran murmullos, conversaciones alegres de personas desconocidas, ruido. Miró a su alrededor, con la confusión aprisionando su pecho: Estaba en un salón de clases. ¿Por qué estaba en un salón de clases? La indudable incomodidad abrazó su cuello. No había estado en un lugar así desde la preparatoria, y no había ni un solo día en el que hubiera disfrutado su etapa como estudiante. Sus compañeros eran un cúmulo de ratoncitos sin cerebro que emanaban un insoportable aroma a sudor. En la escuela, nunca tuvo demasiados amigos, y eso tampoco le afectaba. Jimin llegó en la universidad.
Parpadeó, y percibió que sus ojos pesaban como dos ladrillos enormes. Seguía un poco cansado, las extremidades le dolían. Se encontraba acostado sobre sus brazos, sentado en uno de esos escritorios de madera barata que había en las escuelas. Echó la cabeza hacia adelante, dispuesto a dormir y despertar de aquel sueño ridículo, pero una mano desconocida agarró su cabeza. Brincó sobre el asiento, y una persona se arrodilló junto a él, sin soltarlo. Taehyung sintió que iba a vomitar, las emociones se almacenaban en su estómago hasta llegar al punto en el que no cabía nada más ahí. Tragó su propia saliva, tres veces, intentando deshacerse del sentimiento nauseabundo, pero la sensación nerviosa seguía intacta en su interior. Definitivamente vomitaría.
Vomitaría sobre Jungkook.
¿Qué estaba sucediendo?
—No puedes volver a dormir, Tae —dijo Jungkook, sonriente. Los ojos de Taehyung seguramente eran un poema, uno demasiado confuso y aturdido— No falta mucho para que las clases terminen, entonces aguanta un poco, ¿sí?
Ya no era un dibujo en su pantalla, un montón de píxeles sin vida, no. Ahora era un ser humano, con piel y órganos y huesos. Con una sonrisa tan encantadora y unos ojos tan brillantes, tan reales. Llevaba puesto una camisa azul cielo, una corbata de un marrón rojizo y un pantalón café, y Taehyung pronto notó que él también estaba usando lo mismo. Probablemente era el uniforme escolar. No había llevado uno desde hace varios años. La camisa era apretada e incómoda, pero a Jungkook le quedaba bastante bien. Su cabello era un desastre, y el contorno oscuro bajo sus ojos le daban un aspecto descuidado, pero cautivador a la vez. Sin siquiera darse cuenta, Taehyung estaba sonriendo.
—Tu hermana dijo que volviste a desvelarte leyendo anoche. ¿Por qué sigues haciéndolo, Tae? No creo que quieras terminar como yo —rió, y sonó casi como la risa de un niño pequeño. Taehyung ya no quería vomitar, ahora quería llorar.
Esas manos seguían sosteniendo su rostro. Era suave, cuidadoso, incluso parecía ser delicado, como si Jungkook estuviera intentando ferozmente que Taehyung no se rompiera, justo ahí mismo, frente a él.
—Jungkook —pronunció Taehyung por lo bajo, solo para confirmar que no era un invento de su imaginación, que no estaba confundiendo horriblemente las cosas. Jungkook giró un poco su cabeza y su sonrisa se ladeó, divertida, como diciendo "sí, soy yo, Taehyung". Esa fue la acción definitiva para convencerse a sí mismo de que todo era un sueño. Pero, desde el fondo de su corazón dolido, podía afirmar con total sinceridad que era el mejor sueño que había tenido en toda su vida.
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¡Por fin aparece el chico más esperado!
¡Por fin hemos entrado a Blood Rain!
— Noduru.
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