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08: Abismo de bestias y mariposas

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Ya no era una simple silueta, claro que no. Era un chico. En realidad, eran simples píxeles, pero era Jungkook. Estaba frente a él, frente a Taehyung, con una sonrisa enorme y una camiseta negra. Tenía ojeras, tal y como dijo Jimin, pero no eran suficientes como para opacar sus ojos anaranjados y brillantes, llenos de vida. El caótico cabello avellanado le rozaba el cuello, y Taehyung sintió la necesidad de tocarlo. El deseo era tan fuerte, que puso la mano sobre la pantalla con vehemencia, encontrándose solamente con un contacto frío y plano que le sacó del trance. Tomó aire y su mano regresó a sostener el mouse.

Yoongi. El impacto con el segundo chico no fue tan intenso, pero eso no evitó que se sorprendiera un poco. El cabello negro de Yoongi le cubría la mitad del rostro, y llevaba unos gruesos lentes del mismo color. Sus ojos, de un sombrío marrón, miraban directamente a Taehyung a través de la pantalla con cierta molestia. Llevaba una camiseta con estampado militar y una chaqueta oscura. Era atractivo, sí, pero no lo suficiente como para llamar la atención de Taehyung.

Al leerlo, Taehyung rió. De verdad. Era la segunda risa sincera de la noche, y también era la segunda en meses. La primera la había causado su mejor amigo hace pocas horas, y la segunda... Un personaje, ficticio, inexistente. Taehyung se sintió un poco avergonzado al darse cuenta, e incluso algo dolido. Ocultó el sentimiento en el fondo de su corazón y continuó jugando.

Un tercer chico, y la sorpresa ya no fue tan palpable en el pecho de Taehyung. La apariencia de Jin sin duda era llamativa. Llevaba una elegante camisa azul, tenía los ojos ligeramente cerrados, y su sonrisa ladina y su lunar bajo el ojo derecho le daban la apariencia de un verdadero casanova. Su diálogo no ayudó, dejando en Taehyung la impresión de ser un coqueto descarado. Incluso Jin le pareció algo parecido a alguna de sus ex-parejas en ese sentido: Encantador y horriblemente repelente al mismo tiempo.

Otra risa emergió de la garganta de Taehyung y esta vez ni siquiera se molestó en ocultarlo. Jimin ciertamente había acertado al señalar la actitud infantil de Jungkook, pero había olvidado un detalle importante: No era simplemente infantil e ingenuo, sino que también resultaba extremadamente adorable.

Ver su nombre en la pantalla hizo que su corazón dejara escapar un latido entusiasmado. Leyó el diálogo en voz alta, sintiéndose incluido en la escena, y una sonrisa boba se dibujó en su rostro. Imaginarse a sí mismo en el escenario del juego, específicamente junto a Jungkook, le hacía sentirse como un tonto chico de preparatoria de nuevo. El sentimiento era aterradoramente satisfactorio, y le encantaba.

Jungkook. Elige a Jungkook, pensó fugazmente, preparado para seguir al siguiente diálogo y empezar su ansiada travesía con el chico. Al presionar Enter, un sonido extraño surgió del juego, y la pantalla volvió a un inquietante tono negro. Taehyung se sintió aterrado por un momento, ¿todo se había arruinado? ¿No podría continuar con el juego? Ese pensamiento lo llenó de un miedo horroroso que le desfiguró el rostro. Necesitaba seguir jugando, necesitaba...

Necesitaba a Jungkook. Lo necesitaba para olvidar.

Permaneció en la oscuridad por un momento, observando con ojos temerosos la pantalla vacía, ansioso porque un nuevo texto apareciera. Pero eso no sucedía, y, cuando sus esperanzas empezaban a apagarse, un inesperado remolino se asentó en su estómago. Un pequeño remolino que apenas notó, que poco a poco empezó a agrandarse. Esa noche no había cenado, y vagamente recordaba haber almorzado algo que pudiera llenarle el estómago, por lo que ahí adentro no había nada. Pese a eso, aquella nada empezaba a retorcerse en su interior, hasta convertirse en náuseas. Quizás había acertado cuando pensó que vomitaría esa noche, aunque ahora no se sentía tan aliviado de que Jimin no estuviera allí. Como si las náuseas no fuesen ya bastante que soportar, empezó a sentirse mareado. Se sentía enfermo. El mundo daba vueltas, giraba y se movía con una fuerza abrumadora, y él simplemente no podía seguirle el ritmo. Creyó que ni siquiera podría llegar hasta el baño sin tropezar y desplomarse contra el marco de la puerta.

Apenas alcanzó a tomar su teléfono. Pensó, con la esperanza aún viva, que tal vez Jimin no se encontraba tan lejos de su casa, que tal vez podría volver a ayudarlo, pero esa llama de tonta ilusión se apagó con firmeza al ver la hora en su celular. Eran las once y cuarenta y dos, por lo que Jimin debía estar ya en la casa de Namjoon, o Wookjin, o cualquiera de sus amigos universitarios, fumando y bebiendo alcohol, parado peligrosamente ante el acantilado de la inconsciencia. Jimin no respondería. ¿Su hermana? Para mantenerlos a ambos y cancelar los gatos mensuales, Soojung había conseguido un segundo trabajo como editora, pero los horarios eran insufribles. Probablemente se encontraba en su oficina, revisando y corrigiendo el décimo manuscrito de la noche mientras insultaba a su jefe entre dientes. Estaría tomando su quinta taza de café, y seguramente insultaría también a Taehyung si él se atrevía a llamar.

Rebuscó entre su teléfono, intentando encontrar algo que le resultara útil en aquel momento, pero con la mirada distorsionada por el mareo le era difícil buscar. Entonces, un pensamiento arriesgado e indebido centelleó en su mente, reluciendo como su única opción. Jimin lo había obligado a borrar su número, pero Taehyung aún se lo sabía de memoria, así que no sería un problema. Los números danzaron frente a él, moviéndose de un lado a otro en la pantalla borrosa. Solamente rogaba no vomitar, porque temía desmayarse sobre su propio vómito. Sería completamente asqueroso, y ¿qué pensaría la persona que lo encontrara? Empezó a marcar el número de Seoho con dificultad. No faltaba mucho. Un número más, no te desmayes.

Lo hizo, lo logró, y se sintió orgulloso incluso debajo de aquella sensación enferma. Sonrió, una sonrisa bizarra y somnolienta. Su dedo se acercó al botón. Llamaría a Seoho, le diría que estaba a punto de morir y que vaya a buscarlo, y después se desmayaría. El plan no parecía tan complicado, pero Taehyung no sabía que el destino tenía planes completamente diferentes a los suyos, que esa noche sería muy distinta a lo que tenía planeado desde el inicio.

Taehyung no contaba con que el teléfono caería al suelo con un sonido seco, rápido, haciendo eco en sus oídos entre el silencio de la habitación. El lugar era silencioso, pero al mismo tiempo había tanto ruido. Sus ojos se cerraban, se abrían de golpe y volvían a cerrarse con lentitud.

Y, antes de que Taehyung pudiera darse cuenta, su cuerpo cayó cansadamente sobre el escritorio, su cabeza golpeó el teclado de su laptop con brusquedad, y su mente empezó a desvanecerse a través de un oscuro túnel.

Su mente, su alma... viajarían todos a través de las crueldades del universo, entre estrellas y gritos, mariposas y bestias...

Viajarían interminablemente para encontrarse con su alma gemela.

— ♦ —

• • •

¡Ha llegado el momento de la verdadera diversión!

¡Nos leemos luego!

— Noduru.

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