04: Lágrimas desafortunadas
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Suspiró con pesadez, mirando como el aire formaba una nube blanquecina que se perdía en el aire, escondiendo sus manos en los bolsillos de su abrigo y su rostro entre la bufanda blanca que envolvía su cuello. Miró una última vez el interior de la cafetería, esperanzado, antes de rendirse y empezar a dar pasos lentos, alejándose del lugar. Su mirada se mantuvo fija en el suelo. Sus zapatos se movían sobre el concreto con una lentitud agonizante, intentando alejarse por fin del lugar en el que su corazón fue destruido, intentando soltar finalmente al chico que fue el protagonista de todos sus escritos por casi un año. Sintió como sus ojos empezaban a humedecerse y aceleró su paso, parpadeando con rapidez e intentando que ninguna lágrima cayera.
Ya había llorado suficiente por Lee Seoho.
Se detuvo en seco al ver una silueta dolorosamente familiar en la lejanía, sosteniendo en un agarre firme la mano de un chico que cumplía a la perfección la descripción de Son Dongju. El chico rubio hablaba animadamente mientras Seoho lo miraba con ojos soñadores y una sonrisa tan sincera que Taehyung nunca recibió. Sintió como su corazón latía con una fuerza temerosa contra su pecho mientras miraba con miedo como la pareja se acercaba a él. Quería correr, pero sus pies no respondían, como si una parte de él quisiera obligarlo a presenciar la hiriente escena. Las lágrimas empezaron a caer con más rapidez y su pecho subía y bajaba con frenesí. Cerró los ojos e intentó calmarse, consiguiendo por fin el valor suficiente como para escapar, corriendo con pasos largos y torpes en dirección contraria y escondiéndose entre la oscuridad del primer callejón que encontró.
Puso una mano en su pecho, apoyándose contra la pared e intentando que su respiración volviera a la normalidad. Dejó caer su cabeza hacia adelante cuando lo logró, cubriendo sus rostro con sus manos y dejando que sus lágrimas se resbalaran entre sus dedos. Conservó esa posición por un momento, sintiéndose frágil y patético. Estaba a punto de deslizarse contra la pared, esconder su rostro entre sus piernas y empezar a llorar de forma desconsolada cuando su celular empezó a retorcerse dentro de su abrigo. Se sorbió con fuerza la nariz y lo sacó de su bolsillo, tallando sus ojos con el dorso de su mano tras ser cegado por el repentino resplandor de la pantalla.
El nombre de Jimin brilló frente a él. Respiró profundamente y contestó a la llamada.
—¿Sí?
—¿Estás de nuevo en la cafetería?
Taehyung guardó silencio.
—No.
—No mientas. Volviste a ir a ese lugar —soltó Jimin, la decepción empezando a notarse en sus palabras—. El primer paso para olvidar lo que pasó es dejar de ir a esa cafetería.
—No puedo evitarlo —respondió, intentando excusarse—. Está cerca de casa, y tengo que pasar junto a ella para llegar a la universidad. Además, tenía ganas de un expresso.
Jimin soltó una carcajada.
—Por favor, Taehyung. No seas ridículo.
—Lo siento —volvió a sorberse la nariz de forma exagerada, intentando que Jimin sintiera lástima por él y dejara de hablar del tema—. Me he sentido ridículo últimamente. Ridículo y patético. ¿Es esto un efecto secundario de terminar una relación?
—Sí, y seguirás sintiéndote así si no empiezas a esforzarte por dejarlo ir.
—Me estoy esforzando —repuso, rogando porque su voz no se rompiera. Intentaba no tomarse la situación tan en serio, intentaba mantenerse fuerte porque no quería empezar a llorar de nuevo—, pero es demasiado difícil.
—Escúchame, Taehyung —dijo Jimin, en un tono serio y algo preocupado—. Lo primero que tienes que hacer si quieres avanzar y superar todo esto es salir de ahí y no volver a ese lugar. Nunca.
—¿Nunca?
—Jamás.
—¿Y qué hago si tengo ganas de beber un mocaccino?
—Primero, hay cientos de cafeterías en Seúl. Cientos de cafeterías en las que Lee Seoho no trabaja —Taehyung se estremeció al escuchar ese nombre. Abrazó su propio cuerpo y soltó un suspiro tembloroso—. Segundo, ambos sabemos que nunca tendrás ganas de beber un mocaccino. Solo soportabas el café por ese chico, así que deja de decir tonterías y vuelve a casa.
Taehyung frunció el ceño.
— ¿Vuelve? ¿Estás en mi casa?
— Sí. Aparentemente, tu hermana no está, y te he estado esperando bajo el frío de esta noche helada por al menos veinte minutos. Así que limpia tus lágrimas y apresúrate, Taehyung.
— ¿Cómo sabes que estaba llorando?
—¿Podrías dejar de hacer preguntas estúpidas y venir? Hace frío—Jimin soltó un suspiro agotado y echó su cabeza hacia atrás, despeinando un poco su cabello. Cerró los ojos y sonrió ligeramente—. Además, quiero enseñarte algo — añadió.
Taehyung no respondió por unos segundos.
—Estás asustándome.
—Sé que no vas a olvidar al chico barista de la noche a la mañana. Necesitas una forma de escapar de la realidad, olvidar todo por un momento, y conozco la forma perfecta de hacerlo —respondió con tono emocionado, como un niño pequeño que estaba a punto de enseñarle algo extraordinario a su madre.
—Si quieres volver a arrastrarme a una fiesta de universitarios, Jimin, te juro que...
—No, no —se apresuró a interrumpir, riendo un poco—. No es eso, lo prometo.
—¿Entonces?
Jimin apretó los labios con emoción y se dejó caer sobre la puerta del hogar de Taehyung, mirando hacia el cielo y cruzándose de brazos. Había estado esperando el momento perfecto para enseñarle a Taehyung aquel juego que lo había dejado sin dormir por al menos una semana. Necesitaba una excusa, una razón coherente que haga que Taehyung no pudiera negarse, y ese era el momento perfecto.
—¿Recuerdas que hace algunos días te hablé de Blood Rain?
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¡Está cerca! ;)
¡Nos leemos luego! ♡
— Noduru.
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