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--• Blood Moon 🐚 One Shot •--

Era más de la medianoche cuando Taehyung, el hijo del Mar, esperaba a su amado Jungkook, sentado en una de las tantas rocas que daban hacia la orilla de la playa. Sus ojos verdes resplandecían en la oscuridad, misma que era provocada por el eclipse lunar que se estaba llevando a cabo. De vez en cuando, temblaba de miedo y su corazón latía ansioso, mientras su cola se debatía entre sumergirse en el agua o disfrutar un rato del viento.

Los minutos pasaron normalmente, pero para Taehyung, el lindo tritón de cabello azulado, el paso del tiempo se estaba convirtiendo en un tortuoso momento.

Soltó un suspiro y dio, nuevamente, un vistazo a su alrededor; quizá se había equivocado de fecha. Rodó los ojos, pero luego tuvo que abrazarse a sí mismo para intentar sentir algo de consuelo. Enseguida, lo aceptó: acudió al sitio en una noche incorrecta, otra vez. Por ende, al analizarlo un par de veces más, decidió que era hora de irse. Después de todo, Jungkook no llegaría.

Se echó al mar sin ningún remedio y comenzó a internarse en el agua, todavía manteniendo la pequeña esperanza de ver a su chico; su pecho dolió y, justo cuando sintió que su ilusión se apagaría, una melodiosa voz, ya conocida, se internó en sus oídos, haciendo eco en su mente y envolviendo a su corazón en la belleza de su cariño.

—¡Taehyung! —gritó el peliplata y el tritón se giró pasmado, sin poder creer que estaba viendo al mismísimo hijo de la Luna, ese que, millones de años atrás, había robado su corazón.

—¡Jungkook! —exclamó cuando pudo reaccionar y entonces comenzó a nadar hacia donde el chico de traje blanco ya caminaba.

—¡Oh, Taehyung! —volvió a clamar el ajeno alcanzando al mencionado y envolviéndolo en sus brazos, al instante en el que sus pieles se rozaron; experimentando como su cuerpo se llenaba de alivio, después de seiscientos años—... Taehyungie, te extrañé... Te extrañé muchísimo.

—Jungkook —musitó el peliazul, abrazando con todas sus fuerzas al bonito conejo de la Luna—... Mi Jungkookie —soltó cariñoso, hundiendo su sonrisa en la curva del cuello que más adoraba—; Yo también te extrañé —confesó, moviéndose rápido y buscando los ojitos de Bambi que, aún después de cientos de lustros, seguían robándole el sueño—, no te imaginas cuánto.

—Aw pececito... ¿Has estado bien?

—Si. Por supuesto. En definitiva. Todo bien. Como siempre: añorándote... ¿Y tú? —Jungkook no pudo evitar soltar una risita al identificar que Taehyung estaba emocionado, pues, cuando eso sucedía, solía hablar rápidamente.

—Muy bien, echándote de menos —resumió, admirando el rostro de su amado—... Sigues tan hermoso como la última vez que te vi.

Entonces, Taehyung, solo pudo regalarle una risita enamorada—. ¡Oh, Jungkookie!, Basta, te adoro demasiado —soltó con pena y al percibir la sonrisa del otro, recordó que el tiempo se agotaba—... Tengo... Tengo una sorpresa para ti.

—¿Una sorpresa?

—Sip... Bueno, en realidad, también es algo que yo anhelo que suceda desde hace mucho tiempo... Es como un sueño para mí... Así que, mantente firme, ¿Está bien?

—No sé a qué te refieres, pero claro que sí.

Taehyung rio—. Solo... no me sueltes, aunque quieras hacerlo, ¿Sí? —Jungkook asintió, abrazando con fuerza la cintura del peliazul, sintiéndose más desconcertado que al segundo anterior.

Entonces, el tritón, llevó su mano derecha hasta enrollar el pequeño caracol dorado que colgaba de su cuello y, sonriendo, cerró sus ojos, concentrándose y haciendo que Jungkook desarrollara una pequeña ansiedad en el pecho.

De pronto, una luz dorada, comenzó a resplandecer debajo del agua, que los rodeaba hasta la altura de sus tórax. Pero, casi de inmediato, Jungkook identificó que aquel brillo emanaba del cuerpo de Taehyung. Sé quedó helado, no sabía lo que estaba sucediendo, pensó que debía preocuparse, pero la sonrisa que había en el rostro de su lindo amor, era algo que lo confundía.

Un segundo más tarde, el cuerpo de Taehyung se hizo algo pesado y Jungkook apretó su agarre. El peliazul abrió los ojos y esperó un segundo a analizar lo sucedido.

—¡Funcionó! —exclamó y, entre carcajadas felices, llevó sus brazos hasta enredarlos en el cuello del hijo de la Luna—. ¡Jungkookie, funcionó! —entonces, Jungkook, sintió como abrazaban su cintura.

Bajó la mirada, repleto de una confusión indiscutible, pero sus ojos se abrieron como platos cuando notó, debajo del agua, como la hermosa cola de Taehyung había sido sustituida por un par de piernas que ahora mismo envolvían su cintura.

—¿Qué? —murmuró—. ¿C... c... có... cómo? —preguntó sorprendido, buscando los ojos verdes que lo recibieron con demasiada alegría.

—Es... Es una larga historia. Hace cuatrocientos años, encontré este caracol mágico en el fondo del océano: es un hijo del Sol —comentó, haciendo alusión al pequeño amuleto que llevaba como collar—. Yo... no sé cómo explicarlo. ¿Sabes que siempre he anhelado esto?... Quiero que vayamos a caminar a la orilla de la playa. Mi sueño es tomarte de la mano mientras disfrutamos una noche fuera del agua.

—T... Taehyung... No...no puedo creerlo —mencionó el peliplata volviendo su vista hasta las piernas del otro—. ¿Es... es seguro?

—Por supuesto, investigué todo sobre este pequeño caracol. Nada me pasará.

—Pero... pero tu cola...

—Ella volverá en unas horas, así que no esperemos más —indicó en una sonrisa emocionada, pero el rostro de Jungkook se mantenía absorto—. Jungkook...

—Pececito —le interrumpió el mencionado—... ¿En serio quieres salir del agua?... Es decir... estás... estás desnudo.

Y enseguida, la carita de ilusión de Taehyung se desvaneció.

—Yo... yo... no —musitó, llevando sus ojos hasta su parte inferior donde se podían notar, incluso, sus nuevos órganos genitales—... no... no pensé en eso —admitió sintiendo sus mejillas colorearse ante la pena, pues había quedado como un tonto, frente al chico de espalda ancha que lo seguía sosteniendo—. Lo siento —dijo denotando su tristeza y el pecho de Jungkook dolió.

—Hey, pececito, no lo sientas. Todo... todo tiene solución —le dijo casi al instante y, como pudo, se quitó su saco blanco para hacer que Taehyung lo usara, agradeciendo que este le quedara grande y alcanzara a encubrir su entrepierna—. Vamos a cumplir ese sueño.

Dicho lo anterior, abrazó a Taehyung con fuerza y comenzó a avanzar hacia la orilla de la playa, acción que fue bastante sencilla, pues las olas del mar estaban quietas como durante cada Luna de Sangre. Una vez que Jungkook estuvo parado sobre la arena, buscó los ojos de Taehyung, mismos que estaban perdidos, observando todo a su alrededor.

—Tae —le llamó Jungkook y los ojos verdes repararon en los suyos—. Ya es hora —le indicó, pero entonces pudo notar que el chico estaba asustado—... El piso es seguro —comentó, pero, al ver que el rostro del peliazul no se suavizaba, continuó—... y la arena es muy suave, te gustará... Además, no te soltaré.

—¿Nunca? —preguntó de pronto y en seguida Jungkook sonrió.

—Nunca.

—Bien —Taehyung asintió, sintiéndose un poco más seguro y aferrando sus brazos al cuello de su chico. Lentamente llevó su pierna derecha, desde la cintura de Jungkook hasta poder acariciar la arena, se asustó un poco, pero siguió con el acto hasta que la planta de su pie estuvo completamente en el piso. Luego, al ver que nada malo le había sucedido, repitió la acción con su pierna izquierda, mientras el peliplata sonreía emocionado de poder vivir esa situación con su Taehyung. El tritón soltó una risita observando como sus pies se hundían un poco en la arena húmeda y Jungkook no se pudo sentir más feliz—. Me gusta —soltó y sus ojos fueron a los de Jungkook—. Me gusta mucho... Pero... yo... no sé cómo se usan.

—No te preocupes, ¿Recuerdas que hace mil ochocientos años me enseñaste a nadar? —inquirió Jungkook y Taehyung asintió—. En ese entonces dijiste que lo único que tenía que hacer era dejarme llevar por el océano. No luchar contra la corriente, sino aprender a equilibrar su curso junto con la fuerza de mi cuerpo... Ahora, justamente eso es lo que tienes que hacer. Deja que tu cuerpo actué por sí mismo, mientras tú pones un pie frente al otro. Aprenderás rápido, eres muy inteligente.

—Jungkook, sí me caigo...

—Te levantaré... cuantas veces sea necesario —y después de sonreírse mutuamente, comenzaron a practicar.

Jungkook sostenía el cuerpo de Taehyung mientras él daba pasitos inseguros. Poco a poco, y después de un buen rato de probar, el peliazul entendió como debía moverse y el hecho de que sus piernas contaban con la fuerza necesaria para mantenerse erguido.

—¿Estás seguro? —le preguntó Jungkook algo preocupado ante lo que había sugerido hacer el ajeno, pues quería que el peliplata, lo dejara apoyado en una roca y se posicionara a unos cuatro metros de distancia, solo para intentar llegar hasta él sin ningún apoyo existente.

—Si. Puedo hacerlo, confía en mí.

—Confío en ti, solo... no quiero que te lastimes.

—Jungkook...

—Taehyung...

—Vamos —pidió el peliazul—. No me pasará nada.

—Bien, pero sé cuidadoso —y establecido lo anterior, ayudó a Taehyung a llegar a la roca, lo sentó en ella y se alejó la distancia que el otro había requerido.

Taehyung sonrió, tratando de brindarle tranquilidad a su chico preocupón y, una vez que Jungkook le regresó la sonrisa, tomó una bocanada de aire y comenzó a ponerse de pie por sí solo.

Miró sus piernas por un momento y se sintió un tanto aterrado, pero se armó de valor y, poniendo un pie enfrente del otro, comenzó a aproximarse, lentamente, hasta el chico que lo esperaba con los brazos abiertos, como si de un padre que enseña a caminar a su bebé, se tratara.

—¡Jungkookie! —exclamó emocionado cuando los brazos del peliplata lo atraparon—. ¡Lo hice! —anunció, llevando sus manos hasta aprisionar las mejillas de su amado—... ¡No puedo creerlo! —pronunció, sintiéndose feliz—. Aprendí a caminar... y todo gracias a ti —de pronto, en movimientos rápidos, plantó un beso tronado en los labios del ajeno.

—Tae... Taehyung... ¿Qué... qué fue eso? —cuestionó cuando pudo y tuvo que llevar una de sus manos hasta tocar sus labios, pues el pequeño pico que le había dejado Taehyung, hizo que su piel se erizara en exceso, su corazón se acelerara y su cuerpo entero temblara ante la cálida sensación.

A continuación, las mejillas del peliazul se tiñeron de un rojo extravagante.

—No sé bien —confesó en una sonrisa—, pero quería intentarlo —el desconcierto se apoderó del rostro de Jungkook—. ¿Cómo... cómo se sintió? —cuestionó y sus ojos verdes brillaron ilusionados.

—Se... Se sintió... bonito —dijo al final, pues no pudo encontrar las palabras correctas, que describieran precisamente, como la acción de su pececito le había enloquecido el corazón.

—Ya sé —soltó Taehyung en una risita—... ¿Quieres... Te gustaría que... volviéramos a... hacerlo?

—... Yo... S... si... P... p... por favor.

—B... bien —asintió el hijo del Mar—. Escucha... Mmh... No sé exactamente como se hace, pero... creo que debemos tener los ojos cerrados.

—Hecho —soltó Jungkook, cerrando los ojos de inmediato, causando que saliera una carcajada de los labios de Taehyung.

—¡Jungkookie!

—Taehyungie... pon tu boquita en la mía, ¿Sí?. Anda, quiero volver a sentir bonito —y Taehyung no pudo soportar lo tierno que resultaba ser su conejito, al hablar como cuando eran niños, sumándole a que aún tenía los ojos cerrados.

—S... si —contestó y, con un repentino nerviosismo, comenzó a acercar su cara a la de Jungkook, girándola un poco y pegando sus belfos rosados a los quietos del otro. Una vez seguro de que compartían con éxito ese cálido tacto, cerró sus ojos acompañando a su amado.

Jungkook sonrió, hundiendo sus dedos en la tela del saco que cubría la espalda de Taehyung.

Pmepb... pgustapb —murmuró Jungkook casi sin querer moverse, a lo que Taehyung no pudo evitar carcajearse sobre los labios del hijo de la Luna.

Al sentir las vibraciones de la risa de Taehyung en su boca, Jungkook no pudo impedir reírse también y, por razones obvias, sus labios abiertos se rozaron de una manera diferente, haciendo que los dos pegaran un respingo y se alejaran sorprendidos.

Se miraron a los ojos por un momento, tratando de averiguar qué era lo que había sucedido y por qué motivo se sintió tan especial. Entonces, como si se hubieran puesto de acuerdo, comenzaron a acercarse, esta vez, con las bocas abiertas, esperando unirlas con un poco de ansias. Por ende, cuando sintieron que sus dientes iban a chocar, fueron cerrando sus labios, logrando que quedaran unidos extrañamente o, al menos, eso pensó Taehyung, pues Jungkook tenía atrapado entre sus belfos, su labio inferior; y él, aprisionaba el labio superior del peliplata.

Mantuvieron esa posición por unos segundos y luego, Taehyung, llevó sus brazos hasta rodear el cuello de Jungkook, provocando un ligero movimiento entre sus belfos que les hizo sentir que la vida no podía ser más hermosa. De inmediato, lo repitieron, deslizando sus labios lentamente, abriendo y cerrando en sincronización, separándose un poco por algunos milisegundos y volviéndose a unir casi de inmediato; besando no solo sus labios, sino también sus almas.

Cuando se separaron, se sonrieron preciosamente y unieron sus frentes, manteniendo los ojos cerrados y compartiendo la sensación más pacífica del mundo.

—Taehyung, yo... no sé qué es lo que acabamos de hacer, pero jamás había sentido que mi corazón palpitara tanto por ti.

—Jungkook...

—Es que... no tenía idea de cuanta falta me hacías... Ahora sé que te necesito excesivamente... Por favor, déjame seguir probándote así —pidió y Taehyung sintió que se formaba un nudo en su garganta; quería llorar, pero, por primera vez, no era de tristeza.

—Hazlo Jungkookie.

Y al recibir esa respuesta, Jungkook abrió los ojos, encontrándose con la dulce sonrisa de Taehyung; sonrió también y entonces tomó al chico entre sus brazos, como si se tratara de un par de novios recién casados. Con la vista, buscó un lugar un poco más cómodo, reparando en un sitio donde había unas rocas gigantes, pero también una grande extensión de arena con vista al océano. Por ende, llevó a ambos hasta ese espacio, sentando, lentamente, a Taehyung sobre la suave arena y recargando su frágil espalda, en una de las rocas inmensas que los escondían del resto del mundo. De inmediato, se sentó frente a él, abriendo con cuidado las bonitas piernas de Taehyung y metiéndose entre ellas, para volver a cargar al jovencito y ponerlo sobre sus muslos.

El tritón, soltó una risita, una vez que enredó sus piernas en la cintura del hijo de la Luna.

—¿Qué pasa? —le preguntó el ajeno.

—Has dejado el paisaje para mí. Sin embargo, tu solo puedes ver esta roca —dijo, señalando la roca que había a sus espaldas—. ¿Por qué?

—No necesito un paisaje Taehyung. Tu belleza es tan inmensurable, que jamás se comparará con ningún paisaje. Eres suficiente para mí... Eres todo lo que quiero —tras decir eso, llevó sus manos hasta aprisionar las mejillas de Taehyung, acercando, inmediatamente, los labios del peliazul a los suyos.

Se besaron por un par de minutos, manteniendo ese ritmo que recién habían aprendido, pero, de pronto, Taehyung abrió la boca a destiempo y su lengua rozó los labios de Jungkook, haciendo que este se detuviera a la sazón.

Ya lo sabían, cualquier sensación nueva, que se experimentara emocionante, tenía que repetirse. Por ello, Jungkook hizo que Taehyung mantuviera la boca abierta y al instante se acercó a besarla, tocando, esta vez, su lengua con la del bonito chico que mantenía sus manos sobre sus anchos hombros.

Después de unos segundos, se dio cuenta de que era posible continuar así y que, incluso, el acto se sentía más profundo, más certero, más de ellos. Por ende, metió directamente su lengua entre los labios del otro, haciendo que Taehyung respondiera al instante con un movimiento similar y apretara sus cuerpos todo lo posible.

Tal vez eran besos torpes, llenos de saliva, con labios temblorosos y uno que otro choque entre dientes, pero nunca nada se compararía con lo que sus cuerpos, mentes, almas y corazones, estaban sintiendo.

Era perfecto.

Tiempo después ya se habían vuelto expertos. Sin embargo, aunque sus labios estaban hinchados, no podían detenerse, al contrario, ahora comenzaban a utilizar sus manos para intensificar las emociones que compartían. Jungkook acariciaba la espalda de Taehyung por debajo del saco que estaba usando, mientras el último, enredaba entre sus dedos, el cabello plata del hijo de la Luna.

De pronto, Jungkook se levantó un poco y, sin dejar de besar al chico, lo acostó perfectamente sobre la arena y luego subió sobre él, cubriéndolo casi completamente del mundo exterior. Se separaron un instante solo para admirarse: definitivamente las leyes de la atracción gravitacional, aplicaban a la perfección en ellos dos. Se adoraban, se adoraban muchísimo.

Después de haberse sonreído, decidieron que era momento de continuar "probándose", pero, súbitamente, en un movimiento no muy bien calculado, Jungkook provocó que sus entrepiernas se rozaran, sacándoles, a ambos, un jadeo bastante sonoro que hizo reaccionar a Taehyung, quién detuvo inmediatamente las intenciones del bonito chico de piel blanca.

—J... J... Jungkook —soltó, sintiendo que el corazón se le salía del pecho—... tú me amas —dijo haciendo que el hijo de la Luna se confundiera—... Me amas, ¿Verdad? —cuestionó con algo de desesperación y los ojos grises se preocuparon.

—Taehyung, no...

—Tú me amas. No puedes decir que no.

—Taehyung, la Luna y el Mar no...

—Me amas —afirmó repleto de seguridad—, porque si no me amaras, no estaríamos haciendo cosas que solo hacen los que se aman.

—¿Cosas que solo hacen los que se aman? —inquirió desconcertado—. ¿A qué te refieres con eso?

—Hace muchos años, durante una Luna de Sangre, tuve la oportunidad de ver a dos humanos comprometerse. Fue una locura y estuvo dramático, pero cuando aceptaron contraer matrimonio se pusieron muy felices. Saltaron, gritaron y juntaron sus bocas. Se veía que se querían mucho. Luego se metieron al océano y se "probaron" durante mucho tiempo. Parecía que estaban jugando, porque el agua a su alrededor estaba muy agitada... Entonces, cuando hacían ruiditos parecidos al que acabamos de soltar, un humano le dijo al otro que estaba inmensamente feliz porque al fin estaban haciendo cosas que solo hacen los que se aman... Estaban muy enamorados, incluso yo podía sentir que se adoraban con una pasión inmensa —terminó de explicar y llevó su mano izquierda hasta acariciar la mejilla del que estaba sobre suyo—... Jungkook... tú y yo estamos pasando por lo mismo. Entiendes, ¿Verdad?

—Pececito...

—Estoy enamorado de ti —soltó, clavando sus ojos verdes en los bonitos grises—... Te amo —confesó, sintiendo que su pecho explotaría—... ¿Y tú?

En seguida, la expresión que Jungkook había mantenido durante los últimos segundos, terminó suavizándose, haciendo que dentro de Taehyung, una sensación extraña le permitiera relajarse—. Te amo —fue lo que dijo, y la sonrisa cuadrada apareció de inmediato.

—Me amas —arguyó con alegría, levantando su rostro hasta encontrarse con los labios de Jungkook. Lamió las comisuras de los ajenos y al final se decidió por robar un casto beso—. Me amas —murmuró nuevamente y soltó una risita, haciendo que el otro solo pudiera fascinarse al observar el tierno comportamiento de su chico.

De pronto, Taehyung, se volvió a acercar y, con mucha seguridad, llevó su boquita rosada hasta el cuello de Jungkook; dejando sus labios pegados a su piel, sin efectuar ningún movimiento, solo manteniendo un tacto muy cálido, suave y especial, provocando que Jungkook se sorprendiera, pero, a la par, soltara un suspiro aliviado.

—T... Tae —musitó, cerrando los ojos y estirando su cuello hacia el extremo contrario de donde lo besaba Taehyung, con la única intención de darle todo el acceso posible para que continuara libremente.

—¿Puedo quitarte la ropa? —le preguntó, de pronto, con toda la inocencia del mundo. Fue entonces que Jungkook volvió en sí.

—¿Qui... quitarme la ropa?

—Si —contestó el que seguía bajo suyo—. Es que debo probar todo tu cuerpo —explicó—, sería raro si lo hago sobre tu ropa —dijo para después soltar una risita.

—Ah —soltó Jungkook—... Tiene sentido —comentó apenado—, pero... ¿Por qué debes hacerlo?

—Porque te amo —declaró como si fuera lo más obvio... y lo era, pero por alguna razón, las mejillas de Jungkook se colorearon.

—Bien —fue lo que dijo y se puso de pie, ayudando a que también Taehyung lo hiciera.

De inmediato, el peliazul llevó sus manos hasta los botones de la camisa blanca que usaba Jungkook y, después de regalarle una sonrisa, comenzó a desabotonarla. Cuando pudo ver el abdomen marcado del joven se quedó paralizado.

—¿Ocurre algo? —inquirió.

—Bu... bueno, es que —y sin terminar de hablar, retiró con delicadeza la prenda del fuerte cuerpo, observando que también sus brazos eran musculosos y su espalda estaba bien trabajada—... ¿Por qué... no te quité la camisa antes? —cuestionó, manteniendo sus ojos abiertos como platos.

—¡Taehyungie!

—Wow —fue lo que pudo decir y su mano curiosa fue directo hasta acariciar uno de los pectorales del chico—... Wow —repitió impresionado—... Jungkookie...

—¿Te gusta? —le preguntó en medio de una risita y Taehyung se ruborizó.

—S... s... seguro —asintió, para después poner su mano restante en el otro pectoral—. Me gusta —musitó y Jungkook sonrió, atrayendo el cuerpo de Taehyung hasta enredarlo en sus brazos; acto que erizó la piel del más delgado.

—Puedes usar tu boquita, si quieres —y luego de decirlo, se acercó hasta dejar un beso tibio en el cuello de Taehyung, justo como él lo había hecho antes.

—¡Jungkookie! —exclamó de pronto, sacándose un poco y llevando sus manos, desde el pecho del peliplata, hasta cubrir su rostro.

—¿Qué sucede?

—Estoy... estoy muy apenado —balbuceó.

—¿Por qué?

—No... no sé —soltó con sinceridad, sintiendo que sus manos temblaban sobre su cara—. Hace mucho calor, mis mejillas están ardiendo y hay algo que me hormiguea entre las piernas.

—Tae... Calma, no te preocupes —trató de tranquilizar—. Creo que lo que sientes es normal.

—¿P... por qué lo dices?

—Porque yo también lo estoy sintiendo —confesó y entonces Taehyung bajó, lentamente, las manos de su rostro—. Supongo que es algo que solo les pasa a los que se aman —una linda sonrisa se dibujó en sus labios, dejando ver sus lindos dientitos de conejo que, de inmediato, hicieron a Taehyung sonreír—... Eso es, sonríe siempre. Todo estará bien —aseguró y luego se debatió entre seguir hablando o no. Era una locura lo que quería preguntar, pero había algo que lo estaba haciendo sentir desesperado—... ¿Deseas continuar o prefieres que...

—Quiero —interrumpió rápidamente—... quiero continuar... Es que... yo... te necesito...

En consecuencia, Jungkook supo lo que debía hacer. Así que, delicadamente, deslizó el saco, que antes había puesto en Taehyung, hasta detenerlo en sus codos, pues solo requería que sus hombros estuvieran descubiertos. Comenzó a acercarse, sintiendo como el peliazul temblaba entre sus brazos, pero supo que era por razones positivas, por ende, siguió avanzando hasta comenzar a dejar ligeros besos húmedos en la piel desnuda y brillante de su pececito.

Las horas transcurrieron entre suspiros enamorados, besos inocentes, caricias detalladas y unos cuantos gemidos ingenuos. Ambos chicos concluyeron en que nunca antes se habían sentido más afortunados y satisfechos de estar existiendo en el mismo plano.

—Taehyungie —habló Jungkook después de pasar unos cuantos minutos en silencio.

A ese punto, ya estaban algo cansados, así que decidieron recostarse, abrazados, sobre la arena, para disfrutar un momento de las pocas estrellas que se podían ver ante el cielo oscurecido.

—¿Mh? —inquirió el nombrado, quien se estaba dedicando a acariciar el abdomen de su chico.

—Te amo.

El hijo del Mar rio—. Te amo —declaró también.

—Tú eres mi amor y yo soy tu amor —concretó Jungkook lleno de calidez. Se sentía bien hablar del tema.

—Exactamente —murmuró Taehyung conmovido—... Jungkookie —llamó después de unos segundos.

—Dime —pronunció dejando unas suaves caricias en el brazo de Taehyung, pero este se sacó de su agarre y se deslizó hasta quedar sobre su fuerte cuerpo y acomodar su cabeza en el pecho ejercitado.

—No te vayas —le pidió de pronto—. No quiero que me dejes —y su voz se entrecortó.

Entonces, el corazón de Jungkook se llenó de angustia, cuando una pequeña gotita cayó sobre su piel.

—Pececito —susurró abrazando con ímpetu el cuerpo del joven—... No llores —y de inmediato los sollozos de Taehyung fueron audibles—. Taehyung...

—Quédate conmigo siempre —le dijo en medio del llanto.

—Taehyung, me estás partiendo el corazón —avisó sintiendo sus ojos cristalizarse también, a la par que se sentaba, sosteniendo al chico entre sus brazos y haciendo que este se acomodara sobre sus piernas, solo para seguir llorando aferrado a su cuello—... Mi amor...

—Jungkook —chilló—. No me dejes.

—... Es que... Taehyung... Sabes bien que no puedo quedarme...

—Pero me amas.

—Pececito —susurró para luego separarlo de su cuello y tomar sus mejillas entre sus manos, con el propósito de hacer que lo viera a los ojos—... No sabes cómo me gustaría que amarte fuera suficiente, pero la galaxia entera tomó una decisión hace millones de años, nosotros... nuestra relación no es correcta —explicó, viendo como las lágrimas de Taehyung no dejaban de salir.

—... ¿Cómo... cómo puedes decir eso?

—Taehyung... Somos dos varones, no podemos...

—Ni siquiera sabes cómo es el mundo —interrumpió, dejando helado a su amante—... No está mal que dos hombres se amen.

—Pero...

—Solo está mal que tú y yo sintamos esto porque somos hijos del Mar y la Luna... Lo sé porque, los humanos de los que antes te hablé, eran dos chicos. Ellos no se sentían avergonzados de que su amor existiera.

—Tae...

—No quiero ser más el hijo del Mar —confesó—... Quiero volverme un humano común y corriente... Quiero conservar estas piernas para poder caminar a tu lado; que viajemos por el mundo y aprendamos muchas cosas. Quiero estudiar, conseguir un trabajo y una casa. Quiero que me pidas matrimonio y que nos casemos para poder ir a vivir juntos. Quiero que tengamos un humanito, que lo cuidemos y le demos mucho amor... todo nuestro amor... Quiero estar contigo siempre, día tras día, sin que nos tengamos que despedir al amanecer —terminó de decir, viendo como Jungkook soltaba el llanto sin ningún otro remedio—... ¿Acaso... acaso no quieres lo mismo?

—Mi amor...

—Jungkook...

—Fuimos creados para hacer felices a nuestros padres.

—Nuestros padres tuvieron la oportunidad de serlo por sí mismos, pero no quisieron luchar por lo suyo... ¿Por qué nosotros debemos cargar con eso?, ¿Qué culpa tenemos?

—Es que...

—Es que tú no quieres pelear por mí —soltó y ambos corazones se estrujaron.

—No es verdad, yo te amo... Haría lo que fuera por ti.

—Entonces quédate —exigió esta vez, haciendo estragos en su interior, sabiendo que la respuesta que obtendría le dolería muy profundo.

—Taehyung... Eso no es posible. Aunque no queramos, nos van a separar.

—No podrán, no si tú y yo lo hemos decidido así —arguyó—. Esta es nuestra vida... Por favor... vivámosla juntos.

La mirada de Jungkook viajó hasta la luna y, de pronto, volvió a reparar en Taehyung. Respiró profundamente y tomó el valor necesario para hablar.

—No llores más —le pidió mientras pasaba sus dedos pulgares sobre sus mejillas, encargándose de secar sus recientes lágrimas—. Tu llanto me duele mucho —aclaró, sintiendo su corazón querer desfallecer—... Mi amor, ¿Có... cómo hacemos para que no nos separen?

Entonces el cuerpo de Taehyung tembló en demasía, lo que menos había esperado es que Jungkook diera indicios de acceder, pero en ese instante lo hizo y el peliazul temió, pues ni siquiera tenía la respuesta que el peliplata le estaba pidiendo. En definitiva, estaba a punto de perder su única y más grande oportunidad. De pronto, ante la desesperación que estaba comenzando a sentir, recordó la razón principal de que estuvieran ahí, sentados sobre la arena y más cerca que en ningún otro momento de sus vidas.

—El caracol —contestó.

—¿El caracol?

—Si —soltó muy seguro—. Este caracol es extraordinario, Jungkook —señaló—. Por eso puede conceder cientos de deseos temporales hasta que su luz se agote: como reemplazar mi cola por un par de piernas o el tocadiscos que pedí el otro día... Sin embargo, también tiene la capacidad de conceder un único deseo permanente, pero este agotará su luz de inmediato y no habrá vuelta atrás... Aunque, para conceder un deseo permanente, debemos ofrecerle al Sol algo preciado para nosotros.

—Tú eres lo más preciado que tengo, Taehyung: jamás te ofrecería —concretó—. Soy egoísta, pero te quiero conmigo para toda la eternidad.

—¡Eso es! —clamó el pequeño tritón.

—¿Qué cosa?

—Nuestra inmortalidad, ofrezcámosla —arguyó.

—¿Qué?, pero... pero Taehyung...

—La apreciamos, ¿No es así?... Es lo único que tenemos y que vale realmente la pena.

—Si, tienes razón. Pero moriremos...

—Jungkook, yo prefiero vivir cincuenta años a tu lado, que seiscientos más esperándote —le contestó, logrando hacer que su pecho se contrajera.

—¿De verdad?

—¡Por supuesto!... ¿De qué nos sirve vivir por la eternidad si ni siquiera podemos disfrutar de cada día? —y ante la expresión dudosa que había en el rostro del hijo de la Luna, Taehyung soltó un suspiro melancólico—. No te obligaré a hacerlo Jungkook —mencionó y llevó sus manos hasta los brazos del chico, haciendo que lo soltara; salió de su agarre y, con torpeza, se puso de pie—. Gracias por todo —le dijo al final para después darse la vuelta y comenzar a caminar hacia el océano.

—Taehyung, ¿Qué... qué estás haciendo?

—Regreso a casa —le contestó, con obviedad, sin detenerse—. Necesito hablar con mi padre —continuó y sus pies entraron en el agua, pero cuando sintió nuevamente que un nudo se formaba en su garganta, hizo una pausa en su accionar—. No te preocupes si no me encuentras aquí en seiscientos años. De cualquier manera, haré que el océano te devuelva tu saco.

—Taehyungie...

—Te amo —declaró, y tuvo que abrazarse a sí mismo para seguir sumergiéndose en el agua. Sin embargo, una vez que estuvo a punto de empaparse por completo, escuchó de nuevo la voz del chico de cabello plata.

—¡Mamá... Sé que me estás escuchando!... ¡Ya no quiero ser más tu hijo! —gritó y Taehyung se detuvo de golpe, logrando percibir como Jungkook comenzaba, también, a sumergirse en el agua—. Yo... voy a darle mi inmortalidad al Sol, a cambio de que me conceda tener una vida normal: como la de cualquier ser humano... Sé que vas a estar molesta y triste, pero mi intención no es dañarte. Antes de qué digas cualquier cosa, deseo agradecerte por todo lo que me diste, por tu buen corazón y tu amable cariño —y entonces, por la espalda de Taehyung, unos brazos fuertes se enredaron en su cintura, acunando su cuerpo como si se tratara de la joya más preciada del universo—. No te preocupes por mí, estaré bien... Por fin estoy dispuesto a tener mi propia vida. He elegido quedarme con Taehyung sobre todas las cosas, porque lo amo —justificó e hizo que Taehyung se girara entre sus brazos para así poder verlo de frente—... lo amo más que a nada —aclaró, sin dejar de observar los ojos verdes que estaban llenándose de lágrimas—. Voy a ser muy feliz mamá, ojalá que tú también puedas serlo. Ten una buena vida y no te olvides de iluminar la nuestra —dijo por último y una pequeña sonrisa se dibujó en los labios de Taehyung—. Pececito, vayamos a pedir nuestro deseo.

—¡Oh, Jungkook! —soltó el peliazul, enganchando, con alegría, sus brazos al cuello del peliplata—. Te amo mucho.

—Yo te amo mucho más —respondió y, sin más, unieron sus labios para sellar ese sentimiento impresionante que, durante siglos, logró perdurar—. Taehyung... aquí, bajo la Luna de Sangre, te prometo que te amaré todo lo que dure nuestra eternidad.

—¿Hasta el día de nuestra muerte? —preguntó el pequeño con seriedad.

—Hasta que la muerte nos separe —afirmó y entonces ambos sonrieron, para volver a besarse con toda la delicadeza, suavidad e inocencia que nadie más en el mundo podría concebir; sintiendo que el Mar a su alrededor comenzaba a ajetrearse y el brillo de la Luna los iluminaba cada vez un poco más.

—Yo soy tu amor y tú eres mi amor.

—Así es pececito.

Continuará...

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