(En el cuarto de Sese.)

Después de que Sese me dejara, me volví a acostar en la cama, abracé la almohada oliéndola profundamente, su aroma me daba una sensación de calidez ilimitada. No había podido conciliar el sueño sino hasta pasada las 4 de la madrugada. Muchas cosas desfilaron por mi cabeza: Edward, la imagen mental de Sese en el muelle, el ataque de pánico, la policía, mi labilidad emocional. ¿Qué me estaba pasando?

Volví a dormir en segundos. De pronto estaba sentada en mi antigua casa en Londres. Tenía 12 años y estaba esperando a que mis padres me lleven a los Alpes suizos, mi maleta estaba lista, me estaba acomodando el jersey y en lugar de que entren mis padres a la habitación, entro mi abuela Nani con una sonrisa increíble.

―¿Nani? ―Corrí para abrazarla.

―Mi pequeña, estas por empezar un viaje pero no irás a dónde quieres ir, tienes que regresar a Caelum, ahí te estoy esperando.

―Llévame contigo Nani, no me dejes otra vez, te prometo que... que... ―Empecé a recordar y a quedarme en silencio.

―Tú moriste hace algunos años atrás. Yo no estoy en Londres y no tengo 12 años.

―Regresa a Caelum mi niña, regresa a Caelum. ―La imagen se hizo distante.

Me desperté exaltada, una lágrima cayó por mi mejilla. La sensación abrumadora de lo real del sueño no tenía comparación, pero ya estaba de vuelta en la habitación de Sese. ¿Qué era esto de Caelum? 

Ya eran las 10 de la mañana y tenía que regresar a limpiar el desastre en mi piso. Tomé una ducha y me fui a comer algo de curry. El recuerdo de mi abuela seguía presente, no importa qué, no podía sacármela de la mente.

De regreso, al abrir la puerta del departamento, las cosas eran un desastre, llamé al servicio de limpieza y en cuestión de dos horas, todo estaba reluciente. Miré hacia la habitación de mi abuela, Era el único lugar al que no entraba desde su muerte. Permanecía cerrado, era un lugar al que le tenía miedo.

La voz de mi abuela susurraba en mi mente "Regresa a Caelum", "Regresa a Caelum", "Regresa a Caelum".

Tomé la llave de su cuarto y tímidamente abrí la puerta. El olor distintivo del polvo podía sentirse. Quizá no debí dejar que se vaya el servicio de limpieza. Esperé una media hora hasta que se ventilara la habitación. Ya habían pasado varios años desde que la había clausurado. Todo estaba igual a como lo recuerdo, aunque una capa de polvo y moho cubría muchas áreas. "¿¡Pero qué broma es esta!?" Había una carta en el piso que decía "Para Björk". La carta había dejado un rastro de haberse deslizado desde la base de la puerta hacia casi dos metros de distancia en adelante. Miré detenidamente esas dos palabras, su caligrafía era una obra de arte, típico de mi abuela. Tomé la carta con mis dedos temblorosos. 

―Alguien tuvo que haber entrado y lanzado la carta y lo más probable es que haya sido ayer. Uhmmmm, ábrela y termina con esto, no puedo seguir huyendo de mis miedos, no se pueden reprimir, ni tampoco evadir, para ser libre tengo que enfrentarlos, aprender de ellos y seguir adelante.

En ese momento estaba decidida a leer el contenido, entonces abrí la carta y...

¡BAM! 

Un fuerte dolor en mi pecho hizo que cayera hacia atrás de forma pesada, mis oídos zumbaban, me dolía respirar, perdí el conocimiento segundos después.

No sé cuánto tiempo estuve inconsciente, me despertó el teléfono móvil que vibraba y sonaba en mis pantalones. 

―Por qué no contestas, te he llamado 20 veces, me tenías con los nervios encima. ―Era Mila.

―Estoy en casa, me siento un poco mal, ¿qué ha pasado?

―No has visto las redes y los medios. Un lunático le ha disparado a Sese en la convención. Luego se ha suicidado. El vídeo está en todas partes. He llamado a mis contactos y dicen que lo han llevado al hospital con vida. Que el collar de oro que tenía le ha salvado la vida. Claro que tiene fracturado el esternón, pero está vivo. ¿Björk, me escuchas?, ¿hola?, ¿estás ahí? 

―Sí, aquí estoy, te escucho.

―Pasaré por ti en 10 minutos, tengo los boletos de avión. Iremos a verlo, y tranquila que todo está saldrá bien. ―Cortó la llamada.

Muchas preguntas asaltaron mi mente: ¿Quién querría matarlo?, el no usa collares, ¿de qué collar estamos hablando?, ¿acaso puedo sentir lo mismo que él siente?, ¿cómo puede ser posible?

En ese momento vi la carta en el piso, saqué las dos hojas que contenía, y me quedé sin palabras. Las dos caras de las hojas estaban completamente codificadas con cifrados, colores, latín, hebreo, sánscrito, países, figuras geométricas, galimatías, figuras sin forma, etc.

Cuando era niña, solo vi a mi abuela en Londres 3 veces, en aquel tiempo, ella me dedicaba todo su tiempo disponible, jugábamos a Sherlock Holmes y me enseñaba códigos y misterios. Resolvíamos misterios que ella misma tramaba, sembrando pruebas o usando locaciones como museos, restaurantes, etc., dejaba pistas en esos lugares y cosas así. Si resolvía el misterio entonces me premiaba con lo que sea que le pida, si perdía el juego, me llevaba a comer helado; claro que me solía guiar, también me daba 3 comodines que debía usar inteligentemente. En el proceso me enseñó 12 maneras diferentes para ocultar un mensaje con códigos, clave morse y lenguaje secreto. Era fascinante, creamos nuestros propios códigos secretos. Nuestra comunicación a distancia era por cartas codificadas, incluso los emails o mensajes de texto los enviábamos en ese modo. Pero nunca en mi vida imaginé que se esforzaría tanto para hacer algo tan obsesivamente difícil. Estaban todos nuestros códigos secretos. Todos los que conocimos y utilizamos. No tenía ni idea de cómo empezar. Me puse a recordar la última carta física que me envió, tenía el cifrado más difícil que había visto, cuando me rendí y la llamé para que me explicara, me dijo que las instrucciones estaban en las palabras de presentación y que necesitaría una sustancia con un pH cercano a 2 para manchar las letras y ver las instrucciones. Las instrucciones están en la presentación, esto quiere decir en las palabras "Para Björk". Fui a la cocina, corté una rodaja de limón y las froté sobre las letras. Instantes después, la letra "K" se tiñó de color violeta. Eso quiere decir que la posición de la letra "k" en el abecedario latino clásico, que solo tenía 23 letras, era la ubicación del cifrado correcto, y la "K" ocupa el lugar número 10. En la carta los códigos estaban en 23 grupos bien diferenciados, cada uno de ellos tenía en su parte izquierda el dibujo de una figura geométrica, que a su vez estaba pintada en ciertas áreas con colores diferentes según corresponda la figura. El grupo de la posición 10, estaba cifrada con números y letras, era el más fácil a mi parecer. Observé los primeros

"PER02.01.16LUZ – CAL102.11.11DAR – WHI22.26.03BRI (...)"

Cuando hay letras y en el centro números separados por puntos, entonces las letras no sirven, son distractores. Quedando así:

"02.01.16 – 102.11.11 – 22.26.03 (...)"

Este cifrado es uno de los más básicos que aprendí con mi abuela, el 02 significa la página de un libro, el 01 la posición del párrafo y el 16 la posición de una palabra. Ahora necesitaba el libro. Para lo cual me fijé en la figura geométrica que tenía este grupo. Era un triángulo invertido que tenía pintado con una línea de color rojo su centro. Inmediatamente, recordé las repisas del cuarto de mi abuela. Ella tenía repisas para sus libros de formas geométricas y otras más extravagantes. Ella sabría que jamás tocaría sus libros, era una norma básica entre nosotras, podemos pedir prestado pero no tocar sin permiso, los consideraba sagrados. Corrí al cuarto de mi abuela y en su repisa de triángulo invertido, todos los libros tenían tapa oscura, excepto uno de color rojo en la parte central. Resulta que era una Guía Turística mundial, bastante gruesa por lo completa que era.

Cuando me preparaba a buscar la primera palabra...

―Biiiiiiiiiiiiiiii apúrate, vámonos ¡YA!- ¡YA!- ¡YA!―(Mila).

Guardé la carta en la guía y la metí en mi bolso, entonces salimos a toda prisa rumbo a New York.