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Capítulo I

《____________Aclaraciones____________》

Estimados Lectores:

Si bien no es de mi costumbre realizar este tipo de comunicados, creo qué en el caso de esta historia es oportuno

A modo de continuación respecto a las aclaraciones de la Post-Sinopsis, ahora con detalle pasaré a explicar cómo será la producción de este relato

La idea de crear esta obra surge a raíz de la serie Blue Eye Samurái, la cuál recomiendo mucho, en resumen se trata de una serie brillante en acción, violencia explícita y con un guión atrapante, qué ofrece una intensa aventura siguiendo el camino de venganza de una joven guerrera, temida y odiada por todos, en una sociedad qué rechaza a los qué son de origen mestizo en pleno Japón feudal

Por ello, la intención de mi parte es establecer un nuevo mundo ficticio a partir de dicha serie, para así lograr añadir otras ideas y conceptos, tratando con ello de plantear una trama nueva e interesante

Como por ejemplo:

[[Asuntos sobrenaturales]]

[[Seres místicos]]

[[Demonios]]

Y también...

[[Basarme en los Relatos de la mitología japonesa Tradicional]]

A su vez, en buena medida tomaré algo de inspiración de la franquicia de videojuegos Onimusha

Por último debo mencionar, qué esta historia no estará conectada "estrictamente" con la línea de eventos de la serie Blue Eye Samurái, habiendo libres cambios respecto a los mismos, y a la propia protagonista en diversos grados

Sin más qué decir, les deseo una buena experiencia leyendo este 1er Capítulo:

《_____________________________________》

Acto 1: El Punto de no Retorno

17 de Mayo del año 1605, región costera Este de Japón:

Castillo Edo, 4:00 Hs AM:

En medio de la oscuridad qué ofrecía la discreta madrugada, algo más qué una docena de siluetas con sus cabezas inclinadas hacia abajo, seis a la derecha y seis a la izquierda, adornaban en formaciones lineales cada lado de una gran sala, ubicada en las alturas del emblemático castillo feudal desde la cuál gobernaba el temido "Shogun" (Líder Militar/Político): Tokugawa Ieyasu, a toda la nación del Sol Naciente

El ambiente, qué estaba sólo iluminado de forma tenue y pobre por algunas cuantas velas ubicadas en los extremos, se hallaba sumida en un silencio casi sepulcral entre todos los presentes, algo qué daba a entender qué esa reunión sólo auguraria cosas terribles, en el exterior las cosas tampoco eran buenas, un enemigo particular se hallaba asediando las inmediaciones de la capital al mismo tiempo, todos los habitantes estaban nerviosos

Con pasos lentos y secos, se aproximó desde la puerta principal un hombre de aspecto serio como muy intimidante, ignorando a los consejeros de su propia corte, qué se apreciaban de rodillas con sus frentes pegadas a la fría madera del suelo, cuándo el Shogun llegó finalmente a su lugar en el fondo de la habitación, todos al unísono levantaron las cabezas para posar sus vistas llenas de temor y dudas hacia esa personalidad

Tokugawa: ¡traigan al prisionero!

Ordenó en voz alta, para qué en un breve par de segundos irrumpieran en el lugar dos guardias, qué traían encadenado de pies y manos, en medio de forcejeos a un sujeto de avanzada edad, de barbas largas vistiendo sólo harapos, con signos físicos evidentes de haber sido sometido a crueles tratos por algún buen tiempo, al ser arrojado frente al líder, este gruño de forma clara antes de dirigirse hacia el desdichado

Tokugawa: supongo qué ya sabes porqué estás aquí, hace un par de años logré la hazaña de unir este gran país en una sola nación con mi sangre y sudor, pero...- el gobernante se toma una pausa, dónde se logra oír el crujir de sus dientes por el enojo- ahora sólo tengo un territorio al borde de la destrucción total

Aquél sólo se limitaba a mirar al anciano con mucha indignación y desprecio, la identidad del infeliz era la de Munemori Hata, ex jefe del Clan Hata, quién había caído en desgracia por las adversas consecuencias de sus propias sombrías acciones, ocurridas un año antes

En las cuáles, corrompido por la ambición, fue capaz de llegar hasta el extremo más impensado: el establecer contacto directo con perversas criaturas de origen maligno, ajenos a este plano terrenal

Hata: señor...le juro qué...

Tokugawa: ¡cállate maldito imbécil!, no te atrevas a justificarte, todo por lo qué he luchado durante tanto tiempo, lo hiciste pedazos en un instante por tú depravado objetivo, sí...sabías qué yo jamás hubiera aprobado algún día qué tú fueras mi sucesor, así qué te aprovechaste de mi ausencia durante mi campaña militar en el Oeste para ejecutar tú rastrero plan, pero ahora, esos actos qué cometiste están a punto de sumirnos en el infierno absoluto

A la par del reclamo colérico del gobernante, uno de los guardias tomó del cabello al anciano hacia atrás, para así darle un potente puñetazo en la mandíbula, para luego empujar su cabeza hacia adelante, el prisionero entre balbuceos y aturdimiento, con un rostro qué no se despegaba ahora del suelo, se dirigió otra vez hacia su antiguo superior

Hata: no tenía idea de qué todo esto se desataría sobre nosotros, de qué esto pasaría, he actuado por el miedo de ser desechado por usted, ¡ahora imploro su piedad mi señor!- rogó el prisionero completamente desesperado, en un intento inútil de evitar su destino, qué ya estaba sellado de todas formas

Tokugawa: ¿piedad?- preguntó con algo de ironía- pides clemencia, luego de conspirar con decenas de clanes qué están mi contra, ¡de establecer comunicación con viles criaturas del mal, mediante rituales!, a cambio de favores paganos, después de cometer un gran sacrilegio con ello ¡y desafiar las reglas de los dioses! ¡de mancillar el Honor de esta nación!

La rabia inconmensurable del Shogun no era infundada, al contrario, debido a los actos de aquél subalterno decrépito, se había desestabilizado el orden y el equilibrio qué separaba el mundo mortal con el de los demonios, en los últimos meses se reportaban de forma constante, avistamientos de grandes ejércitos de monstruos horrendos y deformes, engendros sedientos de carne humana fresca moviéndose a voluntad por cualquier lugar

Un día, estas bestias simplemente aparecieron cruzando misteriosos portales, desde distintas regiones al azar a lo largo y ancho de todo Japón, comenzando así una gran ofensiva sangrienta contra la humanidad, el Shogun no pudo impedir oleadas de masacres y barbarie contra su pueblo, sus propias huestes fueron diezmadas con ilógica facilidad, la impotencia paralizó por completo a su espíritu, no había nada qué él pudiera hacer para frenar esta especie de armagedón qué consumía la isla a una espeluznante prisa, metafóricamente de similar parecido, a como se consume la mecha de un explosivo

Hasta llegó a recibir hasta hace semanas atrás, cientos de mensajes de auxilio provenientes de los Clanes, pidiéndole ayuda militar para salvar sus respectivas regiones natales, pero esto era tan abrumador qué incluso para cuándo eran entregadas las misivas, los remitentes habían sido arrasados y descuartizados por las abominaciones invasoras, Tokugawa sin saber de sus destinos, de igual manera se deprimia en sus aposentos sin contestar ninguna carta...pues los pocos samuráis qué quedaban bajo sus órdenes, ahora mismo, luchaban día y noche, para mantener la ciudad capital a salvo durante estas horas, mientras a su vez presidía este intento de "Juicio" contra el mayor responsable, pero el tiempo se agotaba con indiferencia

Tokugawa: tal vez Japón ahora esté ardiendo sin esperanza, pero aún así me encargaré personalmente de impartir la justicia, no sólo tú morirás...los tuyos también serán eliminados

Hata: ¡¡no!!, ¡ellos no!, ¡mi familia no tiene nada qué ver con esto!, ¡¡es sólo mi crimen!!

El hombre trató de suplicar por los suyos con vehemencia, pero para su gran sorpresa y terror, el contrario sólo le contestó con algo de burla en su voz

Tokugawa: tú traición, nos ha condenado a todos, tal vez todos moriremos en un mes, dos meses o en dos años a más tarde, pero no te mortifiques más de lo necesario amigo mío

Se acerca al sujeto, para así propinarle una patada fuerte a su mentón, haciéndolo escupir algo de sangre, esa acción violenta tomó por sorpresa a la corte de consejeros, qué preferían callar a pesar de lo qué veían

Tokugawa: el castigo será ejemplar, tu clan ha sido disuelto, tus cómplices en mi corte acabaron siendo reemplazados y ejecutados, de hecho no lo sabes, pero durante la larga temporada en la cuál te pudrías en el calabozo de este castillo, tú esposa e hijos también murieron por mi mano, igualmente tú los acompañaras muy pronto en la fosa

Dijo regodeandose unos momentos, apreciando como el dolor consumía el interior del traidor, aquél sentía qué ese anciano se lo merecía, además qué internamente se hallaba convencido de qué los Dioses estaban detrás de este caos de rasgos sobrenaturales, por lo cuál pensaba calmarlos liquidando al responsable y a toda su estirpe

Tokugawa: puedes pensar lo qué quieras, pero si este acto, redime a nuestro pueblo y a mí ante los dioses por tú pecado, tal vez sea el fin de todo esto...o por lo menos, será mi última acción de redención en el peor escenario

El contrario sólo hizo una mueca desagradable ante esa revelación, lanzando un grito desgarrador en respuesta

Hata: ¡¡eres un desgraciado!!, yo he traicionado, ¡lo admito!, ¡pero tú alma tampoco es inocente de tal acto!, ¡rata hipócrita!

Tokugawa: ¿de qué se supone qué hablas ahora?- dijo dándose la vuelta, dándole la espalda, volviendo a caminar con paciencia, sereno hacia su lugar inicial- muy bien, voy a concluir esta reunión con el dictado de tu sentencia, ¿qué clase de muerte podría darte?

Sin embargo, el cautivo no dejó de hablar:

Hata: tú sabes muy bien de lo qué hablo, o acaso has olvidado a tú antiguo aliado y amigo, Nobunaga Oda, quién todos sabíamos, qué cuándo acabara la guerra civil, acontecida hace 4 décadas atrás, él iba a ser el hombre destinado a gobernar nuestra sagrada Japón...pero tú no estabas de acuerdo con eso, tuviste qué conspirar a sus espaldas para eliminarlo

Luego de oír con claridad ese nombre, él gobernante se detuvo en su marcha, suavemente deslizó sus manos detrás de sí, entrelazandolas, pero sin qué se apreciara para el resto, él había fruncido el ceño con intensidad

Tokugawa: no seas absurdo ¿quieres?, esos siempre fueron rumores infundados

El condenado segundos más tarde, elevó su cara hacia el techo de la sala, para de forma explosiva expulsar una potente y casi desquiciada carcajada, llamando de forma poderosa la atención de los asistentes, Tokugawa sintiéndose prácticamente insultado lo miró de forma asesina

Hata: pero ya qué tenemos qué morir de todas formas, te revelare algo más, sí, mi plan con los rituales era acumular poder para destruirte y tomar tú puesto, pero en el fondo no era el motivo principal, el crimen contra el señor Nobunaga no podía quedar...impune

Tokugawa: más te vale soltar todo, antes de echar tú carcomido cadáver a los lobos- le exigió muy alterado pero sin demostrarlo exteriormente, conteniendo sus ganas de matarlo a golpes allí mismo

Hata: ¡¡Si!! tus Samuráis qué ahora mueren para mantener a salvo esta capital, serán al final destripados por los monstruos, pero ellos no vienen solos, no, alguien los dirige...alguien qué yo mismo logré traer de su letargo desde las profundidades del más allá

Tokugawa: no me digas qué te atreviste a...¡imposible!, estás demente

Hata: ¡Ahahahaha!, claro qué sí, la verdadera justicia se hará cuándo él logre consumar su venganza contra ti

Tokugawa: ¡perro desgraciado!- lo insultó con todas sus energías, sobretodo porqué él mismo sabía qué aquél viejo no se equivocaba en su acusación, pero además, reaccionó por un gran temor, intuyendo lo qué ahora aquél trataba de decirle

En medio de esos pensamientos agitados y oscuros, pronto con extrañeza sintió como el ambiente se perturbaba con contundencia, como si una presencia acabase de irrumpir en esa habitación, pero no podía verla

Tokugawa: ¿Hmm?

Hata: he conseguido revivir al gran O...¡aghhhhhh!

Los ojos del Shogun y los consejeros entraron en Shock, al ver en fracciones de segundo, como las palabras se atoraron en la garganta del anciano antes de qué este pudiera terminar su frase, pudieron divisar como su cuello era sometido a una gran presión invisible, como si alguien lo ahorcase desde la distancia con mucho odio, literalmente al paso de un par de minutos, sólo se escuchó un sonido similar al de un hueso quebrarse, para ver como el cuerpo despacio se inclinó a un lado, cayendo con delicadeza al suelo, despojado de hasta el más mínimo signo vital

Consejeros: ¿quién? ¡¿cómo?!

De un momento a otro, tras mirarse todos entre sí confundidos por lo ocurrido, sus corazones se petrificaron al lograr ver un puño cerrado envuelto en una especie de guante metálico dorado, sobresalir de un sector oscuro, acompañado de la proyección de unos ojos rojos demasiado brillantes, la mano se relajó, volviendo a sumergirse en las sombras

????: es suficiente...

Emperatriz Seimei:
-Edad: 180 años (apariencia de 25)
-Altura: 2.02 Metros
-Especie: Humana/Semidiosa
-Poderes: Extrema Longevidad, teletransportación e ilimitado uso de las artes mágicas, ella posee a su vez poderes espirituales, todas sus destrezas físicas triplican las de los mortales ordinarios

Esa voz, correspondía a la mismísima Emperatriz de Japón, una personalidad misteriosa qué prácticamente nadie conocía en persona, debido a la forma de vida aislada qué había adoptado la familia imperial desde hacía siglos, si bien la clase guerrera Samurái ostentaba el poder político como también el militar, los emperadores aún eran temidos por las muchas leyendas y rumores qué rodeaban sus existencias, en esta ocasión ella se apersonificó con unas intensas marcas escarlatas en sus mejillas y unas muy inusuales orejas de lobo sobresaliendo desde los lados de su cabeza, eran rasgos qué demostraban su milenario linaje mítico

Consejeros: señor...

Lord Tokugawa...

A su espalda...- ellos trataron de advertirle el origen de lo qué veían, el sujeto, se mantuvo en su lugar, sin voltear

La mujer de cortos cabellos blancos junto a su vestimenta particularmente ornamentada, aparentemente para el combate, se adelantó con inusual cautela desde las penumbras del fondo central del sitio, justo por el lado derecho de dónde se encontraba el Shogun, este a diferencia del resto se mantuvo firme sin siquiera tener intención de verla, habiendola identificado a la perfección, ya qué instantes previos a su intervención percibió unas vibras muy extrañas y pesadas en el aire

Ella se mostraba con una expresión facial de mucho fastidio a medida qué avanzaba, parándose junto a aquél, la corte estaba atónita pensando en cómo había entrado al castillo de esa manera, sin ser notada siquiera su presencia con anticipación por parte del resto

Seimei: estoy esperando...

Ella se dirigió a sus súbditos en un tono de pocos amigos, todos los integrantes del gobierno sin pensarlo dos veces se ordenaron en fila frente a ella, para luego realizar una reverencia, era palpable el miedo en la exhalación de todos ellos, la mujer sonrió de forma extraña, sin embargo, el lider del Clan Tokugawa siguió en su bastión

Tokugawa: qué inesperada y placentera nos resulta su visita, su majestad- contestó con algo de sarcasmo, ya qué el veía a los emperadores como enemigos a su propio poder, aunque ahora no le quedase mucho de ello- ¿qué?, ¿no pediras qué me arrodille ante ti también?

Seimei: tú adoración seria hipócrita, sin valor, Samurái

Se lo devolvió con una notable muestra de rencor, qué brotaba desde sus cuerdas vocales, debido a un tradicional desagrado entre la familia imperial y la clase militar

Tokugawa: pues le agradezco, el haber liquidado a quién justo iba a, decirme algo importante- dijo con algo de incomodidad

Seimei: creo qué ya te haces una idea de lo qué ese estúpido iba a responderte, sólo qué temes aceptarlo por dentro, ¿o me equivoco?, además me estaba cansando de qué ustedes estuvieran jugando en un momento así

Tokugawa: ahora, no creo qué sea oportuno tratar ese asunto, justo frente a los plebeyos

Seimei: "y mira quién lo dice, otro igual a ellos"- pensó con ironía mientras le hacía un gesto positivo, respecto a la idea de algo de privacidad

Concluyó con un profundo suspiro, no tardando el contrario en ordenar a sus hombres qué abandonaran la sala, cuándo ellos dos quedaron a solas, la emperatriz se dirigió a una de las inmensas ventanas situadas en ese último piso, abriendola de par en par, los oídos de los dos fueron invadidos por los ruidos de cruentos combates en la lejanía, acompañados de gritos de agonía incesantes mezclados con una escabrosa sinfonía de rugidos de origen siniestro

Seimei: ¿esto es todo?, mandar a todo aquél qué pueda empuñar una espada a morir, y ¿luego apuñalarte a ti mismo antes de qué las criaturas suban aquí y puedan devorarte vivo?- cuestionó casi con burla, entre risas crueles

Tokugawa: ¿qué es lo qué insinúas?, todos ellos son guerreros y ahora luchan para qué no caiga la capital de este Shogunato, para qué sus familias, sus hermanas, esposas e hijas puedan vivir un día más, si ese es su destino, lo cumplirán con honor hasta el final, es nuestro camino como guerreros

Seimei: ¿honor?, ¡ja!, ustedes los samuráis son patéticos con sus reglas, y déjame aclararte algo antes de qué me reclames, a los dioses no les importa el sujeto qué pretendías asesinar, no hubieras resarcido nada ante sus ojos

Tokugawa: ¿qué?, ¿acaso has hablado con ellos?- la pregunta no resultaba del todo incrédula, era sabido qué los emperadores a nivel religioso eran como un "nexo" entre el mundo mortal y el celestial

La semidiosa de ojos sangre sólo volteó a verle con absoluta amargura en su expresión, la realidad es qué ella no tenía tiempo qué perder

Seimei: ese tipo no mentía, los monstruos no están sueltos simplemente al azar, puedo presentirlo, un alma de gran poder las está comandando, de alguien qué ya murió en el pasado, y se trata de alguien qué te conoce muy bien, alguien qué busca destruirte por un vil acto de ingratitud

Tokugawa: ¿Nobunaga?, ¡pero está muerto!...yo...yo...- su respiración s acelera, su pulso se eleva en exceso, una mezcla de nostalgia y recuerdos torpedean su mente

Seimei: lo traicionaste, los dos lograron unir de nuevo a Japón en la recta final de la guerra civil de hace 40 años, con la alianza de sus clanes, pero tú, elucubraste su asesinato, para quedarte con todo, una puñalada rastrera a quién supo ser el mejor guerrero, aliado y amigo en el siglo anterior

Tokugawa: ¡pero era algo necesario!, de lo contrario la guerra habría continuado, ¡nuestro enfrentamiento hubiera sido inevitable!

Seimei: eso no te consta Samurái, pero en fin, tú traición de cualquier forma nos ha traído a este terrible presente..., tú antiguo sirviente sólo aceleró las cosas

El hombre la mira directo a los ojos, dando a entender sin usar las palabras, la búsqueda de una respuesta de ella, a si esto podría tener algún arreglo o solución posible

Seimei: seré honesta, como emperatriz y descendiente de la sagrada diosa Amaterasu, ahora mismo poco puedo hacer para evitar la muerte de millones, pero tengo un plan a largo plazo aunque no puedo garantizar qué funcione, eso sí, necesito reclutar a ciertas personas, tú incluido, vendrás conmigo de inmediato

El gobernante volvió a su inicial firmeza, se muestra decidido antes de contestarle:

Tokugawa: ¡no!, me quedaré aquí, no abandonaré a mis hombres, caeré junto con la ciudad, pase lo qué pase no romperé el "Bushido"

Ella recibe la negativa con mucho enfado, qué se disparó con la última palabra del hombre, su voz se agrava y lo encara con su rostro a pocos centímetros del de aquél, tomando con fuerza el cuello de su vestimenta

Seimei: ¡no estamos negociando!, trataré de proteger a esta tierra y salvar a la mayoría de los nuestros, esa es la obligación qué he heredado de mis ancestros, necesitando del genio militar dentro de esa cabeza tuya, si realmente quieres el perdón de los dioses tendrás qué seguirme, metiéndote tús normas por dónde ya sabes, porqué créeme, el "Seppuku" es un acto cobarde de los qué se rinden

Ella tras soltarlo comienza a caminar hacia la salida de la sala, sin esperar alguna contestación, pero a pocos centímetros de la propia puerta, recito en voz baja unas palabras ininteligibles, para materializar así, un portal cuadrangular de bordes rojizos delante de ella, qué conducía a un lugar seguro fuera de la ciudad

Seimei: vámonos, no hay más tiempo, voy a sacarte de aquí, no morirás hasta qué yo te lo permita, y prepárate...solamente te he dicho una fracción de lo qué realmente está pasando, esperemos qué ella aún esté viva...

Tokugawa: ¿eh?, ¿quién?

Seimei: no hay tiempo de explicar, pero...sólo diré por ahora qué es un Alma bendecida con un gran poder, el día qué cayó un meteorito azul hace unos 30 años, ¡ya! ¡andando!- exclamó para pasar al otro lado del llamativo portal

Y como si fuese una extraordinaria coincidencia, antes de qué el Shogun siquiera hubiera podido salir de la confusión por lo qué oyó, reaccionado a la ofensa hacia su código de honor o tomado una decisión...

Un sonido similar a una gran explosión desgarró ese instante, pudiendo verse mediante la ventana de su gran palacio, como una avalancha de seres oscuros inundaba las calles con brutalidad, los gritos humanos de agonía se mezclaron enseguida con el del caos, con mucha claridad

????: ¡Cayó la muralla Sur!, ¡han entrado! ¡han entrado!

????: ¡es el fin!

????: ¡noooo! ¡nooooo!

El panorama, ya tétrico, sólo exponía lo atroz en su máximo esplendor, en conjunto con los alaridos agudos de dolor, se identificaban cientas de siluetas amorfas con múltiples cabezas y brazos ocupando toda la ciudad, todos los caminos y todos los tejados, muchas almas eran despedazadas en sus propias camas, la sangre roja, brotaba como cauces desde las ventanas sin control alguno

1 semana más tarde:

Acto 2: El Juicio de los Dioses

24 de Mayo, Región Central:

Zonas aledañas al Monte Fuji, 20:25 Hs PM:

Un olor putrefacto invadía toda la zona, podía notarse incluso desde lejanas distancias como un gigantesco incendio consumía decenas de aldeas, qué se ubicaban al pie de la imponente montaña, siendo esta misma rodeada por hileras muy altas de humo bastante denso, mientras qué en cada una de las pequeñas poblaciones sólo quedaban grandes pilas de cuerpos destrozados, perteneciendo estos, a las víctimas inocentes provocadas por la aparición de unos seres malignos de antiguo origen mitológico, los verdaderos responsables de los hechos recientes

El origen de ellos se relata de la siguiente forma:

<<El Nacimiento de los Conflictos>>

En una era antigua, cuando la humanidad no era más qué una raza joven caminando sobre la Tierra, estos mismos estaban bajo la vigilancia directa de los Dioses creadores de la vida, liderados por la Diosa del Sol Amaterasu-Omikami

Durante algunos milenios las Deidades observarian satisfechos como los seres mortales se desarrollaban con lentitud, con las esperanzas de qué aquellos pulieran por sí mismos a través de las generaciones, las virtudes más puras de sus almas, para poder asentar un futuro próspero y brillante, los consideraban su mayor éxito, unos seres inteligentes forjados físicamente en semejanza a sus creadores, qué complementarian un mundo rico en seres animales salvajes y abundantes organismos vegetales, en la práctica un ecosistema perfecto

Sin embargo, alguien no estaba contento con estos logros...

Este ser excepcional fue conocido como Yamata-No-Orochi, literalmente llamado "Gran Serpiente Dividido en ocho", era un Dios de naturaleza demoníaca, sumamente vil como ambicioso, detestaba a sus pares, por el hecho de qué ellos lo expulsaron a una extraña dimensión paralela por su elevada esencia oscura en su interior, considerándolo una amenaza por su mera existencia corrupta, por lo tanto aquél lleno de ira como de resentimiento, tenía en mente ensañarse con el orgullo de esos dioses, la Frágil raza Humana qué habían creado, durante algún tiempo se refugió en secreto junto a un par de sirvientes leales qué él mismo había dado vida usando su propia esencia vital, una serie de demonios femeninas de gran poder bautizadas como Onis

Tras prestar atención con discreción durante siglos, Orochi presenció desde su prisión como los humanos trabajaban a su ritmo ciertos valores, como la Humildad, la Esperanza, la Compasión, la Generosidad y la Paz, con obvia influencia de los dioses supremos, detectando muy poco de lo contrario, como el Egoísmo, Maldad, Traición o Avaricia, Orochi se consternó durante mucho tiempo viendo esa asquerosa utopía, pensando qué esos mortales de carne y hueso debían tener un punto flaco, pero para su suerte, realmente lo tenían, un día él se dio cuenta de algo de lo qué podría aprovecharse enormemente: El Conflicto

Resultaba, qué los mortales muy a menudo sufrían episodios de "Desacuerdos o choques de opiniones muy distintas", sobre diversos asuntos en sus vidas cotidianas, con situaciones de gran tensión, a simple vista podría no llamar la atención, pero estos hechos eran relevantes, ya qué si bien estas cosas solían resolverse pacíficamente al poco tiempo gracias a las antiguas enseñanzas de los dioses, el Ser maligno vio una potecial semilla para sacar a relucir el peor aspecto de la humanidad

"La Guerra"

Aquél no demoró en idear un plan para desentrañar algo qué marcaría al hombre para el resto de su existencia, algo qué se fusionaria con la naturaleza humana para siempre, a través de hábiles conjuros, Orochi logró qué sus secuaces pudieran atravesar las barreras divinas qué separaban esa dimensión, de la nuestra, Las astutas Onis consiguieron cruzar a este plano terrenal, y optaron por infiltrarse en un lugar infalible, las débiles psiques de las personas, haciéndose pasar como falsos ídolos benevolentes en los sueños

Poco a poco, ellas envenenaron las mentes humanas, instando e influenciando a miles a salir de sus estilos de vida tan conformistas y pacificas, tentándolos a llenarse de riquezas, poder y lujos a costa de sus semejantes por todos los medios necesarios, de esta forma, los hombres comenzaron a enfrentarse entre , hasta por las excusas más ridículas, logrando encender un espiral de violencia y crueldad, aquí es dónde se producen las primeras guerras y se crean las armas, lo qué hasta entonces eran amables tribus de habitantes en convivencia serena, gradualmente evolucionaron a los primeros Reinos, Imperios y Estados

Estos enfrentamientos entre mortales, propiciaron qué sus almas se envenaran demasiado de cosas negativas e impuras, cosa qué Yamata-No-Orochi utilizó a su favor para alimentar sus poderes, y así quebrantar las cadenas divinas qué lo mantenían aislado, liberándose para reclamar la creación declararando así, la guerra contra sus hermanos en los Cielos

Pero, las cosas pronto escalaron demasiado, los dioses supremos hartos de este humillante caos, enviaron a uno de los suyos para bajar a la Tierra y poner fin al derramamiento de sangre a nivel mundial, además de expulsar nuevamente al responsable de allí

Esta tarea fue encomendada al Dios del Viento, Susanoo, qué usando su ingenio, emboscó al monstruo Orochi en un valle, usando alcohol en el contexto de una falsa ofrenda, al caer este dormido, Susanoo logró con un arma divina cercenar todas sus colas y cabezas, destruyendo su cuerpo físico, debilitando su Alma lo suficiente para enviarlo otra vez a la misma dimensión tortuosa de dónde provenía, los dioses se mostraron amargados y decepcionados de su creación, pero en vez de exterminarlos a todos de una vez, eligieron darles una última oportunidad para hacer las cosas bien, eso sí, con la angustia de qué la violencia ya era parte del mundo y qué ya no podían extirparla de nuestra especie, debiendo conformarse con un frágil equilibrio entre las civilizaciones

Aunque no se marcharon sin dar una gran advertencia, sabiendo qué Orochi había despertado millones de seguidores del mal, los dioses dejaron en claro, qué cualquier intento humano de contactar al monstruo o a cualquiera de sus horrendos secuaces, por las razones qué fuesen, desataría la ira de los creadores y qué la represalia no sería otra, sino, La Purga de la raza Humana

La advertencia no sobrevivió con claridad al paso de los miles de años, y generaciones más recientes dejaron de ser conscientes de ello, las consecuencias eran solo cuestión de tiempo

Regresando a la actualidad:

En específico, sobre una de estas aldeas en ruinas, se podía apreciar a una gran figura de aspecto inquietante elevándose desde el terreno hasta las alturas, con facilidad este mismo Ser superaba las decenas de metros en sus amplias dimensiones, su cuerpo físico no podía describirse con demasiada precisión, excepto por algunos rasgos y características vagas, qué podían muy ligeramente asociarse a una especie deformada de serpiente o un dragón

Yamata-No-Orochi:
-Edad: Incalculable, es un ser primordial qué existe desde el principio de los tiempos
-Altura: Variable según su voluntad, acostumbra tomar formas físicas superiores a los 100 metros de alto
-Especie: Deidad maligna/Monstruo demoníaco mitológico
-Poderes: Inmortalidad, manipulación de la materia, dominio de las fuerzas oscuras, habilidades psíquicas ilimitadas y control sobre las Almas

Aquél imponente engendro sólo veía gustoso y muy complacido la gran matanza qué hicieron sus viles siervos allí, una aparente mueca o sonrisa tomaba forma en su particular rostro, pero al mismo tiempo en su mente reinaba la incertidumbre, era verdad qué él estaba de vuelta en esta dimensión después de muchos milenios de encierro sofocante

Pero le pareció muy raro, el hecho de qué hubiese conseguido traspasar las barreras divinas con tanta facilidad, al igual qué una puerta con la cerradura abierta a propósito, llevaba poco tiempo de haber retornado y sospechaba intensamente del porqué sus enemigos celestiales no lo impidieron o aún peor, estos ni siquiera habían hecho acto de presencia hasta ahora al transcurso de unos meses

No tardó mucho en intuir el posible motivo, aquello lo enfurecia con creces por fugaces instantes

Mientras pensaba en ello, dirigió su especial atención a una veintena de seres femeninos, qué se hallaban de rodillas en una posición de sumisión, de reverencia y lealtad hacia su figura, sobre los tejados de los hogares qué se consumían en las brasas como también en medio de la danza de las cenizas en el aire

Ellas eran sus temidas Onis, las lugartenientes de sus interminables ejércitos de criaturas infernales, qué hasta estos momentos y desde los últimos meses, cosechaban las despreciables vidas humanas a lo largo y ancho de todo Japón, entre todas ellas, 5 sobresalían como las más poderosas e invaluables:

Azathoth:
-Edad: 25.000 Años
-Altura: 2.70 Metros
-Especie: Demonio Oni
-Poderes: Supervelocidad, dominio absoluto del combate convencional y mágico, gran habilidad en la manipulación de mentes, puede meterse en los recuerdos y jugar con las memorias de sus adversarios

Tzeentch:
-Edad: 44.800 Años
-Altura: 3.08 Metros
-Especie: Demonio Oni
-Poderes: Fuerza sobrehumana, dominio total de las artes oscuras, control sobre las almas de los vivos y de los muertos, puede absorber la esencia de cualquier humano, adoptando diferentes aspectos físicos como también robar habilidades

Khorne:
-Edad: 32.000 años
-Altura: 4.22 Metros
-Especie: Demonio Oni
-Poderes: Manejo parcial sobre el Tiempo, puede rebobinar el tiempo para impedir o alterar sucesos inmediatos, también puede ver pocos minutos al futuro, lo qué le otorga gran ventaja en combate, puesto qué puede predecir los ataques de sus oponentes, a su vez tiene el poder de acelerar o desacelerar la vejez, permitiendo qué pueda modificar a su favor el cuerpo, mente y alma de cualquier enemigo mortal

Fortimbrás:
-Edad: 17.200 Años
-Altura: 3.40 Metros
-Especie: Demonio Oni
-Poderes: Control bastante limitado del Espacio, puede multiplicarse cierta cantidad de veces para abarcar lugares distintos, además de generar portales para acortar grandes distancias

Vordavoss:
-Edad: 20.100 Años
-Altura: 2.90 Metros
-Especie: Demonio Oni
-Poderes: Ella es capaz de usar poderes alquímicos, puede manipular objetos con y sin vida, moldeandolos en cosas qué le sean útiles, sólo limitada al potencial de su mente para crear lo qué desee, ella también puede elaborar ilusiones temporales para engañar o confundir a cualquier mortal

Orochi descendió su gigantesco rostro, con suma lentitud hacia dónde se ubicaban sus demonios, las más importantes dieron unos pasos hacia adelante, tragando saliva al ver como el ente maligno se aproximaba a su encuentro, mientras no podían evitar oír susurros escalofriantes de origen inexplicable, cuándo justo estuvieron "cara a cara" con él, este soltó un poderoso exhalado tan cálido como el sol y tan potente qué sacaría a volar a cualquier ser vivo corriente, cada una, se sintió por un momento insignificante al ver qué sus cuerpos no eran siquiera ni un cuarto del tamaño de los ojos del dios

Onis: Maestro...- repitieron todas las mencionadas al unísono, en un tono cordial y respetuoso

Orochi: a pesar de disfrutar de esta ejemplar destrucción qué ustedes han realizado fervientemente, es evidente qué estamos siendo utilizados, esos arrogantes dioses no nos están confrontando, sólo nos observan barrer la porquería qué ahora ya no quieren, es obvio qué cuando desaparezca el último ser humano, nos devolverán a esa mugrosa dimensión vacía y hueca

Pronunció con una voz extremadamente gruesa, qué exponía una mezcla de sensaciones, entre ellas la ira, la indignación y la impotencia, sus demonios no objetaron nada en respuesta de forma inmediata, al respecto

Orochi: ¿cuál de ustedes fue la contactada por un mortal hace un tiempo?

Enseguida, una de ellas contestó sin dudar aquella pregunta, levantando su cabeza hacia su amo, se trataba de la más veterana entre todas sus hermanas, Tzeentch, tras enderezarse, relajó tras su espalda sus múltiples brazos arácnidos, mientras hacía destacar sus particulares cuernos

Tzeentch: fui yo, gran señor, hace un año sorpresivamente un estúpido hombre celebró un ritual para establecer conexión conmigo desde este plano, solicitando de mis poderes a cambio de entregarme su insípida Alma, algunos detalles se desvanecieron, pero creo aún recordar qué quería mi colaboración para destruir a un colega suyo, en venganza por la injusticia qué sufrió un amigo cercano hace mucho tiempo atrás

Orochi: es interesante sin duda, eso deja más en claro varias cuestiones- dijo con una reacción de convencimiento

Tzeentch: es correcto amo, tras esa extraña invocación, al poco tiempo las barreras divinas se rompieron y nosotros pudimos volver a este mundo a esparcir nuestra oscuridad, ¿usted cree qué sea obra de los mismos miserables qué nos desterraron?

El Dios maligno simplemente asintió, antes de proseguir

Orochi: es casi una obviedad, los malditos mortales en su ignorancia y estupidez, han desafiado a sus propios progenitores, y estos...ni siquiera se molestan en borrarlos de la creación, su pereza, como la burla hacia nosotros es tal, qué creen qué pueden usarnos para no tener qué ensuciarse sus propias manos

Tzeentch: no se enoje su eminencia, encontraremos la manera de prevalecer esta vez- añadió en un intento de tranquilizar a su amo

Orochi: aún así, debemos aprovechar la situación a nuestro favor, somos subestimados enormemente por aquellos qué nos creen débiles, y considerando qué ya estamos aquí, vamos a engañarlos, ustedes cinco se embarcarán en la búsqueda de dos objetivos importantes

El susodicho se tomó una breve pausa, observandolas muy detenidamente para así tomar su decisión sobre los siguientes pasos a seguir

Orochi: ustedes se dividirán en dos grupos, Tzeentch, Azathoth y Fortimbrás se dirigirán al Norte, irán tras los pasos de la humana conocida como la mujer qué se convirtió en un Ônryo, ella posee en sus venas hablidades qué superan por mucho las del promedio de sus pares mortales, debido a la fusión de su sangre vital con un extraño material caído del cielo, necesito qué me la traigan viva, su híbrido ADN es esencial, en tanto, Khorne y Vordavoss pondrán rumbo al Sur, tendrán qué obtener la legendaria espada Kusanagi, qué se encuentra resguardada en el Santuario de Atsuta, sean precavidas, esa arma tiene dotes divinos de la misma Amaterasu y la protegen sus actuales descendientes, ambas cosas, serán la clave de nuestra supervivencia...solo les daré 1 semana

Todas: ¡como ordene maestro!, ¡no le fallaremos!

Aquellas respondieron en voz alta con claridad, para ponerse de pie y con grandes saltos alejarse de allí, para dividirse e ir a cumplir con su misión, aunque, una se quedó para preguntar algo más...

Azathoth: disculpe mi impertinencia amo, pero...¿porqué usted ha revivido a ese humano de allá?

Preguntó con notable molestia, por la presencia de una figura a sólo unas decenas de metros de allí, siendo esta, la de un aparente hombre, de gran corpulencia, ojos escarlata brillantes y una piel muy pálida, se hallaba ahora mismo sentado sobre una roca, en silencio, rodeado no sólo por una aldea en llamas, sino por miles de soldados "zombificados", qué sólo rendían cuentas a él

Orochi: sé de sobra tú desconfianza, pero ¿recuerdas lo dicho por tú hermana hace un momento?

Azathoth: ¿esa historia de traición por la qué fue invocada?

Orochi: los eventos de esa historia surgieron por una víctima, y ahí la tienes, el hombre qué prácticamente unió a una nación, y fue atacado por quién menos lo esperaba, siendole arrebatados sus logros, su reputación y hazañas

La demonio posa su atención en el sujeto por unos segundos, frunciendo el ceño con notoriedad, a ella le seguía dando una gran mala espina

Orochi: he visto su alma infeliz vagando por nuestra dimensión entre los millones de condenados, pudiendo detectar su resentimiento, odio y rabia tan concentrados por el paso del tiempo, sin lograr descansar en paz, en resumen descubrí algo con gran potencial qué podría moldear en algo útil y aquí está

Azathoth: sigue siendo un...humano...

Orochi: tranquila, su voluntad está bajo mi control por completo aunque él mismo no lo sepa..., cuándo lo reclute, me vendió su patética alma a cambio de qué lo reviva y permitirle cobrar la vida de su antiguo camarada, claro, siempre y cuándo mantenga nuestra coartada de barbarie

Oda Nobunaga:
-Edad: 70 años (muerto a los 47 años en 1582)
-Altura: 1.88 Metros
-Especie: Humano Mortal revivido/Espectro
-Poderes: Reflejos junto a la fuerza bruta incrementada, habilidades mágicas y de combate especiales adquiridas, como resultado de ser un resucitado por las fuerzas oscuras, tiene la facultad de reanimar a los muertos recientes para formar Guerreros-Zombies

Algunas horas luego:

Al haber ya aprovechado unos momentos de reflexión misteriosos, el ser enigmático se puso de pie sobre el barro resbaladizo, mientras grandes cantidades de ceniza qué caían allí mismo producto de los incendios, se depositaban sobre su armadura, para avanzar lentamente hacia una gran pila de cadáveres

Estando bajo la mirada electrizante de los soldados de su extraña tropa personal, una vez qué estuvo a un paso del montón de cadáveres, colocó una mano sobre los mismos mientras de su extremidad surgía un aura oscura, para así con ella intervenir los miles de los cuerpos de los aldeanos asesinados en esa zona, en pocos minutos, muchos de los muertos, qué estaban en avanzado estado de descomposición, llenos de moscas y siendo otros picoteados por buitres, empezaron a levantarse a la vez qué sus vestimentas rotas y quemadas eran suplantadas por modestas armaduras junto a espadas oxidadas qué aparecían en sus manos, ya esqueléticas, carentes de carne

Literalmente, acababan de convertirse en ejércitos de no muertos, listos para marchar y arrasar con todo por delante de ellos, a modo de seguir perpetuando las matanzas de tal forma qué los dioses se mantengan distraídos y no sospechen del plan oculto de Orochi y sus Onis, quiénes a la distancia observaban al antiguo general caído de forma fija, este opta por no verlos y centrarse en su parte del trato

Nobunaga: sólo unas almas más...y pronto nos veremos amigo mío

Varios meses después:

Acto 3: Dos Almas, Un Exilio

22 de Agosto, región extremo Norte de Japón:

En algún lugar de la Isla de Ezo, 19:47 Hs PM:

El envolvente paisaje se hallaba cubierto en su totalidad por la nieve, en medio de una región qué permanecía helada todo el año con indiferencia al transcurso de las estaciones a través del calendario, eran kilómetros y kilómetros de parajes teñidos de blanco, mientras qué una fuerte ventisca azotaba ese lugar con una fuerza nunca antes vista, algunos árboles se movían con violencia

Debido a la iluminación tenue del sol, junto a su posición en ese horario del día apenas distinguible por el cielo casi nublado, podía verse qué eran los últimos instantes del atardecer, la oscura noche estaba pronto a caer desde el horizonte, en sólo una cuestión de minutos

Unas dos figuras desde lejos avanzaban contra la feroz tormenta de nieve, por sus aspectos se podían discernir sus identidades como las de unas jóvenes adultas, qué se hallaban caminando muy dificultosamente, sus piernas paso paso se enterraban en la superficie blanda, a la vez qué algunas partes de sus cuerpos al descubierto, como la piel de manos y caras, tenían signos de ligero congelamiento al estar desde hacía horas expuestas a la interperie

Ellas pronto alcanzarían a ver a unos 30 metros a la distancia, una Torre de gran altura del estilo arquitectónico Pagoda, sin pensarlo mucho a pesar de algunas dudas, se dirigieron con la mayor velocidad posible hacia allí en busca de refugio para pasar la noche

Tras llegar justo ante la estructura de aspecto antiguo y descuidado, entre ambas se hicieron unos gestos silenciosos con la cabeza, para qué en lo que una subía las escaleras de acceso, la otra daba una rápida vuelta al perímetro del área para asegurarla, tratando de prevenir la sorpresa o el peligro más mínimo

En esos segundos, quién ya se encontraba frente al gran marco de la entrada principal, era una mujer de cabellos color opaco y vestimenta azul, qué con extrema precaución se apegó con rapidez al lado izquierdo de la entrada a la primera planta de la Torre, a pesar de haber notado múltiples ventanas rotas y literalmente la ausencia de una de la grandes puertas, sólo cerró sus ojos, tomando aire y apoyando una mano con delicadeza sobre el mango de su Katana, afinando su sentido auditivo al máximo, solo pudiendo escuchar las incesantes corrientes de viento entrar y salir del lugar

En ello, siente a través de sonidos de pisadas rápidas y casi imperceptibles, como su colega regresa de su breve patrulla, uniendosele, alguien de cabello puntiagudo y ropajes negros, quién se ubica del lado derecho, sacando de su cintura con un movimiento fugaz sus dos cuchillas filosas, una de ellas habló en un susurró apenas audible:

????: a la cuenta de tres...

Tras el final del conteo, aquellas irrumpieron al mismo tiempo en el interior listas para atacar a quién sea, pero para su fortuna solo bastaron unos cuantos pasos hacia el centro, junto a miradas minuciosas hacia los niveles superiores, para qué se calmasen al comprobar qué efectivamente se trataba de un lugar desolado

Mizu:
-Edad: 31 años
-Altura: 1.80 Metros
-Especie: Humana "Mortal"
-Habilidades: Gran habilidad con las artes marciales, reflejos muy agudos y buena técnica con la espada, fuerza bruta notablemente por encima del promedio, reacción casi instantánea, puede perfectamente superar a cualquier tipo de oponente incluso en desventaja numérica, puede superar sus límites de forma inconsciente en explosivos episodios de Ira

Kurenai:
-Edad: 27 años
-Altura: 1.71 Metros
-Especie: Humana Mortal
-Habilidades: Excelente maniobra con sus cortas cuchillas dobles, experta en armas de fuego, espionaje, explosivos, venenos, y en la lucha cuerpo a cuerpo, también en el rastreo de objetivos a través de grandes distancias

Ellas eran Mizu y Kurenai, la primera se trataba de una hábil e implacable guerrera Samurái, habiendo sido desterrada de su región natal a muy temprana edad, habiendo sido juzgada por su sangre mestiza, qué se evidenciaba por sus ojos color azul intenso, algo qué era tomado como una anomalía en la sociedad japonesa, un día tras recibir hospitalidad por parte de un experto herrero ciego, ella durante su crecimiento fue aprendiendo y entrenando día a día sus hablidades, puliendose pacientemente, con solo observar e imitar a otros espadachines, una vez qué se consideró lo suficientemente lista, emprendió un viaje por todo Japón para vengarse de su verdadero progenitor, por heredarle esta maldición genética qué le había provocado tanto rechazo y un sinfín de desgracias, tras años de búsqueda, Mizu asesinó sin piedad a una serie de hombres extranjeros entre los cuáles podía hallarse su padre, unos corruptos mercaderes europeos, no sin antes dejar tras de sí una gran estela de destrucción como de muerte, ganándose así la desagradable reputación de un "Ônryo", un espíritu vengativo y maligno en la mitología local

La segunda era una letal Kunoichi o Ninja, una experta en el arte del asesinato en las sombras y con sigilo, Kurenai formaba parte de una clase de guerreros mercenarios, qué actuaban comúnmente en grupos como otros en solitario, ofreciendo sus servicios al mejor postor, ella había sido adoptada por su maestro luego de qué este la encontró en su pueblo, como la única sobreviviente tras una masacre provocada por unos "Rônin" renegados (Samuráis errantes sin clan o maestro), Kurenai llegó a la adultez como la mejor asesina del Clan ninja Azuma, sin embargo un día lo perdió todo debido una emboscada por parte de un clan oponente, perdió a su maestro y a muchos de sus colegas en el ataque, nada pudo hacer para salvarlos

Y en estos instantes, ambas almas habían cruzado sus caminos desde hacía sólo unos meses, en medio de un momento crucial para Japón y el mundo:

La Samurái después de su añorada venganza no tuvo paz, su travesía violenta había generado demasiada conmoción en toda Japón, y en un principio, tanto el gobierno como muchos clanes Samurái, fueron tras la cabeza del "monstruo de ojos azules", su desafortunado apodo

Por parte de la Ninja, al ser su clan exterminado no tuvo alternativa qué vagar sin destino por incontables lunas, con una gran sensación de vacío en su interior, teniendo qué vivir en la oscuridad por la mala imagen qué tenían los ninjas, considerados unas bestias desalmadas sin honor a la vista de la población, solía ser descubierta y echada de cada ciudad o aldea qué visitaba, debido a su necesidad de robar alimentos para no morir de hambre

Pero como si eso no fuese poco, ahora las dos debían blandir sus armas contra monstruos aberrantes y guerreros zombies, como si fuesen salidos del mismo infierno

Se toparon entre ellas por primera vez en una desagradable confrontación a las afueras de una pequeña ciudad portuaria al Sur, en la cuál empataron, pero eso sí, muy cerca de asesinarse entre sí, reconociendose sus hablidades las guerreras decidieron declararse una tregua mutua, una especie de pacto de supervivencia en la cuál ellas colaborarían en conjunto para ayudarse a salir adelante, por lo menos en cuanto durara esta hecatombe apocalíptica de seres demoníacos sobre esta Realidad

Kurenai: al menos deseaba qué hubiera una misera rata aquí dentro, no hemos comido nada en dos días y la tripas ni siquiera me dejan dormir en paz

Exclamó molesta la susodicha mientras volvía a guardar sus armas, caminando por el suelo de madera algo podrido y lleno de polvo, apreciando solo un par de muebles en los rincones también destrozados o carcomidos por las termitas, la contraria sólo reaccionó con indiferencia a su queja

Mizu: habla por ti, además debemos agradecer qué hallamos un lugar para resguardarnos del frío y la tormenta qué se avecina- dijo mientras observaba las puntas de sus dedos algo moradas, qué gradualmente recuperaban su tono cálido habitual

La joven de penetrantes orbes color mar, se dispuso por unos minutos a inspeccionar más de cerca lo qué quedaba en el interior de la Torre, confirmando su estado deplorable, aún así, aprovechó para tomar algunos pedazos de madera dispersos para poder encender una modesta fogata, la ninja sólo se limitó a suspirar y recargarse en un muro

Kurenai: ¿cuánta gente crees qué murió desde qué inició todo esto?

Mizu: tal vez varios millones, seguramente todas las grandes ciudades del país fueron destruidas, la civilización...se esta desmoronando cada día qué pasa, y no sabemos si el resto del mundo está igual o peor, pero ya qué, almenos los asesinos del Shogunato y los cazarrecompensas ya no me persiguen

Kurenai: ¿sabes algo Ônryo?, nunca creí qué fueras real, los rumores sobre ti siempre me parecieron...em, demasiado dramáticos e infelices para ser realistas- habló casi con un tono insultante

Mizu: cállate...te dije qué no me llamaras así, no tientes a tú suerte

Kurenai: qué te quede claro, no te temo fenómeno, la necesidad de supervivencia nos obliga a cooperar ahora pero, nuestra batalla seguirá pendiente

La primera sólo reaccionó con un gruñido, inmersa en encender el fuego, cuándo lo consiguió al fin, se sentó cerca, estirando sus manos hacia las cálidas llamas

Mizu: no me lo repitas, tampoco pienso dejar escapar a alguien qué le robó su comida a una familia pobre

Kurenai: en fin, esas...criaturas, ¿de dónde vienen?, ¿qué es lo qué quieren?, aún siento escalofríos de nuestra última pelea con ellos hace unos días- dijo acercándose lentamente, para sentarse junto a ella y calentarse también, su relación era muy difícil de por sí, debido a sus posiciones como Ninja y Samurái respectivamente, no sólo chocaban sus ideales, sino también sus personalidades en casi todo aspecto y sentido, pero las dos sabían qué su unión facilitaba su supervivencia en tiempos tan oscuros

Ante el silencio de la Samurái, la mujer de negro volvió a insistir en su pregunta, en cuestión de escasos minutos la noche cayó sobre ambas, en el exterior la vista se redujo aún más, sólo quedando la caída de la nieve a su alrededor, el silencio a su vez era sordo, no se oía nada en kilómetros

La mujer mestiza sencillamente parpadeo unas veces ante la misma pregunta, mientras ahora apreciaba unas suaves ondas de un cálido líquido verdoso en una taza, un té qué había preparado poco antes, aspirando por sus fosas nasales el apenas notable humo qué desprendía el contenido todavía caliente, le dio un último sorbo para así dárselo a su compañera para qué calentara su estómago un poco

Mizu: la verdad, por el momento sólo deseo conservar la cordura, así qué no, no me interesa eso, sólo hay qué procurar no morir y ya

La contraria se decepcionó pero no indagó más, aún con eso, notó en un simple movimiento unas extrañas marcas azules muy intensas en el brazo derecho de la Samurái, siguiendo el patrón de sus venas bajo su piel, cuándo iba a decir algo al respecto, los ojos azules de Mizu se agudizaron en un instante

Mizu: ¿oyes eso?

Kurenai: ¿qué cosa?

Mizu: sonidos en la nieve...pisadas, a unos 100 metros de aquí...

Las dos apagaron la fogata enseguida y con gran velocidad se ubicaron alrededor de una ventana, por el lado noreste de la torre, solamente pudiendo verse a los ojos en la penumbra, sin pensarlo sacaron y blandieron sus armas

Kurenai: ¿monstruos?

Mizu: no, son esos estúpidos esqueletos, a juzgar por el sonido deben ser una veintena de ellos, tarde o temprano nos detectarán, ¡prepárate!

Continuará...

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