37.
Me disculpé más de cinco veces antes de irme de su casa. Y aunque sabía que él estaba realmente enojado por la poca información que yo había brindado antes de irme nuevamente como si nada, prefería hacer las cosas de esa manera.
Le pediría disculpas las veces que fueran necesarias si eso significaba tenerlo fuera de los asuntos a los que yo me había metido sin pensar.
Mientras caminaba de regreso al apartamento, aquel sentimiento tan humano se apoderó de mí. Tenía miedo. Había pasado mucho tiempo desde que salí solo a la calle, y mis experiencias respecto al tema tampoco eran las más bonitas.
Tan sólo de recordar la experiencia que viví al conocer en carne propia a aquellas criaturas legendarias de las que tanto se habló en la historia, me erizaba la piel. Pero la parte buena de todo el asunto era que a pesar de lo humano que era aún, sentía que algo realmente había cambiado en mí.
Quizá Hoseok no estaba consciente pero, si no hubiera ningún cambio en mí... ¿Por qué podía percibir incluso hasta el mínimo movimiento de las hojas de los árboles a mi alrededor? Quizá podría haber desarrollado un sexto sentido al tener que convivir de cerca con los vampiros. No lo sabía.
Lo único que sabía es que en ese momento tenía a un vampiro detrás de mí, siguiéndome desde que salí de la casa de Kihyun, escondido en la oscuridad, moviéndose tan rápido que era imposible de ver y sólo hacía que estuviera más atento a sus movimientos.
— ¿No es mala idea salir a la solitaria calle a estas horas? —susurró la voz del vampiro en mi oído.
Mis vellos se erizaron completamente por la cercanía, pero eso no evitó que me volteara para tener frente a frente al vampiro y darle un pequeño empujón en el pecho. O al menos intentarlo.
— Mala idea es que me sigas como un acosador todo el camino. —le regañé— Pudiste haber esperado en casa.
Hoseok frunció el ceño, tomó mi mano y metió su mano unida a la mía en uno de los anchos bolsillos de su suéter.
— ¿No fui lo suficientemente claro? —preguntó casi irritado— Dije que volvería por ti en la noche. Pues ya estoy aquí, he venido a llevarte, no tengo razón alguna para estar en tu antigua casa si tú no estás ahí.
Rodé los ojos fingiendo molestia y continué caminando sin soltar su firme mano.
— Que molesto... —susurré provocándolo a propósito— No he terminado mis asuntos, te veo otro día. —aprovechando su descuido, me deshice del agarre y lo empujé suavemente—Vete. Adiós.
En el momento en el que di un paso adelante, ya tenía a los brazos del vampiro fuertemente aferrados a mi cintura desde atrás, y sus labios rozándome el hombro.
— El plazo se ha terminado. —me recordó con tono demandante— Volveremos ahora.
No era normal ver al vampiro así de posesivo en un lugar público por lo que me pareció más que divertido y seguí provocándolo sin restricciones.
— ¿Que opciones tengo? —pregunté recostando mi cabeza sobre su hombro para poder mirarlo.
Él me devolvió una mirada de reojo.
— Volver voluntariamente. —comentó— Fin.
Casi me reí por lo cortante que sonó su respuesta, pero en cambio me limité a liberarme una vez más de su agarre y empezar a caminar tranquilamente.
— ¿Y si me rehuso? —cuestioné con naturalidad a unos pasos de distancia.
Lo que no me esperé es que al dar el siguiente paso tuviera al vampiro frente a mí nuevamente. Pero claro, no era de extrañar si podía literalmente teletransportarse.
— Si te rehusas, entonces volverás voluntariamente inconsciente. —sonrió dulcemente, dejándome anonadado.
Sabía que sus palabras eran un manojo de mentiras para seguirme la broma, sin embargo escuchar eso venir de un vampiro seguía siendo un poquito escalofriante.
— ¿Serías capaz? —pregunté entre risas, esta vez pasando mis brazos por detras de su cuello para acortar la distancia entre nuestros rostros.
Sus grandes manos se posaron en mi cintura con tal precisión que encajaban perfectamente como un puzzle nuevo.
— Ponme a prueba y te raptaré... —susurró acercándose peligrosamente a mis labios— Eres mío, después de todo.
Tras mencionar su última frase, me besó y aprovechó la posición para poder cargarme, fingiendo que realmente iba a raptarme, entonces ambos reímos libremente, olvidando por un par de segundos que estabamos en plena calle, que era medianoche, además de todos los problemas que teníamos.
Después de un par de tonterías más, me bajó, entonces tomé su mano y empezamos a caminar, rumbo a la que todavía era mi vivienda. Entonces decidí romper el silencio con una explicación que sentía que debía darle.
— Lamento no haber podido terminar todo para volver esta noche contigo. —susurré apoyando mi cabeza en su hombro— Algunas cosas no están bajo mi control.
Un beso fue a parar en mi alborotado cabello.
— Sólo estaba preocupado... —respondió sinceramente— Viniste solo, y no sé si lo recuerdas pero, estás en la mira de un imbecil. —confesó— Tenía miedo que te hiciera daño, así que te seguí. Lo siento.
No quería mentirle, aunque tampoco quería decirle toda la verdad.
— Soy muy consciente de eso. —contesté sin ánimos.
Él me miró y guardó silencio por varios segundos antes de formular una nueva pregunta.
— Entonces, ¿por qué lo haces? —preguntó acunando mi rostro con suavidad— Si te pierdo...
— No estoy dispuesto a dejar que me haga daño. —lo interrumpí— Sólo quiero cerrar esa estúpida etapa de una vez. Kihyun es mi única familia y si le pasa algo por mi culpa...
En ese momento nos detuvimos frente al edificio y aunque podía ver la lucha interna reflejada en la expresión de su rostro, él no preguntó nada más y simplemente le dejó el camino libre a mi alocada e incierta idea. Sin embargo, no estuvo tranquilo hasta que ingresó al apartamento y se aseguró personalmente de que todo estuviera en orden.
— ¿Ya terminaste o también vas a limpiarme la cama hasta que elimines el último ácaro? —bromeé al verlo tan obstinado buscando en cada rincón el mínimo rastro de algo extraño.
Él me miró y dejó lo que estaba haciendo, para finalmente venir a mi y darme un beso en la frente.
— También tengo asuntos que atender... —comentó agobiado— Por favor mantente a salvo mientras no estoy... No abras puertas ni ventanas, no contestes llamadas de números extraños y más importante, no salgas.
Asentí para calmarlo y lo abracé dulcemente.
— Estaré bien. —aseguré sin certeza— Te veo pronto.
Sus labios atraparon los míos después de esa frase y aunque quiso soltar alguna palabra de despedida, decidió no hacerlo. Entonces después de un movimiento de cabeza desapareció frente a mis ojos, dejándome un fuerte sentimiento de vacío e intranquilidad.
Sobretodo por aquella profunda mirada rojiza que me acechó por la ventana tan pronto como él se fue.
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