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Han pasado 84 años *inserte voz seductora* Hola que tal

Advertencias: Este capítulo contiene escenas de violencia explícita. Ya saben, las tripas que prometí en el primer capítulo. Seeep, aquí están babyes.

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Enseñar las reglas de la manada a Sirius fue una experiencia reveladora.

Lealtad

Respeto

Libertad

La lealtad es algo que los puristas trabajan de formas diferentes de acuerdo a los intereses de cada familia, por ejemplo, los Longbottom son leales a la verdad, los Potter al honor que dicho sea de paso tienen un concepto muy, pero que muy retorcido al aplicarlo, o tal vez solo sea el menor de ellos, James. Sé que después de marcar la palabra y su significado en su piel no olvidará lo que es el honor de nuevo.

Por otro lado los Malfoy son leales a su familia y los Black a la sangre, la sangre pura obviamente. Merlín lo prohíba un Black siendo leal a algo más que un cumulo de glóbulos blancos y rojos que recorren venas y arterias para mantener en marcha órganos y tejidos.

Las cosas que hay que presenciar.

La lealtad a la manada y al Alpha es vital, yo lo aprendí a las malas y es algo que jamás olvidare gracias a las cicatrices que un miembro de mi manada lleva en su espalda por mi desobediencia. Sirius me entrego su verdad, su alma, su cuerpo, pero obtener su obediencia demostró ser un desastre. Claro que Fenrir sabe manejar a cachorros díscolos. La soledad del bosque y semanas sin sexo aplacaron al pulgoso. Lo que también constituyo un castigo para mí por no lograr aplacar a mi elegido.

El respeto es un privilegio, un concepto tratado muchas veces a la ligera pues algunos lo dan por sentado por las más absurdas convenciones sociales. Que si es mayor que tú, que si tiene una posición de poder, que si es famosos, que si es inteligente, que si es fuerte, que si logro derrotar un mago oscuro que casualmente era su amante – el que lo entendió, lo entendió – el respeto se gana, se valora y se trabaja, es fácil respetar a un Alpha como Fenrir, el provee por todos y pone la manada por encima de los intereses individuales, la supervivencia y el apoyo es lo primordial.

Si, el respeto es difícil de ganar. A menos que seas una fuerza de la naturaleza o la magia misma, no muerdes la mano que te da de comer, que te llena los pulmones de aire y las venas de poder y magia.

Y llegamos al punto crítico, la libertad. El concepto me eludió mucho tiempo y debí dejar que la manada se lo explicara a Sirius. Enseñar algo que desconoces es complejo por no decir absurdo. Por supuesto conocía el concepto objetivamente, su significado tanto histórico como social. Pero la forma en que se planteaba en la manada. Dejar libre el pasado para así conseguir la libertad.

Como dejar algo que te hace ser quien eres. Como dejar en el dolor, la humillación, la soledad, la discriminación, el desprecio, la muerte y la ira. Como pedirle a alguien que deje su pasado, que deje su historia atrás cuando tú no puedes hacerlo.

Ignorarlo, sí. Dejarlo, no.

¿Y que quieren decir con dejarlo exactamente?

— Tal vez quieran que perdones, que perdones y sigas adelante

Lilian Mary Evans. Una bruja excepcionalmente poderosa y compasiva. Padres amorosos, infancia relativamente feliz, hermosa y carismática. Que mierda podría saber ella. Tal vez su hermana entendería mejor lo que te corroe el odio, la envidia la soledad y el dolor.

¡Nah! La forma idealista en que ven el mundo algunos es repugnante.

Porque el pasado no se deja ir, porque siempre estará allí, es algo que no se puede cambiar, no se puede mejorar. El pasado te escupe en la cara en tu presente cuando menos piensas.

¿Cómo hacer que Severus Snape que olvide las golpizas que su padre le propinaba a su madre? ¿Cómo hacer que Lucius deje de lado la soledad de su infancia? ¿Cómo pedirle a Regulus que perdone a su madre después de hechizarlo para herir a su hermano?

Perdonar a la mujer que marco la mente y el cuerpo de sus hijos en nombre la sangre.

No lo entendía, no lo soportaba

***

Los planes de Voldemort cuajaron rápidamente, la política y la fuerza rindieron resultados. La manada ahora con una pareja de Alphas fuertes tomando parte activa del cambio. El mundo mágico estaba viviendo la mayor reforma desde la instauración del secreto.

No solo las manadas de hombres lobo ahora tenían poder y derechos. Gracias a mi insistencia y una de las reuniones más extrañas de mi vida, logre discutir los beneficios de integrar a la comunidad los aquelarres vampíricos, las comunidades acuáticas y elficas, con la pareja Alpha. Tom siendo la serpiente astuta que era logro ver mi punto, a pesar de la lujuria que sentía en ese momento al tener a Fenrir enterrado hasta las pelotas.

Una declaración de dominancia a la que terminaban recurriendo muy seguido. Que la pareja Alpha se apareara frente a todos después de una discusión se volvió algo tan común como el ceño fruncido de Fenrir, la sonrisa maldita de Tom, la mira chulesca de Sirius. En fin.

La magia poco a poco inicio una gran restauración del mundo. Los nacimientos se triplicaron en muchas de las especies, entradas a lugares netamente mágicos se abrieron. La perra Genocida llamada naturaleza mato cientos, miles de muggles con enfermedades cada una más creativa que la anterior. Fue una época muy divertida.

Divertida y ocupada

***

Con el pasar de los años las cosas se fueron tornando lo suficientemente tranquilas como para cerrar ciclos.

Severus en compañía de Regulus echaron abajo hasta la última piedra de la calle La Hilandera, donde Severus creció. Se casaron y adoptaron el apellido Prince. Fue todo un escándalo.

Lucius se tatuó hasta el alma, literalmente, algunas runas de protección aquí y allá estuvieron en orden. Sirius por poco y hace lo mismo, gracias a los hados lo convencí de que parace en el número 30.

Todo iba bien, yo tenía mi pareja, la manada era sólida, el mundo mágico estaba cambiando, el muggle estaba retirándose de las zonas verdes gracias a la hermosa genocida. Todo se veía bien.

Pero no se sentía bien. Había algo que no me permitía seguir en paz. Seguí el ejemplo de Severus y regrese a la casa.

La casa de mis padres.

Fenrir la dejo en un estadio de estasis con ayuda de los chicos de la manada la mañana que me hallaron. Sirius me acompaño.

La puerta de entrada estaba en perfectas condiciones, el pasillo de entrada solo con un poco de polvo, era como si nada hubiese sucedido, como si en cualquier momento la familia que vivía en esa casa pudiera bajar las escaleras. Eso hasta llegar a la cocina.

Un cuerpo bañado en sangre, tremendamente golpeado sobre la mesa, el charco bajo la cabeza minúsculo comparado con el del torso, tantas puñaladas, tanta furia, contra un ser tan pequeño. Sirius conjuro una sábana sobre ella. Mi madre.

Pensé que recordaría el dolor de su ausencia, el odio por dejarme. Sin embargo solo pude pensar en sus sonrisas, en lo cálido de sus brazos, en su voz cantando suavemente y ese último Te Amo. No solo yo sufrí dentro de esas paredes.

Saliendo por el pasillo lateral se encontraba la puerta al patio completamente destruida y unos pasos más allá la puerta al sótano, había pelo en el marco, sangre. Las escaleras astilladas. Abajo en medio de la oscuridad una pequeña jaula.

Merlín, era pequeña

Marcas de dedos minúsculos, vidrios y cuero roto. El cinturón que casi me quita la vida. Un recuerdo fugaz me asalta en ese momento junto al odio más visceral gatillado por el miedo y las náuseas.

Subí como un bólido hasta el patio, Sirius tras de mí. Allí a plena luz del día, un cuerpo roto, medio comido, asqueroso. La cara hinchada, los intestinos esparcidos en las escaleras tenían toda pinta de haber estallado. Las piernas torcidas de forma antinatural mirando en diferentes direcciones. El torso un poco más lejos con los brazos abiertos.

Fue demasiado lento y lo peor de todo es que no lo recuerdo bien al haber cambiado. Con un movimiento de varita junte todas las piezas y las levite para dejarlas dentro de la jaula en el sótano. Su rostro mirando la puerta abierta. Mientras tanto Sirius levito el cuerpo de mi madre, lo llevo fuera de la casa adentrándose un poco en el pequeño bosquecillo donde la enterró.

El fuego maldito consumió todo.

Todo, menos mi inquietud

***

Sirius era perfecto, desde sus pies sucios, aun no entiendo su odio al calzado, hasta el más corto de sus cabellos. Pasando por sus manos de dedos largos y delgados, sus ojos brillantes, su boca insinuante y no olvidemos su polla y culo en el orden que sea.

Listo pero no muy astuto, tremendamente temerario y ridículamente mimoso. El mantenía la inquietud a raya siempre que no tuviese pesadillas, después de ellas se volvía taciturno y apagado, un estado del que solo podía salir gracias a su hermano. Con los años las pesadillas se hicieron cada vez más esporádicas.

Con los años se instauraron las celebraciones celtas como un encuentro social en algunas zonas naturales y apartadas. Quien lo deseara era bienvenido.

Desde Hogwarts los hermanos Black se apegaron a mi orden y jamás regresaron a la casa de sus padres, su madre al enterarse de la transformación de Sirius desapareció de su vida y en general del ojo público. Hasta este año.

Hizo una breve aparición en invierno. Las pesadillas de Sirius reaparecieron más vividas que nuca. Ahora, mientras sostengo en mis brazos su cuerpo lloroso entiendo que es lo que me hace falta para dejar todo atrás. Sirius es una extensión de mí y lo que le daña debe desaparecer.

***

Las mansiones antiguas tienen capa tras capa de protecciones imbuidas de sangre. Pasar a través de ellas en esencia es imposible si no tienes permiso. Años de paranoia trabajan en tu contra si tratas de dañar a sus ocupantes.

Qué bueno que tengo permiso del Jefe de la Cada Black.

A pesar de ellos el ambiente opresivo del lugar es casi demasiado. La oscuridad que impregna las paredes, el dolor en cada habitación, el olor a moho y decadencia. Al poner un pie en la cocina llega el primer obstáculo, el único obstáculo hasta mi objetivo.

El viejo elfo doméstico, aparece frente a mí, es una criatura bastante fea y maltratada, lleva una pequeña servilleta de tela como ropa, cientos de cicatrices surcan su cuerpo, no tiene una oreja y un ojo supura un líquido verde.

Aun con todo lo que le ha hecho esa mujer está dispuesto a defenderla.

Y a mi mente llega el recuerdo de un lloroso y hambriento Sirius en una celda rogando por un poco de comida. Basura sucia que le escupe este adefesio.

Cuando se lanza hacia mí un poderoso expelliarmus lo envía hasta la otra habitación atravesando la pared.

Un accio bien pensado arrastra desde sus entrañas todo el contenido que su bulboso cuerpo mantiene.

Lentamente por su boca asomando sus intestinos, pulmones y corazón, el dolor en sus ojos es poco satisfactorio, una maldición susurrada manda su ojo bueno contra la pared y su legua a mi mano.

El charco de vísceras que antes fue un elfo manda oleadas de olor a putrefacción a toda la casa. Es sofocante, es asqueroso, es perfecto.

Espere en la cocina a que sea un poco más tarde, al parecer la señora de la casa esta fuera. No demoro en escuchar el sonido del Flu. Pasos pesados cada vez más cerca, un grito ahogado.

La locura Black en estampida hacia mí. Wallburga con el vestido lleno de polilla, los ojos desenfocados llenos de odio, el cabello fuera de lugar. No queda nada de la mujer que antes fue. No hay nada de belleza, ni poder. Solo locura.

Hechizos y maldiciones vuelan por todos lados, cortinas incendiadas, muebles hechos pedazos. Ni uno solo me golpea mientras ella jadea y suda copiosamente. No hay elegancia, no hay sutileza. Es pura desesperación y bajo la podredumbre, el moho y el desastre puedo detectar el acre regusto del terror.

Delicioso

Los últimos rayos de sol tiñen el lugar de oro y naranja, las sombras se hacen cálidas solo por un momento seguido de oscuridad. Y justo en el momento en que aire frio entra elevando sus cabellos puedo ver como la realidad la golpea con toda la brutalidad con que ella golpeaba a sus vástagos.

Los hijos de la luna tenían fiesta este día.

La luna se alzaría pronto y con ella el fin

Tres segundos le tomo empezar a correr escaleras arriba, puedo escuchar cómo se abre y cierra una puerta, muebles siendo arrastrados, un corazón palpitando tan rápido, tan duro. Su respiración ahogada, fatigada.

Subir las escaleras me tomo cerca de dos minutos. Un pie tras otro, pura calma. Tres pisos, 57 escalones, 41 retratos, 15 cabezas de elfos domésticos, 6 puertas de pino y plata antes de llegar a la última, la séptima puerta. Roble y oro.

Uno a uno fui desapareciendo cada mueble hasta encontrarme cara a cara con un atizador de chimenea, al moverme solo me abre un poco piel del brazo, la sangre cae lentamente hasta el suelo.

Las fosas nasales de Wallburga se inflaman.

Hay sangre sucia en su piso.

Sangre de un mestizo.

Pero yo vine por la sangre de un monstruo.

La sangre maldita que esta familia venera.

El tiempo se me agota. Mientras ella chilla toda mi desgracia al manchar su muy puro lanzo sobre ella la maldición que desgracio a su hijo menor.

Imperio. Llévame a la mazmorra y entra en la celda donde castigabas a tus hijos.

Para mi sorpresa una puerta detrás del librero en la habitación lleva directamente a las mazmorras de la casa. Al final de un pasillo húmedo y frio hay un pequeña celda, dentro hay restos de sangre, paja sucia y la desconsoladora imagen de un juguete, un muñeco pequeño elaborado con la misma paja sucia y retazos de tela desagarrada y sanguinolenta.

El corazón se me dispara con ira cancelando el hechizo. En el segundo que profiere su primer grito pongo la lengua del horrendo elfo dentro de su garganta. Pasa los siguientes minutos luchando con el vómito atorado gracias a la lengua del bicho ese hasta que sus ojos se ponen rojos, su piel amoratada y puedo escuchas líquido, ese odioso liquido en sus pulmones.

Retiro la lengua para que pueda respirar, pero el daño ya está hecho, hay vomito en sus pulmones. Se ahoga. Ahora comprende, puede ver su muerte a los ojos.

Mis ojos que relucen dorados. La luna pronto abrazara mis sentidos y mi alma.

Empieza a murmurar palabras, palabras que me regresan a un sótano, a una jaula.

— asqueroso mestizo, monstruo... animal...

monst... anim... ruina... desgracia

Mirando fijamente sus ojos. Plata deteriorada, envejecida contra oro brillante y sediento.

Los huesos crujieron, la piel dio paso a el espeso pelaje, los dientes y las uñas crecieron pero mis ojos jamás dejaron los suyos.

Un aullido rompió el silencio seguido de un grito desgarradoramente doloroso.

Los monstruos se comen otros monstruos.

***

— No estabas — Sirius me reclama con un puchero y ojos cerrados cuando me acomodo detrás suyo en la pila de cuerpos desnudos que conforman la manada temprano la mañana siguiente de la luna llena.

— Tenía un asunto importante, ahora todo está bien, vuelve a dormir.

Definitivamente todo estaba bien ahora.

Por fin la libertad ha llegado a mí. Al fin, no más ataduras. Después de todo, los monstruos también pueden ser libres.

Fin

***

Bueno bestiecillas de mi vida y mis múltiples muertes llegamos al final de esta historia. Espero lo disfrutaran.

Número impar = Bestie Feliz.

Esta actualización tiene 2666 palabras. YEIIIII

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