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Lindas Bestiecillas de mi corazón –no me maten- sé que demoro demasiado pero pues aja. Y se que es cortito pero aja.
Este cap va dedicado a mi Annibaby
“prima, tu eres una cosita preciosa

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Dolor: Sufrimiento, padecimiento físico. Aflicción, pena.

Dolor, cinco letras que se comprenden al sentirlas, al vivirlas.

Dolor es lo que he sentido cada día desde que puedo recordar. Mi padre es un hombre estricto, duro, frio y ausente, siempre negociando, semanas fuera del país, juntas, dinero. Su ausencia fue una sentencia para mi pequeño hermano y para mí.

Mi madre y su fiel vasallo nos hicieron la vida imposible, no había privacidad, no había cariño, no había consuelo. Los días largos, tediosos, clase tras clase de etiqueta, política, baile, buenos modales, geografía, genealogía, matemáticas, rituales, sacrificios, muerte, destrucción.

Mi educación en la infancia fue dura, no niego que muchas cosas fueron útiles pero no había momentos de luz, no habían risas, ni juegos.

Wallburga Black siempre fue implacable y no temía usar cualquier medio para que sus hijos le obedecieran.

Con los años los castigos se recrudecían. A los tres años eran empujones hacia las mazmorras y oscuridad por una hora, a los cinco la piel de mis brazos retorcida más dos horas en las mazmorras, a los ocho bofetadas y un día en las mazmorras, a los nueve golpes de vara que rompían la piel y en las mazmorras cadenas sujetándome a la pared bañada en sal, a los diez tenia tantas cicatrices en mi espalda que romper la piel era difícil por lo cual madre decidió pasar a los hechizos. Cortes, golpes, pesadillas, malestar, debilidad, ceguera.

La primera vez que mi hermano, mi pequeño Reg sangro por un castigo prometí protegerle. Cada vez que Regulus se equivocaba yo gritaba, cada vez que el lloraba yo maldecía. Sin embargo, a pesar de todos mis esfuerzos mi pequeño hermano tiene también cicatrices que le recuerdan y me recuerdan que la vida es cruel.

A la edad de diez años planifique la mayor de las deshonras. Rompería un molde, con ello pretendía liberar a mi hermano de los castigos, del sufrimiento. Sería el primer Gryffindor en la familia Black, pero las cosas no salieron como quise.

Slytherin fue el veredicto del sombrero seleccionador.

Las cartas de Regulus me mantenían al borde de un colapso, no lo escribía pero sabía que estaba pasándola mal y las cosas en el colegio iban de mal en peor, todos desconfiaban de mí por ser un Slytherin y por ser un Black, no comia, no dormía bien, estaba solo.

La máxima muestra de ello fue en Halloween, una chica fue hechizada, se golpeó la cabeza al caer por las escaleras, en su frente escrito “Sangre Sucia” con pintura roja.

Gryffindor, primer año, cabello rojo, ojos verdes, sonrisa fácil.

Estuve en el lugar y el momento equivocado.

La niña paso unos días en la enfermería, mientras yo fui culpado. La chica Evans no estaba consiente para decir quien la ataco, pero estuve muy cerca del lugar.

Yo solo quería enviar una nota a mi hermano.

Algunos chicos de varias casas, liderados por un desgreñado con anteojos me atacaron al día siguiente. Me acorralaron en un pasillo y me golpearon, me escupieron, me gritaron. Ellos no sabían que eso no era nuevo para mí, así como yo no imaginaba que ese día mi vida iba a cambiar.

Cuando se cansaron y se fueron alguien me tomo en brazos y me llevo hasta una habitación en las mazmorras, mis heridas fueron sanadas mientras lloraba de rabia e impotencia. Mi protector no dijo una palabra, solo me dejo desahogarme. Le conté todo, absolutamente todo. Mi vida miserable con mis padres, el dolor y el miedo por mi hermano, la ausencia de mi padre, la soledad, hasta que Morfeo me tomo en sus brazos.

Al despertar unos ojos dorados me veían fijamente, la vergüenza por todo el espectáculo que di se arremolino en mis mejillas, la magnitud de lo que había hecho me golpeo. Ese chico me tenía en sus manos —literal y figurativamente—podía chantajearme, burlarse, despreciarme, decirle a todos.

Estaba acabado.

Pero Remus Lupin siempre fue especial, único.

— ¿Sabías que roncas?

Eso fue todo, ni reproches, ni burlas, ni amenazas. Remus Lupin fue definido para siempre en mi mente como protección y esperanza, Remus, quien me entrego, figurativamente las cabezas de cada uno de mis atacantes. Bromas, espionaje, venganza y diversión. Está de más decir que nunca dieron con los responsables.

En segundo año Regulus entro a hacer parte de la protección de Remus, que con su inteligencia y astucia se hizo un camino dentro de la casa de las serpientes. Lo admiraba profundamente. Junto a Snape se ganaron el respeto, incluso de los alumnos mayores.

Los Slytherin, los puristas, los chicos malos de Hogwarts estaban viviendo una revolución callada, tranquila en manos de un par de Mestizos.

La ironía aun me hace sonreír.

***

Cuarto año fue un caos, padre murió y al ser el primogénito Black debía hacerme cargo de asuntos familiares. Me negué. A pesar de no haber quedado en Gryffindor siempre luche por no sobre analizar, por sentir, por vivir. Sin embargo Remus logro convencerme, sus ojos fieros me hicieron ver que rechazar el poder no me hace poderoso, me hace un tonto.

— El poder es un medio, es un arma con el que puedes cambiar las cosas, plantar semillas aquí y allá. Sirius, te quejas de lo podrido que esta el mundo y a la primera oportunidad le das la espalda. ¡Piensa!. Piensa en todo lo que puedes hacer con los contactos, el dinero, los hilos que tu familia maneja. Sé que no eres un tonto, te criaron y te educaron para saber todo esto…

— ¡PERO YO NO QUIERO NADA DE ESTO, NO QUIERO EL PODER, NO QUIERO SER COMO ELLOS. NO QUIERO SER UNA BASURA!

Cuando le gritas a alguien esperas que esta persona también grite. En la mansión Black si levantas la voz eres castigado. Y eso esperaba, ser castigado. Esperaba que Remus me golpeara. Pero no fue así.

Remus me beso.

No fue dulce. Ni amable. Fue un beso brutal, lleno de dientes y lenguas, saliva y desesperación. Remus no pidió nada, él lo tomo todo y me dejo sin nada. Fue un beso para acallar mi locura.

Porque Remus lo sabía, él sabía que estaba loco. Y yo sabía que él estaba aún más desequilibrado que yo.

Esta locura no tenía nada que ver con su naturaleza o mi sangre. Era una locura creada por el dolor, por la soledad.

— No eres basura Sirus.

— Tengo miedo.

— No estás solo.

***

Buuuuuueno pues, espero que les haya gustado. Sé que veníamos viendo todo desde el punto de vista de Rem, pero ya saben cómo es Sirius, me molesto hasta que le di protagonismo.

(Sacar un teléfono del estómago de un perro es una cosa muy fea. Sobre todo cuando un hombre lobo furioso te amenaza con dejarte de hablar si no suturas bien el hoyo que acabas de hacer)

Los amo.

PDT: Bestie me das asilo unos días? No suture bien al chucho y Remus me quiere morder...

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