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(Especial narración)


Cinco menos cuarto de la tarde y aún permanecía frente al espejo como un idiota. En mi mano derecha sostenía la percha con una camisa blanca lisa –no muy formal–, pero que estaba algo arrugada, lo que significaba que si era la elegida tendría que poner la plancha, esperar a que se calentara y luego planchar. No era una buena opción cuando lo pensé, es por eso que la tiré sobre la cama y baje mi mano izquierda, colocando la percha a la altura de mi cuello y así ver cómo me veía con esa segunda opción. Una camisa –algo más formal– negra con algunos detalles también en negro que la hacía ver más elegante.

No es que fuera muy de ropas formales, pero siendo alguien un poco flojo decidí que ésta sería la adecuada. Además, tampoco iba a verse si la cubría con mi abrigo.

Tras una pérdida de tiempo que podría haberme ahorrado, quité apresuradamente mi camiseta de estar por casa y la cambié por la camisa negra elegante. Me puse el abrigo, una bufanda color gris alrededor del cuello y tras un último vistazo al espejo, decidí salir, enfrentándome a las preguntas de mi madre.

El río Han me quedaba algo lejos, quizás un par de autobuses si quería llegar más rápido y no dar tantos rodeos. Y aquella fue la mejor opción.

El frío caló mi abrigo, la camisa y llegó hasta mis huesos, haciéndolos temblar como si bajo mis pies hubiese comenzado un terremoto. Pero aquel terremoto no estaba sucediendo y el único culpable tenía un nombre.

...

Uh, no, no lo tenía, pues aún no lo sabía, pero de saberlo lo habría maldecido hasta quedar satisfecho. Porque a quién en su sano juicio quedaría a la vera de un río, donde el frío era más insoportable, donde el viento era más fuerte y despeinaba el cabello que diez minutos me tomó dejarlo como quería. ¿Por qué? ¡¿Por qué?!

Di un fuerte pisotón y me detuve a una distancia considerable del río, tanto para mi salud como para el dichoso Anónimo1013 pudiera verme. Porque en cuanto lo viera me escucharía, y muy bien que me iba a escuchar y si tenía la cara dura de dejarme aquí esperando más del tiempo acordado, me iba a escuchar pero desde el fondo del río.

Seis menos cinco de la tarde cuando miré la hora en el móvil antes de guardarlo en bolsillo y hacer lo mismo con mis manos. Maldije el momento en que dejé mis guantes en casa y justo me acordé en la parada. Podría haber vuelto pero entonces habría llegado tarde.

¡Como lo estaba haciendo él!

Dejé echar todo el aire en un largo suspiro, cerré mis ojos, los volví a abrir y me sentí más calmado. A aquella hora el cielo era realmente hermoso, con las nubes teñidas de un color naranja intenso y el reflejo del agua haciendo de espejo; viéndose aún más espectacular.

Pero esa hermosa vista frente a mí –y la cual pudo calmarme– se vio completamente teñida de negro. Un calor humano tapó mis ojos y eso, a pesar de lo reconfortante que fue por el calor que desprendían, me cogió por sorpresa, pegando un respingo en el lugar y obligándome a sacar mis manos de los bolsillos para dirigirla a mis ojos y retirar el obstáculo.

Pero no lo hice, o al menos no pude, no cuando escuché una voz cerca.

— ¡¿Quién soy?! — Su voz... era tan cercana, tan reconocida para mis oídos que si fuera él habría saltado del susto y me habría puesto rojo hasta las orejas... pero no podía ser él, no, claro que no. — ¿No contestarás?

— A-a... pu-pu... es-es...

— No te oigo, ni tampoco te entiendo. — Tragué saliva y me atreví a quitar sus manos de mis ojos, vislumbrando los hermosos tonos anaranjados. Hice el amago de girarme un poco pero sus manos en mis hombros me detuvieron. — Espera. — Lo oí suspirar cerca. — Antes de que te des la vuelta debes prometerme algo. Nada de gritos, nada de golpes, nada de insultos y por favor... escúchame hasta el final.

Mi cuerpo había dejado de temblar por el frío para hacerlo ahora por los nervios. Tenía el estómago como una lavadora en funcionamiento, dando vueltas y vueltas sin parar, revolviéndose todo por dentro. Las ganas de vomitar que me entraron no las había tenido nunca y aunque ya me dio permiso para girarme no lo hice. Algo en mí no estaba preparado, algo en mí me decía que nada iba bien, como si mi subconsciente supiera más que yo.

Pero al final lo hice, me giré y vi al chico rubio de la foto, los ojos pequeños que pude notar, pero cuando bajó su bufanda y destapó todo su rostro, lo que reconocí no fue sólo al chico de la foto, sino al que llevo meses siguiendo, acosando, sacando foto sin su consentimiento y del que estoy completamente obsesionado.

— Hola, JungKook. — Dijo con un tono de voz bajo y algo temeroso.

— Hola, Jimin. — Lo imité, aunque más bien lo hice para creerme yo mismo a quien tenía frente a mí. Era Jimin, de eso no había duda, pero, ¿a quién más tenía ante mis ojos? — ¿Qué haces aquí?

— JungKook... — Acomodó bien su bufanda, a pesar de que ya estaba bien, lo que no estaba bien era él... y mucho menos yo. — Yo soy "Anónimo1013".

Habría soltado un "¡vaya, gracias por el aclaramiento!" si no fuera porque mi alma estaba dejando mi cuerpo en ese mismo momento. Y mientras lo hacía, miles de recuerdos, situaciones y conversaciones pasaron por mi mente de forma fugaz.

Había tenido a Jimin, al Jimin de mis sueños, aquel ser perfecto tan inalcanzable todo el tiempo a mi lado, quizás no físicamente, pero el hecho es que estuvo ahí todo el tiempo. Apoyándome, sacándome de mis casillas, haciéndome reír, dándome consejos, pero sobretodo... mintiéndome.

— JungKook, ¿estás bien? Te has puesto pálido. — Sujetó mis brazos con firmeza y con una mano levantó mi barbilla, ya que la había ido bajando poco a poco abatida. Al cruzar miradas, mi alma volvió al cuerpo y reaccioné, quizás, de la peor forma posible.

Metí un derechazo a su mejilla, haciéndolo tambalear por golpe y cuando vio que volvía a levantar mi puño, agarró como pudo mis muñecas y las llevó a mi espalda, quedando él tan cerca de mi rostro que me cortó todo el aliento. Pero no fue lo suficiente para acallarme, no cuando tenía tantas ganas de molerlo a hostias.

— ¡¡Eres un puto mentiroso!! ¡¡Me has estado engañando en todo momento!! ¡¡Has leído todo lo que puse de ti, sabías como me sentía, como te veía y tú... tú te has reído en mi cara!! ¡¡En mi maldita cara!! — Grité sin importarme que algunas personas nos miraran, entre mis sacudidas para que sus manos me liberaran, pero sobretodo para cubrir las ganas que tenía de echarme a llorar.

— ¡¡Lo siento, ¿vale?!! ¡Admito que fui un capullo sin escrúpulos! ¡Pero me arrepentí luego! — Di una última sacudida y me detuve, bajando tanto mi rostro que le fue imposible ver como mis ojos se agotaron de retener las tantas lágrimas que pedían a gritos ser liberadas. — Lo siento. — Volvió a repetir más calmado, soltando finalmente mis muñecas. — JungKook, escúchame. Debes hacerlo. — No respondí y él pensó que tuvo luz verde. — No supe de la existencia del blog desde un principio. De hecho, ni siquiera lo descubrí yo. Un amigo llamado JiHo; lo llaman también Zico, me habló sobre el blog. Me dijo que su amigo JaeHyo, quién parece un obsesionado de blogs y quien también tiene uno, te descubrió, me reconoció en tus fotos y luego se lo dijo a Zico. Él me lo dijo a mí y ahí fue como te descubrí.

Hizo el intento de levantar mi cabeza, pero lo detuve al instante. Seguramente porque ya describió por qué ocultaba mi rostro, pues mis sollozos no eran muy disimulados que digamos.

— Al principio quise partirte la cara, me sentó muy mal que alguien hablara y subiera fotos mías. Te odié mucho, tanto, que quise jugar contigo. Si no iba a golpearte debía cobrármela de alguna forma, así pensé y así fue como comencé a jugar contigo. Sé que no debí, pero Jungkook, te equivocas cuando pensabas que era como una especie de ángel. Soy tan cabeza hueca como cualquiera y cometo fallos como todos. Y lo cometí contigo...

— ¿H-hubo algo que dijeras qu-que fuera cierto?

— ¡Muchas cosas! — Acunó mis mejillas húmedas entre sus manos y me obligó a mirarlo con unos ojos tan rojos que si no fuera por lo débil que me sentía lo habría impedido a toda costa.

Me pongo feo cuando lloro... Aunque mi madre dice lo contrario.

— JungKook, me arrepentí de lo que hacía cuando comencé a conocerte mejor. Me equivoqué en todos los aspectos. Y ahora puedo asegurar que eres un chico increíble.

— Tus extrañas frases... Las indirectas... Tus respuestas..., preguntas... Todo. — Quité sus manos de mis mejillas, el sólo tacto de éstas ardían sobre mi piel. — Ahora tiene sentido. Que estúpido he sido... ¡Has leído todo lo que puse de ti! ¡Mis más profundos pensamientos y sentimientos..., los leístes todos!

— Mentiría si dijera que no me reía a veces. Y te lo habría dicho si no fuera porque... porque...

— ¿Por qué? — Clavé mi profunda mirada en la suya.

— Porque el daño ya lo había hecho y si te lo decía no me perdonarías nunca.

— ¿Quién dice que te perdonaré ahora?

— No tienes que hacerlo, pero quise que lo supieras así.

Sequé mis lágrimas con la manga de mi abrigo mientras que un par de ojos no apartaban su mirada de mí, consiguiendo ponerme más nervioso. ¡Porque no podía olvidarme de quien era! A pesar de lo que hizo, él, Jimin, estaba frente a mí, tan pegado que sentía su aliento sobre el mío, su tacto quemando donde allí hubo tocado y ahora no sabía qué hacer. Por no hablar de la hostia que le di... ups, la hostia.

Ladeé mi cabeza a un lado y vi lo que debía tener un color pálido, ahora teñido de un rojizo amoratado. No recordaba haberle dado tan fuerte, pero tampoco estaba en mis sentidos como para saber si me hube controlado o no, y por su aspecto supe que no. Sentí algo de pena, la misma que daba yo por sentirme culpable de un golpe que se merecía, pero como había dicho, seguía siendo Jimin, por el chico que yo me derretía.

— ¿Algo más que deba saber? — Se lo pensó por unos largos segundos mientras yo no podía apartar la vista de su mejilla.

— No sólo yo lo sé.

— Ya, también YoonGi hyung ¿no?

— No sólo él. — Fruncí el ceño y dejé de mirar el moratón para hacerlo directamente a sus ojos. — TaeHyung, NamJoon, HoSeok, Jin... Bueno en realidad tus amigos lo supieron hace poco, yo mismo les dije, pero TaeHyung lo supo desde hace tiempo, quizás recuerdes cuando os peleasteis. Yo le pedí que no te dijera nada, es por eso que se sintió culpable... ¡y él quería decírtelo!, pero tampoco quería romper su palabra. Jin hyung se enteró luego, al igual que YoonGi hyung, aunque éste último lo supo por él mismo, JiHo se lo chivó.

— ¿Y YuGyeom?

— Él no sabe nada, ni siquiera hablo con él. — Asentí levemente y giré sobre mis pies para caminar en dirección al río. Quizás pareciera algo raro, porque en cuanto supo a donde me dirigía echo a correr detrás mío gritando. — ¡No lo hagas, JungKook! ¡Perdóname! ¡Golpeame tantas veces como quieras hasta que quedes satisfecho! ¡Pero no hagas una locura! ¡¡JungKook, por favor!! — Elevó aún más su voz cuando me vio a un paso de entrar en el río. Pero no iba a entrar, ¡ni loco lo haría! A saber a cuántos grados bajo cero debía estar, tan sólo metí mi mano, notando como si miles de agujas pincharan mi mano y la saqué rápido, quejándome. — ¿Qué haces? — Preguntó cuando llegué hasta él y coloqué mi mano mojada sobre su mejilla golpeada. Él quedó perplejo, sin apartar la mirada de mí, con los ojos abiertos de par en par y sus labios intentando articular alguna palabra.

— ¿Mejor? — Igual no era el momento, pero aquella marca no me dejaba continuar en paz y pensé que algo muy frío lo aliviaría y ayudaría a bajar el hinchazón.

— Sí. — Musitó y antes de que alejara mi mano la sostuvo con la suya, acercándose el único paso que nos separaban. — Me asustaste. — Hizo una mueca y soltó una pequeña risa en un suspiro.

Lo asusté... Se supone que lo asusté, pero quien realmente estaba asustado era yo. Lo veía en sus ojos, me veía a mí mismo asustado y acongojado, y no era agradable, quería liberar mi mano y dar unos pasos hacia atrás, quedando fuera de peligro, pero no me atreví a moverme y aunque era consciente de lo que intentaba, no lo hice.

Mi yo de hace una hora habría gritado de alegría, de felicidad o simplemente se habría derretido por haber probado los labios de quien estaba enamorado, pero ahora estaba aterrado. Me gustaba; sus labios, su sabor, su textura, todo era perfecto, todo menos como me hacía sentir.

No era el Jimin que pensaba conocer. Y Anónimo1013 no era quien creía.

Abrí mis ojos viendo los suyos cerrados mientras seguía besándome, lo empuje lentamente y nuestro beso se rompió.

— JungKook. — Mordió su labio inferior y luego tragó saliva. — Cuando dije que me gustabas... No mentía, bueno quizás sí la primera vez, pero eso cambió luego. Me gustas, y quizás más que eso. Es por eso qu...

— Debo irme. — Dije interrumpiéndole, si seguía escuchándolo caería. Y ya fui lo bastante estúpido. — Que tengas un feliz año nuevo. — Dije rodeándolo y caminando a sus espaldas.

— ¡Espera, JungKook!

— Déjalo ya. Olvidémoslo todo..., aunque me va a costar olvidarme de muchas cosas. — Reí, más por mí mismo. — Menudo imbécil fui, me doy vergüenza ajena ahora que lo pienso. — Quise decir algo más, pero sin embargo acomode mi bufanda, la subí hasta cubrir mi nariz y dándole una ultima mirada a Jimin, lo dejé atrás.

Llegando hasta mi casa recordé todas las cosas que escribí, todo lo que intenté transmitir, pero sobre todo nuestras conversaciones. Aquellas que creí que compartía con otra persona.

Pero no era más que Jimin, la obsesión por la que comencé el blog.

Ahora..., ¿había acabado todo? ¿Tenía sentido el blog? Las preguntas rondaban por mi cabeza mientras miraba las teclas bajo mis dedos aún intactas.

Hasta que tomé una decisión.



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Dedicado también a:  RominaAlvarado4 Blompli que estas bonitas personitas querían la dedicación del primer beso, pero como Wattpad no deja poner más de una, os puse aquí, espero no os moleste D:

¿Qué os ha aparecido el encuentro? ¿Fue suave, rudo, aburrido, intenso, bonito, triste, feo...? xDDD





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