Ay, ay, ay.

Me apuesto el huevo izquierdo a que más de uno ha pensado mal. Si es que os tengo mal acostumbrados (y eso que llevo poco en esto).

¡Pero aunque suena muy mal!, eso fue lo que hicimos, un trabajo manual... de clase, aclaro. Por supuesto no era yo el dueño de ese trabajo, sino mi novio, que necesitaba algo de ayuda y no lo pensé dos veces en ofrecerle la mía.

No estoy muy puesto en su asignatura, pues jamás la he dado (también aclaro que estamos en carreras distintas), pero me ofrecí y lo ayudé en todo lo que pude.

Sí debo admitir que su asignatura me era algo aburrida, quizás porque no la entienda demasiado o porque simplemente no me gusta, pero a pesar de tener mis descansos cortos, lo ayudé mucho. Sin embargo, él no piensa lo mismo... Niño desagradecido.

Al acabar y pasar toda la información a limpio. Le ofrecí y comimos una merienda que había preparado expresamente mi madre. ¿He dicho ya cuanto ama mi madre a Cookie? ¿No?, pues ahora sí. Creo que lo ama incluso más que a su propio hijo. En fin. Oh, y algo más. ¿He dicho ya que mi propio hermano, el cual tiene su misma edad, también prefiere a Cookie antes que a mí? ¿No?, pues ahora sí.

Es extraño y a la vez tierno ver como tu madre agarra las mejillas de tu novio y suelta pequeños chillidos agudos de palabras que la mayoría no llego a entender. O como tu hermano te roba a tu novio para llevárselo a su habitación y jugar videojuegos.

No está pagado ser el novio de una galleta. ¡Exijo a mi galleta para mí sólo!

Pero, ¿a quién no le gustan las galletas...? Uff, que gran peligro.

Al caer la noche le ofrecí que se quedara a dormir, pero se negó rotundamente, así que lo acompañé a su casa y adivinad... ¡Ni un beso de despedida me dio! Estuvo todo el día muy raro, apenas hablamos e incluso creo que habló más con mi madre y hermano que conmigo.

En fin...

Anónimo1013.

17/02/2017

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