No hay mejor palabra para definir como me siento. Ayer fue un día bastante completo, y cuando digo completo me refiero a COMPLETO, con letras mayúsculas.

Comenzó como un día normal, clases normales y sin presión, y a la salida incluso tuve mi vitamina YG, para los que no la conozcáis, es una vitamina que mi cuerpo rechaza cada vez que entra en contacto con ella, y no sé como reaccionará en los demás, pero en mi reacciona con arcadas. Y lo más gracioso es que quería hablar... conmigo, ajá, ¿y qué más?

Dejando la vitamina dañina a un lado, me fui con Cookie a la sala de ensayos, allí estuvo jugando a sus viciados juegos mientras yo practicaba (que por cierto me enteré que nadie vendría y me tocaba practicar solo), luego acabó con mi paciencia y tuve que cerrarle el juego. Sé que para los frikis hacer eso es como merecerse la muerte, pero ¡oye!, yo necesitaba la atención de mi chico, estoy justificado.

Le enseñé algunos movimientos y pareció captarlo rápido, lo hacía bastante bien, no os voy a engañar, y quizás algún día lo grabe para que lo veáis.

¡Pero pronto se cansó y comencé juguetear con el móvil!

La camiseta que llevaba Cookie, le sentaba muy bien.

Incluso quedó de maravilla con el rubor que cogieron sus mejillas minutos después... Sí, minutos después en los que comencé a besarlo y tocarlo, en un principio, suave y lento (...cuantas veces me habré repetido estas palabras), pero luego aumenté mi ritmo y fui llevado por la excitación.

Ahora no sé si continuar explicando o deteniéndome aquí, más que nada porque no quiero volver a la abstinencia, porque YA LA PERDÍ. NO A LA ABSTINENCIA. PUDE DESCARGARME DESPUÉS DE TANTA ESPERA, LO HICE MÍO Y GIMIÓ Y GRITÓ RESONANDO POR TODA LA SALA (puede que hasta se escuchara fuera de ella), FUE INCREÍBLE.

Lo siento, Cookie, no daré detalles (sólo los de arriba...), pero tenía que soltarlo y hacer saber que ya te entregaste a mí.

Creo que voy a llorar sobre el teclado...

Y pidiendo nuevamente disculpas (de nuevo a mi novio), por ir cojeando a clases. Lo siento, cielo.

Ese día nos quedamos a dormir en la sala de ensayos por él, porque no se podía ni mover, incluso me costó la vida llevarlo hasta el sofá para que pudiera sentarse.

Dormimos sobre la colchoneta donde lo hicimos y al amanecer nos fuimos a clases... en bus.

Lo siento..., por tercera vez.

¡Pero fui muy feliz y fue uno de los mejores días de mi vida! ¡Estoy seguro que el suyo también!

...Quitando que no pudiera caminar.

Anónimo1013.

02/03/2017

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