Especial 4: Contra los azulejos
[YoonGi]
Esto era de locos. Mi cabeza no dejaba de ser golpeada reiteradas veces, mis manos temblaban y mis labios no dejaban de producir suspiros pesados, y aunque suene que me estaban pegando una paliza, no era así.
Hoy mismo había recibido una llamada de Jimin con la noticia de que JiHo actuará en un buen local en un barrio situado cerca del centro, y es por eso que mis nervios se desataron y ahora parecía que me autolesionaba por no poder controlar los nervios.
Tras un té de tila en la noche anterior, conseguí dormir un poco. Quizás suena exagerado, pero mis hormonas se desataban siempre que veía a JiHo con un micrófono en la mano, se le podría llamar atracción sexual o estar enamorado y a pesar de que a veces me engañaba a mí mismo por mi orgullo, debía admitir que ese tipo me tenía más que enamorado.
Aún con su lenta y corta mente para captar cosas, lo estaba.
[...]
Llegué con el resto de chicos a la dirección que tenía apuntada Jimin en su móvil. En efecto, el local no era para nada una broma, NamJoon y yo estuvimos fantaseando por largos minutos cómo sería vernos a nosotros mismos sobre un escenario como ese y, aunque quizás suene arrogante, teníamos la confianza de que ese momento llegaría tarde o temprano. Y mientras fantaseabamos, NamJoon recibió un mensaje de la persona que en poco veríamos actuar.
— ¿Vienes a saludar a Zico? Ya llegó.
— No, mejor espero aquí. —ya era demasiado evidente como para que me viera hecho unos nervios, es por eso que decidí quedarme con los chicos, los cuales ya habían comenzado la primera ronda de bebidas y en poco llegaron a la tercera.
— JungKookie, te reto a que bebas esto en menos de diez segundos. —dijo Jin levantando una copa en dirección al más pequeño.
— No, déjalo. NamJoon, deten a tu novio. ¿No que era su mamá y que cuidaria de él como a un hijo? —Jimin arrugó el ceño primero en dirección a Jin pero al ver que éste soltó una risita, sabía que nada podría discutir con él, por lo que reclamó a NamJoon.
— No me agobies. —respondió NamJoon, que hubo llegado después de que iniciaran la segunda ronda y, conociendo mejor que nadie a Jin, sabía que poco podría hacer con él, quien al igual que JungKook, toleraba poco el alcohol.
— ¡Callaos que ya sale! —tapé con una de mis manos la boca de Jimin, pues estaba a punto de volver a hablar y seguramente para nada bueno.
Zico hizo acto de presencia sobre el escenario y se robó toda mi atención hasta acabar. Nunca había creído en la hipnosis pero a veces dudaba de ello cuando ese ser humano llamado JiHo y apellidado Woo comenzaba a soltar rimas y contar historias con su música. Pero no fue eso lo que me enamoró de él, cuando lo conocí ni siquiera sabía que rapeaba, y tampoco fue su físico lo que llamó mi atención. Su sonrisa, a pesar de parecer un chico intimidante, tenía la sonrisa más bonita que había visto jamás, su personalidad, como dicen muchos, parecía no ir acorde con su estatura y, a veces, mirada fría. Sin embargo no era más que rumores difundidos y una primera imagen equivocada.
JiHo era un chico dulce y lo pude comprobar yo mismo, ¿lo malo?, que era heterosexual...
La sonrisa estúpida que poseía segundos antes cayó cuando mis pensamientos, una vez más, intentaron arruinar un momento que describiría perfecto, pero no siempre todo es perfecto y justamente esta noche no pensé que ese adjetivo iría colgado en mi espalda acompañándome.
— ¡Eso ha sido increíble, magnífico, sublime! ¡Yo quiero rapear! —gritó JungKook sin dejar de aplaudir ante JiHo, quien cuando terminó, vino a saludarnos.
— Kookie..., basta.
— ¡Jiminie, no seas aguafiestas! —Jimin se sonrojó ante la risa de algunos y por el tono de voz que hubo usado JungKook.
— ¡Quiero otra ronda! ¡JungKookie, vamos a por otra! ¡Te enseñaré a beber como lo hacen los adultos! —exclamó Jin arrebatando a JungKook de las manos de Jimin y llevándoselo hasta la barra para pedir más bebidas.
— ¡No, espera! —gruño Jimin desesperado—. ¡Hyung, es tu culpa! ¡Haz algo o me va a dejar a JungKook en un coma etílico! —NamJoon suspiró secando el sudor de su frente y ambos se fueron hasta la barra.
— Son geniales, me apuesto el cuello a que nunca te aburres. —dijo JiHo mirando el alboroto formado en la barra.
— No, pero a veces cansan.
—¿Vienes?
— ¿A dónde?
— A por mis cosas, luego podremos irnos todos juntos. A menos que quieras quedarte aquí solo porque dudo que esos acaben rápido de controlarlos.
— No, mejor te acompaño. —sonrió y lo seguí tras el escenario, allí había un par de personas preparándose y algún que otro empleado. JiHo agarró sus cosas al mismo tiempo que la sala se quedaba vacía—. Lo has hecho genial.
— ¿Eh?
— La actuación...
— Oh, gracias.
— No te había felicitado antes.
— No eres de esos. —rio y me sentí algo descolocado.
— ¿A qué te refieres?
— Bueno, se nota que tienes tu orgullo y supongo que para ambos estar en este mundillo de la música nos hace un poco rivales.
— ¿Rivales? ¿Me ves como un rival?
— No... exactamente.
— Pues no entiendo qué quieres decir. No eres mi rival, jamás te he visto como tal... —bufé y salí de la sala dejando a JiHo a solas—. Idiota.
Me dirigí al baño que estaba justo al lado y empapé mi cara con un poco de agua fresca. A veces JiHo conseguía sacarme de mis casillas con razones tan estúpidas como esa. ¿Cómo podía pensar en nosotros como rivales? ¡No era un rival lo que yo veía en él!
Golpeé el mármol del lavabo y maldije soltando toda la rabia contenida por dentro.
— Das miedo cuando te pones así. —levanté la vista al espejo encontrándome con los afilados ojos de JiHo.
— Está ocupado.
— ¿En serio? —rio acercándose y descansando su espalda baja contra el lavabo, lo que me impidió verle el rostro—. Oye..., lo de ser rivales... no iba en serio, de hecho pensé que quizás esa era la imagen que tenías uno del otro, pero realmente no te veo así.
— ¿Y cómo me ves? —me giré y lo encaré.
— Alguien quien me confunde demasiado. A veces eres tan gruñón y tan rudo con las palabras y otras... pareces tan pasivo, tranquilo... Tanto que tu sola presencia me contagia. —soltó un suspiro y evitó por todos los medios mirarme e ignorar me penetrante mirada sobre él—. ¿Cuál de los dos eres?
— ¿Ambos? Simplemente soy yo. —hizo un pequeño asentimiento—. ¿Cuál es el problema? ¿Por qué me dices todo esto?
— Es que... no sólo me confundes con tus estados anímicos. —al fin me miró y se giró un poco para quedar frente a frente—. Haces que me olvide de tu género. ¿Por qué? ¿Cómo lo haces? Siempre me han atraído las chicas..., ¿por qué... tú...? Agh.
— ¿Te gusto? —intenté sonar lo más sereno posible, no quería que notara mis nervios y mucho menos asustarlo y que salga corriendo, no cuando había dado el paso más grande hasta ahora con él.
— ¿Qué pasa si digo que sí? —algunos segundos que parecieron eternos, pasaron, y aunque no sentí realmente su permiso, sentí el mío propio, el cual respondió con mis brazos colgados en su cuello y mis labios devorando los suyos desesperadamente.
No tenía la culpa de sentirme tan necesita por su contacto, había esperado demasiado tiempo para probar sus gruesos labios y aunque tuviera la posibilidad de ser rechazado en cualquier momento, no iba a echarme atrás. Al menos lo intentaría.
Pero ni más lejos de la realidad que comenzaba a montarme en mi cabeza, JiHo había correspondido mis delgados labios marcando los suyos, invirtiendo el proceso para ser yo quien ahora se sentía prácticamente devorado. Sus manos se aferraron en mi cintura y me atrajo tanto como pudo, hasta el límite de sentir su corazón palpitar aceleradamente sobre mi pecho. Una sensación indescriptible.
No tardamos en movernos del sitio y, con poco esfuerzo, alzar mis piernas y dejarme sentado sobre el lavabo, el cual estaba un poco mojado y noté mis pantalones húmedos, y no, no me refería a la parte delantera, aunque ésta ya tenía otro problema y no era por humedad sino por espacio. El pantalón me apretaba demasiado y a veces bajaba una de mis manos para intentar liberarme y bajar la cremallera, pero me sentía tan torpe por la excitación que en ninguno de los tres intentos pude bajarla a la mitad siquiera. JiHo notó mi pequeño problema y deshaciendo el beso, desabrochó el pantalón, clavó sus ojos en mí y vi cierta diversión en los suyos. No pude evitar sonreír por varios motivos. El primero de todos por ser correspondido, el segundo por notar la complicidad en una sola mirada y por último, no hacerme sufrir por más tiempo y encontrarse ahora mismo frotando su mano contra todo mi falo.
— Quítate esto. —quizás sonó algo desesperado, pero así me encontraba y el deseo de ver su cuerpo desnudo despreocupó la forma en que me hacía ver. JiHo no dijo nada y sacó su camiseta, mostrando su torso desnudo y siendo recorrido milímetro a milímetro por mis manos. Las yemas de mis dedos rozaban zonas delicadas que le obligaban a encogerse en el lugar e interrumpir sus bocados en mi ya marcado cuello.
El baño no tardó en ser reclamado por clientes del local, daban algunos portazos y al no ser más que respondidos con gemidos, se largaban. En ninguna ocasión respondimos a las llamadas, estábamos demasiado ocupados, o más bien, entretenidos con complacernos mutuamente. E incluso recibí una llamada de Jimin al móvil, pero me deshice rápidamente de él dándole largas y dejando claro que no me esperara.
Cuando, prácticamente, los botones de mi camisa negra salieron disparados de ésta, mis hombros blanquecinos se asomaron y fueron mordidos para quedar igual de marcados que mi cuello. Allí donde mi piel fue descubierta, era marcada dejando betas de un color rosado que al acabar quedaría como un profesional lienzo donde su título sería: deseo. Abrió mis piernas y tiró de mí para dejarme cerca del saliente, se deshizo de mis pantalones junto a los boxers y gemí al sentir el frío del mármol donde me encontraba sentado. Su lengua decidió dar un paseo por mi blanca piel y llegar hasta su destino; el cual no era más que mi miembro y ni dudó o se pensó metérselo a la boca.
— ¡Oh, joder! —me agarré de su pelo porque sentía que me desplomaria ahí y caería de lleno al suelo. Una fuerte corriente de placer tembló en todo mi cuerpo cuando succionó mi glande y sentí venirme ahí mismo. JiHo lo notó y elevó su mirada sorprendido por mi sensibilidad, y es que no era tanto sobre sensibilidad, sino más bien desesperación, cuya ha durado años por culpa de su despiste.
— Ni se te ocurra.
— No me mires como si fuera el culpable, idiota. ¡Es todo tu culpa! —JiHo rio levantándose y quedando a escasos milímetros de mis labios—. ¿Qué?
— Nada. —chistó con una enorme sonrisa en el rostro y, sin darme tiempo a reaccionar, me bajó del lavabo y me dio la vuelta para tener total acceso a mi trasero.
— ¡Hey, no seas bestia!
— Pero si seguro eres de los que te gustan rudo. —se acercó a mi oreja mordiendo el lóbulo con un poco de rudez—. ¿Me equivoco?
— Deja de hablar y continúa.
— Y también mandon. —musitó riendo casi en silencio.
Oí como se bajaba el pantalón, luego el elástico del bóxer e incluso oí como se masajeaba un poco.
— ¡Oye, espera! ¿No vas a prepararme?
— ¿Prepararte?
— ¡Claro, idiota! ¡En seco duele, imbécil!
— ¿Puedes dejar los insultos? —el chasquido de una nalgada resonó en todo el baño, al igual que mi leve quejido por ello—. Si vuelves a insultarme volveré a darte otra. —resoplé frustrado. Mi pene dolía por no ser atendido y mi cuerpo se desesperaba a cada segundo por el corte de acción que estaba teniendo—. No sé cómo prepararte.
— ¿Bromeas?
— ¡Es la primera vez!
— Dios... —llevé una de mis manos hacia atrás atrapando la suya y llevando un par de dedos a mi orificio—. Sólo mételos.
JiHo se encogió de hombros y metió como pudo ambos dedos en mi interior, y como no, desgarrándome por haberlos metido a la vez. Pegué un grito y saqué sus dedos de un manotazo.
— ¡¿Eres idiota?! ¡Más despac-! —otra cachetada, pero esta vez en la contraria. Apartó mi mano y volvió a meter ambos dedos. Ató mis muñecas en mi espalda con una de sus manos y movió sus dedos dentro.
— Te dije que dejaras los insultos.
— Idio-ta. —pronuncié entrecortado por el ardor que sentía.
No tardé demasiado en acostumbrarme a la anchura de sus dedos, el dolor pasó y mi cuerpo dejó de estar rígido para disfrutar del contacto y movimiento. En pocos minutos intercambió los dedos por su miembro y otros pocos me costó acostumbrarme a la nueva anchura y longitud para poder, nuevamente, disfrutar del placer que nos brindaban nuestros cuerpos. Mis muñecas fueron desatadas y me agarré al mármol para tener estabilidad, él puso las suyas en mis caderas y aumentó el ritmo de sus embestidas; rozando mi punto dulce. Pedí más y más, más rápido y más duro, y así es como sentí de lleno su miembro golpear mi próstata y hacer que mis piernas flaquearan un poco. Fui sostenido por él y me indicó que me recostara en el lavabo y así lo hice.
— Jamás pensé que el sexo entre hombres fuera tan placentero. —dijo entre jadeos pesados que caían sobre mi nuca, la cual besaba y mordía mientras llegábamos a nuestro límite.
— Más..., m-más..., me vengo...
Y tanto su semen como el mío, mancharon el suelo de ese baño que había sido testigo de nuestra primera vez juntos. Pero como así hubo una primera entre ambos, tuve mis dudas de si habría una segunda vez, ¡y no hubo sólo segunda vez!, sino tercera, cuarta, quinta, sexta...
Y tantas que harían perder la cuenta que una vez comencé.
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Hola xD
Sí, soy yo y no un espejismo (?) Antes que nada quiero pedir perdón por haber desaparecido :( Sé que avisé en mi perfil pero no todos lo habran leído, supongo, pero es que desaparecí por unos motivos e incluso ahora sigo teniendo problemas para escribir seguido. El caso es que estoy trabajando y me coge la vida entera xD, son de 10 a 12 y a veces 13h diarias y no me da tiempo más que para dormir (nunca trabajeis en la hostelería x'D) yyyy bueno, tengo un día de descanso a la semana y aprovecharé esos días para actualizar. No quiero dejar de escribir porque realmente me gusta y quisiera sacar a la luz los tantos borradores que tengo, así que lo haré poco a poco :'(
Gracias por esperar, os amo :'"") <333
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