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6. Escribí una descripción

Tu sonrisa es una estrella distante a la deriva y tus ojos verdes un bosque inexplorado. Tu cabello es un verano agitado y tu piel blanca un lienzo que dibujaría con la punta de mis dedos. Te observo desde lejos, sentado en una esquina del patio. Vos ni siquiera te percatas de mi existencia, ni de mis deseos inapropiados, ni de mi expresión boba cuando te secas el sudor de tu cuello. Pero me alegro de que sea así, no tengo que preocuparme por ser descubierto; soy un fantasma tangible para la mayoría de mis compañeros.

Si vos fueras un planeta, yo sería el satélite que te orbita. Y si vos fueras el sol de un nuevo sistema solar, yo sería el mundo donde habita tu altar. Y si fueras un agujero negro vagando por el espacio, yo habría sido una galaxia errante abrazada a tus márgenes, esperando a ser consumida por el abismo de tu gravedad inabarcable.

Tenes algo de cuerpo celeste, porque me atraes hacia tu figura como un siervo ante su dios. Quiero resistirme, pero los hilos de tu influencia me devuelven hacia los espacios en los que flota tu presencia. Quiero volver a mis sentidos, dejar este rol de poeta mediocre enamorado, pero vos sonreís (aunque no sea para mí) y de nuevo estoy fascinado con el más leve de tus gestos desinteresados. ¡Que alguien me salve! ¡Quiero ser yo sin vos, porque vos siempre vas a ser vos sin mí!


«Dios, qué mierda es esto», me cuestioné con horror leyendo lo que había escrito en uno de mis blogs de escritura cuando era adolescente. En aquellos años los había usado para publicar fanfics de Batman por Superman, pero que de vez en cuando se convertían en una especie de diarios íntimos digitales en los cuales volcaba las tonterías que se me pasaban por la cabeza cuando veía a Marcos Ponce en la escuela. ¿Qué me diría aquel Julián Coria de diecisiete años si le dijera que su crush volteo a verlo a la salida de un bar? Seguro estaría emocionado de que la situación se pareciera tanto a uno de sus fanfics SuperBat de universo alternativo sin superhéroes, donde son dos universitarios de personalidades contrarias pero con el mismo afán de luchar contra las injusticias de su comunidad académica y más allá.

«¡¿Y ahora qué hago?!»

Por qué me hizo esto, por qué alguien que me recuerda mis patéticos años escolares me coquetea de la nada. Ni siquiera sabía que era gay o bi. ¿Y si lo mal interpreté? ¿Y si solo se quiso hacer el canchero? Claro, si, eso tenía que ser. Tenía que entrar al salón convencido de que Elián Bautista Denšar solo había mostrado un poco de su personalidad anterior, esa de pibe lindo que las trae a todas muertas. Coquetea sin querer, es parte de su forma de ser (o al menos eso quiero creer).

Suspiré, qué más podía hacer, debería estar pensando en mi doctorado y no en romances del pasado. Me levanté del banco frente a Pabellón Venezuela y me dispuse a guardar el celular para caminar cabizbajo hasta mi lugar de trabajo, pero escuché el sonido de una notificación entrante y volví a desbloquearlo; rezaba nuevamente la barra de notificaciones de mi pantalla: "tienes un nuevo mensaje del HijoDeLabruna". ¿Justo ahora?


«Buenos días, ¿qué cuenta el ArgChi boy de Córdoba Capital?».

«Holis, no sé, ando medio raro. Pasaron cosas».

«¿Cómo qué si se puede saber? Pero si no quieres hablar de eso, no hay drama. Te pregunto otra cosa en la que estuve pensando: ¿cómo es tu pareja ideal? ¿Tienes alguna preferencia de físico?».

«¿A qué vienen esas dudas que te asaltan?»

«Y es que en algún momento me quiero ganar tu corazón. No me va a quedar otra que ponerme lindo para cuando me veas».

«No seas weón. Lo que menos me importa es el físico, solo quiero que nos tratemos igual que lo hacemos por mensaje. ¿Cachai?»

«Ok, entendido. Nada de entrar en crisis».

Me reí, como adoraba las estupideces de mi Señor Misterioso. No puedo creer que por un momento me importó que me haya dado bola un weón del que estuve enamorado cuando era un pendejo pelotudo todo escuálido. Tenía un buen partido en BlindMatch! que merecía la pena. Increíble que pensara eso de una app... De una app de citas.

«Ya que hablamos de esa primera vez. ¿Por qué no hacemos esa
"primera vez" en el evento de la aplicación la semana que viene?».

«Define qué tipo de primera vez».

«Ya puta el weón alzao! Dime si quieres o no».

«Cálmate, mi bonito ArgChi Boy. Me encantaría por fin conocer tu rostro, pero ese día tengo algo importante qué hacer. No podrá ser, pero podemos organizar para cualquier otro día».

«¿Acabas de rechazar a tu musa que tiene que estar en un evento sola como una pelotuda?».

«¿Y ahora quién es el "weón dramático"? ¡Te juro que iría y me tiraría a tus pies si no tuviera qué hacer algo impostergable ese día!».

«No sé, ya no te creo. Me voy a trabajar».

«¡No! ¡Espera! No te vayas así enojado. Te digo la verdad, che».

«Ya sé, te estoy webeando. Igual voy a ir, comida gratis!».

A decir verdad, no estaba jodiendo, si me molestaba un poco el ir solo al evento, pero no podía obligarlo si tenía algo más que hacer. Aunque me habían parecido algo raro sus mensajes, pero no sabría decir bien porqué. «El único raro soy yo», murmuré antes de volver a guardar el teléfono en mi pantalón.


—Al menos hoy vamos a estar tranquilos —comentó Bruno apenas llegué al salón, no entendía a qué se refería exactamente—. Bautista avisó que esta semana no vendrá porque está haciendo trabajos prácticos de Sociología y Literatura Argentina I.

—¿Ahora volvió a ser Bautista? ¿No era «Eli»? —dije irónico para el desagrado de Bruno—. Me parece que lo asustaste con todo eso que le dijiste.

—¿Ahora lo defendes? Que... ¿te volvió a gustar?

—Pero qué decís, pelotudo.

—Uy, mira cómo te alteras, che. —Me estaba haciendo enojar, pero no iba a darle con el gusto, aunque tampoco lo iba a dejar salir ileso. Tomé la cartuchera de una de las ayudantes alumnas y se la tiré por la cabeza cuando subió a la plataforma. Luego me disculpé con la muchacha y le devolví su estuche. Ella solo se rió y me dijo que podía usarlo cuando quisiera. Bruno me puteó por un buen rato y solo se calló cuando llegó René. Al final, ninguno de los dos tendría un día tranquilo ni una semana en paz.


«Buenos tardes a todos, y gracias por acompañarnos en el día hoy», saludó una mujer de traje negro y cabello castaño largo. «Como equipo detrás de BLINDMATCH!, estamos realmente emocionadas de presentarles nuestra aplicación, la que han podido testar en estos tres primeros meses de prueba», agregó en ese tono solemne típico de orador de proyectos de Startup. Detrás de ella, en una pantalla gigante sobre el escenario, aparecieron un montón de gráficos y estadísticas sobre diferentes apps de citas. «Diseñar esta plataforma fue todo un desafío, pero desde el principio tuvimos en claro nuestro objetivo: queríamos ofrecer algo más que un simple catálogo de personas, queríamos crear un espacio donde las almas sensibles y profundas pudieran encontrar su compañero ideal».

Antes de continuar, todos le dimos una ronda de aplausos. Ella, con un mini control remoto para computadoras, pasó a la siguiente diapositiva de su presentación, en la cual podíamos ver un montón de datos demográficos nacionales e internacionales.

«En un mundo donde la tecnología nos ha alejado de las conexiones humanas auténticas, BLINDMATCH! busca revertir esta tendencia. Nos hemos comprometido a acortar distancias y conectar a personas con gusto a fines que deseen un vínculo real que pueda extenderse en el tiempo. Sabemos que enfrentamos desafíos como los bajos índices de natalidad en nuestro país y en todo el mundo, pero creemos firmemente que nuestra aplicación puede ser parte de la solución».

Hemos diseñado una inteligencia artificial que ha ayudado a muchas personas a encontrar su blindmatcher adecuado, y estamos emocionadas de compartir historias de éxito con ustedes. Cada vez que una persona encuentra a su compañero ideal a través de nuestra plataforma, nos sentimos más cerca de alcanzar nuestro objetivo».

Sin duda alguna, sonaba convincente. Me alegraba de no haber faltado al evento solo porque no tenía acompañante. El salón era precioso, con un diseño europeo de principios del siglo XX; con piso de mármol y columnas inspiradas en los panteones griegos. Al terminar la primera charla, unos mozos nos acercaron algunas copas de champán y otras de sidra. Éramos al menos cien personas y, según lo que había explicado la oradora, los invitados al evento privado éramos aquellas personas que no habían solicitado un nuevo blindmatcher luego del primer o segundo intento. Me alegraba de que hubiera tantas personas con su blindmatcher ideal en la ciudad.

Aunque me sentí algo incómodo cuando la gran mayoría allí presente se juntó con su match, y yo quedé solo en una esquina del salón. Sin embargo, traté de ignorarlo y de disfrutar del buffet libre que ofrecía desde las minutas y postres más clásicos hasta cosas extravagantes con mariscos y cosas que no tenía ni idea de qué eran. Pero de pronto, en medio de la multitud, pude reconocer el perfil de Bautista (o al menos eso me parecía). Estaba por acercarme para comprobarlo, pero apenas di algunos pasos hacia adelante, alguien se interpuso en mi camino.

—¿Martín?

—No lo puedo creer, es una locura encontrarte por acá.

—Martín... —Lo que menos quería era tener que hablar con uno de mis ex, menos con el que salí porque me recordaba a Bautista. Alto, de cabello rubio platinado y ojos verdes (aunque estos no era una primavera, sino un patano de olor nauseabundo y vomitivo).

—Me vas a gastar el nombre.

—¿Qué haces acá? —Me comí la última pieza de torta que tenía en el plato y lo dejé a un lado para cruzarme de brazos y escuchar lo que el pelotudo en frente mío tenía para decir.

—Vos qué haces acá. ¿En serio caíste en mi publicidad de «ah, te intereso, Chimuelo». ¿Te acordas de que te decía así?

—¿Chimuelo? ¿Vos qué tenes que ver con la app? ¿No son todas chicas las desarrolladoras?

—Técnicamente no son todas chicas, Sofí es no binaria.

—Al punto, Martín. —Este tipo me ponía de mal humor con tan solo escucharlo por un par de segundos. No podía creer que había estado con él por tanto tiempo. Me había hecho la vida áspera con sus constantes mentiras y excusas baratas cuando desaparecía por días, vaya a saber Dios dónde y con quién.

—No cambiaste nada, eh. Siempre con ese carácter podrido que tenes. —Rodee mis ojos sin mucho interés a sus críticas—. Me encargo del marketing de la app. Sabes que siempre fui bueno para eso.

—Si, el típico facho macrista de Económicas.

—Ya no soy macrista después de este gobierno de mierda.

—¿Pero si facho?

—Tampoco. La gente cambia, Chimuelo.

—¿Vos? ¿Cambiar? Lo dudo, pero si queres te doy el beneficio de la duda —le dije forma condescendiente buscando retirarme para buscar al posible ex River.

—Mi pareja tiene una fuerte tendencia al zurdaje así que...

—Así que te «adoctrinó».

—Pero con amor.

—¿Y quién es? Seguro que con ese me gorreabas cuando aún salíamos.

—¡Yo nunca te puse los cuernos!

—A otro con ese cuento, Martín. Ahora dejame pasar que tengo cosas más importantes que hacer que bancar tu cara de pelotudo aweonao.

Tomé una copa de sidra que me ofreció uno de los mozos y me encaminé hacia el otro lado con tal de escapar de Martín de alguna forma u otra. Sin embargo él, en un rápido movimiento con sus largas piernas atléticas, se volvió a poner enfrente de mí. ¿Qué quería este boludo ahora? ¡Se me estaba acabando la paciencia!

—En serio, no te gorré.

—¡Desaparecías hasta por una semana entera! ¡Si no me ponías los cuernos, entonces te importaba muy poco! ¿Sabes las veces que te lloré, conchudo de mierda?

Sin darme cuenta, me estaba poniendo nervioso y sentía que me empezaba a faltar el aire; encima, seguían sin tener mis pastillas porque supuestamente dejé de necesitarlas hacía al menos un año.

—Estaba con mi primo...

—¿Y no me podías decirme que estabas con él en vez de hacerme pensar estupideces por noches enteras? —reclamé tratando de controlar mi pulso que lo sentía cada vez más rápido y desordenado.

—Estaba confundido, pero no te gorre, te dejé antes hacer algo.

—Gracias, me siento mejor, solo fue una "potencial" gorreada.

—Juli...

—No digas mi nombre, hijo de puta. Al menos tene la decencia de dejarme en paz si vos mismo sabes lo mierda de novio que fuiste. —¿Por qué justo ahora me abrían una herida del pasado? No tenía la estabilidad suficiente para manejar otra infección junto con las demás que ya estaban supurando desde que Bautista había vuelto a mi vida.

—Pero las cosas que sentí por vos en aquel momento fueron reales, incluso pensé que al fin dejaría de pensar en él.

—¿En quién, Martín? ¿Cuál fue el mal tercio todo ese tiempo? Aunque sea como amigo tirame el chisme así no me quedo con la intriga.

—Ya te lo dije...

—¿Qué dijiste? —Me quedé recalculando por un instante hasta que me di cuenta de a quién había mencionado en medio de la conversación hasta ahora—. ¡Sos un asco, chabón! ¿Te coges a tu primo yoruga?

—Pero no te gorree, estábamos tratando de alejarnos.

—¡Encima yo fui el mal tercio! ¡Sos un culiado, desaparece de mi vista, la recalcada concha de tu primo! —Grité, agarrando mi cabeza y cerrando los ojos con fuerza. Creo que habré llamado la atención de más de una persona en el salón, pero poco me importaba en aquel momento. Solo quería irme de allí lo más antes posible.

—No, Juli, me siento mal de que hayas pensado que yo...

—Te dijo que te vayas a la mierda, pedazo de culiado incestuoso —le dijo alguien empujándolo lejos de mí, abrí mis ojos y me encontré con la espalda inconfundible de Bautista, quien me tomó de la mano y me arrastró en medio de la gente hasta una de las salidas del lugar que daban directo a la playa de estacionamiento.


—¡¿Pero qué haces?! —exclamé zafándome de su agarre.

Ya era de noche, y desde allí podía ver pasar los colectivos de larga distancia que salían de la terminal de ómnibus. En aquel instante me hubiera gustado tener un pasaje hacia cualquier lado para subirme en uno de ellos y así desaparecer un rato de todo y de todos.

—Te noté incómodo —respondió sin mirarme a los ojos—. Por lo que entendí, no te trató muy bien en el pasado.

—¿Y te pensas que vos me trataste mejor? —Estaba harto, cansado y con un fuerte dolor en el pecho. En estas últimas semanas mi vida había sido una mierda, lo único bueno en medio de tanta porquería flotando, era mi blindmatcher. Aunque ni siquiera se había dignado a venir al evento conmigo, así que ahora mismo no sabía si era tan bueno como yo pensaba hasta ese momento.

—¿De qué estás hablando? Yo soy tu...

—¿De qué estoy hablando? ¿Cómo es que no me podes reconocer? Cuántas veces me viste a la cara con desprecio. Cómo podes ser tan cínico.

Bautista quedó boquiabierto, en su rostro se dibujaba la completa confusión, dio unos tres pasos hacia atrás y negó repetidas veces con su cabeza. Es increíble cómo él realmente no tenía idea de quién era yo.

—Marcos Bautista Ponce, fuiste mi compañero durante toda la secundaria. Fuimos juntos al Páez Molina. ¿No te acordas de mi cara? —Bautista volvió a negar. Sus ojos se comenzaron a humedecer—. Claro, fui tan irrelevante en tu vida que ni de mi cara te podes acordar. A ver si te acordas de mí con alguno de los sobrenombres que me pusieron tus amiguitos: "Puto angustiado"; "El elmo puto"; "El chileno falso"; "El emo chupapijas", y entre otras muchos parecidos o similares. ¿Eso fue suficiente? ¿Ahora te acordas de mí? —Empecé a llorar, mis manos seguían temblando y deseaba con todas mis fuerzas que Bruno apareciera para salvarme de mí mismo.

—Yo soy tu blindmatcher, yo quería darte una sorpresa... —murmuró con voz temblorosa.

El viento se hizo frío, sus murmullos semejaban a voces distantes en la mañana. Mis lágrimas dejaron de correr por mi rostro, y cesó el temblor en mis manos. Todo mi cuerpo pareció entumecerse repentinamente. ¿Qué acaba de decir el mismísimo Marco Ponce? Al que le escribí tantas cartas cursi cuando era un adolescente enamoradizo que no veía que aquel al que amaba, era el mismo que hacía sus días oscuros y difíciles.

—¿Pero vos quién sos al final? —escupí con bronca viéndolo directo a los ojos, a esa primavera ahora gélida y oscura que se enfrentaba con mi tierra arrasada, con mi paraíso estéril.

Marcos Ponce había sido mi compañero durante seis años. Era un pibe estúpido, que solo sabía ir detrás de una pelota y hacerse el gracioso en clase. Bautista, por otro lado, era el chico de curriculum mediocre que se había presentado para ser parte de la cátedra en donde yo enseñaba. No era muy brillante y mucho menos un gran ayudante. Se hacía el tímido, el apático de sonrisa falsa. Y luego estaba el HijoDeLabruna, un chabón inteligente, divertido, curioso y terriblemente chamuyero. ¿Cuál de todos esos era el verdadero Bautista? ¿Y por qué me había enamorado de todas sus versiones? Pensé que finalmente iba a sentir las mismas mariposas que sentí por Marcos en otra persona, pero soy un boludo que siempre termina con el mismo clavo.

—No sé... —murmuró antes de darse la media vuelta para alejarse y dejarme allí solo abrazado a mis propias piernas. 

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Glosario:

▶︎ Macrista: Seguidor o simpatizante de Mauricio Macri, quien fue presidente de Argentina del 2015 al 2019.

▶︎ Zurdaje: Zurdo, que simpatiza o sigue ideas políticas de Izquierda.

▶︎ Gorrear: Poner los cuernos; ser infiel.

▶︎ Yoruga: Forma despectiva de uruguayo. 

(Si hacía falta de explicar otra palabra no se olviden de decírmelo en comentarios).

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