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4. ¿Qué estás buscando?

Me desperté de golpe por un trueno que hizo temblar las ventanas de mi departamento. Mi gato se subió a la cama y buscó la protección de mis brazos, pero tuve que dejarlo solo debajo de las sábanas para ir a cerrar la puerta del balcón, o me entraría agua en el living como la otra vez. Luego me tiré en el sillón y mi Panterita se asomó allí donde yo estaba, ahora más tranquilo al encontrarme despierto.

Me había pasado la tarde durmiendo después de llorar como el maricón que siempre he sido. Mi rostro en este momento debía ser un desastre; preferí no verme al espejo para no asustarme.

—Me espera un año de mierda... —susurré mientras revisaba las notificaciones de mi celular, no lo había tocado desde la mañana antes de las entrevistas—. ¡¿Once mensajes sin leer del HijoDeLabruna?! —exclamé al entrar en la aplicación de Blindmatch. No me había llegado ninguna alerta de allí en todo el día; debía ser algún error de programación, ya que solo llegaban mientras se tenía la aplicación activa. Después me quejaría sobre ello en su canal de comentarios y sugerencias.

«Hola, che. ¿Cómo va tu mañana? Yo estoy medio raro, creo que le caí mal a alguien y todavía ni entré». (10:20 a.m).

«Bueno, supongo que ya puedo decirte que salió todo bien. Las cosas van encaminadas hacia donde yo quiero». (11:38 a.m).

«El día está precioso, empezó hacer calorcito, pero te juro que siempre será peor en Buenos Aires. Humedad». (12:10 a.m).

«Se me hace raro que no me contestes al toque. Creo que hoy me desperté con ganas de ser intenso». (12:24 a.m).

«No conozco a nadie por acá, así que continuaré hablándole a tu yo futuro que verá todo estos mensajes y pensará: la pala nunca, ¿no?» (12:43 a.m).

«Hay un chabón tocando el chello, no tengo ni idea de lo que está tocado, seguramente es algo clásico, así como Bach. Tengo el presentimiento que vos sí sabrías y hablarías como todo un conocedor en música clásica, ¿o me equivoco?». (13:20 p.m)

«No tengo ganas de volver a mi depa, me compré unos sanguchitos de miga y traje para tomar mates, aunque con este clima debería tomarme unos tereres».(13:36 p.m)

«Te extraño más que nunca y no sé qué hacer...
Te veo y te recuerdo al amanecer...
Si no te hubieras ido, sería tan feliz... ♫♪». (13:57 p.m)

«Hace un rato me pasó algo muy boludo, pero te juro que no tuve la culpa, pero el tema es que fue con el mismo pibe que medio me miraba mal a la mañana. Le ofrecí mi ayuda con toda la buena onda y me dio vuelta la cara. No sé, que se maneje. Que carácter de mierda... Y otro que me tiene mal sos vos. ¿Dónde estás? ¿También te caigo mal? ☹︎». (14:30 p.m)

«Ah, se ponía re intenso. No puedo borrar los mensajes en esta app y creo que quedé como un pelotudo. Me voy a mi casa». (14:32 p.m)

«Y se largó el agua, bueno, tamo para el corchazo».(18:10 p.m)

Leí los once mensajes del HijoDeLabruna casi con incredulidad. Nos habíamos acercado muchísimo en estás últimas dos semanas, pero no creí que ya estuviéramos en este punto de extrañarnos, menos aún cuando todavía somos simples pixeles sin rostro el uno para el otro. Pero no puedo negar que me gusta esta intensidad, creo que es exactamente lo que quería en una pareja. Una intensidad sana, dulce, que te haga sentir necesario en la vida del otro. Que te haga sentir verdaderamente especial.

Pero aún así, no iba a caer tan fácil en sus tiernos chamuyos.

«Dios mío, qué te pasó, te hacías el pensador cínico y hoy te la pasaste llorando pija. ¿Tanto me extrañaste, weón?».

Respondí irónico solo para molestarlo.

«¡ArgChi Boy! ¿Estás vivo? Ya estaba escribiendo elegías».

«Sos un aweonao, pero me alegro que te haya ido bien. Aunque deberías tratar de hacer amistades en tu zona o donde te hayas metido».

«¿Estás preocupado por mí? Nuestro amor avanza rápido. Jajaja. Nah, mentira. Ya voy a ver, todavía no tengo muchas actividades que me relacionen con otras personas. Además... :(

«Como estamos con los emojis, eh.

¿Y además qué...?».

«Todo te molesta, encantador ArgChi Boy».

«Nunca dije que tenga buen carácter».

«¿Y entonces cómo describirías tu carácter?»

«Tema para después, ahora no me cambies de tema. ¿Además qué? Dale, completa la idea».

«Además que no me siento muy cómodo en persona para entablar amistades. Recién me estoy acostumbrando a mi nuevo yo. Siento como si estuviera poseyendo el cuerpo de otra persona. Tengo miedo de que aparezca alguien que lo conozca y me diga que he usurpado una vida ajena».

«Fuerte, che».

«Y aburrido, mejor contame cómo estuvo tu día. ¿Mejor que el mío?».

«No, weón, una mierda. No quiero salir de mi cama».

«Si queres, contame. Si no tengo nada que decirte, nos lamentaremos juntos».

«Ya po, el weón romántico».

«¿Solo con vos?»

«Y qué sé yo, boludo, déjate de wear.

Con respecto a mi día, no quiero hablar de eso, pero tiene que ver con el secundario, el cual fue una reverenda mierda. No le caía bien a nadie, no tuve casi amistades cercanas y me la pasé suspirando por alguien que no me daba ni la hora».

«Pero terminaste el secundario, eso en sí mismo ya es un privilegio».

«Aflojale a la revista Sudestada, weón».

«Me niego. Pero hablando en serio, al menos tenes algo para decir de aquellos años. Yo siento que estuve como ausente, como si alguien me hubiese puesto en piloto automático. Mis recuerdos de adolescente son difusos, esporádicos e inconexos. Veo personas sin rostros y solo recuerdo unas terribles ganas de gritar. De querer parar el juego, bajarme y preguntarle a alguien cuál es mi nombre y qué quiero ser de grande».

«Che, ¿escribís? Porque te estás mandado muy buenas reflexiones».

«No, ¿debería? Pero tendrías que ser mi musa».

«Ah, no sé, sacrifica carne para mí y vemos».

«¿Nudes?».

«Pensaba en un asado».

«Ah, si. También».

Me reí. Fue la primera vez en todo el día que realmente sonreí, que mis comisuras se elevaron y las arrugas en mi ceño se relajaron. Qué cantidad de tonterías que podíamos decir en menos de veinte minutos. Quería seguir hablando con él, pero mi estómago dolía de hambre; no había almorzado ni merendado. Tal vez me prepararía una pizza en el microondas. Antes de hacerlo, pensé en enviarle un último mensaje para avisarle que volvería en un rato, pero una notificación en la aplicación captó mi atención. «¡Has alcanzado una quincena interactuando con el mismo blindmatcher! ¿Deseas que nuestra IA te empareje de nuevo?». No lo pensé demasiado y toqué «no». En todo ese tiempo, no me había interesado interactuar con otros usuarios de la aplicación; la IA ya había cumplido con su cometido emparejándome con el HijoDeLabruna.

Me levanté de la cama y fui directo a la cocina, me llevé el celular en la mano, por lo que lo sentí vibrar luego de minimizar la app. Al fijarme, era otra notificación del sistema de Blindmatch!. La abrí y me encontré con la animación de un sobre virtual que se desplegó en mi pantalla: «¡Apuestas al amor! ¡A una conexión genuina! Nos alegra mucho que hayas elegido este camino. Por eso, te queremos invitar a nuestra velada de lanzamiento a nivel nacional el sábado 15 de abril del 2019. ¡No faltes! ¡Habrá tenedor y canilla libre!».

—¿Una velada? —repetí en voz alta sin entender demasiado lo que estaba pasando, pero habían mencionado que tendrían tenedor libre. ¿Cómo podría negarme a la comida gratis?

Lo agregué a mis eventos de Google Calendar y luego dejé el celular sobre la mesada para proseguir con mis planes de una cena rápida y así volver prontamente a la conversación con mi misterioso Señor X. ¿Debería pensar en que develemos nuestras identidades en aquella velada? La verdad es que aún me siento inseguro sobre hacer eso, tengo miedo que se nos pinche la burbuja, que sea otra estúpida y acartonada cita como todas las que he tenido en estos últimos tres años.

—Por qué tiene que ser todo tan complicado —me lamenté mientras sacaba un paquete de harina y un sobrecito de levadura seca.

Primer día de clases, el Parque de las Letras es un caos de personas de todas las edades tomando mates con criollos o ingiriendo alguna colación de yogurt griego con cereales y frutos secos. Saludé a unos cuantos al azar y enseguida un grupito de cinco estudiantes del año pasado se acercaron a mí con las galletas de avena y miel que tanto había estado deseando desde la semana pasada.

—A la tarde noche vamos a vender empanadas árabes de soja texturizada, ¿le interesa? —me pregunta una de ellas con una sonrisa a la que no podría decirle que no.

—Obvio, chiquis. Me ahorran de cocinar esta noche. Les encargo media, ¿si? —Ellas se emocionan y anotan mi pedido en un mensaje de Whatsapp. Luego me pregunta por cómo me ha ido, si salió algún amor de verano, pero me hago el misterioso. Ellas insisten, tratan de convencerme con un matecito perfumado con hierbas serranas, me rio y lo acepto dispuesto a contarles un poco sobre el asunto de la app. Sin embargo, mi sonrisa desaparece cuando veo a Bautista pasar enfrente nuestro.

—¡Ay, Dios, que hermoso que está ese chabón! —comentó la más joven de las cinco siguiendo con la mirada al pelotudo que ya estaba llegando a Casa Verde.

—La luna de este mes está en tauro, es el mes ideal para enamorarse —dijo otra formando un corazón con sus manos.

Rodé los ojos y me despedí de ellas después de tomar el mate que me ofrecieron. Extrañadas, me dejaron ir, pero me gritaron que más tarde nos volveríamos a ver. Bautista seguía llamando la atención, incluso sin sus rizos dorados que le daban a su rostro un aire angelical, o algo así como un toque divino, de dios griego o qué sé yo.

Me crucé de brazos mientras caminaba hacia Baterías B, el complejo de aulas frente al Parque de Las Letras, a cincuenta metros de distancia de Casa Verde, los cuales tuve que recorrer porque recordé ese detalle de que Bautista se había metido en el edificio central de la facultad humanidades, cuando nuestra cátedra iba a dar clases en uno compartido. ¡Aunque ni debería importarme! ¡Que el solito encontrara el aula!

Suspiro. Puteo mentalmente, pero aquí estoy, en Casa Verde buscando al pelotudo que se me perdió, a quién encuentro junto a la puerta del aula donde lo entrevistamos. Que pedazo de boludo, dios mío, ni siquiera revisó los horarios y aulas de este año. ¿Cómo me pudo gustar tanto alguien así de idiota?

—No es acá, es en el edificio de al lado —le digo seco, tratando de no verlo a los ojos. Él se sorprende al verme, pero después me sonríe con una de esas sonrisas que cuando era adolescente me hacían sentir cosas raras en el pecho y en mis pantalones. Aunque velozmente desaparece de su rostro como si hubiese recordado que eso no era parte de su acting.

—Gracias —dice guardando su celular—. Estaba re perdido —agrega poniéndose la mochila al hombro dispuesto a seguirme.

¿No puede guiarse solo ni con una simple indicación?

No tengo ganas de ponerme de mal humor, así que no comento más y, por esta vez, me dispongo a hacer de guía de un pelotudo de casi treinta años. Pero antes de poder dar un paso hacia la salida, unos delicados brazos rodean mis cuello y unos suaves labios se apoyan sobre los míos en un piquito que seguro me dejará brillitos en la boca, encima ella siempre usa esos de larga duración.

—¿Cómo está mi segundo novio? —me pregunta Tiziana colgada todavía de mis hombros.

—Bien, pero tengo que irme al aula B1, en diez minutos tenemos que empezar la clase.

—Si, ya sé, Bruno te está esperando, vengo de ir a verlo. —Baja sus brazos y me arrastra con ella hasta el centro de estudiantes para poner agua a calentar en una de las tres pavas eléctricas que hay allí sobre un viejo escritorio de chapa despintado.

Bautista nos sigue por detrás, Tizi se da cuenta de su presencia y enseguida salta a saludarlo. Me siento inquieto, espero que no la esté mirando con segundas intenciones, ya tiene wacho. Encima Tiziana es una mujer hermosa, de un cabello lila pastel que le llega hasta debajo de la cintura, y de unos ojos color avellana que brillan como dos pequeñas joyas; además tiene una piel trigueña que parece bañada por el sol.

—Perdona que te los atrase un poquito, pero el René me pidió que le llene el termo para el mate, así que ya que están acá se lo llevan ustedes.

—¿Quién es René? —Cuando pensas que no puede más de pelotudo, va y puede. Aunque cierta parte de mí era consciente de que siempre había sido así de despistado, pero antes se me hacía lindo, incluso tierno.

—¿Vos miraste aunque sea algo del programa antes de postularte de ayudante alumno de esta cátedra? —lo interrogué ya hastiado de tener que tratar con él.

—Bueno, che, baja un cambio. —Tiziana se ríe nerviosa, es una persona muy empática, al igual que el Bruno. La estoy poniendo en una posición incómoda, necesito controlarme.

—Es el titular —le aclaro—, y Susana es la profe adjunta.

—Gracias y perdón. Me mandé muy de una, no conozco a nadie y creo que en general soy medio lelo con los nombres y los rostros de las personas.

—Me di cuenta.

Tiziana frunce el ceño y aprieta los labios, está enojada, estoy siendo demasiado antipático para su gusto. Luego tendré que contarle el chisme. Bruno algunas veces puede ser muy poco chimentero y tal vez no le ha mencionado nada del asunto de la semana pasada. Escuchamos el click de la pava eléctrica programada para cortar cuando el agua llega a los 70° (la temperatura ideal para cebar mates), y de mala gana me entrega el termo del titular. Luego se retira tras despedirse cálidamente del Bautista. De mi se despide con una fría mirada que solo podía significar que más tarde hablaría muy seriamente conmigo sobre mi carácter. No es la primera vez que lo hace.

Bautista se ofrece a llenar el termo, se lo doy y me quedo a un lado viendo que no se vaya a quemar, ya que no sé con qué nivel de pelotudez estoy tratando. Sin embargo, mientras lo hace lo que menos hago es cuidarlo, solo me quedo allí pensando en lo mucho que ha crecido. Su espalda se ha vuelto más ancha y sus piernas están más torneadas que antes, al menos lo que se deja ver a través del pantalón negro de bengalina que lleva puesto. Suspiro sin darme cuenta, de verdad que extraño sus rizos rubios que enmarcaban esa mirada verde primavera casi onírica con la que tantas veces soñé en mi adolescencia.

¡¿Qué mierda estoy pensando?!

—¿Todo bien? —pregunta al darse cuenta que me alteré de pronto como si hubiera visto una araña pollito enfrente de mi cara.

—Nada, vamos llegando tarde —me excusó tomando el termo de sus manos para ponerle el tapón.

—Igual siempre todos llegan tarde el primer día. —Vuelve a sonreír, ¿no sé cansa de intentar caerme bien? Asiento sin muchos ánimos y nos vamos hacia Baterías B.

Bautista, como un niño curioso, mira todo a nuestro alrededor. Descubre a los de Nutrición que llevan remeras rosas con mensajes body positive, y a los química con remeras verdes con una tabla periódica en la espalda. Finalmente ve a los de Letras corriendo hacia la B3 con unas remeras blancas que tiene a un Saussure ilustrado a modo de chica superpoderosa. Algunos de los pibes me saludan, están por empezar Lingüística II.

—¿Dónde consigo esa remera? —pregunta antes de que subamos al primer piso, «luego te paso el número», le respondo con la misma antipatía de antes. Pero cuando vuelvo mi mirada hacia los escalones que tengo enfrente, no puedo evitar sonreirme. Me lo imagino con esa remera de super lingüista. Uno de los mejores jugadores que tuvo River Plate ahora convertido fanboy de Ferdinand de Saussure.

Dentro del aula B1 hay un mundo de gente, hay más de doscientos alumnos buscando dónde sentarse, están por superar la capacidad estimada del salón. Bautista me mira dispuesto a seguir pegado a mí, pero lo empujo hacia el pasillo de la derecha donde en medio de este están reunidos los demás ayudantes alumnos de la cátedra. Yo me voy por el pasillo izquierdo para llegar a la plataforma donde están los profesores librando una batalla épica contra el proyector que no quiere encender (o que no saben encender).

Bruno busca interrogarme, me ha visto llegar con el ex River, pero soy salvado por el profesor René que está a punto de llorar porque ha hecho una presentación muy bonita en power point y no puede ser que ahora no pueda proyectarla. Lo calmo un poco, y voy al tablero del aula donde nadie se acordó de subir la llave del proyector. Nos reímos a carcajadas y todos los estudiantes se quedan silencio dejándonos como una cátedra de locos —igual eso no está tan alejado de la realidad—.

Al menos nuestro momento cómico relaja a los nuevos estudiantes, quienes ya han sido informados por los recursantes de este año que somos un equipo de cátedra muy piola y que siempre estamos abiertos a cualquier consulta. Bruno empieza con la presentación de la materia, René continúa con los objetivos del programa y al último me toca a mí para comentar lo que más o menos veremos en cada unidad de Teoría Literaria. Luego, Susana, la profesora adjunta, aprovecha para presentar a los ayudantes alumnos y veo cómo a más de uno y una le brillan los ojos cuando Bautista se presenta. Me parece tan extraño y molesto escuchar el nombre de Elián; podría haber elegido tantos nombres para ocultar su verdadera identidad y elige uno de la generación alfa.

Que pelotudo. 

(3003)

Glosario

▶ Chabón: Chico, muchacho, joven.

▶ Boludo: Tonto.

▶ Pelotudo: Tonto, re gil ah.

▶ Corchazo: Darse un tiro.

▶ Chamuyos: Puede ser "mentiras", pero se usa más para decir que alguien tiene labia, que sabe enredar a las personas con sus palabras.

▶ Llorar pija: Ponerse cursi (no usen la palabra "pija", significa pene pero de una manera muy vulgar).

▶ Revista Sudestada: Diría que es una revista de Izquierda, creo. Pero bueno, la cuestión es que ahora se puso de moda decirle alguien que "exagera" con su consciencia social y política que le afloje a la Revista Sudestada. Onda, que estás muy politizado.

▶ Merienda: A la media tarde, de 16 a 19 hrs, tomamos una infusión o mates con algo dulce o algún panificado.

▶ Tenedor libre: buffet libre, comes los que quieras y cuanto quieras.

▶ Canilla libre: lo mismo de antes pero con alcohol.

▶ Criollos: El primero que acá pensó "Ah... son bizcochitos", se retira inmediatamente(?). Son un pan de grasa y manteca medio hojaldrado. NO SON BIZCOCHOS.

▶ Wacho: Ah, tiene un montón de significados. Es un vocativo para llamar a alguien, es un soft insulto para cuando alguien tiene una mala actitud y también es "novio", si le agregan un posesivo por delante.

▶ Lelo: Tonto (ah, pero cuántas palabras tenían para decir gil).

▶ Araña pollito: Es una araña típica de Córdoba que puede llegar a ser de un tamaño considerable, casi como una tarántula. Es peluda y gris.

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