1. Aplicación iniciada
Blanco. Mis pensamientos quedan en blanco. Todo a mi alrededor es blanco. Y en aquella hoja en blanco en la que se ha convertido por un instante la existencia, sólo está tu sonrisa; solo está tu mirada verde primavera; solo están tus rizos dorados que se escapan del gorro de lana roja con el que has salido hoy. Me aferro a tus brazos; vos apretas mi cintura sin dejar de verme a los ojos, a mi mirada marrón tierra, marrón desierto, marrón deforestado.
Me pregunta si me encuentro bien, si no será demasiado aquella pendiente nevada para un supuesto novato como yo, aunque en realidad seas vos el único amateur entre los dos, yo tan solo me distraje mirándote —porque me gusta como te queda el look invernal—. Guardo silencio, no quiero decirte eso, no quiero que tu primera impresión de mi sea que soy un pesado, un forro sin consideración. ¿Primera impresión? ¿Se me permite decir algo así cuando compartimos seis años de nuestra vida? Desde los doce hasta los dieciocho, desde primero a sexto de la escuela secundaria.
«¿Podes seguir desde acá?», me preguntas después mientras soltas mi cintura y me dejas en lugar seguro, donde mis esquís no se deslicen por sí solos. Me sonrío, es gracioso que alguien que ha vivido toda su vida en una ciudad sin nieve, crea que puede ayudar a un nativo del sur. Pero vos no sabes eso, vos no sabes nada de mí, pero yo siempre he sabido todo lo que he podido de vos. Sé que sos una estrella en ascenso, empezaste en el club Atlético Belgrano, y ahora, cuando este viaje concluya, te irás a River Plate. Los diarios anuncian tu gloriosa partida a las grandes ligas; incluso te hicieron una fiesta en tu barrio, ahí en Liceo Primera. Te vi ser ovacionado, te vi ser coreado, desde lejos te aplaudí y canté junto a la gente esas canciones de Rodrigo Bueno que tanto los representa.
«¿Me estás escuchando?». No, tal vez no te estoy escuchando ahora, pero te he escuchado siempre que has alzado la voz, siempre que has levantado la mano para comentar algo en clase aunque fuese tan solo para molestar a las profesoras que, con chamuyos elegantes, siempre te robaste un par de puntitos extras cuando no llegabas ni a un seis para aprobar el trimestre.
«Bueno, me voy, baja con cuidado. Recién casi te metes tremendo palazo, tene cuidado, che». Y te vas, no te he dicho nada, ni siquiera gracias, se me quedó atorado en la garganta (hay tantas cosas atoradas en mi garganta). Suspiro, mi aliento se congela apenas sale de entre mis labios. Pero aún así estoy feliz, término esta horrible etapa de mi vida habiendo tenido una conversación normal con vos.
El último tipo con el que salí debió ser realmente aburrido para recordar justo ahora uno de los momentos más tristes y humillantes de toda mi adolescencia, y es decir mucho, porque apenas si tengo algún recuerdo alegre de aquellos malditos años que se tornaron casi interminables.
«¡Por qué no hay nadie decente en esta ciudad!"», me quejo en voz alta revisando una vez más cada una de mis apps de citas para personas queer. La verdad, a veces creo que son peores que las hetero o las «generales». Por ejemplo, en Frindr solo quieren una cosa, a nadie le importa si sabes de poesía alemana, analizar teatro isabelino o traducir textos en latín.
"Hola, ¿rol?"
"No me gusta el rol, prefiero los juegos de PC, los puzzle".
"Eh? Te estoy preguntando si te gusta que te den o dar.
"Me gusta que me den regalos, ¿a vos?"
"Anda hacete culiar, pelotudo"
[Este usuario te ha bloqueado].
A JuanTengoElPitoLargo_22 no le ha interesado demasiado mi peculiar gusto por los juegos de puzzle. Tampoco me ha dejado agregar que mis favoritos son los juegos indies, ya que suelen animarse a propuestas más diversas y originales en cuanto a retos mentales, así como en experiencias visuales y sonoras. En estas últimas semanas casi todas mis conversaciones en Findr son iguales a la muy breve que tuve con JuanTengoElPitoLargo_22. A excepción de los fetichistas, hacen preguntas y comentarios que mejor no recordar demasiado.
A veces me encuentro con algunos chicos con los que hago match en Rinder, pero al final resultan en aburridas citas donde no tenemos mucho en común de qué hablar, o bien, donde muestran una timidez que negaron por chat o en subsiguientes videollamadas. Al verme, se paralizan, sus lenguas se vuelven torpes y el nerviosismo se apodera de la escena, como las esporas de un hongo en una fruta a medio comer en el fondo de una heladera vieja.
«¡Estoy harto de todas estas apps!». Tiro mi celular lejos del alcance de mi cuerpo, me levanto de la cama y trato de hacer algunos ejercicios de respiración que aprendí el año pasado cuando tenía tiempo de ir a clases de yoga. Inhalo, cuento hasta diez y exhalo. Inhalo, cuento hasta cinco, exhalo. Inhalo, pienso en que me olvidé de revisar mi Instagram y exhalo. Me vuelvo a tirar sobre mi lecho desordenado y tomo el objeto con el que debo tener una de mis relaciones más tóxicas —o tal vez la peor de ellas—.
Notificaciones de spam de likes a mis fotos de tipos random que deben llegar de alguna de las cuatro apps de citas queer que utilizo a diario; también algunos spams de viejos que buscan sugar babies para tenerlos arrodillados entre sus piernas por unos cuantos lujos al mes o la semana. Fantaseo un segundo con la idea de encamarme con un viejito con plata, me lamento por sentir tanto asco por un hombre mayor y salgo de mis notificaciones para perder una hora de mi tiempo viendo reels estúpidos de personas estúpidas haciendo estupideces. Aunque de pronto, una extraña publicidad captó mi atención: un hombre joven sentado en un bar de mala muerte observaba a través del cristal cómo una muchacha se alejaba del lugar; luego, volvía su mirada a su café ya frío y, en su gesto de decepción y hastío, me sentí profundamente interpelado.
«Para, para, para. No sigas deslizando, escuchame un ratito», pidió otro hombre que se acercaba al muchacho de corazón roto. «¿Estás cansado de todas esas apps de citas superficiales donde las personas parecen más productos que prospectos de vida? ¿Estás cansado de que solo quieran una noche de acción y nada de compromiso? ¡Ah, te estás interesando, chimuelo!», exclamó convencido de que para ese momento ya había captado nuestro interés, y la verdad que si lo había conseguido. «Veni, acercate, prestame mucha atención. Hoy nosotros te traemos la solución a todos tus problemas amorosos (o al menos lo vamos a intentar). Te presentamos BlindMatch, una app desarrollada por una startup cordobesa, que se enfoca en una conexión real y que, a través de una avanzada IA, busca tus posibles BlindMatch. Nada de rostros, nada de biografías escuetas, solo tu verdadero ser expuesto de manera anónima hasta que vos decidas revelar tu imagen y nombre a la persona que consideres indicada. ¡Animate! ¡Descarga la app hoy mismo y te regalamos premium de por vida! ¿Necesitas algo más para hacerme caso?».
«Dios mío, convencido por una publicidad barata en Instagram», murmuré mientras ingresaba al enlace directo del vídeo para descargar la aplicación en mi celular. Al entrar, me encontré con una interfaz sencilla y agradable a la vista, con colores pasteles y una tipografía clara. Lo primero que solicitaba la aplicación era subir cinco fotos de series, películas, animes, libros, mangas o cualquier otra cosa que me representara, todo excepto mi rostro o alguna parte de mi cuerpo. Elegí un fanart Hannigram —en modo esposos asesinos—, la portada del volumen trece del manga Blue Period —aquella donde salía la rarita que dirigía el movimiento artístico antiacadémico—, una foto de mi biblioteca —que tenía los libros dispuestos sin ningún orden en particular—, otra de mi gato Panterita —durmiendo panza arriba en el sillón—, y un meme sobre política argentina. Pensé en que aquella selección de cosas que hice era un tanto extraña, por no decir un completo mamarracho, pero que de alguna manera se amalgamaban entre sí.
Llegó la parte de la biografía o breve descripción de uno mismo, la cual te daba dos opciones: escribir un texto mínimo de quinientos caracteres sin espacio, o responder una serie de preguntas para que una inteligencia artificial generase esa pequeña presentación que requería tu perfil. Obviamente, elegí la primera opción:
«Supongo que aquí no vale la spider-excusa de que un amigo me anotó, así que tendré que contar algo sobre mí... Bueno, a ver, por dónde empiezo. ¿Mi nombre? No puedo decirlo por acá, aunque puedes llamarme por mi usuario (o algún otro apodo bonito que se te ocurra). Tengo 27 años, soy oriundo del sur de Chile, sin embargo, me crié en Argentina casi toda mi vida, por lo que no entiendo muy bien lo que dicen mis primos maternos (¿en qué hablan?). Por otro lado, debo añadir que soy docente de humanidades, así que a veces puedo ser un poquito pedante, pero creo que no demasiado (¿o tal vez sí?). En fin, creo que esto es suficiente para que hagamos match bajo tu propio riesgo».
Por último, la app solicitaba una serie de etiquetas de tus gustos e intereses (además de la propia sexualidad); cuantas más cosas pusieras, mejor trabajo haría la IA buscando a un usuario ideal con quien emparejarte. Por las dudas, terminé por añadir unas treinta y dos etiquetas a mi perfil, si con eso La Celestina digital no me encontraba aunque sea un chongo para este fin de semana, es que simplemente estaba destinado a ser el Karen Macho de cinco gatos gordos y malcriados.
«¡Hay un posible BlindMatch para vos! Desliza a la derecha si queres conocerlo», rezó la pantalla de mi celular después de cuatro minutos viendo a un robocito tomar lo que a mi me pareció un Fernet con Coca Cola en una botella cortada (¿o tal vez haya sido aceite de motor?). Sin darle muchas vueltas, seguí las instrucciones y la app me dirigió a una ventana de chat donde el usuario «HijoDeLabruna» ya me estaba escribiendo.
«"Los pecados son producto de los criterios personales, y esa definición refleja la proyección interna"».
«¿Ese no es el capítulo 54? (Me siento como en Feliz Domingo)».
«Jajaja. Si, creo que es ese.».
«Pucha, esa es una de las obras que menos me gustaron de Yatora».
«Pero tenía un gran concepto a diferencia de las anteriores. A veces no es tanto el envoltorio, sino el contenido. Por eso odio los libros con portadas llamativas, creo que tratan de cubrir una carencia interna».
«No sé, weón, no creo que debas aplicarlo a los libros. Generalmente uno trata de hacer una gran portada para su libro no por las demás personas, sino para uno mismo, para sentirte orgulloso de tu propio trabajo. Creo que lo que decis se aplica más a la gente que a las cosas».
«Mmh. Creo que podría refutarte con tus propias palabras: no lo hacen por los demás, sino por ellos mismos, por aceptarse un poquito más frente al espejo».
«We, estocada mortal, he sido derrotado por un enemigo sin rostro(?. Aunque, más de uno allá afuera se pasa el día maquillando sus propias carencias internas, su propia mierda interior».
«*Aniquilado*».
Me sonreí. Me sonreí como hacía mucho tiempo no lo hacía, sintiendo un cosquilleo placentero en mi estómago y una emoción genuina en el centro de mi pecho. Me levanté de la cama y fui rápido a la cocina para prepararme un café y tomar asiento en uno de los sillones de mi sala.
«Por cierto, tu gatito es precioso. ¿Habrá salido a su padre?»
«No debería decir esto tan pronto, pero si. Es igual de hermoso que Tom Hiddleston».
"No me cabe dudas. Jajaja. ¿Te gusta Loki o sos de sus películas de culto? ¿Sos así "cinéfilo"?».
«Ya soy un pesado de historia y sociología, si encima era cinéfilo, no habría ser humano que me aguante. Me gusta Marvel y DC, me gustan las buenas películas y las domingueras; no soy tan exquisito por ese lado».
«No exageres, che. En esta vida para gustos hay colores».
«No exagero, weón. A veces siento que le caigo mal a todo el mundo».
«De sentir a que sea un hecho, hay un largo trecho. Pero te entiendo, che. Te entiendo muy bien. Apenas me estoy acostumbrando a ser yo mismo».
«¿Saliste hace poco del clóset? :c ».
«Si y no... Creo que hay más de un clóset en esta vida».
«¿Más de un clóset?», me repetí intrigado con aquella respuesta. Di un sorbo a mi café espumoso y lo dejé sobre una pequeña mesa ratona junto a mí, en donde se lucía un florero hecho por mi madre ocupado por unas rosas plásticas que compré en el chino de la esquina.
La conversación siguió por unas cinco horas más, las cuales se me hicieron terriblemente cortas. Con HijoDeLabruna habíamos pasado por todo los temas, de los más comunes hasta los más insólitos, desde criticar películas contemporáneas de terror, hasta desvariar sobre el sin sentido de la vida según el absurdismo de Albert Camus.
«Si seguimos te voy a dejar colgado, necesito irme a dormir, tengo que trabajar en un par de horas».
«Pucha, que lata, estaba a punto de preguntarte sobre la teoría de que somos una simulación de alguna inteligencia superior».
«A ver... creo que una inteligencia superior no simularía algo tan aburrido. ¿O viste algún sim donde no se pueda interactuar con fantasmas?».
«Que triste argumento, weóóóóón».
«Más triste para mí es irme a dormir sin saber tu nombre ¿o tengo que seguir llamandote SpiderLove27?».
«Que chamuyero, dios mío. Y si, vas a tener que llamarme así o de cualquier otra manera que te guste. Quiero seguir un poco más con esto del anonimato, al menos hasta que nos conozcamos lo suficiente para no sentirnos incómodos de ser nosotros mismos incluso si estamos frente a frente. ¿Te parece?».
«No me desagrada la idea, y ya que tengo la libertad de decirte como quiera, te llamaré... ArgChi Boy».
«Acepto el apodo con todo gusto, Señor. Aunque a mí sí me gusta tu nombre de usuario, así que para mí seguirás siendo HijoDeLabruna».
«El hijo del más grande. Chau, ArgChi Boy, nos seguimos hablando más tarde, que sueñes cosas lindas y no te abrume el sin sentido de la vida no simulada por una inteligencia superior».
«¡Que Aweonao! Ja, Ja, Ja. Que descanses, gil ❤ ️».
Con una sonrisa tonta, dejé mi celular sobre la mesita de noche. Ya eran más de las cuatro de la mañana y no me sentía cansado, más bien estaba profundamente emocionado por esta pequeña conexión que había logrado establecer con alguien después de tanto tiempo de relaciones vacías, efímeras y sin importancia. Sinceramente, no me importaba mucho la apariencia detrás de la persona que podía expresar argumentos tan coherentes e interesantes. No necesitaba de ningún príncipe encantador, solo de alguien que no se aburriera al escucharme emocionado por las cosas que me gustan, aquellas que me apasionan y de las que no puedo dejar de hablar. Solo deseaba a un hombre que me atesorase, incluso si a veces no lo merecía.
(2528 palabras)
Primera Meta: 2K✔
Glosario
♦︎ Look: Outfit
♦︎ Forro: persona desagradable; persona que hace malos comentarios sin medir las consecuencias; persona de actitud arrogante.
♦︎ Escuela secundaria: En Córdoba (Argentina) la escuela secundaria dura seis años, iniciando a los doce años para terminar a los dieciocho. Se divide por años: primer año, segundo año, tercer año, etc.
♦︎ Club Atlético Belgrano: es un club futbol cordobés de gran importancia junto con Talleres e Instituto. Como curiosidad, de Belgrano salió El Cuti Romero, y en Instituto debutó Paulo Dybala.
♦︎ Liceo Primera: en realidad se llama barrio "Liceo Primera Sección"; es un barrio de la zona norte de la Ciudad de Córdoba divido en tres secciones.
♦︎ Rodrigo Bueno: fue un cantante muy famoso de cuarteto, el cuarteto es un género musical inventado en Córdoba. Es un ritmo tropical.
♦︎ Chamuyo: palabrería barata para conquistar a alguien.
♦︎ Remis: es lo mismo que un Taxi, pero son verdes.
♦︎ Chongo: chico con el que tienes una relación sin compromisos.
♦︎ Labruna: recordado como uno de los mejores jugadores que tuvo River Plate.
♦︎ Blue Period: es un manga que deberían leer!
♦︎ Feliz Domingo: fue un programa argentino de los años 90 en donde un participaban chicos del último año de secundaria para ganarse el viaje de egresados. En Argentina, al terminar la escuela, se hace un viaje de egresados junto a todos tus compañeros. Generalmente se viaja a Bariloche. ¿Y los de Bariloche a dónde van? Supuestamente a Córdoba.
♦︎ "El chino de la esquina": ésta frase hace referencia a un concepto muy argentino, "el chino", el cual es un supermercado usualmente más barato que los argentinos. Además no solo tiene mercadería y artículos de limpieza, sino que también posee una sección de bazar: tazas, platos, medidores, objetos decorativos, juguetes o cualquier otra cosa a fin. Todos los supermercados chinos son casi iguales, misma distribución de góndolas, mismos artículos en venta y misma atención. Los supermercados chinos son fáciles de reconocer porque son atendidos únicamente por chinos, así que tienen mucha decoración china y todos hablan en chino mandarín o en cantonés. Los chinos generan una pertenencia al barrio, no es lo mismo un chino que otro chino y nunca debes desear al chino de tu prójimo (acá me fui por las ramas, pero me entienden, ¿no?).
♦︎ "Dejar colgado": dejarte esperando algo como un idiota y no avisarte que eso no llegará a la brevedad. No es lo mismo que "no seas un colgado", aquí la otra persona te está pidiendo que no hagas comentarios fuera de lugar y prestes atención al tema que se está desarrollando. Sin embargo, tampoco es lo mismo que "sos re colgado", aquí te están diciendo que sos muy distraído. Espero no quedes colgado con esta explicación.
♦︎ Que lata (chilenismo): que aburrido.
♦︎ Weón (chilenismo): tonto; se usa también como simple vocativo.
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