Jungkook:

— ¡Es una jodida débil visual, no voy a casarme con ella!

No podía creer lo que mi padre hablaba. ¿Casamiento? Se le había ido la pinza, no, es que no podía imponerme una puta boda por conveniencia y menos con una chica discapacitada.

Me encontraba en la flor de la juventud, como hubiera dicho mi difunta abuela. Estudiando una estúpida carrera universitaria y entrenando — prácticamente — todo el bendito día, como para tener que cargar con una esposa también.

— Es mi última palabra, la decisión ha sido tomada..

— ¡No, he dicho que no! — me impuse sobre la voz de mi progenitor.

El actual Ministro de Relaciones Exteriores y Comercio Internacional de Corea del Sur, tenía un negocio entre manos. Y no iba a ser ni la primera, ni la segunda vez que tomara decisiones por sí solo sin contar antes con la familia.

Me sentí como la basura, siendo desechado a un lado. Mi opinión no le valía ni un condenado céntimo y ésta vez dudaba que mamá se interpusiese en los planes de papá.

— Mañana cenaremos con los Chijany, si no vas sabes lo que pasará y tú hermana también lo pagará.

¿Cómo se atrevía a amenzarme de ese modo?

Jeon Jonghyun sabía cuan importante era para mí el deporte y mucho más mi hermana menor. Había jugado sucio, era un condenado tramposo.  El sabía que me rehusaría a perder lo que más amaba. Entonces otra vez — lamentablemente — había ganado.