—¿Sigues nerviosa, bebé?— cuestiona nuevamente.
—Sí, Jimin, lo estoy— asiente una vez más, cubriendo su rostro— ni siquiera he hablado con mi mamá sobre esto.
Él regresa su vista hacia la calle, y continúa manejando despacio, después de haber ido a comer, iban rumbo a casa de la chica.
—Ella..— suspira suavemente— no te dirá nada que te afecte.
—¿Cómo puedes estar seguro? Me matará— se convence.
Este frena, y la observa fijamente.
—Ey.. relájate, pequeña— sonríe sin apartar sus ojos de ella— estarás bien, ella entiende que somos pareja y que estos..— observa su vientre— "accidentes" pasan.
Una pequeña sonrisa aparece en el rostro de la chica, la cual voltea su mirada hacia el lado contrario.
—Mi mamá no estará feliz, ¿lo sabes? No sé cómo estás tan tranquilo— lo observa.
—Créeme que medité un montón, alejando los nervios— admite riendo, haciéndola reír.
—Eres encantador, ¿lo sabes?
Sonríe.
—Sólo contigo, amor— guiña y Semi porta una mirada incrédula. Esto le causa ternura al varón, por lo que pellizca delicadamente su mejilla— te amo.
—Te amo más, Jimin— confiesa, con un tono suave pero firme.
Él la observa detalladamente, y acaricia su mejilla con suma delicadeza. Posteriormente se acerca para así dejar un beso en su frente. La fémina cierra los ojos en el momento en el que éste realiza la acción y una curva de forma en sus labios.
—Estarás bien, me tienes a mí, recuerda eso.
—Lo sé, lindo.
—Menos mal que lo sabes porque ya pensaba hacerte un discurso de las miles razones por las cuales debes confiar en mí— bromea.
—No, Park— ríen, y éste devuelve su atención a manejar, rumbo a casa de la chica.
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—Hay una alta probabilidad de que sea abuela y ¿me piden que me mantenga tranquila?
Jimin y Semi están sentados en el sofá del living, observando fijamente y en silencio a la madre de la chica, quien camina nerviosa por el lugar, analizando toda la información, teniéndolos ya de frente.
—De hecho, no es–
—Cállate, Park— lo señala y este aprieta sus labios inmediatamente.
—Mamá, no seas así, no tiene culpa— interviene rápidamente, Semi.
La madre suspira fuerte y observa al varón, quien se negaba a decir algo más.
—Perdón, Jimin, estoy un poco nerviosa— dice arrepentida.
Este niega con la cabeza, indicando que no había problema. La madre de Semi decide sentarse.
—Bueno, anda, puedes hablar.
—En sí, la culpa vendría siendo mía, pero yo no dejaría sola a su hija nunca.
—La culpa no es de Jimin— interviene nuevamente— fue un accidente, así como yo lo fui y probablemente él también.
Asiente levemente.
—Vale, entiendo que ya están mayorcitos, son novios, tienen tiempo, confianza y se traen ganas— los menores no pudieron evitar sonrojarse ante ese final— pero hay algo que se llama condón ¿no?
—Y hay algo que se llama alergia al látex— contraataca Jimin, intentando no mirar a Semi, quien automáticamente golpeó su hombro.
—¡No seas mentiroso! ¡No soy alérgica a nada de eso!— niega.
—No me delates, Semi— cubre su rostro con sus manos por unos segundos.
—Pero tú no lo frenaste tampoco, Goo— interviene esta vez la madre.
—¿Vas a defender a tu yerno en lugar de defender a tu hija?— indaga fingiendo ofensa.
—No quieras culpar a Jimin ahora— cruza sus brazos.
—Bueno, es verdad, pero–
—Señoritas— interrumpe el varón, haciendo que ambas féminas guardaran silencio— aún no es tiempo de discutir, aún no es seguro— observa a la mayor— ¿Podemos tranquilizarnos?
Ambas suspiraron.
—Vale— dice la madre— pero no dormiré tranquila si no es con ayuda de una pastilla para dormir— se levanta de la silla y suspira— veré si descanso un rato, ¿está bien?
Luego de su asentimiento, la mayor se retira del living. Ahí es cuando Semi observa a Jimin, quien tiene su mirada en el suelo.
—Jimin— lo llama, éste la observa— ¿vamos arriba?
—Vamos.
La pareja se levanta del sofá, se toman la mano y comienzan a dirigirse hacia las escaleras, luego de haber cruzado el pasillo; se encuentran cada vez más cerca del cuarto de la chica, pero aún así siguen tensos.
La pelinegra abre la puerta, soltando la mano de su amado. Posteriormente se adentran en la habitación y toman asiento sobre la cama de la fémina.
Un silencio los posee, se niegan a iniciar una conversación ya que no saben sobre qué tema debatir, o qué decir exactamente.
Ganas de romper la tensión habían, pero ¿cómo hacerlo? De los dos, quien menos tensa se encuentra es Semi, pues Jimin se niega totalmente a decir una palabra, no está enojado, sólo tenso.
Un carraspeo por parte de la fémina llama la atención del varón, pero éste sólo alza las cejas, esperando a que argumente el porqué del sonido generado por su garganta, claramente en busca de atención.
—¿Estás enojado, o algo por el estilo?— indaga ella, preocupada. Semi no quería hacerlo sentir incómodo o presionado, se sentiría culpable si eso pasara.
—No, no, no lo estoy— niega con la cabeza y frunce el ceño, pero no la observa, desvía la mirada.
La chica alza una de sus cejas, sin creer en sus palabras, lo mira más fijo.
—A mí no me engañas, Jimin, ¿entonces por qué no me miras?
—¿Cómo quieres que te mire a los ojos?— la observa de reojo— debimos habernos protegido, ahora tu madre me odia.
—No, no, amor, ella no te odia— se acerca un poco más a él y con su mano derecha acaricia un poco su cabello— ¿qué te hace pensar que sí?
—Semi, siendo madre no la juzgaría, somos demasiado jóvenes para ser padres y confesar que lo venimos haciendo sin protección..— detuvo su hablar— ay, no sé qué pensar— cubrió su rostro con sus manos.
—No, pequeño— ella ahora decirse abrazarlo, apoyando su barbilla sobre su hombro izquierdo— te prometo que no te odia, y yo muchísimo menos. Ambas te queremos mucho, ¿vale? Mi mamá sólo está asombrada, ya que no es muy agradable enterarte de ello por videollamada— remedia con seguridad.
—¿Cómo estás tan segura?
—Siempre voy a quererte, Jimin— acaricia su cabello y lo remueve un poco, con una sonrisa iluminada— y mi mamá también.
Jimin sólo hace una leve mueca, pero automáticamente sonríe levemente, pensando en las palabras tranquilizadoras y seguras de su novia.
—Te amo mucho, ¿lo sabes?— recuerda ella.
—No más que yo— sonríe un poco más.
Semi toma su mano y comienza a recostarse sobre la cama, llevándolo con ella. Pero éste se posiciona sobre su chica, y ríe, por la supuesta picardía inocente de la fémina. Esta simplemente esconde sus labios, aparentándolos para evitar sonreír. Jimin no aguanta ni un segundo más, si era lo que ella quería, pues lo tendría, y él también tenía inmensas ganas de volver a sentir a su chica; luego de tanta tensión necesitaban relajarse.
El varón comienza por besar de manera posesiva a su chica, y ésta suspira plácidamente debajo de él, pues se había vuelto adicta a aquel roce entre ellos, su suavidad e intensidad le parecía la combinación perfecta.
Él también la extrañaba, también necesitaba sentir sus pequeños y finos labios, delicados y únicos.
Se separan por un segundo, pero no se alejan del todo.
—¿Por qué paras?— indaga ella.
—Quería recordarte algo— comenta él, en respuesta.
Ella frunce un poco el ceño, y éste sonríe levemente.
Regresa a su boca, pero esta vez con un beso más suave, aunque no dejaba de ser divino para ella. Culmina su roce con una mordida en su labio inferior, lo cual la hace quejarse bajito, puesto a que le había dolido un poquito, pero sí le había agradado esta acción.
—Esa boquita me pertenece a mí, soy el único que puede tocarla— recuerda.
Ella por su lado, sonríe pícaramente.
—Tú eres completamente mío— dice convencida— nadie.. nadie, Park Jimin, puede tocarte sin mi consentimiento— alza una ceja.
—Entendido, bebé— sonríe para luego volver a atacar sus labios, generando aquel ambiente adictivo y posesivo una vez más.
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