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8.

—Cariño— llama la madre a su hija.

—¿Sí, ma?

—Tienes visita— indica.

—Mamá, estoy cansada, dile que no estoy.

—Te gustará— canturrea con voz alegre.

Semi chasquea la lengua y se levanta de la cama con cuidado, agradece ya poder ver mejor, al menos no le robarían sus pertenencias.

—¿Quién es?— camina lentamente hacia el living, apoyándose de la pared.

La visita sonríe al verla, sonríe porque siente alegría de su recuperación, siente que ha hecho un gran trabajo.

—¿Cómo estás, Semi?— saluda.

La menor al escuchar su voz no puede evitar alegrarse, realmente la extrañaba, llevaba días sin saber de ella, desde que llegó a su vivienda nuevamente.

—Ara— intenta correr hacia ella para abrazarla, pero la doctora se adelanta y lo hace.

—Se te extraña en el hospital, paciente— bromea.

—Y yo a tí, eres la única razón por la cual sonreía en el hospital.

—Y también la pequeña hermana de Jimin— arquea una ceja.

—Sí, pero eso es fuera del lugar.

—Dime, ¿cómo está tu visión? ¿Ha avanzado algo desde que viniste?

—La verdad es que sí— afirma— aún no puedo ver tu rostro, pero puedo verte frente a mí, y ya no tanto como figura, algo  más formado.

—Estás avanzando satisfactoriamente, Semi.

—Gracias a tu esfuerzo.

—Y al tuyo— sonríe— bien, ahora cuéntame algo bueno. Me contó un pajarito que Jimin vino a verte.

—Ningún pajarito te contó nada, pilla— ríe— sé que le diste mi dirección.

—¿Te enoja saberlo?— afina su voz cual niña pequeña triste.

—No, no, en lo absoluto— sonríe levemente— él se ha mostrado muy encantador y tímido conmigo.

—¿¿Y....??

—Y.. nada, no ocurre nada.

—Me acabas de romper el corazón— finge dolor— él parece estar muy interesado en conocerte, Semi.

La invidente hace una mueca torcida.

—¿Debería darle una oportunidad?

—¡Házlo!— exclama emocionada.

—Lo intentaré, la verdad es que yo también quiero indagar un poquito, y aquí en casa se me hace muy molesto ya que la privacidad me parece pacífica.

La madre al escucharla coloca su mano sobre su pecho dramáticamente, como si le hubiera dolido escuchar su comentario. En el fondo la entiende, quiere privacidad y se la daría. Eran cosas de adolescentes por las cuales ella también había pasado.

Ara ríe ante la reacción de la mayor.

—¿De qué te ríes?— interroga confundida Semi.

—Así que prefieres soledad— la hija abre los ojos exageradamente al escuchar la voz de su madre a sus espaldas, sintió vergüenza porque su comentario podía ser malinterpretado.

—Mamá, no quise decir–

—Está bien, hija, lo entiendo— ríe tranquilizándola— ya sabía que ese chico no era sólo un compañero de escuela.

—¡Mamá! ¡Sí lo es!— exclama avergonzada.

—Como digas, está muy guapo— comenta.

—¡Mamá!— su rostro no podía estar más colorado por la vergüenza.

—Sólo digo, es una lástima que no puedas verlo con claridad. Algún día lo harás y dirás: Mamá, tenías razón.

—Como digas— se limita a decir.

—Seguiré en la cocina, no molesto más— se retira con una sonrisita traviesa en su rostro.

—¿Se fue?— susurra Semi.

—Sí, ya, pregunta lo que quieras.

Semi observa hacia ambos lados, asegurándose de que no hubiera nadie, acto innecesario pero gracioso, algo así como auto-bullying.

—¿Es guapo en serio?

Ara aprieta sus labios evitando reír, su pregunta tan directa la había emocionado.

—Lo es, lo es.

—Necesito que me lo describan, sino estaré perdida.

—¿Me estás pidiendo spoiler? Ya cuando lo veas opinarás.

—Siento que falta mucho de aquí a cuando lo vea.

—Yo que soy doctora te digo que no, avanzas muy rápido, demasiado.

—¡Habla ya!

—Bien— respira profundamente— tiene buena estatura..

—¿Aproximas? Soy buena con la medición.

—Más o menos..— piensa— debe medir más menos un metro setenta y cinco.

—Más alto que yo— afirma.

—Sí, y que yo también.

—¿Eres una enanita como yo?

—A ver, levántate.

Ambas se levantan y Ara coloca a Semi a su lado, notándose una diferencia a favor de la doctora.

—Tu cabeza me llega a los hombros— bromea.

—¡No es cierto! ¿Lo es?— se asombra.

—No, no— ríe— son pocos centímetros, tranquila.

—Bien— ambas vuelven a sentarse— sigamos.

—Bien, más alto que tú, de tez clara— contaba con sus dedos— cabello oscuro, ojos color café, y...

—¿Qué te parece lindo de él?

—Semi eso no es correcto decirlo.

—No, tranquila, es una pregunta normal, no sé a qué me estoy queriendo enfrentar. Me lo tomaré como una crítica.

—Sus cejas son perfectas, realmente creo que es lo más atractivo que tiene. También se le ve que ejercita su cuerpo con frecuencia.

Semi sonríe apenada y un color carmesí invade su rostro.

—¡Ahh! ¿Te lo imaginaste?

—Se me hace difícil, pero bueno.. una idea tengo. Gracias por la descripción.

—No hay de qué. Si quieres consejos también puedo ayudarte.

—Suficiente por hoy, señorita— detiene con una sonrisa— anda, cuéntame algo bueno tú.

—Estoy saliendo con alguien— dice sin rodeos.

—¿¡Qué dices!?— casi grita de la emoción y la sorpresa.

—Shh.. habla bajo— pide con una sonrisa amplia— sí, estoy saliendo con alguien.

—Detalla, please.

—Ya lo conocía, creí que no estaba interesado en mí. Pero confesó sus sentimientos en el hospital— sonríe emocionada.

—¿Nombre del afortunado?

—Se llama Park Seojoon.

—Lindo nombre, espero que sea un hombre digno para tí.

—Créeme, si estoy tan enamorada es por algo.

—Me alegra demasiado que estés feliz. Aún así no quiero que te olvides de mí— hace un puchero.

—No, mi niña, eso no— niega segura— eso no pasará, te lo aseguro.

—Confío en tus palabras.

—No me cambies el tema, señorita, prepárate.

—¿Para qué?

—Si hoy Jimin te visita le propondrás una salida "amistosa"— hace comillas aunque ella no pudiese verla, aún así dedujo el sarcasmo por su tono tan obvio— y lo conocerás internamente.

—¿No temes que me rapte?

—Eso no pasará— niega— Seojoon y yo tenemos pensado salir mañana sábado a un lugar, ustedes irán al mismo y así podremos ver un poco desde nuestro puesto.

—¿Eso no es raro?

—No es que miraremos toda la noche, pero si notamos algo raro te sacamos ¿va?

—Gracias, aunque aún no he aceptado a invitarlo.

—Una chica puede invitar también, aparte recuerda que el niño es muy tímido.

—Cierto, si no hablo yo nadie lo hará— asiente— si viene hoy hablo con él, y te digo luego.

—¿Puedes marcar números?

—No, no puedo, no los veo.

—Que tu madre lo haga por tí— toma su celular y apunta su número ahí— aquí está mi número. Ya sabes lo que tienes que hacer, señorita.

—Está bien.

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