Dos noches habían transcurrido desde el encuentro de Semi con su visita doble en el parque. Hoy le correspondía abandonar el hospital.

—Buenas, paciente— juguetea Ara, apenas llega a asomarse por la puerta.

Semi sonríe al escuchar su voz, y dirige su mirada hacia esta, aunque no la ve con claridad.

—Buenas, doctora— saluda la madre alegremente mientras cumple con los requisitos para retirarse del lugar.

Ara se adentra con toda confianza a la habitación y toma asiento frente a Semi.

—Bueno..— aprieta sus labios y ubica su mano sobre la pierna derecha de Semi, dejándola inmóvil— los médicos las extrañarán mucho— baja la mirada— yo lo haré.

Semi frunce el ceño y ladea la cabeza. Con su mano derecha encierra la de la doctora y sonríe levemente.

—Volveremos a vernos, Ara— asegura.

—Otros pacientes han dicho lo mismo, Semi, no lo han hecho— su mirada se oscurece, luce deprimida, algo que la invidente percibe en su voz.

—¿No confías en mí?

Respira hondo y sonríe forzado.

—Sí, Semi, perdón.

La inseguridad invadía el todo de la doctora, estaba bastante segura en que Semi y ella no volverían a verse. Estaba dolida, su problema era el encariñarse con sus pacientes, ya que no tenía a quién brindar amor; su única familia la despreciaba ¿dejaría escapar todo aquel cariño por aquella razón? Su corazón era muy puro, se trataba de un ángel sin alas.

Semi estaba muy segura de sus palabras, por supuesto que volvería a ver a aquella chica que cuidó de su salud en general hasta que comenzó a recuperarse parcialmente. No era sólo una doctora, era una verdadera amiga para Semi; la mejor persona de todas las que había conocido antes.

—Ara, volveré. Lo juro por mi vida— afirmó con cien porciento de seguridad.

—¿Por tu vida?

—¿Crees que pondría en juego la vida que tú te encargaste en salvar?— sonríe agradecida.

—Fallé, no pudimos ayudar con tu visión, Semi, sé lo difícil que es para tí.

—Sí hiciste, no te castigues de esa manera ¿vale? Eres la mejor persona que he conocido, tienes un corazón enorme y te agradezco de todo corazón todo el trabajo que has hecho por mí y mi mamá— agradece sinceramente.

—Sí, Ara, muchísimas gracias por todo. De no ser por ustedes nosotras no estaríamos contando esta experiencia— interviene la madre.

Ara logra sonreír, inundada de halagos y agradecimientos por parte de las dos personas presentes.

—Gracias a ustedes dos— baja la mirada tímidamente.

—Eso sí, habla cuando recupere la visión, de no ser así no sabré qué ángel cuido de mí mientras estaba sin visión.

—No te asustes ¿vale?— pide.

—Ara eres hermosa, te lo digo yo que te veo perfectamente— se une la mamá.

—Listo, ¿quieres más halagos?— pregunta Semi con una media sonrisa.

—Así está bien. Gracias— responde riendo.

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—¿No veré más a Semi? ¿Qué sentido tiene seguir yendo al parque?— hablaba Jiyu.

Jimin la observa atentamente, está sorprendido por el cariño que le tenía a la invidente. Su hermanita no era una persona sociable, al contrario, era solitaria. Le alegraba verla socializar con una persona, aunque le tocara ser mucho mayor.

—¿Qué hacemos, Jimin?— lo observa haciendo ojitos, lo cual era la debilidad del chico.

—No sé, Jiyu, no se puede hacer nada.

—Sé que te llama la atención— afirma traviesa.

Él se atraganta al escucharla.

—Nada de eso, Jiyu, no te aproveches.

—No me engañas, ví cómo te sonrojabas al hablarle.

—No, no, así me pudo haber pasado con cualquier persona, Park.

—No— alarga el monosílabo.

—Sí— imita su acción.

Hace una mueca torcida, mostrando su tristeza y Jimin conoce la manera perfecta de distraerla.

—Escuché que transmitirán un concierto de EXO por la televisión— recuerda con una sonrisa.

Jiyu abre los ojos alarmada.

—¿Qué esperas? ¡Enciéndelo!— exige y su hermano sonríe ampliamente.

Debía distraerla, porque él mismo no sabía qué hacer. Jiyu se equivocaba al pensar que estaba sintiendo algo por la invidente; le parece angelical y educada, características que busca en una chica, eso la hace generalmente hermosa. Estaba interesado en continuar conociendo a la fémina, pero no planeaba algo más allá.

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—¡Adiós!— se despide la madre.

—Qué envidia tener dos autos— se queja Ara.

—No me dolió que se estrellara el otro, ya estaba viejo igual— se encoge de hombros— vamos, Semi.

Ella observa a la nada, mientras la doctora acaricia su brazo, dándole seguridad a que se adentre en el vehículo y se retire del hospital. En un momento inesperado, tomó el brazo de Ara y la jaló hacia ella, envolviendo su cuerpo en un tierno y fuerte abrazo, el cual correspondió al instante.

—Te extrañaré, Semi.

—Nos volveremos a ver, lo juro— asegura.

—Anda, tu madre te espera— palmea su espalda y ella se separa para verla, aunque aún su vista no es la mejor, tiene la impresión de ver una sonrisa en lo que sería su rostro, lo único que sabe sobre el físico de la doctora es que tiene cabellos largos, está rellenita y son más o menos de la misma estatura.

—Adiós, Ara.

—Fue un placer, Semi— afirma y la ayuda a adentrarse en el vehículo. Ya en este la invidente alza su mano para despedirse.

—Gracias doctora— hace una reverencia la madre y comienza a conducir cuidadosamente, con el miedo de provocar otro accidente.

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—Buenas tardes— saluda el chico en la recepción.

—¿Qué se le ofrece, jóven?

—¿Podría hablar con la doctora..— ve el tablón de nombres y encuentra el suyo— Go Ara?

—La llamamos enseguida— indica y coge el teléfono para localizarla— viene en camino.

—Gracias— hace una reverencia y se sienta.

Ara bajaba las escaleras y llamó la atención del chico, este se levantó enseguida.

—Buenas, ¿quién me..— gira el rostro y mantuvo silencio al ver al chico— ¿Park Jimin?

—Sí.. eh..

—Oh, Semi.. ella..ella ya está de alta— indica no muy animada.

—Lo sé, por eso necesito pedirte algo.

La mirada de la doctora se torna confundida.

—¿Qué?

Se alejan de la recepción para hablar en privado.

—Necesito..— respira profundo, pensándolo una última vez— necesito su dirección.

Ara abrió los ojos sorprendida y una sonrisa apareció en su rostro.

—Estás muy interesado, Park— afirma.

—No. Ella está en mi año, ¿vale? Creo que podré explicarle las clases que perdió— se excusa perfectamente.

—Ella tiene más amistades que pueden hacerlo ¿por qué tú?— intenta descartarlo.

—No quiere ver a sus amigas, me dijo.

—Eso es cierto— asiente convencida— bien, jura que no harás nada raro con la dirección.

Jimin rueda los ojos ante su petición y esta ríe.

—Sé que no lo harás. Park, tus intenciones no parecen malas, sólo te pido que cuides a esa joya.

Asiente inconscientemente, haciéndose una idea de tener a Semi como una amiga cercana, o quizás algo más. Sin más por agregar, la dirección pedida fue dada.