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5.

Semi charlaba animadamente con su madre, hasta que unos toques en la puerta nos interrumpieron.

—¿Puedo?— habla el responsable de la fisioterapia.

—Adelante— indica.

Él se adentra en el lugar y se posiciona frente a las dos féminas. Ambas posaron sus miradas en su figura, la menor por su parte lo intentó.

—Hoy vengo con buenas nuevas, pero quería decírselo a las dos juntas— avisa.

—¿Qué ocurre?

—Su recuperación ha marchado bastante bien, tanto que ya la señora Goo puede caminar nuevamente— sonríe.

Semi abre los ojos sorprendida.

—¿Por qué no me dijiste que ya caminabas, mamá?

La madre sonríe.

—Siempre tienes tanto que contarme que ni siquiera me había acordado de decírtelo— acaricia su brazo— como oyes, ya puedo caminar, no tan bien como antes, obviamente, pero sí.

Ella sonríe ampliamente y busca cómo abrazarla, transmitiendo toda la emoción que siente en ese momento. Finalmente la madre la envuelve entre sus brazos.

—¡Me alegra mucho, mamá!

—Hijita mía.

El doctor aclara su garganta, dando a entender que aún seguía ahí presente. Madre e hija se separan.

—Bien, ¿escucharán o no?

—Diga, doctor.

—Bueno, por la condición en la que se encuentra su madre, ya pueden dejar el hospital.

Esa noticia fue música para los oídos de Semi, la atención era buena, pero extrañaba su hogar.

—¿Cuándo?— pregunta.

—Tres días más y dormirás cómodamente en tu cama, Goo— sonríe— usted deberá continuar con los ejercicios, confío en que los realizará.

—Gracias, doctor.

—Tengan buen día— hace una reverencia y se retira.

La madre observa el rostro alegre de su hija, lo cual la hace sonreír.

—Bueno, quedan tres días y volveremos a casa, Semi.

—Finalmente— asiente.

—La atención no estuvo mal ¿verdad?

—Para nada, la mejor del universo— confirma— extrañaré a Ara— hace un puchero.

—Ella podrá visitarnos cuando esté libre, tú tienes que regresar obligatoriamente por tu visión, tienes que actualizarla— indica.

—Lo sé, lo sé.

—Hablando del tema ¿cómo están tus ojos?

—Te cuento que sé dónde estás.

La madre frunce el ceño.

—Tu sentido de orientación es la audición ¿no?

—Sí, pero puedo ver que estás ahí. No perfectamente, y si no hablas no sé qué eres tú, pero puedo ver que algo está frente a mí.

—¿En serio?— abre los ojos como platos.

—Sí.

—¿Por qué no me dijiste que estabas mejorando?

—Porque no me avisaste que caminabas ya— se venga y ríen.

—Bien, ¿qué planeas para hoy?

—Saldré con Ara al parque.

—Me alegra que te lleves bien con ella.

—Es un amor de persona.

Otra interrupción se hizo presente por parte de la doctora.

—Buenas— saluda al entrar— ya me enteré, estarán libres en menos de setenta y dos horas— sonríe ampliamente.

—Gracias por haber cuidado tan bien de Semi, Ara— agradece sinceramente.

—No es nada. Ella es una gran chica y mi paciente, nunca dejaría que se sintiera mal por su condición.

Semi sonríe al escucharla y dirige su mirada hacia la puerta, encontrando la figura de Ara en ella. La doctora se fija en su acción y ladea la cabeza confundida.

—¿Semi?

—¿Estás aquí?— señala en su misma dirección, lo cual sorprende a la doctora.

—¿Me ves?

—No exactamente, puedo ver algo así como un bulto en la puerta, un color que resalta, pues detrás de tí se ve la luz de fuera.

—Mi nena está recuperando la visión— habla emocionada— ¿amaneciste así?

—Hoy puedo notarlo más, pero desde hace unos días deje de ver oscuridad completa.

—¡¿Por qué no lo dijiste?!— chilla frustrada y Semi ríe traviesa. La doctora dirige su vista hacia la madre— es una buena chica, pero una paciente muy callada y eso no es bueno.

—Semi— la regaña.

—Lo siento, ahora ya sabes— sonríe.

Niega en desaprobación apretando sus labios. La madre se levanta de la camilla.

—Las dejo, veo que quieren hablar— besa la frente de su hija y hace una reverencia a la doctora, luego se retira.

—Bien, señorita, ¿se mantiene la salida hoy?

—Totalmente. No puedo quedar mal con Jiyu.

—¿Jiyu?— alza una ceja— o quizás no quieres quedar mal con el hermano.

—Dije Jiyu, no Jimin— aclara seriamente.

—¡¡Te aprendiste su nombre y todo!!

—Ay, ya, es fácil de aprender, eso es todo. Ara, lo conocí ayer, y ni siquiera puedo verlo, ¿crees que seré tan idiota de enamorarme con mi condición médica?

Lo esencial es invisible a los ojos, Semi.

Interioriza un segundo la sabia frase dela doctora y luego asiente levemente.

—Bien, ahora. Entra al baño y tú conoces las instrucciones, veamos a tu visitante y a su hermanita— indica divertida y Semi sólo rueda los ojos.

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—Se acercan— susurra Ara en su oído.

Semi los busca con su pobre visión, pero sólo consigue ver figuras moviéndose, lo cual llegó a marearla, por lo que bajó la mirada y cerró los ojos.

—¿Estás bien?— indaga preocupada.

—Sí, debo acostumbrarme nuevamente.

Jiyu por su parte consigue ver a su amiga y corre hacia ella emocionada. Jimin conoce esa felicidad por lo que libera su mano para que llegue primero.

Al llegar con ellas sonríe ampliamente y saluda.

—Hola— esa voz aterciopelada llegó al campo auditivo de Semi como una caricia, lo cual le causó ternura y satisfacción.

—Mi pequeña Jiyu, ¿cómo estás?

Puede verla, consigue hacerlo y se siente muy feliz por ello. Puede ver una figura diminuta parada frente a ella, que se balancea de adelante hacia atrás.

—Estoy bien, gracias ¿Cómo estás tú?

—Mejor, Jiyu, mucho mejor— sonríe.

—¿Y usted doctora?— se dirige hacia ella.

—Oh, muy bien, pequeña, muy bien.

Jimin finalmente llega con ellas, y acaricia la cabeza de su hermanita.

—Buenas tardes— saluda, como el chico educado que era.

La mirada de la doctora no era tan amenazante como antes, ya que Semi se había encargado de contar lo ocurrido ayer y comenzó a convencerse de que no era mal muchacho. De todas formas no le quitaría el ojo de encima, pero el gesto de haber regresado a pedir disculpas le pareció un gesto muy bonito.

Semi alzó un poco la mirada, encontrando una figura más alta al lado de la diminuta. Jimin –quien tenía la mirada puesta en la invidente– se sorprendió un poco al ver su acción.

—¿Están bien?— pregunta generalmente.

—Sí, gracias— responde Ara primeramente.

—Mejor, gracias.

La doctora nota un poco de tensión entre ellos. Ve como él quiere iniciar una conversación con ella, pero su hermanita y ella no se lo permitían, por lo que quiso ayudarlo, aunque si daba un paso en falso lo desgraciaría enseguida.

—Jiyu, ¿te gusta el helado?— cuestiona repentinamente, lo cual sorprende a los presentes.

—Sí, doctora, mucho.

Ara observa el carrito y vuelve a mirar a la pequeña.

—¿Vamos por uno?— sugiere.

Semi enseguida observa a Ara, quien sonríe.

—Vale— afirma.

—Me llevo a tu hermana a por un helado— se levanta y toma la mano de la pequeña, pone una mano en su hombro y lo observa amenazante— dejo a mi paciente en tus manos, ni se te ocurra dar un paso en falso— advierte en un susurro sólo audible para él. Traga en seco y asiente— bien, Jiyu, vamos— comienzan a alejarse.

Jimin sin saber qué hacer, observa tímidamente a Semi y luego baja su mirada.

—¿Te quedarás ahí parado todo el día?— ríe la chica y palmea el banco para que se siente.

Esa era la personalidad de la chica; tan alegre y extrovertida.

Este se sienta tímidamente a su lado, se sentía feliz porque no veía su rostro colorado. Estaba acostumbrado a que una chica tomara la iniciativa de una conversación, le gustaba eso, pero dadas las características de la chica no sabía qué hacer.

Una interrogante golpeó su mente.

—Semi..

—¿Sí?

—¿Te enojas si te pregunto algo con respecto a tu condición?

—Bueno, si vas a burlarte mejor no lo hagas.

—No iba a hacerlo.

—Habla— lo observa como puede.

—¿Puedes... verme?— cuestiona avergonzado por su reacción.

Ella escucha su tono cohibido y no puede evitar sentir un poco de ternura.

—Un poco sí. No tengo ni la menor idea de cómo te ves físicamente, pero sé que estás sentado a mi lado, y cuando te levantes también lo notaré.

—Es interesante, significa que estás recuperando la visión ¿no?

—Espero que sea eso— ríe levemente.

Jimin sonríe al verla, le parece tan angelical y amable que no puede centrar su atención en algo más por esos momentos. Amaba a las chicas educadas, porque vulgares y despreciables habían muchas.

—¿Por qué tan callado?

—Soy algo tímido, ¿sabes?— ríe levemente.

—Al contrario de mí, soy extrovertida, aunque no me considere popular, como ya te dije ayer.

—Eres muy extrovertida, tanto que me da más vergüenza hablar— confiesa.

—No muerdo, tu hermana menor puede confirmarlo.

—Sí, le agradas mucho, tanto que quiere venir al parque a diario.

—En tres días dejo el hospital, házlo saber.

—¿Ah sí?— la observa atentamente.

—Sí, ya estamos en condiciones de volver, mi mamá puede caminar y yo.. veo figuras sin color— ríe.

Jimin al escucharla quiso más que nada preguntar algo, pero podría considerarlo indecente, por lo cual prefirió callar.

—No irás aún al instituto ¿no?

—No veo, Jimin, claro que no— niega mientras ríe.

—Entiendo ¿cómo actualizarás las clases?

Suspira pesadamente.

—Supongo que alguien tendrá que ayudarme con eso. Sé que podré ver de nuevo, pero no estoy segura de cuándo exactamente. Debería ir escuchando atentamente las explicaciones y cuando mi condición lo permita regresar a mi vida normal de estudiante.

Asiente.

—Creo que Jiyu va a deprimirse por la noticia.

—No permitas que llore, porque la culpa será tuya— amenaza.

—¿¡Por qué mía!?

—Porque sí— afirma sin argumentos, lo cual hace reír al chico.

A Semi le parece melodiosa su risa, tanto que consiguió llevársela un momento del planeta. Sonríe sin mostrar su dentadura.

—¿De qué te ríes?

—Tu risita me parece tierna— confiesa sin miedo.

—Oh— carraspea su garganta— no soy tierno ¿vale?

Sonríe ampliamente al escuchar cómo simuló una voz más grave.

—Eres divertido.

Endurece sus facciones al sentirse avergonzado por su halago, y observa hacia el frente. Agradeció internamente ver a su hermana y a la doctora acercarse, sentía que moriría de la vergüenza porque esta chica le parecía muy interesante y directa; no estaba acostumbrado a las personas tan abiertas.

—Ya vienen— indica Jimin.

Semi observa hacia el frente y le cuesta distinguir sus figuras.

—Bueno, creo que esto será mi último encuentro en el parque con Jiyu, debería de aprovecharla al máximo— explica— cuida mucho a ese pequeño angelito.

—Lo hago cada día— sonríe.

—Eso me tranquiliza, sino la quiero adoptar yo.

—No, comparto todo menos a mi hermana. Es lo más sagrado que tengo— niega.

—Me parece muy lindo verte proteger a tu hermana menor, ustedes los hermanos mayores son una joyita con nosotras— guiña un ojo.

—¿Tienes hermano?

—No, pero me gustaría tener uno así como Jiyu.

—¿Como yo?

—No dije eso, eso lo dijiste tú— ríe traviesa y se levanta del banco, caminando lentamente hacia ellas luego de haberlas distinguido finalmente.

Jimin observa sus movimientos y sonríe por su actitud y su buena vibra.

Es un ángel.

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