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41; Cita, pt. lll

La intensidad de los besos no pudo evitar subir luego de tanto roce. Se separan lentamente por un momento, simplemente para admirarse uno al otro.

—¿Semi?

—¿Sí?

—Quería que éste momento fuera especial para tí, pero si prefieres hacer en otro momento–

—Es el momento perfecto— cubre su boca suavemente con su mano, evitando que dijera algo más y decidió ella concluir.

Lentamente retiró su mano de su boca y sonríen, para luego darse otro beso corto y juntar sus frentes.

—¿Segura?

—Más que segura— afirma.

Jimin asiente, y se levanta de la cama, va a buscar algo, pero Semi queda desconcertada.

—¿Dónde vas?

Él se gira con una media sonrisa tranquilizadora.

—Vengo enseguida, cariño— concluye y se retira.

Semi no puede evitar sonreír, esos apodos la hacían sentir mariposas en el estómago. A veces se preguntaba si estaba en total libertad de llamar a Jimin por apodos de vez en cuando también, no quería parecer fría cuando en realidad lo que siente es un poquillo de vergüenza sobre qué pueda pensar.

¿Nervios? No sentía nervios, un poco de vergüenza, quizás, pero se sentía protegida con su chico, sabía que éste momento estaría siempre grabado en su memoria y definitivamente sería uno de sus mejores recuerdos.

Al ver nuevamente al rubio, dejó aquellos pensamientos de lado y apretó sus labios, viéndolo fijamente.

Él se acerca lentamente, con un objeto en sus manos que ella apenas puede ver, lo deja sobre la mesita de noche.

—Ya estoy.

—Ya veo— sonríe levemente.

Jimin termina de sentarse en la orilla de la cama y Semi gatea hasta llegar a él, para imitar su acción.

El varón muerde su labio inferior levemente y luego la observa con una sonrisa.

—¿Qué pasa?— indaga ella.

—Semi, quiero hacerte una pregunta y.. no quiero que te lo tomes como una orden, o algo que tienes la obligación de hacer sólo por complacer.

La chica ya sabía qué preguntaría.

—¿A ver?— igual quería escucharlo.

Él suspira, manteniendo la calma, se sentiría como el peor ser del mundo si la reacción de la chica no era buena. Sintiendo esa inseguridad consumirlo, decide callarse.

—Nada, linda. Mejor dejémoslo así— sonríe, restándole importancia, pero luego voltea su rostro hacia otro lado, haciendo la curva desaparecer.

Ella sonríe ampliamente al verlo, sabiendo que sus problemas de inseguridad lo habían atacado y toma su mano.

—Sé lo que ibas a preguntar— afirma y éste la observa atento— y la respuesta es sí.

Jimin abre los ojos sorprendido y rápidamente lleva su mirada hacia los orbes oscuros de la fémina, quienes lo observan con seguridad.

—¿Estás segura, Sem–

—Park Jimin, mi primer amor, estoy más que segura de que serás lo mejor y no me arrepentiré nunca— interrumpe— ¿tú estás seguro de que quieres?

Luego de segundos en silencio, el chico no respondió, pero sí acercó sus labios a los de la chica, creando un beso que comenzó siendo suave, pero que él mismo se encargó en subir el tono de la caricia.

—Seguro— habla entre el beso y no la permite responder ni opinar, ya que nuevamente sus labios se encontraron.

Delicadamente, el varón recostó a la chica y él se posicionó sobre ella, apoyando su peso en sus brazos.

Los brazos de Semi rodearon el cuello del contrario, generando más pasión entre ellos, el momento era cada vez más ardiente y poco a poco sentían como las inseguridades desaparecían.

Jimin se separa un momento para ver el rostro de su chica, también para tomar aire.

—¿Debería quitar el vestido?— bromea, haciendo reír a la chica.

—Tengo frío— miente riendo y Jimin entrecierra sus ojos, no creyéndose su mentira.

—¿Le subo a la calefacción?

—Estoy bromeando— sonríe— si quieres, pero te advierto que es difícil de poner, no dormiré con él.

—Te quitas el vestido y yo me quito ésto— sugiere.

—Vale.

Semi sin quitarle la mirada de los ojos llevó sus manos hacia su espalda, buscando la cremallera del vestido, pero el rubio la detuvo.

—No.

—¿Qué?— ella lo observa perdida.

—Voltéate, déjame hacerlo yo— pide.

Ella sonríe y asiente para luego voltearse.

Antes de bajar la cremallera, acaricio su piel descubierta, regalándole suaves caricias sobre su cuerpo, caricias que la hicieron suspirar por la suavidad y delicadeza que aplicaba.

Llegando a la cremallera, bajó lentamente el vestido blanco. Semi se deshizo también de la prenda bajándola hasta el suelo. El varón observa su cuerpo de espaldas, y sólo desde aquel punto se siente atraído. La chica no traía sostén por el tipo de prenda que había llevado, lo cual dejaba sus senos a la vista, y debajo unas bragas blancas que no dejaban nada a la imaginación. Sonrió, porque aunque su chica fuera una preciosura, él nunca tuvo pensamientos impuros con ella, y pensar que estaba a punto de ocurrir por primera vez entre ellos una experiencia así, lo hacia sentir diferente. Nunca le diría o haría algo que la incomodaría, más bien la protegería y cuidaría. No perdería la delicadeza en aquellos momentos.

Pero haría disfrutar a su chica, eso era seguro.

Sin dejar de mirarla comenzó a retirar sus prendas bajas, hasta quedar sólo con su camisa puesta.

Semi mantiene su mirada perdida en algún lugar de la habitación, no sabe qué hacer o decir, estaba esperando a que Jimin tomara la iniciativa puesto a que él poseía la experiencia de la cual ella carecía.

El rubio se acerca hasta rozar sus cuerpos, y acaricia su cintura, haciéndola girar sobre sus talones y sus ojos terminan encontrándose, manteniendo su posición aproximadamente unos cinco segundos antes de retomar la comunicación.

—¿Sientes frío?— bromea nuevamente, sacándole una sonrisa a la fémina.

—No— niega con la cabeza y por unos segundoa entrelaza sus manos— tu tacto es cálido.

Ésto último provoca que una curva aparezca en el rostro del chico, quien relame sus labios por un momento y la mira fijamente.

—Recuéstate— indica.

La chica, sin necesidad de girar hacia la cama, se sienta sobre ella y termina relajando su cuerpo sobre el colchón.

Él sin perder tiempo, imita su acción, retomando su posición de antes. Finalmente, el rubio comienza a analizar su anatomía detalladamente, y no puede evitar sentirse maravillado con su figura.

Aunque no la veía con ojos pervertidos, seguía siendo un hombre que tenía necesidades, como cualquier otro. Mentiría si dijera que no comenzó a sentirse más excitado al ver a la fémina descubierta. Dejó sus labios entreabiertos mientras su ojos la recorrían, e inconscientemente hubieron instantes donde los relamió y suspiró pesadamente. Semi por momentos se sentía incómoda ante tal mirada tan intensa y fija, pero a la vez le complacía verlo de esa manera, quería conocer más esa faceta de su personalidad, por lo que también sintió satisfacción al verlo satisfecho.

Ya sintiéndose impaciente ataca nuevamente los labios de la chica en un beso que la dejó sin aliento. Pero no significó que quedó atrás, ella también pudo seguir su ritmo, defendiéndose.

Rodeó el cuello del varón con sus brazos, intensificando aquel roce apasionado, mientras que el varón posicionó sus manos en su cintura haciéndola estremecer y suspirar entre el beso cuando apretó un poco su agarre.

Ya sintiendo un poco molesta su erección libera un quejido, y ahí Semi se detiene.

—¿Qué ocurre? ¿Te lastimé?— cuestiona preocupada.

Sonríe y niega.

—No, bebé, es sólo que..— baja su mirada, haciendo que ésta por inercia imite su acción, viendo su miembro erecto. Abrió por un momento sus ojos de más y rápidamente volvió a conectar sus miradas. Jimin carraspea su garganta antes de continuar— ..eso.

Semi aprieta sus labios por un momento.

—¿Juras que no dolerá?— hace una mueca torcida que al chico le pareció muy tierna.

—Haré lo posible para que el dolor se te pase rápidamente, y se transforme en placer— asegura.

Luego de un par de segundos, Semi asiente. Jimin estira su brazo, llegando al objeto de la mesita de noche y lo toma en sus manos.

Finalmente la chica ve que se trataba de protección. Éste abre el paquetico con ayuda de sus dientes y libera el preservativo, posteriormente lo coloca en su miembro y acomoda bien, para luego retomar su posición inicial.

Ve a los ojos a la pelinegra y sonríe levemente, para luego dejar un beso suave sobre sus labios, tranquilizando cualquier inseguridad.

—Está bien, confía en mí— susurra.

Ella sonríe levemente y asiente.

—Confío— asegura y vuelven a unir sus labios.

Lentamente el chico comienza a entrar en ella con dificultad, pues hacía un gran esfuerzo por no lastimarla. Continúa entrando hasta que la fémina suelta un quejido.

—Shh.. está bien, falta poco..— susurra y continúa.

—Me duele— lloriquea y se aferra a sus hombros.

—Ya, amor, se te va a pasar en segundos— tranquiliza y junta sus labios nuevamente.

Considera que lo mejor que puede hacer es dejar de ser tan lento y terminar de introducir completamente el miembro; acción que dolería pero sería menos torturante. No poseía experiencia siendo la primera vez de una chica, y siente una gran responsabilidad.

Finalmente la chica calla sus quejidos, pero el dolor no desaparece por el momento por lo que continúa con las muecas.

El rubio se queda quieto por unos segundos hasta sentir cómo sus queridos desaparecieron, y lo único que quedaba era acostumbrarse a ello.

Separan sus labios y éste la observa atentamente.

—¿Te duele?— susurra.

—Ve despacio— indica luego de negar con la cabeza.

Asiente levemente y comienza a moverse lentamente en su interior, provocando que la chica frunciera sus cejas y apretara sus labios, sintiendo una nueva sensación que le parecía espléndida y demasiado placentera.

Vive un momento que deseaba vivir desde antes del accidente. La playa era su lugar favorito y siempre fue su fantasía vivir un momento tan único y especial en dicho lugar, y más con el chico que quería.

Los suspiros y gemidos comienzan a aparecer y los chicos sienten más calor del que sentían hace rato. Se estaban terminando de conocer completamente, y de la manera más bonita y creativa.

Viéndose fijamente a los ojos, el rubio decide formular una interrogante y hacerle saber a la chica.

—¿Ahora puedo decir que eres mía?— susurra agitado sin detener sus movimientos lentos.

Semi sin dejar de observarlo responde segura.

Soy tuya desde el momento en que robaste mi corazón.

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