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36.

Luego de hacer sonar el timbre, la puerta es abierta por la madre de Semi, quien abre sus ojos sorprendida al ver a su hija.

—Semi, no me dijiste que amanecerías. Yo–

Calla automáticamente sus palabras al ver a Jimin detrás de ella, éste había estado recostado unos segundos antes en la pared al lado de la puerta.

—No la culpe, estuvo conmigo— sonríe y la abraza por detrás. Ésto hace que el corazón de la madre se ablande y cada día sienta más comodidad con la elección de su hija, elección que desde el primer momento aceptó.

—¿Cuidaste bien de ella?— lanza una mirada pícara sobre ellos, lo cual los hace observarse con confusión.

—Hmm.. mamá, no hicimos nada.

—A otro perro con ese hueso— hace un ademán con su mano diestra, indicando que no le cree.

—¡Lo juro!— Semi se frustra ante su incredulidad, a lo cual la madre ríe.

—Ya, tranquilízate— pide y niega con la cabeza— ¿van a la escuela?

Jimin se separa antes de responder.

—Sí, sí. Vine a dejarla y ambos nos vamos— aprieta sus labios asintiendo.

—Qué encanto de novio tiene mi hija— opina en voz alta, mientras una sonrisa adorna su rostro— nos vemos luego, Jimin.

—Nos vemos luego— hace una reverencia y se despide con una sonrisita. Antes de irse mira a Semi, quien sigue ahí, la madre al darse cuenta que querían un segundo de privacidad se retira.

La chica suelta un leve suspiro y lo observa.

—Hasta luego.

El varón frunce el entrecejo.

—¿Así nada más?

Éste reclamo hace que la chica se cruce de brazos con una sonrisa pequeña.

—¿Qué más quieres?

—Un beso al menos, ¿no?— señala su mejilla.

Semi al escucharlo rueda sus ojos, sin borrar su sonrisa. Se acerca a su rostro dispuesta a dejar un beso corto en su mejilla, pero sorprendentemente éste pudo girar el rostro a tiempo y hacer que ese beso corto llegue a sus labios. La chica abrió sus ojos anonadada por su agilidad, y al separarse, Jimin sólo sonrió de manera traviesa.

—Si lo querías en la boca lo hubieras pedido— alza una ceja.

—Los besos no se piden, ni se exigen.

—Pero me pediste uno en la mejilla— frunce el ceño confundida.

El chico ríe levemente bajando su mirada, pero la sube nuevamente al instante.

—Eso es porque eres lenta, Semi.

La chica entrecierra sus ojos, buscando una manera de insultarlo, pero al ver sus ojos tan brillosos y tiernos no puede concentrarse en ello. Por lo que simplemente prefirió guardar silencio.

—Me voy. Alístate que llegarás tarde— avisa.

—Tú llegarás tarde.

—Vale, pero eso no me interesa. Me importa que no te llamen la atención a tí— rectifica con seriedad— así que anda, nos vemos allí.

—No quiero que te llamen la atención tampoco.

—Estaré bien, no suelo hacerlo y soy muy bueno en matemáticas— guiña coqueto y la chica ríe— deja de hablar y entra ya. Harás que ambos lleguemos tarde.

Semi blanquea sus ojos con una sonrisa embobada. A Jimin le parece tan tierna y dulce que no puede irse sin dejar un beso suave en su mejilla izquierda, ante tal toque la chica cierra los ojos por un instante, y respira con suavidad.

—Ahora sí, me voy— susurra cerca de su rostro.

—Nos vemos, Jimin.

—Adiós.. amor— se despide y comienza a caminar. Pero Semi quedó paralizada al escuchar tal apodo de cariño, el cual logró provocarle mariposas en el estómago.

—¿Me dijo amor?— susurra bajo, mientras su mirada está puesta en el suelo.

—Sí, te dijo amor— responde inesperadamente su madre detrás de ella, lo cual la hace girar el rostro— ahora sube a alistarte que debes irte ya.

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Finalmente suena el timbre del descanso, por lo cual Semi suspira aliviada y sale del salón rápidamente, ansiando guardar todos aquellos libros en el casillero y tomarse un descanso de las ecuaciones. Esa clase de Matemáticas había sido realmente tediosa.

Lucía hermosa; llevaba su cabello suelto peinado hacia atrás, dejando ver sus pendientes de plata adornar sus orejas. Una blusa color lila, adornada con corazones y besos color rojo. Encima una chaqueta azul marino apretada, pues el clima ameritaba ésta prenda. Debajo unos jeans negros y finalmente unas botas negras de tacón que aumentaba aproximadamente tres centímetros su estatura. Su rostro maquillado levemente, como de costumbre;  un brillo labial saborizado, y usó un poco de delineador para contornar sus ojos.

No llegó muy temprano, pero fue disculpada por los superiores pues se trataba de una de las mejores alumnas de la institución y nunca había tenido una impuntualidad. Desde que llegó al salón fue observada fijamente por Rosé, quien nunca admitiría que siente envidia por lo bien que se ve, tanto físicamente como internamente. Parece que su plan de salirse con la suya no había resultado como ella quería y eso la frustraba.

Llegando a su casillero, lo abrió y comenzó a adentrar los materiales escolares. Muchos alumnos se encontraban en los pasillos y el centro de atención no era más que una persona en esos momentos.

—Hola, Goo. Estás muy linda— halaga un chico del equipo de baloncesto, lo cual la hace girar para observar de quién se trata.

—¿Hablas conmigo?— indaga confundida luego de observar hacia ambos lados.

—Eres Goo Semi, claro que sí— responde confiado y sonríe.

—Oh— sonríe levemente— gracias— contesta con timidez y vuelve a girarse a continuar guardando sus cosas.

—Bueno.. yo..— busca llamar su atención, a lo que ella vuelve a girarse— quería preguntarte si estás libre para–

—Lindura, ¿te ayudo con eso?

Semi abre sus ojos por un momento al reconocer esa aterciopelada voz y gira hacia el otro lado, dejando al jugador a sus espaldas. La sonrisa de la chica no pudo evitar aparecer sobre su rostro al ver a su novio luego de una mañana tan ajetreada, era lo que más ansiaba del día.

El jugador al apreciar la situación decidió marcharse rápidamente, no molestaría en una relación aleja.

Jimin se acerca a su chica y observa detrás cómo el jugador se retira, lo cual lo hace sonreír victorioso.

—¿Marcando territorio?— alza una ceja.

—Eres mi novia— encoge sus hombros y aleja los materiales restantes de sus manos para ayudarla— no me gusta que te rodeen las malas vibras.

Semi sólo ríe al escucharlo.

—¿"Malas vibras"?— niega con su cabeza levemente— eres un celosito.

—Que sepas que..— al concluir cierra el casillero y toma la mano de su chica antes de continuar hablando— ..te voy a cuidar de los demás chicos— advierte y comienzan a caminar.

—¿No tendré amigos hombres ahora o algo así?

—No dije eso. Me cae bien Seokjin.

—Eso es porque ya sabes que él no quiere nada conmigo.

Jimin ríe.

—Tienes razón. Puedes ser amiga de quienes no quieran nada contigo— bromea.

—¡Jimin!— regaña con una sonrisa.

Sin hacer desaparecer la curva de sus labios deja un suave beso en la mejilla de la chica.

—Confío en tí, hermosita— hace saber.

—Y yo en tí, Park— se observan y continúan caminando.

Todos en la institución observaban atónitos la relación entre Jimin y Semi, el chico no era tan reconocido y la chica solía esconderse para no llamar la atención, pero ahora pasean por los pasillos sin importarles más nada, sólo ellos.

—¿Ustedes dos..?— sienten esa voz chillona e incómoda detrás de ellos, por lo que giran— ¿son novios?

Semi rueda sus ojos antes de comenzar a hablar, pero Jimin prefiere tomar la palabra.

—Te dije que nunca rompimos, Rosé.

La rubia abrió su boca y frunció el entrecejo.

—Pero.. pero.. tú le fuiste infiel.

—No mientas, Rosé.

—Sí, ibas a mi casa y hacíamos cosas que sólo tú y yo sabemos— habla con más seguridad y se acerca a Semi— cornuda.

La pelinegra está a punto de hablar pero una voz detrás de la rubia la hace callar al instante.

—No mientas más— los tres observaron a la chica delgada que portaba un celular en sus manos.

La rubia rueda sus ojos.

—¿Qué pasa, Lisa? ¿Además de intervenir en algo que quería formar con Jungkook vas a intervenir también en algo que claramente no te incumbe?

—Tengo las grabaciones de toda la mierda que le decías a Jimin en los baños, Semi las escuchó porque yo se las enseñé— contesta— así que todos sabemos que estás mintiendo. Tu juego se acabó.

Rosé observa atónita a Lisa, para luego llevar su mirada de odio hacia Semi, quien mantiene contacto visual con indiferencia y el chico detrás de ella sonríe de lado al ver cómo su plan había fracasado.

—Tú— señala a Lisa— eres una maldita falsa, nunca tendrás a nadie que te quiera— dirige su dedo índice a Semi, señalándola— y tú eres una mierda de persona— la observa con desprecio— ojalá nunca sean felices. Les deseo que se jodan— maldice llena de odio.

—¿Te duele que tengamos personas que nos quieran?— finalmente habla Semi— ¿te duele que finalmente tengas que quedarte sola porque no valoraste a quienes tienes a tu alrededor cuando debías hacerlo?— se aleja por un momento de Jimin para acercarse a ella— ¿o te duele no haber conseguido nada con tu plan de separarme de Jimin? La maldad no llevará a nadie lejos, Rosé.

La rubia queda en silencio, escuchando las palabras de la pelinegra, mientras la fulmina con la mirada.

—Mientras tú nos deseas lo peor, y que nos jodamos en la vida, yo te deseo que ojalá encuentres a una persona que verdaderamente te quiera— sonríe levemente y regresa con Jimin— eso es lo que verdaderamente necesitas— dice antes de retomar su andar con su chico tomando su mano.

Lisa le dedica una mirada de arriba hacia abajo con desprecio y decepción, luego dice:

—Hay que ser una persona maravillosa como Goo Semi para regalarte flores luego de que le hayas lanzado tantas piedras— comenta y se retira, dejando a la rubia sola, mientras los demás estudiantes caminaban por los pasillos inmersos en sus temas de conversación y no en ella. Lo cual la hacía sentir común entre los demás; pero más que común, se sentía miserable.

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—No me hagas cosquillas— ordena Semi riendo.

—Te comiste mi galleta— finge molestia, pero en realidad le daba igual. Él había dejado la galleta para que ella la comiera, pero ahora usa esto como excusa para hacerle cosquillas.

Ambos se encuentran en el patio escolar, aprovechando los últimos minutos de descanso en molestarse cariñosamente.

—Pero soy tu novia— se justifica.

—¿Eso significa que me quedaré sin comer? ¿Quieres que pierda peso?

—No seas exagerado, Jimin— sonríe.

—¿Es esa tu intención?

—Claro que no— baja un poco la mirada, viendo su cuerpo por debajo de su camisa negra, sabiendo perfectamente qué guarda debajo de ella— estás perfecto así.

Ésto lo hace sonreír y abrazarla suavemente.

—¿Eres un ángel?

Ella lleva su mirada hacia sus ojos, atentamente.

—No, claro que no.

—Calla, para mí sí lo eres.

Sonríen.

—Tú eres el verdadero ángel.

—No, no lo soy.

—Calla, sí lo eres— imita su voz, lo cual lo hace sonreír y darle un beso corto en la mejilla.

Un silencio se apodera del momento, hasta que ella toma la palabra.

—¿Nos halagaremos todo el día o–

El sonido del timbre hizo callar sus palabras, por lo cual apretó sus labios.

—Bien, ahí está tu siguiente clase— habla Jimin y se levanta. Luego extiende su mano para ayudar a la chica a imitar su acción; ella acepta su ayuda.

—No quería que empezara.

—Pero si te gusta la Literatura.

—Me gusta más estar contigo— confiesa con su miraba vagando por el suelo.

Jimin se acerca a ella y alza su barbilla, luego deja un beso corto en sus labios.

—Adiós, linda.

—Adiós, lindo— responde igual de coqueta.

Ambos sonríen y el varón comienza a caminar en dirección contraria, rumbo a su salón.

Semi hace lo mismo, y cuando se adentra en el lugar, nota que la rubia no se encuentra presente. Seguramente se había retirado luego de la bronca del descanso. Suspira pesadamente y se sienta en su lugar, esperando a la profesora que imparte las clases de literatura.

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