Semi caminaba por los pasillos de su institución educativa, sintiéndose extraña luego de tanto tiempo sin estar en el lugar.

Los alumnos la observan; algunos les sonríen, otros les dan la bienvenida y la reciben de manera cálida, nunca fue una enemiga para nadie, al contrario.

Devuelve las sonrisas, aunque no siempre con verdaderas ganas de sonreír, pues su humor no es el mejor y quiere evitar algunas personas.

Camina hacia su casillero, y desliza la mano por éste, recordando cómo hace unos meses atrás se ocultaba ahí evitando ser vista por los más populares que le causaban intimidación. Hoy no escondería el rostro de nuevo.

Abrió éste, sacando unos libros de las materias que necesitaría en esos momentos. Deseando no llamar la atención de nadie, lo cual fue demasiado complicado porque al menos la escuela completa ya había regado la noticia de que la sobreviviente del accidente automovilístico había regresado luego de meses.

Algunos le preguntaban cómo se sentía y si se encontraba completamente bien, a lo que sólo respondía con un "sí, estoy bien", añadiendo una sonrisa torcida que más bien parecía una mueca.

Sintiendo el timbre sonar caminó hacia su salón rápidamente, viendo a la mayoría de sus compañeros de clase ya sentados en sus lugares. Viendo cómo todos llevaron sus miradas hacia ella prefirió bajar la mirada y sentarse en las últimas mesas, evitando llamar la atención. Bajó la mirada y apoyó su barbilla en su mano.

—Buenos días, alumnos— se adentra el profesor de idiomas con una sonrisa, la característica— espero que se encuentren bien hoy— observa a Semi y su curva se engrandece— pero ¡qué sorpresa!— la pelinegra alza su mirada ante su exclamación, conectando sus ojos— señorita Goo, me alegra volver a verla.

Todos los alumnos llevaron sus ojos hacia la mencionada y ahí deseó que la tierra la tragara por completo.

Ella simplemente sonrió forzado y volvió a bajar la mirada.

—Me enteré del accidente, ¿está todo–

—Buenos días— interrumpe una voz femenina desde la entrada, por lo que Semi suspira aliviada sin mirar de quién se trataba, no quería seguir hablando sobre ella.

El profesor luce enojado por la impuntualidad de la alumna.

—¿Cuántas veces debo llamarte la atención, Park Rosé?— ingada furioso.

Semi Inmediatamente queda paralizada por un momento y abre sus ojos de más. Lleva su mirada hacia la puerta, viendo a la rubia al parecer agitada por haber corrido, cómo observaba suplicante al profesor para que éste no llamara su atención.

—Usted sabe que soy buena en su materia— soborna con una sonrisita— Prometo que no se volverá a repetir.

Éste la observa seriamente para segundos después suspirar pesadamente y cerrar los ojos.

—Pasa, Park.

Ella sonríe ampliamente y con pasos aniñados toma asiento entre las mesas del centro. Deja su mochila a su lado y organiza un poco su cabello –innecesariamente– para luego llevar su mirada hacia los alumnos, verificando quién estaba ausente para luego reportarlo al guía y facilitarle el trabajo.

Entre los compañeros que observó se llevó una enorme sorpresa cuando dirigió sus ojos hacia las mesas de atrás. Abrió su boca sin creerlo y sonrió de lado al ver su expresión apagada, desde luego su plan había salido como lo esperaba. Ahora solo tendría que limpiar a Semi de la cabecita dura de Jimin y entrar en ella. No sólo destruiría a la pelinegra, también conseguiría finalmente a su amor platónico. En parte estaba agradecida con Semi, pues si ella no le hubiera contado sobre su romance con Jimin quizás ella no hubiera tenido el impulso de acercarse.

Semi siente la mirada burlona de Rosé sobre ella, aún así no alza la mirada. No está de humor para juegos infantiles como tampoco para estupideces.

Sólo espera que el día sea corto porque lo único que quiere hacer es volver a su casa, donde realmente se siente cómoda.

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A la hora del descanso Semi vuelve a acercarse a su casillero, dejando todos los libros en éste para así pasar a la cafetería, pedir algo e ir a sentarse al patio escolar, el cual siempre está vacío, ya que los chicos están ocupados en los pasillos, viendo a quién atraparían como próxima presa y las chicas dejándose.

Apagó su celular, ya que Jimin no dejaba de llamarla a cada rato, insistiendo en que lo escuchara, pero ella estaba cerrada en la idea de que éste le miente por lo cual no quería escucharlo. No había dejado de quererlo por eso, lastimosamente el sentimiento seguía estancado ahí en su pecho porque no podía dejar que quererlo en un día. Pero el enojo era más grande que las ganas de verlo.

Estaba sumida en sus pensamientos, tanto que se sobresaltó cuando una persona cerró su casillero por ella. Llevó rápidamente los ojos a quien no quería ver en aquellos momentos.

—Hola, cariño— sonríe ampliamente, ésta no devuelve el gesto y vuelve a abrir su casillero. Su sonrisa se borró inmediatamente— Semi te estoy hablando.

—¿Dónde están Lisa y Jennie?— la observa— deberías ir a molestarlas a ellas.

—Vengo a saludarte a tí, cariño— sonríe nuevamente— en un momento iré con ellas y tú también vendrás, como en los viejos tiempos, donde éramos inseparables— ríe.

Semi voltea a verla seriamente.

—No iré.

—¿Por qué?

—No estoy de humor, quiero estar sola— regresa su mirada hacia el casillero.

—Ay, Semi— finge lástima— pareces haber roto con tu novio— arrastra la última palabra con un tono fañoso, ganándose la mirada curiosa de la pelinegra— dime ¿acaso rompiste con Jimin?— ladea su cabeza— si es así, aquí estoy para consolarte, linda— se acerca con la intención de abrazarla, pero ella se aleja rápidamente y cierra su casillero.

—Ve con Jennie y Lisa, Rosé, déjame sola— ordena firmemente y comienza a caminar hacia la cafetería sin escuchar la risa malévola de la rubia detrás de ella.

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—Love is not easy, it's hard— cantaba en un tono casi inaudible la pelinegra, con ambos auriculares puestos y con su mirada perdida, recostándose de un árbol, sentada sobre el césped. Acompañada por una brisa que despeinaba sus cabellos largos en aquel solitario patio.

Repentinamente sintió cómo vibró su celular y rápidamente lo encendió para ver la notificación.

“Linda voz”

Un mensaje de Jimin era lo que había recibido.

Frunció el ceño y comenzó a mirar hacia todos los lados, viendo en la entrada al chico que la enamoró.

Éste se acerca y Semi quiere levantarse e irse, pero el chico siendo más rápido la tomó de su brazo, evitándolo.

La chica se niega a crear contacto visual, mientras que el de cabello gris insiste en ello.

—Semi.. sólo escucha, por favor, no es lo que crees.

—¿Entonces qué es?— alza la mirada.

—Una chica me pidió que la ayudara con unas materias–

—¿Por qué justamente a tí, Park?— replica incrédula.

—Yo también me confundí al principio pero–

—Tú también te confundiste dices— repite en un tono incrédulo y asiente— Park, no puedo creerte eso.

—¡Pero si es la verdad, Semi! ¡Lo juro!

—¿¡Por qué no me dijiste que estabas quedando con alguien para ayudarla a estudiar!?— finaliza haciendo comillas con sus dedos.

Éste guarda silencio, arrepentido, deseando volver el tiempo atrás y no estarían discutiendo por ese terrible malentendido, o quizás ya lo hubieran hecho y se habrían disculpado. Su reacción vacía sólo hace enojar más a Semi, porque creyó que realmente le mentía.

El sonido del timbre los interrumpe.

—Será mejor que regreses a clases, Park— afirma la chica y camina pasando por su lado, mientras éste queda paralizado en su lugar, sin saber qué hacer para enmendar su error y ganarse nuevamente la confianza de la chica.