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2.

Había transcurrido casi un mes desde que Semi volvió a estar consciente. Verdaderamente había sido difícil para ella tener que vivir con aquella condición que no pidió. Lloraba en las noches, desesperada por recuperar su visión y volver a vivir como lo hacía antes del accidente.

También estaba muy enojada, ya que las visitas al hospital estaban permitidas, y sus amigas nunca habían ido a verla. Lo cual le pareció un horrible gesto, pues en la escuela todos se habían enterado de aquel accidente y más de un compañero de clase la había llamado para saber de su estado, lo cual agradecía pero dolía que sus supuestas amigas no se dignaban en aparecer.

Ara y Semi se habían vuelto cercanas, ya que tenían cosas en común y la doctora era muy amable con la paciente.

—Ara..

—¿Sí, Semi?

—¿Puedo pedirte algo?— dirigió la mirada a su dirección, aunque terminó posando la vista en un lugar diferente.

—Claro.

—¿Puedo salir afuera?

—Puedes, pero con la condición de que yo vaya contigo— exige.

—Está bien, pero déjame ser libre, no estés preocupada por mí todo el rato.

—Vamos. Le diré a tu madre e iremos al parque que está fuera del hospital por un rato, ¿te parece bien?— se levanta.

—Sí.

—Iré y regreso para ayudarte a cambiarte.

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Ambas se encuentran en el parque, sentadas en una banca. Semi puede escuchar cómo se divierten los niños a su alrededor, lo cual la hace sonreír levemente.

—Esos traviesos— se queja divertida Ara.

—Se les nota que están disfrutando mucho.

La chica retira el audífono de su oído, para escuchar a los niños divertirse, disfrutar de su alegría, volver a sentir esas risas que tanto la alegraban. Accidentalmente su MP3 cayó al suelo, pero no logró romperse.

—Ay, caramba, ¿dónde está?

Una pequeña niña de seis años que se encontraba cerca recogió el dispositivo y se lo extendió. Semi no tenía ni idea.

—Disculpe— su dulce voz la ayudó a ubicarse.

—¿Hola?— dice confundida.

—Tenga su MP3.

—Oh, pequeña, muchas gracias— agradece con una gran sonrisa, por su amabilidad incondicional— ¿podrías dejarlo aquí en mi mano?— abre su mano.

—Está bien— coloca el dispositivo en sus manos.

—Gracias, pequeña.

—Señorita..

—¿Sí, ocurre algo?— indaga curiosamente.

—¿Usted puede ver?

La inocente pregunta de la niña logró sensibilizar a la chica, pero conociendo su intención decidió no mostrar su dolor.

—No, pequeña, deje de hacerlo hace unos meses.

—¿Está triste?— ladea su cabeza tiernamente, y Semi desea más que nunca ver el rostro de la dulce pequeña.

—Es doloroso, pero todo está bien— sonríe levemente.

La niña busca algo en su bolsillo y abre la mano de Semi.

—¿Qué es esto?

—Cuando yo estoy triste mi mamá siempre me da un caramelo, y me siento mejor. Así que le estoy dando el caramelo que traía conmigo, para que se sienta mejor.

Semi no puede evitar sentirse débil ante la pequeña.

—Muchísimas gracias, pero no puedo aceptarlo, esto es tuyo— intenta devolverlo, sintiendo vergüenza.

—Si te caí bien, lo aceptarás.

—Pero ¿qué dirá tu mamá al respecto?

—No vine con ella, vine con mi hermano mayor— indica traviesa.

—¿Dónde está él? ¿Quieres que me regañe?

—Fue por unos helados, cerca de aquí. Por favor, sólo acepta el caramelo— hace un puchero y su voz se vuelve más aguda de lo normal, lo cual causa mucha ternura a la chica.

—Vale, lo aceptaré— lo guarda en el bolsillo de sus jeans— Gracias, pequeña.

—Me llamo Park Jiyu— sonríe.

—Yo, Goo Semi, un placer pequeña.

La pequeña observa a su hermano acercarse y buscarla, por lo cual decide marcharse, no sin antes despedirse.

—Semi, mi hermano se acerca, debo irme— indica alarmada.

—Vale, vale, compórtate bien. Adiós— sonríe enternecida y siente a la pequeña alejarse corriendo.

Ara finalmente decide hablar.

—Esa niña es un amor.

—Quiero adoptarla— admite Semi.

—¿Consumirás el caramelo?

—Me dió mucha pena aceptarlo, pero no podía rechazarlo.

—Vale, ¿ya quieres regresar?

—Aún no— alza la mirada— quiero caminar un poco.

—¿Te ayudo?

—No, quisiera hacerlo sola.

—Puedes caerte.

—Tendré cuidado, tranquila. Aparte si caigo estarás ahí para levantarme ¿no?

—Sí, pero tendré que correr para alcanzarte— bromea— ten cuidado, Semi.

Respira profundamente y se levanta de su lugar, sólo desea no caerse, pero también quería aprender a caminar sin depender del bastón, ni de alguna segunda persona.

Comenzó con pasos lentos, y poco a poco fue tomando un ritmo normal. Perdió el miedo a caer o tropezar, se sentía bien volver a caminar libremente aunque no podía ver nada a su alrededor.

No tenía ni idea de dónde estaba parada, sólo sabía que se sentí satisfecha de haber logrado no caer.

O eso creía..

Repentinamente sintió un cuerpo chocar con el suyo, y posteriormente algún objeto caer al suelo.

El chico se veía molesto por aquel choque.

—Dios, perdón— rápidamente se disculpó la chica, buscando torpemente el objeto caído.

—¡Mira por dónde vas! ¿Acaso eres ciega o qué?— se dirige de mal modo hacia ella y recoge su celular del suelo, viendo cómo se había roto levemente la pantalla.

La chica se sintió demasiado culpable, y no le quedó más remedio que volver a disculparse. Se levanta del suelo y decide hablar.

—Perdí la visión hace unos meses— explica tristemente— lamento mucho haber chocado contigo, nunca habría sido intencionalmente— hace una reverencia y da media vuelta, recordando el camino de vuelta a los bancos, aunque Ara se levantó a ayudarla regresar.

El chico se sintió arrepentido por haberle hablado de aquella manera, no imaginó que la chica realmente estuviera pasando por un mal momento. Estuvo un tiempo asimilando la situación. Finalmente reaccionó demasiado tarde, cuando quiso ir a disculparse no volvió a ver a la chica.

—Dios, ¿qué dije?— susurró para sí mismo.

Semi y Ara habían vuelto a entrar al hospital, ella no pudo evitar sentirse mal y volver a llorar, sensibilizada por su condición y lo torpe que podía llegar a ser aunque no lo quisiera.

—Tranquila, Semi, él es un idiota, fue un accidente.

—No quiero ser ciega, Ara— niega mientras sorbe su nariz.

Repentinamente la mayor recuerda algo.

—“Cuando estoy triste mi mamá me da caramelos y me siento mejor”— repite la frase de la pequeña— deberías probarlo a ver si te ayuda.

Semi saca de su bolsillo el caramelo de la pequeña Jiyu, y luego de retirar la envoltura lo lleva su boca, disfrutando del sabor dulce de este.

—¿Ayuda?

—Es de fresa, está rico— afirma, haciendo sonreír enternecida a la doctora.

—Me alegra saberlo, ahora regresemos a la habitación, prometo que volveremos a salir a que recojas más caramelos— bromea, haciéndola sonreír.

—¿Crees que mi mamá haya terminado la fisioterapia?

—Vayamos a ver, y deja de pensar en el idiota que te hizo llorar, tú eres hermosa y muy buena chica.

Sonríe levemente.

—Gracias, Ara. Tú eres una verdadera amiga.

—Puedo ser hasta tu hermana mayor si lo deseas, te cuidaré hasta que tu salud sea perfecta y puedas ver mi cara fea.

—No siento que eres fea.

—Eso sientes, ya te lo advertí— ríe— venga, a fisioterapia.

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