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10.

—Lista— concluye Ara al terminar de maquillar a Semi; la menor se veía impecable.

Lucía un vestido corto, color pastel, el cual iba a la perfección con su personalidad aniñada y extrovertida. Su cabello alisado con un maquillaje suave y natural.

—Ojalá pudiese verme, Ara.

—¿Sabes qué vestido es?

—Sí sé, pero nunca lo he probado— niega— no sé cómo me queda— baja su mirada.

—Eso es bueno— sonríe.

—¿Por qué?

Se acerca a ella para verla de cerca.

—Que Jimin te haga saber qué tan hermosa te ves.

Semi sonríe a medias, pero la inseguridad se apodera de ella por primera vez.

—¿Y si le parezco fea?— hace una mueca.

—Créeme que no. No te arreglé para que te veas mal, Goo.

—Pero los gustos son gustos— juega con sus dedos.

—Exacto, y a él le gustas tú— toca la punta de su nariz, haciendo que la menor alce nuevamente la mirada, aunque no vea con claridad a la chica frente a ella— bueno, ya estamos listas. Él vendrá a por tí en cualquier momento, así que iré al restaurante; Seojoon ya está allí.

—Espero que sea bueno contigo.

—Es un encanto, así como Jimin contigo, pero menos tímido.

—Me alegra mucho, Ara— sonríe ampliamente.

Ésta envuelve a la pequeña entre sus brazos, ofreciéndole un abrazo cálido.

—Todo saldrá bien, pequeña. Tú aprovecha la noche— guiña un ojo.

—No te veo, pero tu tono no me parece sano— declara y la mayor ríe.

—Soy un pan de Dios, mal pensada.

—Como digas— niega con la cabeza.

—Ahora sí, me voy, Jimin debe estar al llegar. Te quiero— indica apurada y sale casi corriendo.

—Adió–.. bueno, ya se fue— susurra al oír la puerta cerrarse.

Los pasos de su madre detrás de ella llamaron su atención, por lo cual volteó su rostro.

—Cariño, estás hermosa— halaga con una inmensa sonrisa.

—Gracias, mamá— agradece con sinceridad.

—Ese Park es un afortunado— asiente levemente.

—¿Lo es?— frunce el ceño.

—Claro— se acerca hasta dejar un beso en su frente— no existe mejor niña en el mundo que la mía, para merecerte tiene que tratarse de una gran persona.

Semi sonríe conmovida por las palabras de su creadora.

—Gracias mamá, muchas gracias.

Sonríen y un silencio cómodo las acoge, hasta que el sonido del timbre interrumpe su momento.

—Debe ser tu cita— susurra su madre y camina hacia la puerta.

—No es una cita— susurra.

—Hola, Jimin ¡qué gusto verte!— alza la voz a propósito para que Semi sepa que no se equivocaba.

La menor se levanta inmediatamente y camina hacia la puerta con un poco de dificultad pero llega a tiempo.

—Oh, Jimin.. ¿Cómo estás?— sonríe incómoda y reza internamente para que se madre no la avergüence.

—Estoy bien, gracias, ¿cómo están ustedes?— sonríe.

—Ay hija, si vieras cómo sonríe te enamoras— halaga su madre, con un aire pícaro.

Semi siente su rostro arder inmediatamente.

—¡Vámonos ya!— esquiva a su madre y sale de la vivienda en un movimiento rápido— te quiero, mamá, adiós— habla rápidamente, con ganas de irse.

—Cuídala mucho, Jimin, ya conoces su condición— implora con un tono suave de voz.

—Lo haré, la traeré temprano— asegura.

—Diviértanse— sonríe mientras se recuesta de la puerta. Ver a su hija con un chico la emociona, ya que ella dedicaba más tiempo al estudio cuando podía divertirse y hacer nuevos amigos.

—Lo haremos— responde ella— adiós— alarga la palabra y ésta cierra la puerta.

Ambos se miran.

Jimin observa con atención a la fémina frente a él, encontrándose con una maravillosa imagen de la chica que le interesaba; un estilo tan sencillo como hermoso, encajaba perfectamente con su personalidad tan increíble. Él quiere decírselo, hacerle saber que se veía impecable y hermosa, y lo haría; ésta vez no tendría vergüenza y sería él mismo.

—¿Nos..vamos?— indaga ella, con su mirada perdida, sin saber qué hacer.

Sonríe.

—Vamos— indica él.

Ambos empiezan a caminar pero el varón se da cuenta que la chica lleva un paso rápido, lo más probable que podía pasar era que cayera o se lastimara. No lo permitiría.

Por lo cual agarró su mano.

Semi no pudo evitar sentir un escalofrío recorrer su brazo, y sus latidos acelerarse. Era la primera vez que alguien tomaba su mano.

—¿Ji..Jimin?

—No dejaré que te caigas, te guiaré toda la noche— explica, haciéndola perderse en su voz tan suave, melodiosa y segura— ¿te parece bien?

Semi asiente pero en su mente continúa su acción tan inesperada.

—Bien, vamos— sonríe haciendo sus ojos desaparecer.

Mientras el silencio los acompaña, llevan un paso más lento, ya que el chico sobreprotege a la chica de no caer.

—Jimin, ¿es muy lejos?

Niega.

—No tanto, deberías caminar un poco ya que llevas tiempo sin hacerlo— aconseja.

—¿Es la excusa de que no tienes auto?— ríe.

—No— la observa mal.

—Estoy bromeando, Jimin, no te enojes— hace un pucherito.

—No lo estoy— niega con su ceno fruncido.

—Tu tono de voz dice lo contrario.

Éste sonríe y continúan caminando, ella es una chica inteligente además.

—Aún así, cuando te sientas cansada por caminar me avisas.

—¿Pedirás un taxi?

—Hm.. no. No necesariamente.

—¿Entonces?— indaga perdida.

Otra vez sonríe levemente y sólo camina.

—No te quedes callado, Jimin, te recuerdo que no veo— lloriquea sin llegar a incomodarlo.

—Tranquila, no pensé nada malo— explica reñajándola— caminemos un poco más, ya no queda mucho para llegar.

—Me alegra escuchar eso— admite pero inmediatamente tropieza.

Jimin la sostiene fuertemente evitando que caiga al suelo, ella se aferra a su cuerpo, abrazándolo por temor a caer.

—¿Estás bien?— indaga él preocupado.

Su cabeza está en su pecho, sintió cómo éste vibró cuando el varón habló. Asintió levemente y respiró plácidamente, sintiendo cómo el aroma dulce de Jimin invadía sus fosas nasales.

—Estoy bien— susurra audible.

—Ten más cuidado, Semi— reprocha tranquilamente y ella se aleja para continuar caminando.

—Por cierto..— él la mira— me gusta tu aroma— admite sin vergüenza alguna.

Éste carraspea su garganta apenado.

—Gracias.. supongo. Tú también hueles bien— afirma.

—¿Cómo lo sabes?— ríe divertida.

—Porque llega hasta aquí.

—No creo, yo misma no lo siento mucho, ¿no prefieres acercarte aquí?— se señala el cuello, donde había rociado perfume de mujer.

—Semi, sigamos caminando— dice tenso, lo cual le provocó una sonrisa a la chica, ya que su intención era ésa.

Sin mencionar una palabra más, decidieron continuar caminando hasta su destino.

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