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🕯️' Tres

—El famoso lirio de agua.— masculló impresionado. —No puedo creer que tú lo tengas.— miró atentamente a Jongdae, quién por supuesto no se veía nada bien.

—No estoy orgulloso de esto.— negó. —Pero, es necesario.— sopló sobre la tapa dura del libro, para quitar todo el polvo.

Durante mucho tiempo su padre mantuvo escondidos bajo mil llaves todos los libros de magia negra que existían en el mundo y Jongdae daba las gracias por haberlos descubierto cuando aún era un niño lleno de curiosidad. Afortunadamente su padre lo dejó ser porque pensó que no haría nada malo con ellos.

—Padre debió cuidar más ese lugar.— miro el libro como si fuera un verdadero descubrimiento, tan importante era el contenido que claramente se aseguró dejarle una copia exacta a su padre para que jamás se diera cuenta y de verdad que funcionó. —Debió investigar antes de dar por cerrada esa biblioteca.— sonrió victorioso. —Creyó que siempre iba a tener todo el poder y que nadie se daría cuenta.

Pero falló de todas las maneras posibles, Jongdae al ser solo un niño dejó ese lugar porque sinceramente no le importaba, hasta que todo cambió y se volvió un adolescente curioso.

—¿Por qué lo hiciste?— cuestionó curioso Jongin al ver cómo su hermano mayor se perdía en sus propios pensamientos.

Entendía al cien por ciento que él fuera de esa manera debido a que su padre le hizo un daño irremediable, aunque sí, tuvo la culpa por haber traído a su recién esposo Minseok. Nadie podía vivir por siempre y ese fue un error que hasta el día de hoy Jongin podía verlo reflejado en el semblante de su querido hermano.

—Quería a Min de vuelta.— apretó los laterales del libro con enojo ante tal recuerdo. —Pero cómo todo mal, traje a alguien que no era.— la tristeza que de pronto se sintió en el aire dejó completamente paralizado al menor de ambos. —Arruine otra vida ¿Y qué crees?— lo miró.

Pero en sus ojos no existía el Jongdae que siempre se había visto, en cambio parecía perder la vida y el brillo característico que siempre se notaba. El juicio sobre las acciones malas que uno cometía no llegaba de inmediato, al contrario, con el tiempo lo vas pagando y esa era una condena que no se le deseaba a nadie.

—Un chico joven fue poseído por la mitad.— cerró fuertemente sus ojos. —La parte mala de Minseok está en él y no solo eso, alguien más vino, se le pego a Min cómo si fuera una garrapata.

Jongdae estaba dándole todo lo que Jongin le había pedido por tantos años, comprendía que tenía encima mucha presión y más por su padre. Solo que no era una buena manera de hacerlo, ahora corría peligro una persona más.

—Él está aquí.— Jongdae abrió los ojos. —Y tú debes cuidarlo mientras yo arreglo esto.— el brillo había vuelto e incluso la poca tranquilidad que aún sentía, se podía notar en el cuerpo de Jongin. —Ya no me importa si esos chicos vuelven, yo solo quiero que Minseok descanse en paz, para poder irme también.

Una palabra más y Jongin explotaría, eran tantas cosas en tan poco tiempo, la helada oscuridad aún se sentía, sus cuerpos estaban entumecidos y por supuesto los animales seguían chillando por alguna extraña razón. Tantos secretos en un lugar tan pequeño.

—¿Y dónde está ese chico?— frotó sus ojos con cansancio, su cuerpo aún no se recuperaba del todo y era claro que necesitaba unas horas de sueño.

—En el sótano de mi cabaña.

La respuesta obviamente no le gustó al menor, sin embargo, por lo cansado que estaba decidió no pelear más, así que asintió, en esos momentos se encontraban algo lejos de aquella cabaña debido a que Jongdae tenía una entrada secreta para su propia biblioteca, está estaba un poco más limpia que la de su padre, aún así no dejaba de provocarle escalofríos cada que miraba a una esquina.

—Bien, pero necesito quedarme en tu cabaña, así que tomas tus cosas y te vas a la mía, padre jamás se daría cuenta que estás ahí.

Se encogió de hombros, era una gran ventaja el no tener problemas con el jefe, así que Jongdae podía estar tranquilo y sin presiones, de igual forma podía escuchar a su padre cada vez que llamaba, era extraño pero ya se había acostumbrado bastante. Al ver el asentamiento de su hermano se permitió relajarse solo un poco, ya que el estar ahí no le gustaba del todo, se sentía observado de pies a cabeza por algo que claramente no era de ese mundo terrenal.

—Me parece, ahora déjame trabajar.— pidió amablemente mientras abría el libro que aún sostenía en sus frías manos.

Detestaba que se pusiera de es manera, aún así entendió que necesitaba concentrarse, así que dio media vuelta y salió de ese lugar, aún la oscuridad reinaba el pueblo, por lo tanto se dedicó a observar el cielo. Este estaba raro ya que las estrellas no estaban, incluso la luna parecía haberse esfumado, le recordaba a una mala historia de terror y eso no le gustaba. Los animales podían escucharse correr, incluso sus chillidos se hicieron más fuertes y los pájaros negros volaron de los árboles provocando un escándalo. La piel se le erizó hasta el punto de abrazarse para al menos obtener algo de su calor corporal, sin embargo, no funcionó y ahora se estaba viendo envuelto en una especie de miedo horrible, las miradas aún las podía sentir, pero está vez con más intensidad, los animales no se callaban y menos cuando un grito lo bastante aterrador se dejó escuchar en medio de la helada oscuridad.

—¡Es Kyungsoo!— Jongdae salió del lugar corriendo.

Pero Jongin no podía moverse, el grito volvió a escucharse pero está vez más horrendo, parecía de dolor y a la vez como de auxilio, sus piernas no las podía mover debido a qué las sentía pegadas a la tierra que en esos momentos estaba empezando a mojarse por la lluvia repentina.

—¡Jongin!— Jongdae lo sacudió cómo pudo, parecía asustado y muy preocupado a la vez, solo que el moreno no estaba reaccionando para nada.

Debido a que en su cabeza solo se repetía aquel grito aterrador, parecía como si fuera una película rayada, la cual solo contenía una misma escena y esa se estuviera reproduciendo constantemente, su cuerpo se puso tan duro que no temió de caerse a la tierra húmeda en busca de un refugio, sin embargo, Jongdae no lo dejó y fue ahí que se dio cuenta que su padre le estaba robando más energía, su rostro poco a poco perdió su característico color y así como observó momentos antes a Jongdae perder el brillo y toda su tranquilidad, a él le pasó lo mismo, solo que algo iba mal y poco a poco la oscuridad se intensificó hasta el grado de que le causaba un dolor inexplicable y gritó por no poder hacer nada en esos momentos, las lágrimas pronto fueron derramadas a modo de impotencia, su cuerpo no estaba reaccionado y el dolor que le causaba la helada oscuridad le dio la bienvenida para que abandonara su cuerpo como si este no sirviera.

Y Jongdae lo noto, así que hizo lo mejor que pudo en esos momentos y fue rezar a un ser que solo se encontraba en el infierno, su padre podía quitarle la energía a Jongin, pero Jongdae podía protegerlo de esa manera y gracias al libro que guardo tan celosamente ahora podía ver cómo el cuerpo de su pequeño hermano iba perdiendo todo rastro de dureza, dándole paso a un descanso que se merecía después de todo ese horrible día.

—Espero que todo esto termine ya.— gruño por lo bajo, escuchando a lo lejos el grito angustiado y adolorido de Kyungsoo. —Aguanta un poco más, ya voy.— cerró sus ojos con impotencia.

Su corazón se sentía presionado, pero ahora el más importante era Jongin y por una vez quería tener otra vida, que claramente no fuera esa. Afortunadamente en los libros que le había robado a su padre, podía encontrar una solución rápida o si no tendría que vender su ya maldita alma a quien menos quería y sí, se refería a su propio padre.

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