Capítulo 5: Sueños frustrados
Existían algunos sueños que se volvían realidad, realidades que se volvían sueños. También, pesadillas que parecían sueños, para convertirse en realidades.
Dahyun era apenas una niña que amaba la fantasía, leyendo cuentos en los periódicos o escuchando historias por la rae, debido a esto creía que el amor que existía entre sus padres era como en los cuentos de hadas, imaginando que su hogar era un castillo mágico y abundante de alegría. Ella se mantenía en el momento donde la fragilidad de su infancia seguía siendo estable.
Era tan, tan feliz, su personalidad y forma de actuar reflejaba hasta cierto punto lo que sus padres habían construido, porque sí, ellos eran una parte influyente de su persona. Una sonrisa encantadora que dirigía hacia las personas era la más conocida en la zona. Y también, la más olvidada.
No obstante, nunca creyó que la pequeña burbuja que había creado explotara la noche de su cumpleaños, cuando los escuchó discutir por primera vez, noche en la que su hermano de tan solo dos años lloraba por los gritos de sus progenitores, preguntando debajo de las sábanas por qué los monstruos soltaban gruñidos con las voces de su mamá y de su papá.
Para ese momento, cuando apretaba con fuerza la esquina de su suéter, cerrando los ojos y teniendo a su hermano acostado frente a ella, no supo qué responder, porque solo tenía doce años y se hacía la misma pregunta.
No había tiempo para hacer preguntas, eso decía JiEun. No tenían que entrometerse, decía Jooheon. Sé una buena hermana mayor y hazte cargo de tu hermano, dijeron ambos.
A partir de ese entonces Dahyun procuraba que su hermano ignorara lo que sucedía en el mundo de los adultos, que no escuchara el llanto de su madre ni las quejas de su padre, porque él no tendría que salir lastimado como ella lo estaba al pasar los años, prefería cargar con todo y llevar de la mano YoonGi, a que este también cargara con un gran dolor en el corazón.
Sin embargo, al crecer en ese ambiente, YoonGi entendía que su familia tenía una grieta, podía verlo, escucharlo y también sentirlo. Él siendo tan pequeño, quería poder cuidar de su hermana mayor también, era cierto que se peleaban por cosas insignificantes y se molestaban el uno al otro, pero había un lazo que los unía y al mismo tiempo los animaba a seguir para continuar disfrutando de esas cosas tan pequeñas que los hacía reír.
Ellos eran un equipo y el amor que se tenían era un escudo que los protegía para poder continuar.
Esa tarde, después de la escuela únicamente se encontraban ellos dos disfrutando un momento de tranquilidad, YoonGi se encargaba de la limpieza y Dahyun de la cena, era cuidadosa porque algunas veces quedaba muy salada y terminaban por desecharla, por otro lado, encontraba entretenida esa tarea, a YoonGi le encantaba que su hermana mayor cocinara, todo le parecía delicioso y su plato siempre estaba caliente, además, eran más divertidos.
ㅡLo que estás cocinando huele muy bien noona, podría comerme la olla enteraㅡ comentó desde la pequeña sala.
ㅡSi estuviera cocinando un zapato dirías lo mismoㅡ le respondió en un tono divertido.
ㅡUhg, no. No creo que los zapatos sean deliciosos con zopa.
ㅡOtra vez confundiendo las palabras, se dice sopa no zopa.
El pelinegro se detuvo un momento con la escoba en la mano ㅡLo dije bien y es lo mismoㅡ concluyó.
ㅡLo que tú digas, duende inteligente. ¿Por qué no intentas cocinar algún día? Tal vez hasta puedas hacer una deliciosa "zopa".
Por un momento, el pelinegro se quedó observando a su hermana cortando unas verduras, hizo una mueca al imaginarse a sí mismo haciéndolo ㅡ. No gracias, hacer comidita no es lo mío.
ㅡApuesto a que cuando tengas a alguien especial querrás hacerle comidita y también darle besitos en la mejilla. Asíㅡ sus labios se abultaron para simular besos al aire.
Las pálidas mejillas de YoonGi se encendieron en un adorable rojo que llegaba hasta sus orejas ㅡ¡Noona, no digas esas cosas!ㅡ con una expresión de asco salió huyendo de la sala, incapaz de imaginarse con una persona.
Dahyun soltó una carcajada, preguntándose internamente cómo sería su hermanito unos años más tarde, siendo un muchacho dulce y romántico con su persona especial, tan solo esperando que los patrones no llegaran a repetirse.
Frunciendo el entrecejo, detuvo un momento lo que estaba haciendo, momentos después sintió la vibración de su celular, la actitud que segundos antes tenía había cambiado por completo tras leer el mensaje de texto, la sonrisa cayó lentamente hasta quedarse como una fina línea, apretó el aparato contra su pecho y continúo con lo que hacía.
ㅡ¡Mira noona! Hice un barco con una hoja que encontré afuera, navega muy rápido y... ¿Dahyun noona? ¿Qué pasa?
La pálida parpadeó un par de veces para aclarar su vista y ver al menor con el dichoso barco ㅡ. Ve a lavarte las manos YoonGi, tenemos que cenar.
El menor no dijo nada, solo vio la hora y entendió que pronto llegarían sus padres y la mesa debería estar servida. Él se encargaba de poner los platos y acomodar las sillas, después, tal vez su madre los lavaría para no tener que conversar con su padre, el cansancio haría el trabajo después.
ㅡ¡Ya estoy aquí!ㅡ anunció JiEun, llevando una bolsa en su hombro que llevó hasta la cocina, guardando las cosas en la alacena.
ㅡVoy a servir la cena.
La mayor asintió y fue directamente a la mesa, donde ya estaba YoonGi, éste mismo le sonrió al verla porque a pesar de todo, era su madre y la quería, de la única forma en la que un niño puede apreciar a una madre. JiEun, lo observó por unos momentos antes de que Jooheon llegara también, saludó sin darles mucha atención para sentarse y ver como su hija mayor comenzaba a servir.
ㅡHoy mi noona se esforzó mucho en esta cena, dijo que era por una ocasión especial.
ㅡ¿Ocasión especial?ㅡ murmuró JiEun.
ㅡNo digas tonterías YoonGi, nunca dije eso.
El pelinegro alzó los hombros con desinterés, porque claramente había escuchado a la adolescente murmurar aquello.
El silencio que caracterizaba el hogar de la familia Min se presentó, únicamente los utensilios chocando con los platos y demás, hasta que, por algún motivo el pálido se dirigió a su hija.
ㅡ¿A qué universidad irás, Dahyun? Tengo entendido que los exámenes comenzarán el próximo año.
ㅡYo... ㅡ la pregunta de su padre la tomó desprevenida, dejando de inmediato la cuchara a un lado.
ㅡDebes elegir algo que te sustente. No importa la universidad que eligas, siempre y cuando no nos decepciones. La hija de Namhee estudiará leyes, la sobrina de Yeondu medicina ¿no sería bueno que aspires a una carrera similar? Alguna ingeniería.
ㅡMe gustaría... estudiar gastronomía.
El interés del adulto pareció disolverse, siendo reemplazado de inmediato con una expresión mucho más sería. De repente, una mueca llena de gracia cruzó su rostro ㅡ¿Piensas poner un puestito de arroz? Con la comida que haces, dudo que consigas algo.
ㅡNo, pero para eso voy a estudiar, me esforzaré mucho y voy a mejorar en la cocina...
ㅡ¡Oye! ¿Cómo te atreves a contestarme?
ㅡ¡Iré a estudiar a Seúl y me convertiré en chef profesional! Tendré mi propio programa y...
ㅡ¡Min Dahyun! ¡¿Quieres avergonzarnos?!
ㅡMe estoy volviendo locaㅡ dijo JiEun antes de retirarse de la mesa, dejando su plato de comida a medio comer.
YoonGi permanecía sentado, a punto de terminar su cena, podía ver el enojo formándose en el rostro de su padre e incluso, en el de Dahyun, pero la diferencia era que en el de ella había lágrimas que la hacían ver vulnerable.
ㅡOlvida ese absurdo sueño y hazme caso. Algún día me lo agradecerásㅡ dijo antes de levantarse también, yéndose a la sala y teniendo la última palabra.
ㅡNoona... ㅡ llamó YoonGi con preocupación. Sin embargo, Dahyun no le hizo caso y salió de la casa siendo ignorada por el hombre que comenzaba a ver un partido ㅡ. A mí sí me gusta tu comidita...ㅡ susurró, por último, observando el plato vacío que estaba frente a él.
El peso que comenzaba a caer en los hombros del menor lo hizo tambalear, tanto, que se bajó de la silla. Él fue quien terminó levantando los platos, después de eso fue a acostarse porque ahora el peso estaba en su pecho, como si tuviera una pequeña piedra ahí, solo se tomó un momento para pararse y observar por la ventana de marco azul, a su hermana que seguía sentada en un banquito con la cabeza gacha.
Quizás su hermana también tenía una piedra en el pecho que la hacía tambalear y por eso necesitaba sentarse allí, o eran las actitudes de sus padres y las mismas palabras las que se volvieron una piedra y la golpearon hasta hacerla sentir de esa forma. Estaba lastimada, él también, las grietas estaban creciendo un poco más.
YoonGi ya no quería sentir más grietas, ni piedras, ni caídas.
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