Capítulo 4: Héroe de la felicidad
Las mañanas en la escuela no eran las favoritas de YoonGi, ni los recreos o almuerzos, la escuela en general le aburría. Aunque en ocasiones, más de las que le gustaría, prefería al pequeño establecimiento lleno de niños ruidosos y tontos que a su propio hogar.
YoonGi nunca podría decirlo en voz alta, pero en sus pensamientos y en las anotaciones de su diario habitaba la pequeña satisfacción de permanecer fuera de casa donde su madre de presencia ausente y su intimidante padre no estaban, puede que el ruido no era de su total agrado o el desorden, pero era diferente al desolado ambiente que lo rodeaba donde debería sentirse seguro; la voz de su profesor explicando algún acontecimiento histórico era preferible a los regaños de su padre, así lo veía, como un escape de su gris realidad, en que la protagonista era la soledad.
La imaginación de YoonGi le permitía ver a la soledad como una dama que usaba un vestido muy largo, atrayendo al pequeño de siete años en su enorme falda azul, absorbiendo sus lágrimas mientras sonreía y tarareaba una cancioncita especial. Por un momento se preguntó si había más niños abrazados a ella, buscando ser protegidos en la oscuridad y en el silencio.
Y efectivamente, había un niño de seis años que se abrazaba con fuerza a la gran falda azul al otro lado.
ㅡMin YoonGi. Felicitaciones.
La voz de la profesora regresó al pálido de sus pensamientos, dejando la hoja puesta en su pupitre continúo entregando el famoso examen, en la esquina podía ver un enorme diez en rojo que destacaba, al mismo tiempo escuchó los lamentos de sus compañeros que muy seguramente lo habían perdido.
Había obtenido la nota más alta en su salón en el examen más difícil, pronto una pequeña sonrisa surgió en sus labios. Se había esforzado estudiando porque se trataba de una prueba importante, escuchó algunos murmullos detrás de él que lo acusaban de tramposo, llamándolo cerebrito y presumido, cuando YoonGi no había soltado una sola palabra.
ㅡ¡Deja de sonreír como tonto, Min! Tener notas altas no te hace una persona superior.
ㅡNo soy una persona superior, soy responsableㅡ respondió en voz baja.
ㅡ¿Dijiste algo, cerebrito?
El pelinegro se volteó lentamente, aprovechando el cambio de profesores para sacarle la lengua al niño que lo veía enojado. La maestra ingresó al salón y todos tuvieron que quedarse quietos, YoonGi satisfecho esperó la hora de la salida, no faltaba mucho, pero sentía los minutos eternos y el día no parecía avanzar con el inicio de la clase de filosofía, con la maestra que incluía sus creencias religiosas en cada tema.
ㅡRecuerden mis niñosㅡ comenzó la maestra, recibiendo más de un suspiro agotado ㅡNuestro señor es el único que tiene la verdad, los seres humanos no somos más que siervos en su campo, sigamos su palabra y lo sabremos todo, hay muchos filósofos cristianos, si leen podrán comprender queㅡ y la campana sonó en toda la escuela, la mayoría de los niños celebró y la joven maestra solo se resignó a guardar sus cosas.
YoonGi fue el primero en tener todo listo, aguardando por el abrir de la puerta de madera para salir a esperar a su hermana en la estación de buses, finalmente la maestra abrió la puerta y todos salieron corriendo, escuchó los planes de sus compañeros para jugar en las maquinas del señor Choi, o para robar los mangos de la anciana Yeom, sintió por unos segundos una punzada de envidia.
Ignoró esa sensación y continúo con su plan original.
Caminó por el pequeño pasillo que lo llevaba a la salida, las gradas eran pequeñas y él amaba contarlas cada vez que bajaba y subía. Sostuvo con bastante fuerza los tirantes de su mochila y comenzó a bajar.
ㅡUno... ¡Ahh!
Habría contado seis escalones, pero solo llegó a uno porque sintió un empujón y cayó rodando lo restante, escuchó risas a su alrededor y una que otra niña se veían preocupadas, más nadie lo ayudó ni se acercó para saber si estaba bien.
ㅡ¡Ay, no! ¡Min YoonGi se cayó! Ojalá no se le haya revuelto el cerebro.
YoonGi seguía postrado en el suelo, boca abajo con su mejilla en la tierra sintiendo pequeñas piedras raspar su piel, se mantuvo callado y no dio ninguna respuesta porque sabía que si abría la boca iba a sollozar, las risas de sus compañeros empezaron, pasaron a un lado de él tirándole tierra o casi pisándolo, solo hasta que sintió que se había ido fue que se levantó.
Varias personas lo veían y susurraban cosas entre ellas, la preocupación en sus ojos no parecía real porque de ser así, habrían ayudado al niño de siete años que había sido lastimado y burlado.
ㅡEstá bien YoonGi, mejor apresúrateㅡ se sacudió la ropa llena de tierra y también el cabello, contó hasta cinco y a una cuadra de su escuela encontró a su hermana.
La pelinegra caminaba cabizbaja, a pasos muy lentos que no parecía andar, YoonGi volvió a alegrarse y levantó su mano para que notara su presencia.
ㅡ¡Dahyun noona!ㅡ gritó, logrando llamar la atención de la mayor.
La pelinegra levantó la mirada cambiando totalmente las expresiones de su rostro, las comisuras de sus labios se levantaron junto a sus ojos más atentos, levantó su mano izquierda y le saludó con alegría.
ㅡ¡YoonGi! Mocoso ¿Por qué tardaste tanto?ㅡ le preguntó, fingiendo un tono de voz molesto.
El menor disminuyó la velocidad de sus pasos al recordar el incidente, ocultó sus manos y se quedó quieto como si eso pudiera evitar que su hermana se diera cuenta de lo sucio que estaba. Extrañada, la mayor se acercó para ver la tierra que estaba la ropa del pelinegro, su cabello desordenado y los raspones que estaban en sus piernas y brazos, hasta su mejilla izquierda tenía una herida.
ㅡ¿Qué te pasó YoonGi? No me digas que te peleaste, seguro perdiste.
ㅡMe tienes muy poca feㅡ cruzándose de brazos le sacó la lengua ㅡNo me meto en peleas, pero de ser así hubiera ganado, soy muy fuerte noona. ¡Solo me resbalé de las gradas cuando salía! Sabes que soy muy torpe.
La pelinegra entrecerró sus ojos para verlo atentamente, sabía que cuando su hermano mentía o estaba nervioso jugaba con el lóbulo de su oreja, más no lo estaba haciendo, hasta se veía emocionado. ㅡ¿Entonces qué tienes? Estás... raro.
Los ojitos gatunos del pelinegro se expandieron al recordar la razón principal de su prisa, se quitó la mochila de la espalda y sacó la hoja perfectamente doblada que guardaba dentro de un cuaderno, la extendió y la alzó hasta su hermana ㅡ¡Mira, obtuve un diez! La maestra me felicitó, me esforcé mucho estudiando y conseguí un diez, como los que tú tienes.
ㅡWoow, que inteligente eres Min YoonGi, uhm, pienso que esto merece un premio por tu esfuerzo.
Los ojos del menor brillaron entre la curiosidad y la emoción, podía imaginar que su hermana le daba un caramelo o un abrazo, pero no esperó ser tomado de la mano para caminar al otro lado de la parada de buses, sin decir nada solo siguió a la pálida, mirando hacia todos lados para grabarse el camino. En un momento se detuvieron frente a una tienda de juguetes.
El paraíso de todo niño era una juguetería llena de colores, tamaños y variedades. Para YoonGi era mucho más significativo, porque él no tenía juguetes, los pocos que tenía eran antes de su hermana, sin color o sin una pieza.
ㅡVamos YoonGi.
Sin rechistar, la siguió hasta dentro, soltó su mano y anduvo por los pasillos, cuando quería tomar uno inmediatamente lo dejaba al ver el precio ¿De dónde sacaría tanto dinero? La figura de acción de las tortugas ninja era bonita, con un color brillante rojo y su cuerpo verde, hasta emitía sonidos, pero no podía llevárselo. Comenzaba a entristecerse hasta que llegó a la sección de peluches, Dahyun estaba detrás de él, aunque distanciada, veía también los juguetes y se lamentaba cuando veía a su hermano dejar algo que le gustaba por el precio, era tan pequeño y sabía perfectamente su situación económica, solo porque sus padres se lo recordaban cada que podían para recordarles que les debían cada gota de sudor.
ㅡSi no te gusta nada podemos ir por un helado.
ㅡ¡Tarán! Voy a llevar este.
La pelinegra frunció el entrecejo al ver el oso negro de mejillas rojas, tenía los ojos disparejos y una sonrisa muy grande, le causó gracia y a YoonGi pareció agradarle su reacción. ㅡ¿Estás seguro? Luce...
ㅡ¡Es Kumamon! Y se ve estúpido, por eso lo quiero.
ㅡ¡Mocoso! No tienes que usar esas palabrasㅡ le dijo para caminar hacia la caja, donde pagó y todavía le quedó para un par de caramelos que compartió con el menor.
ㅡPero tú las usasㅡ murmuró entre dientes antes de seguir a su hermana. Salieron de la tienda y no podía estar más feliz con su nuevo peluche.
Ese día llegaron a casa y YoonGi tuvo que ocultar su peluche en la mochila, guardándola debajo de su cama para ir a mostrarle sus calificaciones a sus padres, no lo felicitaron, en cambio, lo incitaron a conseguir siempre notas similares, diciendo que de esa forma logaría ser alguien en la vida. Los números lo eran todo, pero YoonGi no estaba de acuerdo con eso.
Al caer la noche el pálido se estaba preparando para irse a dormir, con el curioso oso a un lado cuando escuchó unos gritos en el patio, sabía que eran de sus padres, estaban discutiendo y después escuchó la voz de su hermana que les pedía calmarse.
Acostumbrado a estas escenas cerró los ojos, cantó una canción en su mente para silenciar el ruido del exterior, abrazó con fuerza al oso y cuando estaba consiguiendo el sueño creyó que todo había terminado, pero un sollozo lo exaltó. Era Dahyun.
Con mucho cuidado salió de su habitación, podía sentir la frialdad del suelo en sus pies descalzos, llegó al patio y encontró a su hermana en la entrada llorando.
ㅡ¿Dahyun noona? ¿Por qué lloras?
La pelinegra se exaltó por la repentina aparición de su hermano, se limpió las lágrimas y negó, YoonGi entendió que no diría nada.
ㅡHace mucho frío aquí afuera, vamos adentro a dormir, si no puedes yo voy a contarte un cuento para que te aburras y te duermas.
La pelinegra sonrió por la gracia, entonces se acercó a YoonGi para ver el peluche en sus brazos.
ㅡ¿Te gusta mucho tu oso?
ㅡ¡Sip! Ahora es mi mejor amigo.
ㅡ¿Y qué pasa conmigo, YoonGi?
ㅡTú eres la número uno, mi mejor amiga y lo mejor de todo, mi hermana.
En cuanto soltó tales palabras, Dahyun soltó un par de lágrimas junto a una sonrisa que se transformó en una risa, una feliz y YoonGi la acompañó, decidiendo que siempre haría feliz a las personas que amaba.
¡Gracias por leer!
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