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Capítulo 3: Lección del día

El constante choque de sus zapatos era el único sonido audible en el comedor, moviendo la cabeza en diferentes direcciones para intentar sacar las voces de sus progenitores, esas que sonaban de forma distorsionada y grave, entre gritos exagerados que lo tenían temblando.

La mesa estaba vacía, siendo JiMin el único que se daba la libertad de desayunar un poco de cereal antes de recibir al señor Lee, esperando que fuera suficiente para mantenerse atento durante toda la lección.

Detuvo los movimientos de su cabeza para observar su plato y seguidamente, escuchar el gran sonido del reloj que marcaban las seis con cuarenta y cinco minutos. Era la hora en la que la mayoría de los niños como él iban a la escuela. JiMin sabía que existía un establecimiento llamado escuela, sin embargo, cuando le preguntó a su madre si él también podía ir como los demás, ella solo se burló.

Alegando que la educación en esos lugares era mediocre y que no permitiría que su hijo se rebajar de tal manera. Después de esa burla, la tristeza en el castaño no fue suficiente para detener el enojo de Yuna al sentirse ofendida por las insinuaciones de su hijo, había tomado aquél objeto que había empezado a formar parte de las pesadillas del menor para golpear su brazo tres veces, con fuerza, causándole moretones que ahora eran verdes, escondidos bajo su suéter negro.

ㅡMamá te quiere JiMin, pero te portas mal y eso la pone triste, cuando está triste se enojaㅡ se dijo así mismo, con su suave voz perdiéndose en la soledad del comedor, tratando de convencer a su corazón de que su madre lo lastimaba para apaciguar esa inquietante tristeza.

Prefería pensar que su padre a veces no escuchaba por que su estatura era pequeña, por lo que sus llamados no llegaban a oídos del adulto, que esa era la razón por la cuál nunca tenía una respuesta inmediata, su padre no lo ignoraba, cuando finalmente lo escuchaba y volteaba con fastidio o aburrimiento no era porque se trataba de él. por supuesto que no, la causa de ese estrés era el demandante trabajo del hombre, no JiMin.

Empujaba esos pensamientos y los reemplazaba con escusas que él mismo se daba. Su madre, Yuna, lo quería y por eso cometía cosas que lo lastimaban para que fuera un futuro hombre recto y no un vagabundo como los que veía en la calle, además JiMin tenía que respetar a sus padres porque gracias a ellos tenía un casa donde vivir, tal vez con rincones de castigo que lo atormentaban, pero estaba bien, así era como tenía que aprender. De esa forma recibiría más sonrisas efímeras cuando el señor Lee comentaba su avance, si se comportaba como sus padres dictaban podría tener los ojos de Donghyuk sobre él.

La comisuras de sus labios comenzaron a subir lentamente hasta lograr formar una sonrisa, brillante y llena de ilusión.

ㅡJoven Park, es mejor que se diriga a su espacio de estudio, pronto vendrá el señor Leeㅡ le comentó la señora Yeo, la única empleada de la casa que tenía cercanía a él debido a que se encargaba de sus cuidados, ella a diferencia de los otros, nunca se había burlado del castaño, pero nunca decía nada.

ㅡEnseguida voyㅡ le dijo amablemente, a lo que la anciana asintió antes de retirarse.

JiMin bajó de la silla con cuidado, planchó con ayuda de sus manos sus pantalones cortos, ajustando su suéter de botones para caminar hacia su lugar de estudio, ahora era una habitación diferente a la que tenía y hace un año, está tenía una gran mesa cuadrada con dos sillas, habían dos ventanas, un estante de libros viejos en la pared y un rincón que era aún más oscuro y frío que el anterior. Se quedó parado a un lado de la mesa en espera de su tutor.

El señor Lee tenía cerca de cincuenta años con nariz punteaguda, era un profesor con un gran título y bastante reconocido, daba clases en una universidad y siempre había trabajado con jóvenes y adultos, nunca antes con niños hasta que fue contratado por los Park, por esa razón no tenía tacto con el castañito, tampoco era como si lo intentara.

La puerta de dicha habitación se abrió mostrando al tutor, JiMin hizo una gran reverencia hasta que le indicaron que se sentara. La lección de primera hora sería la más larga. JiMin había dominado de forma sorprendente las matemáticas y sus ramas, así como la física, pero seguía con una leve desventaja con las demás materias, pese a que eso no fuera tomado -sorprendentemente- en cuenta por sus padres, había algo en su interior que comenzaba a exigir que igualara sus niveles de aprendizaje.

ㅡLa tarea que dejé ¿la terminó?ㅡ dijo el hombre, colocando sus lentes de marco negro para darle una mirada al menor.

El castañito asintió ㅡSí profesor Lee.

Con una ademán el hombre le indicó que la trajera hacía él, entonces JiMin corrió por su carpeta para entregarle las hojas de los ejercicios de cálculo que le había dejado, impaciente de las reacciones del mayor al pasar hoja por hoja, dándole el visto bueno a todas hasta que llegó la siguiente.

Su tarea de literatura.

ㅡ¿Qué es esto?ㅡ preguntó con burla en la mirada.

ㅡEl ensayo que me pidió, profesor Lee.

ㅡEsto no es lo que pedí Park, es más, parece un cuento bastante mediocre, ¿qué es esto de "Mamá Yuna ama a JiMin"?ㅡ leyó el supuesto ensayo, solo entonces JiMin se percató que lo que leía no era su ensayo, si no su cuento secreto.

Había escrito mientras hacía su tarea una pequeña historia, una donde JiMin era amado incondicionalmente por sus padres, llenado de besos y abrazos dulces junto a una ilustración, un pequeño que pensaba en ocasiones. La mente inocente de JiMin se quedó en blanco, estético al ser burlado por su profesor con algo tan íntimo como sus anhelos.

ㅡP-por favor no se burle.

ㅡ¡Que no burle! Más que burla es lástima, cómo un niño puede ser tan egoísta para exigir que sus padres le den atención cuando están ocupados en mejores cosas, no tienen tiempo para acudir sus berrinches Park. Entienda eso.

Una carcajada más estalló en los labios del adulto que tiraba la hoja como si no tuviera ningún valor al suelo, pisandola por accidentalmente, para tomar uno de las tazas que descansaban en un mueble.

Los ojos del castaño se abrieron, su voz se perdió por un segundo antes de gritar ㅡ¡No es un berrinche!

Cuando el hombre llevaba la taza a sus labios se detuvo, volteando lentamente a su dirección y JiMin se arrepintió.

ㅡLo siento, lo siento no fue mi intención, no quise gritar, no quiseㅡ negó haciendo sus reverencias, temiendo por el silencio que le otorgaba el adulto.

ㅡPitagóras decía: "Educa a los niños, y no será necesario golpear a los hombres" ¿sabe por qué Park?ㅡ dejando la taza se acercó hasta la mesa, tomando su reglón de madera para apuntar al menor ㅡLa educación hace al  hombre, los niños como usted son ignorantes e irrespetuosos, por eso necesitan ser correctamente educados para ser sabios en el futuro.

JiMin veía el reglón en sus manos con miedo, pero se calmó cuando por la puerta entró su madre.

ㅡProfesor Lee ¿qué es lo que está haciendo?ㅡ preguntó al ver al castaño casi implorando perdón.

ㅡBuenos días señora Park, acontece que buscaba darle una lección al joven, me ha faltado al respeto y se ha burlado de ustedes.

Dichas palabras llamaron la atención de la fémina, acercándose de inmediato le preguntó a su hijo ㅡ¿Haz hecho eso, JiMin?

ㅡNo, fue un accidente y nunca lo haría... solo ha sido un error.

ㅡ¿Un error?ㅡ repitió ella ㅡNunca tienes que cometer un error, te vuelven estúpido e inútil, JiMin ¿cuántos cometiste ya, eh?ㅡ su uña pintada de rojo apuntó su pecho, enterrando el filo como siempre lo hacía.

El profesor le entregó a Yuna una hoja arrugada y sucia, los sentidos del pequeño volvieron a desconectarse al presenciar la expresión de horror que mostraba su madre.

ㅡTienes pensamientos egoístas contra tus propios padres JiMin, no pareces satisfecho con todas las comodidades que te ofrecemos ¿solo piensas en llamar la atención de tus ocupados padres? ¡Por favor! ¿Y a esta monstruosidad le llamas dibujo?ㅡ con un bufido comenzó a romper la hoja en pedazos, con sus ojos clavados en el menor que quería llorar.

JiMin apretaba entre sus manos su Suéter y entre dientes, su labio inferior que amenazaba con soltarse para liberar el llanto contenido. Tenía que dar una respuesta para no hacerla enojar más, lo sabía.

ㅡPero, mamá...

Yuna gruñó ante su balbuceo y le quitó el reglón al profesor para tomar la muñeca del niño, destapandola del suéter. Habían marcas verdes aún pero no le importó.

ㅡ¡Responde correctamente JiMin!

El primer golpe lo hizo llorar.

ㅡ¡Lo siento, lo siento!

El segundo golpe le robó un sollozo.

ㅡ¡No quise responder, no fue mi intención!

En el sexto golpe notó una pequeña cortada hecha por la tabla, el insoportable dolor acompañaba sus sollozos ahogados al momento de sostener su frágil muñeca contra su pecho. Sin saber que más hacer se arrodilló.

ㅡLo siento, lo siento, lo siento, lo siento...

Con la respiración errática la mujer le devolvió el reglón al maestro, que ignorando lo ocurrido le agradeció.

ㅡLamento que haya perdido su tiempo esta mañana profesor Lee, amablemente le pido que se retire por este día lleno de inconvenientes.

ㅡTenga un buen día, señora Park.ㅡ con un asentimiento de cabeza la mujer sw retiró, dejando en la habitación al niño arrodillado y al adulto que tomaba su maletín ㅡEspero que sea un hombre sabio en el futuro, Park, ojalá haya aprendido de la lección de hoy.

El señor Lee dejó la habitación también, con el silencio llenado únicamente por la respiración agitada del niño que lloraba en el suelo.

Lentamente se puso de pie, sacudió y planchó sus pantalones, con sus manos también quitó las lágrimas que seguían bajando por sus mejillas. Con cuidado volvió a observar su muñeca mucho más dañada que antes.

En la noche volvieron las pesadillas y el hambre lo atormentaba más, el castigo impuesto por su padre fue negarle su almuerzo, merienda y cena.

Al siguiente día, a la hora del desayuno cuando JiMin comía su cereal con verdaderas ganas, veía con atención su muñeca, llevándola a lo que le rodeaba, a las comodidades que Yuna mencionaba.

Era verdad que tenía lujos, que sus padres se mantenían trabajando para mantenerlos porque era lo que les importaba. Esa misma mañana se dio cuenta de lo mucho que se mentía así mismo sobre al afecto de sus padres, se percató de las mentiras, el engaño que se daba cada día frente al espejo a modo de supervivencia.

Se preguntaba si afuera habían niños que tenían las mismas pesadillas, si también imaginaban platos cuando los castigaban o si debían curar sus muñecas después del enojo de sus padres ¿acaso había algún niño siendo feliz? Si era así, se alegraba por él.

ㅡLo siento.

Antes de que el reloj anunciara las siete bajó su manga caminando hacia el salón, dispuesto a continuar sus lecciones, ignorando el hecho de que se había pedido perdón a él mismo.

¡Gracias por leer!

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