Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

Epílogo

Aviso: Fluff excesivo

...

Todo se sentía emocionante y nuevo para Levi, aunque Hange insistiera en que parecía que Erwin y él llevaran años casados. De todos modos, su reticencia y su dificultad a la hora de expresar sus sentimientos no habían desaparecido de la noche a la mañana. Nunca había sido tan feliz, aunque no fuera a decirlo en voz alta. Tal vez no era necesario. Tal vez Erwin lo leía en sus ojos cada vez que le robaba una mirada desde el otro lado del salón, o tal vez lo sabía porque él sentía exactamente lo mismo.

    Los días seguían pasando, en medio de la rutina en la que habían caído desde el inicio del confinamiento. Poco a poco bajaban las cifras de contagios, se relajaban algunas restricciones, pero aún había que pararse un segundo a pensar si era martes o domingo. Eventualmente, Erwin volvió de forma presencial a su trabajo. Las nuevas oficinas, adaptadas a los protocolos sanitarios, estaban algo más lejos que las antiguas, y muchas veces no tenía tiempo para volver a casa en la pausa de mediodía. A excepción de un par de veces que le había llevado la comida y habían pasado el descanso juntos, Levi no le veía hasta la noche. Llegaba demasiado cansado, y se limitaban a hablar durante la cena y a dormir en la misma cama.

    -Deberíais mudaros juntos-sugirió Hange, que venía a hacer compañía a Levi a la hora de la comida porque el museo sí estaba cerca de casa-. Os echaré de menos, claro. Pero los fines de semana estoy de sujeta velas. Necesitáis privacidad y seguro que podéis encontrar un apartamento más cerca de las oficinas y libre de Zeke.

    -¿No es muy pronto...?-preguntó Levi, sin levantar la vista de su plato.

    -¿Pronto? Llevas años conviviendo con él, Levi. Va a salir bien. Es decir, hace como un mes que estáis saliendo oficialmente, ¿no? Pero es solo el primero de muchos. De aquí a unos años, estaréis casados y con tres gatos. ¿Te lo imaginas? Ya te veo, con un anillo en el dedo y limpiando bolas de pelo de las alfombras...

    -Se lo diré. Lo de mudarnos juntos-aclaró Levi, jugando con un mechón de su pelo para tratar de ocultar el rubor de su rostro-. Sólo deja de montarte películas, cuatro ojos. Pero me sabe mal. He estado trabajando de limpiador en un par de sitios, pero no gano lo suficiente, y no quiero que Erwin tenga que pagarlo todo siempre. Sé que le gusta comprarme cosas y todo eso, pero me sabe mal no poder hacer lo mismo por él...

    Esa misma mañana, Erwin le había pedido que fuese a buscarle a la salida del trabajo, porque quería llevarle a cenar y mostrarle algo. Levi estaba seguro de que le iba a dar otra sorpresa, lo cual le hacía sentirse abrumado y expectante, pero también frustrado porque él nunca había sido tan generoso o detallista. Demostraba lo que sentía en el día a día, ya fuera en la cama, obligándole a hacer reposo, a pesar de que su brazo ya estaba mucho mejor, o esforzándose por prepararle la comida, a pesar de sus nulas dotes culinarias. Erwin lo demostraba de todas las maneras posibles. Con favores, con palabras, con regalos, con besos, con notas que dejaba en su mesilla cuando tenía que irse antes de que Levi despertase. Él nunca había sido capaz de expresarse tan bien, o con tanta seguridad. Apenas podía entender la mitad de lo que sentía por Erwin, así que se limitaba a confiar en esa facilidad para entenderse sin palabras que siempre habían tenido, y que ahora parecía mucho más íntima y preciosa que antes.

    Erwin tenía los ojos cansados cuando se encontró con Levi a la salida del trabajo, pero su boca se curvó en una sonrisa nada más verle. Levi tomó de inmediato el maletín de su novio; aún no estaba en condiciones de cargar cosas pesadas durante mucho tiempo. Erwin era testarudo, pero Levi no se quedaba atrás, en especial cuando se trataba de alguien que le importaba.

    -Si piensas cenar fuera hoy, que sepas que voy a pagar yo. Cobré esta mañana.

    -Está bien-concedió Erwin-Cómo quieras.

    Se inclinó y Levi se irguió, de puntillas, retirándose la mascarilla para besarle brevemente. Levi siguió a Erwin, tomado de su mano. Cenaron juntos, poniéndose al día de algunas cosas, porque últimamente apenas habían tenido tiempo ni fuerzas. Levi no dejaba de preguntarse cómo terminaría la noche, aunque tampoco lo mencionó. Erwin había dicho que tenía algo que mostrarle, así que tampoco pudo evitar que su imaginación se fuera en ciertas direcciones. Durante un momento contempló la posibilidad de que Erwin fuese a pedirle matrimonio. Era algo completamente estúpido. Ideas que Hange le había metido en la cabeza, pero que no tenían ningún sentido, porque llevaban solo un mes saliendo...aunque Levi estaba sorprendentemente seguro de que eran tan compatibles como podían serlo, y la relación iba a funcionar.

    Abandonaron el restaurante y se detuvieron en frente de un parque. Era verano y todavía había luz en el cielo, a pesar de que la calle estaba casi desierta a aquellas horas de la noche. 

    -¿Qué es lo que querías enseñarme?-preguntó, impaciente.

    -Espera un poco-Erwin sonrió y se quitó la corbata, vendándole los ojos.

    -¿Otra vez?-preguntó Levi, sin soltar su mano- Sí esperaba que me follaras pero, ¿en un parque...? No parece muy limpio...Es decir, no me opongo si quieres...probar cosas nuevas o lo que sea, pero no pienso desnudarme cerca de un sitio que está plagado de mierda de perro...

    -No es eso...-Erwin rio disimuladamente-Sé paciente, Levi.

    -Te divierte hacerme esto-replicó Levi, frunciendo el ceño bajo la tela de la corbata.

    Caminaron un rato más, y Erwin le ayudó a entrar en el coche. No volvió a preguntar porque sabía que no recibiría sino respuestas que le confundirían todavía más. Su novio era condenadamente retorcido de vez en cuando. Eso lo exasperaba, aunque tampoco lo habría cambiado de haber podido. Lo amaba; esa era una verdad que prevalecía sobre todo lo demás. Se permitió apoyar la cabeza en el hombro de Erwin durante el trayecto, con cuidado, porque su brazo aún no estaba del todo recuperado.

    También quería hablarle, proponerle la idea de vivir juntos que Hange le había sugerido unas horas antes. Extrañaría a Hange, a pesar de sus malas costumbres de no bañarse, meterse en asuntos ajenos y hablar por los codos de cosas que ni Levi no entendía y tampoco le interesaban. Pero también tenía todo el sentido del mundo dar ese paso y, por una vez, quería ser él quién se atreviera a guiar a Erwin.

    Erwin estiró el brazo izquierdo para abrir la puerta del coche, sacando a Levi de su ensimismamiento con una caricia en el pelo.

    -Hemos llegado, amor. No te quites la venda de los ojos, yo te llevo.

    -No me llames así-protestó Levi, agarrando de nuevo su mano.

    Estaba algo inquieto. Los sonidos, magnificados por la imposibilidad de ver, le ponían nervioso porque no era capaz de reconocerlos o ubicarlos del todo. Escuchó una puerta metálica levantándose. Erwin apretó su mano, cariñosamente, al percibir su agitación.

    -Ya casi estamos. Lo siento por tanto misterio. Pensé que sería divertido.

    -No lo es. ¿Puedo quitarme esto ya?

    Dieron algunos pasos más y una segunda puerta se abrió. Erwin se inclinó sobre él y le retiró la corbata del rostro. Levi se frotó los ojos, molesto, antes de dar una vuelta sobre sí mismo y asimilar el espacio que le rodeaba. Era nuevo, pero le resultaba muy familiar...

    -Conozco este lugar-murmuró, para sí-...¿Por qué me has traído a mi vieja tetería, Erwin?

    -Mira bien, Levi. ¿La recordabas así?

    No. No estaba medio demolida, vacía, llena de polvo y cemento, cómo Levi la hubiera imaginado unos meses de su cierre. Cada esquina estaba limpia, los muebles en su sitio, y el tiempo parecía no haber pasado. Pero tampoco estaba exactamente igual que antes. Había algunas sillas nuevas, y el papel pintado había sido renovado. Era el estampado exacto que Levi había elegido cuando estaba haciendo planes para redecorar el local, poco antes de tener que cerrarlo definitivamente. No podía ser, se dijo. No era posible que Erwin hubiera hecho esto por él. ¿Cómo iba a pagarle un favor tan grande? Aquello le superaba. Levi siempre se sentía abrumado y superado cuando se trataba de él...

    -He comprado el local-dijo Erwin, como si no fuera obvio.

    Levi no respondió; no encontraba las palabras.

    -Ya sé lo que vas a decir. Que no hacía falta, que vas a sentirte en deuda conmigo y todo eso. Pero déjame hacer esto por ti, Levi. El negocio sigue siendo tuyo. La situación es díficil para todo el mundo, así que tal vez no hagas mucho dinero al principio. Poco a poco, todo volverá a estar en su lugar. Sé que vas a sacar esto a flote...

    -Es demasiado-interrumpió Levi.

    -No, no lo es. Tengo los medios, así que sería inexcusable que no lo hiciera. Sólo te estoy ayudando, pero todo esto es tuyo. En su momento, luchaste para emprenderlo, lo sacaste adelante y te tropezaste con un obstáculo. ¿Y qué? Sigue siendo mérito tuyo, Levi. De nadie más. Sabes perfectamente que creo en ti, que no es solo palabrería. Si te he ofendido, yo...

    -No digas tonterías. No es eso...Supongo que te estoy tan agradecido que es frustrante. Es...es demasiado, Erwin. No tienes por qué hacer esto por mí. Yo...no puedo hacer por ti ni la mitad de lo que tú haces por mí. Ni siquiera...sé decir cosas bonitas. Y a veces pienso que te vas a cansar de dar tanto y recibir tan poco.

    Levi había pensado que Erwin se reiría de él cuando expresara esa preocupación en voz alta. Pero era necesario, porque llevaba tiempo pesándole en el pecho. Necesitaba ser honesto con él si quería que las cosas funcionaran. Y realmente quería que lo hicieran.

    Erwin no se echó a reír. Por el contrario, pareció entristecerse. Atrajo a Levi hacia sí, apretándolo contra su pecho con el brazo que tenía sano. Muy a su pesar, Levi se relajó en medio del abrazo.

    -Levi...-se inclinó para besarle el pelo-Sé lo que sientes por mí. Para mí está implícito en lo que haces, en lo que dices, en tu manera cuidarme, de mirarme cuando no sabes qué decir...Aunque a ti no te parezca suficiente...es todo cuánto quiero. Te quiero a ti.

    -Yo también. Lo siento-murmuró Levi-Quería preguntarte si...Espero que no sea demasiado pronto...En realidad fue idea de Hange, pero yo...Deberíamos tener un apartamento. Para los dos, Erwin...Uno que esté cerca de dónde trabajas, para que podamos comer juntos y no llegues tan cansado por las noches. Que tengamos más tiempo a solas, todo eso...Sería...conveniente, ¿no? Podrías llevarme a la tetería por la mañana, y así vería a Hange más a menudo. Y no tendríamos que soportar a Zeke. Es sólo una idea, claro. Quizá más adelante...

    -Sí, claro. Nada me gustaría más-dijo Erwin, rápidamente-Tendremos una casa para los dos solos y podré hacerte el amor en todas las habitaciones.

    -Tch, deja de hablar así antes de que cambie de idea-replicó Levi, aunque no le desagradaba la idea-Además, soy yo el que tiene que limpiar después...

    Besó a Erwin bruscamente, mordiéndole los labios, permitiendo que sus manos vagaran por todo su cuerpo, que tomaran de él todo cuánto pudieran abarcar. Tomó su mano y lo arrastró hacia el interior de la cocina. El metal de los electrodomésticos estaba también reluciente, limpiado recientemente y a fondo. Se subió en la encimera de un salto y llevó las manos al cinturón de Erwin.

    -Podemos empezar aquí-murmuró, con un tono casi feroz. Casi no parecía la misma persona que hacía tan solo unos minutos había expresado reticentemente sus inseguridades-¿Estás cansado? Porque no quiero...no creo que pueda esperar a llegar a casa.

    Habían tenido demasiado ganas y muy poco tiempo. Y ahora estaban a solas, y él lo deseaba, y esperaba que Erwin también lo deseara en la misma medida.

    -Espera, no...-volvió a bajarse de la encimera, indeciso- Antes de nada quiero chupártela, así que súbete tú...

    -¿No puedo sentarme en una silla?-alcanzó a preguntar Erwin, entre beso y beso-Ya no soy tan joven, no quiero arriesgarme a perder el equilibrio y...

    -Haberlo pensado antes de dejar que te cayera encima una puta estantería y te hiciera mierda el brazo. Y además, acabas de cambiar la tapicería. No quiero que se manche nada-replicó Levi, metiendo la mano dentro de sus bóxers, descaradamente-No vas a caerte. Estoy seguro de que puedes aguantar esto...¿no? A no ser que quieras que te deje con las piernas temblando...porque si tú me lo pides, yo...

    Erwin apoyó las manos en la encimera de la cocina y le miró desde arriba, mientras Levi le bajaba los pantalones por completo. No era necesario, pero quería acceder a sus muslos por debajo de la tela, besarlos, pasar la lengua por ellos, y posteriormente por su miembro, desde la base hasta la punta, despacio, sin detener el agresivo contacto visual con su novio. Tenían todo el tiempo y la intimidad del mundo, y pensaba aprovechar para saborear su piel como no había podido hacerlo en semanas.

    Él mismo no se creía lo confiado que se había vuelto en aquel ámbito. Allí no había inseguridad alguna, porque los dos luchaban por ser quién más hacía para lograr el placer del otro, o quizá eran una misma cosa. Era un combate igualado en el que ambos salían ganando. Pocas veces se había sentido Levi tan poderoso como entonces, escuchando su propio nombre abandonar los labios de Erwin una y otra vez, sonando casi como una plegaria. "Levi, Levi, Levi..." Nunca había sonado tan bien, nunca había estado tan agradecido de llamarse así.

    Erwin se contuvo para no agarrarle del pelo. Si hacía eso, su otro brazo, todavía lesionado, podría no aguantar el apoyo. Se caería encima de Levi y sería todo un desastre. De todos modos, estaba a punto de correrse, y quería detenerle porque se negaba a permitir que la noche terminase allí para ellos. Quería pensar, contrarrestar la impaciencia y la urgencia de Levi con un poco de sentido común. Levi no se lo estaba poniendo nada fácil.

    Pareció leer sus pensamientos y se detuvo, sin embargo. Hacía unos segundos, lo había tomado hasta el fondo de su garganta, llegando a su límite. El vello rubio que Erwin tenía entre las piernas le hacía cosquillas en la punta de la nariz. Levi también había mejorado mucho en eso, aunque todavía le hacía lagrimear un poco cuando llegaba tan profundo.

    -¿Quieres que pare?-preguntó, limpiándose las comisuras de la boca con la mano.

    -Sí...es decir, no...-a veces Erwin perdía su elocuencia en aquel tipo de situaciones, y Levi no sabía si debía lamentarlo o sentirse orgulloso de su capacidad para dejarle sin palabras-No, no realmente pero...Si quieres que te...haga el amor después, entonces sí. Puedo encargarme de ti igualmente, pero me gustaría...Lo siento...

    -No funciona así-Levi se colocó un mechón de cabello detrás de las orejas y, sonriéndole, volvió a poner sus labios sobre él-Tienes que darme la orden.

    Erwin no pudo evitar demorarse un momento antes de hablar.

    -Levi, para-dijo, esta vez con más convicción y firmeza. 

    Obedeció. Lo besó de nuevo, preguntándole, casi sin aliento, cómo lo quería.

    -Yo...-Erwin le acarició el rostro- Quería que te sentaras sobre mí para poder mirarte a los ojos, pero aquí no va a ser posible...

    Levi le besó brevemente en los labios y en el puente de la nariz y se levantó de su regazo, apoyando los codos sobre la vitrocerámica apagada, de espaldas a su novio.

    -Así que...¿así?-preguntó, volviendo ligeramente el rostro para leer su reacción-Para que me puedas ver bien el culo...¿no?

    -Levi-Erwin se inclinó para besarle la nuca, como si no pudiera estar más de dos segundos sin posar la boca en algún rincón de su piel. Levi se sentía acalorado, con el peso de Erwin sobre él. Sintió sus manos, enormes, hábiles, apretar firmemente en sus caderas y en la carne de sus nalgas. Había tenido la impresión de que sería rápido, porque estaban dentro de una propiedad privada (aunque fuera suya) y ya hacía rato que había anochecido, pero al parecer Erwin tenía otros planes...

    Se estaba tomando su tiempo tocándole, despacio, mientras enterraba el rostro en su trasero y le besaba y lamía también allí. No le molestaba, no exactamente...Cuando hacía eso, Levi veía satisfecho el poco ego que tenía. Le hacía estremecerse, vibrar, gemir...su voz se quebraba y perdía el control de sus propias reacciones, retorciéndose, sintiéndose intoxicado bajo el tacto de las manos y la lengua de Erwin. También le volvía extremadamente impaciente, sensible al tormento agradable al que estaba siendo sometido. Porque Erwin le conocía, conocía su cuerpo, y a veces utilizaba ese saber en su propio favor...Levi estaba seguro de que el muy cabrón estaba sonriendo en aquel momento, mientras él hacía un esfuerzo casi sobrehumano por no correrse antes de tiempo.

    -Suficiente-logró articular, casi sin aliento-Erwin, por favor...

    Erwin levantó la cabeza de entre sus nalgas, pero no dejó de tocarle, con un ritmo lentamente tortuoso.

    -No funciona así-le imitó Erwin-Gime un poco más para mí, cielo.

    Levi se soltó y se dio la vuelta, apoyándose de nuevo en la encimera, pero quedando esta vez frente a Erwin. Tenía las orejas y las mejillas completamente rojas. Lo besó de nuevo, vorazmente, todavía jadeando contra su boca. Se presionó contra él, cerrando las piernas en torno a su cintura. Erwin le desabotonó los primeros botones de la camisa, y se lanzó a atacar su cuello. No le importaba, de hecho prefería, que dejara marcas. Ahora existía mucha menos cautela en su manera de tratar a Levi, porque sabía que este prefería que fuera un poco rudo con él, y porque Levi no se quedaba atrás. Era él quién clavaba las uñas y mordía más fuerte, después de todo...

    -Eh-la voz de Levi sonaba más ronca que de costumbre, cargada de deseo-Deja de hacer eso y fóllame de una vez, ¿quieres?

    -No seas impaciente...

    -Si sigues así, no voy a poder aguantar mucho más...y entonces no esperes que me encargue de ti, porque te lo habrás buscado tú solito...¡ah!-sintió el primer dedo de Erwin presionando-¿Has traído condones y...?

    -Bueno, no tenía esto planeado...-Erwin suspiró, desviando la mirada-así que...Lo siento, Levi. Deberíamos dejar esto para mañana por la mañana, tal vez...

    -No me jodas, no, no-replicó Levi, tirando del cuello de su camisa y apretando todavía más las piernas en torno a él -No vas a dejarme así, Erwin Smith...Te necesito ahora...Escupe en tus dedos o lo que sea...Y puedes correrte dentro...-bajó la voz-quiero que lo hagas...

    -Pero...no quiero hacerte daño.

    -Si no puedo aguantarlo, te lo diré. Pero hazlo.

    -¿Seguro, cielo?

    -Joder, Erwin, ya te he dicho que sí.

    Por un momento, Erwin pareció confuso. No era algo propio de Levi, siempre tan limpio...(aunque con él hacía siempre una excepción: casi parecía que le gustaba que lo ensuciara) Pero Levi había sido más que claro, y ambos habían esperado ya bastante...Así que se escupió en los dedos, y Levi se los llevó seguidamente a la boca, lubricándolos también con su propia saliva. Era un desastre, entre aquella improvisación, el cambio de escenario y la lesión de Erwin. Resultó más díficil y doloroso que otras veces, al menos al principio...

    "No voy a romperme" había dicho Levi, la primera vez. Ahora, sin embargo, casi sentía que podría llegar a partirle en dos...Aunque Erwin estaba tratando de hacerlo lento y con delicadeza, seguía siendo grande, como el resto de él. Ni siquiera le tenía completamente en su interior, pero él ya se sentía lleno...Lleno, aunque no saciado.

    Estaba tan dispuesto que a Erwin le bastaba con ver su expresión y escuchar el tono de su voz para perder la compostura y el control de su propio cuerpo. Si acaso tenía intención de jugar más con él, de retrasar su orgasmo hasta que Levi le suplicara que le dejara correrse de una vez...su mente quedó en blanco y él a su merced, en cuanto estuvo dentro de él. Se sentía todavía más estrecho de lo habitual, pero él seguía pidiendo más, y Erwin no podía ni quería negárselo. Levi también debía haber perdido la conciencia de sí mismo, porque no estaba reprimiendo los gemidos como hacía habitualmente. Movía las caderas en círculo, sujetándose con fuerza, aunque le sudaban tanto las manos que temía perder el equilibrio...

    Terminaron en el suelo, enredados, casi desnudos y sin aliento sobre las baldosas. Levi no aguantó mucho más. Erwin hizo entonces ademán de ir a salir de él, pero Levi le sujetó por el cuello con fuerza y le besó.

    -Hazlo dentro de mí...-repitió, casi con tono autoritario.

    Pareció que oírlo de nuevo de sus labios fue cuanto necesitaba Erwin para obedecer...

    Besó sus clavículas y su cuello con suavidad, ambos entre ebrios y adormecidos por la intensidad de las sensaciones.

    -Te amo...-murmuró, volviendo a besarle en los labios, casi castamente. 

    -Tch, qué cliché, decirlo justo ahora-se quejó Levi, incorporándose. Se concedió unos segundos para volver en sí antes de levantarse diligentemente para limpiar. Todavía le temblaban las piernas. Probablemente su cuerpo recordaría aquella experiencia durante días.

    -No seas cruel, Levi...¿Es demasiado pronto? Porque lamento no haberme dado cuenta antes. Mucho antes. Yo...

    -Yo también te amo-Levi se arrodilló junto a Erwin, que seguía sentado en el suelo, y le besó los nudillos-Lávate las manos, por cierto...

    -Está bien. Un segundo...Necesito recuperar fuerzas. Estamos demasiado mayores para estas cosas, Levi-bromeó, e hizo una pausa-¿Recuerdas cuándo me pediste que te llevara al mar? Podría llevaros mañana, a Hange y a ti, si quieres...Deberíamos hacer un viaje, los tres juntos, antes de que tú y yo nos mudemos...

    -Me da miedo que te distraigas y llegues tarde al trabajo por mi culpa-dijo Levi, sonriendo levemente-A lo mejor no es tan buena idea, eso de tener tanta intimidad...Mira lo que pasa cuando estoy más de cinco minutos a solas contigo...

    -Estoy dispuesto a asumir ese riesgo-Erwin sonrió a su vez.

    Se vistieron despacio. Levi se situó entre sus piernas y le abrochó la camisa de nuevo, para ahorrarle la molestia de tener que forzar el brazo.

    -Sólo será al principio-continuó Levi, mientras le peinaba el cabello con las manos-, después pasará la fase de luna de miel y nos convertiremos en uno de esos matrimonios aburridos que fijan un horario para tener sexo al menos una vez a la semana.

    -¿Un matrimonio?

    -Solo era una forma de hablar-se defendió él, repentinamente tímido- Algún día, tal vez, si es que no rompemos el mes que viene...Pero has apostado todo esto por mí, comprando esto para que pudiera volver a empezar. Así que supongo que vas en serio conmigo...¿No? Ya no sé ni lo que estoy diciendo.

    -Te lo dije desde el principio-Erwin tomó las manos de Levi en las suyas-Esto va muy en serio, y quiero que dure mucho tiempo. Si termina algún día, espero que sea porque yo me haya muerto, no porque te haya perdido a ti ni porque hayamos dejado de querernos. Así que por supuesto que me gustaría casarme contigo algún día, si tú quieres. Lo de lo programar nuestra vida sexual, eso preferiría que no...

    -Eso es ser egoísta, Erwin. No hables de morirte; no quiero escuchar eso...Acabamos de empezar, ¿vale? No lo estropees-dijo Levi, terminando de colocarle las solapas de la chaqueta.

    -Solo es una forma de hablar, mi vida-se excusó Erwin-. Demasiado dramática, ¿no? Lo siento...

    Ambos se pusieron de pie al mismo tiempo. Levi seguía mirando a Erwin con expresión seria, sus ojos cargados de una gravedad emotiva. Estaba más bonito que nunca, o quizá tan bonito como siempre. Erwin sintió una calidez familiar en el interior de su pecho, la convicción de que lo adoraba, y el temor de causarle el más mínimo daño, ya fuese con palabras o con actos. La convicción de que Levi lo era todo para él, de que todo cuanto quería lo tenía aquel hombre de cabello negro y ojos de plata, con cara de pocos amigos y un escaso metro sesenta de estatura. Levi había perdido tantas cosas a lo largo de su vida...Y Erwin no quería ser una más. Quería quedarse con él para siempre.

    Levi se apretó contra su pecho. Erwin lo rodeó con sus brazos, acariciando el cabello rapado de su nuca, con suavidad. Ya se lo había dicho todo, pero quería ofrecerle también todas las certezas que necesitara, y las palabras no siempre bastaban. Quería tranquilizarle, asegurarle que lo que ellos dos tenían y estaban construyendo no era frágil ni efímero, sino resistente, perdurable y auténtico.

    Aquello no era más que el principio, y el principio, por bueno que sea, rara vez es la mejor parte de una historia.

...

    Habían pasado varios meses. Nevaba, y las calles estaban teñidas de blanco, pero también llenas de gente y completamente iluminadas. La tetería de Levi estaba tan llena como permitía el aforo limitado, a pesar de que le había dado el día libre a Mikasa y a Eren para que asistieran a la cena de Navidad de la familia del chico. Levi estaba especialmente permisivo aquel día, y había decidido que Mikasa merecía pasar tiempo con su novio, incluso si eso implicaba que él tendría que trabajar el doble. De hecho, también le había dado la opción a Nanaba de librar, pero ella había preferido quedarse a ayudarle. Aún así, Levi hizo otra excepción y permitió a Mike entrar en la cocina para ayudar a su chica a preparar galletas y dulces navideños. Nunca venía mal tener algo de ayuda extra.

    Levi no había recordado que era su cumpleaños hasta que Nanaba le felicitó al entrar en la cocina, y dejó en sus manos una tarta de té. El día de su cumpleaños era algo que relacionaba con su madre, y que había celebrado por última vez a los cuatro años, y nunca más desde la muerte de ella. Quizá por ello no quería concederle especial importancia a aquella fecha.

    Lo había hablado con Erwin una tarde que le acompañó a llevar flores a la tumba de su padre, que también había fallecido cuando Erwin no era más que un niño, aunque algo mayor de lo que lo había sido Levi cuando perdió a su madre. Erwin dijo entonces que le gustaría haberle presentado a sus padres, o haber conocido a los de Levi.

    -Ni siquiera yo conozco a mi padre-había respondido Levi, con una risa amarga-Y no quiero ninguna cena formal para que conozcas a Kenny. No hemos hablado en años, pero sería terrible; no quiero pasar por eso. Dirías cualquier tontería y él se pondría a contarte cosas de cuando yo era un crío, y yo me querría morir.

    -Ya sé que no te gustan esas formalidades, pero me hubiera gustado conocer a tu madre. Seguro que era una mujer maravillosa.

    -Sé que sí-suspiró Levi-. Ojalá hubiéramos tenido más tiempo...En cualquier caso, ahora mi familia eres tú, y también Hange, y supongo que Mike y los demás. Ya los conoces...

    Era más fácil pensar en lo que había ganado que atormentarse con lo que ya estaba perdido, así que Levi estaba un poco feliz aquel 25 de Diciembre, con su tarta, su tetería y sus más de tres de décadas de edad. No había podido pasar mucho tiempo con Erwin porque, extrañamente, no podían prescindir de él ni siquiera el día de Navidad. Sólo recordaba que se había ido a trabajar tan temprano como siempre, cuando Levi estaba más dormido que despierto, y le había deseado que pasara un buen día mientras le acariciaba la mejilla.

    Una de las cosas favoritas de Levi, aunque jamás lo hubiera admitido en voz alta, era despertarse por las mañanas los domingos, cuando ninguno de los dos tenía la obligación de madrugar. Como tenía el sueño ligero, solía despertarse antes que Erwin. Permanecía tumbado, con el rostro apoyado en la almohada, jugando con el cabello de su novio, dibujando su perfil con la huella de sus dedos o despeinándole las pobladas cejas. Erwin siempre le sonreía al despertarse. Levi pensaba que era muy dulce, y a veces se quedaban en la cama abrazados hasta mediodía. En otras ocasiones se levantaban a desayunar y se quedaban abrazados hasta mediodía, pero en el sofá. No hacían gran cosa, y su vida no era la más interesante, pero Levi no la hubiera cambiado por nada del mundo, y sabía que Erwin tampoco.

    De lunes a sábado no había demasiado tiempo, aunque a veces Erwin le dejaba notas pegadas en la nevera. Levi se habría molestado si se hubiera tratado de cualquier otra persona, porque a veces las notas adhesivas dejaban pegajosa la superficie metálica. Pero era Erwin, así que Levi se limitaba a sonreír, despegar el papel, leerlo, limpiar y guardarlo en la mesilla de noche, que quedaba junto a su lado de la cama. Ese día no había dejado notas, tal vez estaba cansado porque se habían pasado la noche anterior discutiendo acerca de cómo decorar el árbol de Navidad.

    Se había despertado pronto para ir a trabajar y tampoco habían tenido tiempo de abrir regalos ni de desayunar juntos. No podrían verse hasta la noche, porque, aunque fuera 25 de Diciembre, el mundo no podía detenerse por completo. La vida laboral y adulta era algo a cuya rutina Levi se había acostumbrado hacía mucho tiempo, con todo el estrés y el cansancio que esta conllevaba. Sin embargo, resultaba un poco más díficil de sobrellevar cuando tenía razones tan importantes para desear llegar a casa.

    Aún así, estaba sorprendentemente de buen humor aquella mañana de Navidad. Incluso se había vestido para la ocasión, con un rídiculo suéter de renos. Hange le llevó también unas medias y un sombrero de elfo, pero aquello era demasiado, y posiblemente una burla sutil en referencia a su corta estatura. El día no se le hizo tan largo como temía, porque estuvo ocupado y rodeado de amigos todo el tiempo. Cuando finalmente se quedó a solas, estaba cansado, pero dispuesto a aprovechar el resto del día. Cerró la tetería, se puso el abrigo y esperó a Erwin en la puerta.

    Su novio llegó un par de minutos más tarde de lo acostumbrado, también cansado. Era raro que tuviese que trabajar en día festivo, pero así se lo había asegurado a Levi, y este no tenía razones para desconfiar de él.

    Levi se instaló en el asiento delantero y besó a Erwin. Lo que empezó siendo un beso a modo de saludo, breve, acabó por extenderse durante varios minutos, mientras metía las manos en el pecho de su novio, a través de su chaqueta, porque necesitaba calentárselas. Hacía mucho frío en la calle, explicó, aunque Erwin estaba encantado de que se mostrara tan cariñoso y apasionado, y no le había pedido explicación alguna. En consecuencia, arrancaron el coche más tarde de lo habitual, y también llegaron a casa más tarde de lo habitual. Levi seguía teniendo frío en los dedos, de modo que Erwin no soltó su mano hasta que no hubieron cruzado el umbral de su apartamento.

    Levi entendió entonces que el trabajo solo había sido una excusa y que, en realidad, Erwin había aprovechado su día libre para terminar de decorar la casa y preparar la cena. Luces blancas, velas, flores en el centro de la mesa...También se había puesto su segundo mejor traje (el primero lo reservaba para la ceremonia de boda de Marco y Jean). Claramente había hecho su mejor esfuerzo y, aunque el resultado no hubiera sido tan impresionante, Levi estaba encantado. Lamentaba haberse quejado tanto la noche anterior, mientras colocaban las luces y adornos en el árbol. Por supuesto, Erwin no había olvidado su cumpleaños. Solo era un año más de su existencia, nada que celebrar, le había dicho Levi un par de semanas antes. Y Erwin le había respondido que estaba agradecido de que una persona como él hubiese nacido en este mundo, y hubiera aceptado amarle y vivir a su lado. Por supuesto que había respondido eso, porque le encantaba dejar en evidencia a su novio, que se esforzaba por decir algo tan simple como "te quiero", a pesar de todos los meses que ya habían pasado juntos, a pesar de lo seguros que estaban ambos de lo que sentían.

    -Deja de hacer cosas bonitas por mí-se quejó, al tiempo que se ponía de puntillas, impaciente, para besar sus labios.

    -Si vas a reaccionar así siempre, jamás dejaré de hacerlo- Erwin negó con la cabeza antes de devolverle el beso, con una sonrisa espléndida.

    -Esa es una razón estúpida-replicó él, escondiendo el rostro en el pecho de Erwin-. Quiero besarte todo el tiempo, no sólo cuando haces grandes gestos. No es necesario que prepares una maldita cena a la luz de las velas, pero siempre tienes que hacerlo todo a lo grande...¿verdad? Lo que quiero decir es que me da igual que sea mi cumpleaños, podrías haber pedido pizzas y, mientras después limpiaras las migas del suelo y sacaras la basura, yo sería igual de feliz que ahora, porque estaría pasando esta noche contigo.

    -¿Lo ves? Tú también eres un romántico.

    -No te burles de mí, ya sabes que me cuesta expresar mis emociones y toda esa mierda-protestó Levi, frunciendo el ceño. Se relajó de nuevo, al instante, cuando Erwin le besó en la frente.

    Cenaron juntos, hablando de cómo les había ido el día. Levi volvió a molestarse para ocultar su sonrojo cuando su novio insistió en lo adorable que se veía con el suéter navideño. Era un hecho, y no podía cambiarlo cruzándose de brazos y arrugando la nariz. Estuvo a punto de escupir la comida que tenía en la boca cuando Erwin sugirió que se sentía tentado de interrumpir la cena, llevarlo a la habitación y comérselo a él. Ya debería haberse acostumbrado, pero era díficil hacerlo cuando se estaba tan...enamorado. Cuando, tantos meses después, los dos seguían obsesionados el uno con el otro, de la mejor manera posible.

    Para apartar esas ideas de su mente (aunque realmente no tenía por qué hacerlo; no estaba en sus planes no tener sexo en su cumpleaños), Levi le hizo apresurarse a terminar de cenar, con la excusa de abrir los regalos antes de que fuera 26 de Diciembre. Estaba algo nervioso e inseguro en lo que a su regalo respectaba, pero a Erwin le encantó. Le brillaron los ojos como si se tratara del mayor tesoro existente. Era un suéter blanco de lana, que había tejido él mismo, en las muchas horas muertas que había pasado en la tetería después de su reapertura.

    -No es para tanto-dijo, antes de que Erwin abriera la boca para agradecérselo-...realmente tienes un gusto pésimo en corbatas y en ropa informal, así que pensé que sería una buena idea. Es...algo útil, y supongo que...cuando lo lleves puesto puedes sentir que me llevas contigo de alguna forma...Es una de esas tonterías que dirías tú...¿No, Erwin? Y no...Bueno, creo que te sentará bien, porque eres tan alto y tan guapo y tan malditamente perfecto...pero deberías probártelo, y lo arreglaré si te resulta incómodo por alguna parte...No me cuesta nada, yo...No sé que estoy diciendo. Espero que te haya gustado y todo eso.

    -No me puedo creer que hayas hecho esto para mí-dijo Erwin.

    -Dice el hombre que me compró un local entero.

    -Es perfecto-Erwin pasó las manos sobre el tejido y después las llevó al rostro de su novio, y lo llenó de besos por enésima vez aquella noche-gracias, Levi.

    Después de ponerse el suéter, Erwin se levantó y se dirigió al cuarto que ambos compartían. Se asomó desde detrás de la pared:

    -Voy a buscar tu regalo. Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga.

    -¿De nuevo...?-Levi suspiró, fingiendo exasperación, pero obedeció.

    Erwin regresó al cabo de algunos minutos y Levi notó como se arrodillaba a su lado.

    -Dame tu mano, Levi.

    Levi extendió la mano:

    -¿A qué viene tanto misterio? ¿Vas a pedirme matrimonio o qué coño estás haciendo?- Sintió algo metálico y frío deslizarse por su dedo anular-¿En serio...? Solo estaba bromeando, Erwin...

    -Ssh...Ya puedes abrir los ojos.

    Erwin había retenido la mano de Levi en la suya. Él también llevaba puesto un anillo, idéntico al suyo, a excepción del tamaño, y del color del brillante que lucía en la banda plateada. Morado el de Erwin, verde esmeralda el de Levi.

    -Sé que estas cosas no significan mucho para ti. Y realmente no cambian lo que sentimos, no lo hacen más auténtico o más importante. Pero supongo que no soy tan original cómo tú con los regalos, demasiado tradicional, supongo...No estoy...pidiéndote que te cases conmigo, Levi. Esa es una decisión que tenemos que tomar entre los dos. Así que...puedes interpretarlo como una promesa a largo plazo, si quieres. Es mi manera de decirte que estás en todos mis planes de futuro, que ahora mismo no quiero imaginar mi vida sin que tú estés a mí lado, y que sé que tú sientes lo mismo que yo.

    Levi asintió, emocionado y sin saber muy bien cómo reaccionar. Erwin había vuelto a dejarle sin palabras y aunque, de todos modos, nunca se le había dado bien expresarse mediante palabras, siempre había estado muy seguro de lo que quería. Ahora lo tenía todo.

    Hacía mucho tiempo que se había convertido en alguien práctico con el fin de proteger su corazón de toda desgracia. Por ello, arrepentirse o desear cosas imposibles se le antojaba inútil, y no quería invertir tiempo ni dolor en imaginar lo mucho que le hubiera gustado compartir aquella nueva felicidad con todas las personas que había perdido por el camino, y que de algún modo le habían convertido en quién era. Todavía echaba de menos a su madre, y la muerte de sus amigos era otra herida que nunca se cerraría por completo. Pero después de tanta desgracia, de tanta lluvia, por fin tenía la seguridad de que la vida no se limitaba a la pérdida, a la costumbre o la supervivencia vacía. La vida era algo más compleja que eso. También podía ser bonita, podía entregarle cosas preciosas, y no sólo arrebatárselas.

    Levi no se consideraba un hombre ambicioso, y tampoco pesimista. No se distraía de su propia felicidad deseando cosas que no tenía ni necesitaba, o pensando que tendría un fin. Sólo quería seguir adelante, tal y como siempre había hecho. Continuar viviendo, con su negocio, con sus amigos, con Erwin a su lado. Completamente a su lado, unido a él tanto como una persona puede estar unida a otra.

    Aquellos anillos sí significaban mucho para él, porque, de hecho, todo lo que Erwin hacía y decía significaba mucho para él. Eran una promesa tranquilizadora de continuidad, tal vez incluso de eternidad, una manera de asegurarle que tenían tiempo de sobra para crear más recuerdos y crecer y cambiar juntos, conocer más pequeños detalles el uno sobre el otro.

    Levi tampoco era un hombre supersticioso, pero a veces tenía la sensación de que esta no era su primera vida. Tenía la sensación y, en ocasiones, casi la certeza, de que Erwin y él se conocían de antes. De otra vida en la que no habían tenido el tiempo suficiente, en la que tal vez se habían amado tanto como lo hacían ahora, pero ninguno de los dos se había atrevido siquiera a decirlo en voz alta. E incluso si aquella creencia era estúpida, no iba a cometer el mismo error dos veces, porque tampoco él quería imaginar un futuro donde Erwin no estuviera a su lado.

    En lugar de decirle todo eso, Levi lo besó. Era la única manera en que podía transmitirle lo que realmente sentía. Por muy inexpresivo que su gesto resultara habitualmente, su manera de besar era apasionada, tierna y sorprendentemente reveladora. Era todo cuanto tenía, todo cuanto era. Así había sido desde el principio, cuando había tantas cosas silenciadas entre ambos. Entonces, había temido que sus besos le delataran por completo. Ahora ya no tenía necesidad alguna de pensar cuando sus labios entraban en dulce contacto con los de Erwin.

    -¿Eso es un sí?-preguntó Erwin, apoyando su frente contra la de Levi.

    -No necesitas preguntármelo. Pero deberíamos pensarlo bien-murmuró Levi, entre beso y beso-cómo y cuándo lo vamos a hacer, y todo eso. Tenemos tiempo, Erwin...Podrías ordenarme que me case contigo aquí y ahora, y sabes que no me negaría. Pero tenemos tiempo, y si vamos a hacer esto, entonces quiero hacerlo bien. Y quiero hacerlo todo contigo. Desde los planes, los presupuestos y las invitaciones hasta la noche de bodas.

    -Entonces-insistió Erwin-¿Quieres casarte conmigo, Levi Ackerman?

    Levi entornó los ojos, exagerando su molestia.

    -Sí-respondió-Seguro.

    Erwin tomó su mano y entrelazó los dedos de ambos. Se quedó admirando cada detalle. Los dedos pálidos, largos y finos de Levi, que contrastaban en tamaño y en tono con los suyos. El metal y las piedras preciosas de los anillos. Besó el dedo anular de su novio (su prometido, a partir de aquel momento) y fijó los ojos también en su expresión. Si alguien sabía leer los ojos de Levi, era él. Podía reconocer la intensidad en el brillo luminoso de su mirada, sus gestos, su manera de arrugar la nariz cuando algo le irritaba o desagradaba...Y sabía, con solo mirarle, que Levi compartía con él esa misma seguridad respecto a su amor.

    No siempre estaban de acuerdo, pero tenían en común la confianza, el respeto, y sobre todo el amor. Y por mucho que Levi reprendiera a Erwin por ser absurdamente adicto al trabajo y demasiado generoso, seguía siendo la primera, última y única persona sobre la tierra a la que había querido así. Por mucho que a veces Levi deseara medir algunos centímetros más y Erwin algunos centímetros menos, para poder besarse más fácilmente cuando estaban en ciertas posiciones, ninguno de los dos habría cambiado un solo detalle del otro. Todo eso les convertía en quienes eran, juntos o por separado.

    Erwin era demasiado alto, trabajaba demasiado y tendía a culparse a sí mismo por cosas que escapan a su control. Y Levi lo adoraba a pesar o a causa de ello.

    También él tenía sus defectos, y pensaba en ellos más de lo que debía. Su dificultad para expresarse, que no estaba a la altura de la intensidad de sus sentimientos, su tendencia a sentirse insuficiente pese a que siempre hacía todo cuanto podía y un poco más, los complejos que tenía con su físico (que estaba aprendiendo a superar porque la felicidad era cada vez más visible en su reflejo, y él había descubierto que sonreír era fácil, y que le favorecía)...Y Levi se sentía adorado en igual medida, a pesar o a causa de todas esas cosas.

    Entre una cosa y otra, ya había pasado la medianoche, pero ninguno de los dos estaba cansado. Levi instó a su novio a meterse con él en la ducha, porque necesitaba sentirse limpio después de una jornada completa de trabajo. Lo cierto era que, si estaban juntos y sin ropa de por medio, difícilmente podían mantener las manos alejadas el uno del otro, y eso conllevaba ensuciarse, si bien de la única manera en que Levi agradecía y deseaba ensuciarse.

    Los dos echaban de menos la bañera de su antiguo piso, donde se habían besado por primera vez. En el nuevo apartamento, tenían una ducha, menos espaciosa y más incómoda. Se habían resbalado más de una vez cuando se duchaban juntos, demasiado distraídos en la sensación de sus cuerpos unidos como para reparar en el suelo bajo sus pies. Levi apoyaba los pies sobre los de Erwin, para quedar ligeramente más a su altura pero, aún así, el acto resultaba engorroso y arriesgado. Aunque desde que estaban juntos, Levi sentía que estaba viviendo una segunda juventud, porque todo era nuevo y emocionante, también sabía perfectamente que ambos tenían una edad, y podían llegar a sufrir lesiones serias si se dejaban llevar demasiado y tenían un tropiezo.

    Pero por cautelosos que intentaran ser, Erwin siempre se dejaba llevar cuando se trataba de Levi, y era algo completamente mutuo. Así que allí estaban, Levi reclinado contra la pared y apoyando las manos en el cristal, cubierto de vaho, mientras Erwin le besaba el cuello y le tomaba por detrás. Su mano cubría y sostenía la de Levi, que había insistido antes en que se quitaran los anillos para entrar a la ducha, porque al parecer la plata se oscurecía con los años si la exponías con frecuencia a la humedad. Una de las pocas ventajas de follar en la ducha era que el sonido del agua ahogaba el de cualquier jadeo o gemido, y no tenían que reprimirse para evitar que los vecinos se enterasen de su activa vida sexual. Los dos se calentaban fácilmente escuchando la voz del otro y, para cuando salieron de la ducha, aún no habían tenido suficiente.

    Se secaron de forma superficial, apresurada, y Erwin regresó a la habitación con Levi envuelto en sus brazos y apretando las piernas en torno a su cintura. Levi se bajó para empujarle sobre la cama, con ansia, sentándose sobre él y agarrándole del cuello para besarle, suave y lentamente. Podía resultar simple o aburrido, pero nada le gustaba más que mirarle a los ojos mientras hacían el amor, perderse y encontrarse en aquel azul océano. Y Erwin le devolvía una mirada en la que se podían leer mil cosas. Afecto, confianza, ternura, placer, adoración y todas las promesas que se habían hecho y que ambos sabían que cumplirían.

    En esa posición, y después de lo que habían estado haciendo en la ducha, Levi se corrió fácilmente y sin apenas tocarse. Erwin salió de él, arrinconándole contra el cabecero de la cama e instándole a abrir las piernas y ponerlas sobre sus hombros. Volvió a embestir dentro de él, buscando su propio orgasmo.

    Levi soltó un gemido ronco en medio del beso. No habían dejado de besarse desde que habían caído en la cama, y al parecer, ser consciente de ello, junto con la brusquedad con que Erwin lo tomaba cuando estaba tan cerca, eran suficiente para volver a ponerle duro. Era sorprendentemente resistente, y esa era una de las muchas cualidades que Erwin apreciaba en él. De nuevo, no duró mucho. La sensación que le invadió mientras Erwin le tocaba y se derramaba finalmente en su interior bastó para hacerle llegar una segunda vez.

    -Feliz cumpleaños-murmuró Erwin, con una sonrisa, una vez logró recuperar el aliento.

    Levi estaba recostado contra su pecho, sin soltar su mano, y levantando la otra hacia la luz del techo, para admirar su anillo. Estaba feliz, así que "Feliz cumpleaños" era, por una vez, algo más que una simple frase hecha.

    -Es una tontería-dijo, casi para sí-pero estaba seguro de que un día iba a asistir a tu boda. Me lo había imaginado muchas veces...¿sabes? A veces era una mujer sin rostro, a veces era tu ex, a veces era Mike...

    -Oh, Levi...-Erwin apretó su mano, algo apenado.

    -Sé que no teníais esa clase de relación, pero supongo que le envidiaba. O tal vez pensaba que, si estabas con alguien como él, yo no tenía ninguna posibilidad. Porque Mike y yo no nos parecemos en nada, quiero decir. Pensaba que él era tu tipo... lo entendería perfectamente. Rubio, alto, con esa nariz...Probablemente es el segundo hombre más atractivo que he visto en mi vida...-Levi se acomodó sobre la almohada, volviendo el rostro para sonreírle-Ninguna posibilidad, y ahora...aquí estamos.

    -De hecho, tú eres exactamente mi tipo-le aseguró Erwin, aunque no hubiera necesidad de hacerlo-...Recuerdas...Bueno, estoy seguro de que sí...Cuando Mike, Nana y yo...Lo siento mucho, sabes que no lo habría hecho si hubiera sabido que estabas en casa...

    -Ya te dije que está bien-repuso Levi-Deja de disculparte.

    -De acuerdo...-Erwin suspiró-Bueno, antes de hacerlo, Nanaba me dijo que debería proponértelo a ti también...No supe si estaba bromeando o no, pero estaba seguro de que te habrías negado en rotundo...

    -Tal vez no-Levi alzó una ceja-. Estaba lo suficientemente desesperado como para participar en un puto cuarteto sexual si eso significaba que podía tocarte. Cuando se trata de ti, tengo menos dignidad de la que piensas, Erwin.

    -Ahora lo sé-replicó Erwin, siguiéndole el juego-pero entonces lo creía tan imposible que jamás se me hubiera ocurrido planteártelo...Y aún así...empecé a imaginar como se sentiría el tacto de tus labios, de tu piel, tu voz...en una situación así...Empecé a pensar en ti de esa forma, y ya no pude dejar de hacerlo. No pensaba...No pensaba hacer nada al respecto, porque no quería ofenderte ni estropear nuestra amistad por una atracción que podía ser pasajera...Pero supongo que tuve un momento de debilidad ese día, cuando nos bañamos juntos. Estabas tan cerca, y olías tan bien, y tu rostro era tan precioso que simplemente...dejé de pensar y te besé.

    -Me alegro de que lo hicieras.

    -Yo también. Porque tú no pensabas decirme nada-le reprendió Erwin, incorporándose levemente para besarle en la mejilla-. Podríamos haber tenido dos años más de esto...

    -Estaba seguro de que me rechazarías. De la manera más educada y correcta, por supuesto. Y eso me habría roto el corazón, todavía más. Para mí eras, perfecto, inalcanzable, toda esa mierda. Y ahora veo que no, porque todo esto es real. Un hombre perfecto no dejaría migas en la cama ni trabajaría obsesivamente hasta las tres de la mañana. Así que no, no eres perfecto, ni tampoco inalcanzable porque estás a mi alcance, estás conmigo, aunque todavía me cueste creerlo. No sé qué hubiera pasado si te hubiera dicho lo que sentía por ti hace dos años, cuando ni siquiera yo mismo lo tenía claro, o si me hubiera lanzado a besarte cada vez una de las veces que reprimí el impulso de hacerlo, pero...todo ha ido bien.

    -Se lo debemos a Hange más que a nadie-recalcó Erwin, con una sonrisa-porque yo soy un idiota que no se da cuenta de nada y tú otro tonto que se da por vencido antes de intentarlo.

    -Ya sabes que soy pesimista. Cuando te pasan cosas malas, esperas que te pasen más cosas malas. Y cuando te pasan cosas buenas...como ahora...supongo que temes que no duren demasiado.

    -¿Eso piensas?-preguntó Erwin, jugueteando con la alianza en el dedo de Levi, como si quisiera recalcar su significado.

    -No-Levi sonrió, acurrucándose todavía más cerca del cómodo pecho de su novio-. Es algo irracional...Llevo tanto tiempo pensando así para protegerme a mí mismo de todo lo que me rodeaba...Es díficil desacostumbrarse, supongo. Por eso me costaba tanto decir lo que sentía, pero tú lo haces fácil. Incluso cuando te conocí...Supongo que no te lo puse fácil, ni a ti ni mucho menos a Hange...Pero siempre he agradecido las maneras tan persistentes e...intrusivas...que tuvisteis entonces para tratar de integrarme...Todo lo que habéis hecho por mí, desde el principio. Es algo constante, sé que estaremos juntos mucho tiempo...Y esto entre tú y yo, es algo nuevo, aunque a veces no lo parezca...Y no voy a perderte...¿verdad?

    -¿Por qué me perderías...?-preguntó Erwin, negando suavemente con la cabeza.

    -No lo sé, es una tontería...

    "Porque siento que tal vez te he perdido antes, en esa otra vida. Que tal vez he visto el azul de tus ojos apagarse, volverse gris, y al perderte he perdido también parte de mí" pensó Levi, pero no lo dijo. Después de todo, incluso si esa descorazonadora sensación había sido su realidad en otro tiempo o universo...el destino o la casualidad habían conspirado para reunirles de nuevo, y permitirles amarse plenamente, reconocerlo sin vergüenza ni temor.

    Erwin no dijo nada, pero volvió a cubrirle el rostro de besos, ligeros, como mariposas que volaran por su rostro. Levi se sentía seguro, feliz. Cansado, pero de la mejor manera posible.

    -Deberíamos ir a dormir-murmuró-. Los dos tenemos trabajo mañana...

    -Puedo pedirme vacaciones. Y tú también deberías cerrar por unos días...Es injusto que no pueda pasar un fin de semana largo con mi prometido, sin salir de la cama...

    -Tu prometido...-Levi chasqueó la lengua; todavía se le antojaba surrealista que Erwin se estuviese refiriendo a él con aquellas dos palabras- Suena tan empalagoso...No vas a cambiar nunca...

    -Romántico-le corrigió Erwin-Y tú no querrías que cambiara, ¿verdad, Levi?

    -Como sea-dijo Levi, ignorando la pregunta de su novio-Me pensaré lo de las vacaciones...Pero no voy a pasar ningún fin de semana contigo sin salir de la cama, si eso implica que vas a dejar las sabanas llenas de migas y de...fluidos corporales...Tengo preferencia por los hombres que se bañan, por si no lo sabías...

    Acercó su rostro al de Erwin, rozando apenas sus labios. Erwin redujo la ínfima distancia entre ambos, besándole apasionadamente en la boca. Se separó al cabo de unos segundos, y Levi volvió a besarle breve y dulcemente en la mejilla.

    -Buenas noches, mi vida.

    -Buenas noches, Erwin.

    -Feliz cumpleaños-repitió Erwin, a pesar de que hacía ya varias horas que habían dejado atrás el 25 de Diciembre.

    Levi cerró los ojos. Estaba agotado, pero también demasiado abrumado por pensamientos agradables como para conciliar el sueño inmediatamente.

    "Feliz cumpleaños"

    Había sido un día feliz, y a ese día, aunque ya no fuera su cumpleaños, le seguiría otro día feliz. Levi se alegraba de haberlo celebrado, de haber nacido en este mundo. De estar rodeado de gente que le quería, de quererles en la misma medida y de que ellos le conocieran lo suficiente como para saberlo, como para entender su peculiar forma de amar. Incluso los recuerdos amargos que le traía pensar en aquella gente que había amado y perdido revelaban ahora una nostalgia dulce, y podía sonreír al pensar en su madre, o en sus amigos Farlan e Isabel.

    Desde la muerte de su madre cuando apenas era un niño, se había visto forzado a madurar de forma precoz. Había estado solo desde entonces, por mucho tiempo. Y de repente, ya no lo estaba, en ningún sentido.

    No tenía siquiera necesidad de abrir los ojos. Podía sentir los brazos de Erwin en torno a su cintura, su respiración, su presencia reconfortante. Sí, le había tomado un tiempo acostumbrarse a su manía de llevarse la manta a su lado de la cama, a las ocasiones en que roncaba y a la calidez de su cuerpo, del mismo modo en que Erwin había tenido que acostumbrarse a su insomnio o a sus pesadillas.

    Pero no, definitivamente ninguno de ellos hubiera cambiado aquella vida por nada del mundo.





Añado por el final una de las ilustraciones que hice para inspirarme para el doujinshi. Puedo mostrarla porque seguramente no forme parte del resultado final (si es que consigo terminar de dibujarlo alguna vez).

Me gustaría escribir más sobre estos dos en el futuro, quizá un OS situado en el canon, u otro fic de varios capítulos inspirado en el AU donde Erwin es profesor de historia y Levi, conserje del instituto. Si alguien estaría interesado en leer el desarrollo de alguna de estas dos ideas, o tiene alguna otra, me encantaría oírlo.

Muchas gracias por haber seguido esta historia; agradezco cada uno de los comentarios y votos que recibo  <3

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro