Capítulo 5
Muchas personas que comparten piso suelen pasar rato juntos, pero llevar vidas separadas, tener baldas separadas en la nevera, y en los armarios de la vajilla. En el apartamento que cohabitaban Hange, Erwin y Levi, también había sido así en un principio. Levi había marcado las distancias pero, en algún punto que ya no habría sabido señalar, se habían convertido en una familia. Por supuesto, seguía sin compartir ni prestar sus tazas de porcelana para tomar el té, pero era él quién salía a hacer las compras del mes y quién se encargaba de la mayor parte de tareas de limpieza (aunque fuese Hange quién más ensuciara), y su responsabilidad se apreciaba todavía más desde que estaban confinados. Le escribían una lista y él, aunque sin decir palabra, siempre volvía con todo lo de la lista y con algún dulce de más para subir el animo de sus compañeros de piso. Aunque era el más bajito y delgado, también era el más fuerte de los tres, y no suponía ningún problema para él hacerles ese favor.
Le sorprendió que, aquella mañana, Erwin se acercara a él cuando estaba por salir. Tenía la mascarilla puesta y estaba vestido, aunque con un chandal de gusto cuestionable.
-¿Puedo acompañarte?-preguntó, simplemente.
-Tal vez sea mejor que te quedes en casa...Aún estás recuperándote, necesitas descansar...
-Iré contigo, Levi-dijo Erwin, esta vez en tono más firme-. Me hará bien tomar un poco el aire, y a lo mejor puedo alcanzarte algo de las baldas de arriba si necesitas ayuda.
Levi suspiró y abrió la puerta. Todavía estaba pensando en lo que había sucedido entre ellos apenas el día anterior. Al parecer, no era lo suficientemente importante como para mencionarlo, aunque él no pudiese pensar en otra cosa. Siendo justos, él tampoco había sacado el tema ni pensaba hacerlo. Erwin parecía estar mejor; volvía a tener iniciativa y aquel tono autoritario que contrastaba con su mirada amable. Así que Levi se dijo por enésima vez en menos de veinticuatro horas que iba tratar de fingir que aquello nunca había ocurrido. Y tal vez funcionó, porque se sentía bien con cosas tan simples como Erwin alcanzando cosas de las estanterías más altas para él, o subiéndole la mascarilla cuando se le bajaba de la nariz y tenía las manos ocupadas con las bolsas de la compra.
Después de ese día, todo volvió gradualmente a la normalidad para Erwin, aunque la frustración interna de Levi iba aumentando con el paso del tiempo, por mucho que él pretendiera ignorar aquella presión creciente en su pecho. No ayudaba demasiado el hecho de que fuera el único habitante desempleado del piso. Erwin pasaba las mañanas encerrado en su cuarto, organizando reuniones online con sus empleados, y Hange trabajaba por las mismas vías, y ocasionalmente salía de casa para realizar tareas de mantenimiento en el museo de paleontología. En cuanto a él, limpiaba la casa para mantenerse ocupado, salía a comprar semanalmente, hacía algo de ejercicio y preparaba té y café para cuando sus amigos tenían una pausa en el trabajo.
Miró el reloj y recordó que era casi la hora del descanso de Erwin. Hange estaba en el museo y no volvería hasta mediodía, de modo que estaban solos. Había pensado erróneamente que, con una vez que besara a Erwin bastaría. Pero era más difícil soportar el impulso cuando ya conocía la sensación y tenía miedo de que se atenuara en su recuerdo. Incluso le costaba más aguantarle la mirada cuando discutían respecto a cualquier tontería. Era cosa de una vez, seguro que no se repetiría, y tenía que hacerse a la idea, porque de todas formas probablemente era mejor así. Había sido bastante triste y patético para una primera experiencia, pero seguía siendo Erwin...así que era difícil de superar.
Terminó de servir el té y el café y se sentó a esperar a su amigo en la mesa de la cocina, jugando con la cuchara de manera distraída, a pesar de que no la necesitaba porque no acostumbraba a tomar su té con azúcar. Erwin sonrió suavemente y se sentó a su lado, sin decir palabra, y él le acercó la taza, evitando mirarle a los ojos.
-Es mucho mejor que en el trabajo...-dijo Erwin, mirándole, después de beber un sorbo-el café que haces tú, quiero decir...El café de maquina es asqueroso, ¿no crees?
-El café es asqueroso, en general-replicó Levi.
Erwin sonrió de nuevo.
-Gracias...por tomarte el tiempo de prepararlo...
-Me sobra tiempo.
-Lo echas de menos...¿verdad? Trabajar allí...
Levi se encogió de hombros. Sí, lo echaba de menos. No sabía qué hacer cuando no estaba trabajando, y se había dado cuenta de que en su cabeza había más cabos sueltos de los que se imaginaba, de que quizá no le era todo tan indiferente, después de todo. Pero no necesitaba decirlo en voz alta porque sabía que Erwin entendía y respetaba su manera de ser, y era mutuo, y las palabras a veces sobraban entre ellos. A veces, porque a Levi le hubiera gustado preguntarle ciertas cosas, incluso si no le gustaban las respuestas, incluso si eran las que él suponía.
-Actúas un poco diferente desde lo que pasó ese día-soltó Erwin entonces, y él sintió que se le helaba la sangre, y se vio obligado a mirarle directamente.
-Yo no...Imbécil, hace falta un poco más que eso para...Solo fue una vez, no creas que vas a...-dijo, atropelladamente.
-Era la primera vez que alguien te besaba...
Levi quiso contradecirle, pero no le salió la voz.
-No estoy intentando hacerte sentir mal ni nada de eso...es solo que...
-No me importa, en serio. Me da igual, Erwin-dijo Levi, dando un trago largo de té, para cubrir su sonrojo. Le temblaban ligeramente las manos, pero esperó que su amigo no lo notara-. Déjalo ya.
-Quería disculparme, Levi. No estuvo bien; solo pensé en mí...Se supone que tu primer beso debería dártelo alguien que sea especial para ti, y yo simplemente...
-Joder, Erwin...no te tenía por un tonto sentimental-se burló él-. Estabas hecho una mierda, y ahora te encuentras mejor, eso es todo lo que importa...¿no? Vale, sí, a lo mejor fue raro, porque nos conocemos demasiado y nunca habíamos pensado en el otro de esa manera, pero no cambia nada. Yo también te besé, después de todo. Y ya tenemos una edad, no tienes que preocuparte tanto por mí.
-¿Estamos bien, entonces?
Levi asintió, rodando los ojos, molesto por la insistencia de Erwin.
-Me gustaría hacerlo otra vez.
-Te he dicho que estábamos bien; no lo estropees. No tiene ninguna gracia-respondió, arisco.
-No estoy bromeando-dijo Erwin, clavando en él sus enormes ojos azules, y asiéndolo por la muñeca. Levi se atragantó con el té y lo escupió sobre la mesa, lo cual le dio la excusa perfecta para levantarse a buscar un trapo y evitar la mirada inquisitiva de su compañero.
-Tienes que volver al trabajo en unos minutos, Erwin. Déjame en paz. Solo fue una vez, no quiero que te lleves la impresión equivocada.
-Solo he dicho que me gustaría, y si tú también quieres...Los dos somos adultos, como tú has dicho, ¿no? Solo tienes que confiar en mí, y ya está. Con Mike nunca me ha costado tanto entenderme...-empezó a decir.
Y tal vez fueron esas palabras las que lo removieron todo dentro de Levi, devolviéndole todas las sensaciones mezcladas que había experimentado la tarde que llegó a casa después de cerrar la tetería casi por última vez y Erwin no salió a preguntarle por su día porque estaba demasiado ocupado con Mike y con Nanaba. Se le nubló la mente, dejó de pensar y se lanzó a besarlo sin delicadeza alguna. Erwin le siguió el ritmo, tomando con facilidad el control de la situación, y lo sentó sobre la mesa de la cocina, inclinándose sobre él sin dejar de besarle.
-¿Esto está bien...?¿Levi...?-preguntó, mientras metía una de sus manos por debajo de la camisa de Levi, que había quedado en posición horizontal, y con la otra le tocaba por encima del pantalón...
-¿Qué hora es?
-Puedo posponer la reunión...ahora mismo no puedo pensar con claridad, así que sería mejor que lo hiciera...Después de todo, ahora el que manda en la empresa soy yo.
-Si eres tú el que manda, entonces deja de preguntarme a mí todo el rato. Solo dime lo que se supone que tengo que hacer y yo lo hago; no quiero perder el tiempo...
Erwin sonrió, y Levi supo que había dado en el clavo, aunque fuera su impaciencia la que hubiera hablado. Se incorporó sobre la mesa y se alisó la camisa.
-Voy a avisar de que continuaremos mañana con la reunión. Tú vete a mi habitación y espérame allí... porque no sé cuando llegará Hange.
Levi obedeció. No llevaba mucho tiempo esperando, pero estaba impaciente y, al mismo tiempo, una pequeña parte de él casi quería echarse atrás. Porque todo era distinto de la primera vez, y Erwin parecía otra persona. Tenía un brillo en la mirada que había estado ausente entonces, y él tenía miedo de lo mucho que lo deseaba, y de lo muy poco que había hecho falta para hacerle cambiar de opinión. No le gustaba parecer débil, y se sentía débil en lo que respectaba a Erwin. Todo estaría bien si él no lo notaba.
La situación estaba demasiado clara. Ni siquiera tenía sentido darle vueltas. Él había mentido, había contribuido a ello, diciendo que nunca antes le había mirado de aquella manera. Todo iba a seguir igual entre Erwin y él, a excepción de aquel juego que se había establecido entre los dos. Era por aburrimiento, por necesidad, quizá por deseo. Y porque se tenían cerca, y eso era conveniente. Quizá era mejor así, porque Erwin no tendría tanto cuidado con él, y eso le impediría hacerse ilusiones vanas.
-No te he hecho esperar mucho, ¿verdad?-preguntó Erwin mientras cerraba la puerta de la habitación tras de sí.
-Deja de tratarme como si estuviésemos en una cita. Esto ya es suficientemente raro de por sí-se quejó Levi.
-Lo siento, no pretendía...
-Ya estás otra vez...Me corta mucho el rollo. Si no vas a hablarme como antes, mejor cállate-dijo, agarrando la corbata de su amigo sin delicadeza alguna para atraerlo hacía sí.
Aún cuando se suponía que no había nada de romántico en la naturaleza que había adquirido su relación, lo estaba besando de nuevo. Empezó a desabrochar la camisa de Erwin, impaciente, como si así fuese a restarle importancia a los besos. El primer beso que compartieron, en la bañera, había sido casi casto, pero esta vez se devoraban desde el principio. Todo se sentía húmedo, pesado y tan caliente que no podía soportar estar vestido un segundo más, a pesar de cualquier complejo que pudiera sentir, que le hiciera cuestionarse las razones por las que Erwin querría estar precisamente con él. Podría encontrar a alguien mejor. A alguien más atractivo, más alto, con más experiencia, con más habilidad... Pero estaba con él.
Levi estaba vestido cómodamente, por lo que a Erwin no debería tomarle demasiado tiempo desnudarle, pero, pese a que era casi mediodía, y había cierta presión por la llegada inminente de Hange, no tuvo especial prisa en hacerlo. Era él quién se estaba impacientando, y solo tener las manos del otro hombre sobre su cuerpo bastaba para agitar su respiración. Había cerrado los ojos sin darse cuenta. O quizá era otra de sus maneras desesperadas de no delatarse.
-Mírame-le ordenó Erwin, rudamente, sosteniendo su rostro-No apartes la vista, Levi.
Más que como una orden, él lo tomó casi como un desafío pero, en cualquier caso, obedeció. Extrañamente consciente en medio de la inevitable niebla que se había apoderado de sus sentidos, lo miró a la cara y se sintió absorbido por el azul oceánico de sus ojos. Levi nunca había visto el mar de cerca, pero estaba seguro de que debía ser bastante similar a aquel color. Se mordió el labio para evitar hacer ruido, parecer tan urgido como de hecho se sentía en aquel momento. Era él quién, de algún modo, le había otorgado el control a Erwin, pero sentía que necesitaba recuperarlo para no rendirse y hacerse vulnerable por completo, así que se levantó sobre él, poniéndole las manos en el pecho para impedir que le detuviera. Continuó besándole y se sentó sobre sus muslos con las piernas abiertas, moviéndose encima de él de forma instintiva. No cerró los ojos; no dejó de mirarle en ningún momento.
Erwin pareció sorprendido por su atrevimiento en un principio, pero ni en lo más mínimo disgustado. Asintió y continuando tocándolo por encima de la ropa, y él tardó en reaccionar y moverse cuando algo tan sencillo como aquello hizo escapar un gemido gutural de sus labios. Se deslizó hacia abajo con lentitud, y Erwin se incorporó sobre la cama, adivinando sus intenciones.
-Quítate la ropa si no quieres que se manche.
Levi acató las ordenes una vez más, besándole como si le fuera la vida en ello cada vez que lo tenía al alcance de sus labios. Se despojó de la camisa y surcó una línea de besos en su abdomen, hasta detenerse entre sus piernas. Erwin tenía lo tenía sujeto por el pelo, y él sentía calor en las mejillas. Mordió la parte interior de los muslos de Erwin, algo intimidado por su propia inexperiencia, aunque no la había considerado un obstáculo hasta llegar a aquella posición.
-Me estás despeinando, idiota...vas a arrancarme el pelo si sigues así...
-Cállate y sigue-dijo Erwin, aflojando un poco el agarre, para decepción de Levi.
No dijo nada más, porque no quería proyectar sus inseguridades en Erwin, ni molestarle, ni hacer que se detuviera, porque si por él hubiera sido, hubieran llegado hasta el final. No había tiempo, así que empezó besando por encima de la ropa interior, y continuó utilizando la lengua y los labios al mismo tiempo, y ayudándose con la mano para mantener cierto control. Sintió que Erwin empuñaba su cabello con fuerza de nuevo, y lo tomó como una señal para atreverse a más, y desnudó su miembro duro antes de tomarlo lentamente en su boca, sin dejar de acariciarlo y estimularlo con las manos.
Se separó un poco para poder hablar, aunque aún había un hilo de saliva que hacía de puente entre sus labios y la polla de Erwin.
-¿Así está bien...?
-Sí, lo estás haciendo bien...-respondió, respirando agitadamente-Sigue...Y no dejes de mirarme...
Así que Levi se perdió en sus ojos, no por primera ni última vez, y lo tomó por completo en su boca, envolviéndolo vorazmente con sus labios mientras seguía apoyando las manos en sus muslos. La sensación era agobiante, aunque podía mucho más la expresión complacida de Erwin. Al principio, sintió que se ahogaba, y afloraron lágrimas a sus ojos, pero lo estaba disfrutando mucho más de lo que hasta entonces había siquiera imaginado. Erwin le cuestionó con los ojos antes de moverse dentro de su boca, hasta que le costó contenerse y se detuvo, todavía con los labios de su compañero envueltos sobre su piel.
-No me importa-dijo Levi, adivinando lo que su amigo parecía estar preguntándole-...Haz lo que quieras...Está bien...
-¿Seguro...? No hace falta que te fuerces. Si te sientes mal con algo, dímelo y pararé.
-Sí, sí, entendido-dijo Levi, impaciente-cállate y fóllame la boca de una vez.
No tenía muchos límites cuando se trataba de él, aunque no pudiera admitirlo en voz alta con aquellas mismas palabras. Continuó hasta que una sensación aún más cálida inundó su boca, y se separó de él poco a poco, lamiendo la última gota que había quedado en la comisura de sus labios, con gesto indiferente. Era lo que no había podido hacer el otro día, pero se sentía mucho más poderoso entonces, con aquel Erwin mucho más confiado que, sin embargo, parecía en aquel momento completamente rendido ante él.
Erwin le secó los ojos con los dedos, delicadamente, y luego llevó una de las manos a su cuello y, con la otra, se ocupó de la erección desatendida de Levi, que ya estaba casi a punto de venirse tan solo por haberlo dejado a él sin aliento unos minutos antes. Aún le dio tiempo a tratar de devolverle el favor, y Levi reposó las piernas en sus hombros, y pareció ligeramente avergonzado cuando por fin se corrió y se dejó caer sobre la cama, exhausto. No había tardado mucho porque al parecer ese era otro de los talentos de su amigo...
Hizo un esfuerzo para quedar de nuevo a la altura de Erwin y besarle.
-Estoy sucio...-se disculpó él.
-Ya te he dicho que no me importa. Aquí no...Mientras luego cambies las sábanas...creo que me gusta más así...
-Vaya...No lo esperaba de ti, pero creo que a mí también me gusta-replicó Erwin, antes de inclinarse finalmente para besarle una vez más.
Le rodeó con los brazos, y Levi se hubiera quedado allí gustosamente, descansando hasta que ambos hubiesen recuperado fuerzas y ganas para llegar aún más lejos, pero Hange aún podía llegar en cualquier momento, y él había vuelto en sí lo suficiente como para sentir que, si se acomodaba demasiado, Erwin lo sabría. Sabría que estaba irremediablemente enamorado de él, y lo trataría con lástima y nada así volvería a pasar entre ellos, y él no podía permitir eso, así que le apartó toscamente, y se sentó sobre la cama para volver a vestirse. Salió del cuarto de Erwin, llevándose consigo las sábanas para meterlas en la lavadora.
Esta vez si que no había vuelta atrás, pero aún así Levi no se arrepentía de nada...No arrepentirse significaba que lo volvería a hacer, y él sabía que era así, a pesar de todo. Porque tenía la impresión de que aquello continuaría en el tiempo, y la nube de incertidumbre seguiría enturbiándose sobre su cabeza, pero podía acostumbrarse si eso significaba estar más cerca de Erwin. Físicamente, por lo menos, porque todo lo que él no se atrevía a decir en voz alta ponía una distancia entre ellos que no solía resultarle tan notable cuando tan solo eran amigos sin ningún beneficio extra...
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