Capítulo 1
Aquel viernes por la tarde no se diferenciaba demasiado de cualquier otro viernes por la tarde. El reloj estaba a punto de marcar las ocho y media, y Levi estaba impaciente por llegar en casa. Estaba exhausto, pero todavía tendría que quedarse un rato más desinfectando las mesas y lavando los platos hasta que su rostro pudiera reflejarse en ellos.
Sí, era un día como cualquier otro. Pero Levi presentía que las cosas iban a cambiar. Lo notaba porque la gente a su alrededor comenzaba a ser más escrupulosa con la higiene, y algunos clientes habituales llevaban semanas sin pasarse por su tetería, o llevaban mascarilla. En las noticias, las cifras de infectados por el virus aumentaban cada día, y algunos negocios de su misma calle llevaban tiempo cerrados. Y aunque había hecho tanto dinero como cualquier otro día, era difícil no verse anímicamente afectado por la inexplicable inestabilidad del ambiente.
No se trataba tan solo de los casos de infección, o del pánico generalizado. También en casa las cosas se sentían ligeramente diferentes, aunque él tratara de no preocuparse. Tal vez no era más que un mal presentimiento, debido a su naturaleza pesimista. Llevaba casi dos años conviviendo con Hange y Erwin, y no se había parado a contar cuantos viernes de películas había pasado ya junto a ellos. Sonrió ligeramente para sí mientras lavaba el último plato. Seguramente verían alguna película del capitán America por enésima vez, o alguna de dinosaurios, pero no importaba. Lo que vieran era lo de menos. Le gustaba recostarse cerca de sus amigos y pasar un rato con ellos, incluso a pesar de los constantes comentarios de Hange, y a pesar de que la proximidad de Erwin le dolía casi tanto como le gustaba.
Era agradable tener amigos, y simplemente pasar tiempo con ellos. Cuando llegó al piso, no pensó que llegaría a tener demasiada relación con sus compañeros. Estaba casi seguro de que les molestaría convivir con alguien tan escrupuloso (y de que sería mutuo, si ellos eran sucios y descuidados), o de que lo insultarían a sus espaldas y se burlarían de su baja estatura. Y realmente no le habría importado que pensaran eso de él, porque tampoco iba a cambiar para agradar a nadie. Y no quería ni podía cambiar, pero aún así, Hange y Erwin parecían tenerle bastante aprecio. Les gustaba tal y como era, con todas sus pequeñas manías y Levi se alegraba de que así fuera. Se sentía querido, y era completamente recíproco, aunque jamás lo dijera en voz alta.
Eren, Sasha y Mikasa, los jóvenes que se ocupaban de atender las mesas y de ayudar en la cocina, acababan de salir del local. Nanaba, que se encargaba de la repostería (su especialidad eran los banana split), y también vivía en el mismo bloque que Levi, se despidió poco después. Él terminó de lavar el último plato, fregó las huellas del suelo y desinfectó el mostrador y las mesas. No cerró la tetería hasta haberse asegurado de que todo estaba impoluto.
Su portal estaba a pocos metros de allí. Se limpió los zapatos en el felpudo de la entrada y se cruzó en el rellano con Erwin, que estaba hablando con Nanaba y su compañero, Mike, de algo que Levi no alcanzó a escuchar, aunque seguramente no era nada relevante...
Erwin subió las escaleras con él, y los dos se miraron y se entendieron al instante en cuanto llegaron a su piso, porque todo el pasillo apestaba a marihuana, con un ligero toque de olor corporal y mierda de mono.
-Joder-dijo Levi, sacando las llaves del bolsillo mientras se tapaba la nariz con la otra mano-. Se me había olvidado que el bastardo porreta y su puto macaco de mierda venían hoy a cobrar el alquiler.
-Pareces cansado, luego puedo ayudarte a limpiar... si quieres...-sugirió Erwin.
Levi asintió, con un suspiro. Sabía que, incluso si su amigo lo ayudaba, tendría que repasar las partes de la casa de las que se encargara, pero si lo hacían entre los dos, tardarían menos y antes podrían echarse en el sofá a ver alguna película, o irse a la cama a tratar de dormir aunque fuera unas horas.
Cuando llegaron, se encontraron con que incluso Hange había estado pasando la aspiradora después de la visita del casero. No era la persona más ordenada del mundo, pero el mal olor que dejaba el casero después de cada visita mensual permanecía en el aire, y era sumamente desagradable. El hombre, Zeke Yeager, era el hermano mayor de Eren, uno de los empleados de Levi. Varios apartamentos del bloque le pertenecían, aunque a simple vista nadie hubiera dicho que era un hombre de buena familia. Siempre estaba fumado, y siempre iba acompañado de un mono feísimo que había adquirido en el mercado negro. Tenía manchas sospechosas y agujeros extraños en casi todas sus prendas, y estaba tan solo que a veces se pasaba por el edificio para hacer visitas sorpresa a sus inquilinos, a quienes comentaba que el virus era una estrategia del gobierno, y que no había peligro alguno.
Aunque Levi se hubiese librado de verle, simplemente saber que había estado allí le ponía enfermo. Había pocas cosas que odiase más que a su casero y su estúpida mascota, que se cagaba en la alfombra y le miraba fijamente con sus pequeños ojos tristes. Levi tenía problemas de insomnio desde niño, pero una vez que aquel bicho le sonrió, se pasó días enteros sin poder pegar ojo, y aún sentía escalofríos cada vez que lo recordaba. A veces fantaseaba con darle alguna galleta envenenada, y lo hubiera hecho sin remordimientos de no haber habido consecuencias.
Antes de cenar, los tres se organizaron para limpiar la sala y la entrada. Levi se dio cuenta de que Erwin estaba más callado que de costumbre, aunque parecía de buen humor, así que seguramente no se debía a complicaciones en el trabajo. Apartó la mirada cuando vio que este volvía el rostro en su dirección, y siguió limpiando el polvo de la esquina, casi distraído. Otra vez estaba allí aquella extraña presión en el pecho con la que, pese al tiempo transcurrido, aún no sabía como lidiar.
Hange debía de saberlo, porque le lanzaba indirectas y bromeaba constantemente cuando Erwin no estaba delante. Y a veces Levi tenía la sensación de que incluso Mike y Nanaba lo sospechaban, y esperaba que solo fuera eso, una sensación, una sospecha...porque le habría dolido ser consciente de que Erwin también lo sabía y no decía nada simplemente para no herirle. Era bastante patético, después de todo, llevar casi dos años enamorado de su compañero de piso, que jamás había hecho ningún gesto para alimentar esa devoción oculta. Pero cuando estaban viendo una película, y él se adormecía sobre el hombro de su amigo, o cuando este le bajaba de lo más alto de la estantería el bote de gel desinfectante que Hange colocaba allí a propósito para fastidiarle...Levi se atrevía a imaginar cosas de las que solo había oído hablar. Se imaginaba una vida muy similar a la que llevaba, pero, al mismo tiempo, muy distinta.
Se imaginaba que sonreía todo el tiempo, y que le brillaban los ojos (habitualmente cansados y surcados de ojeras), igual que a Marco, el chico pecoso que vivía en el piso de arriba con su novio, Jean. Se imaginaba que podría dormir bien todas las noches, envuelto en los fuertes brazos de su amigo...y también se imaginaba otra clase de cosas, que trataba de borrar de su mente cuando esta le traicionaba y le llevaba por caminos peligrosos. Aunque no existía peligro alguno, porque si Levi jamás les había dicho a sus mejores amigos en voz alta que los quería, mucho menos iba a confesarle a Erwin que estaba irrevocable y devotamente enamorado de él. Habría sido inútil, porque Erwin solo lo veía como un amigo, y habría sido pasarse de pretencioso pensar que en serio alguien como él podría parecerle atractivo. Joder, Erwin era como un puto dios griego, con sus cejas pobladas, y su mandíbula perfecta, su voz y su casi metro noventa de estatura. Tenía que estar con alguien que se viera bien a su lado, Levi no dejaba de repetirse eso cuando su imaginación y sus pensamientos se desbocaban durante las noches de insomnio...pero también sabía que le hubiera dolido verle con alguien más. Eso era lo peor de aquel sentimiento que Levi no había conocido hasta antes de los treinta años; le había concedido a Erwin el poder de hacerle daño con cada una de sus acciones, y Erwin ni siquiera lo sabía. Y él odiaba aquella fragilidad, pero no podía hacer nada al respecto...solo esperar a que aquel sentimiento estúpido e irracional se difuminara con el tiempo, cesara por completo y dejase de desgarrarle día a día.
En cualquier caso, podía soportarlo. Estaba tan acostumbrado a ello que apenas se daba cuenta, que prácticamente ya lo había asumido como una parte más de su personalidad.
Levi se sentó en el sofá con las piernas cruzadas y esperó a que alguien encendiera la televisión. Pero la pantalla continuó en negro y, cuando sus compañeros se sentaron a su lado, supo que tenían algo que decirle. Hange era muy expresiva, muy fácil de leer, y lo estaba mirando casi con pena, de modo que intuyó que lo que iba a escuchar a continuación no le gustaría demasiado.
Erwin se aclaró la voz:
-Tenemos que hablar...
-Supongo que ese bastardo de Zeke ha vuelto a subir el alquiler...-interrumpió Levi.
-No, no, escúchame. No es eso...
-Bueno...-intervino Hange-, de hecho, sí que lo ha subido... pero ese no es el punto. Erwin...
-Me dieron el ascenso en el trabajo...-continuó Erwin.
-Lo sabía-Levi sonrió levemente.
Si se lo hubieran preguntado, ni siquiera habría sabido decir a qué demonios se dedicaba su amigo. Era un trabajo en alguna empresa, un empleo de oficina aburrido pero bien pagado. Pero sí sabía que Erwin era bueno en ello y que, si existía la posibilidad de ascender y prosperar, la tomaría.
-Lo sabía-repitió en un murmullo, casi para sí-No esperaba menos de ti...
-Eh...gracias-Erwin le estrechó la mano y (no por primera ni por última vez) Levi quiso retenerla pero no lo hizo-pero lo que quiero decirte es que, verás...me han subido bastante el sueldo. Es decir, tengo un puesto muy importante en la empresa. Director ejecutivo, CEO, como quieras llamarlo...y ya no necesito pagar el piso a medias con vosotros, así que tal vez dentro de poco más de un mes...
-Erwin, espera, espera...¿quieres decir que vas a irte?
-Sí, tengo la intención de mudarme-dijo Erwin-. No sé como van las cosas en la tetería, pero en el museo donde trabaja Hange están empezando a prescindir de parte del personal por el tema del virus. Y lo último que quiero es causaros problemas, así que os puedo echar una mano con el alquiler, ahora que Yeager lo ha subido. Todavía me quedaré por aquí algún tiempo, y vendré a veros... porque os echaré de menos...Así que...bueno...¿qué piensas, Levi...?
Levi bajó la mirada y se quedó callado durante un rato.
-¿Tanto misterio para eso? No hay ningún problema-dijo-; me imagino que el piso estará más limpio y tranquilo cuando te vayas, aunque si es por eso preferiría que se fuera cuatro ojos. Pero está bien, no necesitas darnos explicaciones. Está bien...
Esto último lo repitió más bien para sí, porque nada estaba bien. Sentía que se había abierto una grieta en el suelo, bajo sus pies. Que aquel que consideraba su hogar iba a sentirse un poco menos como un hogar cuando Erwin se fuera. Ni siquiera era capaz de asimilarlo por completo. Le hubiera gustado ser un poco más como Hange, que no tenía ningún problema en abrazarse a Erwin y en decirle que lo echaría de menos, aunque, siendo justos, tampoco sentía por él algo más que amistad.
Levi estaba tan concentrado tratando de lidiar con sus propios sentimientos que no reparó hasta entonces en el hecho de que Hange estaba apoyando los pies en la mesilla del salón, y que llevaba así desde el principio de la conversación.
-Imbécil, aparta tus sucios pies de la mesa-dijo, mientras se levantaba del sofá.
Hange se echó a reír, pero obedeció y le siguió con la mirada mientras él se dirigía a la estantería para coger el desinfectante en spray. Volvió a oír su risa, y los pasos firmes de Erwin, dispuesto a alcanzarle el bote del estante más alto.
-No necesito tu ayuda-gruñó Levi, que estaba algo resentido, aunque fingiera que todo le daba igual.
Se puso de puntillas y estiró el brazo, pero seguía estando demasiado alto, y además Hange lo había empujado hasta el fondo, prácticamente pegado a la pared.
-¿Estás seguro de que puedes solo...?-preguntó Erwin, con una leve sonrisa.
-Joder, ya te he dicho que sí...
Dio un pequeño salto para impulsarse, pero tampoco así consiguió alcanzar el bote. Solo estaba quedando en rídiculo, a juzgar por las risas de Hange, que continuaban resonando en sus oídos. Sintió las manos de Erwin debajo de sus axilas, elevándolo en el aire antes de que pudiera protestar. Le ardían las mejillas. Tomó el bote de encima del estante y se soltó con presteza de los brazos de Erwin, dedicándole una mirada asesina.
-Te odio-era evidente que no lo decía en serio, pero seguía siendo mucho más fácil que decirle la verdad-. Te dije que no necesitaba tu ayuda.
-Bueno, pero eres mi amigo...¿no puedo echarle una mano a mi amigo...?
Levi suspiró y se dirigió de nuevo a la mesita para rociar la superficie de cristal y después limpiarla a fondo, una vez más demasiado sumido en su propia mente como para prestar atención a las bromas de doble sentido de Hange. No quería pensar en que el apartamento se volvería más silencioso, y ya no habría viernes de películas, ni tanta vajilla para lavar, ni en que vería a Erwin tan solo de vez en cuando, si se dignaba a pasarse por allí, aunque fuera para ver a Hange, que tenía una personalidad mil veces más divertida (y molesta) que la suya.
Normalmente, Levi era seco con todo el mundo, pero con Erwin no solía ser tan cortante, incluso grosero, como lo había sido aquella noche. Se estaba dejando llevar por lo que sentía, a pesar de que no tenía razón ninguna para sentirlo. Después de todo, su compañero no le debía nada. Él no era nadie para pedirle que se quedara y, en caso de haberse atrevido, se habría delatado por completo.
-Iré a mi habitación-dijo, haciendo ademán de levantarse del sofá-, estoy muy cansado...
-Pero Levi, hoy íbamos a ver la segunda del Capitán América...-Erwin pareció contrariado-¿Pasa algo...?¿He dicho algo que te haya molestado...? Puedo volver a limpiar si se me ha quedado alguna mancha...
-No, solo estoy cansado-repitió él, con un suspiro.
Erwin era un amigo fiel y atento, alguien con quién siempre se podía contar, tanto en los buenos momentos como en los malos. Pero le resultaba difícil comprender lo que se les pasaba por la mente a sus compañeros si estos no se lo decían claramente. Y eso era algo que frustraba y aliviaba a Levi casi a partes iguales.
Volvió a sentarse, porque, muy a su pesar, era incapaz de decirle que no a Erwin. Apenas prestó atención a la película. Fingió que se quedaba dormido sobre el hombro de su amigo aunque, irónicamente, sabía que aquella noche conciliar el sueño le costaría todavía más que de costumbre. Pero contaba con aquella cercanía y aquella calidez que perdería pasados unos meses, quizá semanas, o incluso días. Y quería aferrarse a aquella sensación. Quería aferrarse a Erwin, tanto como pudiera, mientras pudiera...
Y Erwin no iba a morirse, solo a mudarse, pero Levi le echaría de menos.
Porque incluso cuando estaba a su lado, le echaba de menos...
Notas:
Si alguien conoce mis otros fics y le haya extrañado que este se llame igual que mi OS Sope, que también se desarrollaba en los primeros meses de pandemia, la única explicación que tengo es que carezco completamente de imaginación.
No sé cuando actualizaré esto. El documento tiene alrededor de 50 páginas ahora mismo (y como cuatro escenas de smut, aunque no esperen demasiado XD) pero está bastante desorganizado. Originalmente es el guión de un doujinshi que estoy dibujando, de dónde he tomado la propia imagen que he utilizado como portada. También es la primera vez que escribo para este fandom, y espero que les guste :)
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro