06
La yema de sus dedos jugaba en mi rostro, acariciando cada centímetro de él.
Iban desde mi frente hasta mis labios, pasando por el puente de mi nariz. Luego de hacer algo de estancia en ellos, continuaban bajando por mi mentón, mi cuello. Le sensación de algo más en este último fue lo que me hizo despertar. Sea lo que fuera, era suave, húmedo y bastante agradable. Solo que dejó de hacerlo cuando abrí los ojos y vi de qué, o mejor dicho de quién, se trataba.
—Buenos días, pastelito.
—¡¿Owen?!
—¡A tus órdenes! —Rió.
—¿Q-Qué se supone que haces aquí? —Me aparté enseguida, volteando a ver la ventana—. ¿Por qué está abierta?
Era absurdo. Juraba haberla cerrado antes de ir a dormir.
—Pues no la habrás cerrado bien. —Se encogió de hombros—. Aunque no me molesta, pude venir a darle los buenos días a mi vecina favorita.
—Yo la cerré antes de ir a dormir... —Aún dándole vueltas al asunto—. Estoy segura de haberlo hecho.
—Pues está claro que no lo hiciste bien y deberías tener más cuidado al respecto. A saber qué cosas se te podrían meter por ahí. —Sonrió con maldad.
—Como tú, por ejemplo. —Fruncí el ceño y él rió.
Negué con la cabeza, recogiendo mi cabello en una coleta alta algo despeinada antes de bajarme de la cama.
—¿Piensas quedarte ahí? —Arqueé una ceja al no verle con intensiones de marcharse—. ¿Owen? —Fruncí el ceño nuevamente.
Él terminó de observar el panorama para terminar con una sonrisa.
—Bonita pijama, pastelito.
La sangre se acumuló en mis mejillas apenas dijo eso. Tomé mis sábanas con rapidez y me cubrí con ellas. No llevaba mi pijama más "pudoroso" que digamos. Pero no era mi culpa. Estaba en mi casa. En mi cuarto. Él es quien no debería estar aquí; aunque tampoco es que fuera la primera vez...
Iban varias veces en estas dos semanas. Aunque sí es la primera que hace esto de meterse estando yo dormida. Las otras ocasiones solo había subido para molestarme un rato y al final acabábamos hablando o compartiendo unos minutos. La verdad es que Owen no era tan malo después de todo. Sí estaba loco, pero era un loco agradable y entretenido.
—Deja de reírte —pedí, pero solo conseguí que riera más fuerte—. ¡Owen! —desesperada. Sería aún más vergonzoso si alguien le escuchara y le descubriera aquí—. Para de una vez o por lo menos reduce el volumen. Vas a hacer que alguien que se de cuenta.
—¿Acaso escuché bien? —La malicia brillando en sus ojos mientras gateó hasta mí, acercando su rostro—. ¿Prefieres hacerlo a escondidas, pastelito? Eso es excitante.
Puse los ojos en blanco provocando otra de sus carcajadas, pero rápidamente le cubrí la boca con una de mis manos.
—¿Ya estás despierta, pulguita?
—Desaparece —dije automáticamente, dándome la vuelta para interceptar a mi hermano antes de que entrara.
—Vaya, estás despierta.
Mierda...
No me había dado tiempo. Él abrió la escotilla y subió, avanzando hasta donde me encontraba. Yo retrocedí, intentando procesar la situación, hasta golpear la cama detrás de mí. Al girarme, no había nadie sobre ella.
¿Dónde se metió?
—¿Pulga? —Mi hermano llamó mi atención—. ¿Me estás escuchando?
—Ah... Este... sí, claro. —Volteé a verlo—. ¿Qué decías?
Me estremecí por completo en cuanto sentí sus dedos acariciar mis tobillos. ¿En qué momento se metió debajo de la cama?
—No me estabas prestando atención. —Rió, acercándose a la ventana—. Te decía que papá irá hoy al pueblo y preguntó si queríamos ir con él. Aunque parecía más bien una orden que una petición.
—Suena bien. —Me alejé de la cama o no podría concentrarme en la conversación.
—¿La dejaste abierta? —Señaló la ventana, extrañado.
—Sí, digo no —corregí rápidamente por lo que él frunció el ceño, confuso—. Quiero decir que la abrí ahora, cuando desperté —me apresuré a explicar—. Quería tomar algo de aire.
—De acuerdo. —Besó mi frente—. Prepárate y baja a desayunar. Saldremos dentro de un rato.
—Vale.
—Me agrada tu hermano. —La voz de Owen me recordó su presencia, por lo que rápidamente fui hacia él para sacarle cuanto antes—. Yo también te protegería de esa forma, incluso mejor.
El arma mortal de este chico estaba en sus ojos. Una vez esos jades lograban que les devolvieras la mirada, ya nada te impedía dejar de hacerlo. Esa era la principal razón por la cual evitaba hacer contacto visual con él. Era consciente de lo peligroso que podía resultar.
—Me protegerías si te fueras ahora mismo —pedí por enésima vez—, por favor.
—¿Pero no podrías traerme algo de desayunar antes?
—¿Por qué siempre me pides comida? —Fruncí el ceño. En las ocasiones anteriores había hecho lo mismo.
—Porque estoy harto del tocino y los huevos revueltos. —Rodó los ojos—. Mi primo no se sabe otra receta.
¿Ezra mal cocinero? Esa no me la esperaba.
—Lo siento, esta vez no puedo. —Le empujé a la ventana hasta conseguir que saliera. Solo que no bajó las escaleras, se quedó allí, mirándome con esos ojos de cachorro lastimado.
—Por favor.
—Esta vez no. Me arriesgo a que se den cuenta y como mi padre, Cam o Dean te descubran...
—Ya entendí, ya entendí. No te preocupes. Valoro mi vida.
—No lo parece. —Arqueé una ceja—. Pero si de verdad lo haces, vete de una vez.
—Me voy con una condición.
—¿En serio?
—Muy en serio.
—De acuerdo —cedí, puesto que él no lo haría—. ¿Cuál es la condición?
—Solo quiero que digas que somos amigos.
—Owen... —Él sonrió, dándome a entender que no movería un solo músculo hasta escucharme decir eso—. Pero los amigos no se meten en la habitación del otro —aclaré.
—¿En la habitación no, pero en la cama sí?
Puse los ojos en blanco y él rió.
—Puede que mi concepto de amigos sea un poco diferente al tuyo, pastelito. —Fruncí el ceño, obteniendo nada más que diversión por su parte—. Está bien, está bien, ya me voy. Pero recuerda que ahora somos amigos y los amigos deben ser fieles entre ellos.
—Pues claro, digo... —Por alguna razón su comentario me resultó extraño—. Lo que tú digas.
—Nos vemos más tarde. —Besó mi mejilla, pero esta vez no me tomó por sorpresa. Siempre hacía lo mismo—. Quizás más temprano que tarde —murmuró junto a mi oído, para luego marcharse.
Me quedé como tonta mirando por la ventana durante algunos minutos. Minutos entre los cuales sentí los ojos de alguien más sobre mí. Busqué esa mirada pensando que sería Owen, pero el sentimiento era demasiado oscuro para que viniera de él. Terminé encontrándome un par de ojos negros que me miraban de forma inexpresiva, pero a la vez parecían repudiarme. Tragué pesado luego de que él rompiera el contacto visual, entrando a la casa de al lado.
Y pensar que la primera vez que lo vi, a través de cierta ventana circular, me consideraba afortunada. Pensándolo mejor, prefería que siguiéramos sin cruzar palabra. Aunque no entiendo qué hice para caerle tan mal.
• RESIDENCIA WOLF •
OWEN
—Le harás un agujero si continúas mirándola de esa forma.
—¿Te importa?
—¿Ya estás de mal humor? —Reí—. La verdad no entiendo qué tienes en su contra.
—¿El hecho de que ella sea una provocación constante no te dice nada? —intervino Félix—. Yo entiendo si nuestro hermano decide mantener la distancia. Sería lo más lógico.
—¿Mantener la distancia es matarla con la mirada y hacerle creer que la odiamos? —Me hice el desentendido—. Me parece más bien una estupidez, no algo lógico.
—Quizás porque todo te lo tomas como un juego en lugar de ver las consecuencias.
—No comiencen a discutir. —Asher nos lanzó una mirada de advertencia—. Mantenernos alejados sería lo más lógico, en eso Félix tiene toda la razón. Pero darle la espalda en estos momentos sería imprudente.
—¿Tienes algo en mente para esta noche? —Sonreí con maldad. Estaba claro que era así.
—No te emociones, Ezra dará las órdenes.
—¿Y eso no le traerá problemas? —intervino Félix, preocupado—. El tío Wolf estará de vuelta en unos días y si se da cuenta de que nuestro primo participó en esto y que encima lo dirige...
—Lo encadenará de por vida —terminé la oración por él—. ¿No es mejor que hagamos esto solos?
—¿Alguna vez lo has hecho? —Negué con la cabeza y Asher prosiguió—. Ahí tienes tu respuesta.
—Ezra lo ha hecho antes y dice que no es agradable —comentó Félix—. Además, en esos momentos necesitas toda la ayuda posible y teniendo en cuenta las condiciones y la situación, no creo que solos hagamos mucho.
—De todas formas no sucederá nada. —Me lancé al sofá, totalmente confiado—. Los análisis de Ezra no fallan. Nunca lo han hecho, ¿verdad que no? —Y lo digo justamente yo, quien antes había dicho que podría estar sucediendo justo bajo nuestras narices; pero no es eso lo que me gustaría creer en realidad...
Félix y Ash compartieron una mirada en donde este último se alejó para ir a su habitación y Félix se sentó junto a mí.
—Solo espero que tengas razón —murmuró de la nada.
Yo también...
—Oye, hermanito.
—¿Qué?
—¿Tienes ganas de ir al pueblo? —Volteando a verlo.
—¿Al pueblo? —pensativo—. La verdad no mucha. ¿Por qué? ¿Tú sí?
—Tenía pensado pasarme un rato. ¿Quieres ir conmigo? —Le sonreí y él dudó.
—No pareces tener buenas intenciones...
—No voy a hacerte nada. —Estallé en risas—. Solo pensé que podría ser divertido. —Me encogí de hombros—. Salir un rato, beber algo, quizás ir de compras...
—¿Ir de compras? —Frunció el ceño—. Eso es sospechoso, Owen Colt y más viniendo de ti. Dime ya qué estás planeando.
—Te lo diré si vas conmigo. —Pareció pensárselo durante un segundo—. Anda, prometo que será divertido.
—Agh, de acuerdo —cedió y yo sonreí—. ¿Quieres ir ya o...?
—Aún no, es demasiado pronto. —Me acomodé nuevamente—. Tomaré una siesta antes y luego nos iremos.
—Vale. Estaré en mi habitación cualquier cosa.
Asentí y él se marchó. Una sonrisa resplandeció en mis labios.
Nos vemos dentro de un rato, pastelito
• RESIDENCIA WEST •
NEREZZA
—Buenos días, princesa.
—Buenos días.
Me acerqué a la mesa para saludarlo y él dejó un beso en mi frente. Tomé asiento junto a Cam.
—Hice jugo de fresas, tu preferido, cariño. —Dejándolo sobre la mesa.
—Gracias, mamá. —Le sonreí.
—¿Cam te dijo que iríamos al pueblo, princesa?
—Claro que sí, no soy tan despistado como Dean, papá.
—¿Y se puede saber por qué me metes a mí en la conversación? —inquirió nuestro primo, no hallándole ningún sentido.
—Para que sea más creíble —le respondió, encogiéndose de hombros.
—Me ahorraré la contesta —prefirió ignorarlo—. ¿Y a qué vamos al pueblo por cierto?
—¿Tú también vienes? —sorprendida.
—¿Por qué? ¿No puedo?
—N-No lo decía por eso... —me apresuré a aclarar, algo avergonzada—. Lo siento.
—No, yo lo siento. —Dejó ir un suspiro—. Me enojo con facilidad estos días. Tú no tienes la culpa.
Causa del enojo: los vecinos.
A Dean parecían no caerle nada bien. Aceptaba a Ezra por el hecho de que me ayudaba a mejorar, pero siempre decía que algo en el fondo no terminaba de gustarle del todo. Le daban malas vibras.
—Iremos porque necesitamos comprar varias cosas —contestó papá.
—¿Varias cosas? —Cam frunció el ceño antes de llevarse el último bocado a la boca—. ¿Qué cosas son esas?
—Todo lo necesario —se limitó a contestar.
—¿Y qué es "todo lo necesario"? —insistió.
—Sobre eso queríamos hablarles su padre y yo. —Mamá se unió a la conversación—. Tenemos algo importante que anunciarles.
—¿Anunciarnos algo? —Cam parecía cada vez más confuso, sobre todo al ver la manera en que nuestros padre se tomaron de la mano—. Ok, algo no pinta bien aquí. ¿Dean? —Volteó a verlo.
—¿Van a tener un bebé? —soltó este último de la nada con la tranquilidad que lo caracterizaba.
—¡Dean! —exclamaron ambos automáticamente.
—¿Qué? No me molestaría tener otro primito a quien molestar.
—¡¿Eso es cierto?! ¡¿Voy a tener otro hermano?! —Cam casi se desmaya.
—¡Por dios no! —Mamá se sostuvo el puente de la nariz, buscando paciencia—. Pero estoy segura de que preferirían eso.
—Eso sonó incluso peor... Ahora me están asustando.
—Deja el drama, Cameron —intervino papá, para luego voltear a verme—. Princesa, ¿cómo te has sentido en las últimas semanas?
—Bien —contesté algo dudosa, no porque no me sintiera de esa forma, sino porque su pregunta me tomó por sorpresa—. Quiero decir... no he tenido más pesadillas desde entonces.
—¿Sientes que estás avanzando con Ezra?
—La verdad sí, mamá. Por primera vez creo que estoy logrando algo.
—Cariño... —Sus ojos cristalizaron mientras me sonreía—. Eso es maravilloso, cielo.
—Mamá y yo estamos muy orgullosos de ti, princesa. —Tomó una de mis manos.
—Gracias, papá.
—Nosotros también. —Cam pasó uno de sus brazos por sobre mis hombros—. Eres genial, pulguita.
—Estoy de acuerdo —agregó Dean—. Ahora, eso fue en cuanto a la garrapata. ¿Qué hay de nosotros? Porque no creo que eso sea todo lo que tienen para decir ¿o sí?
Lo fulminé con la mirada mientras que él me regaló una sonrisa. Papá y mamá negaron con la cabeza.
—La verdad no. —Papá suspiró antes de continuar—. La verdad es que estoy teniendo algunos problemas en el trabajo, chicos. Me necesitan allá cuanto antes y no puedo pedir más tiempo. Sucede lo mismo con Joona.
—En mi caso estoy intentando arreglar todo para trabajar desde casa —explicó mamá—, pero por ahora necesito ocuparme de algunos clientes que dejé pendientes en Kandland y ello exige de mi presencia.
—Ok... —Cam parecía incómodo con la situación—. Entiendo todo eso, pero no entiendo por qué nos lo dicen.
—¿Tendremos que regresar acaso?
—¿Qué? —La pregunta de Dean me cayó como un balde de agua fría—. ¿Regresaremos a Kandland? —preocupada—. No, ¿verdad?
—Tranquila, princesa, no regresaremos.
El alivio que sentí luego de escucharle decir eso, no sabría cómo describirlo. Y no había sido la única, mi hermano y Dean también. Para ser solo un mes en este lugar nos habíamos encariñado bastante, ya que tenía la paz y la tranquilidad que buscábamos.
—Lo que mamá y yo intentamos decirles, es que nosotros regresaremos a Kandland. —Ambos compartieron una mirada—. Tarda 5 horas viajar a la ciudad, 5 más regresar, por lo que estaríamos de vuelta los fines de semana; al menos por el momento —aclaró—. Cuando su madre arregle las cosas en su trabajo podrá pasar más tiempo en casa. En mi caso es un poco más difícil.
—Entendemos perfectamente, papá.
Más que preocuparse o sentirse tristes, Dean y mi hermano parecían bastante felices con la idea de pasar gran parte de la semana con la casa solo para ellos. En mi caso, no estaba segura.
—Hablamos con Ezra al respecto y dijo que no duden en pedirle ayuda si necesitan algo. Prometió estar la pendiente.
Su alegría se fue al suelo cuando mamá les dijo eso.
—Por cierto, se nos queda otra cosa.
—¿Otra más? —Dean parecía ser el más afectado con esto—. Espero que al menos esta sea la buena noticia...
—Lo es. —Sonrió papá—. El lunes comienzan en el colegio.
Lunes y hoy era domingo. Papá en serio sabía dar las noticias a tiempo.
Mi hermano y Dean simplemente se "desmayaron" en el puesto.
🌙
—Te saldrán arrugas como sigas frunciendo el ceño. —Le piqué la frente para que dejara de hacerlo.
—Lo siento, es que todavía no lo proceso.
—Solo es la escuela, Cam. —Reí—. Tampoco es para tanto.
—Sí, claro, como si tú no estuvieras nerviosa.
La verdad me estaba muriendo de los nervios. Había olvidado cómo se sentía ir a clases y odiaría hacer el ridículo en mi primer día. Por Dios, si al menos papá nos hubiera dicho con tiempo...
—No sucederá nada. —Me abrazó desde atrás—. Dean y yo estaremos ahí para ti.
—Dean y tú estarán en otro salón...
—Eso será bueno para ti. Conocerás gente nueva y harás amigos.
—O enemigos...
—Basta de ser tan pesimista. —Se apartó, girándome hacia él—. Eres hermosa y muy inteligente. Se te dan bien todas las materias.
—Excepto historia.
—Excepto historia. —Rió—. No te preocupes, todos odiamos esa asignatura. Lo que realmente importa es que ya va siendo hora de que te abras al mundo y le permitas a los demás conocer la maravillosa persona que eres.
—Gracias. —Mis ojos cristalizaron.
—Tonta. —Limpió mis lágrimas—. Ahora sí, no te vayas a exceder. Me pondré celoso como otra persona crea que le perteneces. Así que establece límites. —Entrecerró los ojos y yo reí—. Eres mi pulga y de nadie más.
—De acuerdo. —Entrelazamos nuestros meñiques—. Lo prometo.
—¿Interrumpo? —Cam y yo dejamos de vernos, para ver a la persona que se nos había acercado—. Se ven adorables. —Sonrió, haciéndome sonrojar—. Hola, Nerezza, ¿cómo has estado?
—Ho-Hola... —algo avergonzada—. Estoy bien, gracias... Minho.
Él sonrió nuevamente.
—Espero que no te importe que lo haya invitado —confesó Cam de la nada y aunque siempre dijera que no, era igualito a papá en cuanto a comunicar las cosas importantes a tiempo—. Es que la primera vez no salió muy bien y quería compensarlo.
—N-No pasa nada.
—Pues bien, ¿cuál es la agenda para hoy?
—La peor de todas —le contestó Cam—. Comprar cosas para la escuela. Así que vamos. Cuanto antes hagamos esto, antes lo voy a digerir.
Salió caminando en cualquier dirección y nosotros fuimos detrás, intentando no reírnos.
🌙
—Entonces irás a mi escuela —comentó Minho de la nada, quizás para acabar con el incómodo silencio entre ambos.
Estábamos en una fila en la cafetería frente al mercado, mientras Cam nos esperaba en una mesa, matando su depresión en los juegos de su teléfono.
—Supongo que sí... —Apenas respondí, el silencio nos envolvió de nuevo y lo aproveché para mirarle mientras él no se daba cuenta.
Tenía un rostro precioso. Me atrevería a decir que más hermoso que el de una chica. Su cabello azul hacía juego con su tez blanca y la heterocromía en sus ojos me resultaba hipnótica. Prestándole más atención, pude percatarme que el ojo derecho es azul mientras que el izquierdo es más color miel.
Increíble...
—¿Sabes ya que pedirás? —Volteó a verme de la nada y me pilló mirándole. Aparté la mirada rápidamente. La sangre se me subió al rostro en cuestión de segundos—. ¿Estás bien?
—S-Sí. —Sin devolverle la mirada—. Todo de maravilla.
—Vale. —Me imaginaba que estaba reprimiendo las ganas de reír—. ¿Qué vas a pedir entonces?
—¿Ya? —Miré hacia delante y no había nadie, solo el mostrador y la chica detrás de él—. Ahm... solo quiero un chocolate caliente, pero no te preocupes yo puedo...
—Deme dos americanos y un chocolate caliente, por favor. ¿Te gustaría que le pusieran crema o algo más? —Negué con la cabeza, atónita y él se volvió a la chica—. Eso será todo, gracias.
—De acuerdo. En un momento estará su pedido, por favor, esperen allí.
—Ven. —Colocó una mano en mi espalda y me guió hasta el mostrador de al lado para esperar nuestro pedido.
—Este... no tenías que... —Me detuve apenas me devolvió la mirada, pero esta vez no la aparté—. Tus ojos son hermosos.
Una sonrisa se apresuró a sus labios, haciéndome dar cuenta de la estupidez que acababa de decir. Bueno, no estupidez, pero me preguntaba por qué le dije una cosa así. Acabaría muriendo de vergüenza.
—Gracias, eres la primera persona que me lo dice.
—¿En serio? —Ahora estaba sorprendida. Él asintió—. Eso no puede ser verdad. —Negué con la cabeza, sin poder creérmelo—. Tienen que habértelo dicho antes. No creo que haya alguien que pueda pasarlos por alto.
—En realidad no lo hacen.
—¿Entonces cómo puede ser la primera vez que alguien te haga un cumplido al respecto?
—Que no los pasen por alto no significa que me hagan cumplidos.
Aquel comentario me dejó sin palabras, pero aunque hubiera querido decir algo, el chico detrás del mostrador apareció con nuestro pedido.
—Gracias. —Minho se volteó para recibirlo y luego me indicó que lo siguiera para volver con Cam.
—Oye... lo siento.
Se detuvo a mitad de camino y volteó a verme. No dijo nada durante algunos segundos y eso solo me hizo sentir aún más nerviosa.
—No te preocupes por eso. —Sonrió de la nada, restándole importancia—. Estoy acostumbrado.
—No me refería a eso... —Volteó a verme nuevamente—. Me refiero a ese día en el mercado. Tú intentabas ayudarme y yo...
—No necesitas disculparte —me interrumpió—. Habrás tenido tus razones o quizás sólo tuviste un mal día. No pasa nada.
Ojalá hubiera sido así...
—Oye, hablo en serio. —Colocó un mano en mi hombro, quizás para hacerme sentir mejor y dejar claro que lo decía de verdad—. Todo está bien.
—¿Seguro?
—Por supuesto. —Sonrió dulcemente—. Además, jamás me enojaría con la primera persona que dice que le gustan mis ojos.
Me sonrojé, pero no pude evitar sonreír. Minho en serio era una buena persona. Me alegraba que Cam tuviera un amigo así.
*Notificación de SMS*
—Oh... disculpa. —Él asintió y saqué mi móvil para ver quién era. Tenía un mensaje de Dean.
D: << Estoy terminando en el taller. Pasaré por ustedes en 20 >>
<< De acuerdo >>
<< ¿Y papá? >>
D: << Le dije que se fuera a casa, que yo les llevaría. ¿Compraron mis cosas? >>
<< Las escogió Cam >>
D: << Te odio... >>
<< Hahahahaha >>
<< ♡ >>
—¿Por qué sonríes de esa forma? ¿Alguien importante?
—No es nada —le resté importancia, guardando el móvil—. ¿Vamos con Cam?
Asintió y le seguí el resto del camino.
🌙
—¿Dejarás esa cara de velorio para otro momento? —bromeó Minho mientras esperábamos junto a la fuente porque Dean llegara.
—Agh, no seas igual que Dean. —Rodó los ojos—. ¿Y dónde está, por cierto? ¿No había dicho que vendría en 20? —Volteando a verme—. ¿No habrán sido 20 horas en vez de minutos?
—La verdad no especificó. —Mi broma no le pareció graciosa, pero sirvió para que Minho y yo nos ríeramos un rato por la expresión que hizo—. De acuerdo, lo voy a llamar. A lo mejor se enredó en el taller.
—Hazme el favorcito.
—Vale. —Metí la mano en el bolsillo de mi abrigo para sacar mi móvil, pero no estaba allí. Luego revisé en los de mi pantalón, pero estaban vacíos.
—¿Todo bien? —me preguntó Minho al ver la expresión preocupada en mi rostro.
—Creo que perdí mi teléfono.
—¿No lo habrás dejado en la cafetería?
—Puede ser... —Pensativa—. Regreso en un momento.
—¿Te acompaño?
—Descuida, mejor quédate con el malhumorado e intenta que no mate a Dean cuando llegue mientras no estoy.
—Vale. —Rió—. Ten cuidado.
Devolví mis pasos hasta la cafetería de antes y entré buscando la mesa en la que habíamos estado con la mirada. Apenas la encontré dudé sobre si debía acercarme o no, puesto que estaba ocupada, pero terminé haciéndolo ya que mis ojos localizaron mi móvil sobre la misma.
—Tenías que haber visto la cara de Logan en el último partido.
Me detuve, dudando nuevamente. Los chicos en ese mesa parecían reír y pasar un rato agradable, pero esa no era la principal razón por la que no quería acercarme. Aunque tampoco estaba segura de cuál era en realidad.
—No es gracioso —molesto.
—Ver a Kai anotar más canastas que tú debió doler —continuó molestándole mientras el otro chico que estaba con ellos solo se reía.
—¿Qué te hace pensar que no lo tenía planeado de antemano? —Ajustó sus lentes, para luego beber de su café.
—Eres un aburrido... —Echó la cabeza hacia atrás, sorprendiéndose—¡Oh! —Se enderezó, volteando en mi dirección—. ¿Por qué nos mira? —Me señaló.
De la nada la atención de los otros dos se posó en mí y quise desaparecer. Durante ese instante, en el que reunía el coraje para darme la vuelta y salir de allí, la atmósfera se tornó pesada y algo asfixiante. Sus ojos parecían devorarme y la sensación no era agradable.
Me di la vuelta cuando ya no pude soportarlo, chocando con alguien más.
—L-Lo sien... —Las disculpas se me quedaron atoradas en la garganta cuando levanté la mirada para verle.
Él parecía igual de sorprendido, pero lo que terminó cambiando mi expresión a una de desconcierto, al menos hasta que me di cuenta, fue el hecho de que se sonrojara.
—N-No te preocupes. —Dio un paso hacia atrás de la nada, tapándose la nariz y parte del rostro. Aquel gesto encendió mis nervios y me hizo dudar. ¿Acaso olía mal? Aunque aquella vez parecía agradarle bastante...
Un escalofrío me sacudió el cuerpo de solo recordar ese incómodo momento antes de tener el ataque. Pero eso significaba que él era real y que ese momento también lo fue.
—Disculpa pero... ¿necesitabas algo? —me habló uno de los chicos de la mesa. Si no me equivoco y por lo maduro de la voz, era al que estaban molestando.
—A-Ahm, y-yo... —Volteé a verlos, sin saber qué decir.
—¿Por casualidad es tuyo? —habló el de al lado, señalando mi teléfono. Su rostro era más joven, al igual que su voz, aunque con un aire más... elegante—. Puedes tenerlo si es así.
—No somos adivinos —insitió el mayor ante mi silencio—. ¿Es tuyo o no?
—Sí lo es —habló el chico detrás de mí, sorprendiéndome. Quise voltear a verlo y hasta preguntarle cómo podía estar tan seguro, pero el que antes estaba bromeando se me acercó con el móvil en la mano.
—Aquí tienes. —Me lo ofreció con una sonrisa que resplandecía en su rostro colmándolo de diversión y ternura al mismo tiempo.
—G-Gracias. —Lo tomé.
—No hay de qué. —Sonrió nuevamente, despidiéndome con la mano—. ¡Ven en otra ocasión! —gritó cuando había llegado a la puerta.
Sentí como si todas las miradas estuvieran sobre mí. Avergonzada, salí de allí cuanto antes sin voltear a verlos una última vez.
—Espera. —Alguien me detuvo apenas pasar el mercado. Al darme la vuelta, era ese chico de antes. Automáticamente sentí como los nervios comenzaban a dominarme.
—¿Q-Qué sucede? —pregunté al ver que simplemente se quedó callado, mirándome.
Sus ojos descendieron entonces a su mano que sostenía mi muñeca, quedándose en ese lugar durante algunos segundos. Una idea bastante loca llegó a mi cabeza, por lo que tomé mi mano de vuelta, deshaciendo su agarre o sería yo quién se la tomaría, en lugar de él a mí, justo como en aquel momento.
—Y-Yo... lo siento, no quería... —se apresuró a decir—. No era mi intención incomodarte. —Dejó ir suspiro como si estuviera frustrado por algo—. De verdad lo digo.
—Ahm... —Me sentí mal de la nada. Culpable, como si estuviera juzgándole o algo peor—. N-No pasa nada, digo, olfatear a alguien o tomarle de la mano no es ilegal.
Volteó a verme con una sonrisa algo confusa. Sentí mis mejillas arder por alguna razón.
—La verdad es que no. —Su sonrisa pasó a ser genuina y aún más suave—. Pero no significa que esté bien. De verdad lo lamento, no es propio de mí comportarme de esa forma. Es solo que no me pude controlar.
—¿Qué? —confusa.
—Es que... —Sus mejillas ardieron ligeramente—. Hu-Hueles demasiado bien.
Ok, quizás ese no era el cumplido o la explicación lógica que esperaba escuchar, pero hizo algo más que solo sorprenderme. Aceleró mi corazón de manera imprevista.
—¿G-Gracias? —No tenía la menor idea de si esa era la respuesta correcta, pero fue lo más inteligente que se me ocurrió.
—Ahm... eres nueva en el pueblo ¿cierto? Es decir, no es la primera vez que nos vemos, pero se nota que no eres de aquí.
—¿Es tan obvio?
—Es un pueblo pequeño. —Sonrió—. No es difícil darse cuenta cuando alguien no es de aquí.
—Lo sé... —Miré de reojo a las personas a nuestro alrededor. Algunas me miraban como la vez anterior que estuve aquí.
—Solo no les prestes atención.
—¿Cómo no hacerlo, cuando son tan obvios?
—En ese caso apartas la mirada. —Una de sus manos sostuvo mi mentón con delicadeza, haciéndome voltear a verlo.
La sonrisa que me regalaron sus labios me sacó los colores pero no pude apartar la mirada. Tampoco podría aunque quisiera. Había una extraña fuerza en aquella mirada oscura que me atraía de manera inexplicable, pero la familiaridad que la envolvía la hacía sentir menos peligrosa y aterradora, permitiéndome perderme en ella por completo.
—Y te enfocas en algo que te guste.
Mis pupilas dilataron en respuesta y sentí mi cuerpo un poco más liviano. Parpadeé con lentitud. Los colores se volvieron más vivos y la luz más intensa. ¿Por qué sentía sueño de repente?
—En ese caso permíteme ayudarte. —El dueño de esa voz me devolvió en todos mis sentidos, a la par que tomó una de mis manos, acercándome a él—. Yo refrescaré tu mirada, pastelito. Solo tienes que mantener tus ojos en mí ¿de acuerdo?
—¿O-Owen? —confusa—. ¿Qué haces aquí? —Aparté su rostro. Estaba demasiado cerca. Y de paso tomé mi mano de vuelta, guardando las distancias.
—Solo pasaba por aquí y vi a una damisela en apuros. No pensarías que te dejaría a merced de cualquier embaucador ¿no es así?
—Yo también me alegro de verte, Owen.
Volteé a ver al chico de antes y sonreía pero estaba claro que de cordial esa sonrisa solo tenía la apariencia. Entonces miré a Owen y confirmé que la hostilidad era mutua.
—¿Para esto querías venir al pueblo?
—¿Félix? —Volteé a ver detrás de Owen y le vi acercándose con una expresión para nada contenta que sugería la incomodidad que sentía con esta situación y traducía el mal final que acabaría teniendo.
—Hola, Nerezza, ¿cuánto tiempo? —Saludó, deteniéndose junto a su hermano—. Sean. —Saludó a ese chico con un asentimiento de la cabeza.
—Félix. —Le devolvió el gesto.
—¿Ustedes se conocen? —Intercambié miradas con los tres, pero ninguno quiso responder. Al contrario, solo continuaron con esa extraña aura de "no te soporto"—. Supongo que eso es un sí... —algo incómoda.
—Pastelito, ¿recuerdas cuando te dije lo de la ventana? —Volteé a verlo pero estaba demasiado ocupado mirando a Sean—. Te aconsejaría mantenerla bien cerrada de ahora en adelante.
Me estremecí. La tensión entre ambos era demasiado palpable.
—Aunque lamentaré no poder volver a visitarte. —Volteó a verme con una sonrisa bastante lejos de ser inocente, aunque lo aparentaba—. Sobre todo en las mañanas. No sabes cuánto extrañaré verte dormir. Es tan relajante.
Perdí completamente el color luego de escucharle decir eso. Por alguna razón no se sentía bien y esa razón estaba justo a unos centímetros de mí pero no tenía el suficiente valor para devolverle la mirada; mucho menos cuando la suya se sentía tan pesada.
—Eres terrible, pastelito. —Rió como si en serio le divirtiera esta situación, cuando en lo único que podía pensar era en lo incómoda que me sentía. ¿Cómo podía él sobrellevarla tan fácil y bromear de esta forma?—. ¿Te dejo sola por un par de horas y ya me andas buscando un reemplazo? Me hieres, preciosa.
—Deja de molestarla, Owen.
—No la molesto, hermanito, solo intento recordarle algo.
¿Recordarme algo?
Me le quedé mirando pero no lo entendí y mucho menos cuando su sonrisa se apagó, convirtiéndose en una triste y un tanto decepcionada.
—No sabía que las promesas significaran tan poco para ti —murmuró de la nada y entonces pude entenderlo.
—Owen... —Di un paso en su dirección pero él retrocedió.
Me sentí mal durante un momento, pero al final solo quedó confusión. No entendía por qué este cambio repentino. ¿Y qué tenía que ver esta situación con la promesa de esta mañana? ¿Acaso lo dijo por Sean? Eso sería absurdo.
—Deja de jugar de esa forma, Owen —habló este último. El tono en su voz era serio pero permanecía tranquilo—. La estás haciendo sentir mal sin motivo alguno.
—¿Quién dice que estoy jugando? —Le lanzó una mirada bastante retadora, bajo una sonrisa que engañaría a cualquier espectador haciéndole creer que eran dos amigos hablando después de tanto tiempo—. De todas formas, ¿por qué intervienes si no sabes de lo que hablo? Ella sí lo sabe. —Volteó a verme—. ¿Verdad, pastelito?
Me tensé. Sentía que toda la responsabilidad y la presión caían sobre mis hombros y no tenía la menor idea de por qué. ¿Por qué tenía que estar en esta situación?
—Déjala en paz de una vez, hermano. —Félix parecía bastante cansado con esto.
—Vaya, me robaste las palabras.
—¿Dean? —Volteé a ver el auto que ni siquiera noté se detuvo a nuestro lado, del cual bajó mi querido primo—. ¿Q-Qué haces aquí?
—¿No es obvio? —Arqueó una ceja, cerrando la puerta para luego acercarse—. Vengo a recogerte. Así que sube al auto.
—¡Hola, vecino! —Le saludó Owen como si en realidad fuera una alegría para él verle—. No te preocupes por nada. Nosotros lo tenemos todo bajo control.
—Nerezza, sube al auto. —Le ignoró por completo.
—Primo por favor... —murmuré algo desesperada. Me estaba tratando como una niña pequeña y solo terminaría avergonzándome.
—Ve con él. —Volteé a ver Sean que recién habló y sonreía—. No te preocupes y solo ve.
—¡Sean! —Los chicos de antes le llamaron desde la cafetería, al otro lado de la calle. Sean volteó a verlos y estos le hicieron señas para que fuera con ellos.
—Supongo que me tengo que ir. —Recibí una última sonrisa antes de que me diera la espalda y comenzara alejarse.
—Nerezza, hablo en serio, sube al auto. —Ya estaba molesto—. ¿Nerezza?
Pero yo no le estaba escuchando. Ni siquiera le prestaba atención. No podía dejar de ver en la dirección en que Sean y esos chicos se marcharon. Por un segundo pensé... No, eso sería descabellado y totalmente imposible, pero creí haberlo escuchado.
Creí haber escuchado su voz, diciéndome que no me preocupara, que nos volveríamos a ver. Pero como ya dije, eso era absurdo, porque realmente no le había visto hacerlo; ninguno de los presentes. Quizás sólo imaginé. Quizás porque esperaba escucharlo de todas formas.
—¡Pulguita! —La voz de Cam me devolvió a la realidad—. Pulguita ¿por qué demorabas tanto? ¿Dean? ¿Y tú en qué momento llegaste?
Regresé mi atención a ellos. Cameron parecía sorprendido, mientras que Dean estaba a punto de escupir fuego. Por otro lado, Minho me miró algo preocupado por el extraño ambiente alrededor, preguntándome en silencio si todo estaba bien y si había encontrado mi móvil. Simplemente asentí, mostrándoselo y él sonrió, obligándome a devolverle la sonrisa.
—Ustedes también... —Cam los señaló—. Alguien me puede decir qué hacen aquí los vecinos y por qué todos traen esas extrañas caras de velorio.
—¿No que te daban miedo esas cosas? —comentó Minho bastante descolocado.
—Es el efecto Dean. —Se encogió de hombros—. Se termina pegando. Por cierto, ¿a ti qué mosca te picó que no hablas?
—Vete a la mierda —molesto—. Solo súbanse al jodido coche y larguémonos de una vez.
Cameron se le quedó viendo, perplejo y sin entender nada, mientras Dean nos dio la espalda y entró al auto.
—¿Dije algo malo o fuera de lugar? —Se señaló y yo negué con cabeza—. Ok... vámonos entonces antes de que se cabree más y la coja con nosotros.
Asentí, para luego despedirme de Minho con un gesto de la mano. Él simplemente sonrió, devolviéndomelo antes de que entrara al coche. Volteé a ver a Félix y especialmente a Owen antes de subir, pero no recibí mirada de este último. ¿De verdad lo había herido o algo? ¿O simplemente estaba jugando conmigo?
—¡Nerezza!
—¡Ya voy! —Entré de una apenas escuchar la voz de Dean, quien no me dirigió la palabra en todo el camino, ni siquiera en el resto del día y tampoco a Cameron, pero lo entendía.
Suele hacer eso cuando está muy molesto. Así evita hacer o decir algo que pueda herir a la otra persona. Según él, discutir con la cabeza caliente no tiene el menor sentido y estaba de acuerdo, aunque nunca me salía eso de ponerlo en práctica.
FÉLIX
—¿Me puedes explicar qué demonios fue eso?
—Ahórratelo, Félix.
—Ya puedo ver lo mucho que me iba a "divertir" si venía contigo.
—He dicho que te lo ahorres.
—De acuerdo... —cedí, pero solo por la seriedad en su voz.
Su expresión estaba muerta y eso no era normal; tampoco algo bueno. Owen en ese estado era un peligro potencial, incluso más que cuando todo era diversión y risas.
—¿Y tú que miras? ¿Se te perdió algo?
Volteé a ver en la misma dirección que él. El chico de cabello azul que había venido con el hermano de Nerezza aún estaba allí. Palidecí apenas reconocer esos peculiares ojos.
—Cálmate un poco, es el hijo mayor de los Lee —le advertí por lo bajo.
—¿Y a mí qué me importa eso?
Mierda...
Este idiota nos meterá en serios problemas como no se calme.
—Que es el hijo de los Lee. De. Los. LEE —recalqué para ver si se le metía en su retorcida cabecita.
—Aaah, te refieres a esos Lee. —Volteó a ver al chico—. ¿Por qué sigues aquí? El show ya se terminó.
Puse los ojos en blanco.
Pero qué mierda Owen...
—No se me perdió nada —contestó tranquilo—. Yo ya me iba. —Simplemente se dio la vuelta y se marchó.
—¿Sabes que acabas de poner nuestras queridas cabecitas en una bandeja? —le enfrenté—. Tú, Owen Colt, quien dice protegernos por encima de lo que sea, acabas de darle el pie forzado a ese chico para ir con papi e iniciar una guerra.
—Si ese tonto con cara de bebé se sintió ofendido por una estupidez o simplemente se altera por cualquier idiota que le hable mal, entonces no te preocupes hermanito, tendremos bastantes aliados para librar esa guerra.
—Estoy de acuerdo con lo de idiota pero... ¡¿Te estás oyendo mierda?! —Le sujeté de los hombros.
—Claro que lo hago. —Tomó mis manos por las muñecas y las apartó—. Y créeme cuando te digo, hermano, que si vamos a vivir con miedo o subordinados a ese cachorrito, estás muy equivocado. Voy a defender lo que es nuestro con garras y dientes, de eso no tengas la menor duda.
—Y no la tengo. —Dejé ir un suspiro—. Pero es que a veces eres demasiado impulsivo.
Sonrió, obligándome a hacerlo también. Al final terminó pasando uno de sus brazos alrededor de mi cuello y desordenando mi cabello con la otra mano.
—¿Qué te parece una carrera hasta el lugar de siempre? —propuso—. Así te compenso el mal rato.
—Con la condición de que salgas 10 segundos tarde.
—Eres un tramposo.
—Aprendí del mejor. —Sonreí abiertamente y comencé a correr—. ¡Nos vemos en la meta, tortuga!
—¡Ya veremos quién es la tortuga al final!
Reí, apresurando el paso.
SEAN
—Tenías que haber visto la cara de Logan en el último partido.
—No es gracioso.
—Ver a Kai anotar más canastas que tú debió doler.
Reí mientras esperaba que la chica del mostrador terminara de cobrar la cuenta. Luca adoraba molestar a Logan. Ese era su hobby por excelencia.
—Aquí tiene. —Me tendió la tarjeta—. Tenga un lindo día.
—Igualmente. —La tomé y regresé a la mesa con el resto.
—¿Qué te hace pensar que no lo tenía planeado de antemano?
Eso podría ser cierto. No hay nada que Logan no calcule con antelación. Le gustaba tener todo bajo control, sobre todo en los partidos.
—Eres un aburrido... —Aunque también era la mejor forma de quitarse a Luca de encima—. ¡Oh! ¿Por qué nos mira?
Creí que hablaba de mí, pero rápidamente noté que se refería a la chica que tenía unos metros más adelante.
Nada más acercarme, la reconocí.
—L-Lo sien...
—N-No te preocupes... —Su aroma era demasiado fuerte, demasiado familiar. Así que retrocedí, evitándolo.
—Alguien parece demasiado perdido en sus pensamientos. —La voz de Logan terminó sacándome de ellos—. ¿O me equivoco?
Volteé a verlo.
Se había detenido junto a mí pero no me estaba mirando. Tenía sus ojos puestos en el libro que traía en las manos.
—Puede ser. —Regresé la mirada a la ventana—. Así como asumo que tú también.
—¿Por qué habría de hacerlo?
—Porque está al revés.
—¿Qué? —Regresó la mirada al libro y entonces lo comprendió—. ¡Demonios!
Lo enderezó enseguida pero los nervios lo traicionaron casi dejándolo caer, por lo que terminó cerrándolo, acomodando sus lentes y aclarando su garganta.
—Y... —Se detuvo por la pequeña risita que se me escapó, pero logré controlarla y permitirle proseguir—. ¿En qué pensabas? ¿O en quién?
—En lo mismo que tú —Sonreí, volteando a verlo antes de regresar a ver por la ventana—. Aún no me has dicho lo que piensas al respecto.
—Ni lo haré. No creo que sea necesario; mucho menos con la compañía de hoy.
—Tienes razón, no lo es.
—Pero apoyaré cuál sea tu decisión. —Palmeando mi espalda—. Solo no nos metas en demasiados problemas.
—¿Cuáles son las probabilidades de que sea de esa forma?
—Bueno, el peliblanco por sí sólo hace que sean bastante bajas, pero si incluyes al mayor, diría que bajo cero.
—Pero no hay razones para incluirlo.
—Tampoco para que ella entienda y esté de nuestro lado.
—Espera. —Me apresuré a ir detrás de ella, deteniéndola.
—¿Q-Qué sucede?
—Quizás —respondí por responder, recordando cómo tomó su mano de vuelta cuando la detuve. Sonreí. Ambos habíamos pensado lo mismo.
—Oigan, tengo hambre, ¿pueden apurarse y dejar la conversación para luego?
—¿Le avisaste al resto? —pregunté y Luca asintió—. En ese caso salgamos ya o perderemos la reserva.
—¡De acuerdo! ¡Traeré a los demás! —Corrió escaleras arriba, eufórico. A veces actuaba como un niño pequeño.
—¿Otra vez dependeremos de él? —Ya podía comenzar a escuchar la molestia en su voz.
—Sé que no te agrada, Logan y a los demás tampoco, pero nos ha ayudado bastante y aprecio eso, incluso por encima de cualquier diferencia que podamos tener.
—Solo espero que esto no termine como la última vez...
—No lo hará. —Coloqué una mano sobre su hombro—. Eso te lo prometo. Haré lo que haga falta para impedir que algo así suceda de nuevo.
—Lo mismo dijiste la última vez... —Dio un paso atrás—. Y ahí tienes el resultado. —Volteé a ver detrás de él. Los demás venían bajando—. Pero de todas formas confío en ti, hermano mayor. —Sonrió algo incómodo, ya que no era lo suyo—. Venga, nuestra reserva nos espera ¿no es así?
Asentí
—Entonces no le hagamos esperar.
• 🌙 •
Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro