Chào các bạn! Vì nhiều lý do từ nay Truyen2U chính thức đổi tên là Truyen247.Pro. Mong các bạn tiếp tục ủng hộ truy cập tên miền mới này nhé! Mãi yêu... ♥

05

• RESIDENCIA WEST •
Hora: 2:40 a.m.

—¿Cameron? —Sacudiéndolo—. Por el amor de... de quién sea joder ¡reacciona!

No obtuvo respuesta. Su mirada se fue nuevamente al final del pasillo, llevando sus manos a su cabello con preocupación.

—Primo no puedo creer que en serio hayas hecho esa estupidez... —Se abofeteó así mismo—. Oh, mierda, Dean...¡Reacciona imbécil! Eso no es lo importante ahora. T-Tengo que llevar a Cam a un hospital, yo...

—Dean...

—¡Cam!

—Mierda... —débil—. Baja la voz ¿quieres?

—Me has dado un susto de muerte... —aliviado, al menos hasta que volvió a ver la sangre—. Tengo que llevarte al hospital cuanto antes.

—Para. —Le detuvo como pudo antes de que se levantara del suelo—. Solo complicarás más la cosas. No digas nada y solo... solo trae algo para curar la herida y hagamos como si nada.

—¡Qué hagamos como si nada!

—Joder, baja la voz...

—Estás cubierto de sangre, Cameron. Ni siquiera sé cómo demonios estás consciente todavía.

—No pienso ir al hospital. Es solo un rasguño.

—¿Y cómo mierda explicas toda esta sangre? —molesto.

—Dean... —Calló abruptamente, sosteniendo su cuello con fuerza—. D-Dean...

—¿Qué? —Volteó a verlo, aún molesto—. ¡Cameron! —Se apresuró a él apenas verlo sangrar de nuevo.

—Mierda... —Cameron apartó la mano de su cuello observando la sangre que ahora estaba en ella—. D-Dean... hagas lo que hagas... —Su voz fue apagándose.

—¿Cam?

—Hagas lo que hagas no me lleves al hospital, no se lo digas a mis padres. Nerezza...

—¿Cam? —No obtuvo respuesta—. Mierda... —Se levantó apresurado, cargándolo sobre su espalda—. Espero no arrepentirme de esto...

Salió disparado hasta su única posibilidad.

—¡Ezra! —gritó frente a su puerta—. ¡Ezra! ¡Ezra por favor abre la puerta! ¡Ezra!

—¿Dean? —Se asomó por el costado de la casa, limpiando sus manos en un paño—. ¿Qué haces aquí tan tarde? ¿No deberías estar durmiendo?

—E-Ezra, Cameron... a-ayuda a Cameron, por favor...

—¿Ayudarlo? —Se acercó, confuso—. Ayudarlo en q... ¡Mierda! —Se apresuró apenas notar la cantidad de sangre—. Dime qué sucedió. —Examinándolo—. ¿Cameron? Cameron, ¿me escuchas?

—Este... s-solo haz que vuelva a la normalidad.

—¿Qué se supone que significa eso, Dean? Eso no responde a mi pregunta. —Tomándole el pulso carotideo—. Al menos tiene pulso y no parece ser nada grave... —Palpando la herida—. Pero entonces por qué toda esta sangre...

—Nerezza...

—¿Cameron? —Ezra le llamó apenas escuchar su voz—. Cameron ¿puedes escucharme? Sí es así, por favor, di algo.

—N-Nerezza, por favor, n-no lo hagas. Pulguita... e-ella, ella no tiene la culpa...

—¿Qué está diciendo? —Ezra volteó a ver a Dean.

—N-No, no lo sé. Solo está delirando.

—Tiene signos de shock pero... —Se levantó de inmediato, completamente confuso—. Tómalo y llévalo al garaje, necesito un par de cosas para atenderlo. Te veo allí.

—De acuerdo.

—Y, ¿Dean?

—¿Sí? —Volteó a verlo.

—Ve pensando qué historia me contarán luego.

Dean tragó en seco.

—D-De acuerdo...

• HOSPITAL LUNA NUEVA •
EZRA
Hora actual: 9:02 a.m.

—Ella no lo hizo. Al menos no intencional.

—Explícate mejor. —Arqueé una ceja.

—A ver... a lo que me refiero es que la tijera... —Estaba nervioso, podía sentirlo—. La tijera no apuntaba a mi cuello desde el comienzo. —Pero no estaba mintiendo. Aún así todo me parecía demasiado absurdo y nada lograba encajar lógicamente en mi cabeza.

—¿Entonces por qué tenías tanta sangre encima cuando Dean te trajo a mi casa?

Eso era precisamente lo que no me dejaba pensar con claridad.

—Cuando te vi realmente creí que estabas muerto porque habías perdido mucha, pero al revisar tu cuello, era un simple rasguño y todo indicaba que te desmayaste por el shock. ¿Cómo explicas eso? ¿Era solo tu sangre? ¿O la de alguien más?

—Demonios... —Desordené mi cabello. Sin importar cuánto lo piense, no puedo encontrarle la lógica.

Cameron mencionó haber visto a su hermana intentar suicidarse con una tijera, pero no notó la sangre hasta después de que sucediera todo, que fue cuando él logró arrebatársela y terminó cortándose por error. Pero una herida tan pequeña e insignificante en alguien sano como él no debería sangrar de esa forma.

Necesito la otra parte de la historia... que por suerte o por desgracia, es la más difícil

—¿Doctor Wolf? —Un par de toques en la puerta me sacaron de mis pensamientos.

—¿Sí, enfermera Brooke? —La invité a pasar con una sonrisa.

Ella quedó algo perpleja al verme sentado sobre la mesa de autopsias, pero prefirió no hacer ningún comentario al respecto.

—Con su permiso, doctor. Aquí le traigo el resultado de los análisis que pidió.

—Déjalos sobre esa mesa, Brooke y gracias. —Señalé la mesa junto a la puerta, ya que por su expresión no creo que tuviera muchas ganas de acercarse a mí; mucho menos al cadáver abierto que tenía detrás.

—De nada, doctor. Que tenga un buen día.

—Lo propio.

—¿Estos son los análisis de ese chico? ¿O de la hermana del chico? —Irrumpió en la sala sin siquiera llamar, tomando los papeles sobre la mesa—. Todo parece estar en orden. —Revisándolos.

—Sí y te recuerdo que no son de tu incumbencia. —Se los arrebaté de las manos, regresando a la mesa de antes donde yacía el occiso—. ¿Qué se le ofrece por la morgue, doctora Bell? Porque hasta dónde sé, usted no tiene nada que ver con esta área.

—Tú tampoco con la mía y aun así te hiciste con el caso de esa chica.

—¿Todavía me guardas rencor por ello? —Me puse los guantes para continuar con mi trabajo—. Ya van un par de semanas de ello y creí que había sido claro cuando le expliqué que el caso me fue otorgado. Yo no se lo quité.

—¿Desde cuándo atiendes algo que no sea un pedazo de carne sin vida? —molesta.

—Cuide sus palabras, doctora Bell. —Volteé a verla frunciendo el ceño—. Vivos o muertos siguen siendo personas.

—Vaya, no creí que tuviera sentimientos después de todo, doctor Wolf.

Dejé ir un suspiro. Ya conocía a dónde iría a parar esta conversación.

—Emma...

—No me llames por mi nombre. No tienes ningún derecho a hacerlo.

Nos sostuvimos la mirada durante un instante.

—Bien, doctora Bell. Estos no son ni el momento, ni el lugar para discutir ese tema y tengo trabajo que hacer, así que si me disculpa... —Le señalé la puerta.

—Bien, pero esta conversación no se ha terminado.

Dejé ir un suspiro apenas se fue y miré el cuerpo del señor en el cual debía trabajar.

—Las mujeres no dan tregua ¿verdad, Bob? —Negué con la cabeza, tomando los análisis para leerlos—. Pero bueno, al menos tú te libraste de tener que tratar con ellas; sin ofender.

Mi móvil sonó justo en ese momento.

—¿Qué quieres? Estoy trabajando.

—Vaya, ¿efecto Emma desde tan temprano?

—Ve al grano.

—Te pegó fuerte esta vez —burlón—, pero bueno, eso no es lo importante. ¿Tienes novedades para nosotros?

—Todos los análisis dieron negativo.

—¡Eso es genial! Quiere decir que mi castigo queda levantado ¿verdad?

—No tan rápido, Owen. —Hice los papeles a un lado—. Sabes perfectamente que esto puede no significar nada.

—¿Me estás sugiriendo que le haga una visita?

—Owen... —Advertí sus intenciones sin necesidad de preguntar.

—¡De acuerdo, primo! No hay problema. Déjamelo a mí.

—¿Owen? —Me colgó antes de que pudiera decir algo—. Dios este mocoso... —Volteé a ver a Bob—. Mujeres y adolescentes, ¿qué puede ser peor?

• RESIDENCIA WEST •
NEREZZA
Hora: 9:10 a.m.

—¿Lista?

Asentí y sus manos tomaron las mías para guiarme. La venda alrededor de mi cabeza que cubría mis ojos apenas dejaba pasar la luz, pero papá insistió en que quería que fuera una sorpresa.

—No vayas a hacer trampa ¿de acuerdo? Y cuidado con el escalón.

—No es como si pudiera. Realmente no veo nada. —Buscando el escalón con el pie.

—Más te vale. Otro escalón y cuidado con la cabeza aquí. ¡Ay!

Reí, al parecer fue él quien no tuvo cuidado. Un par de escalones después, llegamos a nuestro destino.

—¿Puedo? —pregunté, llevando mis manos atrás para deshacer el lazo.

—Un momento. —Me detuvo—. Por favor, permíteme hacer los honores.

—De acuerdo. —Bajé las manos y le permití desatarla él. Una vez cayó la venda, la luz regresó a mis ojos mostrándome una hermosa habitación
—. Papá.... —Quedé sin habla. Era simplemente perfecta.

—¿Te gusta?

—Me...Me encanta, es... —No sabía exactamente qué decir—. Es maravillosa, papá, gracias. —Lo abracé.

—Lo mejor para mi princesa. —Devolviéndome el abrazo—. Solo espero que no te incomoden los cambios. Creí que sería mejor de esa forma.

Se refería sobre todo a las ventanas. La circular que antes daba a la casa de los vecinos, pues ahora estaba detrás de mi cama y había añadido dos enormes ventanas en su lugar. Supongo que tendría una mejor visualización de cierta habitación así que no podía quejarme ¿no?

También cambió la forma de acceder al ático. Construyó escaleras en la que debió ser mi habitación, que dan a una escotilla que se abre deslizándose hacia un costado y además convirtió esa habitación en mi pequeño taller de arte personal, por si decidía retomar la pintura.

—No te preocupes, papá. Así está perfecta.

—Pues me alegra un montón que te guste. —Me abrazó de lado.

—Este... ¿Las ventanas se abren? —Acercándome a ellas.

—Solo una de ellas; la de la derecha. Y se abre deslizándola hacia el mismo lado —me indicó apenas vio que no daba con cómo hacerlo.

—¡Oh! —Logré abrirla, asomándome fuera. Noté entonces una escalera de madera que bajaba por toda la pared hasta el suelo—. ¿Y eso para qué es?

—Es solo para emergencias —acercándose.

—¿Y si alguien intenta subir por ahí? ¿No sería peligroso?

—Los vidrios son aprueba de balas y la ventana solo se abre desde dentro —me explicó, cerrándola—. Así que solo debes cerrarla bien antes de ir a dormir y asegurarte de ponerle el seguro ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—Wow... —Escuché la sorprendida voz de Cameron detrás de nosotros, así como el silbido de apreciación de Dean—. Esto es una pasada.

—A Tutankamón le quitaron años de encima. —Reí al ver la cara de Dean luego de decir eso. Estaba claro que le gustaba cómo había quedado mi habitación—. Creo que quiero cambiar. ¿Qué dices? —Volteó a verme.

—Ni en tus sueños.

Arqueó una ceja, pero al final terminó dejando ir un suspiro.

—Tenía que intentarlo al menos.

—Mamá preparó algo de comer para nosotros. —Cameron palmeó su hombro—. Nos espera abajo.

Asentí, siguiéndoles. Papá vino justo detrás de nosotros. Al llegar a las escaleras que daban al salón, todos intercambiamos miradas, algo extrañados. Podíamos escuchar algunas voces y risas desconocidas provenir de la sala que se mezclaban con la de mamá, a quien nos encontramos riendo abiertamente con un par de chicos que no conocía.

—¡Oh! Hola, cariño. —Se acercó a papá apenas vernos—. Mira, los vecinos han venido a saludar.

—Son los que ayudaron con lo del cachorro —me comentó Cam por lo bajo—. Los primos de Ezra.

Volteé a verlos.

Ambos se pusieron de pie, sonriendo en nuestra dirección. Lo cierto era que mi hermano me había contado sobre ellos y cómo me habían ayudado a llegar con su primo al hospital. Se sentían muy culpables ya que el cachorro era de ellos. Pero bueno, mi asombroso hermano olvidó mencionar el hecho de que este par de chicos parecían sacados de una revista. Eran demasiado guapos. ¿Qué había hecho para tener tanta suerte con los vecinos?

—Buenos días, familia West —saludó el peliblanco. Sus ojos brillaban como el jade y parecían atravesarme de una manera coqueta y encantadora. Mmm... ¿por qué me sonaban de algo?

Me vi obligada a apartar la mirada. Era demasiado intenso para una primera impresión y acabaría sacándome los colores. Por el contrario, su hermano permanecía sereno y despedía cierta tranquilidad. Eran una combinación bastante compleja, pero equilibrada. Resultaba interesante.

—¿A qué debo su visita... —Papá extendió la frase esperando escuchar sus nombres. Él estaba sentado en la butaca, mientras que los vecinos ocupaban el sofá. Cam, Dean y yo observábamos todo desde el comedor, mientras mamá les preparaba algo en la cocina.

—Félix —contestó el del cabello más oscuro—. Félix Colt. Él es mi hermano, Owen.

—Un placer conocerlos oficialmente, ya que la última vez no tuvimos tiempo para presentaciones.

—El placer es nuestro, señor.

—Entonces... ¿qué los trae por aquí, chicos?

—Queríamos saber cómo se encontraba su hija —contestó el de los ojos de jade, el tal Owen, volteando a verme con una particular sonrisa, que me hizo removerme en el asiento de los nervios.

Su hermano lo notó, dándole un disimulado codazo en las costillas para que dejara de hacerlo o mi padre lo enterraría allí mismo, ya que también lo había notado.

—Han pasado dos semanas de eso —les recordó este último, mirando de reojo a Owen—. Pudieron haber venido antes. ¿Por qué ahora?

—Ah pues... —Félix se rascó la mejilla. Parecía algo incómodo.

—Intentábamos localizar la manada del cachorro —intervino su hermano—, por lo que estuvimos fuera estas dos semanas. Logramos dar con ella y devolverlo ayer en la tarde. Nuestro primo Ezra nos dijo que Nerezza estaba mucho mejor, así que creímos que lo correcto era no dejar pasar otro día más y venir a verla.

—Ya veo. —Asintió papá.

—Odio como te mira ese chico. —No necesitaba decírmelo. Se le notaba perfectamente por la forma en la que lo asesinaba con la mirada.

—Solo es amable, Dean.

—¿Amable? —Volteó a verme, evidentemente molesto—. Amable sería que no le devolvieras otra sonrisa.

—Estás viendo fantasmas. —Rodé los ojos, aunque lo cierto era que tenía razón. Pero no se las devolvía porque quisiera, era que simplemente no podía dejar de hacerlo. Ese chico tenía algo magnético que hacía que apartar la mirada o no prestarle atención no contaran para nada.

—Cariño. —Mamá entró al comedor con una bandeja—. Llévalo esto a los vecinos, por favor.

—De acuerdo. —Tomé la bandeja con los batidos, pero Dean me detuvo antes de levantarme siquiera.

—Ni siquiera lo pienses. Tú te quedas aquí. Te quiero lejos de esa cajita de sonrisas andante.

—Oh, Dean, por favor... —Estuve a punto de refutarle algo, pero claramente no me dejó, quitándole el móvil a Cameron de las manos para que le prestara atención.

—¡Joder, Dean! —exclamó este, evidentemente molesto—. Estaba a punto de subir de nivel, tío. ¡Devuélvemelo!

—Llévale los batidos a los vecinos y te lo devuelvo.

—¡Qué mierda...! —incrédulo—. ¿Y por qué no se los llevas tú y me dejas en paz? O que lo haga Nerezza. Por dios, solo devuélveme el teléfono.

—Exacto, yo se los llevo. Devuélvele el móvil a Cam.

—No te pases de lista. —Me fulminó con la mirada antes de voltear a ver a Cam—. Ese chico me da malas vibras y no deja de mirar y de sonreírle a tu hermana.

—¿Cómo? —Rodé los ojos. Había conseguido atraer la atención de Cameron al asunto—. ¿Ese idiota sigue con eso?

—Son unos tontos... —murmuré por lo bajo, tomando la bandeja y yendo hacia la sala.

Ninguno pudo detenerme, pero ambos vinieron detrás de mí como dos perros guardianes, tomando asiento justamente en el sofá, uno a cada lado de los hermanos. No es por exagerar, pero la persona que se sentara en ese sofá saldría con traumas por las miradas furtivas que se lanzaban a cada rato.

—Les traje unos bocadillos. —Mamá apareció con otra bandeja que dejó sobre la mesa de té frente al sofá—. Aquí tienes tu café, amor.

—Gracias, cariño. —Tomándolo.

—No tenía que molestarse, señora West. —Le sonrió Owen.

—No te preocupes, cielo. Lo hago de todo corazón. —Le devolvió la sonrisa—. Estoy muy agradecida con ustedes y con Ezra por haber ayudado a mi pequeña. —Avanzó hacia mí, abrazandome de lado, hasta tomar asiento en el reposabrazos de mi sillón.

—Oh, no, por favor siéntese aquí. —Se puso de pie.

—Descuida, estoy bien aquí. Ustedes son los invitados.

—Para nada, señora West. No puedo verla sentada ahí. —Ofreciéndole su puesto—. Usted es la principal anfitriona de esta casa, su comodidad está primero.

—Bueno, si insistes... —Mamá se puso de pie, intercambiando lugares con él—. Eres un chico muy mono, Owen. —Pellizcó su mejilla apenas pasar por su lado. No sé cómo lo hacía, pero estaba claro que tenía a mamá en el bolsillo.

—Al fin estamos cerca, pastelito —susurró una vez junto a mí, acomodándose en el reposabrazos de forma tal que pasó un brazo alrededor de mí, descansándolo en la parte superior del sillón.

Me removí en el asiento, incómoda. Tener la mirada de mi hermano y de Dean encima y que a Owen le improtara tan poco no era muy agradable que digamos y podría terminar metiéndome en problemas aunque... ¡Espera un momento! ¿Cómo me llamó?

—Por lo que escuché de Ezra, vuestro padre, el señor Colt, forma parte el Programa de Protección Animal del pueblo.

—Así es, señor. —Asintió Félix—. Es por ello que teníamos al cachorro con nosotros. Durante una excursión con nuestro padre lo encontramos atrapado en una de las trampas que suelen usar los cazadores. Creímos que perdería su patita, pero afortunadamente se recuperó. Solo que no creímos que se nos escaparía y que sucedería todo esto —avergonzado.

—Pobre criatura... —Mamá, afligida—. Pero por qué le harían daño a algo tan pequeño e inofensivo.

—Tan inofensivo no era cuando mordió a mi prima. —Me señaló, molesto.

Si había algo que detestara Dean con todas sus fuerzas, eran los perros y todo lo que se le parezca. No tenía un buen historial con ellos que digamos.

—Simplemente actuó por naturaleza. Es un animal salvaje después de todo, no un cachorrito que puedes tener como mascota.

El comentario de Owen sólo consiguió molestar aún más a Dean, aunque lo dijo del todo serio y debo admitir que me sorprendió, teniendo en cuenta que desde que llegó mostró una cara totalmente diferente.

—De todas formas, ¿cazar de esa manera en estos bosques no es ilegal? —preguntó papá, volteando a ver a Félix.

—Pues sí —le confirmó este último—. Al menos en algunas zonas lo es. Pero lamentablemente aún hay algunos cazadores que no respetan eso o las temporadas de caza establecidas. La verdad es bastante común que hayan problemas así a menudo en el pueblo.

—No puedo creer que en serio exista gente queriendo hacerle daño a esos animalitos.

—Es triste, señora West —continuó Félix—. Es algo con lo que el programa tiene que lidiar a menudo.

—Tu cabello es muy suave. —El cálido aliento de Owen goleó mi oreja, tomándome por sorpresa. Sus dedos rozando la parte trasera de mi cuello, jugando con mi cabello en ese lugar, me hizo estremecer—. No te pongas tensa, pastelito. Todos los ojos están puestos en mi hermanito.

—¿Y dónde está Ezra? —solté de la nada, para esquivarlo—. Dijo que vendría hoy por aquí —agregué, obviando la risita de Owen por la forma tan patética que escogí para huir de él.

—Mi primo dijo que se pasaría más tarde —me contestó Félix—. Aunque quizás llegue tarde hoy. Tiene más trabajo del habitual.

—En ese caso que venga mañana —opinó mamá—. De seguro llegará muy cansado. ¿Te parece bien, cariño?

—Este... sí, claro. —Asentí, no muy convencida. Por intentar escapar de uno, sólo conseguí atraer al otro.

Aún me costaba mucho abrirme con Ezra, pero en las sesiones que hemos tenido estas semanas ha sido muy comprensivo y paciente. Y tenía que estar agradecida, ya que me había suspendido todas esas pastillas que debía tomar antes, las cuales no me servían para nada; Cameron resultó tener razón después de todo.

—Bueno. —Mamá se puso de pie con una enorme sonrisa—. Justo estaba por hornear un pastel ¿quieren quedarse a comer un poco?

—¿Cómo sabe que me gusta tanto el pastel, señora West? —soltó Owen de la nada con la doble intención evidentemente escrita en su rostro y palabras.

—Aunque lamentablemente tendrá que ser en otra ocasión —agregó Félix con rapidez, captando las intensiones detrás de las miradas de mi hermano, de Dean y de papá. A diferencia de Owen, él parecía valorar su vida—. Mi hermano y yo tenemos muchas cosas que hacer. Le agradecemos la invitación de todas formas, ¿verdad hermano?

Owen no estaba de acuerdo, pero prefirió no discutir al respecto. Solo sonrió, asintiendo y poniéndose de pie junto a su hermano.

—De acuerdo, pero la próxima vez no aceptaré un no por respuesta.

—Yo tampoco, señora West. —Estaba claro que esa respuesta iba para el trío que lo estaba asesinando con la mirada—. Ahora, si nos disculpa, debemos retirarnos.

—Nerezza, cariño, por favor acompáñalos a la puerta.

—De acuerdo.

—A ustedes tres ni se les ocurra moverse. —Les ordenó nada verles intentar ir detrás de mí. Ninguno se atrevió a desobedecerla lo cual fue muy gracioso de ver.

Acompañé a Félix y a Owen hasta el porche, donde este último se giró con una velocidad impresionante hacia a mí, dejando un rápido beso en mi mejilla que me dejó completamente descolocada.

—¿P-Por qué fue eso?

—Para que me recuerdes. —Sonrió para luego relamer sus labios. Sus sonrisa solo creció aún más—. Debo decir que sabes incluso mejor, pastelito.

No supe qué rayos responder a eso. Tampoco cómo reaccionar. Simplemente me quedé estática, todavía procesando lo que acababa de suceder y de decir.

Adiós primera impresión. Mis vecinos están locos. Bueno, no todos, solo Owen. Félix al menos se vía normal y Ezra era bastante encantador; Owen era otra historia. Y aún así, siento que me falta alguien. Alguien a quien había visto a través de cierta ventana circular y que desde entonces no había vuelto a ver.

—Deja de fastidiar... —Félix le empujó escaleras abajo.

—¡Adiós pastelito! —Se despidió con la mano mientras se alejaba a su casa—. ¡Contaré los segundos para volver a vernos!

Continué igual de incrédula. Solo que esta vez negué con la cabeza, intentando no entenderlo y olvidando lo que acababa de pasar.

—Pérdonalo, es que es algo... —Buscando la palabra correcta—. Bueno, es Owen.

—No creo que exista otra palabra mejor para definirlo.

—Créeme, en estos 9 años que he tenido que convivir con él, no he podido encontrar otra.

Ambos reímos.

—¿Puedo preguntar por qué solo 9 años? —Con algo de curiosidad—. Creía que ustedes tenían mi edad.

—La tenemos. —Sonrió—. Solo que Owen es hijo de mi padre, pero no tenemos la misma madre. Ella murió cuando él tenía ocho años, desde entonces papá le trajo para que viviera con nosotros.

—Lo siento... Debió de ser duro para él.

—Lo fue, pero Owen es bastante fuerte y siempre se mantiene así de alegre. No le gusta deprimirse, mucho menos si eso afecta a los demás. Además, sabe que no está solo. Nos tiene a nosotros.

Sonreí. Era muy lindo escucharlo hablar así de su hermano. Se notaba el cariño y la relación especial que tenían. Me recordaban a mí y a Cam.

—Por cierto, tengo algo para ti.

—¿Para mí? —Me señalé y él asintió, sacando algo del bolsillo de su sudadera.

—Ten. —Me tendió un pequeño frasco con gotero.

—¿Qué es esto? —Tomándolo.

—Ezra me pidió que te lo diera. Dijo que te ayudaría a conciliar el sueño. —Me tensé por acto reflejo y él lo notó—. Descuida, no me dijo nada. No habla de ninguno de sus pacientes con nadie.

A diferencia de su hermano, la sonrisa de Félix era reconfortante, por lo que se la devolví, agradeciéndole por el frasco.

—Solo dos gotas en el té antes de ir a dormir ¿de acuerdo?

—De acuerdo.

—Nos vemos entonces.

—¡Espera! —Le detuve—. Yo...

—¿Sí? —Volteó a verme—. ¿Está todo bien?

—Es que me preguntaba si... —Simplemente negué con la cabeza—. No es nada, olvídalo.

—¿Estás segura? —Sonrió confuso.

—Sí, no te preocupes. Solo era una tontería. —Moví mis manos frente a mí, restándole importancia, lo que hizo que su mirada se desviara a la venda en mi antebrazo.

—¿Te duele? —La señaló.

—La verdad no. —La miré y sonreí—. Tu primo hizo un gran trabajo.

—Sí, él es el mejor. —Me devolvió la sonrisa—. Por cierto, ¿cómo te has sentido desde entonces? ¿Has notado o sentido algo extraño?

—¿Algo extraño? —confusa—. Algo extraño como qué.

—Algo como...

—¿De qué tanto hablan? —Mi hermano apareció para interrumpirlo, con cara de pocos amigos.

—De nada —contestó Félix antes de que pudiera hacerlo yo—. Ya me iba. Fue un placer, Nerezza. Me alegro de que estés bien.

—Para mí también fue un placer y gracias por venir. —Esperé a que entrara a su casa para voltear a ver a Cam—. ¿Qué? —Arqueé una ceja, conociéndolo.

—No creo que sea necesario decir nada. —Cruzó los brazos sobre su pecho.

—Mejor así. —Rodé los ojos, entrando y yendo directamente a mi nueva habitación para comenzar a trasladar mis cosas. ¡Qué emoción!

• RESIDENCIA WOLF •
FÉLIX

—¿Qué te tomó tanto tiempo, hermanito? —Volteé a ver al sofá donde me esperaba tranquilamente acostado, con sus manos detrás de la cabeza y una socarrona sonrisa bailando en sus labios—. ¿También fue amor a primera vista para ti?

Rodé los ojos y él se echó a reír. De todas formas, su manera particular de bromear es algo con lo que he tenido que lidiar desde hace años; sobre todo si involucraba a alguna chica. Eso y problemas eran sinónimos en la vida de mi hermano.

—No fastidies. —Me dejé caer en el sillón junto a él.

Durante algunos segundos todo permaneció en silencio entre los dos. Supongo que teníamos mucho en lo qué pensar.

—Ella es agradable —comenté de la nada, esperando que tomara mis palabras en serio.

—Lo sé. No me lo tienes que decir.

—No estoy bromeando, Owen. Lo digo en serio.

—Yo tampoco bromeo.

Lo miré de reojo y estaba serio, mirando algún punto muerto en el techo.

—Todo parece estar bien con ella.

—¿También te diste cuenta? —preguntó de la nada y volteé verlo, confuso—. De lo bien que está. —Sonrió ampliamente y le lancé el cojín que tenía detrás.

—No puedes tomarte nada en serio ¿verdad?

—No sería la primera vez.

—¿Asher? —Volteé a ver en dirección la cocina. Él estaba de pie bajo el umbral de la puerta que separaba ambas habitaciones.

—Vaya, ¿ya te levantaste el castigo? —Se burló Owen—. Te tomó solo dos semanas esta vez. Supongo que eres de los que supera las cosas rápido.

—Basta, Owen —le pedí de favor—. No compliques más las cosas.

—Dudo que pueda complicarlas aún más. —Se encogió de hombros—. Sobre todo porque nuestro hermanito mayor ya se encargó de hacerlo. Te luciste esta vez, Asher Colt. Dime, de dónde sacas la inspiración para tus meteduras de pata.

—Owen...

—Descuida, Félix. —Rió—. En realidad lo estoy felicitando. De todas formas, lo entiendo perfectamente. —Mirándolo fijamente, la diversión brillando en sus ojos—. Porque yo hubiera hecho exactamente lo mismo. —Mostrando sus dientes.

—¿Cuál es la situación? —Asher volteó a verme, ignorándolo.

—La verdad no creo que haya ninguna situación. —Desordenando mi cabello—. Todo parece estar en orden y Ezra confirmó esta mañana que sus análisis dieron negativo.

—Eso no lo sabemos —intervino Owen, jugando con los hilos sueltos de la costura del cojín que le había lanzado antes—. Los análisis pueden estar equivocados y todo puede estar pasando justo bajo nuestras narices sin siquiera notarlo.

—Sería más sencillo si pudiera tener acceso a su sangre.

—¿Lo harás de nuevo? —provocó Owen—. O mejor déjame a mí. Me quedé con ganas hace un rato.

—Me das asco. —Puso los ojos en blanco a lo que Owen rió.

Dejé ir un suspiro, bastante harto. Me habían tocado los dos hermanos más difíciles de toda la faz de la Tierra. Uno porque no podía controlarse y el otro porque no podía mantenerse callado.

—Lo haré yo —me ofrecí, obteniendo la atención de ambos.

—¿Tú también quieres probarla?

—¿Por qué estás tan obsesionado con eso? —inquirí, bastante harto con ese tema—. Solo digo que puedo conseguir su sangre, no que me daré un banquete o algo por estilo. ¿Puedes dejar de verla como si fuera un bocadillo o algo parecido?

—¿Quién dijo que la veo de esa forma?

—¿En serio, Owen? —incrédulo—. Incluso la llamaste "pastelito" —imité su voz—. ¿Eso no te dice algo?

—Oh hermanito, eres tan lento.

—¿De qué hablas? —Fruncí el ceño.

—Nueve años juntos y aun no me conoces.

—Deja de dar vueltas y ve al grano.

—¿Por qué hay que decírtelo todo? Eso es taaan aburrido.

—¿Puedes decírmelo y ya? —Me estaba colmando la paciencia.

—Ok, de acuerdo. —Dejó ir un suspiro—. ¿Pero de verdad no te gustaría intentar adivinar?

—¡Owen!

Estalló en risas al verme desesperar.

—Vale, no te enojes, ya te digo. —Se aclaró la garganta y puso su expresión más interesante—. La verdad es que no me muero por probarla, Félix querido. Ni siquiera es eso lo que me importa.

—Si no es eso, ¿entonces qué?

—Provocación —me contestó Asher en su lugar.

—¿Provocación? ¿De qué rayos están hablando? —Volteé a ver a Ash, pero no obtuve respuesta—. ¿Owen? —insistí. La suya solo se limitó a un gesto que me dio a entender todo.

Las sonrisas de Owen eran más que solo una expresión de su cuerpo; algunas veces eran un claro mensaje. Uno que me hizo palidecer apenas decifrarlo.

—Oh mierda...

Esto era incluso peor de lo que pensábamos.

• RESIDENCIA WEST •
NEREZZA

—¿Subiste otra vez de nivel? —le pregunté a Cam, mirando lo que hacía en su móvil.

—No, sólo estoy intentando recuperar todos los puntos que perdí porque cierto individuo... —Le dedicó una mirada molesta—, me quitó el móvil en medio de una partida importante.

—¿Diculpa? —Volteó a verlo, evidentemente ofendido—. Pues este "individuo" intentaba hacer que tu hermana no cayera por el tonto del vecino.

—Ahora que me lo recuerdas... —Pausó la jugada, pensativo—. ¿Qué tanto hablabas con su hermano?

Genial... justo lo que necesitaba

¡Gracias, Dean! Mejor mantente callado la próxima

—¿Y bien? —insistió.

—Simplemente me explicaba cómo debo tomarme una gotas que me mandó Ezra.

—¿Más medicamentos? —Frunció el ceño—. ¿No que Ezra había dicho que no debías tomar nada más? ¿Que eso solo te hacía empeorar?

—Son para tomarlas con el té. Tienen efecto sedante o algo así. Prefiero eso que la cantidad de pastillas de antes.

—Más le vale que eso funcione...

—Funcionará. —Lo abracé de lado—. Solo espero que lo haga. Así que no te enojes.

—No estoy enojado, es solo que...

—Lo sé, tonto. —Le estreché fuerte—. Pero necesito que confíes o no podré hacerlo yo.

—De acuerdo. —Besó mi frente—. Confiaré. Pero ahora necesito que tú confíes en mí y me dejes acabar esta partida o Minho me va a matar como vuelva a hacer que perdamos.

Cierto, Minho...

Me había olvidado por completo de él y de la forma en que lo traté cuando estábamos en el mercado. Pero esos pensamientos desaparecieron cuando escuché el sonido de la puerta.

—No se preocupen, yo abro —Mamá apareció desde la cocina, limpiando sus manos en un paño. Al parecer esperaba a alguien.

En cuanto abrió la puerta todos notamos la alegría en su tono de voz.

—¡Bienvenido, Ezra! Por favor pasa.

—Gracias, señora West. —Le sonrió este.

—¿Qué tal el trabajo? —Acercándose a nosotros.

—Por favor, contéstele sin dar tantos detalles —pidió Cam sin apartar los ojos del móvil.

—¿Tuvo muchos muertos hoy? ¿Alguno descompuesto?

—¡Agh Dean! —Todos estallamos en risas mientras mi hermano mostraba su cara de asco—. ¡Mierda, perdí por tu culpa!

—Cameron West, ¿qué haré contigo y tu vocabulario? —Papá apareció desde la puerta trasera. Vestía un overol azul algo desgastado y sostenía una kit de herramientas con una de sus manos—. ¿Cómo estás, Ezra?

—Buenas tardes, señor West. Bastante bien, gracias, aunque un poco cansado.

—Se le nota —afirmó mamá, mirándolo con algo de preocupación, a lo que él sonrió restándole importancia.

—¡Es que Dean no deja de fastidiarme, papá!

—¿Yo? —Todo inocente.

—¡Sí, tú!

—¿Qué culpa puedo tener yo de que seas tan sensible? —Haciéndose el desentendido.

—La misma que sentiré yo cuando traiga a Horus a casa —amenazó.

—¿Horus? —Dean no era el único confuso, todos nosotros también. Aunque entendí bastante rápido a qué se refería—. ¿Quién es ese Horus?

—El rottweiler que voy a adoptar como sigas haciéndome perder más partidas.

—No te atreverías.

—Ponme a prueba. —Le sostuvo la mirada hasta que ambos la apartaron, molestos.

—Este.... ¿no debería decirles nada? —Ezra volteó a ver a mamá, preocupado.

—Descuida, se les pasará en un rato. —Restándole importancia—. ¿Se quedará a cenar con nosotros o solo...?

Ezra sonrió.

—No puedo. Me esperan en casa para cenar.

—Sus primos pueden venir también. Me cayeron muy bien. Son encantadores, sobre todo Owen.

—¿Owen? —Ezra parecía sorprendido, aunque no era el único. Por el contrario, papá, Cam y Dean no dudaron en mostrar su desagrado, aunque lo disimularon por respeto a Ezra—. Aunque no sé por qué me sorprende tanto, él suele ser así. —Volteó a verme, sonriéndome—. ¿Lista?

Por supuesto que no lo estaba, pero huir de ello no me ayudaría y me había comprometido a intentarlo, así que simplemente asentí. Ambos nos disculpamos con el resto y llevé a Ezra hasta mi antigua habitación, ahora convertida en una mezcla entre pequeña sala de estar y taller de arte.

—Es acogedor. —Sonrió al entrar. Luego señaló uno de los puff invitándome a sentarme, para luego hacerlo él. Las otras sesiones las habíamos tenido en el comedor o en la sala, debido a las reformas—. ¿Pintas?

—¿Qué? —Volteé a verle y señaló el caballete y los lienzos agrupados todos en una esquina junto a la estantería de libros—. Oh... Este... ¿por qué cree que soy yo y no alguien más?

—Déjame ver... —Fingió pensarlo durante algunos segundos—. Quizás porque me parece algo que va mejor contigo.

—¿Conmigo?

Él asintió.

—A tu padre, por ejemplo, se le ve como un hombre capaz de liderar algo, quizás ser jefe de alguna empresa o simplemente de un equipo de la misma. Vida de oficina, eso es lo que me transmite cuando lo veo; aunque por su ropa de hace un rato, podría modificarlo un poco a oficinista con cierta experiencia en la parte práctica de su trabajo.

—Papá es arquitecto. Es jefe de un equipo en una importante empresa en Kandland. También le gusta visitar el terreno y supervisar toda la obra hasta ver su plano hecho realidad. Ha aprendido varias cosas yendo a los terrenos de construcción.

—Supongo que me acerqué. —Sonrió y yo asentí. Aunque más bien diría que le acertó—. En cuanto a tú mamá —continuó—, estoy bastante seguro de que sería una excelente ama de casa. Se le nota en la mirada que adora hacer las cosas del hogar. Sin embargo, más allá de eso y con solo ver la decoración, estoy seguro de que es diseñadora de interiores ¿o me equivoco?

—Vaya... —quedé bastante sorprendida—. Ni siquiera lo dudó. ¿Es usted mago o algo?

Rió.

—Solo observador. ¿Quieres que siga? —Asentí, bastante curiosa al respecto y él continuó—. Vamos con Cameron ahora. En el caso de tu hermano y es la razón principal por la que no creo que sea él el dueño de esos lienzos, es por su fascinación con los videojuegos.

—Pero una cosa no tiene nada que ver con la otra.

—Quizás tengas razón, ¿pero alguna vez le has observado mientras juega?

—¿A qué se refiere?

—Alguien que gusta de pintar o del arte en general, tiende a ser una persona más tranquila. Quizás llevan un caos por dentro, pero por fuera solo observan. Disfrutan de la vida de una manera diferente, desde otra perspectiva. Dime, ¿ves eso en Cameron cuando le ves con el móvil o sin él?

—La verdad no.

—Yo tampoco y por eso lo descarto.

—¿Y qué hay de Dean?

—Seré breve con él. Dean hace un par de semanas atrás casi se deshace de un antiguo juego de porcelana de tu madre. El hecho de que los llamara horrendos me dio a entender de que su concepto de arte es bastante reducido o no tiene ninguno; sin ofender, claro.

No sé por qué, pero estallé en risas apenas dijo eso.

Tenía toda la razón, Dean solo veía garabatos sin sentido en las pinturas famosas. Incluso una vez pensó en convertirse en artista solo para construir su porpio estadio de básquet, ya que decía que un par de rayas en un papel y su firma debajo eran suficientes para que algún millonario extravagante lo comprara por millones diciendo que había encontrado el sentido de vida con solo mirarlo; según él, dinero fácil. Creo que teníamos 10 años entonces.

—Lo siento. —Dejé de reír al verlo mirarme con tanta sorpresa—. Es que lo que acaba de decir es tan... tan Dean la verdad.

—Lo sé. Lo viví en carne propia, pero no es eso lo que llama mi atención.

—¿Entonces qué?

—Llevamos un par de sesiones y hasta ahora es que te veo reír de esa forma. —Aparté la mirada ya que me hizo sonrojar. Él sonrió—. Comenzaba a preocuparme de que fuera muy aburrido y Owen tuviera la razón.

—¿Owen? —Volteé a verlo—. Aunque no es la primera vez que dice eso.

—Owen dice que soy un amargado.

—No creo que sea así. —Él volteó verme como si no me creyera y yo sonreí algo avergonzada—. Al menos no todo el tiempo —agregué, haciéndolo más creíble. Él simplemente se rió.

—¿Qué te parecieron mis primos? Escuché que pasaron por aquí en la mañana.

—Bueno... La verdad Félix es bastante agradable. Es más sereno y se ve que no le gusta hacer las cosas mal. También parece ser de los que se avergüenza con facilidad.

—Félix transmite un aura tranquila y creo que eso puede ser bueno para ti.

—¿Para mí?

—Pero creo que Owen sería perfecto en lugar de Félix.

La verdad dudé bastante sobre eso. Yo necesitaba estabilidad y Owen no parecía saber qué era eso.

—Owen es más... —buscando la palabra correcta—. ¿Cómo decirlo?...

—¿Desesperante? ¿Atrevido? ¿Descarado? ¿Inconsciente?

—Iba a decir todo lo opuesto a Félix, pero sí —algo avergonzada.

—Está bien. —Sonrió—. No estás obligada a llevarte bien con ellos, ni pretendo presionarte para que lo hagas. Solo intento decirte que hagas amigos y que conozcas nuevas personas. Sal de tu zona de confort un poco. Al comienzo te sentirás incómoda, pero si le das una oportunidad, te aseguro que valdrá la pena. Además, el artista que no se arriesga, pierde la oportunidad de hacer crecer su arte y, muchas veces, encontrar tu propio estilo requiere de explorar muchos otros.

🌙

Bajé las escaleras y me dirigí a la cocina con una sonrisa. La verdad, no había dejado de sonreír desde mi sesión con Ezra. Las anteriores habían sido iguales. Ezra solo aprovechaba el tiempo para conversar conmigo, sin forzarme a hacer o decir nada, a menos que yo me mostrara dispuesta.

Siendo sincera, esta era la primera vez que yo participaba de la conversación. Antes él hablaba y yo escuchaba. Contándome alguna anécdota divertida de sus primos o simplemente compartiendo las cosas que le gustaban, o quizás sólo esperaba a dar con algo que a mí me gustara para así hacerme hablar.

Fue bastante bueno hablar con él en el día de hoy y, a diferencia de mis otras experiencias con los especialistas de Kandland, es la primera vez que me siento relajada y en confianza con alguien. Creo que esta había sido una buena idea después de todo.

Tarareando alguna melodía que no recordaba dónde la había escuchado, puse a calentar un poco de agua para preparar mi té y tomarme las gotas antes de dormir. Fue entonces que escuché las voces de mamá y de papá en el comedor. Así que pensé en salir y preguntarles si querían un poco, pero fui obligada a detenerme.

—Te ves preocupado, cariño. ¿Sucede algo?

—Me preocupa, Nerezza.

—Ezra dijo que la encontró mejor hoy. Que incluso participó de la sesión.

—Lo sé, pero... —Papá parecía demasiado preocupado al respecto—. ¿Crees que esta vez hicimos bien? ¿Crees que será diferente?

—La verdad creo que es muy pronto para poder decidir algo.

—Tienes razón...

—Pero a ti te preocupa algo más, no es solo eso. Venga, cuéntame qué sucede.

Papá dejó ir un suspiro. Parecía bastante frustrado.

—Recibí una llamada del trabajo hoy.

—¿Qué dijeron?

—Necesitan que me incorpore cuanto antes.

—¡Pero...!

—Les expliqué la situación, tranquila. Logré obtener dos semanas, pero no más que eso. Sucede que el proyecto en el que estamos enfocados ahora es muy importante.

—¿Más que tu hija?

—Sabes que no, amor. No es eso lo que quiero decir. Pero ese proyecto es importante para mí. Es el sueño de mi vida y si he de sacrificarlo por la salud de mi niña, lo voy a hacer, pero no podría fingir que no me dolería hacerlo.

—Lo sé... —Dejó ir un suspiro—. Hagamos algo, esperemos esas dos semanas. Veamos cómo se desarrolla todo y cómo evoluciona Nerezza. Entonces podremos tomar una decisión. ¿Te parece bien?

—De acuerdo.

—Ahora vamos a dormir. Estoy exhausta.

—Te daré un masaje para que te relajes antes.

Mamá rió.

—Eso sería genial, gracias.

Dejé de escuchar sus pasos luego de unos segundos. Fue entonces que retrocedí, hasta apoyar una de mis manos en la encimera. Mis mejillas estaban húmedas y las lágrimas continuaban cayendo de mis ojos. El solo pensar que yo podría acabar con la vida de mis padres de nuevo, que podría ser la razón de que ellos renunciaran a sus sueños, a su rutina, a su estilo de vida —aunque ya esta mudanza era prueba de ello—, me destrozaba. Me destrozaba y me hacía cuestionarme tantas cosas...

¿Por qué demonios me sucedía esto?

¿Por qué yo?

¿Por qué no paraban de una vez estos sueños?

¡Por qué!

¡¿Por qué mierda no morí entonces?!

Mis pensamientos se detuvieron automáticamente por el quejido de alguien. Pensé en mis padres, pero ellos se habían dirigido a su habitación hace un momento y la voz tampoco se parecía a la de ellos.

—¿H-Hay alguien ahí? —pregunté apenas, acercándome a la puerta del fondo. De la nada, una mano golpeó el cristal de la misma asustándome al punto en que casi pierdo el equilibrio—. ¿Q-Quién...

El cristal estaba algo empañado, quizás por su respiración agitada golpeando el mismo. El sonido de la misma aceleró mi corazón en un desagradable gesto, deteniéndose apenas uno de sus ojos conectó con los míos. Brillaba de un rojo intenso a través de sus dedos, destacando entre la oscura silueta.

—N-No, n-no es real... —comencé a susurrar.

No es que ayudara a disipar las alucinaciones, pero al menos lograba mantenerme con los pies en la tierra.

—N-No es real. —Cerré los ojos durante un momento—. No lo es. Por supuesto que no.

Respiré profundo varias veces antes de volver a abrirlos. No había nada tras el cristal. Tampoco esperaba que lo hubiera, o quizás sí, ya que significaría que no estaba loca.

Cansada y sin expresión alguna, mis lágrimas corrieron por su propia voluntad. Mis piernas perdieron fuerza y caí de rodillas al suelo. Me acomodé, recargando mi espalda en los cajones detrás de mí.

—No quiero dormir —murmuré sin emoción alguna. Mis ojos enfocaron el frasco sobre la encimera—. No. Lo que no quiero es soñar...

• 🌙 •

Habitación de Nerezza:

Bạn đang đọc truyện trên: Truyen247.Pro