𝐗𝐗𝐈𝐗 ; we live in a strange world
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CAPÍTULO VEINTINUEVE
· • ❝〔 vivimos en un mundo extraño 〕❞ • ·
revelación ; parte III
Distrito Ehrmich. Muralla Sina. Año 850.
EXISTÍA UN SILENCIO COMPLETAMENTE INQUIETANTE EN el salón que formaba parte del hogar de Amelia. Sus tres sobrinos mayores, prácticamente los mayores que quedaban con vida, se miraban con cierta seriedad frente a la cama de ella. Amelia y Pietro por un lado, Izaro por el otro. Era una escena caótica que sólo la hacía imaginar cuando ella y el fallecido Danilo miraban al moribundo de su padre.
En teoría, ninguno de ellos debía estar ahí presente, especialmente Izaro. Si fuera por ella, nada más habría dado aviso por vía postal y listo, pero ante el manto que tenía como cabeza de la familia (el cual nadie se lo dio, sino que ella misma se lo adjudicó), estaba en la obligación de hablar. Así que simplemente miró con admiración el uniforme bien cuidado de su sobrina y encendió un cigarrillo, succionando un poco del tabaco para dar su anuncio.
—Tengo cáncer, el doctor dijo que no ve probabilidades de que sobreviva.
A pesar de la sonrisa burlona que Amelia traía en su rostro, ninguno de los tres presentes pudo evitar poner un rostro de asombro y preocupación. Aunque la sorpresa era una expresión que sobraba en sus respuestas. El consumo de sustancias ilícitas era algo que arrastraba desde que incluso era una menor de edad, sin esperanza alguna de que algún día fuera capaz de dejarlo. Decía que era para ignorar el entorno que tenía incluso cuando ya era adulta, haciendo pensar en más de una ocasión a Izaro que su tía se había adentrado en aquel mundo solo para olvidar que fue señalada como un rotundo fracaso por no ser capaz de tener hijos.
—Bueno, Izaro, parece que el karma ya me hará pagar el precio de mis pecados —Amelia se burló—. Recuerda seguir huyendo de este.
—Por favor, tía. Hoy tenía una importante expedición y me di de baja a último minuto apenas recibí la noticia de que no estabas bien —dijo Izaro, claramente, molesta—. Erwin no estaba contento con eso.
—Bueno, tampoco es como si el cáncer fuera una simple gripe que en una semana estarás bien como antes. Ya tengo dictada mi muerte —confesó Amelia, riéndose como un extraño método de defensa—. Ya que. Te vas a convertir en la única cabeza y sobreviviente de los Xion, sin ofender a mis otros sobrinos presentes, pero solo los Xion de verdadera sangre pueden llevar el privilegio de portar nuestro apellido.
Izaro miró a sus primos y después a su tía, acostada en la cama.
—¿A qué te refieres? —cuestionó— ¿Significa...?
—Vas a tener que complacer a Danilo, que en paz nunca descanse, porque ahora estás entre la espada y la pared.
La azabache sacudió la cabeza de izquierda a derecha.
La última vez que sintió la enorme presión de ser una máquina para hacer bebés fue hace cinco años, antes y después de que el noventa por ciento de su familia tuvieran tallados sus nombres en lápidas. Después de eso se sentía medianamente libre. Incluso en paz. Ahora parecía como si su familia estuviera dispuesta en hacerla sufrir a como diera lugar con tal de atormentarla hasta conseguir que su mente fantaseará también con la muerte.
Sí. Ya estaba en un punto prácticamente obligada a seguir con el legado, sobre todo porque ya había entrado en sus treinta años y los años cruciales para gestar se estaban acabando.
El problema era que... todavía tenía miedo.
—Ojalá tuvieras otra opción —dijo Amelia, tocando su mano con gentileza—. Pero le prometiste a Isaac, a su tumba, en realidad, que devolverías el legado dorado a la familia... Y eso requiere de sacrificios extremos...
༉
—Existe otra opción para que no te sientas en la necesidad de embarazarte, lo sabes.
Pietro tenía razón. Izaro sabía perfectamente que existía una vía que la salvaría de envolverse en esa presión. Una la cual su tía no mencionó pensando que aquello no estaba vagando en esos momentos por la mente de los Ackley.
Las actas de nacimiento de sus primos daban a entender que ellos no tenían ningún vínculo con los Xion, pero la biología decía que sí. Danilo había entregado cuatro partes de él para crear su descendencia, pero ninguno había heredado los anhelados ojos rojos para identificar quienes probablemente tenían las capacidades necesarias de superar a los niveles promedio de su soldado.
Los ojos rojos eran el factor crucial para considerar a alguien un Xion, de lo contrario, estaban prohibidos de portar aquel apellido para mantener intacto el legado de la familia. Era una regla que existía desde que Isaac vio a sus primeros nietos. Nadie sabía cómo había llegado a la conclusión de que el color aseguraba también las habilidades heredadas. Simplemente se obedeció la regla y quienes no la cumplían eran medianamente exiliados, los Ackley siendo un ejemplo de ello.
—A esa idiota no le queda mucho tiempo de vida —continuó Pietro—. Una vez esté muerta, serás la nueva líder de los Xion y tendrás la libertad de cambiar las reglas del juego. Reconozca a mí y a mis hermanos como Xion de sangre, Izaro, y todos tus problemas tendrán un fin asegurado. Te lo prometemos.
—Dices eso como si portar este apellido fuera una bendición todo el tiempo, Pietro —respondió Izaro, acercándose a su primo con una evidente expresión de molestia en sus ojos.
—Pues resulta que para mí, de haber tenido el mismo color de tus ojos, mi vida no hubiera sido del todo una mierda —respondió molesto—. No sé si alguna vez te diste cuenta de algo, Izaro, pero mi padre prefería actuar como si no fuera su hijo. En cambio, contigo se aprovechaba de que tu papá está muerto para hacer contigo lo que quisiera.
Izaro tenía la sensación de que el pelinegro diría eso.
Aunque no era una gran revelación, pero se debía ser un absoluto idiota como para no notar que Danilo Xion disfrutó fingir que Izaro era la hija que debió tener para controlarla al antojo que tuviera dependiendo de sus intereses, mientras que los biológicos fueron puesto en un mismo nivel que la mismísima basura.
Pero, sabiendo lo que implicaba nacer con los ojos carmesí, ¿por qué deseaban tanto serlo?
—Saben que es una regla de la familia...
—¿Y qué? Toda la familia estará muerta, nadie te atormentará por cambiar las reglas —reclamó Pietro—. De hecho, creo que los únicos que te perseguirán en
sueños será la gente que...
Adah inmediatamente se interpuso en la discusión callando tanto a su hermano menor como a su primas. Ninguno de los dos se había percatado de la presencia de policías militares en la entrada de la casa de su tía. Todos aclararon sus gargantas, tratando de aparentar preocupación sobre la enfermedad de su tía y disimular que la discusión se debía a la distribución que debían hacer para el cuidado de Amelia.
No levantaron sospechas y Adah decidió ser quien manejara la conversación en voz baja.
—Solamente queremos que se nos otorgue un derecho que tenemos desde nacimiento, Izaro. Al final del día, y contra la voluntad de nuestro padre, seguimos siendo parte de esta familia y tenemos derecho de gozar de las mismas cosas que gozas —Adah habló con tranquilidad, causando una diminuta paz en su prima—. Pero si no quieres, entonces lo respetaremos...
—¡Pero Adah...! —Pietro protestó, aunque se calló apenas vio que su hermana alzó la mano.
—Es una regla que existe desde hace tiempo y hay que respetarla —siguió hablando, aunque se acercó hasta Izaro, acercando sus labios hacia su oído para que fuera la azabache la única con la capacidad de escucharla—. Aunque te digo, Izaro, estarás prácticamente sola porque solo existirá una persona con el apellido Xion. Implica más responsabilidad y más presión, y claro, estarás sola para esconder lo que ha hecho la familia por años, al menos que permitas que haya un cambio de apellidos a tu única familia que estará con vida...
La azabache presionó su propia mandíbula, entendiendo cada palabra que utilizó la otra mujer presente en ese espacio. Tan solo abrió ligeramente la boca, pero no soltó ninguna palabra, no cuando un soldado apareció repentinamente en la entrada de la casa. La luz del exterior permitió ver la insignia con el caballo verde, el soldado apenas recuperaba el aliento, lo que daba a entender que corrió varios kilómetros –probablemente estaba en la entrada del distrito con sus colegas de las Tropas de Guarnición–. Daba igual. El terror en sus ojos fue suficiente para hacerle entender a la Xion que algo malo pasaba.
—Capitana... —seguía regulando su respiración—. El distrito Trost... fue invadido por los titanes. El titán Colosal lo volvió a hacer.
Si dejaba salir lo que habitaba en su mente desde que le informaron de la noticia, probablemente dirían las personas a su alrededor que se había vuelto loca. Pero estaba segura de que no era el caso, que sus sospechas no eran tan fantasiosas como su engañosa consciencia quería hacerle saber. Porque no era normal que un titán como el llamado Colosal simplemente apareciera repentinamente y simplemente se fuera, para que por años no hubiera alguna novedad, hasta ahora cuando, por obras del destino, la Legión de Reconocimiento no estaba presente en el lugar para defender a los ciudadanos.
༉
Distrito Trost. Muralla Rose. Año 850.
Apenas vio a la Xion bajar de su caballo en su deslumbrante capa, Jena se escondió detrás de unas cajas con provisiones, tapando su boca para ahogar el insulto que deseaba soltar por los aires. Sus rezos ahora eran que la capitana no la viera y, ya fuera por un mero milagro, no recordara el rostro de la noble que se escondía con una identidad que poco la relacionaba con una de las familias con mayor poder de las murallas. Probablemente no la reconocería en cuestión de segundos, la última vez que convivieron en un mismo espacio fue en el funeral de Nicholas Rymer, hijastro del noble Vladimir Mischutin, así que por ahí se podía salvar; sin embargo, era cuestión de quedarse viéndola directamente y de conocer el rostro de Víctor Hryniv para darse cuenta del gran parecido.
Debió huir al interior en cuanto recibió la oportunidad, ahora maldecía el momento exacto que decidió ayudar a sus compañeros en aquel acto que ahora lo catalogaba como un episodio de complejo de salvadora.
—¿La Legión de Reconocimiento ya recibió el aviso de que debían regresar de inmediato? —Escuchó la voz de Izaro, en un extraño tono de frialdad y enfocada en la situación presente.
—Capitana, ¿usted no fue a la expedición? —preguntó un soldado de la Tropa de Guarnición, siguiéndola.
—Situaciones familiares. No es importante ahora —se limitó a responder— ¿La Legión recibió el aviso?
—Sí, enviamos a un equipo capacitado para enviar las noticias de último minuto, ya deben de estar enterados y retornando a la muralla Rose —respondió el soldado.
Izaro asintió, mirando a los soldados que estaban tomando un descanso o recibiendo primeros auxilios de las tropas especializadas en la medicina militar. Al mirar con cuidado sus uniformes, supo al instante que eran los reclutas recién graduados de su entrenamiento. Niños, en pocas palabras. Como capitana, tal vez debió sentir un orgullo de ver a las nuevas filas peleando por el derecho a la libertad de la humanidad; como una simple persona, la primera sensación que su cuerpo expulsó fue una profunda preocupación mezclada en conmoción. En los campamentos de reclutamiento les enseñan la técnica del combate, más nunca los mandan a experimentar las verdaderas batallas con titanes de rangos inferiores, por lo que aquello no era más que su primera pelea... y probablemente la última para algunos, tal vez muchos.
Un nudo se formó en su garganta mientras veía a los ingresados que, apenas habiendo terminado su entrenamiento de tres años, ahora arriesgaban sus tempranas vidas para matar a la mayor cantidad de titanes dentro del ya desolado Trost. Sólo habían aprendido lo básico en el ejército, el manejo de los equipos tridimensionales y cómo blandir sus espadas, pero nunca fueron preparados para algo como el presenciar a un titán devorando a sus compañeros, o los restos de extremidades regados en el suelo junto con manchas de sangre. Además, era obvia las miradas de desesperación que tenían al no recordar cada detalle que aprendieron durante tres años para garantizar la total protección de la humanidad.
—¿Dónde están las demás tropas?
—Todos los miembros de las Tropas de Guarnición establecidas en la muralla Rose ya han sido reclutados y vienen en camino, la Policía Militar ha enviado sus filas a la muralla Sina para proteger a la ciudadanía.
—Entonces no tenemos el apoyo de ellos en esta operación, fingiré que estoy sorprendida —Izaro siguió mirando el panorama— ¿Pixis?
—Debe de llegar pronto, capitana.
—Perfecto, dile que lo estoy buscando para establecer un plan para salvar aunque sea los escombros de este distrito. Hasta que él no llegué, yo estoy a cargo —habló la azabache—. Por cierto, ¿por qué siento que faltan más personal de tu facción?
El soldado, tomando una postura un tanto nerviosa, comenzó a tartamudear.
—Verás...
La respuesta del oficial fue algo que Izaro jamás esperó escuchar ni en los balbuceos de un hombre en estado de ebriedad. Ese relato de un titán que asesinó a varios de los suyos y después terminó cayendo sin vida para que, dentro de su nuca, saliera un joven identificado como un miembro de los cadetes le parecía una vil mentira. Se atrevía a decir que le estaban jugando un chiste de pésimo gusto que solo le haría hervir la sangre. Pero la mirada del soldado no mostraba signos de engaño, realmente decía la verdad.
Y los gritos casi afónicos del capitán Kitz Weilman solo eran una prueba de su testimonio.
Tendré que encargarme de esto antes de que mate a alguien... Suspiró mientras lanzaba sus arneses al muro, llevándola hasta la zona donde el capitán de las Tropas de Guarnición, algunos líderes de escuadrón y más de veinte soldados estaban en posición de combate o apuntando con cañones a tres cadetes.
—Hola, Kitz —la capitana apareció por sorpresa, asustando a su colega evidentemente más alto que ella, pero la reacción de él no le impidió en nada para seguir sonriendo encantadoramente—. No te asuste, soy yo, Izaro. Dime, ¿por qué estás intimidando a unos cadetes cuando deberías estar matando titanes?
—Capitana Xion —Su mirada de las mil yardas no parecía haber cambiado desde la primera vez que Izaro lo conoció. Todavía recordaba aquella ocasión cuando simplemente lo saludó después de que una tarea que implicó mantenimiento a la muralla en el lado exterior; el hombre saltó de miedo al encontrarse con los ojos de ella, gritando hasta escupir saliva la palabra "Demonio" sin antes ver que se trataba de ella. Levi en el fondo le tenía un odio por aquel incidente, Izaro simplemente se rindió después de intentar convencer a su amigo que todo había sido un malentendido— ¡Estos cadetes son altos traidores de la humanidad!
La azabache tapó con cuidado su oído ante el grito, sin borrar la sonrisa.
—Sí, te escuché mientras venía llegando. No grites, al menos que quieras que te dé motivos para gritar.
—¿¡De qué...!?
—Mira, te lo pondré fácil: Ese chico que supuestamente se puede convertir en un titán no puede morir en estos momentos porque no es responsabilidad tuya, ¿comprendes? Esa tarea me la dejaron a mí —se señaló a sí misma, con gran orgullo—. Bueno, en realidad me dejaron a cargo de matar al Titán Colosal, pero es casi lo mismo. Estoy encargada de tratar con los titanes más excéntricos que hayamos registrado, así se definió. Así que, vete con tus soldados y deja esa tarea a mí, investigaré con cuidado qué carajos es ese niño y ya después lo mató con mis propias manos. ¿Entiendes o necesitas que te lo explique con manzanas?
—Mira, te lo pondré fácil: Ese chico que supuestamente se puede convertir en un titán no puede morir en estos momentos porque no es responsabilidad tuya, ¿comprendes? Esa tarea me la dejaron a mí —se señaló a sí misma, con gran orgullo—. Bueno, en realidad me dejaron a cargo de matar al Titán Colosal, pero es casi lo mismo. Estoy encargada de tratar con los titanes más excéntricos que jamás hayamos registrado, así se definió. Así que, vete con tus soldados y deja esa tarea a mí, investigaré con cuidado qué carajos es ese niño y ya después lo mato con mis propias manos. ¿Entiendes o necesitas que te lo explique con manzanas?
—¡Este niño es una amenaza para nosotros, y sus amigos son sus cómplices!
—¿Y a mi qué? Kitz, estás muy ansioso y no te culpo, pero te estás entrometiendo en mi...
—¡No entiendo su pregunta! —gritó el chico señalado de la supuesta alta traición.
¿Cómo no vas a entender si te convertiste en titán frente a todos?
Izaro dió unos pasos para mirar al joven. No pasaba de quince años, parecía estresado y confundido, probablemente estaba asustado y lo demostraba por el sudor marcado en su ropa, también en su frente por algunos mechones castaños adheridos a su piel. Sus dos amigos tampoco parecían entender la situación, aunque la chica estaba dispuesta a pelear mientras su amigo de cabellos rubios se mostraba como en un dilema mental sobre qué podían hacer para salvar la vida de los tres. Técnicamente, estaban entre la espada y la pared. Si salían de la tensión que provocaban los soldados de las Tropas de Guarnición, se debían enfrentar luego a la capitana de la Legión de Reconocimiento, algo que en viceversa también podía ocurrir.
—¿Estás fingiendo ignorancia? —Kitz estaba al borde del colapso— ¡Maldito monstruo! ¡Trata de jugar al tonto conmigo otra vez! ¡Te volaremos en pedazos en un instante! ¡No te daremos tiempo para mostrar tu verdadero rostro!
—Bueno, ya estuvo, Kitz —Izaro lo miró de manera amenazadora—. Ya te dije. Lárgate con tus soldados. ¿O acaso quieres que te reporte con los altos mandos por interferir en mi trabajo?
—¡Tú cállate!
Izaro apretó sus espadas.
—Te estás buscando que Levi ahora tenga verdaderos motivos para golpearte.
—¡Tu esposo no me intimida!
—¡Levi no es mi esposo! ¡Es mi compañero! ¡C-O-M-P-A-Ñ-E-R-O! —dijo ella exaltada—. Como sea, no puedes ordenar matarlo cuando yo no he confirmado si es la mejor vía.
—Todo el mundo lo vio. Ese chico emergió de los restos de un titán apenas comenzaba su proceso de descomposición —respondió Kitz—. Ellos podrán haberle jurado al rey su lealtad a la humanidad, pero son uno de ellos. ¡Es perfectamente razonable eliminar cualquier amenaza! ¡No puedo estar equivocado!
—De hecho, le acabas de demostrar a todos lo equivocado que estás —respondió Izaro—. Por favor, ¿dónde ves un anillo de matrimonio en mi mano? No estoy casada con Levi, es mi amigo.
—Con todo respeto, capitana —habló una líder de escuadrón, Rico Brzenska—. Las traiciones de estos chicos son obviamente derivadas a la traición. Tenemos la orden de que usted es quien debe ejecutar acciones contra los titanes más excéntricos, pero ante su ausencia nosotros nos vimos en la obligación de tomar cartas en el asunto. Dudo que seamos capaces de obtener información útil de ellos. Esto es una pérdida de las tropas y del tiempo.
Pronto, los soldados comenzaron a exigir por órdenes que acatar, generando mayor tensión en la Xion, quien tenía rabia ante la falta de sumisión que aquellos soldados tenían con ella. Claramente, esto no lucía bien en su reputación. Su padre probablemente le reprocharía por el poco acto de escucha de esa gente por ella. ¡Era una Xion! En términos militares, ella debería tener más poder sobre ellos de lo que todos creían. Pero todos parecían ignorar eso, tal vez porque era una situación de gran tensión, sí, Izaro prefería pensar que se trataba de eso y no que probablemente su posición estaba perdiendo relevancia.
Aunque la respuesta amenazante de la cadete femenina acusada de traición comenzó a tocar sus nervios, escuchando cómo la chica estaba dispuesta a matar a todos –incluida Izaro– con el único propósito de proteger al chico castaño. Oh, eso no iba a pasar. Creer que alguien tenía más capacidades que un Xion resultaba ser palabras ofensivas para aquellos poseedores de los ojos carmesí, e Izaro no era la excepción, los nudillos de sus manos se tornaron pálidos por la presión que ejercía. No podía dejar que una joven adolescente se atreviera a amenazarla, pero tampoco resultaba ético fantasear con decapitarla frente a todos para demostrar su autoridad; Isaac Xion debía tener un legado intacto y ella una reputación como la digna y única sucesora en esos instantes.
¿Qué sería lo más sensato que haría papá que no incluya ningún castigo físico?
—Quiero su nombre, ahora.
—Mikasa Ackerman, estaba en la unidad de élite de la retaguardia cuando empezó todo este problema. Sus habilidades valen como cien soldados promedio, su pérdida sería un duro golpe para la humanidad —dijo otro líder de escuadrón.
Izaro tensó su mandíbula, no podía arriesgar las ventajas del ejército por un capricho de recordarles a todos que ella no era cualquier persona.
—¡Mikasa, no puedes pelear con nuestra propia gente! —dijo el rubio.
Obvio no, o yo los mataré. Pensó Izaro, cruzando los brazos.
Los siguientes minutos se llenaron de tensión, cada soldado estaba listo para atacarlos e Izaro estaba más que preparada para adelantarse y hacer su trabajo. Sin embargo, Kitz Weilman tampoco era una ayuda para calmar el ambiente; había vuelto a ganar osadía para exigir respuestas al chico señalado, quien seguía en silencio, aunque dejando expuesto el enojo que tenía por el asunto.
—¡Soy un humano!
Todo quedó en silencio. Nadie se movía, nadie decía algo como respuesta. Probablemente fue una contestación que debía dar por finalizado los problemas, pero todo fue lo contrario, solo empeoró.
—Ya veo..., no piensen mal de mí... —dijo Kitz.
—Kitz, no te atrevas...
Izaro se sorprendió apenas vió que la mano del capitán se alzaba para dar la orden de ejecución; su voz se alzó para tratar de dar órdenes, intentando que todos recordarán que ella tenía el deber y que no iba a permitir que alguien más hiciera lo que le correspondía por derecho laboral. Incluso se atrevió a amenazar al decir que todos se iban a arrepentir por sus acciones que no consistían en obedecer. Cualquiera que la miraba podía jurar que un demonio interno salía de su interior ante la compostura que estaba adoptando, casi parecida a la que los anteriores Xion adoptaban cuando querían mostrar su poder militar o cuando las cosas se les salían de las manos.
Pero, ni con las palabras de la capitana, detuvieron a Kitz de dar la orden de disparar.
—¡Deténganse! ¡Es mi trabajo!
La Xion saltó para tratar de adelantarse, alzando sus espadas mientras su equipo se encargaba de elevarla por los aires. No le importaba que los cañones estaban ahora encima de ella, solo quería comprobar que quien estaba al mando era ella. Pero jamás visualizó la posibilidad de que saldría volando de regreso a su posición anterior cuando un rayo surgió en forma circular sobre los tres cadetes, generando una explosión para después desaparecer como si nada, dejando una larga línea de humo.
La mujer cayó dando vueltas por el suelo, sintiendo dolor por todo el cuerpo.
Al otro lado, los soldados que no estaban en aquel lugar estaban asustados por la explosión que escucharon. Incluso Jena salió de su escondite temblando, rezando a sus diosas rogando por que Eren Jaeger no hubiera salido herido o muerto por eso.
Pero lo que nadie imaginaba, salvó los que estaban presentes en el ataque, era que estaban viendo una auténtica escena de terror para lo que ellos definían como desconocido. Hasta Izaro quedó helada por lo que estaban viendo sus ojos: el chico fue capaz de crear una parte de lo que parecía el sistema óseo y muscular de un posible titán. Y los gritos comenzaron a escucharse a su alrededor.
༉
Era muy probable que las cosas habrían tenido una dirección perjudicial de no ser por la llegada inesperada y pronta del comandante encargado de las Tropas de Guarnición, Dot Pixis, quien tomó con una fuerza calmante el brazo de su subordinado antes de que dictara otro ataque de cañones, y además, su voz indirectamente persuadió a la capitana de la Legión a no saltar nuevamente sobre los jóvenes para tratar de adelantarse y asesinarlos por su propia cuenta. Aunque Izaro sabía que no iba a recibir ningún problema, lo sabía desde que Dot la saludó con tanta tranquilidad para después recordarle a Kitz Weilman que ella tenía mayor rango militar que él.
Ahora se encontraba ella sentada frente al joven Eren, quien trataba de evitar establecer un contacto visual con Izaro. La azabache simplemente lo miraba con aburrimiento, con una pierna encima de la otra, pensando que la llegada del comandante pudo ocurrir por las pausas que había para discutir con su colega de trabajo y el discurso que el chico de cabellos rubios brindó para tratar de convencer a alguien. Si ella debía ser sincera, no escuchó la mitad de las palabras por estar pensando en cómo engañar los cinco sentidos de todos y asesinar al objetivo que ahora descansaba frente a sus ojos.
Dejó caer su cabeza hacía atrás, escuchando el crujido de sus huesos que indicaba la tensión en la que ahora estaba, y que curiosamente, no tenía a su familia involucrada.
—¿Creen que Erwin ya me habría dado la orden de ejecución? —preguntó con tranquilidad, antes de mirar a Eren y a los otros dos chicos—. No..., lo conozco desde hace varios años... Diría que primero quiere conocer todo de ti, buscarle ventaja para la humanidad, luego Levi te amenazaría con matarte y después le seguiría. Ha sido siempre la dinámica de los tres... Cuatro si contamos a Hange rogar por hacer unas pruebas contigo...
Se acomodó hasta que su espalda presionó una de las tres cajas que utilizaba como asiento.
—No se asusten cuando escuchen a Pixis decir cosas sin sentido, trabaja mejor estando ebrio que sobrio —habló Izaro mirando al comandante, hablando en voz alta sobre ser devorado por una hermosa titán como si fuera la fantasía de cualquier hombre.
Habla tan tranquila y cambia mucho los temas... Es como si olvidara que trató de matarnos... Pensó Mikasa, mirándola con frialdad.
—Bueno, hablen, no se queden callados —dijo con seriedad— ¿Por qué tanto discurso sobre ser aliados de la humanidad?
Eren la miró finalmente.
—Si fuera un enemigo, no habría ayudado a mis compañeros a llegar a la base para recargar los tanques de gas para seguir con la batalla —respondió con seguridad—. Miren, sinceramente no sé cómo ni qué es lo que está pasando conmigo, pero sé que puedo encontrar la respuesta en un lugar usando esto —Eren sacó dentro de su camisa una llave colgando de una delgada cuerda, simulando ser un collar. La azabache alzó la ceja al ver el objeto—. No recuerdo mucho, pero mi padre me lo dió. Era la llave del sótano que había en mi antiguo hogar.
—¿Y tu hogar donde se ubica? —preguntó Izaro.
—Shingashina.
Izaro se tensó un poco al oír ese nombre, sabiendo que en cuestión de segundos recordaría el dolor y las lágrimas que hubo ese día. Todavía no se perdonaba a sí misma por no conseguir salvar a tiempo a Daniel de la hemorragia, tampoco por ofrecerle como últimas palabras a Mía falsas promesas de que ella estaría bien. De solo pensarlo, supo que lo más probable era que los cuerpos de sus dos sobrinos ya no era igual a como los enterraron.
—Ya veo —mencionó Pixis a lo lejos, mirando a Trost infestado de titanes—. Así que, ¿crees que el sótano tiene todas las respuestas que buscas?
—¿Me pueden creer? —preguntó Eren. Era evidente que ya estaba fatigado.
Pixis lo pensó un poco antes de hablar.
—Ya que incluso tú mismo no puedes decirlo a ciencia cierta —Se refería a la condición de transformación del chico—, por ahora, digamos que lo mantendremos en mente.
La respuesta hizo que Izaro les diera una sonrisa vacilante a los menores.
» Sin embargo, puedes demostrar las verdaderas intenciones de tus acciones en este momento. Yo les garantizare sus vidas, y la capitana Izaro Xion se compromete a no asesinarlos como muestra de que depositamos nuestra confianza y la seguridad de la humanidad en ustedes.
—Promesa con el meñique —se burló la azabache mostrando dicho dedo, tranquilizando un poco a los cadetes.
—Soldado Arlert, ¿no es así? —preguntó Pixis a lo que Armin lo confirmó con un confiando "¡Sí!"—. Anteriormente, menciono acerca de que con el "poder de un Titán" podríamos ser capaces de retomar la ciudad. ¿De verdad crees eso, o simplemente estabas desesperado por seguir con vida?
Armin se quedó pensativo.
—Eso fue... ¡Ambas, señor! Estaba tratando de decir que Eren podría cargar esa piedra y bloquear el agujero en la puerta.
—Ahhhh, ya entiendo —Izaro se acercó, cruzando los brazos—. Si fue capaz de matar a varios titanes con solo unos cuantos golpes y de paso de retener cañones, entonces puede tener suficiente fuerza para levantar la piedra y bloquear todo paso a la ciudad para los titanes. Ahí el ejército tomaría ventaja y mataría a los titanes que quedarían atrapados en la ciudad. Que inteligente. Solo una duda, ¿y sí aparece el Titán Acorazado? —El rubio analizaba la probabilidad—. Es un titán de menor tamaño, pero pudo crear un agujero entero que impidió bloquear el paso de los titanes a la muralla María.
—Es posible que ahí tendremos una desventaja porque Eren no sabe nada sobre esta habilidad que posee, pero, tomando en cuenta nuestra experiencia, el Titán Acorazado ya debió hacer su aparición y destruir la otra entrada a Trost. Tal vez, es una teoría nada más, pero creo que por el momento no está presente o cerca nuestro.
Izaro lo miró atentamente.
—Es probable.
—Es solo una idea que se me acaba de ocurrir, pero, ¿Eren no puede ser una oportunidad para tomar esta situación a nuestro favor? —dijo Armin—. Por supuesto, yo también estaba desesperado por salvar nuestras vidas.
—Desesperado por salvar sus vidas... —repitió Pixis—. Esas palabras valen más que cualquier cosa.
En cuanto vió al comandante darle un trago a su bebida, Izaro supo lo que se aproximaba haciéndola suspirar antes de revisar tranquilamente sus espadas para confirmar el buen estado que se encontraban a pesar de la caída que tuvo cuando Eren se transformó para protegerse a él y sus amigos del cañón.
—¿Qué dices, soldado Jaeger? —preguntó Pixis acercándose a los cadetes— ¿Puede usted cerrar el agujero?
Eren no estaba del todo seguro.
—Yo... No estoy seguro. No entiendo esto más que el resto de ustedes —contestó—. Sería irresponsable de mi parte responder como si supiera de cualquier manera.
—Ah, claro, lo siento. Realice la pregunta equivocada —dijo Pixis tranquilo, solo para transformar su mirada en una fría y deshumanizante— ¿Lo harás o no? ¿Qué eliges?
Tenía razón el comandante, le habían dado una pregunta equivocada que no garantizaba ni su vida, ni la de Mikasa o la de Armin, mucho menos de la humanidad.
Pronto notó que Dot Pixis miraba a la ciudad, solo para cambiarlo a la dirección donde se encontraba Izaro, quien solo estiró su brazo lista para mover su espada al cuello del menor y destrozarlo si era necesario. Claro, solo lo haría si Pixis estaba de acuerdo con ello.
—Lo haré. No estoy seguro de poder cerrar el agujero, pero aún así lo haré.
Dot Pixis no dijo nada más, solo dio media vuelta antes de caminar hacia Izaro y susurrarle algo en el oído, yéndose del sitio para elaborar la estrategia que iban a seguir de ahora en adelante hasta obtener el éxito en el bando de los humanos.
Por su parte, Izaro sonrió a los cadetes mientras caminaba hacia ellos, jugueteando con la espada como si de algo delicado y para nada peligroso se tratara. Eren simplemente se quedó hipnotizado por los ojos de ella, iguales a la sangre o al color del cielo que había cuando Shingashina fue destruida con los titanes que ahora destruían Trost.
Capitana Izaro Xion. Cuando tuve oportunidad de conocerla, solo era una novata recién graduada... Es hermosa, pero me inquieta tenerla cerca... No por nada la llaman la más letal de la humanidad. Fueron los pensamientos que atravesaban la cabeza de Jaeger mientras seguía mirándola con cuidado.
—Bueno, parece que estaré en el equipo que te guiará hasta la roca —dijo Izaro con una tranquilidad casi perturbadora, manteniendo en sus labios aquella maldita sonrisa que a los chicos ya comenzaba a incomodar— Así que, unas cuantas reglas: pórtense bien, nada de rabietas o querer ser la estrella de su generación y, sobre todo, harán todo lo que yo diga. Probablemente seré quien los líderes, soy capitana después de todo... —hizo una pausa, recorriendo su mirada en cada uno de los presentes—. Sé de estas cosas mejor que nadie.
—Prometo que haré mi mayor esfuerzo —respondió Eren, en un tono que disponía detonar firmeza, pero al contrario, sólo dejó en evidencia el nerviosismo que el chico tenía por la situación.
La azabache lo miró durante unos segundos, su sonrisa lentamente se agravó. Luego, como si de un gesto casual se trataba, sacó su espada y acercó la afilada hoja metálica en el cuello del joven. El sonido del metal cortando el aire se escuchó en los oídos de los tres chicos, sintiendo de golpe la tensión que había en el ambiente. Mikasa trato de dar un paso adelante, tomando su espada para estar preparada en un combate que de seguro (o al menos quería creer) ganaría sobre la Xion, pero Armin la detuvo presionando su mano en el pecho, recordándole que estaban ante la presencia de una Xion ya experimentada y, según lo que la gente de las murallas creía durante años, no existía alguien en la faz de esos muros capaz de superar a los Xion.
—Sé que lo harás —dijo Izaro con calma, tranquilizando su expresión para demostrar una tibia paz que usualmente presentaba en público. Se acercó al oído del chico, notando que era más baja que él con cinco centímetros de diferencia, pero sirvió para acercar sus labios al oído del chico—. Porque, de lo contrario, no tengo problema alguno en matar a un adolescente que ni sabe por qué se transforma en titán.
Su espada permaneció fija en el cuello del muchacho, apenas rozando la piel de este. Parecía que mantenía la respiración, puesto a que estuvo quieta para cuidar cada movimiento con tal de no hacer presión de más y provocar accidentalmente un corre en él. Aún así, Eren no pudo evitar dejar caer unas cuantas gotas de sudor sobre su frente, pero su mirada siguió fija en los ojos carmesí de ella, dejándola ver su estado de temor, pero lleno de determinación.
—Creo que hemos llegado a un acuerdo, ¿no crees? —inquirió Izaro.
Eren solo pudo asentir, presionando sus labios uno encima del otro y tensando los músculos. No podía arriesgarse a que cualquier respuesta generará una mala reacción en la capitana.
La Izaro Xion que conoció cuando apenas era un niño, la misma que le entregó una tierna sonrisa con un saludo que hizo que sus mejillas se enrojecieran, ya no existía más. O eso parecía. En su lugar, yacía la capitana de la Legión de Reconocimiento y la más letal de los soldados; una leyenda viviente por su sangre relacionada con el mítico Isaac Xion que ni Eren ni nadie tenía derecho a vacilar, sólo a rezar para que sus acciones no ofendieran a un Xion.
༉
INFORMACIÓN ACTUALMENTE DISPONIBLE PARA EL PÚBLICO
Información básica sobre los miembros de la familia:
to be continued...
N/A:
la escritora cuando recuerda que bleeding out no se actualiza solito:
bueno holi JABSKAKAKKAKA
admito que me tarde porque muchas cosas, pero ya estamos y quiero contemplar actualizar dos o cuatro caps para cerrar el año o qsy, el punto es que este ff requiere de mi para continuar JAJAJJANANA
cómo están? los extrañé mucho, quiero que sepan que estoy feliz porque ya estamos en un punto que deseaba entrar, aunque me costó mucho para terminar porque no quería hacer copy paste de todo lo que sale en el anime, pero al menos estoy satisfecha con el resultado. espero que estén igual de felices que yo🫦
puede que resulte medio wtf el cambio repentino de personalidad de izaro, pero si recuerdan la info en su apartado verán que iza tiene cambios repentinos dependiendo de la gente con este; lo mismo sucede cuando está con su familia o los xion
btw, no olviden votar y comentar para saber que les pareció y también para desbloquear el siguiente capítulo🫀. los quiero mucho💋
con cariño, nicky🪼
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