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𝐗𝐗𝐈𝐈𝐈 ; it was written in blood

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CAPÍTULO VEINTITRÉS
· • ❝〔 estaba escrito en sangre 〕❞ • ·
sangre extinta ; parte VII

Distrito Shingashina. Muralla María. Año 845.

ESE DÍA ESTABA CONDENADO A QUE PASARA, escritos en las líneas universales con la sangre de las víctimas de aquella tarde que todos los habitantes de las murallas, en su momento, pensaron que se trataba del mismo fin del mundo, pero no lo fue. Ese día del año ochocientos cuarenta y cinco simplemente existió para empujar lo que en el futuro ya fuera el juicio final en la tierra.

Esa tarde, la Legión de Reconocimiento volvía de una expedición con los brazos cruzados y sin ningún avance como se tenía esperado; las personas que habitaban la muralla María, específicamente los del distrito sureño de Shingashina, no les generaba ninguna simpatía recibir a los soldados de esa facción de ese modo, pero nadie los culpaba cuando tenían sus respectivos motivos detrás de ello. A diferencia de los que habitaban Rose o Sina, la gente que vivía en la muralla María eran personas de las clases medias y bajas, quienes tenían mayor terreno y recursos, pero más posibilidades de morir en una invasión de titanes hambrientos. Los de Shingashina, si bien trataban de vivir sus vidas con plena normalidad, no podían dejar de pensar que estaban a solo un muro de concreto de distancia de los titanes; incluso había quienes les causaba pánico el solo pensar que, en esos instantes, habían titanes pegados en la pared buscando una manera de entrar y devorar a los humanos que tenían sus hogares ahí.

Era por eso que ver de regreso a la Legión de Reconocimiento sin noticias alentadoras y varios reportes de soldados caídos les generaba un sentimiento de odio y rechazo; sus miradas decepcionadas y llenas de ira a veces incluso impactaban a Izaro, aunque llegó a notar un par de veces que las personas suavizaban un poco sus expresiones al mirarla. Lo que provocaba el portar un apellido como el de ella. A veces, se llegó a preguntar qué sería de ella si hubiera nacido con otro apellido e igual ingresara a la Legión de Reconocimiento; probablemente recibiría insultos como sus demás compañeros y no la mirarían con ojos esperanzadores, como si le estuvieran diciéndole a ella que hiciera algo al respecto para mejorar la Legión o darles un sentimiento de paz como hizo Isaac Xion en su momento.

Izaro, montada en Mikaela, miraba a cada uno de los civiles con una expresión de temor por decepcionarlos a todos aquellos que le sonreían cálidamente. Luego miró a su líder, Keith, quien traía una mirada vacía mientras caminaba directo decidido a huir de la aglomeración a como diera lugar; claro, hasta que una mujer anciana apareció en el camino gritando el nombre de un soldado que Izaro identificó como uno de los fallecidos ese día.

Fue ahí que el comandante tuvo un colapso mental que ni la propia azabache imaginó ver, pero debía enfocarse en otras cosas.

Mia y Daniel corrían hacía ella, por lo que debía distraerlos del colapso de su comandante para no asustarlos.

—Hola, tía Iza. Hola, caballito Mikaela.

Los dos niños, ambos de diez años, abrazaron a su tía con mucho amor. Cada uno vistiendo con telas que generalmente usaban las personas de clase alta, eran cortas y frescas, ya que el verano había empezado en las murallas y ambos niños querían aprovechar al máximo para tener más horas de juegos de las que habitualmente tenían cuando no estaban en la época de escuela o en casa.

—¿Mataste a muchos titanes, tía? —preguntó Daniel.

Los gritos de Shadis continuaban.

—Demasiados, mi amor. Acabé con la vida de tantos titanes que el honor de los Xion sigue intacto.

—¿Y sin despertar nuestra sangre? —preguntaba Daniel asombrado.

—Mami dice que Izaro no lo necesita y que nosotros no debemos despertarla por ninguna razón —regañaba Mía a su hermano.

La mayor se tensó un poco cuando mencionaron aquello de la sangre Xion y que Melania le decía a sus sobrinos que no la despertaran, aunque no la culpaba. Su hermana mayor había despertado su sangre años atrás, antes de que comenzara su entrenamiento como soldado –el cual se puso en pausa definitivamente cuando sus padres fallecieron–, e Izaro sabía lo mucho que Melania sufría por tal evento, así como el resto de sus hermanos.

Sus pensamientos pronto se vieron interrumpidos cuando escuchó la conversación entre Erwin y el comandante Shadis, en donde este último daba por hecho su renuncia a la Legión de Reconocimiento y traspasando su manto al capitán de cabellos rubios. Izaro estaba sorprendida por la situación, tomando las manos de sus sobrinos para acercarse a los demás líderes que procesaban la noticia de último minuto.

—¿Que se vaya es un problema, tía? —preguntó Mía.

—No, cielo, es solo que nadie esperaba tal decisión por parte de él —respondió Izaro—. Es mejor así, el comandante Shadis ya necesita descansar. Sorprende porque normalmente los comandantes dejan sus cargos porque estos mueren, pocos logran llegar hasta la renuncia, como su tatarabuelo, Isaac —La azabache suelta las manos de los niños y se hinca para verlos a los ojos, los tres de color carmesí—. Hablando de familia, ¿cuál es la casa del prometido de Sofía?

Ambos infantes sonríen y toman las manos de su tía para guiarla. Ese día era especial para la familia Xion; la joven Sofía Xion se iba a casar en unos días y el ilustre clan de personas con ojos inusuales habían decidido convivir con la familia del prometido, un oficial de alto rango dentro de la Policía Militar, proveniente de un hogar dulce y humilde de los barrios de Shingashina. Era un evento importante, pero Izaro seguía preocupada por la infelicidad que su hermana mayor sentiría en ese matrimonio ante la falta de un amor genuino.

La casa era de dos pisos por la numerosa familia que tenía el prometido, no era una mansión lujosa como los Xion acostumbraban, pero parecía cómoda. Además que no toda la familia se hospedaría en el sitio; Sofía se quedaría en la casa de la familia de su prometido mientras sus demás hermanos, sus tíos y sobrinos irían a un hospedaje. El único que no estaría era Byron, quien había fallecido un par de meses atrás por su padecimiento.

La única que veló la muerte de su abuelo fue Izaro, el resto había celebrado como si de un festejo se tratara.

La puerta de la casa se abrió y en ella salió Sofía con Mason. La chica extendió sus brazos para recibir a sus dos sobrinos en un cariñoso abrazo, el cual no fue rechazado por los dos menores. Izaro sonrió por eso mientras se acercaba a su hermano.

—¿Al final te quedaras? —preguntaba Mason a su hermana menor.

—Primero tengo que hacer el reporte de la expedición, habrá mucho papeleo por la renuncia del comandante Shadis —comentó Izaro mientras se estiraba y le daba una señal a su caballo para que caminara hacía donde ella.

—¿No salió como deseaba?

La joven bajó por unos segundos la mirada antes de volver a mirar a Mason.

—La estrategia no tenía información de cómo actuar en caso de lluvia y sabes que es normal que hayan fallecidos —fue lo único que ella respondió-

Mason se limitó a sonreír torpemente.

—Qué bueno que papá lleva años muerto. Ya me he imaginado que hubiera dicho si estuviera vivo, estaría decepcionado del rendimiento actual de la Legión.

Era cierto que las críticas hacía la Legión de Reconocimiento existían desde su fundación, incluso durante la época dorada de los Xion. La diferencia que había ahí es que en aquellos años, veían una pizca de esperanza con la familia de soldados descendientes de Isaac, sobretodo porque había más de uno desempeñando sus labores en la facción; además, ya había pasado un siglo desde que se habían alzado las murallas para proteger al poco rastro de la humanidad. No era de extrañar que las personas estaban exhaustas de pocos avances y el solo tener un miembro de la familia en la Legión, a pesar de que la gente adoraba a Izaro, incremento en la manera de ver a la facción.

Y su hermano tenía razón, Zachary se sentiría decepcionado con las nuevas generaciones de soldados dentro de la Legión de Reconocimiento. Era un capitán respetado y admirado por muchos, al cual su muerte fue llorada por aquellos que lo conocieron en el ambiente de trabajo. Él quería resultados impecables en las misiones, sin importar las muertes, aunque de cierto modo no las permitía.

A veces, Izaro solo imaginaba a su padre expresando rechazo hacía ella por lo que ocurrió un año atrás con el fallecido Nicholas, o con Farlan e Isabel, tal vez incluso con Ruby y Oscar.

Eran tantas muertes que Izaro ya cargaba en su conciencia de las cuales no sabía cómo procesarlas sin pensar en el fantasma de su progenitor.

—¿Ya fuiste a dejar tus cosas en el hospedaje? —preguntó Sofía mientras se acercaba a su hermana, tratando de mantener una sonrisa en su rostro para las personas de la calle que los admiraban con fascinación.

—Primero tengo que hacer unas cosas de la expedición, llegaré con el resto al atardecer —respondió Izaro, antes de mirar con dulzura a su hermana—. Sofía, sobre tu matrimonio...

Sofía la detuvo.

—Iza, ambas sabemos que nada cambiaría.

Su hermana menor la miró con decepción, ella sabía que en el fondo Izaro odiaba verla tratar de suprimir su verdadera orientación y casarse con alguien que no amaba realmente.

—Michael es un buen hombre, ¿sabes? —Sofía se limitó a sonreír—. Incluso lo considero mi mejor amigo, estaré bien a lado de él.

Izaro suspiró. Seguía en desacuerdo, pero no deseaba discutir con su hermana por eso. Solo lo que le quedaba por hacer era rezar por el bienestar de ella.

Pronto vio la llegada de Melania y Xaiden, quienes la abrazaron con tanto cariño al ver que llegó sana y salva de aquella expedición de ese día, aunque Melania no pudo evitar revisar que su pequeña hermanita no tuviera tan siquiera un rasguño.

—Estoy bien, Melania —dijo Izaro.

—No importa, igual tengo que revisarte —respondió su hermana—. Siempre me tienes con el corazón en la boca cuando vas al exterior. No me quiero imaginar a los niños cuando inicien...

—¿Mia y Daniel quieren ingresar al ejército? —Izaro sonrió con ternura, adoraba pensar en la idea de tener a sus dos pequeños amores con ella.

—Les dije que dentro de dos años hablaremos del tema,

pero ya sé que incluso se escaparán de casa para unirse. Lo hacen porque te admiran mucho —Melania respondió.

—Y dentro de unos años, tu futuro sobrino también lo hará —dijo Xaiden con una sonrisa, aunque en el fondo de su mente se revivía la presión social por sobresalir como un futuro soldado Xion—. Dentro de dos meses serás tía nuevamente, no lo olvides.

La azabache sonrió, aunque su atención pronto se enfocó en Levi que la estaba esperando en su caballo para irse con el resto de la Legión de Reconocimiento. Izaro se despidió de sus hermanos con un amoroso abrazo, era de los pocos gestos de cariño que recibía de su familia, prometiéndoles que llegaría esa misma noche para celebrar que en pocos días había una boda y un nuevo miembro que adoptaría el apellido Xion en su nombre.

Se subió a su caballo y comenzó a cabalgar con Levi con destino al cuartel para completar sus deberes. Le causaba cansancio pensar en los informes, firmar actas de fallecimiento de los soldados ya inactivos tras la expedición, mandar a su escuadrón a exámenes médicos... La lista mental era larga y exhaustiva. Solo deseaba terminar pronto y dormir durante el camino de vuelta a Shingashina para la reunión de las dos familias, aunque sentía que aquello sería imposible por el discurso de Danilo sobre que debía embarazarse para aprovechar los mejores años de fertilidad de ella.

—Te irás hoy, ¿verdad? —preguntó Levi, tomando la iniciativa de hablarle a su compañera mientras la miraba y notaba el cansancio en sus ojos de color carmesí.

—Sí, será por una semana —Izaro volteó a mirarlo y le sonrió—. Prometo que será rápido y volveré pronto para no darte mucho trabajo con mis respectivos deberes.

Levi miró con seriedad a los hermanos de la azabache; nunca les agradó por más que ellos mostraban que les preocupaba Izaro, sentía que por más que intentaban demostrar que la intentaron proteger, no lo hicieron realmente. Sólo le confirmaba que los únicos miembros de esa familia que le caían bien eran los pequeños sobrinos de ella, el resto los veía como víboras venenosas que solo provocan daño a su alrededor.

No le gustaba mucho la idea de dejarla sola con ellos, pero tampoco podía oponerse a ello. Izaro era adulta y no era de su propiedad, además de que ella quería.

Distrito Trost, Muralla Rose.

La ciudad adoptó tonalidades amarillas y anaranjadas. La vibra del lugar era completamente tranquila, como si todo fuera pacífico y nada malo iba a suceder. Las personas deambulaban con alegría en sus rostros mientras los niños creaban grandes escenarios imaginarios a través de juegos. Era un ambiente agradable ante los ojos de Izaro, quien sonreía de ver las actividades pueblerinas mientras esperaba pacientemente al resto de su familia en los barrios comerciales de Trost, siendo vista con admiración por las personas y saludando con su característica amabilidad.

Le gustaba vivir ahí a pesar de que chocaba con el ambiente social en el que se crió; los distritos de Sina suelen ser muy finos para presumir de la clase social que poseen, deslumbrando por su elegancia y gran cuidado en la infraestructura. El distrito Trost era todo lo contrario al distrito Ehrmich, tal vez esa era la razón por la que le gustaba. Consideraba a Trost un sitio mayormente pacifico y aquello cubría su fascinación, tal vez por eso sus padres preferían estar ahí que con ella en la comodidad de la mansión Xion.

—Erwin ya inició con los trámites para ascender a comandante —Levi apareció caminando con su apática mirada—. Nadie encuentra al comandante Shadis por ningún lado, creemos que se fue a Mitras para presentar su carta formal de renuncia.

Izaro lo miró con impresión por lo mencionado—. Creo que fue demasiado para él tener en la consciencia que muchos murieron en su mandato como líder de la Legión..., además...

Ella prefirió no decir lo que había oído y selló sus labios.

—¿Qué? ¿Además qué? —preguntó Levi confuso.

Izaro suspiró.

—La gente hablaba demasiado de él y decía que, de todos los comandantes que han pasado en la Legión de Reconocimiento, Keith era el peor de todos —relató ella—. Pero en términos de líder, ya sabes.

El azabache de ojos grises la miró con su habitual seriedad.

—Sigues pendiente de lo que dicen los demás...

Izaro bajo la mirada. Levi no se lo decía con el propósito de hacerla sentir culpable o generarle algún malestar, pero no le gustaba cuando le señalaba su mayor defecto. No podía evitarlo, su crianza se basó en lo que opinaban los demás. Eso siempre le dijeron. Si las personas hablaban bien de ella, significaba que todo estaba resultando a la perfección de sus acciones; si las personas hablaban mal de ella, significaba fracaso y decepción en su imagen.

—Lo siento —dijo ella en voz baja.

—Iza...

—Ay, qué recuerdos me trae estar en Trost —Amelia aparecía con su egocéntricos aires mirando la ciudad, Levi soltó un bufido al ver a la tía de su compañera—. El humilde olor de los pueblerinos pobres que viven aquí.

Danilo Xion caminaba a la par de su hermana.

—Nunca puede faltar tu querido clasismo, ¿verdad, hermana? —comentó el hombre—. Y los pobres no abundan aquí, abundan en la muralla María como la familia del prometido de Sofía. Al menos el tipo es de la Policía Militar, nos puede beneficiar a toda la familia.

Sus primos y su otra tía caminaban detrás de ellos. Izaro trataba de ofrecer una sonrisa tranquila mientras Levi los fulminaba con puro odio, un sentimiento el cual ya se habían acostumbrado a recibir de parte del soldado. Danilo rodeó a su sobrina con su brazo, brindándole una sonrisa arrogante mientras apreciaba la figura de ella.

—Nos llegó la noticia que Keith Shadis renunció como comandante y Erwin Smith tomará su lugar —dijo su tío. A veces Izaro se preguntaba cómo las noticias llegaban tan rápido a su familia—. Qué buena noticia, no explotaba tu talento.

—En el mandato de él gané mi apodo como la más letal de todos —comentó Izaro mirando a Danilo.

—Pero con Erwin, darás sentido a tu apodo —respondió Danilo, ignorando la mirada asesina que Levi le estaba enviando—. Como sea, vámonos. Tomaremos un atajo para llegar pronto, solo espero que no haya una aglomeración esperando nuestra llegada a esa casa de muertos de hambre.

Pero algo extraño de pronto pasó. El grupo miró con expresiones confundidas a las personas correr despavoridamente hacía el norte de la ciudad, específicamente, a la entrada oficial de la muralla Rose para sentirse mínimamente protegidos. Había civiles que ya no pertenecían al distrito donde se encontraban, sino que eran habitantes de pueblos de la muralla María cercanos a la entrada; los soldados que huían a la par de ellos gritaban para que sellaran la entrada que conectaba a Rose con María, siendo uno de ellos detenido por el propio Levi.

—Capitán —el soldado, el cual traía la insignia de las Tropas de Guarnición, soltó entre lágrimas que expresaban el terror que estaba sintiendo en el momento.

—¿Qué pasó? ¿¡Qué está ocurriendo!? —preguntó Levi en desesperación ante la falta de información acerca de la situación.

—Titanes... En Shingashina... Destruyeron la entrada del distrito y la que conectaba con el resto de María.

El asombro se reflejó en los ojos grises del hombre, quien de inmediato notó a su compañera y tíos correr desesperados a la entrada a Trost mientras gritaban los nombres de aquellos familiares que se encontraban en ese distrito que se había convertido en el infierno en la tierra.

En otras ocasiones, Izaro se diría a sí misma que no llorara, pero en ese momento, con sus cabeza ocupaba en imaginar el terror que sus hermanos y sus pequeños sobrinos debían estar pasando. No, ellos están bien. Huyeron a tiempo. Están a salvo. Trataba de convencer a su mente mientras su llanto se intensificaba. Las imágenes de ella con sus hermanos, desde su infancia a la actualidad, aparecían de golpe a medida que trataba de llegar a tiempo a la entrada, en un sentimiento improvisado de tratar de rescatarlos a todos. Es lo que haría un Xion, sobre todo ella, quien no dejaría que nadie de quienes amaba estuviera herido.

Recordó también cuando sus sobrinos nacieron, su instinto materno salió a deslumbrarse cuando los cuidaba y ayudaba a Melania en sus necesidades después del parto. La alegría que sentía al recibir las cartas de sus dos pequeños amores en sus tiempos de recluta eran de otro nivel. Las emociones eufóricas de Mía y Daniel cada vez que la veían eran únicas. Ellos verdaderamente admiraban a su tía. Ellos debían mantener la calma. Ellos sabían que Izaro movería el cielo y la tierra para mantenerlos a salvo.

Ellos están bien. Saben que iré a rescatarlos. Nada malo les pasó. ¡Ellos quieren crecer para estar en la Legión conmigo!

La familia llegó tarde a la entrada.

—¡Abran la maldita puerta! —ordenaba Danilo mientras golpeaba la entrada— ¡Abran la puerta, es una orden de la familia Xion!

—¡Señor, ya hay titanes dentro de la muralla María!

—¡Mis sobrinos y sobrinos-nietos están ahí! ¡Abran la puerta para que ellos entren! —gritaba Danilo lleno de ira y desesperación.

Amelia caminaba en círculos aterrada de la situación.

—¿¡Qué está pasando!? —gritó— ¿¡Cómo es posible que titanes hayan traspasado las murallas!?

Por su parte, Izaro golpeaba con exasperación la entrada mientras su vista era nublada por las lágrimas que salían de sus ojos. Gritaba el nombre de sus hermanos hasta que la garganta se le desgarraba, rogaba para poder sacar a sus sobrinos, pensaba en aquel que todavía no nacía. Las memorias de cuando sus padres murieron regresaron a la mente de ella. No. Ella no podía permitirlo. Izaro no podía permitir que aquella pequeña de ocho años llorara nuevamente por la pérdida de su principal familia.

Lastimosamente, ya era tarde.

Distrito Shingashina. Muralla María.

Los dos infantes estaban cubiertos de sangre de pies a cabeza. La madre de ellos y sus tres tío habían muerto producto de la piedra que había caído en la casa, ya que esta estaba cerca de la entrada donde el extraño titán que sobrepasaba los cincuenta metros de altura de la muralla había impactado, esto para darle paso a los demás titanes y que se creara una absoluta masacre. Mía y Daniel consiguieron escapar con vida, pero con varias heridas y aterrados de lo que ocurrió en cuestión de segundos.

—¡Mami! ¡Mami, por favor! ¡Despierta, mami! —gritaba la pequeña en llanto, sacudiendo el torso de Melania que no había alcanzado la piedra cuando impactó sobre ella. La niña estaba llorando y los sentimientos de terror la controlaban— ¡Mamita, despierta! ¡Daniel, mami está muerta!

El niño no hablaba, solo miraba paralizado los cadáveres de sus tíos –los cuales algunos estaban incrustados en partes de la casa que le alzó ante la caída del concreto expulsado de la muralla–, pero sus ojos de color carmesí se fijaban en un punto específico, en aquel feto sin vida que iba a ser su pequeño primo que fue expulsado involuntariamente del vientre de la esposa de Xaiden, muriendo a los segundos de su nacimiento por el impacto que recibió cuando se cayó al suelo. Daniel empezó a gritar por Izaro mientras las lágrimas empezaron a salir y entonces Mía lo tomó de la mano.

Los mellizos comenzaron a correr mientras gritaban, sin importarles que eso podía cortarles la respiración. Tenían miedo al ver la ciudad infestada de titanes, algunos de ellos matando adultos o niños de su propia edad, incluso un titán de dos metros apareció frente a ellos con intención de asesinarlos de un mordisco, pero fueron rescatados por un soldado de las Tropas de Guarnición que mató sin piedad a la criatura.

Son Xion. Pensó el soldado anonadado de la situación— ¿Dónde están el resto de su familia?

Mía lloraba—. Están muertos.

—Quiero a mi tía Izaro... —lloraba Daniel con la respiración entrecortada.

El soldado miró el panorama, horrorizado por la noticia de algunos Xion muertos y que todo parecía indicar que ese día era el juicio final para la humanidad. Tomó inmediatamente a los dos niños y se los llevó corriendo de ahí; ellos seguían llorando y suplicando por la presencia de su tía en esos momento, a veces se caían por no fijarse que había frente a ellos, estaban sucios y la sangre ya parecía ser parte del diseño de sus ropas. Solo querían que la pesadilla acabara, eran solo unos niños.

¿Por qué debían vivir eso?

—¡Abran paso! ¡Ellos son importantes, déjenlos subirse ya a este barco! —ordenaba el soldado mientras cargaba con sus brazos a los pequeños para que los oficiales que controlaban las evacuaciones vieran el color de ojos de Mía y Daniel.

—¿Dónde está el resto de la familia? —preguntó otro soldado.

Tomó un respiro y contestó—. Ellos son los únicos que sobrevivieron, ahora no es momento para preguntas. Niños, estarán bien a partir de ahora.

El barco zarpó en cuanto un segundo titán extraño, que parecía tener partes de piedra en su cuerpo, destrozó la entrada que conectaba el distrito con el resto de la muralla. Los dos hermanos se abrazaron mientras seguían llorando, deseando que su madre no hubiera muerto junto con el resto de sus tíos, a la vez, querían sentir el calor y la protección que Izaro podía ofrecerles e incluso ver a su padre, pero sobre todo, querían borrar el recuerdo de sus memorias.

—Abuelito, esos niños están muy heridos... —dijo un pequeño infante de cabellos rubios y ojos azules.

—Son Mía y Daniel Xion, Armin —dijo el hombre mayor—. Algunos miembros de la familia estaban en Shingashina para celebrar la unión de uno de ellos con un oriundo ahí. Si están solos, significa que... —El señor se acercó a los pequeños quienes seguían aterrados—. Tranquilos, no les haré daño. Vengan aquí, mi nieto y sus amigos son de su misma edad, y es peligroso que ustedes estén merodeando solos.

—Queremos a nuestra tía, es la capitana Izaro Xion —dijo Daniel caminando con dificultad hacía donde el hombre los guiaba, algo comenzó a dolerle dentro de él.

—No se preocupen, estoy seguro que ella está esperándolos y estarán bien —dijo el señor—. Todos estaremos bien.

Los niños miraban con temor al trío infantil. Uno de ellos parecía tener la mirada pérdida mientras una chica de cabellos negros estaba preocupaba por él, el pequeño rubio de nombre Armin les entregó una manta para que se protegieran del frío. Hablaron un poco de quienes eran, se presentaron como Eren Jaeger, Mikasa Ackerman y Armin Arlert... Estaban solos con el abuelo de Armin porque la mamá de Eren murió devorada por un titán con una sonrisa espeluznante.

Minutos después, Daniel comenzó a sentir un dolor más intenso que antes.

—Daniel, ¿qué pasa?

Mía le quitó la manta y se aterró al ver la sangre más espesa en la ropa de su hermano. Su corazón latía agitadamente y empezó a llorar otra vez.

—Daniel, resiste... Llegaremos con tía y te van a ayudar, ¿está bien? —decía Mía en desesperación, presionando la herida de su hermano con ambas manos mientras Armin y Mikasa pedían por ayuda, Eren seguía paralizado por lo que había visto.

—Mía, tengo miedo... —dijo el pequeño azabache mientras empezaba a convulsionar.

—Ya casi llegamos, solo espera, tía nos ayudará... No te mueras, por favor, ¡tía! —Mía gritaba por Izaro— ¡Ayuda! ¡Ayuda, por favor!

INFORMACIÓN ACTUALMENTE DISPONIBLE PARA EL PÚBLICO

Información básica sobre los miembros de la familia:






to be continued...

N/A:

bueno, oficialmente estamos en los eventos que iniciaron el anime, ¿qué pasará con los amados sobrinos? no sé, lo averiguaremos pronto, por mientras sufran aquí.

tal vez los hermanos no tuvieron mucha participación en el presente, pero aparecerán en flashbacks, aún así era necesario que murieran. bien dijo el sabroso miguel o'hara, es un evento canónico y ayudará a izaro.

por ahora es todo lo que diré, se vienen cosillas tURBIASSSSSSS

recuerden votar y comentar para desbloquear el siguiente capítulo y combatir con los lectores fantasmas que joden la existencia. los quiero mucho a aquellos que votan. ❤️

ah, y no pago terapia.

con cariño, nicky🌙

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