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𝐗𝐗𝐈 ; deja vu


CAPÍTULO VEINTIUNO
· • ❝〔 déjà vu 〕❞ • ·
sangre extinta ; parte V

Mitras. Muralla Sina. Año 824.

—DEBO FELICITARLO, CAPITÁN XION, SU HIJA se vuelve más hermosa cada año. Que las diosas de las murallas la bendigan con un buen futuro y un buen esposo.

Zachary nunca se preocupó en recordar los cumpleaños de sus hijos, mucho menos de la menor de los cinco. Tan solo supo que aquel día se trataba del cumpleaños número cinco de Izaro por la euforia de la niña, quien parecía mostrar un gran entusiasmo por su cumpleaños. Y no era para menos. Desde que notaron en ella una belleza inigualable, muchas familias de las clases más altas de la sociedad mostraron más deseos de pertenecer a la familia Xion, y Byrion, padre de Zachary y abuelo de la niña, vio en eso una gran oportunidad.

La nobleza fue en los últimos años uno de los objetivos de la familia. Ya eran admirados dentro de las murallas, tenían lujos y fortunas gracias a los matrimonios que adquirían, tenían prácticamente que todo, pero deseaban más. Querían el poder de la corrupción a su lado, ya no solo social sino también político, a través de títulos. Izaro sería la puerta a lo que deseaban.

Y para ello, debían pintar en la mente de la pequeña el objetivo. Que deseara con intensidad estar con alguien, preferiblemente un hombre con poder.

—¿Qué quieres que diga? —dijo Zachary con seriedad, mirando desde lejos a su hija caminando de la mano con el hijo del barón, dos años mayor que la pequeña, quien le mostraba con felicidad en su rostro las cosas que habían en la habitación—. Mi padre quiso aprovechar que era su cumpleaños para traerla a la capital, las familias nobles estaban deseando que llegara para darle regalos y que compartiera un rato con los hijos de estos. Lástima que mi hija no colabora con lo que se le exige para su futuro.

—Solo tiene cinco años, es normal que no piense en cosas como el matrimonio —comentó el barón Durmières, sirviendo más té en su respectiva taza—, aunque escuché que no les fue tan bien como esperaban con los Béchalot.

Zachary frunció el ceño aún más cuando recordó eso, seguía sin saber de dónde sacó fuerza de voluntad para no llenar de gritos e insultos a su hija por lo sucedido en esos instantes.

—Ah, sí, pero ya le ando buscando una buena solución aparte del par de nalgadas que le esperan a Izaro —mencionó el azabache, tratando de disimular la cólera que nuevamente lo invadía—. Aunque hay que admitir que es una verdadera lástima, el heredero Béchalot parecía un buen candidato.

—Igual, y basándome en lo que tengo entendido, creo que es mejor así. Loid Béchalot tiene nueve años apenas y jugó muy brusco con Izaro —sonrió mientras trataba de relajar la situación—. Es normal que se haya asustado y puesto a llorar, le pudo provocarle algún daño.

Pero Zachary no opinaba igual, contrario a eso, pensaba que no había sido para tanto. Loid Béchalot, hijo heredero de la casa noble del mismo apellido, simplemente había jugado bruscamente con la niña, jalándole los brazos y a veces empujándola. Su hija exageró al llorar; cuando él tenía su edad, pasó por cosas peores y nunca lloró por ello. A decir verdad, nunca había llorado en su vida, excepto la noche en la que su hermana menor había tomado la decisión de privar su vida.

—Es una decepción que los Béchalot prefieran no juntarlos hasta dentro de unos años, pero considero que es una buena oportunidad para que Izaro conozca a otros pretendientes —sonrió el barón captando la atención de la menor al sentir que fue llamada—. También, si la nobleza no es para ella, podemos acordar un matrimonio entre mi hijo y la suya.

El azabache de ojos carmesí lo miró con disgusto, barriendo al barón con la mirada, exclamó:

—¿En serio piensas que voy a rebajar el estándar que le interpusimos mi familia y yo a mi hija por un título de baronesa? Izaro se casará con un noble, lo más alto de la aristocracia —Su mirada fija y fría reflejaba que lo decía con tanta firmeza, confiado de que sus palabras se cumplirían—. Créame, prefiero que un titán me parta en dos antes de darle la mano de mi hija a cualquier hombre que provenga de quién sabe dónde.

—Bueno, pero tampoco hay que ser tan crueles, capitán Xion —el barón Durmières se mostró incómodo por las palabras del hijo mayor de los Xion—, menos cuando te abro las puertas de mi humilde hogar.

Solo digo la verdad, viejo imbécil. Pensaba decir Zachary hasta que notó la presencia de Izaro a su lado. Alzó la ceja confundido por la mirada de la niña, quien transmitía tanta paz y curiosidad por la figura de su padre.

—¿Qué quieres? —preguntó, sin esperar que la pequeña se subiera al sofá y se sentara en sus piernas, solo para después abrazarlo mientras recostaba su cabeza en el pecho de su progenitor, sonriendo de paso al escuchar los latidos de su corazón palpitar. Su padre la miró con disgusto— ¿Es en serio? Quítate.

—Pero, papi... —dijo Izaro soltando un leve tono en su voz. Se le escuchaba triste, probablemente por la reacción de su padre.

—No estorbes —pronunció molesto y la apartó a un lado, ocasionando que se le escapara un aire cuando cayó sentada en el otro lado del sofá.

—Capitán Xion, ¿no cree que está siendo muy duro con la pequeña? —preguntó el barón mirando con pena a la niña—. Pobrecita, solo quiere un poco de afecto de parte de su papá.

Zachary lo miro con desprecio, dejando bruscamente su taza de té en la mesa mientras su hija agachaba la mirada. Temía por las cosas que pudieran sucederle al barón y a su agradable hijo, aunque veía a su padre tranquilo, lo cual era bueno, porque significaba que no estaba oyendo aquellas voces en su cabeza.

—Mira, barón Durmières, a los Xion nos interesa relacionarnos con personas que compartan nuestros mismos valores. No educamos a nuestros hijos a base de amor, besos, abrazos y esas tonterías; para que un hijo Xion sea digno de portar el apellido que tanto peso histórico tiene necesita de una crianza a base de disciplina. Serán soldados de la Legión de Reconocimiento, próximamente capitanes o líderes de escuadrón, sin disciplina morirán en la primera expedición.

El barón mostró cierta incomodidad por aquella respuesta.

—Entonces, me temo que no podríamos crear lazos. Mi familia y yo pensamos que una crianza a base de amor y respeto crea excelentes personas.

—Igual en mis planes no está relacionar a mi hija con gente de... su clase.

—Pero sí involucrarla en un trabajo tan peligroso como lo es la Legión —comentó el barón. Zachary no se molestó en mirarlo, esperaba con leve afán escuchar un comentario acerca de la lealtad de los Xion hacia la división militar más criticada y mal vista que había en el ejército—. Solo digo, capitán, es una niña muy linda como para involucrarla en algo que la matara pronto.

—Izaro estará en la Legión de Reconocimiento, probablemente se convertirá en capitana y si alguien busca casarse con mi hija, entonces tendrá que aceptar la lealtad de los Xion hacia la Legión.

Exterior. Año 844.

Una gota de agua cayó sobre su mejilla, bajando dramáticamente por su mejilla, simulando una lágrima.

Se suponía que en unos minutos debía salir el sol con su encantador calor y luz que brindaba seguridad a los soldados, aunque también brindaba energía a los titanes, pero no sucedió. Una gran cantidad de nubes con tonalidades grises oscuras, un color más profundo que el color de ojos de Levi, invadieron el cielo sin posibilidad alguna de permitirle al sol mostrar su deslumbrado poder. Sonidos de truenos comenzaron a escucharse a kilómetros de distancia, los rayos llegaban después para caer en la tierra anunciando su llegada; la lluvia apareció, obligando a los soldados a cubrir sus cuerpos con las capas de sus uniformes mientras estaban atentos a las órdenes del comandante Shadis.

—Esto puede que sea algo bueno —comentó Izaro en voz baja a Levi, quien extendió su capa para protegerla de la lluvia, aunque ella ya tenía puesta su propia capa—. Los titanes no han recibido luz solar desde ayer, no podrán ser una amenaza.

—Aquella vez tampoco hubo sol...

La mujer tragó cuando comprendió a qué se refería con eso. Extendió su mano hasta tocar la pierna de su compañero y acariciarla a manera de consuelo en caso de ser necesario. Estaba segura que Levi tuvo recuerdos poco agradables de ese día, específicamente de la posición en la que encontró los cuerpos sin vida de quienes fueron sus mejores amigos en el pasado.

—Esperamos órdenes, comandante —Erwin se había acercado a Keith Shadis, quien miraba al horizonte mientras trataba de tomar una decisión que podía brindar una victoria a su división o una tragedia.

Tal vez sea una oportunidad para la humanidad. Aunque tenía dudas de ello, no sería la primera vez que sus instintos lo traicionan y le dejan un jardín de sangre y cadáveres que debía recoger para entregarlo nuevamente a las familias, además de tragarse los insultos y el rechazo de las personas por la tasa de mortalidad presentada en cada expedición.

No, está vez debía resultar. La luz del sol no salía desde el día anterior. Quería imaginar que era una señal de que las cosas esta vez serían a favor de la humanidad. Sentía que debía... No... Era su deber como comandante transmitir ese pensamiento a su Legión, de lo contrario, no era digno de portar uno de los mantos más importantes del ejército.

—¡Avancen! ¡Exploraremos y conquistaremos todos los territorios que el clima nos permita! ¡Para esto no hemos preparado, soldados, por nuestra libertad!

—¡Por la libertad!

El galope de los caballos comenzó a generar un cántico, el grupo comenzó a extenderse por toda el área hasta tomar forma de abanico mientras la lluvia se intensificaba. Izaro dio un leve golpe a Mikaela, en señal de que aumentara de velocidad y no perdiera de vista al grupo que ella debía proteger. Su escuadrón finalmente se había ubicado en sus respectivos puestos asignados. Ella, como la líder, custodiaría al grupo cabecilla de la expedición; Deva y Damian en el ala este, protegiendo los escuadrones normales y médicos; Keira y Nicholas en el ala oeste, custodiando los suministros y otros escuadrones normales; Elián era el único de los jóvenes custodiando las últimas filas, vigilando gran parte del área a la vez que cuidaba a los soldados encargados de llevar caballos extras, era el más indicado para esa tarea.

Todo salía relativamente bien, más de lo esperado, las bengalas seguían intactas y sin requerir de su uso, hasta minutos después, cuando una gran masa de neblina apareció frente a los ojos de la Legión. Estaban cerca del centro de la tormenta, donde los vientos golpeaban con fuerza, la lluvia era más violenta y el frío se tornó intenso.

—Hange, lanza una bengala —ordenó Erwin. La castaña acató la orden y apuntó al aire su pistola, disparando una bengala de color verde que desapareció entre la niebla, sin que los tonos verdes fueran visibles para ninguno de los presentes—. Esto no es bueno.

—No hay manera de comunicarse con los demás a través de las bengalas —dijo Hange en voz alta, mirando directamente al cielo donde había disparado la bengala.

Como aquella vez. Izaro sacudió su cabeza para obligarla a no traer a sus memorias las imágenes de la masacre de ese día, tampoco quería recordar el sabor de la sangre de Farlan recorriendo por su boca. No deseaba revivir el recuerdo de ella volviendo a las instalaciones de la Legión para encerrarse en su habitación, vomitar y pasar un largo rato en la ducha hasta que toda la suciedad, sangre y tierra, saliera con ayuda del agua.

Estarían bien. Los recuerdos no se vuelven a vivir en carne propia, simplemente ocurren situaciones que hacen pensar a la mente que volvió a suceder.  Nadie moriría en esa expedición. Ningún titán aparecería para masacrarlos a todos. Ella demostraría que era una gran capitana. La lluvia estaba a su favor, la lluvia era una ventaja para los humanos en esa ocasión, debía obligar a su cabeza a convencerse para no dejarse colapsar por las memorias.

Pero era difícil, más sabiendo que la vida de cinco adolescentes ahora dependía de las decisiones de ella. No podía arrepentirse de seguir la estrategia que creó su madre y ayudó en su momento a su padre.

—Comandante, es imposible de realizar la expedición de esta manera, sobre todo si no podemos visualizar las señales de humo —comentó Erwin mientras veía a su superior, Shadis se negaba a mirarlo por alguna razón—. No estamos adentrando a un terreno peligroso, si algunos soldados mueren entonces será en vano.

Keith no deseaba darle la razón al capitán, pero una vez más se equivocó de decisión. Lo bueno era que todavía no habían señales de que las consecuencias de su decisión finalmente hicieran su aparición.

—Xion, usa a tu escuadrón para informar retirada.

Levi parecía tranquilo con la orden del comandante, pero miró discretamente cuando lo oyó. Una parte de él se había alterado de tan solo pensar en más de un peligro que Izaro se enfrentaría si rompía formación y fuera a buscar a su grupo para brindar la información.

Y por si fuera poco, los recuerdos lo invadieron.

Cuando apenas experimentó lo que era la realidad de la Legión, no se preguntó qué hacía Izaro en presente en un escuadrón donde no estaba reclutada, simplemente porque no era el momento para pensar en otras cosas que no fueran la muerte de sus mejores amigos y las palabras que Erwin Smith le dijo cuando se sintió perdido por su decisión.
Entendía que Erick rompiera formación, había preferido abandonar a sus camaradas y salvarse a sí mismo que ser un nombre más agregado a la lista de fallecidos. Pero con Izaro fue raro de entender hasta que supo la razón por la que estuvo ahí, indagando el estado de sus compañeros.

Claro, estuvo en el lugar y momento incorrecto. Sólo un milagro la pudo salvar y eso que Levi no la salvo porque quisiera, sino porque la rabia y la angustia lo consumieron hasta volverlo un desquiciado que consiguió asesinar al titán. Si no hubiera sido por ese detalle, muchas cosas hubieran sido diferentes.

Ahora con ella siendo muy cercana a él, sabía que el sentimiento de Izaro sola en el exterior le provocaba hasta ganas de vomitar. Pero debía conformarse y mirar a su compañera alejarse con su caballo para encontrar a todos para esparcir la orden.

Llegar hasta el extremo donde se encontraban Deva y Damian fue sencillo, instantáneo considerando su rapidez en acatar órdenes y desplazarse a sus escuadrones custodiados para informar la decisión de Keith Shadis. Encontrar a Elián fue rápido y le tranquilizaba ver que los soldados que él mantenía todavía podían visualizar las señales de humo, por lo que fue fácil dar el aviso en lugar de enviarlo solo. Nicholas y Keira fueron más difíciles de localizar debido a que habían decidido separarse para tener un mejor vistazo en cada extremo, pero en cuanto encontró al chico fue más rápido descubrir la posición de la soldado adolescente.

Ninguno de los cinco mostraba signos de heridas o rastros de sangre. Era una buena señal, significaba que su primera expedición como escuadrón les estaba yendo de maravilla.

—Todos los escuadrones de nuestro sector están notificados con la orden de retirada, capitana —Damian y Deva se acercaron con sus respectivos caballos a Izaro, Nicholas y Keira—. Ya se están reagrupando para retirarse.

—Perfecto, vamos con ellos lo más pronto posible antes de que la lluvia empeore —dijo Izaro, pero antes de ordenarle a Mikaela que se desplazará, notó a Elián aproximándose.

—Los escuadrones del frente no se encuentran presentes —comentó él, levantando las riendas de su corcel para ordenarle que se detuviera—. Es posible que ya estén alejados de la formación al no recibir órdenes.

Debí ir ahí primero, ¿llegaré a rápido si los busco ahora?

—Iré a informarles de la orden del comandante —anunció Izaro a sus subordinados—. Ustedes vayan con los demás para que estén a salvo y reciban las nuevas órdenes.

Pero antes de que pudiera irse, Nicholas la detuvo.

—Déjenos eso a nosotros —dijo el rubio—, será más rápido si vamos los cinco.

Todos los chicos coincidieron e Izaro no sabía qué decir casi al instante. No eran muchos los escuadrones que lideraban el frente, apenas era un puñado de tres grupos donde participaban los más experimentados y que más número de titanes asesinados y asistencias poseían. Eran quienes en algún futuro liderarían la Legión, si es que llegaban al final para contarlo.

Izaro trago discretamente— ¿Están seguros? Ellos deben estar muy adelantados y yo no tengo problemas con ir.

—Será más fácil y rápido si vamos nosotros, buscamos a los tres escuadrones y regresamos de inmediato con los demás —respondió Nicholas ajustando su capa por el fuerte viento que se aproximó. Izaro cerró sus ojos por un segundo, pero cuando los abrió notó a los demás a lado de él, como en modo de súplica esperando el permiso de ella.

Nada malo puede pasar. Quizás tenga razón y vuelvan más rápido. Pensó la azabache—. De acuerdo, pero regresen lo más pronto posible, el clima está empeorando.

Sus subordinados sonrieron, incluyendo a Damian quien otorgó una leve sonrisa mientras los demás estaban entusiasmados.

—Elián —llamó Izaro al azabache de ojos azules—, estás a cargo. Si él da una orden, obedezcan, por favor.

—Ay, ¿y por qué él? —Deva no pudo evitar ver con una mueca de disgusto a su mejor amigo. Este se burló internamente al verla mientras le brindaba una pose de victoria.

—Porqué soy el más lindo, ¿no es obvio? —respondió sujetando con fuerza las riendas de su caballo para ordenarle su desplazamiento—. Bueno, vamos ya, la capitana nos esperará con el resto en el puntto de reunión. Rápido.

Los miró alejarse, sus siluetas desaparecieron por la neblina tan pronto los vio irse. Izaro trataba de mantener una mirada serena que reflejará que todo iría de maravilla, sus cinco muchachos volverían y todos regresarían con vida a las murallas. Debía pensar positivamente, era la única forma de sentirse en paz consigo misma y no arrepentirse e ir tras ellos.

Aunque dudaba que lo fuera a hacer, sobretodo cuando vio a Levi aproximándose a ella con su caballo para saber si todo estaba bien. Izaro le sonrió tiernamente, antes de hacerle saber su estado mientras ambos se iban con el resto. Dejando ese encargo a sus muchachos quienes consideraban tenían un gran futuro como soldados de élite.

Todo va a estar bien.

A pesar de que ahora eran soldados con una gran responsabilidad sobre sus hombros, continuaban siendo niños que disfrutaban el tiempo que compartían y vivían cada momento sabiendo que podía ser el último.

El clima no era agradable y el tiempo corría en su estadía en el exterior, pero no impidió que hicieran una especie de carrera con saber quién llegaba primero a los tres escuadrones e informaba rápido. Elián comenzó a liderar al grupo en la carrera, pero Nicholas empezó a alcanzarlo; Keira consiguió engañarlos por un segundo, aunque Deva impulsaba a su caballo para ser el más rápido.

Al final, ganó Damian, aunque carecía de interés en participar en la carrera y de ganar. Pero algo llamaba el doble de atención de los demás que estaba lejos de tratarse del tema de la victoria del muchacho. Estaba quieto, su cuerpo completamente tenso y dos ojos miraban con shock a la escena que tenía enfrente.

—Damian, ¿qué ocurre? —preguntó Nicholas guiando a su caballo para acercarse a su amigo.

—Están muertos.

Su dedo indicó la dirección para sus amigos. Una auténtica escena de terror que solo pudieron imaginarlo en sus más oscuros sueños. Ni siquiera en el tiempo que ya llevaban como soldados de la Legión habían visto algo tan macabro como lo que veían.

El suelo estaba pintado con tonalidades rojas que se diluían en los charcos de agua que se creaban producto de la lluvia, habían extremidades desprendidas como cabezas o brazos esparcidos por el sitio, los muertos eran la principal atracción y el sonido de las gotas de lluvia impactando en el suelo brindaba tensión en el momento. Los caballos, o un pequeño puñado de ellos, eran los únicos que habían sobrevivido, o eso pensaron los jóvenes en un principio hasta que escucharon el disparo de una bengala. El humo era negro, señal de que en el sitio estaba la presencia de un titán excentrico. El soldado, con profundas heridas que le hacían perder sangre en tan acelerado tiempo, estaba acostado en el tronco de un árbol. Damian y Elián se bajaron de sus caballos apresuradamente para socorrerlo.

—Niños, huyan de aquí —dijo el hombre.

—¿Qué ocurrió aquí? —preguntó Damian mientras levantaban al soldado, sosteniendolo con un brazo apoyado en cada hombro del par de muchachos, ayudando al hombre para que caminara hasta el caballo del castaño mientras era socorrido por el resto.

—Un titán. Categoría excéntrica. No hubo manera de matarlo con esta lluvia, por eso se tienen que ir y dar aviso —La sangre comenzó a salir de su boca mientras se quejaba del infernal dolor, pero eso no impidió que lo subieran al caballo de Damian para prepararlo y evacuar el lugar—. Haganme caso, déjenme y salven sus vidas.

—Vinimos a darle aviso que la expedición acabó —respondió Deva— ¿Eres el único que sobrevivió? ¿No hay alguien más?

—Todos están muertos...

Y de pronto la tensión y el miedo se apoderó de ellos. Un extraño sonido, similar al gemido que soltaban algunos titanes, se escuchó en los alrededores. Alzaron sus espadas y rodearon al caballo donde estaba el soldado sobreviviente, aunque sus manos temblaban y sus respiraciones habían acelerado. La neblina les cegaba las vistas, ni siquiera una silueta anormal podían detectar con la mirada. El sonido era su única ventaja, una aterradora e inquietante ventaja que tenían.

—Elián —habló Keira en voz baja, mirando a su alrededor mientras aguantaba las lágrimas— ¿Qué hacemos?

Huir. Huir. Huir. Huir. Su alma le gritaba, pero su mente le decía que Izaro Xion le dio la tarea de ser el líder y parte de ser líder era cumplir con el objetivo asignado del escuadrón.

El muchacho volteó agresivamente, dándole un golpe al caballo como orden de que huyera y corriera sin detenerse, alejando al veterano lo más pronto posible del nuevo ataque que se avecinaba. Tal vez, y si había una deidad en su mundo que todavía tenía compasión por los humanos, el soldado llegaría con el resto de la Legión y enviaría una ayuda extra si fuera necesario.

—¡Debemos eliminar a este titán, de lo contrario, nos puede perseguir y atacar al resto!

—¿¡Estás locos!? —gritó Nicholas alterado.

—¡Ya hay muertos, Nic, no podemos arriesgarnos a que haya más!

Para su desgracia, los gritos captaron la atención del titán. Su diabólica sonrisa fue lo primero que vieron a través mientras se acercaba a ellos. Era un titán de quince metros de altura, como el promedio, usando sus dos brazos y sus dos piernas para movilizarse. Aparte de su apariencia aterradora, tenía el cuello torcido y sus ojos azules estaban centrados en el pequeño grupo de adolescentes.

—Somos parte del escuadrón de Izaro Xion —dijo Deva, su voz temblaba de miedo—, también somos soldados de la Legión de Reconocimiento y sabíamos que esto podía pasar.

—Hagan lo que hagan, matemos a este titán y volvamos con los demás —habló Damian mientras agarraba con fuerza sus espadas, aunque era notorio que le temblaba el pulso.

—Volvamos a casa, por favor —expresó Nicholas antes de correr con el resto para enfrentarse con la bestia humanoide.

No era tarea fácil. Por lo general, una recomendación que siempre había entre los soldados veteranos a los novatos era que, independientemente de la situación, evitaran enfrentarse a los titanes excéntricos. Aquellos titanes poseían una inusual inteligencia y alta agresividad. Era más apropiado que un soldado experimentado tuviera la tarea de eliminarlo que uno recién llegado, ese simplemente debía servir de apoyo y mirar los movimientos de su colega para replicarlos en el futuro. Si es que llegaban a tener, claro.

Los cinco lo sabían. Eran conscientes y estaban hartos de escuchar las voces en su cabeza recordándoles eso. Pero no había otra opción. Eran ellos o los demás. Carecían de la experiencia de un veterano, pero ya habían entregado su corazón en el primer momento que portaron las alas de la libertad en sus espaldas.

Debían acabar con ese titán. Por sus compañeros caídos, los que seguían en el ecuación y por su capitana, la persona que más creía en ellos.

El grito que ella escuchó despertó cada nervio que había en su cuerpo.

—Luka...

Cuando vio a su subordinado llegar repleto de sangre, en un caballo que no pertenecía a él sino a Damian Slora, fue cuando supo al instante que algo malo había pasado. Bajo de un salto de su caballo, abriéndose paso entre sus otros soldados para ordenar al animal detenerse y recibir al hombre herido.

A pesar de la alta estatura del hombre, Izaro supo manejar su peso y no tuvo mucha dificultad en bajarlo lentamente para que no sufriera más heridas o sintiera un dolor intenso. Sus ojos analizaron con horror las heridas que había en su cuerpo, sin mencionar que el olor a sangre entraba en sus fosas nasales y la hicieron querer vomitar.

—Luka, ¿qué pasó?

—Un titán excéntrico. Quince metros. Aterradoramente agresivo —el nombrado respondió, no era una respuesta concreta en sí, pero le servía a Izaro para indagar en las pistas y conocer la verdad—. No queda ningún otro sobreviviente, salvo unos niños que llegaron al área.

El corazón de la mujer comenzó a palpitar con vigor.

—¿Qué niños?

—Tu escuadrón, capitana —se quejó de dolor cuando otros soldados aparecieron para atenderlo—. Se quedaron allá a enfrentar al titán, les dije que huyera.

Su cuerpo se paralizó por un segundo, todo a su alrededor comenzó a transcurrir lentamente y su mente bloqueó todo lo que estaba ocurriendo. Eso cree que ocurrió, ya que lo único que podía recordar de toda esa transición era ella ya montada sobre Mikaela mientras le ordenaba correr hacía donde estaba ocurriendo el enfrentamiento y la voz de Levi llamándola, diciéndole que se detuviera de lo que iba a hacer.

Lo peor que podía pasarle a un soldado en plena pelea, aparte de la lluvia, era que el gas que poseían sus tanques se gastara. Era cierto que la lluvia daba un punto más de desventaja debido a las neblinas y a la poca visibilidad que había en el terreno para localizar árboles, pero el gas daba esa pequeña luz de posibilidad para sobrevivir, porque más de un soldado llegó a comentar que en esas situaciones, lo mejor que podían hacer era lanzar los ganchos a cualquier parte del lugar y rezar para que se clavaran en la madera de un tronco, solo así podían se impulsados por el gas y huir de una muerte segura para contarlo al siguiente día.

Ese era el caso de Damian, quien maldecía mientras trataba de cortar las manos del titán que tanto deseaban tomarlo para dejarlo inmóvil, pero la rapidez de la bestia era evidente, como si la criatura se burlara de él. Deva, por otro lado, todavía conservaba gas a pesar de los gritos de Elián diciéndole que no gastara, simplemente lo ignoro y concentró todas sus fuerzas en defender a su amigo; aunque eran inútiles sus movimientos cuando el brazo del titán se movía con tal de golpearla y dejarla inconsciente par comérsela luego.

Las cosas empeoraron cuando un segundo titán apareció en la zona, probablemente merodeando por el lugar hasta encontrarse con el equipo. Nicholas y Elián trataban de encargarse de él, el cual se veía fácil de derrotar al tratarse de uno normal, pero la falta de gas en sus tanques era un problema que no podían solucionar en esos instantes.

—¿Cómo lo vamos a matar si no podemos llegar a su cuello? —se preguntaba Elián mientras sacaba dos nuevas hojas metálicas para sus espadas, que, para su desgracia, ya le resultaban ser las últimas. Las anteriores las había gastado erróneamente en el titán excéntrico.

Nicholas miraba por todos lados, esperando que la respuesta cayera del cielo mientras se desesperaba por la situación. Definitivamente, no era una experiencia propia de contarle a su hermana menor.

Pero de pronto miró a Keira, quien tomaba las riendas de los caballos para alejarlos de la pelea al ser su único transporte que los haría alejarse del infierno que estaban pasando. Y fue ahí que su mente formuló una idea.

—¡Keira! —gritó— ¡Dispárale a los ojos del titán una bengala!

—¿¡Estás loco!? —reclamó la chica aterrada.

—¡Confía en mí, Elián se encargará de que no te pase nada!

El pelinegro miró incrédulo a su amigo, ¿por qué él? Aunque rápidamente comprendió todo cuando lo miro a sus ojos. Era como si hubiera leído la mente del chico a través de ellos, captando inmediatamente la ventaja que tendrían en la situación si ejercían cada paso en el debido momento posible.

—¡Keira, en mi caballo hay dos pistolas y bengalas! ¡Toma unas para ti y deja en algún lado donde podamos ver otras, serán para Nicholas!

Ella al principio dudo, pero cuando noto la expresión seria de su amigo, que no era algo muy propio de él la gran mayoría del tiempo –ni cuando estaban en situaciones menos alarmantes que esa–, supo que lo decía con toda la sinceridad que le podía transmitir. Eso le bastó para acatar la orden, sacando las cosas indicadas por su compañero y lanzándolas lo más lejos posible de donde estarían los pasos del titán. Nicholas ya tenía ubicado donde había caído.

La azabache agarró la otra pistola disponible, introduciendo una bengala de color rojo la cual apunto a los ojos del titán. Apretó el gatillo y el objeto salió despedido de la pistola. El titán soltó un quejido de molestia, volteando su diabólica mirada hacia la menor de los cinco, quien comenzó a correr por su vida en cuanto sintió las pisadas de la bestia temblar el suelo.

—Salvala y sálvanos —dijo Nicholas y Elián asintió.

Todo fue calculado de manera eficaz. El chico de cabellos negros era el más alto de su grupo de amigos, por lo que sería más fácil disparar los ganchos de su equipo e impulsarse él mismo sin la necesidad del gas gastado de su tanque. Y así lo hizo, usando las hojas de sus espadas para sostenerse en la espalda, nuevamente impulsarse y atacarlo cuando se presentara la oportunidad. Claro, sin jugar más de lo necesario con la vida de su amiga.

Por otro lado, Nicholas corrió hacía las bengalas y la pistola que Keira lanzó, dirigiéndose luego hacía sus dos amigos para imitar la misma acción que su pareja. Usando el humo negro, consiguió cegar la vista del titán por unos segundos para que Deva y Damian huyeran con él, no sin antes seguir disparando bengalas hasta llegar a los caballos. Montarse en ellos y huir de ahí para alcanzar al resto, con Deva llevando los caballos de Keira y Elián para alejarlos también del peligro y Damian usando el de Nicholas mientras este último siguió tiroteando.

Cuando finalmente se le acabaron las bengalas, notaron que el titán había desaparecido.

Frente a ellos, estaba el último paso que debían cumplir para salir de ahí. Keira ya había sido tomada por el titán, intentando zafarse con todas sus fuerzas aunque eran en vano, el calor del aliento de la criatura ya había invadido su cuerpo. Un rayo de pronto cayó en el fondo, los tres amigos recién llegados notaron la silueta de Elián en el aire aproximándose al cuello del titán con sus espadas, que aprovechó el momento en que el titán tomó a su amiga para tomar el impulso necesario. Soltó un grito de pelea en cuanto las espadas atravesaron la piel del titán, creando una cortada idónea para acabar con la vida de la bestia, manchando su cuerpo y su rostro con la sangre, aunque sintiendo satisfacción cuando cayó a suelo gracias al cadáver del humanoide y ver a su amiga respirando para devolver la calma a su cuerpo.

—Lástima que la capitana no te haya visto, bobo —dijo Keira, tratando de recobrar el humor que caracterizaba a sus amigos, en especial él—. Hubiera quedado embobada por ti y tal vez consideraría esperar a que seas mayor.

La sonrisa retorno en su amigo.

—Prometo que serás la madrina de mis hijos con la capitana —soltó en modo de broma.

Sus amigos anunciaron su presencia a través de risas, incluso Damian sonreía tranquilamente de ver a los demás vivos. Para ser su primera experiencia como un escuadrón, había sido bien aterradora pero increíble, no podían esperar a encontrarse con su capitana y contar toda la historia de principio a fin. Aunque esa felicidad del momento fue relativamente poca.

El sonido de un gemido de titán se escuchó en el fondo. Seguía lloviendo, pero el espacio en ese lugar ya tenía una mejor visibilidad y con eso bastaba para descubrir de dónde provenía el sonido. Detrás de unos árboles, estaba el titán excéntrico del cual huyeron. Estaba quieto, mirándolos fijamente sin articular un músculo de su cuerpo mientras los soldados nuevamente sentían el pánico apoderándose de sus cuerpos.

—¡Corran! —gritó Deva, obligando a su caballo abrir donde Keira y recogerla para escapar cuando el titán se acercó ferozmente con rapidez.

Elián, en cambio, se quedó estático en su lugar mientras miraba con horror cómo el titán se aproximaba a él. No fue capaz tan siquiera de captar los gritos de sus amigos, tampoco notó cuando Nicholas corrió hacia él mientras gritaba que reaccionara.

Y todo pasó en cuestión de segundos.

Él fue violentamente lanzado al suelo, golpeando su cabeza con fuerza ocasionando un dolor profundo. El resto de sus amigos corrieron hacia ellos dos, principalmente a él para revisar su estado aunque no podían quitar sus miradas de conmoción cuando vieron la escena frente a ellos. Fue ahí que Elián se unió al sentimiento de asombro y pánico: Nicholas lo había salvado al empujarlo, siendo prensado por los pesados diente del humanoide mientras trataba de recobrar el aliento, aunque nada podía hacer por la sangre que ya estaba brotando.

El titán apretó, ocasionando que el cuerpo del chico se fracturara y él gritara hasta desgarrarse la garganta. La sangre salió expulsada de su boca, el dolor se intensificó y sus amigos gritaron horrorizados de la escena mientras las lágrimas brotaban por su ojos.

—¡Nicholas! —gritó Elián entre llanto.

De pronto, una figura humana apareció detrás del titán, cortando su espalda con tanto odio que este abrió la boca para expresar su dolor, dejando caer al chico que fue recogido por sus amigos mientras miraban a Izaro Xion pelear contra el titán.

La mujer al ver la situación viajó mentalmente al pasado, específicamente cuando era una recluta en sus años de adolescencia. Recordó que en su primera clase aprendiendo sobre las tres divisiones del ejército, habían leído un reporte de su bisabuelo donde contaba una situación similar a la que estaba presenciando. Supo que la única manera de salvar a sus subordinados era mutilando al titán hasta que este no tuviera manera de defenderse y así, cortarle la parte vital que lo mataría inmediatamente.

Se alzó en el cielo y se aproximó hasta sus ojos para cortarlos, el primer paso era cegarlo. Después cayó al suelo para cortar sus extremidades, tanto piernas como manos, sólo así impedía que este se moviera. Su escuadrón comenzó a alejarse cuando vieron que había empezado a cortar partes del titán para infringir un dolor extremo que le imposibilitaba concentrarse en acabar con ella.

Para ese punto, Izaro ya estaba cubierta de sangre, pero no le importaba. Su objetivo ya estaba tomando forma y sólo debía cortarle la nuca.

La soldado más letal se aproximó a la nuca, abandonando sus hojas metálicas desgastadas para tomar unas nuevas. Al llegar, no tuvo consideración en dejarle una gran cortada que le aseguraba su muerte instantánea. El titán cayó sin vida en el suelo provocando un gran riego de sangre y el sonido de la lluvia volvió a reinar el sitio.

La azabache de ojos rojos empezó a recuperar el aliento, corriendo hacía sus muchachos mientras estos volvían en ponerle atención a su moribundo amigo, quien no dejaba de perder sangre y perder un poco el conocimiento.

—¡Nicholas! ¡Nicholas, resiste! —Las lágrimas de Keira escapaban con velocidad, cayendo en el rostro del muchacho que no paraba de dejar de mirarla— ¡No te mueras, por favor! ¡Resiste hasta que lleguemos a las murallas!

—N-No creo que pueda...

—¡Sí puedes, idiota! —exclamó Damian nervioso— ¡Prometimos volver los cinco juntos, volverás y estarás bien!

—Esto es mi culpa, debí reaccionar para que tú no lo hicieras —lloraba Elián mientras sentía que el pánico brotaba dentro de él.

—¡Capitana, haga algo! —suplicaba Deva entre lágrimas—. Por favor...

Izaro se acercó al muchacho, solicitando a los demás que se apartaran para que lo dejaran respirar mientras ella se sentaba de rodillas en el suelo y tomaba al chico en sus brazos. Estaba comenzando a sentir su cuerpo enfriarse. Es mucha sangre. Miraba con angustia la herida, la cual no se atrevía a tocar en caso de que eso infringiera dolor en el adolescente.

Trago un poco de saliva que se había acumulado en su boca. Miró al chico, notando que la expresión de él se hacía cada vez más relajada. Es mi culpa. Pensó.

—Nicholas, podría intentar llevarte hasta las murallas, pero debes resistir o...

—Capitana, tengo una hermanita esperándome allá y volveré a ser hermano mayor por segunda vez...

Sylje, su pequeña hermana que tanto lo admiraba y él tanto adoraba, sentía un horrible sentimiento al pensar qué sería de ella ahora que las posibilidades de que viviera se hacían nulas. Pensó también en el bebé que su madre y padrastro estaban esperando, sentía tantas ganas de conocerle, rezaba todos los días para que fuera una pequeña niña a la cual llamarían Ophelia.

Pensó también en su padre, quien era un miembro importante en la Policía Militar, se arrepentía de que su última conversación fuera una discusión sobre la decisión de formar parte de la Legión de Reconocimiento. Le dolía pensar en su madre embarazada, porque era consciente de la herida que provocaría en ella su muerte. Al menos le tranquilizaba pensar que su padrastro estaba ahí, aunque habían tantas cosas que deseaba decirle, como que protegiera con su vida a su madre y hermana menor, además del bebé que estaba próximo a nacer.

Miró a la capitana— ¿Puedes asegurarte de que vivan en un mundo donde no teman por sus vidas, donde ya no existan titanes? —La mirada de Izaro se simplificó, supo en ese momento qué pasaría con Nicholas—. Me uní a la Legión por eso, juré que haría lo posible por cumplirlo...

—Nicholas, tal vez haya esperanza para que vivas —la voz de ella comenzaba a quebrarse, pero se negaba a llorar. No podía hacerlo, no ahora, no enfrente de aquellos jóvenes.

Él, en cambio, sonrió pacíficamente—. Prefiero no pasar mis últimos momentos ilusionado y estar con ustedes —Una lágrima comenzó a recorrer su mejilla, hasta que Izaro se la limpió con su dedo—. Gracias por la oportunidad, capitana. Estaré eternamente agradecido por la oportunidad, aunque muera en mi primera vez siendo parte de tu escuadrón.

No supo responder a eso, sólo pensaba en que todo sería diferente si ella hubiera ido en lugar de ellos. ¿Habría muerto? No lo sabía, pero al menos Nicholas no estaría pasando por aquella agonía.

Volteó su mirada hacia los demás chicos presentes, quienes captaron el mensaje de su superiora y se acercaron a ellos mientras seguían llorando. Seguían en negación, sentían que era irreal lo que estaban viviendo. Izaro no sabía qué hacer, sólo podía darles un espacio para despedirse del soldado. Se levantó del lugar, dándole el cuerpo del moribundo chico a Elián y se quedó parada mientras notaba que alguien se aproximaba al grupo.

Se trataba de Levi.

—Cuiden a Sylje, por favor —dijo Nicholas, su voz se apagaba poco a poco—, ya que no estaré...

—¡No digas eso! —gritaba Deva— ¡Deja de decir eso!

—Los quiero, chicos —sonrió por última vez—. Estoy agradecido con la vida de haberlos conocido, sigan juntos hasta el final.

—¡Nicholas! —lloraba Keira, golpeando el suelo por la impotencia que sentían.

—Los cuidaré en la otra vida, es una promesa...

Cuando Nicholas cerró sus ojos y su cuerpo se dejó de sentir pesado, el llanto se intensificó. Los gritos aumentaron y la desesperación se veía en los jóvenes.

Levi bajo de un salto de su caballo, corriendo hacia Izaro antes de tomarla de los brazos y comenzar a revisarla para asegurarse que la sangre que estaba impregnada en su cuerpo no era de ella. Afortunadamente no, pero notó que se trataba de sangre del titán que ya se estaba evaporando. Siguió la mirada de ella, dándose cuenta de la tragedia que había pasado, escuchando las súplicas de los jóvenes mientras las lágrimas se combinaban con la lluvia que caía del cielo.

En otra ocasión, diría que aquello era el pan de cada día en la Legión de Reconocimiento. En esta ocasión, una sensación de déjà vu experimentó dentro de él. Lluvia. Un titán mutilado. Muerte. Lágrimas... Todo hizo que en su cabeza reviviera el momento que vio sin vida a Farlan Church e Isabel Magnolia, por una decisión errónea.

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to be continued...

N/A:

cuando recuerdas que estás leyendo un fic de snk y que en cualquier momento nicky puede matar a alguien:

bueno, finalmente actualice y por poco tardo más porque ✨universidad✨. mi verdadero sueño es que un árabe me mantenga con otras trece esposas y viva en algún lugar frío, pero no se puede, todomal.

RIP nicholas, no le tocaba al carnal😔, PERO ESO ES BUENO PORQUE ESTO IMPLICA DESARROLLO DE PERSONAJE PARA SYLJE, protagonista de mi fic de armin, historia donde profundizaremos también en el personaje de nicholas y lo que representaba en sus amigos y hermana❤️

zachary como siempre el padre del año, luego se pregunta por qué los daddy issues de izaro son más intensos que los mommy issues. fuck zachary, aunque medio te perdono por arrepentirte de tratarla así cuando ya te ibas a morir. todobien y todomal para él.

no olviden votar y comentar para traerles más actualizaciones, me motiva muchísimo para continuar. los quiero mucho y los dejo porque ya voy por las 7000 palabras aquí. los quiero mucho❤️

con cariño, nicky🌙

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