𝐗𝐈𝐈 ; expedition
CAPÍTULO DOCE
· • ❝〔 expedición 〕❞ • ·
una decisión sin remordimientos ; parte XII
Exterior. Año 827.
EN SU MANO YACÍA LA ESPADA cubierta con la sangre de su esposa, la otra mano estaba empapada con la sangre de la misma mujer y el hombre estaba ahí presente viendo con horror el cadáver de su esposa bajo una expresión de miedo que tuvo en sus últimos minutos de vida.
Estaba helado por lo había pasado, el crimen que él mismo cometió bajo un episodio de descontrol mental. Por lo menos la voz en su cabeza había desaparecido tras las puñaladas que le propinó a su esposa inconscientemente, pero con el alto costo de la muerte de ella a manos de él. Todo estaba borroso a su alrededor y el ruido que oía de fondo era casi irreconocible para el hombre que sólo podía llorar de la desesperación por la grotesca acción que cometió.
—Zachary —lo llamó su hermano—, ¿qué ocurrió?
Con temblor y sigilo, volteó su cabeza para toparse con sus dos hermanos montados en sus respectivos caballos, sorprendidos por la misma escena del que ahora se convirtieron en testigos y siguiendo con sus ojos rojos el camino de la sangre que dirigía a la espada del capitán.
—L-L-La m-mate...
—¿Cómo qué la mataste, Zach? —preguntó su hermana— ¿Qué pasó?
—L-La voz...
Esas dos palabras fueron suficientes para Danilo y Amelia, quienes rápidamente bajaron de sus respectivos caballos para acercarse a su hermano y analizar con cuidado el cadáver de su cuñada. Ninguno de los dos fue capaz de ocultar la mirada de asombro ante el acto homicida que el hombre había ejercido contra la mujer que más amaba en el mundo y es que a los dos les costaba procesar que algo así fuera capaz de suceder, porque Theodore era prácticamente la mujer que Zachary siempre deseo y amo profundamente, la única persona en este mundo por la que el Xion daría su propia vida a cambio de la de ella.
—¡Zachary, Zachary! —Danilo tomó con fuerza el hombro del nombrado, forzándolo a mirarlo luego de la sacudida que le proporcionó para que reaccionara— ¿¡Qué ocurrió!? ¡Necesitamos los detalles para ayudarte!
—¡La voz, Danilo! ¡Fue la maldita voz que tengo en la cabeza, maldita sea! —gritó en desesperación, su hermana sobresaltó por ello—. ¡Comencé a escucharla y rogaba para que se detuviera! Theodore se acercó mucho tratando de hablarme para que no prestara atención a la voz, pero fue inútil y perdí en control, la puñale como cinco veces y cuando ya recuperé el control era demasiado tarde... estaba perdiendo mucha sangre y me decía que no era mi culpa, pero si lo es. Demonios, ¡soy su asesino!
—No lo eres, Zach —dijo Amelia tomándolo del rostro para que sus ojos carmesí conectaran—. Podemos solucionarlo, lo vamos a solucionar.
Danilo asintió con el ceño fruncido.
—Haremos esto: diremos que fue el ataque de un titán y que no llegaste a tiempo; tenemos ventaja de que la Legión apenas está recuperando su formación y todavía no llegan a este punto —dijo Danilo mientras formulaba la siguiente palabra que iba a decir para que entendieran el plan instantáneo que tuvo—. Limpia tu espada y úsala para provocarte cortadas, Amelia y yo vamos a cortar el cuerpo de Theodore para que se vea más realistas la mentira.
Pero el azabache no se movía, simplemente miraba el cuerpo sin vida de la mujer dejando que las lágrimas recorrieran por sus mejillas. Era la primera vez que lloraba en mucho tiempo y era por la única persona con la que logró sentir lo que verdaderamente era el amor.
Inconscientemente, su memoria le trajo recuerdos que pensó haber olvidado como el día que se conocieron cuando eran jóvenes reclutas o el día de su boda; los nacimientos de sus hijos eran algo borrosos, pero lograba visualizar el rostros de cada uno que dormían pacíficamente sobre los brazos de las enfermeras, eso porque ninguno de ellos dos los cargaban hasta que estuvieran completamente aseados y abrieran sus ojos para confirmar que el color rojo había sido heredado.
Recordó a Izadora, lo mucho que había llorado su muerte mientras volvían a su memoria las palabras de despedida que ella le hizo y que él había pensado que no era nada grave.
Ahora comprendía el sentimiento que su hermana menor tuvo antes de privarse la vida.
—Soy una mierda de ser humano.
—Eso no lo discutiré contigo —dijo Danilo despreocupadamente mientras sacaba su espada para empezar a cortar el cadáver de Theodore—, pero ahora necesitamos que te cortes y hacer que parezca de todo menos un homicidio.
—Fui mala persona, le hice mucho daño a las personas..., en especial a mis hijos... —hablaba en voz alta, ignorando cualquier palabra que saliera de la boca de sus hermanos—. Ellos me odian, cada uno me odia por lo que le he hecho...
—No te odian, Zach..., bueno, Izaro no te odia —respondió Amelia sacando también su espada—. Ella todavía te ama.
—Izaro..., mi pequeña... —sollozó el hombre al mencionar el nombre de su hija más joven—. Ella no lo merece, no se merece tener a un padre como yo... Le hice mucho daño, a todos... Los arrastre a esta vida miserable, arrastre a Theodore cuando ella merecía lo mejor en este mundo... La condené a que viviera este infierno y se mantuviera callada, a mis hijos los condené con traerlos a este mundo, condené a mi familia por este apellido, por este maldito apellido...
—Zach, escúchame, estás delirando —dijo Amelia seriamente mientras lo miraba—. Apresúrate, que los demás de la Legión llegarán aquí y debemos ocultar lo que hiciste.
—No pude salvar a mi hermanita, tampoco fui el padre que mis muchachos necesitaban y ahora acabé con la vida de mi esposa —hablaba entre lágrimas, con la voz temblorosa al mismo compás que su cuerpo—. Lo peor no es eso, sino que sólo tres personas en este mundo me amaron: Izadora, Theodore e Izaro. Dos de ellas están muertas y la otra es una niña apenas..., mi pequeña princesa, ¡ella no se merece tenerme como padre!
—¡Zachary! ¡Cállate de una puta vez y haz algo! —gritó su hermano furioso— ¡A nadie le interesa que seas una mierda de ser humano! ¡Tú lo eres, Amelia lo es, yo lo soy..., todos los Xion somos un asco y eso nadie lo va a cambiar!
Zachary no escuchó, simplemente comenzó a mirar a la nada mientras dejaba caer sus lágrimas, mientras pensaba en los pocos recuerdos que creó con Izaro donde ella se mostraba feliz y llena de vida cuando él estaba presente, que luego pasaban a ser expresiones tristes por culpa de las órdenes que le daba que borraban su felicidad.
¿Por qué debió tratarla así? ¿Por qué le molestaba tanto que su pequeña fuera feliz sabiendo que él era el motivo? Definitivamente Zachary no merecía ser el padre de esa criatura e Izaro merecía amor y cariño, pero de otras personas que no fueran su árbol genealógico.
Sin pensarlo, tomó con fuerza su espada y lentamente apuntó hacía su pecho.
—Perdón, hermanos, perdón por esto...
Los dos hermanos se alejaron asustados de ver la posición en la que estaba el capitán, helados por lo que veían sabiendo el siguiente paso que tomaría si no hacía algo en concreto.
—Zachary, baja el arma...
—Zach, hablemos, podemos solucionarlo...
—Díganle a nuestro padre que lamento no ser lo que él esperaba y a mis hijos que lamento por todo —decía el nombrado—, en especial a mi Izaro, díganle que papá lamenta que ella tenga esta vida y que la ama más de lo que podía imaginar...
—¡Zachary, basta. baja esa espada!
—Yo necesito pagar mis pecados, pero en el infierno donde pertenezco...
—¡Zachary, no!
El filoso metal de la espada fue enterrado en la piel del hombre con tanta fuerza que lo traspasó, perforó su órganos y la sangre salía en gran cantidad, incluso escupió manchando sus dientes tiñéndose de rojo. Cayó de rodillas, temblando en desesperación mientras sus dos hermanos se alejaban despacio horrorizados por el acto que cometió el azabache de ojos rojos.
Ni siquiera cuando vieron a Izadora cometer su suicidio habían sentido tanto impacto y horror, pensaban que al menos su hermana menor no sintió agonía cuando murió, contrario a Zachary que se retorcía en el suelo mientras poco a poco se iba perdiendo sangre, acostado a un lado del cadáver de su fallecida mujer.
Respiraba con suma lentitud y con una voz ahogada pronunció:
—Lo siento...
Un último aliento soltó mientras su cuerpo se inmovilizó y sus ojos quedaron abiertos con una lágrima cayendo por sus mejillas. Muriendo al instante y bajo una agonía tanto física como emocional.
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Distrito Shingashina. Muralla María. Año 839.
En Shingashina, el ambiente tenso entre los soldados de la Legión de Reconocimiento se sentía en todo el camino que llevaba directamente a la puerta que separaba el exterior de los últimos sobrevivientes del apocalipsis titánico. La alta posibilidad de la muerte estaba sobre sus hombros y era habitual que uno que otro soldado tuviera algún ataque de nervios minutos antes de que las puertas se abrieran. La gran mayoría, por lo general, trataba de tener esos ataques de una manera más interna para evitar propagar el sentimiento entre sus compañeros y civiles que estaban cerca; sin embargo, había una que otra excepción, como era el caso de Ruby y su muy alarmante ataque de nervios.
Izaro miraba con reojo como su ahora exnovio y examigo trataban de manera desesperante calmar a su examiga, quien no paraba de gritar y temblar a grandes niveles. No podía culparla, una de las cosas que su tía había mencionado –y por alguna razón, le causaba gracia– era sobre el arrepentimiento a última hora que los soldados tenían una vez estaban en frente a la puerta que creían era el verdugo de los humanos, como si ese valor con el que entraban a la Legión de Reconocimiento desaparecía de un momento a otro al pensar en los grotesco escenarios que se podían encontrar en dominio de los titanes; ella también estaba nerviosa, pero sus nervios no se comparaban a cuando fue la noche de su graduación. Esa noche había sufrido un ataque de ansiedad producto del miedo que tenía si no resultaba en el primer lugar de los reclutas, nadie fue capaz de calmarla hasta que escuchó su nombre como la recluta mejor calificada de su tropa.
E, involuntariamente, trajo a su memoria que esa noche Erick la llamó exagerada e hizo como si nada le pasaba. Suspiró al pensar en él no hizo nada por ella mientras que por él, fue capaz de hasta oponerse a los deseos de su familia sobre su pareja ideal y matrimonio.
—¿Para qué entró a la Legión si va a comportarse de esa manera? —comentó su compañero de escuadrón, Daryl, mirando con una ceja alzada la escena que había detrás.
—Me imagino que ni ella ni Oscar querían dejar solo a Erick cuando decidió venir aquí, tal vez se está arrepintiéndose...
Se preguntó si ellos simplemente siguieron a Erick para aprovecharse también de ella, porque ellos eran los principales testigos de todo lo qué pasó.
—¿Es cierto que terminaste con Erick? —preguntó su compañera, Emma, uniéndose a la conversación.
Izaro se tensó un poco—. Sí, lo nuestro ya no daba para más y era mejor terminar...
Se sintió extraña al pensar en lo que había pasado ayer, pero también vacía al pensar en él.
Para su suerte, sus pensamientos fueron interrumpidos una vez que las campanas sonaron, anunciando el que dentro de pocos minutos iniciaría la expedición, por lo que los escuadrones debían de apurarse en tener los últimos detalles listos antes de que el comandante Shadis inaugurará la expedición. Volteó su mirada hacia atrás para buscar al escuadrón del capitán Flagon, donde notó que Erick, en una expresión muy seria, se acercaba a Levi aunque sólo para estar a su lado listo para salir. El azabache miró con reojo al rubio y, por alguna razón, a Izaro le dio curiosidad conocer cuál era la conversación que ambos hombres estaban comenzando a entablar.
Fuera el tema que fuera, Levi lo miraba con mala gana y quería mantener su distancia con el otro hombre, pero no era opción en ese momento.
—¿Estás bien?
—Sí, bueno eso creo —respondió Erick de manera cortante—, mi no... Izaro cortó conmigo ayer, justo un día antes de la expedición. Como si no tuviera suficiente estrés por esto.
Levi no se inmutó, pero alzó una ceja en un intento de fingir desconocer los hechos que llevaron a cabo esa decisión— ¿Puedo saber por qué?
El chico bufó—. Cosas sin sentido, si te soy sincero. Ni sé por qué lo hizo cuando ella tanto juraba amarme, que se joda esa hija de... —tomó un profundo suspiro tomando a consideración que se estaba alterando—. Alguien le lavó el cerebro, es eso. Alguien la manipuló para hacerle creer que lo nuestro no tenía futuro y no se quien fue, Levi, pero te juro que cuando sepa quien fue, me las pagará.
El nombrado ni se molestó en responder o reaccionar a lo que consideraba un intento de amenaza de parte de Erick, simplemente enfocó su atención al frente y a sus dos amigos que estaban a su lado. Aunque poco duraría en cuanto llegaron los dos amigos de Erick para estar a su lado, con una evidente Ruby con los ojos un poco hinchados por llorar.
—Ruby, cálmate de una puta vez —gruñó el rubio sin mirarla.
—Cállate, Erick, en estos momentos eres el menos indicado para decirme que si me debo calmar.
—Si es por lo que les dije...
—¡Obviamente es por eso, idiota! —respondió furiosa aparentando los dientes, evitando que su voz se alzara y todos la escucharan—. Nos arrastraste a Oscar y a mí a esto diciendo que te casarías con ella. Sólo tenías que controlarte y coger con ella hasta que se casaran y te diera su puto apellido. Pero no, el gran Erick Mitchell debía de cagarla, grandísimo pedazo de...
—Dilo y te juro que lo vas a lamentar —la amenazó con una mirada llena de ira, obligando a Oscar a intervenir de inmediato.
—Ya, cálmense los dos —soltó en voz baja para que ellos fueran los únicos en escuchar—. Ya sabíamos que usar a Izaro era un plan algo arriesgado y podía fracasar por varios factores. Eso ya no importa, ahora debemos ver qué hacer porque después de esta expedición nos vamos.
—¿Y a dónde? —preguntó Erick irritado.
—Tú a la Policía Militar, debes aprovechar la oportunidad. Ruby y yo nos iremos a las Tropas de Guarnición por mientras y...
El rubio negó con la cabeza tensando la mandíbula.
—Oscar, yo no pienso abandonarlos.
—Y yo no iré a la división barata que todos van como única salvación —soltó Ruby indignada
—No tenemos de otra Ruby, es eso o morir aquí, y Erick, no nos abandonarás, pero debes de aprovechar para así planear algo que nos lleve directo a la vida que siempre soñamos.
La vida que siempre soñaron desde que eran unos niños y vivían en Daetar. Erick ya estaba dudando si el sueño era algo ambicioso para gente con un origen similar a ellos o algo fácil de alcanzar.
—Oigan, ustedes tres —llamó Sayram, su compañero de escuadrón que era casi parecido a un asistente de su capitán—. Ya dejen de hablar y estén preparados.
El rubio en respuesta puso los ojos en blanco, guardándose los insultos que su cabeza ya había preparado para el soldado y enfocando su mirada en otro sitio. No en la salida de las murallas, tampoco en sus amigos ni en Levi. Su mirada se dirigió a Izaro y su mente se inundó de escenarios que deseaba manifestar donde la joven sufriera algún accidente durante la expedición como un castigo por haberle terminado y arruinado sus planes de a futuro.
Nuevamente las campanas volvieron a sonar, indicando a los soldados que el tiempo de preparación había concluido y a partir de ahora, entregarían sus corazones con el único propósito de descubrir más sobre los titanes. Los soldados que se arrepentían ahora rezaban para que pudieran volver a las murallas con vida, si tenían familias ahí presentes entonces debían prometer hacer todo lo posible por regresar sin necesidad de ser cadáveres porque una vez que salieran, conocerían lo que verdaderamente era estar en el limbo entre la vida y la muerte.
Izaro miró al frente mientras tomaba con fuerza las riendas de Mikaela, este relinchó en respuesta lo que le hizo ganar una pequeña caricia en su crin de parte de la azabache. Imaginó que tenía un espejo frente suyo para calmar un poco las ansias que comenzaban a nacerle, admirando el uniforme que portaba con el símbolo de las alas de la libertad como estampado junto con su equipo tridimensional; aunque debía admitir que quería resaltar más era su compostura que lo demás, una que la mostraba como esa persona segura y preparada para lo que en segundo debía enfrentar.
Izaro Xion se sentía preparada para lo que se aproximaba, después de todo, creía fielmente que había nacido lista para ese momento.
Estoy lista, sé que lo estoy.
—¡Abran las puertas! —grito a todo pulmón el comandante Shadis, admirando como los soldados de las Tropas de Guarnición obedecían su orden, rezando internamente para que sus colegas de la Legión de Reconocimiento volvieran estables, aunque fuera una petición divinamente imposible— ¡Hoy será un paso más y nosotros lo daremos! ¡Muéstrenme el resultado de su entrenamiento! ¡El poder de la humanidad debe ser demostrado!
—¡Sí! —todos gritaron en unísono alzando con gloria sus espadas, como si trataran de representar a todos aquellos humanos que se cansaron de vivir bajo el miedo de los titanes y estaban dispuestos a enfrentarlo.
La respiración de Izaro lucía de plena emoción, se había prometido a sí misma que se controlaría una vez viera las puertas abrirse, pero sencillamente fracaso sacando consigo una gran sonrisa que cualquiera que la viera diría que únicamente la volvió más hermosa de lo que ya era esa joven de ojos como la sangre.
Incluso sintió que las emociones también se convirtieron en un radar de miradas hacia ella, específicamente las de un pequeño niño castaño de ojos verdes que admiraba la salida de los soldados acompañado de sus padres, quien no pudo evitar expresar mayor emoción y sonrojo cuando Izaro le dedicó su sonrisa acompañada de un guiño con el ojo.
—¡A todas las unidades, esta es una orden! —continuó Shadis— ¡Avancen!
El galopeo de los caballos se escuchaba por toda el área del distrito cercana a los soldados, quienes ordenaban con leves golpes a sus animales que comenzaran a cabalgar con rapidez siguiendo a su respectivo líder.
Izaro no se contuvo más y ordenó a su caballo seguir al resto de sus compañeros hasta la salida de las murallas. Ya no prestaba atención a lo que ocurría a su alrededor, únicamente se enfocaba en traspasar ese túnel que existía en la muralla de cincuenta metros de alto, aquel que soltaba un congelado viento proveniente del exterior y que los novatos compararon la oscuridad de ahí con la de su ciudad natal.
Por un segundo, sus vistas se cegaron, pero valió la pena cuando vieron que se trataba del sol que nuevamente cubría sus cuerpos con su luz y calor, con la única diferencia de que se encontraban finalmente en las afueras de la última prueba viviente de la humanidad. Se podría decir que se convirtieron en esas personas con la oportunidad y privilegio de sentir en carne propia la libertad y que, probablemente, vivirán para contarlo.
Los ojos de Izaro se iluminaron al escuchar el característico sonido de una bandada de aves que volaban en dirección a la muralla, los cuales eran visibles gracias a los rayos de sol que escapaban de escudo de nubes que se formaban, posiblemente para descansar antes de otro viaje aéreo que recorrerían próximamente. No fue capaz de contener la risa de emoción al ver los extensos paisajes verdes con montañas que tenía ante sus ojos carmesí; posiblemente si su familia la viera en ese estado la llamarían infantil por comportarse así o Erick le hubiera dado un comentario que le hubiera apagado esa sonrisa.
Isabel también se miraba emocionada por lo que estaba apreciando, con la única diferencia que grito de euforia mirando los cielos, en especial de las aves que pasaban encima de ellos.
—¡Increíble!
—Sí. No está mal —comentó Levi con su habitual expresión.
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Las vistas eran bellísimas. Eran tan hermosas que por momentos comparaba con las imágenes que alguna vez creó en su mente cuando era una niña y le contaban las hazañas que hizo su familia cuando salía de las murallas. Los paisajes eran sin duda más hermosos de los que en su infancia imaginó.
El lugar era similar a los valles que habían dentro de las murallas, con la misma formación de árboles con sus respectivos campos, animales que tenían su hábitat ahí y el sol bañando el sitio en calor. La gente que nunca había visto el exterior diría que no había nada novedoso en eso, pero Izaro sentía desde lo profundo de su corazón que si había algo diferente en los paisajes de afuera y los paisajes de las murallas: en uno la palabra «Libertad» gritaba por los aires, el otro era reinado por la palabra «Miedo», miedo a lo desconocido y a la amenaza de las bestias que casi acabaron con la humanidad.
Y hablando de los titanes, nadie de la Legión se había topado con uno y requerido utilizar la estratégica dinámica para dar aviso que el capitán Erwin implementó como método de reducir las muertes elevadas que había en la división.
Consideraba eso un absoluto éxito hasta el momento.
El tiempo pasaba, lo único que se escuchaba en el lugar era el galope de los caballos que corrían a la dirección que sus dueños indicaban, el cabello negro de Izaro se adheria a su rostro por culpa de la fuerta brisa que generaba la velocidad de su animal mientras su capa volaba sin escaparse de ella. Todavía seguía con el sentimiento de fascinación por lo que sus ojos estaban siendo testigos, lo que alguna vez fue visto y pisado por sus padres.
Lo que hubiera dado por vivir esto con ustedes...
—No te distraigas demasiado, Izaro —le dijo Mike acercándose con su caballo—. Sé que es tu primera vez, pero hay que estar alerta. Incluso los novatos pueden tener una cita eterna con la muerte en su primer día.
Eso último hizo que tragara con fuerza.
En sus tiempos como una recluta, le decían que los titanes eran en inteligencia más inferiores que un humano promedio, pero que confiarse era lo peor que un soldado podía hacer. Le gustara o no, los titanes al final del día eran en algunos aspectos similares a los humanos, siendo el mejor ejemplo su apariencia física, por lo que tarde o temprano habrían también titanes un poco más inteligentes que el promedio. Ya no sólo se trataría de titanes excéntricos que aterraban a la hora de ser visualizados en el radar de una persona, sino de monstruos que pelearían con más destreza contra ellos con el único objetivo que tienen desde su primera aparición: matar a los humanos.
Podía ser una Xion o no, podía tratarse de la número uno en su tropa o no, pero seguía siendo una persona y, a su vez, en la presa favorita de los titanes.
—Descuida, estaré bien.
—Habló en serio, Izaro —dijo su compañero—, lo mismo decía tu padre y vea cómo acabó al igual que tu madre...
Asesinados a manos de un titán. Aunque el recuerdo de su tío, supuestamente ya con los efectos alcohólicos sobre él, dudando por un segundo si sus muertes fueron por un titán llegó a su mente.
—Lo sé —respondió sin mirarlo a los ojos, sorprendiendose de inmediato cuando escuchó el grito de uno de sus compañeros de otro escuadrón.
—¡A la derecha! ¡Uno de quince metros!
Un flashback llegó a su mente en aquel preciso momento.
Era ella de niña. Exploraba con tanta curiosidad la oficina de su padre que tenía en el hogar cuando él o Theodore volvían para pasar unos días en su residencia, bajo la única utilidad de seguir con sus trabajos para la Legión como excusa para evitar a sus hijos. Era tanta la fascinación que miro cada libro que había ahí, los cuadros de su bisabuelo y su tía Izadora colgados en marcos elegantes y, tal vez lo que más llamó su atención, informes de su padre relatando un poco los titanes que captó en el exterior.
Altos como el promedio ya registrado. Apariencia humana con escasez de órganos reproductivos e inteligencia, algunos sin cabello incluso. Manos, pies y dientes tan grandes capaces de aplastar o desmembrar a sus víctimas en el primer intento.
Papá, ¿cómo es que un titán fue capaz de matarte si eras la gran promesa de la familia?
Era el único pensamiento de una Izaro actual que volvía a su realidad mientras no apartaba la vista de la enorme bestia.
—¡Oye, ojos raros! —Levi la llamó, mirándola seriamente mientras también sostenía las correas del caballo de su compañera, parecía que su viaje mental al pasado la iba a desviarse del camino—. Tu grupo se adelantó y ni te diste cuenta.
—P-Perdón —respondió mientras movía su cabeza para obligarla a concentrarse lo que iba de frente de ellos, él simplemente la siguió mirando con su natural seriedad.
—¡Han aparecido otros! ¡Dos de diez metros! —gritó otro soldado señalando la parte trasera del grupo, confirmando la persecución que realizaban dos titanes de gran altura— ¡Se están acercando!
—¡Atacaremos, usen el equipo tridimensional! —ordenó Shadis con firmeza.
Erick y Oscar acataron las órdenes del comandante, no por deseo, sino porque junto con otro soldado eran los más cercanos al titán por desgracia. Se pararon de sus caballos en movimientos y dispararon los ganchos de sus equipos en los troncos de árboles que estaban cercanos a ellos, saltaron en lo que el gas de sus tanques expulsaba la cantidad suficientemente para una mejor velocidad y movilidad en el aire, sacando al mismo tiempo la cuchillas estando listos para atacar a la gran bestia y continuar con la expedición sin ninguna baja hasta el momento.
Flagon lanzo una bengala de color rojo, indicando la presencia de titanes en la zona para que los demás soldados esparcidos en toda el área estuvieran alertas.
—¡Yo lo voy a matar, ustedes serán quienes lo distraigan! —gruñía Erick acercándose al titán listo para asesinarlo— ¡A mí señal, ¿de acuerdo?!
—¡De acuerdo! —gritó su amigo y el otro soldado que los acompañaba.
En un pequeño plan elaborado fugazmente, los dos soldados se posicionaron frente al titán que los miraba como la próxima cosa que dejaría partir en sus dientes. Eran segundos cruciales en sus vidas, segundos que ya dependían de la siguiente decisión de Erick sobre cómo asesinaría al titán.
—Ellos se encargarán de ese. Lo conseguirán, estoy segura —comentó Izaro mirando la pelea junto con Levi, olvidando por un segundo que quien los salvaría se trataba de su abusivo ex novio—. Pero hay otros, dos —volteó atrás notando la persecución que se había formado. Trataba de mantener su mente enfocada en seguir mientras sus compañeros se encargaban de los titanes, pero en eso escucho un grito de horror de parte de Ruby, provocando que alzara la mirada sintiendo un frío escalofriante al ver el motivo por el cual su alterada ex amiga estaba gritando—. No puede ser...
El titán que Erick debía matar era más rápido de lo que pensaron, saltando sorpresivamente hacía los dos soldados al frente serían quienes serían sus nuevas víctimas. Oscar miró con terror la gran boca del monstruo abriéndose listo para despedazarlo como un perro con un muñeco.
Erick, Ruby...
—¡Oscar! —gritó el rubio.
Cumplan nuestro sueño, chicos.
El titán lo despedazó al instante junto con el otro soldado y con Erick siendo testigo principal del hecho. Su parte baja se desprendió y voló hasta caer en algún punto del sitio mientras la sangre salpicaba al igual que algunos órganos caían cerca. Uno de sus brazos también salió disparado, pero aquel resto humano no fue visto por los demás, desconociendo el paradero de este para recogerlo y guardarlo hasta el regreso a las murallas para darle sepultura.
—Los mató... —soltó Izaro sorprendida al igual que Levi por lo presenciado.
—¡Oscar! —gritó en llanto Ruby, dejando a un lado el nerviosismo para indicar a su caballo que fuera ahí, tal vez para intentar sacar de ahí a Erick, el único amigo que ya le quedaba con vida.
—¡Maldición! —gritó Flagon mientras lanzaba los arneses de su equipo y se dirigía rápidamente al titán, consiguiendo enterrar sus espadas en la piel de la criatura y realizar la cortada apropiada para acabar con su vida.
Un poco de la sangre del titán salpicó en el rostro de Erick, pero seguía bajo el shock por la muerte de su amigo que ni se dio cuenta. Afortunadamente, Ruby llegó a tiempo y lo sacó de ahí mientras esperaba a que reaccionara.
—¡Increíble! —comentó Isabel mientras miraba la acción realizada por su capitán.
—Se mueven muy diferente a los policías militares —dijo Farlan, antes de percatarse de la poca distancia que él y la pelirroja estaban teniendo con los dos titanes todavía de pie, desesperados por devorar a ellos dos.
Mientras Flagon les ordenaba alejarse lo que más podía, Izaro vio la situación y no dudo en ordenarle a su caballo correr hacía los dos titanes, no sin antes decirle a Levi que mantuviera la distancia en lo que asesinaba a los dos titanes que perseguían a sus dos amigos.
Yo puedo con ellos, soy una Xion.
—¡Chicos, aléjense! ¡Yo me encargaré!
Lanzó sus arneses al tronco de un árbol que estaba detrás de los dos titanes para mejor velocidad aprovechando la distancia que tenía, elevando su cuerpo y activando el gas para impulsarlo en dirección a las criaturas.
—¡Levi! —Farlan gritó, llamando la atención de la joven quien miró con reojo atrás y llevándose la sorpresa de que el azabache había pasado por alto su pedido, decidido en ayudarla si eso permitía el bienestar de sus dos amigos.
Ella aceptó su colaboración en silencio si eso permitía la supervivencia de ambos, notando como él lanzaba sus arneses en el mismo árbol que el de ella y elevándose con ayuda del gas que su respectivo equipo traía. Levi tomó el lado derecho del primer titán con el que se cruzaron, mientras que Izaro tomó el extremo izquierdo para impulsarse y ser elevados a una altura mucho más alta para atacar.
No requerían de mencionar el plan de ataque que tenía, era como si cada uno entendiera las intenciones del otro y trataba de adaptarlas a sus propias intenciones; Levi era más rápido e Izaro creaba cortadas más profundas de lo que un soldado promedio realizaban, pobre de aquella criatura que sintió las espadas de cada uno atravesar con precisión y, al mismo tiempo, la carne de su cuello. Marcando como el fin de la vida de aquel titán.
Lo conseguimos. Pensó la azabache una vez regresó al suelo para evitar desperdiciar gas, percatándose al instante de que Levi seguía en el aire dirigiéndose al segundo titán que Isabel y Farlan decidieron encargarse por su cuenta, teniendo éxito al eliminar al tercer titán que amenaza la operación de la Legión.
Izaro corrió hacia ellos mientras volvía a subir a su caballo, no sin antes cubrir sus ojos con ayuda de sus brazos debido al polvo que la caída del último titán había provocado a su alrededor, sonriendo con victoria mientras escuchaba a Shadis confirmar la eliminación de los titanes y la orden de regresar a la formación.
—¿Qué te pareció, Levi? ¡Nos hemos encargado de los titanes! —gritó con euforia Farlan, lleno de adrenalina por los sucesos recientes hacía un par de minutos.
—¡Hermano, lo hicimos, lo hicimos! —sonrió con felicidad Isabel, algo que tranquilizó a Levi mientras confirmaba el estado de ellos.
—Si, lo hicieron bien —comentó Levi, antes de sentir la presencia de Izaro acercarse hacia ellos y volver a su expresión seria— ¿Estás bien?
Izaro sonrió levemente—. Sí, gracias por ayudarme. Me tranquiliza saber que ustedes también, lo hicieron excelente.
—Ciertamente. Eso de hace un momento, fue un buen movimiento —concordó Erwin, caminando hacía los cuatro soldados mientras apreciaba el trabajo que realizaron como novatos, luego miró al trío novato—, pero utilizaron demasiado gas. En las afueras del muro deben tener más cuidado.
Ninguno de los tres novatos lo tomó bien, incluso Farlan deseaba reclamar por aquello hasta que Levi lo detuvo. Parecía ser una situación incómoda para Izaro, quien poco a poco le indicaba a su caballo se alejara al sentir una tensión incómoda entre su capitán y su compañero.
—¿Dices que me preocupe más por eso que por la vida de mis compañeros? —preguntó indignado Levi, aguantando internamente sus deseos por matar a Erwin en ese mismo instante.
Erwin no dudo en responder de manera serena—. Estoy diciendo que hacen movimientos innecesarios, ¿no será que dudas de algo? —eso parecía la gota que derramó el vaso de la paciencia de Levi, quien poco le importó el tipo de mirada que le dedicaba a Erwin y se lo expresó, confirmando una leve sospecha de parte del rubio—. Eso, ciertamente, te terminará matando.
Se retiró una vez terminó lo que tenía que decirle, dejando a los jóvenes notoriamente molestos por la opinión que realizó. ¿Quién se creía? ¿Con qué derecho podía decir que alguno dudara de sus decisiones? Los tres actuaban de esa forma desde sus días en el subterráneo, era su mejor manera de sobrevivir y no cambiarían eso. Se sentían juzgados por ello y no lo permitirían.
—Maldición. Espero que te quedes solo con él —comentó Isabel, refiriéndose al plan que Levi tenía con el capitán de cabellos rubios.
—Shhh... te escuchará —la calló Farlan, procurando que ninguno de los tres haya sido escuchado ni por Erwin ni por nadie.
Sin embargo, poco le importaba a Levi si el rubio los escuchaba. Sus deseos de matarlo aumentaban y estaba decidido en arrebatarle la vida sin importar las consecuencias que aquello conlleva. Después de todo, el precio de la cabeza de Erwin Smith sería cobrada por Nicholas Lobov y la recompensa era la vida fuera de la Ciudad Subterránea junto con sus amigos.
༉
Una fuerte y dolorosa presión en el pecho fue lo que sintió Izaro cuando sus ojos carmesí conectaron con los de Erick. A larga distancia, podía sentir el odio que ahora le tenía y la sangre de titán en su rostro solo hacía la escena más intimidante para ella. Su mirada también reflejaba que él seguía procesando la pérdida de su amigo.
El relincho de su caballo la hizo volver a la realidad, por suerte ya que sentía demasiado miedo, similar a lo vivido cuando eran pareja.
—Erick —habló Ruby en lágrimas, sacando un pañuelo de su bolsillo para limpiarlo.
—Oscar está muerto, lo mató de una sola mordida —una lágrima cayó en su rostro, combinada con el dolor y la rabia que estaba experimentando—. Por culpa de ella.
—¿Ella? —miró hacía donde la mirada de su amigo estaba dirigida y rápidamente comprendió cuando localizó a la azabache— ¿Izaro?
El joven miró con ira a su amiga.
—Me arrastre aquí esperando que lo nuestro avanzara para casarme con ella, los arrastre a ustedes prometiendoles vivir en los lujos a través de nuestro casamiento —decía molesto mientras apretaba el puño—. Por culpa de esa perra es que Oscar está muerto y nuestras vidas también peligran.
La ansiedad despertó dentro de Ruby, dejando soltar sus lágrimas mientras recordaban que no se encontraban en el interior de la murallas, sino en el exterior donde los titanes controlaban todo y disfrutaban como deporte cazar humanos.
—Quiero irme de aquí. ¡Mierda, no quiero morir, ocupó salir de aquí!
—¡Cállate!
El grito llamó la atención de Izaro, quien volteo por un instante para notar que los dos jóvenes comenzaron a discutir y Flagon se vio obligado a ponerles disciplina antes de que alterarán a los demás soldados. ¿Era prudente ir hasta donde ellos? La idea fue inmediatamente desechada por la joven, prefería mantener sus distancias, pero no podía evitar tener el mismo sentimiento agridulce que sentían ellos dos. Oscar Starr había sido su compañero de entrenamiento por tres años después de todo, y ver el momento exacto que su cuerpo fue despedazado por un titán no era exactamente una imagen que deseaba tener el resto de sus días.
Y hablando de la imagen no solicitada... ¿Por qué no puedo obligar a mi mente a dejar de recordarlo?
—¿Te encuentras bien? —la voz de Erwin acercándosele sacó a la joven Izaro de su mente afortunadamente, acercándose junto a su caballo mientras inspeccionaba el área.
—Sí —forzó una sonrisa—, es sólo que... bueno..., era mi compañero desde que éramos reclutas y desearía que mis compañeros no murieran a manos de un titán.
Erwin se adelantó—. Esto es el pan de cada día de la Legión, Izaro. Una vez que entras aquí y tienes tu primera expedición, no hay manera alguna de olvidar lo que sucede cuando estamos lejos de la protección máxima de la humanidad. Por eso somos pocos los que seguimos aquí dentro, porque aceptamos la realidad y aun así buscamos la completa eliminación de los titanes además de descubrir la realidad de este mundo.
Izaro asintió aceptando las palabras de su capitán. Sabía que esa sería su realidad en el momento en que definitivamente estaba decidida a entrar a la milicia, pero seguía siendo incapaz de dejar salir la mala sensación que le dejó ver aquella muerte.
—Además, ¿él no era amigo de Erick? —el suspiro que hizo Izaro fue suficiente respuesta para el ojiazul— ¿Él no se te ha acercado o intentado hacer algo?
La noche que termine con él—. No —mintió negando con la cabeza—, no más me ha mirado mal, pero de ahí nada alarmante.
El hombre decidió creerle aún sabiendo que algo ocultaba—. Pronto oscurecerá, hay un castillo cerca de aquí y pasaremos la noche ahí —comentó Erwin mientras ordenaba a su caballo volver a su lugar en la formación—. Todavía tenemos mucho camino por recorrer antes de volver.
—De acuerdo —contestó Izaro, mirando a su capitán alejarse mientras ella volvía a tener la imagen de la muerte de Oscar en su cabeza. Una imagen completamente desagradable, como si hubiera cambiado de posición con Erick y ella fuera la que hubiera tenido mejor avistamiento de lo sucedido.
Basta, por favor, ya no quiero seguir pensando en eso.
༉
INFORMACIÓN ACTUALMENTE DISPONIBLE PARA EL PÚBLICO
El único registro existente de algún Xion fallecido durante una expedición pertenece a Zachary y Theodore Xion, padres de Izaro.
El resto de registros han sido por enfermedades o de manera natural, con la única excepción de Izadora Xion, quien falleció por un suicidio aunque su familia y el ejército registraron que fue una muerte accidental.
to be continued...
N/A:
cuando analizas la descripción del niño de shingashina que izaro le guiñó el ojo y caes en cuenta que es eren:
ealeeee, eren tuvo cameo y que envidia que iza le guiñará el ojo, ya conquistando los corazones la paloma esa😩.
btw, QUE EMOCIÓN YA INICIO LA EXPEDICIÓN 😍 ¿no es hermoso? disfrutaremos este bello momento con dolor y sufrimiento por las muertes que habrán. ¿sobrevivirían a la primera expedición? en mi caso no🤣.
me costo un poco reescribir este capítulo, pero el enojo por el partido de ayer hizo su magia. soy de costa rica, con eso expliqué todo jaajabajab.
cada voto y comentario servirán para que esta alma no salte de un puente por la derrota contra españa, los tqm❤️
con cariño, nicky🌙
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